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FULL SUMMARY:
La familia de los Loud jamás imaginó que algo así pudiera sucederles. Lincoln, el único hijo varón en una familia con diez hermanas, es diagnosticado con una enfermedad terminal. Sin nada que hacer, los mejores pronósticos le dan tan sólo unas pocas semanas de vida. ¿Cómo reacciona un niño de once años al enterarse que pronto morirá? ¿Qué pasará cuando sus hermanas se enteren de ello? ¿Podrá la familia resistir que les arrebaten su centro emocional, o se derrumbarán junto con él? Una historia de dolor, pérdida, familia, y de un niño que ha de sobreponerse a la prueba más dura del hombre: aceptar su mortalidad.
Buenas tardes, estimados lectores. Hace tiempo tenía algunas historias publicadas aquí en fanfiction, pero decidí dejar el pasado atrás y empezar desde cero. ¿Y qué mejor que volver con una serie que apenas está iniciándose en el mundo de los fanfics? Jajaja, seré una especie de pionero(?
Como sea. Esta es una historia triste. Me enloquecí haciendo un gran storyboard para esta historia, y tuve que empezar a escribir de inmediato. Lo cual es raro, porque normalmente me tomo mi tiempo antes de empezar a escribir. Pero esta historia simplemente me pedía ser comenzada.
No quiero aburrirlos mucho, pero sólo quiero aclarar tres cosas sobre algunos personajes: 1° No voy ni siquiera a intentar escribir los diálogos de Lisa como ella habla. Es una pérdida de tiempo y entorpece la lectura, a mi parecer, aunque he leído varios fics así que lo han resuelto bien. No es mi caso. 2° La verdad no estoy muy familiarizado con cómo resuelven esto en el doblaje, pero en la versión original en inglés Luna normalmente habla con frases de canciones ("Walk this way", "Dream On", "Pool's out for summer", "I fought the law... and the law won!", etc), y eso me parece tan genial que no puedo dejarlo fuera de mi fic. Pero por lo general dará referencias a canciones en inglés, así que por eso verán algunas frases en inglés e itálica. Y finalmente, 3°: Los chistes de Luan. Ni siquiera voy a tratar de hacer algo gracioso. Serán chistes malos a propósito. Después de todo, los suyos también lo son...
Finalmente, agradecimientos especiales a AlejinX que realizó el hermoso cover de esta historia. Todo el crédito para él.
Ahora sí, ¡que empiece el sufrimiento!
DISCLAIMER: The Loud House y sus personajes no me pertenecen. Son propiedades de sus respectivos dueños, y cualquier uso que se les de aquí no busca remuneración alguna. Esta historia está escrita con fines lúdicos.
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Capítulo 1:
Sin aviso
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— ¡Yo voy adelante!
— ¡No, tú ve atrás!
— ¡Quiero la ventana!
— ¡Ese asiento huele peor que Lana!
— ¡Hey, nada huele peor que yo!
—Me gusta este asiento. La cercanía con el de adelante me hace sentir como en un ataúd.
—Buen intento, Luna, pero yo quiero sentarme atrás hoy.
—You can't always get what you want, hermana.
—Luan, siempre estás en el fondo. Hoy te toca otro lugar.
—Pero allí no me siento bien. Jaja, ¿entiendes?
—Lynn, necesito que sostengas esta mezcla de cloruro de magnesio e hidrógeno ionizado.
— ¡Ni hablar!
Afortunadamente, los vecinos ya se habían acostumbrado al gran alboroto que se producía cada vez que la familia Loud viajaba a algún sitio en auto. Aquella mañana de domingo, antes de que partieran hacia el parque para pasar un día al aire libre, la situación se repitió una vez más. Era un día soleado, con un cielo radiante y azul casi sin nubes. La cálida brisa primaveral traía consigo el aroma de las flores y el césped, invitándolos a divertirse.
Nada en aquel cálido y alegre día parecía presagiar la terrible tormenta que caería sobre los Loud.
