Ninguno de los personajes me pertenece y solo hago uso de ellos para fines de entretenimiento.
Este pequeño fic es como un complemento de otro que terminé de publicar hace poco: "La esperanza del corazón". De hecho esta historia comienza un par de meses antes del inicio de aquella. Para aquellos que no leyeron el primer fic, no se preocupen, este fic es lo suficientemente independiente para que solito se le entienda. Y para los si lo leyeron les mando un gran saludo. ¡Me da gusto volver a verlos!
De entrada, puedo adelantarles que es un SM ¿Por qué escogí esa pareja? Siempre se me ha hecho injusto que las CLAMP crearan el personaje de Meiling (que no aparece en el manga) para que sufriera nomás porque si. Y es que al final ella se queda sola como un perro ;_;. Así que, aunque sea en esta historia, eso será diferente.
Por último, este fic está dedicado a Reni-ryu, quien tan buen apoyo me dio en mi último fic, y a Kathy Kanzaki, quién me pidió amablemente una secuela. (aunque esta no es una secuela propiamente dicha; aún no sé si algún día la haré. Necesito nuevas ideas. ;P).
Alerta: Este fic contiene algo de angst, miel, y se hace mención de parejas alternativas que pueden no agradarle a algunos lectores.
Ai No Monogatari
(Historia de amor)
Por Lau
Prólogo
Primera despedida
MEILING SUBIÓ AL gran avión que la llevaría a casa. Suspiró resignada al subir los últimos escalones; algunas cosas definitivamente ocurren de la forma que menos se desean, pensó con cierta amargura.
El día anterior su primo, Syaoran, le había confesado que le gustaba otra persona. Meiling ya sabía quien era y a pesar de lo que él le había dicho ella no odiaba a aquella niña, que tan buena había sido con ella. De hecho, se sintió muy feliz por ellos. Por eso ella misma anuló el compromiso matrimonial antes de que él se lo pidiera. Quería que Syaoran conservara al menos un buen recuerdo de ella.
Sin embargo, cuanto le dolió aquel momento. Eso le podía constar a Tomoyo Daidouji, su actual mejor amiga, quien la había consolado apenas la última noche, sujetándola con fuerza mientras Meiling lloraba "hasta que no quede una lágrima más que llore por él", según sus palabras exactas.
Una lágrima escapó furtivamente de su rostro -al recordar aquello- que rápidamente se enjugó. No quería, no quería sentirse traicionada, pues sabía que no había sido así. Recogió algunos cabellos del rostro; el altavoz anunció la próxima partida de su vuelo. Presurosa corrió hasta su asiento y se acomodó junto a la ventanilla. Pero mientras se abrochaba el cinturón de seguridad no pudo evitar darle una última mirada a lo que dejaba atrás.
Sacudió su cabeza. Yo juré que lo olvidaría y eso har, pensó con decisión. Ahora solo esperaba que él fuera feliz con su elegida...
Cuando el avión comenzó a elevarse un último suspiro salió de su boca contra su voluntad.
"Syaoran..."
Capítulo 1
Un regreso inesperado
Cinco años después
Un golpe resonó contra el poste de madera. El dojo era iluminado por los cálidos rayos del sol, y repetidos gritos podían oírse en el recinto.
"¡YYYYAAAHH!" Ésta vez el golpe fue mucho más fuerte, y la mitad de aquel poste se partió y salió volando hasta dar con una de las paredes del gimnasio.
"¡Muy bien, Meiling!" gritó el profesor, felicitando a la atlética jovencita. Ella se volteó y agradeció el comentario con una inclinación. "Pero la próxima vez, sería bueno que dejarás material a los demás alumnos. A este paso, ya no nos quedara material para trabajar¿sabes?"
"Upss...lo siento, profesor", dijo ella con una sonrisa pícara.
A sus cortos 16 años de edad, Meiling ya era uno de los mejores alumnos de aquel dojo. Se dedicaba con verdadera entrega a la práctica del kung-fu, y muchos contendientes ya habían perdido ante ella. Para entonces ya había ganado diversas competencias nacionales cuyas medallas la llenaban de orgullo.
