Bridgette ya se había terminado de arreglar, iría visitar a su prima antes de sus clases.
-¿Vamos querida?- le dijo Chî.
-Sí, vamos-.
Salieron en plena oscuridad, los rayos de sol aún no quería abrazar el cielo. La azabache se sentía triste, su querida prima al parecer había contraído una infección degenerativa. Demasiado peligrosa, pero ahora estaba a salvo.
Cuando entró al hospital, chocó sin querer con un adulto de aspecto un tanto desaliñado.
-Lo siento- le dijo la chica y hombre no le tomó importancia.
-Yo entraré primero Brid- le dijo su padre. La chica asintió para sentarse y esperar.
Después de diez minutos escuchó unos pasos en el pasillo, levantó su vista y vio a un chico de unos quince años, de cabellos dorados y ojos verde.
-¿Disculpa?- comenzó hablar el muchacho -¿Vienes a visitar a Marinette?-
-Sí, soy su prima- se le quedo viendo, le recordaba al héroe de ayer. Dudaba que fuera él, o tal vez sí.
-Soy Adrien, compañero de clases de Marinette-
-Un gusto, soy Bridgette-
La chica le iba preguntar al muchacho si estaba enamorado de su prima, cuando su padre sale. Y luego los ve a ambos, un tanto extrañado. Pero no dijo nada. La azabache se levantó y cerró la puerta, para tener más privacidad. Al hacerlo, Tikki salió rápidamente de su bolsillo.
-Oh, Marinette- se quejaba la pequeña criatura. Fue cuando la Cheng ato cabos, Marinette era la verdadera Ladybug.
-No puede ser, ¿cómo es posible que se exponga a tanto peligro?-
-El maestro la eligió-
-¿El maestro?-
-Sí, el maestro es quien elige a los portadores. Aunque... nunca he sabido quien lo eligió a él-
-Ya veo, pero... Yo... Bien, haré lo posible para que Marinette y París este a salvo-
-Eres buena chica, Bridgette. Marinette estaría agradecida ante tu gesto-
-Lo hago porque la quiero-
Le dio un abrazo antes de partir.
Adrien vio como la azabache se iba del lugar, para liego entrar. Pero por casualidades de la vida, reparo en sus aretes. Los benditos aretes perdidos, nunca se hubiera imaginado que aquella chica era la nueva Ladybug.
-Creo que te has vuelto más inteligente Adrien- se burló Plagg antes de que entraran. Chî volteo a verlos, sin que ellos se dieran cuenta y sonrió. Fu había hecho una buena elección.
Lena estaba nerviosa, su primer día de clases en una escuela Francesa. Estaba frente a la puerta de su clase, animándose a sí misma, de que no metiera la pata. Hasta que escucho que su profesora le pedía entrar. Y para su mala suerte, al entrar tropezó con el bolso de Adrien.
-Una chica torpe y fea- se burló Strom, quien se sentaba al lado de Iván.
-Señor Junker, no está permitido que se burle de los demás-
-Mis disculpa, profesora- pero aquella mirada burlona que le daba a la chica, hizo que esta expusiera directamente su timidez.
-Yo... este, me llamo Lena Katsaros y vengo de Grecia-
-Bien señorita Katsaros, siéntese al lado de la señorita Césaire, será por mientras-.
Fue cuando la muchacha sintió una bola de papel caer en su cabeza, extrañada vio hacia todos lados, pero nadie hizo el ademan de haberlo lanzado. Cuando lo abrió, miro con enojo hacia atrás.
"Oye perdedora ¿por qué no mejor vas arreglarte? El golpe te dejo más fea de lo que eres".
Eso decía en aquel papel y la oji verde estaba pensando en cómo asesinar al alemán con sus propias manos, Alya al ver todo la situación se rio con fuerzas. Como cuando estaba con Marinette.
-Un gusto, soy Alya-
-Un gusto- dijo tímida.
-¿Sabes qué? Me recuerdas a mi mejor amiga, ella también era torpe-
-¿Qué paso con ella?- preguntó curiosa, fue cuando se arrepintió porque el ambiente se tornó más triste. Adrien, quien estaba escuchando todo, se dio la vuelta para responder.
-Está en el hospital, pero pronto regresara-
-Ya veo-
Las clases siguieron normales, pero Strom estaba esperando fuera de la sala para gastarle una broma a la otra chica nueva, el por qué, tan sólo quería llamar su atención.
-Chico, ¿Sabes que ella te va terminar odiando?- le dijo Hunny desde el bolsillo.
-No, no creo. Todos me aman- dijo muy confiado, después de todo, al parecer la gente amaba aquella actitud de mujeriego y chico malo que él mantenía.
Y allí la vio pasar, aquella belleza de cabellos chocolates y ojos verdes olivo. Se acercó sigilosamente para pasar un brazo por su hombro, atrayéndola.
-Hola mi querida fräulein, me encantaría que fueras conmigo al cine-
Aquel coqueteo barato y falso le molestó de sobre manera.
-A ver déjame pensarlo, quizás cuando a nuestro querido sol se le acabe el helio junto al oxígeno, cuando suceda aquello, iré contigo. Así que, aléjate de mí, cretino pomposo-
Lena iba bajando las escaleras cuando sintió el líquido caer a su cuerpo y vio arriba.
-Ups, se derramó mi jugo- se disculpó Strom mientras se iba al salón nuevamente soltando una carcajada.
-¡Lo odio!-
-Oye, mocosa, me estoy mojando- le reclamaba Fuchss.