Lincoln estaba sentado en la entrada de su casa, viendo cómo sus hermanas prácticamente luchaban a muerte para entrar en la camioneta, tratando de evitar los peores lugares. Recordó con una sonrisa cuando tan sólo unas semanas atrás su plan de ocupar el mejor asiento había fallado completamente, acabando en una situación parecida. Lo cierto es que sus hermanas aún no lo habían perdonado del todo por haber querido engañarlas para su conveniencia. Así que había decidido quedarse al margen hasta que se calmaran, y él se quedaría con el asiento que sobrara. Así se ahorraba cualquier problema que pudieran tener.
Además, no se sentía del todo bien. Desde hacía un día y medio estaba muy cansado, agitándose por muy poco y sintiendo que le dolía la cabeza. Lo atribuía a que no estaba durmiendo mucho últimamente, sin darle mucha importancia. Pero de todas formas, cualquier pelea con sus hermanas que pudiera evitar, bienvenida sea.
— ¡Lincoln! —Lo llamó entonces Lola, generando una pausa en la hecatombe femenina—. ¿Por qué estás ahí sentado sin hacer nada?
— ¡¿Acaso descubrió un nuevo mejor lugar?! —Gritó Lana.
— ¡No, no, nada de eso! —Se apresuró a decir Lincoln, viendo que todas sus hermanas se acercaban rápidamente con intenciones hostiles.
— ¿Estás bien, hermano? —Le preguntó Luna, notando que no se veía tan enérgico como otras veces.
—Sí, estoy bien. Es sólo… Bueno…
—Lincoln, ¿qué pasa? —Dijo Lori, impaciente.
Lincoln suspiró.
—Creí que seguían enfadadas conmigo por haber querido engañarlas por el mejor asiento. Así que esta vez decidí esperar a que todas eligieran su lugar primero, y después sentarme en el que sobrara.
Las hermanas Loud se miraron entre ellas. Lincoln solía tener algún exabrupto egoísta, como cuando se compró una pileta inflable sólo para él, pero al final del día siempre parecía ser quien más se preocupaba por el resto de la familia. De alguna forma, escucharlo decir que no quería pelearse con ellas les ayudó a ver la situación con otra perspectiva, y se dieron cuenta de lo absurdo que sonaba tanto alboroto por un asiento.
—Vamos, Lincoln, entremos a la camioneta antes de que mamá y papá bajen —dijo Lori, acercándose a su hermano para llevarlo hasta la puerta.
— ¿Pero cómo nos vamos a sentar? —Preguntó el chico.
—Hagan una fila de menor a mayor y comiencen a entrar desde adelante hacia atrás —dijo rápidamente a todas sus hermanas.
Sin discutir, todas se colocaron en una fila, empezando por Lisa, quien se ubicó rápidamente.
—Leni —dijo Lori en un suspiro.
— ¿Si? —Preguntó la rubia, con una gran sonrisa.
—Tú eres la segunda mayor.
—Si, ¡lo soy!
—Eso significa que entras después del resto de tus hermanos.
— ¡Ok! —Dijo, mientras salía del primer lugar de la fila, dejando que las gemelas entraran.
Lucy las siguió, pero antes de que Lincoln entrara, Lori lo detuvo.
—Lynn, ¿te molestaría entrar ahora y dejarle el mejor asiento a Lincoln? Creo que se lo ganó… Por esta vez.
— ¡Pero yo quiero…! —Lynn se detuvo a mitad de la frase luego de que Lori le dirigiera una mirada asesina—. Es decir, por supuesto, hermano. Te lo mereces.
Tras darle un breve abrazo a Lincoln y ganarse una mirada de aprobación de Lori, subió al auto. Lincoln puso un pie dentro de la camioneta, volteando a ver a la mayor de sus hermanas.
—Gracias, Lori.
—Ni lo menciones, hermano. En serio. A nadie.
