DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.

AVISO: Este fic participa en el Décimo Primer Reto "Historias en Canciones" del foro "El triángulo, donde tres, están unidos".

Advertencias: Poner a Draco o Hermione con gente que no sean ellos me cuesta, así que espero que me lo perdonéis. Also, como siempre, me he pasado cosas del canon por el forro.

Something just like this - The Chainsmokers & Coldplay


This

I've been reading books of old
The legends and the myths

[…]

And clearly I don't see myself upon that list

―¿Una copa de brandy, Draco?

El aludido fijó la vista en Magnus Greengrass, quien le sonreía con afectación desde la mesa de bebidas. A Draco no le gustaba el brandy, pero aceptó una de buena gana; necesitaba alcohol para lo que se le venía encima.

El señor Greengrass le tendió la copa y se sentó en el sofá, enfrente de Draco. Ni él ni su esposa volvieron a abrir la boca. En los seis meses que llevaba saliendo oficialmente con su hija menor, se había acostumbrado a los silencios incómodos.

Porque la verdad era que al matrimonio Greengrass no le gustaba tener a Draco como yerno.

Después de la guerra, los Malfoy se habían convertido en lo más parecido a unos parias sociales. Habían pagado sus deudas de guerra con dinero y unas cuantas propiedades, lo cual no les había supuesto un gran sacrificio, teniendo en cuenta la alternativa. Pero habían visto cómo su influencia y relaciones desaparecían poco a poco: sus amigos más íntimos estaban en Azkaban, muertos o recluidos en sus casas de campo, y los que en otros tiempos les abrían las puertas del mundo, ahora se las cerraban en las narices.

Y Draco era quien más perjudicado se había visto: apenas tenía amigos. Pansy se había marchado a Francia; Blaise, a Italia; Theo estaba estudiando en Estados Unidos, donde el apellido Nott resultaba conocido a poquísima gente; y Goyle no quería saber nada de él después de que Crabbe muriera.

Encontrar a Astoria había sido como un soplo de aire fresco justo cuando estaba a punto de asfixiarse. Draco había tenido la loca idea de que si quería reformarse, necesitaba ayudar a los demás, así que se había inscrito en el curso para formarse como Auror. Estuvieron a punto de denegarle la entrada, pero su padre le había comprado la plaza con una cuantiosa parte de su cámara de Gringotts. La formación como Auror estaba siendo un infierno: sus compañeros lo miraban, en el mejor de los casos, con desprecio. El único que se apiadaba de él era Potter, que lo miraba con pena, pero Draco era demasiado orgulloso para aceptar su ayuda.

Ahí fue cuando se encontró con Astoria. La chica, que estudiaba Leyes Mágicas y estaba de prácticas en el Ministerio, se le había acercado en un descanso y se había sentado con él.

Y así, con un poco de compañía justo cuando más lo necesitaba, se había enamorado de la criatura más maravillosa que la vida hubiera podido poner en su camino.

Ni sus padres ni los Greengrass se alegraron cuando se enteraron de que estaban juntos: Lucius creía que podía encontrar a alguien con unos ideales más… definidos, puesto que los Greengrass no se habían posicionado en ningún bando durante la guerra; en cambio, a sus suegros no les gustaba la idea de que su hija pequeña saliera con un exmortífago. Seguramente eran la única familia de los Sagrados Veintiocho a quienes no les importaba que los Malfoy fueran los más ricos del país.

Pero contra todo pronóstico, Astoria había desafiado a sus padres y se había mantenido firme en sus convicciones. A Draco todavía le costaba creer que cuando le decía que lo amaba, era verdad.

Unos pasos interrumpieron sus pensamientos.

―Perdón por la tardanza, no encontraba la gargantilla que me regaló papá…

Cuando Draco levantó la vista, se encontró con la imagen más hermosa del mundo: Astoria, con el pelo castaño recogido hacia atrás, un vestido azul claro de tirantes y los ojos verdes brillando de emoción.

Se plantó en medio del salón y dio una vuelta sobre sí misma.

―Bueno, ¿qué tal estoy?

Draco se levantó y le dio un casto beso en la mejilla.

―Preciosa.

Magnus Greengrass carraspeó con incomodidad, pero su hija le lanzó una mirada desafiante. Se giró hacia Draco, esta vez con una sonrisa.

―¿Nos vamos?

.

But she said, where'd you wanna go?
How much you wanna risk?
I'm not looking for somebody
With some superhuman gifts
Some superhero
Some fairytale bliss
Just something I can turn to
Somebody I can kiss

Cuando llegaron a su destino, Draco se quedó plantado. Astoria, que ya había empezado a andar, se detuvo al ver que el brazo de Draco tiraba de ella.

―¿Qué te pasa? Ya llegamos escandalosamente tarde ―rio.

―¿Qué hacemos aquí? ―Astoria parpadeó varias veces, confundida―. No tendría que haber venido ―masculló.

Delante de ellos se alzaba Hogwarts, tan majestuoso como siempre. Parecía que sus muros nunca hubieran sufrido una guerra.

Ese día se cumplían cinco años exactos de aquel dos de mayo de 1998, y en el colegio se celebraba el aniversario de la batalla. Todos los alumnos habían sido invitados; Draco se sorprendió cuando recibió su invitación, pero la rompió al instante con una sonrisa amarga. Sin embargo, Astoria también la había recibido, y le había hecho prometer que iría con ella. «Enfrentarse al pasado», lo había llamado.

―Draco…

Él se soltó de ella y la miró.

―¡Es verdad! ¡He venido a que me odien todavía más! ¡Pensarán que vengo a regocijarme!

Astoria sonrió con tristeza y alargó una mano.

―Claro que no. Y no tienes por qué tener miedo: estás conmigo.

Draco soltó un ruidito sarcástico, pero alargó la mano y dejó que ella lo abrazara. Su proximidad era como un bálsamo para su mente.

―Peor para ti. Estar conmigo no hará más que minar tu buena reputación.

Astoria rio.

―¡A la mierda la reputación! ―Draco la miró desde su altura, sorprendido: ella nunca decía palabrotas. Astoria se separó de él y se quedó pensando―. Aunque claro, ahora que lo pienso… tienes razón. ―Se giró hacia el castillo―. Tendré que buscarme a otro con más caché. Se llevó un dedo al mentón, pensativa. Lo miró de reojo―. ¿Crees que Neville Longbottom estará todavía disponible? ―se preguntó. Negó con la cabeza en seguida―. No, no. Necesito a alguien más importante. Seguramente puedo convencer a Harry Potter de que deje a su novia…

Draco rio contra su voluntad. Astoria le sonrió.

―Puedes hacer todas las bromas que quieras, pero sabes que es verdad ―dijo él.

Astoria puso los ojos en blanco.

―Me da igual si eres un héroe de guerra o el hombre más buscado de Inglaterra: sigo queriéndote a ti.

Draco cerró los ojos un segundo, saboreando aquellas palabras. No sabía si algún día terminaría de creérselas, pero al menos podía disfrutar de tener a su lado al amor de su vida.

Hizo una reverencia y le ofreció una mano.

―Si me permite, señorita… Creo que llegamos tarde.