Ranma pertenece a Rumiko y "La fuerza del destino" a Mecano.
2017- He reeditado otra vez… soy así de pesada pero había algo que no me gustaba. Ahora me siento más orgullosa de mi escrito.
Capítulo 1
LA FUERZA DEL DESTINO
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ RANMA ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Nos vimos tres o cuatro veces por toda la ciudad, esos ojos café me tenían hipnotizado. Sentía una necesidad enorme de conocerla sin saber por qué. Había algo en ella que la hacía diferente a todas las demás. Esa fuerza que me empujaba a conocerla hacía demasiado tiempo que duraba.
— ¡Tío, deja ya de mirarla y acércate! —me dijo mi mejor amigo, Ryoga.
— No sé de qué me estás hablando —contesté acabándome de beber mi quinto vodka con naranja.
— Hablo de esa morenita tan mona, siempre que la vemos te quedas mirándola embobado.
Ryoga pasó un brazo por mis hombros y alzando y bajando las cejas, poniendo morritos y mirada sexy me dijo:
— ¡Amigo, te ayudaré! Su amiga no es nada del otro mundo, pero si te la quito de encima tú podrás ligar con tu amorcito.
— ¿Y por qué ibas a hacer tú eso?
Pregunté entornando los ojos, conocía demasiado bien a mi amigo, sabía sin ninguna duda que él nunca hacía nada si no había un beneficio para él.
— ¡Porque hoy me siento Cupido! —contestó entre risas.
Luego, acercándose a mí, añadió con malicia:
—Y porque hace mucho que no follo y la amiga parece una facilona.
Aquella noche no hice nada, no me fiaba de mi borrachera y aún menos de la de mi amigo.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ AKANE ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Una noche, en El Bar del Oro, en una de nuestras típicas noches de chicas (que consistían básicamente en Ukyo y yo bebiendo para que ella olvidara a su último ligue de turno), me dirigí a la barra en busca de mi… ¿tercera? ¿Cuarta copa quizás? Ni lo recordaba.
Le grité al camarero que me pusiera lo de siempre, él sabía a qué me refería, nos conocíamos de hacía mucho. Me di cuenta que iba muy achispada cuando intenté rebuscar en mi bolso dinero para pagar y era incapaz de reconocer qué billete tenía en la mano, cogí el primero que me pareció y lo levanté.
— A esta invito yo —dijo alguien apartando mi mano, medio obligándome a guardar el billete que le iba a dar al camarero— Keyko, apúntala en mi cuenta —agregó muy convencido al camarero con mucha chulería.
— ¡Vaya! Me siento muy afortunada de que un gilip…
La frase que estaba diciendo se quedó interrumpida porque al girarme me quedé sorprendida al toparme con los ojos azules más intensos que jamás había visto. No era la primera vez que veía a ese chico, pero nunca tan cerca.
Mi corazón dio un vuelco y aunque aquella noche llevaba activado "el modo on: anti-chulos-que-invitan-en-la-barra-de-la-disco"; no pude evitar sentirme afortunada.
Aquella fortuna sólo duró unos segundos, hasta que recordé que aquella tarde había prometido a mi mejor amiga Ukyo que por la noche nos emborracharíamos y seríamos unas bordes con los todos los tíos babosos porque, para variar, Ukyo acababa de cortar con un chico con el que llevaba seis días y estaba muy hundida.
— Me llamo Ranma Saotome —sonrió él al presentarse— ¿Y tú?
— No, yo no me llamo Ranma.
Puse mi mejor cara de asco dándole la espalda. Me maldije por la promesa que le había hecho a mi amiga y maldije lo enamoradiza que era Ukyo; si no hubiera sido así yo podría haber coqueteado con Ranma. Pero no… debía ser borde, esa noche estaba prohibido ligar.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ RANMA ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Me quedé algo paralizado con la respuesta de la chica; cabe reconocer que en el fondo me gustó su bordería, otra hubiera caído rendida a mis pies, siempre había tenido ese efecto con las mujeres. Me situé delante de ella con mi mejor sonrisa y le solté:
— Me alegro que no te llames Ranma, es un nombre espantoso para una mujer.
Quise ser gracioso, aunque al decir esa frase me sentí idiota. Ella se había portado como una estúpida… ¿Por qué tenía que ser yo tan amable? Además, ni siquiera había tenido gracia lo que había dicho. Sin embargo, ella rio por el comentario. A lo mejor es que le pareció ingenioso, pensé que a lo mejor todavía tenía alguna oportunidad con ella. Pero no, hizo un amago de irse hacia la pista de baile con su bebida en mano. De repente su amiga se nos acercó y gritó:
— ¡Akane!