Luego de eso, el resto de las chicas subieron, justo a tiempo. Sus padres salieron de la casa, llevando a Lily con ellos. Entraron a la camioneta y, tras acomodar a la bebé en su asiento, encendieron el motor.
— ¿Saben algo, chicos? Hoy deben haber roto un récord. Todavía no había terminado de vestirme cuando dejaron de pelearse. Normalmente su madre y yo tardamos quince minutos en separarlos cuando llegamos al auto.
— ¡Y esta vez habrían tardado mucho más! —Dijo Lana emocionada, asomando la cabeza hacia el asiento delantero—. ¡Era una verdadera batalla!
—Pero luego YO vi a Lincoln sentado triste en la entrada, y ahí dejamos de pelear —se apresuró a agregar Lola, colocándose junto a su gemela—. Así que se puede decir que fue gracias a MÍ que todo se solucionó rápidamente. Pueden agradecerme después.
— ¿Qué pasó, Lincoln? —Preguntó el señor Loud, mirando a su hijo a través del espejo.
Lincoln iba a responderle, pero Lucy se adelantó.
—Nos hizo darnos cuenta de que pelear entre nosotras no importa en el largo plazo; así como al final de nuestros días todos moriremos, sin importar cuánto hagamos por evitarlo.
—Wow, demasiado oscura, hermana —se quejó Luna.
—Lucy tiene razón… sobre lo primero, lo segundo fue totalmente raro… Lincoln no quería pelearse con nosotras por un lugar, así que se mantuvo al margen. Y eso nos hizo darnos cuenta de lo absurdo de la situación.
Los padres de la familia se miraron, sorprendidas por lo que Lori les decía.
—Vaya Lincoln, eso fue muy maduro de tu parte —dijo la señora Loud.
—Gracias, mamá —respondió el chico con una sonrisa.
—Es cierto. Quizás después de todo sí estas listo para la mesa de los grandes.
—Claro que no —respondieron a coro todas las hermanas, con excepción de Lily.
—Vaya, gracias por el apoyo —dijo sarcásticamente Lincoln—. Si no estoy en la mesa de los grandes es porque no quiero tener que resignar mi postre, o hablar de cosas aburridas. Si yo quisiera, podría estar en la mesa de los grandes.
—Hermano, es obvio que no estás a la altura de la mesa de los grandes —dijo Lynn, con una sonrisa de superioridad.
—Podría decirse que se cae de maduro que no estás listo —dijo Luan, entre risas.
—Suficiente. No más discusiones hasta que lleguemos al parque —dijo finalmente su padre, dando por finalizada la discusión.
Mientras el caos de la camioneta comenzaba a aparecer, con las gemelas peleándose, Luna escuchando música a máximo volumen y Lynn tratando de buscar una excusa para golpearlo, Lincoln se quedó pensando en lo que sus hermanas habían dicho. Es cierto que hacía poco había hecho todo lo posible para estar en la mesa de los grandes y la situación no había acabado nada bien, pero en definitiva había vuelto a su vieja mesa porque él quería. Actuar como grande era sumamente aburrido. Prefería poder contar chistes, gritar con sus hermanas menores, en el fondo incluso disfrutaba de las guerras de comida. Aún no quería tener que desligarse de todas esas cosas. ¿Por qué apresurar el tener que pasar a la mesa de los grandes? Después de todo, en verdad aún era un niño.
Ya tendría tiempo para crecer y madurar.
