La alarma sonó en su oreja y el ruido se propagó por su cabeza en forma de un dolor punzante. Tenía los ojos hinchados por lo poco que había dormido y las ojeras parecían recorrerle toda la cara. Poco a poco se enderezó hasta quedar sentada en la cama, restregó sus ojos con sus manos y soltó un largo bostezo. Ojalá no hubiera tenido que ir al colegio, ojalá hubiera podido quedarse todo el día en la cama reviviendo aquel magnífico momento.

Una sonrisa se dibujó en su rostro de solo pensarlo, la sensación de los labios de Emma sobre los suyos pareció poseerla de nuevo y esa calidez volvió a crecer en su interior, desde su pecho y esparciéndose completamente. Aunque el momento en sí solo hubiese durado unos segundos, se había pasado toda la noche recreando el recuerdo en su mente sin poder borrarse la sonrisa de estúpida, hasta que el sueño finalmente la venció. Con gran esfuerzo se levantó del todo y terminó de vestirse, el único buen motivo para empezar su día era la posibilidad de ver a Emma, de acorralarla en un pasillo, el baño quizás, y poder robarle otro beso.

La campana sonó casi al mismo momento en que puso un pie en el edificio. Nunca llegaba a la hora, pero aquella vez lo lamentó más que nunca. Necesitaba verla, asegurarse que sentía lo mismo, que buscaban lo mismo la una en la otra. Además, cada segundo que pasaba sin verla parecía ser bombardeada por pensamientos negativos y recuerdos confusos. Sí, era cierto, se habían besado y abrazado un largo rato, pero la despedida no había sido precisamente agradable. Después de todo Emma le había dado un beso en la mejilla y la había apurado en salir de su casa argumentando que estaba cansada y no quería faltar al día siguiente. Audrey pudo notarla preocupada por algo, quizás por decirle a Kieran la verdad, pero ¿Habría sido en realidad arrepentimiento?

La urgencia de hablar con ella se hizo cada vez más demandante y a medida que avanzó el día y seguía sin encontrarla su estómago pareció convertirse en un hoyo negro que succionaba su felicidad.

- … Aún no tengo ideas nuevas para el podcast, estaba pensando en volver a hacer entrevistas independientes. Lamento tener que pedirte esto nuevamente, en especial después de lo que pasó, pero… ¿Audrey?

Parecía que Noah había hablado un buen rato antes de la frase que escuchó, también notó que no le había dado ni una sola mordida a su sándwich y que ni siquiera el hambre la estaba perturbando al punto de volver a la realidad.

- - Audrey, sé que sigues enojada, pero no me estás facilitando el trabajo de disculparme y realmente necesito tu ayuda.

Lo último sí fue capaz de oírlo completamente. No era justo que por sus propios problemas hiciera sentir mal a su mejor amigo, incluso después de lo que había hecho eso traidora de Zoey, Noah no tenía más culpa en ese incidente y era injusto hacerlo sentir peor de lo que seguramente ya se sentía.

- - Sí, claro, lo que quieras. No te preocupes… Por cierto ¿Has visto a Emma hoy?

- - Woh, cambio radical de tema. Bueno, a ver… Creo que la vi a primera hora, pero ahora que lo mencionas, no la vi en lo que restó de mañana.

¿La estaría evitando a propósito? Nada de eso ayudaba a suavizar sus pensamientos apocalípticos y paranoicos. "No te enamores de la chica hetero" se había repetido hasta el cansancio y sin éxito. Tampoco podía compartir su problemática con nadie, probablemente todos se pondrían bastante extraños y ya era suficientemente malo tener que ver a Kieran a la cara y simular no haber besado a su novia como para someter a alguien más a esa culpa. Era cierto que jamás fue una gran fan del chico nuevo, pero era ella la que se había metido donde no debía y no podía evitar sentir pena por él. No importaba si Emma la elegía o no, eso jamás cambiaría el hecho de que lo había engañado.