"Akane" y yo nos miramos, se me escapó una sonrisilla de medio lado; ya sabía el nombre de la morenita, Ryoga y yo ya no tendríamos que llamarla así, podríamos llamarla por su nombre. Ahora necesitaba saber más de ella, su nombre no era suficiente. Akane, bonito nombre.
Su amiga continuó gritando:
— ¡Mira que eres putilla! Hace tres horas que te espero bailando sola y tú aquí ligando y me habías dich… ¡Ah! ¿Pero quién son estos dos guaperas?
¿Dos?
Sí.
Ryoga ya estaba pegado a mí, cuando había chicas de por medio él no podía faltar.
— Pero, ¿qué dice esta señorita? —preguntó Ryoga como si estuviera alarmado—. No puedo permitir que una dama baile sola, si quiere —comentó estirando un brazo con la palma de la mano en alto— bailo con vos.
Me pareció que la amiga de Akane cogía la mano de Ryoga encantada, los dos desaparecieron en la pista de baile.
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— ¡No me lo puedo creer! —exclamé muy alarmada.
«¿Putilla? ¿Me ha llamado putilla?» pensé «¿Y ella? Estoy indignada, yo siendo estúpida con el chico más guapo de la discoteca o de más bien de la ciudad, o del país me atrevería a decir… En fin, que paso de él porque le había dicho que tendríamos una noche de chicas y ella no tarda ni un segundo en bailar como una zorrona con el primero que le hace caso».
— Y dime, A-KA-NE —dijo Ranma dando énfasis a cada sílaba de mi nombre— ¿Qué edad tienes?
— Diecinueve —contesté mirándolo con una mirada desafiante, Ranma me repasó de arriba a abajo—. ¿Por qué me miras así?
Fui consciente que toda la furia que sentía por el comportamiento de mi amiga la estaba descargando con Ranma. Otro chico ya me hubiera mandado a paseo, pero él seguía ahí, mirándome con esos ojos que parecían un trocito de cielo en un día soleado.
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No sabía cómo contestar a aquella pregunta que me acababa de hacer, ya sé que «tú me dijiste diecinueve», y de verdad que no quise desconfiar; pero es que ni mucho ni poco no vi de dónde agarrar.
Iba con unos pantaloncitos vaqueros oscuros muy cortos y una camiseta negra algo ancha que dejaba al descubierto sus hombros. No pensé que pudiera tener la misma edad que yo, la hacía más joven. Yo era mucho más alto que ella y bastante más corpulento. Al fin supe qué hacer…
— ¿Bailas?
Decidí omitir su pregunta. Puse mi mejor cara de niño bueno mordiéndome el labio inferior. Creí que no podría resistirse a «Mi encanto Saotome». Me acerqué a Akane para sacarla a bailar extendiendo mis brazos hacia ella.
— ¡No! —contestó ella de manera cortante y apartando mis brazos.
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¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué dije que no? ¿Cómo era posible que un sí en mi mente mi boca lo transformarse en un no? Sentí que le debía una explicación a aquel desconocido, de buenas a primeras creo que no se estaba llevando una buena impresión sobre mí.
— Lo siento —le dije— no pretendía ser tan seca pero hoy estoy de canguro de otra niña de diecinueve años y me temo que si no la separo de tu amigo me sentiré mal el resto de la noche. Si me disculpas.
Temía que Ukyo volviera a hacer de las suyas, debía salvarla. Ranma y su amigo, muy guapos los dos, tenían pinta de ser unos chulos acostumbrados a que todas les fueran detrás. No podía permitir que Ukyo cayera en las garras de un chico así, y ya de paso… me salvaba a mí misma. Ranma me atraía, debía alejarme.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ RANMA ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Mientras veía como Akane se alejaba de mí en busca de su amiga el camarero me agarró por la muñeca, se colocó bien las gafas y me dijo:
— Perdona pero ni me llamo Ryoko ni en este bar existe cuenta alguna. Lo siento, pero aquí no se fía ni se invita a nadie. Y te diré más: no eres el primero que veo que intenta ligar con Akane de esa manera, aunque me has parecido el más patético. Por lo tanto, si me pagas y me das una buena propina te daré un consejo ya que me has caído bien.
El camarero decía aquello sin soltar mi brazo, yo lo miraba entre avergonzado y enrabiado. Quizás no se me daba tan bien ligar como yo pensaba.