Afortunadamente, unos minutos más tarde llegaron al parque. Mientras sus padres se dirigían junto a Lily al arenero buscando un asiento desde el cual supervisar al resto de sus hijos, estos comenzaron a dispersarse. Lisa se acercó a un hormiguero con su cuaderno y lápiz en mano, realizando anotaciones acerca del comportamiento de la colonia. Lola y Lana se dirigieron a los toboganes y columpios, tratando de disfrutar junto al resto de los niños de su edad. Lucy comenzó a buscar un lugar donde nadie la molestara mientras escribía sus oscuros poemas. Lynn se alejó pateando su balón, aunque pronto vio que un grupo de niños jugaba un partido de fútbol y decidió unirse a ellos. Luna comenzó a tocar con su guitarra acústica frente a un grupo de chicos que parecían disfrutar de la música, mientras Luan los grababa esperando que algo gracioso sucediera. Lori y Leni se sentaron junto a un árbol, y mientras la primera no paraba de enviarse mensajes presuntamente con su novio Bobby, la segunda se vio rápidamente rodeada de chicos de su edad, que trataban de impresionarla y de obtener su número de teléfono.
Lincoln sorprendentemente se encontró a sí mismo sólo, sin ninguna de sus hermanas arrastrándolo a sus juegos. Un poco sorprendido por ello, decidió aprovechar la soledad haciendo… ¿Qué, exactamente? ¿Qué podía hacer un chico de once años en un parque donde no conocía a nadie? Aburrido y sin saber qué hacer, decidió comenzar a caminar, buscando algo con qué distraerse.
Pasó la siguiente hora caminando por el parque, pero realmente no logró encontrar algo para hacer. Recorrió todo el parque, tratando de evitar a sus hermanas, hasta que finalmente encontró un solitario árbol que tenía sus ramas en la perfecta posición para escalar. Normalmente no era de trepar árboles, pero estaba tan aburrido, y aquel se veía tan tentador, que se dejó llevar y comenzó a subir. Una vez arriba, se recostó contra el tronco y observó el paisaje a través de las hojas. Era muy tranquilo estar sentado, bajo la sombra, pudiendo observar a todos pero estando oculto al mismo tiempo.
Como había comenzado a dolerle nuevamente la cabeza —cada vez le pasaba más seguido, pensó—, decidió cerrar los ojos y relajarse. No pensaba quedarse dormido, pero logró encontrar una posición confortable donde pudo calmarse un poco. Aún así, comenzó a preguntarse por qué él era el único que no encontraba nada para hacer en aquel parque. Todas sus hermanas habían hallado su lugar en cuestión de segundos. Lisa, Lucy y Lori quizás disfrutaban más estando solas sin nadie que las moleste, pero el resto había logrado encajar con gente que ni siquiera conocían casi sin esforzarse. Un sentimiento que desde hacía tiempo trataba de suprimir comenzó a aflorar en Lincoln, una horrible sensación de que él era el único que no servía para nada en su casa. Aquel incidente con la repisa de los premios todavía resonaba en su mente. Todas sus hermanas eran buenas en algo, y aunque su vitrina ahora no estaba vacía, su premio era sólo un regalo de sus hermanas. Una copa de lástima. Quizás, después de todo, él no era bueno en nada.
De repente, escuchó un golpe y sintió cómo todo el árbol vibraba. Se asomó hacia abajo y vio un balón de fútbol rebotando en el suelo, y una chica que se acercaba a recogerlo.
—Estúpidos chicos —decía la niña, acomodando el balón, alejándose un poco y volviendo a patear contra el árbol—. ¿Quién los necesita?
La chica volvió a recoger el balón, pero esta vez lo abrazó contra su pecho y se sentó contra el tronco del árbol.
— ¿Lynn? —Dijo Lincoln en voz baja, para que no lo oyera.
Su hermana se veía bastante triste, sentada con el balón contra su pecho. Lincoln estaba seguro de que la había visto jugando al fútbol con un grupo de chicos que parecían tener su misma edad. ¿Ya había terminado el juego? ¿Se habían peleado? Pensó en bajar y hablar con ella, pero no estaba del todo seguro de que fuera la mejor idea.
—No los necesito —murmuraba Lynn, en un susurro que Lincoln apenas si podía captar—. Yo tampoco quiero jugar con ellos. Puedo jugar sola.