Estaba llena de vitalidad y energía que demostraba en casi todas las actividades que desempeñaba. Por ello era una chica muy popular en su escuela, a pesar de que no había salido con muchos chicos. Se decía entre sus compañeros que si salía con un chico perdía pronto el interés y lo dejaba; corría el rumor de que ella siempre los comparaba con alguien a quién conoció en su pasado. A juzgar por las apariencias, y si los rumores eran ciertos nunca nadie alcanzó a ese modelo ideal. Además ella seguía siendo algo mandona y fuerte, por lo que muchos de los chicos que la conocían le tenían algo de miedo.
Tener citas era algo divertido para Meiling, pero no eran el centro de su vida; prefería dedicarse a las artes marciales, porque de alguna forma tenía que compensar el hecho de ser la única persona de su familia que no poseía magia, y los resultados que estaba obteniendo la hacían sentirse satisfecha consigo misma ya que poseía un buen nivel de pelea.
Era muy feliz, a su manera y sólo en algunas ocasiones, cuando estaba sola, recordaba con nostalgia a los amigos que había hecho en Japón y a la persona que tanto había querido alguna vez. En esos momentos sonreía suavemente agitando la cabeza. Esperaba que Sakura y Syaoran fueran tan felices como se lo merecían. Vaya que lo merecían.
Así transcurrían sus días, felizmente. Meiling tenía de nuevo su vida. Y justo ahora cuando ésta le parecía más perfecta ocurrió algo que trastornó su mundo completamente.
Él regresó.
Meiling no tenía idea de que su primo había regresado. Ese día había recibido un mensaje a su celular de su madre pidiéndole que regresara temprano a la casa, porque había algo que quería mostrarle. Después de dos o tres clases que la habían mantenido muy ocupada se había olvidado por completo del mensaje, y fue hasta que terminó su práctica en el dojo que lo recordó y corrió apresuradamente hacia su casa.
Seguramente su madre la regañaría por no haber llegado temprano y la joven ya se estaba haciendo a la idea de un gran sermón. Llegó a la vieja casona y abrió la puerta lentamente. Sí, ahí estaba su madre, tomando tranquilamente el té.
"Ya llegué." Dijo Meiling, cerrando la puerta. Ya sabía lo que venía después de eso. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...
"¿Dónde te habías metido?" La señora de la casa se volvió para ver duramente a la joven. "Te hemos estado esperando toda la tarde."
"¿Hemos?" A Meiling se le escapó la pregunta. "¿Tenemos visitas?"
La madre de Meiling sonrió y le dio un sorbo a su taza de té. "Si, por eso quería que vinieras temprano. Hay alguien que quiere verte en el jardín trasero. Anda, ve a saludar." Dándole otro sorbo a su taza añadió antes de que su hija saliera del jardín. "Luego hablaremos de tu castigo."
La joven hizo un gesto de desencanto. Por poco se le olvidaba.
Se alisó el negro cabello que se le había desacomodado durante su entrenamiento y caminó hacia la parte trasera de la casa. Por más que trataba de adivinar que persona había ido a visitarlos, no lograba sacar nada en concreto.
Llegó al patio trasero y observó a dos personas que en ese momento le daban la espalda y que veían como corría el agua de una fuentecilla cercana. Meiling adoptó su mejor pose y dijo con voz clara y fuerte. "Buenas tardes."
Las dos personas voltearon a verla y Meiling sonrió con sorpresa. Uno de ellos era el viejo Wei, que no había cambiado nada desde la última vez que le viera un par de años atrás y que se inclinó cortésmente para saludarla. El otro era un joven apuesto cuyos ojos brillaron con alegría al verla; en él Meiling reconoció a su joven primo Syaoran. Tampoco lo había visto en dos años y le sorprendía ver cuanto había cambiado en tan poco tiempo.
"Señorita Meiling, que gusto me da verla", exclamó Wei y se adelantó a abrazarla. "Se ha vuelto una jovencita muy hermosa, si me lo permite decirlo."
"Gracias, Wei, también me da gusto verlos." Volteó hacia donde estaba el joven. "Hola, Syaoran"
El joven también se adelantó y le sonrió abiertamente. "Hola, Meiling", dijo con una voz que no se parecía casi nada a la vocecilla que tuviera de niño. "Tanto tiempo sin vernos."