— ¡Mira, chaval! —contesté lo más seguro que pude— Te pagaré lo suyo y lo mío y nada más, el consejo te lo guardas. No necesito que ni tú ni nadie me enseñe a ligar.
El camarero cogió el dinero, se volvió a colocar bien las gafas y se acercó a mí dándome el consejo que no había querido aceptar pero que recordaría durante mucho tiempo y que, además, intentaría seguir.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ AKANE ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Estaba al lado de Ukyo, tocándole con el dedo índice en el hombro varias veces seguidas.
— Ukyo, estoy cansada y quiero irme a casa. Llevo toda la tarde consolando a una amiga y creo que no se lo merecía…
Le dije eso para ver si ella pillaba la indirecta.
— Vamos Akane, no seas así —gimoteó Ukyo abrazándome.
Entonces me susurró al oído un «Prometo comportarme» que a mí no me resultó muy creíble. Rápidamente, antes de que yo reaccionara, Ukyo me dio un beso enorme en la mejilla que me hizo sonreír, me gustaba ver a mi amiga feliz y no dije nada más.
Los cuatro estuvimos bailando casi hasta al amanecer. Al ver a Ranma bailar me sentí fatal por haberle dicho que no a un bailarín tan impresionante. Todos siguieron bebiendo, cada vez estaban peor. Ellos no dejaron de reír y hacer bromas con nosotras como si fuéramos amigos de toda la vida. Yo, por temor a no controlarme con Ranma, dejé de beber. He de reconocer que lo pasamos en grande, no me gustó aquella sensación. Bien entrada la noche se encendieron las luces del local y tuvimos que irnos.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ RANMA ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Al cerrar el bar nos fuimos y nos metimos en el coche mi amigo, tu amiga tú y yo. Yo dejé de dudar de tu edad cuando vi que el coche era tuyo, era un mini rojo que me hizo reír.
— Chica pequeña, coche pequeño, chica pequeña, coche pequeño, chica pequeña, coche pequeño…
Grité repetidas veces señalando al coche y a Akane respectivamente. Sé que no tuvo ninguna gracia, podría excusarme diciendo que iba borracho, pero es que delante de Akane era incapaz de ser yo. Era como si me atontara. Aun así, todos rieron menos Akane, creo que se sintió tremendamente ofendida. Yo en cambio me sentía realmente idiota, no era el alcohol el que le hacía decir gilipolleces, aquella noche sólo había tomado un par de copas y el reto de la noche sólo Coca-cola. Era el tener a Akane tan cerca mío lo que me hacía comportarme de manera diferente.
— ¡Imbééééciiiiil!
Gritó Akane mientras me daba una patada en la cara y extendía sus brazos con un puño en las manos. Ukyo y Ryoga seguían riendo, yo empecé a dudar de la química que creía que había surgido entre Akane y yo. Desde la primera vez que la vi pensé que era una chica dulce e inocente, no una loca violenta que era capaz de insultarme y pegarme de aquella manera.
— Chica violenta —murmuré masajeando mi cara.
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ AKANE ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Hice ver que no escuchaba el comentario de Ranma porque no quería seguir discutiendo. Y porque tenía razón, me había comportado de manera muy violenta. Yo no solía ser de esa manera, siempre me he considerado una chica muy dulce. Ranma creo que conseguía sacar lo peor de mí, además: ¿quién se creía que era ese que no la conocía de nada para humillarme así?
A ver, sé que iba borracho, sé que tampoco era para pegarle… a lo mejor era que la química creada entre él y yo era demasiado grande y yo tenía que impedirla de alguna manera…
Me senté al volante y encajé las llaves con el ceño fruncido. Al ver que mi sonriente amiga se metía en los asientos traseros del coche con Ryoga (finalmente supe el nombre del amigo de Ranma porque Ukyo no dejaba de gritar: «Oh Ryoga, ¡qué malo eres!», dándole palmaditas en el hombro), no pude evitar sentirme más imbécil, toda la puñetera tarde consolándola y lo único que necesitaba ella era otro objetivo. A Ranma no le quedó otra que sentarse de copiloto, no me gustaba tenerlo tan cerca.
— ¿Alguien puede explicarme por qué os tengo que llevar yo a casa?
Pregunté arrancando el motor enfadada. La música a todo volumen inundó el coche y parecía que la pregunta quedaba en el aire hasta que Ranma gritó:
— Porque nuestros amigos nos han dejado tirados porque "mi querido amigo" no ha querido separarse de "tu querida amiga". Además, yo estoy demasiado taja para conducir.