No pudo evitar captar la tristeza con la que había pronunciado aquellas últimas palabras. Sabía que su hermana podía ser muy testaruda cuando quería, sobretodo si se trataba de preservar su imagen de chica dura. Finalmente decidió que lo mejor sería hablar con ella. Como no quería que supiera que la había estado escuchando, comenzó a descender lentamente por el otro lado del árbol, tratando de no hacer ruido.
Finalmente se colocó detrás de Lynn, quien no se había percatado de la presencia de su hermano.
—Hey, Lynn —dijo finalmente, asustando a su hermana—. ¡Ja! ¡Dos por moverte!
— ¡Hey! —Se quejó Lynn, sonriendo ante los débiles golpes en el brazo que el daba su hermano—. ¡No es así como funciona! ¡No te apareces como Lucy de repente y asustas al otro! Así cae cualquiera…
—Como digas. ¿No deberías estar jugando al fútbol? —Preguntó, sabiendo que quizás eso lastimaría un poco a su hermana.
En efecto, el rostro de Lynn se ensombreció un poco.
—Estaba jugando al fútbol con unos chicos, pero me echaron.
— ¿Qué? ¿Por qué lo harían?
—Sabes, a los chicos normalmente no les gusta que una niña sea mejor que ellos en los deportes —dijo lentamente, mirando fijamente el balón que tenía en sus manos—. Incluso en la escuela, siempre tratan de evitarme. ¡No es mi culpa que me vaya tan bien en los deportes! ¡Si ellos practicaran tan duro como yo, entonces también serían buenos, y no tendrían miedo de jugar conmigo!
Notando cómo su hermana parecía entristecerse, Lincoln decidió intervenir rápidamente.
—Bueno, pues si no quieren ver en primera persona cómo se juega, ellos se lo pierden. ¿Quién los necesita?
Lynn levantó la vista, sonriendo un poco.
—Gracias, Lincoln. Pero hay deportes que siempre es mejor jugar con otras personas, ¿sabes?
— ¿Y para qué me tienes a mí?
La gran sonrisa de Lynn hizo que Lincoln se sintiera feliz, también.
— ¿Lo dices en serio?
—Claro. Vamos a patear un poco, ¿te parece?
Lynn rápidamente se puso de pie y lanzó un pelotazo hacia delante, corriendo a buscarla.
Lincoln volvió a pensar en su falta de habilidades y su vitrina casi vacía. Quizás, después de todo, él era bueno en ser un hermano para sus hermanas. Aquel pensamiento le agradó. Le gustaba sentir que podía hacer feliz a sus hermanas. Quizás, no era tan inútil como pensaba.
Comenzó a jugar con Lynn, corriendo por todos lados para tratar de alcanzarla y quitarle el balón. Ella era muy buena, rápida y hábil, por lo que apenas si podía seguir su ritmo. Las pocas veces que lograba quitarle la bola apenas si lograba protegerla por unos segundos, antes de perderla nuevamente. Si bien no tenía el estado físico de su hermana, tantos años ayudándola a practicar habían rendido sus frutos. Normalmente podía tratar de seguirle el ritmo durante casi media hora.
Pero en aquella ocasión, tras unos escasos diez minutos, Lincoln se detuvo, apoyando las manos en sus rodillas para sostenerse. El corazón le latía increíblemente rápido y fuerte, como si tratara de escapar de su pecho. Respiraba completamente agitado, sin poder recuperar el aire, y la cabeza había comenzado a dolerle nuevamente. No entendía cómo podía sentirse tan mal por haber corrido un poco.
—Ok, Lynn, tú ganas. ¿Podemos jugar a algo más tranquilo? —Le pidió.
—Tienes que mejorar tu estado, hermanito —dijo, mientras hacía dominadas con el balón—. Quédate donde estás. Yo me alejaré un poco y practicaremos pases largos, ¿quieres?
—De acuerdo… Ve mientras yo… trato de recuperar el aliento…
Lynn se alejó unos treinta metros, antes de acomodar la pelota en el suelo.
— ¡Aquí va!