Ella se quedó sin aliento al oír la voz de él, pero no lo dejó traslucir. "¿Cuándo llegaron?"
"Hace un par de horas. El joven Syaoran decidió pasar por aquí antes de llegar a su casa.", contestó el viejo sirviente.
"Todo ha sido tan repentino" dijo Meiling, entusiasmada, "si lo hubiera sabido antes les hubiera preparado algo para su llegada. ¿Por cuánto tiempo piensan quedarse?"
A su pregunta los rostros antes sonrientes de los dos hombres se ensombrecieron repentinamente. "Hemos venido para quedarnos, señorita", contestó Wei después de un instante, "joven Syaoran, iré a llamar a su casa para avisar que pronto llegaremos. Con su permiso, señorita." El fiel sirviente se inclinó una vez más y se retiró rápidamente.
El joven regresó junto a la fuentecilla y miraba seriamente el correr del agua. Meiling, que no se había repuesto de la sorpresa, se acercó lentamente a él. "¿E-es cierto, Syaoran?"
"Es cierto."
"¿Cuál es la razón?"
"¿Razón?...Bueno, mi presencia ya no es necesaria ahí", le contestó el joven tranquilamente, aunque la muchacha observó como los nudillos de sus manos se ponían blancos por la presión que él ejercía sobre ellas. Una sospecha comenzó a crecer dentro de su mente.
"¿Y Sakura?", le preguntó casi temerosamente. Ante su pregunta él se levanto con brusquedad y comenzó a recorrer nerviosamente el jardín.
"Supongo que no tiene caso ocultártelo y es mejor que te lo diga de una vez. La he dejado." La noticia dejó consternada a Meiling, quien se quedó petrificada ante aquel acontecimiento que nunca creyó posible. Lo peor de todo, para ella, era que las últimas palabras de su primo habían causado que su corazón comenzara a latir aceleradamente, con una insensata esperanza naciendo dentro de ella. Sin saberlo, las cenizas hasta ese momento reposaban tranquilas en el fondo de su corazón se removieron dolorosamente. "Porqué?..." se atrevió a preguntarle casi inaudiblemente.
Syaoran seguía recorriendo el jardín con renovado nerviosismo. "La he dejado..." , repitió, mientras se pasaba una mano por su revuelta cabellera, "y lo más grave de todo este asunto es que no sé por que lo he hecho si la quiero tanto." Desesperado, se dejó caer sobre la silla otra vez y tomó frenéticamente la mano de su prima. "Tú me comprendes ¿verdad?"
Meiling, que recordó a Sakura por las últimas palabras de Syaoran, se obligó a sonreírle mientras maldecía el momento en que él había decidido regresar.
"Sí, Syaoran. Te entiendo." Sus palabras le sonaron huecas mientras ella misma se hacía una pregunta que resumía el dilema al que habría de enfrentarse de ahora en adelante:
¿Qué es lo que hace uno cuando la realización de tu más grande anhelo significa el más grande dolor para alguien que quieres?
Notas de autor: Juraba que ya había revisado este fic y corregido los múltiples errores, omisiones, metidas de pata (todos estos míos) y chistes que, además de todo lo anterior, esta página insiste en hacer a costa de mis fics (sob). Apenas voy entrando de nuevo a este capítulo y veo con horror que está como hasta antes de la supuesta última corrección (¡hmph!) No es de extrañar que la gente salga horrorizada de aquí, vaya que yo también me puse así ahora que entré...
Bueno, este fic se encuentra oficialmente terminado. Muchas gracias a todos los comentarios que he recibido a través del tiempo, y de todos aquellos que encontraron este humilde relato digno de sus alabanzas. Aprovecho para disculparme por la tardanza en completar esta historia (no hace falta que me lo mencionen, estoy más que consciente de la eternidad que tardé en terminar esto). En fin, un saludo a quienes entran por primera vez a esta historia, y por favor, siéntanse en libertad de avisarme de errores de dedo, falta de espacios, símbolos raros aquí y allá, y en general cosas que deba limpiar, porque he batallado con el formato y no termina de quedar. u_u Pero en fin, ¡disfruten!