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La última frase la murmuré bajito, sabiendo que en el fondo mentía porque ya me encontraba bien, pero al menos este comentario disimularía mi comportamiento de hacía un rato.
Ukyo y Ryoga estaban tan enfrascados en sus conversaciones y carcajadas que no se dieron cuenta de que Akane y yo no estábamos de humor para aguantar a tanta gente ebria, y menos cuando yo ya tenía todo el alcohol que había ingerido en los tobillos.
— Y bien, ¿dónde os llevo? —interrogó Akane quitando voz a la radio.
— ¡Sigue a ese coche! —gritó Ryoga.
Todos excepto Akane empezamos a reír. Ryoga por lo que había dicho, Ukyo porque lo había dicho él y yo porque hacía siglos que era amigo de Ryoga y era una broma que sólo nosotros entendíamos.
— Lo siento Akane, esto es algo que Ryoga siempre dice que ha querido decir y bromeamos a menudo con ello —expliqué sin dejar de reír—. Los dos vivimos en la misma calle. Sigue por esta avenida y ya te aviso yo por donde girar.
Al llegar delante de un edificio muy moderno de seis plantas Akane apagó el motor tal como yo le había dicho. Akane estaba de mal humor, se le notaba, yo estaba convencido de que, si fuese por ella, hubiera preferido que saltáramos todos por la ventanilla con el coche en marcha.
Al desabrochar el cinturón mis ojos se cruzaron con los suyos y no sé qué pasó por mi cabeza, no sé si fueron los restos de vodka que quedaban en mi cuerpo (no lo creo…) o que ella me atraía más de lo adecuado y le dije:
— Nena, dame un beso.
Creo que no me sorprendí cuando ella contestó que no y me arreó una bofetada muy sonora en la mejilla.
Empezamos mal y yo que creía que esto era un buen plan. En aquel momento creí que era muy poco femenina y seguro que ella creyó que yo era un chulo o quizás… un pervertido.
¡Qué sé yo! Sólo sé que aquella noche fue un desastre, Akane me hirió el orgullo y yo no me comí un colín.
— Ryoga amigo mío, mejor vayámonos a casa —dije entre dientes mirando directamente a Akane a los ojos y no a mi amigo.
Mi orgullo herido quiso herir al de Akane y acabé de arruinar la noche con la frase que solté sin dejar de mirarla:
— Éstas son sólo un par de estrechas y no creo que saquemos nada de ellas, vamos…
❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ AKANE ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤ - - ❤
Miré a Ranma con odio, realmente es lo que sentí en aquel momento. Chulo, creído y pervertido, tenía todas las cualidades que no me gustaban de un chico.
Me dispuse a mirar a mi amiga para hacerle saber mi incomodidad, Ranma también creyó que era el momento de mirar a su amigo y ambos nos giramos. Nuestros ojos se salieron de sus órbitas y nuestras mandíbulas casi se desencajaron al ver que nuestros amigos se estaban comiendo a besos en la parte trasera de mi coche.
— ¡Ukyo! —grité indignada.
Ukyo y Ryoga dejaron de besarse y ninguno de los dos mostró ninguna vergüenza. Ambos se mordían los labios evitando así reír.
— ¡Así se hace tío! —dijo Ranma chocando la mano con la de su amigo.
En ese momento corroboré lo que había pensado de ellos, los dos eran unos chulos asquerosos.
Finalmente me fui sola en mi coche porque los demás se apearon todos en la calle de Ranma. Nos fuimos a dormir, bueno supongo que sólo Ranma y yo porque conociendo a Ukyo, creo que Ryoga y ella poco durmieron.
Llegué a casa odiando a mi amiga por no cumplir con aquello que habían quedado aquella tarde, «noche de chicas, nada de chicos». Ukyo, como siempre, hizo lo que le dio la gana… ¿Por qué seguiría confiando en ella?
También decidí que debía odiar al amigo imbécil del idiota por el que no podía dejar de sentirme atraída, aquél imbécil llamado Ryoga me cayó fatal por aprovecharse de la vulnerabilidad de mi amiga. Pero… ¿a quién quería engañar? Ukyo era así, si no hubiera sido Ryoga hubiera sido cualquier otro. Dos días les daba (me equivocaba). No debía olvidarme que debía odiar también al idiota…
Y para terminar de odiar, me odiaba a mí misma por querer saber más del idiota que me había llamado chica violenta y nena y al que no quise besar…
Continuará...