Even though I'm the sacrifice,
You won't try for me, not now.
Though I'd die to know you love me,
I'm all alone.
Isn't someone missing me?
Please, please forgive me,
But I won't be home again.
I know what you do to yourself,
I breathe deep and cry out,
"Isn't something missing?
Isn't someone missing me?"
Missing de Evanescence
La mente es un campo poco explorado.
La mente de una persona desequilibrada lo es aún más.
La mirada rota de un par de ojos fue la condena para Dipper Pines, un chico universitario.
No esperaba que al conocerlo su mundo caería a sus pies.
Bill Cipher coloreo su mundo de rojo...
"-Dipper...jamás olvidarás mi sonrisa -Dijo con los ojos cristalinos, alargando una tétrica sonrisa sobre su semblante-
-... ¿Por que lo haces? -Sobre sus mejillas corrieron dos lágrimas-
-...Te libero... -Caminó un paso a él -lo agradecerás cuando lo entiendas..."
Un alma afín
Sus pasos elegantes resonaban tras bajar con movimientos gráciles los escalones con baranda de cerezo, meneando en su mano el contenido dentro de su copa de cristal, el vino tinto realizando círculos mientras los presentes elevaban sus miradas para poder observarle, caminando a través de las luces que pretendían dar un aire cálido a la fría estancia. La alfombra bajo sus pies calzados en fino corte italiano amortiguaba sus pasos tranquilos, segundos después, dentro del silencio respetuoso y lleno de admiración –o ¿Por qué no decirlo? Algo de miedo –que causaba su presencia, dibujó una sonrisa larga sobre sus rodados labios empapados del suave licor.
Llevó su mano libre al bolsillo del pantalón de su traje, deteniéndose en el último escalón, observando a los presentes con una mueca astuta que adivinaba muchas cosas, sin más, se posicionó delante de las personas que comenzaban a rodearle, llevando en su mano la copa hasta hacerla rozar con sus labios.
-Un placer conocerle –Se presentaban algunas personas con aires que le dejaban ver que nunca antes habían estado frente a su presencia, cosa que, aunque maravillosa, le parecía bastante curiosa: Se trataba de un hombre importante como para, a esas alturas, no ser conocido por los que se encontraban dentro de su estancia-
Como respuesta, un asentimiento de cabeza, una falsa sonrisa y un saludo de mano, era todo lo que conseguían –tal vez un "disfrute de la fiesta" en el mejor de los casos, si para él la persona no causaba relevancia –se sentía bastante satisfecho con la vida que llevaba, a pesar de ser tan joven, veintidós años a los sumo, era una persona respetada y hasta cierto punto, temida.
A pesar de todo ello no lograba obtener lo que anhelaba porque lo que anhelaba no estaba cerca de poder tocarse, porque lo que su piel tan desesperadamente necesitaba no lograba encontrarlo por más que lo buscase y simplemente siempre terminaba rehuyendo de sus manos, escapándose como polvo al ser arrojado al viento…
El suave tintineo de la música de instrumentos de cuerda llegaba a sus oídos, llenándolos de la melodía dulce. Cerró los ojos, inundándose del sabor que sabía amargo a sus sentidos…quizá antes la pena de los pesares fuera menos que destructiva pero en ese momento no, era solamente la agonía que llegaba a sus oídos, podía escuchar sollozar a los violines, gemir de dolor el violonchelo y llorar al piano de cola.
El salón inmenso se llenaba de la música acompasada mientras personas importantes, como él, caminaban alrededor suyo, pidiendo unos segundos de dialogo con su persona.
Volvió la mirada a los músicos que se encontraban al fondo del enorme salón. No había nada relevante en realidad, dos hombres mayores a él, uno encargado del violonchelo y el otro del piano, sus ojos vislumbraron una mata de cabellos castaños entre ambos hombres, ondulados rizos que capturaron la curiosidad de su persona; a su alrededor las personas se arremolinaban, hablando de algo a lo que no prestó atención, mucho más concentrado en adivinar el sabor dulzón de las notas melódicas que escapaban del violín que con tanto afán se empeñaba en acariciar el chico…
Por ese instante sintió que el órgano dentro de su pecho se apretaba contra sus costillas por una brevedad efímera de segundos que sería irrelevante de no ser el motivo por el cual sus pies se movieron hacia adelante.
Su pecho se había llenado de forma inexplicable de un recuerdo ahogado que saltaba curioso al son de la dulce melodía que salió de repente de las cuerdas del único violín.
Tez bronceada, rasgos suaves, sus ojos cerrados mientras acariciaba con el arco las cuerdas, sus rizos revueltos de forma indomable sobre la cabeza; una acción de su parte le paralizó unos segundos, golpeteaba el piso de forma rítmica con el pie derecho al mismo tiempo que, contra su clavícula, movía muy suavemente el instrumento de madera, agitando de vez en cuando la cabeza para sacarse de la frente los rizos que resbalaban sobre ella…
Tuvo que disculparse y dejar a un lado la copa que sostenía en su mano cuando se acercó con aires ausentes hacia donde todos los músicos reposaban… sus pies se movían por cuenta propia.
