Declaimer: La Trilogía "Los Juegos del Hambre" y sus personajes no me pertenecen, solo soy una fan con suficiente imaginación como para inventar locuras, no recibo ni un centavo. Esta historia participa para el reto propuesto por LizethMellark en Pidiendo teselas del foro "El diente de león".
¡Alerta! Es una historia extraña llena de blasfemia literaria comparable a una mala adaptación cinematográfica. De ante mano te advierto, es Finnis, no llegues al final solo para enviarme al Árbol del Ahorcado ¿sí? Muchas Gracias.
.Capítulo 1.
La misión fue un rotundo fracaso. El equipo de rescate alcanzó apenas a salir con vida del Centro de Entrenamientos. Los vencedores y los colaboradores de Plutarch habían sido asesinados ese mismo día ante los rumores de la misión de rescate. La vuelta al Trece fue dura para todos, debían dar muchas malas noticias al llegar al bunker.
Gale miraba fijamente el lugar donde debía estar Peeta y desviaba la mirada a donde en realidad estaba, bajo una sábana blanca. Temía por la reacción de Katniss. Su salud mental ya no era buena, que sería de ella sin el panadero. Le horrorizaba saber que podía perder a su amiga, pero su cerebro, aún más táctico, temía la posibilidad de perder el símbolo de lucha que la chica representaba.
Katniss todavía dormía cuando Haymitch fue a buscarla. El viejo mentor estaba pálido y ella aun con su lío mental no pudo no darse cuenta. En pijamas, salió corriendo en dirección al hospital, donde encontró a un sumamente adolorido Gale. Sus ojos se encontraron antes que sus cuerpos en un abrazo y el chico le pido perdón al oído. La muchacha se separó y dirigió su vista hacia donde los otros ojos de la Veta miraban. En un cuarto con luces muy bajas yacían tres cuerpos cubiertos.
Katniss gritó y se abrió paso entre los soldados heridos hasta llegar a la puerta de la habitación. Se escurrió entre la penumbra hasta la segunda camilla, aquella que portaba el nombre de su compañero tributo, de su acompañante vencedor, de aquel al que su corazón amaba. Corrió apenas la manta que cubría el rostro del joven. En cuanto las facciones del rubio quedaron al descubierto, Katniss palideció hasta mimetizarse con la manta y sus pequeños sollozos llenaron el habitáculo. Se aferró al frío cadáver, gritando atrocidades hacia Snow, hacia los Juegos, hacia todos en el Trece y hacía ella misma. Lloró y lloró hasta que una enfermera le administró un sedante.
Al despertar, la chica en llamas intentó incorporarse pero le fue imposible. Cintas de cuero rodeaban sus muñecas y su torso impidiéndole moverse. A su lado se encontró con Finnick en las mismas condiciones que ella. Aun en sueños, el pescador lloraba la muerte de su amada. El corazón de Katniss apenas latía, en letargo, aun sin comprender del todo que Annie no volvería, que Johanna no sería sarcástica con ella nunca más, que el panadero no le brindaría una cálida sonrisa y unos brazos confortables luego de una mala pesadilla. Comprendió muy a su pesar que otra vez estaba a solas con Finnick y que nadie alrededor era capaz de comprender el dolor que ellos sentían.
El Trece rindió homenaje a los vencedores caídos por las torturas de Snow. Annie, Peeta y Johanna fueron despedidos en una conmovedora ceremonia y trasladados a sus respectivos distritos para que se les diera entierro a la tradicional manera de cada cual. En el distrito del grafito se iniciaron los preparativos para un último ataque final, el fin de la revolución, de la tiranía y del dolor.
Katniss y Finnick eran marionetas. Incapaces de hablar o relacionarse externamente con el mundo, solo hacían lo que Coin y su gente les mandaban. Posaban o actuaban para las cámaras con fingida emoción, pero al momento del "corte" volvían a ser caparazones humanos. No se separaban, se escondían en algún recoveco y hacían nudos uno en frente del otro. A veces Finnick se quebraba y dejaba ir algunas lagrimas. Katniss solo podía verlo decaer sin poder hacer nada, porque de poder también lloraría, pero sus ojos se habían cansado hasta de llorar y simplemente sentía un hoyo en donde suponía estaba su corazón.
Un par de meses después, Snow cayó. Coin estaba demasiado segura de que sería quien gobernara Panem, pero los demás a cargo de los distritos pusieron la voz en alto y Paylor fue declarada presidente de la nueva Panem.
Con el Doce en construcción, Katniss y Haymitch ya no tenían nada que hacer en el Trece, tampoco en el Capitolio así que volvieron a su hogar. En cambio Prim y la madre de Katniss permanecieron en el distrito olvidado, volver al doce les resultaba muy doloroso. Finnick también volvió a su distrito, prometio ir a ver a su aliada y esperaba poder honrar esa promesa pronto.
…
Han pasado unos cinco años desde que Paylor tomó el poder. Panem entera esta reconstruida, los distritos son activos en su totalidad y la nueva república marcha en perfecto estado. Cada distrito produce y exporta y el Doce no se queda atrás. Lejos están los años en los que el doceavo distrito exportaba carbón. Ahora son además agricultores y han prosperado enormemente.
Haymitch se dedicó a la cría de gansos y al cuidado de Katniss, que no ha emitido palabra desde que Peeta murió. Es una muchacha funcional, tiene un huerto en el patio trasero de su casa y lo cuida día a día, ayuda a su viejo mentor con distintas tareas y se pasea por las calles del Doce, pero no habla, no mira a nadie a los ojos, y no deja de gritar en las noches.
Ok hasta aquí el primer capítulo. Sin falta el segundo estará la semana entrante. Liz, debo decirte que aunque no hable ni una vez contigo ya te odio… hiciste que matara a Peeta (v.v). Este primer capítulo es introductorio, para que todo tenga sentido. Más bien un prólogo ;)
Espero que les guste mucho, dejen sus review, amenazas de muerte y lo que quieran.
Con cariño atentamente, Anna Scheler.