Con una fuerte patada, la pelota se elevó por el aire, bajando justo frente a Lincoln. Controlar el balón nunca había sido su fuerte, por lo que hizo trampa y la amortiguó con sus brazos. Lynn le gritó algo acerca de que no estaba practicando para portero, pero él apenas si pudo escucharla. Se sentía mareado, aunque era una sensación extraña. Era como si todo comenzara a moverse en cámara lenta. Todavía podía sentir los latidos de su corazón, que parecía no haberse enterado que ya no estaba corriendo.
— ¡Vamos, devuélvelo!
Con esfuerzo, Lincoln logró patear, aunque no pudo darle la fuerza que quiso. La pelota ni siquiera se elevó del suelo. Fue arrastrándose lentamente hacia Lynn, quien la frenó con la suela de sus botas. Vio que ella le decía algo, pero esta vez ni siquiera pudo escucharla. Se llevó una mano a la cabeza, que estaba doliéndole casi tanto como su pecho. No recordaba nunca haber sentido tanto dolor, pero al mismo tiempo no podía reaccionar adecuadamente. Estaba de pie, con la mirada perdida, sintiendo que vivía en un mundo surreal.
Lincoln vio el momento exacto en el que Lynn pateaba nuevamente. En cámara lenta, vio la pelota acercarse cada vez más hacia él. Supo lo que iba a pasar mucho antes de que sucediera, pero ni siquiera pudo pensar en protegerse.
Con un estruendoso sonido, Lincoln cayó de espaldas al suelo, con la pelota rebotando a su alrededor. Sentía algo de dolor en su frente, pero era indistinguible de la presión que experimentaba en toda su cabeza y pecho. A estas alturas ya ni siquiera podía moverse. Todo lo que veía era el cielo y algunas copas de árboles en el fondo.
— ¡Lincoln! ¿Estás bien? —Escuchó que Lynn decía, su rostro apareciendo en el centro de su campo de visión.
Se veía sumamente preocupada.
— ¡Lincoln, estás sangrando! ¿Me escuchas? ¿Lincoln?
Parecía que Lynn lo estaba sacudiendo por el hombro, pero simplemente no podía responderle. Todo comenzaba a verse borroso.
— ¿Por qué te sangra la nariz si te pegó en la frente? ¡Lincoln! ¡¿Por qué no contestas?! —Decía, sacudiéndolo más fuerte—. ¡Lincoln! ¡Lincoln! ¡Lori! ¡Luna! ¡ALGUIEN! ¡AYUDA!
Parecía ser que alguien se acercaba rápidamente, pero él ya no podía ver quién era. Todo se volvió negro, y antes de que se diera cuenta ya se había desmayado.
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Ok, claramente la historia tenía que empezar por algún lado, ¿no? Este capítulo dejó planteadas algunas cuestiones fundamentales del fic en general, como el rol de Lincoln en la familia y algunas de sus inseguridades. Un capítulo corto centrado en Lincoln y un accidente mientras jugaba con Lynn.
¿Qué es lo que le pasa? ¿Qué tiene? ¿Cómo reaccionan a todo esto los demás miembros de la familia? Comenzaremos a ver los principios de las respuestas en el siguiente capítulo.
Espero que les haya gustado. Es una historia que realmente me ha atrapado y a la que ya le tengo cariño. Lo que empezó como escribir un pequeño borrador de "qué pasaría si..." se convirtió en un gigantesco storyboard que desarrollé y planifiqué hasta el punto de hacerme llorar. Si llegaron hasta aquí y no los convencí, les pido que me den el próximo capítulo como última oportunidad. Y si les gustó lo que leyeron, por favor déjenme sus reviews y háganmelo saber. Soy de esos autores que viven de la interacción con los lectores, jajaja. Me encanta responder dudas y charlar con ustedes acerca de la historia, así que pregunten lo que quieran, que mientras no sea spoilearles nada, les contestaré con gusto.
¡Un saludo!