El hermoso piano de cola estaba pidiendo ser acariciado por sus dedos y acompañar el tono suave del violín, se puso frente al músico, un hombre mayor que él, de oscuros cabellos y de notable experiencia en su rostro, bastó con una sonrisa de su parte para que el asiento frente al piano se le fuese cedido y un ademán de su mano derecha para que el resto de las cuerdas aislara el violín del chico que hasta ese instante se había mantenido con los ojos cerrados.
Sus dedos acariciaban gentil y hábilmente las teclas del piano, marcando un son apresurado que fue seguido inmediatamente por el arco del violín, admitía que aquella era una pieza que conocía solo su persona, su corazón y no su mente…Desconcertado por la improvisación, el muchacho moreno abrió los ojos, dirigiéndole una mirada.
Sus ojos se encontraron en ese preciso instante, pudo verlo, sus ojos eran oscuros, profundos posos avellanos, la iluminación de la noche parecía volverlos marrones. Fueron efímeros minutos durante los cuales su mente se nubló, perdiéndose únicamente en el son que llevaba en sus manos.
Los ojos dorados se cerraban con forme sus dedos se movían por encima de las teclas, retiró la mirada, delatando un son agónico y marchito que entristeció las cuerdas del violín que le seguía cuando movía el arco sobre ellas.
El muchacho moreno aspiró hondo, observando el porte elegante y agraciado que poseía el hombre rubio al acariciar cada tecla del piano, era como si sus dedos se deslizaran y la música brotase del instrumento de forma natural; por unos momentos se sintió cohibido por el talento nato del pianista y lentamente fue apaciguando el sonido de sus cuerdas, escuchando la melodía melancólica y veloz que escapaba del piano.
Sabía que el otro había apartado la mirada hacia unos segundos pero él simplemente no podía hacerlo, continuaba con la mirada posada sobre la delgadez del joven de traje sastre.
La gente a su alrededor observaba, al igual que él, la destreza de unas manos lentas que dejaban escapar notas veloces y amargas que armonizaban perfectamente con el sonido de sus cuerdas. Intentaba concentrarse en su propio trabajo, más, le era complicado al escuchar la melodía sin esfuerzo del pianista, notas que jamás había escuchado y que, a juzgar por los ojos cerrados del hombre, eran de improviso, al igual que las suyas al intentar seguirle el paso…
El tiempo parecía no querer avanzar al percatarse del personaje que le acompañaba en ese dúo, le era desconocido el personaje rubio, pero parecía algo fantástico su trabajo, los cabellos rayos de sol, cortos, dejando apenas un flequillo que cubría su frente de forma agraciada, en su nuca se ondulaban muy ligeramente, tez pálida, sus ojos dorados enmarcados por espesas y largas pestañas. Alrededor un aura que le pedía acercarse y le advertía alejarse.
Curioso de la procedencia de su melodía, entrecerró los ojos, analizándolo de forma intrigada sus movimientos, sin descuidar la dulzura del arco de su violín…
Al finalizar la tonada el rubio se puso de pie y caminó a pasos lentos lejos de su alcance… fue él quien se decidió a seguir a ese hombre cuando le vio caminar galante entre aplausos educados, perdiéndose entre la gente del lugar, podía solamente, seguir el brillo dorado de sus cabellos cuando caminaba entre las personas.
¿Por qué lo hizo esa primera vez? A ciencia cierta nunca lo supo, la intriga que corría por su cuerpo al saber las tristes notas le había obligado a incorporarse, alargar su innata habilidad con el precioso instrumento y sonreír para él, recibiendo como toda respuesta un saludo de mano, una sonrisa suave y de sus labios su nombre.
Pudo percatarse entonces que sobre el semblante pálido del hombre unos cuantos años mayor que él se observaban oscuras ojeras que contrastaban profundamente con el tono níveo de su piel y resaltaban de forma exagerada sus ojos pozos de miel gélida que le pedían ayuda a gritos y al mismo tiempo le ahuyentaban.
Nunca esperó que su camino se volviese difuso...
Aunque me sacrifiqué
No tratarás por mí, no ahora
Aunque haya muerto por saber que me amabas
Estoy sola
¿Acaso nadie me extraña?
Por favor, Por favor perdóname
Pero ya no regresaré a casa
Sé lo que te hiciste a ti mismo
Respiré hondo y grité fuerte
¿No falta algo?
¿Acaso nadie me extraña?
Missing de Evanescence
Advertencias finales: Este fic contiene escenas explicitas sexuales, paranoia y problemas psicológicos, recuerdos nulos y deseos suicidas creados a partir de traumas emocionales. Puede incluir contenido no apto para personas sensibles.
ahora, después de haber leído la introducción y raíz de todo el asunto espero que les guste, les veo prono con el primer capítulo.