Un pensamiento maligno cruzó su mente. Si Emma estaba teniendo dudas sobre quien elegir, si era por eso que no estaba en la escuela, quizás el decirle a Kieran lo que había pasado simplificaría las cosas. Quizás sería él el que la dejara a ella y de esa forma correría sin remedio a los brazos de Audrey. Claro que no podía ser ella la que le dijera, eso arruinaría todo el plan. Su lado más oscuro parecía tomar control de su naturaleza nuevamente, como aquella vez que se le ocurrió escribir esa maldita carta, la propulsora de todos sus problemas.

- - ¿Emma?

Las manos de Audrey temblaron al tocar el timbre por tercera vez. Si no había estado en clases, lo más lógico era que estuviese en su casa, pero parecía no haber nadie. Revisó su teléfono nuevamente, y una vez más tenía cero respuestas. Ya le había enviado demasiados mensajes como para rayar en la desesperación y su orgullo le impedía rebajarse aún más, afortunadamente todavía le quedaba un poco. Realmente esperaba no equivocarse al eliminar de su mente la posibilidad de que algo malo le hubiese pasado a su amiga, de que estuviera atada y amordazada en algún lado llorando por su vida, después de todo nadie sabía dónde estaba realmente.

La puerta se abrió lentamente y una rubia algo desaliñada apareció tras ella. Sus ojos no se encontraron, la chica parecía evitar su mirada y en su rostro se evidenciaba el color de la vergüenza. "Claro, era eso" Audrey sintió que el corazón se le iba al suelo y que jamás podría volver a levantarlo, aun así, respiró lo más profundo que pudo y utilizó sus últimas fuerzas para terminar con eso. No dejaría a su lado oscuro ganar esta vez, eso no le haría un bien a nadie, ni siquiera a ella misma.

- - ¿Podemos hablar?

- - Pasa…

Subieron en silencio hacia la habitación de Emma, el crujido de las escaleras se sentía como un palpitar doloroso en el pecho de Audrey, cada paso era eterno, luchó con todas sus fuerzas para no dar la vuelta y huir inmediatamente, sabía que lo que seguía sería doloroso. Incluso más que la idea de no haber probado nunca sus labios ni haber sentido su respiración en su cuello, su aroma envolviéndola.

Se sentaron una al lado de la otra en la cama, lo suficientemente alejadas para que no hubiera roce entre sus cuerpos.

- - ¿Qué haces aquí, Audrey?

- - Quiero aclarar lo de anoche.

No era necesario escucharlo de ella, no sería herida, no de nuevo. Emma había tenido por demasiado tiempo el control de sus sentimientos, de sus alegrías y sus peores tristezas, no dejaría que la dejara aún más dañada. Y tampoco pensaba darle más problemas de los que la chica ya tenía con todo el asunto del asesino serial. Era lo mejor para las dos, de eso no cabía no duda.

- - Fue un error, jamás debí corresponder ese beso. Sé que te dije que te amaba, pero no sabía lo que decía, jamás he pretendido arruinar tu relación. Realmente lamento todo lo que ha pasado desde entonces. Prometo no volver a molestarte.

Audrey se puso de pie abruptamente y se alejó en dirección a la puerta. Si Emma pensaba que todo había sido un error, no se le complicaría la vida y Audrey no tendría que soportar un rechazo más. No les haría más daño a sus amigos, no derramaría ella misma otra lágrima por algo tan banal como el amor y sobre todo le ahorraría unas cuantas complicaciones a su cabeza.

Lo último que vio antes de salir por la puerta fue la mirada perdida de Emma en dirección el suelo, estaba inmóvil y la expresión de su cara era ilegible, aunque muy similar a la del día anterior ¿estaría aliviada? La morena suspiró, estaba segura de que era lo mejor, si al menos podía conservarla como amiga no habría perdido todo. Juntó la puerta de la habitación y salió de esa casa lo más rápido que pudo. Jamás en la vida había sentido tal presión en el pecho, pero como todo lo anterior, en algún momento tendría que desaparecer. Corrió sin mirar atrás lo más rápido que pudo hasta que cruzó el umbral de su propia habitación, cerró la puerta de golpe y fue cuando pasó frente a su espejo que notó todas aquellas lágrimas que habían recorrido su rostro. Quizás no era tan ruda como había pensado, solo era una niña blanda, una mujer con el corazón roto.