-Lo sé, lo sé-.
A costa de las burlas de Chloé y Sabrina, fue al baño para limpiarse. Y serenarse, al parecer el año escolar sería muy difícil para ella.
-Pobrecita, el mujeriego se enamoró de la chica más inteligente- dijo Alya viéndolos de lejos.
-¿Ella es la más inteligente?- dijo Nino bastante sorprendido.
-Sí, ganó un concurso de ciencias a los cuatro años, cuando el concurso era para personas de dieciocho años-
-Entonces será la mejor en ciencias- finalizó Adrien.
-Exacto, Adrien. Ya no eres el más guapo, popular e inteligente de este colegio-
-No importa, creo que me hace más feliz-
-De hecho Bro... Strom quería hacer una batalla contigo-
-¿Una batalla?-
-Sí, de esgrima. Quiere demostrar que es el mejor-
-Pues ya lo veremos-.
Félix se encontraba en su oficina, bastante ofuscado por tanto papeleo y la negligencia de las personas que retrasaban los eventos de moda. Era bastante trabajo, lo cual no le daba tiempo para sus propios propósitos.
-Louis, necesito que vengas ahora- le decía al chico que era su asistente. El joven muchacho apareció en un instante, temeroso.
-¿Qué quiere, señor Agreste?- al pronunciar aquellas palabras le dio una escalofrió, es como si le recordaran a su padre.
-Necesito unos papeles... un tanto especial-
-¿Qué tan especial?-
-Unos que puedes encontrar en la oficina de mi padre, los necesito para dos días más. Ahora me voy a retirar, así que quedas a cargo-.
No quiso escuchar los lamentos de su asistente, en estos casos en el nacía el egoísmo, pero es que necesitaba una dosis de café. No importaría nada lo que los demás sufrieran, él se tomaría el tiempo libre y necesario para disfrutar aquel café.
Cuando llegó, vio a una azabache que está recibiendo unas instrucciones de lo que debía hacer y qué no. Era una novata, pensó el rubio. Sin darle más vuelta al asunto, se dirigió a una mesa bastante alejada, llamando la atención de muchas mujeres. Pero es que para sus veintidós años, el joven Agreste era una belleza innegable.
-¿Qué desea ordenar?- le pregunto la joven novata con una sonrisa demasiado brillante para él.
-Un expresso, sin azúcar-
-Está bien ¿algo más?-
-Nada, largo-
La chica le mira mal y se fue, refunfuñando lo mal genio que era el chico guapo. Bridgette quiso hacer un trabajo de medio tempo, dado que tenía demasiado. Sus clases solo eran en la mañana y después no tenía nada que hacer ¿Y qué mejor para conocer gente que trabajar de mesera? Pues era bastante bueno y recibiría una buena paga.
Félix recibió un mensaje de texto de su padre. Comenzó a leerlo, y se enteró de que tendría que confeccionar las ropas de una obra de ballet. Más trabajo, menos horas de sueño. Se estaba arrepintiendo de haber dejado su vida en Nueva York.
-Aquí tiene su café, señor amargado- le dijo Bridgette como si fuera una niña pequeña, Félix tan sólo rio por lo bajo. Hasta que bebió su café.
-Eh, señorita, lo pedí sin azúcar y esto está a rebosar que podría jurar que me quiere matar de diabetes-
-Yo se lo eché, para que se le endulce su horrible ser-
El chico soltó una gran carcajada, bastante sincera y hermosa. Algo que le removió el corazón a la azabache.
-Me disculpo señorita, no quería tratarla mal- dijo con la mirada baja, riéndose mientras veía su café. Era la primera vez que alguien lo enfrentaba de aquella manera. Y levanto la vista para ver aquellos bellos ojos azules y mejillas sonrojadas.
-Este... yo... bueno, lo disculpo- dijo atropelladamente para seguir atendiendo las demás personas. Félix se recordó mentalmente que debería ir más seguido a aquel café. Ver a la linda azabache trabajando le quitaba el estrés.
-Me pregunto cómo se llamará- susurró mientras seguía leyendo las instrucciones de su padre.
El último receso había acabado y debían entrar a la última clase del día, matemáticas. Si bien todos odiaban al profesor de matemáticas antiguo, pues la semana pasada habían recibido la noticia que tendrían un nuevo profesor. Todos estaban emocionados.
Alya había ayudado a Lena a limpiarse y aprovechando le presento a Nino y Adrien. La de cabellos chocolate se sintió feliz por hacer nuevos amigos. Aunque cuando vio al rubio le recordó a Chat Noir. Y si él era Chat Noir, pues debía saber quién era la antigua Ladybug, porque le llamaba bastante la atención.
-Disculpen- dijo un hombre se lentes, con cabello castaño y ojos celestes claros. Se le veía bastante joven, aunque un poco despistado.
-Bien, dado que ya están en silencio me presentaré. Soy Tristán Menteur-Dangereux, un gusto conocerlos a todos-
Las clases de matemáticas pasaron de lo más bien, el profesor era bastante ingenioso a la hora de enseñar. Provocando que la clase pasara más rápido.
-Bueno chicos, mañana tienen prueba de lo que vimos hoy-
-¡¿Qué?!- reclamo la mayoría y el profesor tan sólo sonrió para ignóralos.
-Sabía que si era simpático no iba ser tan fácil- decía Nino.
-No te preocupes, nos irá bien- le apoyo Alya.
Adrien se quedó en silencio guardando sus cosas y se despidió de todos, marchándose rápidamente para ver al maestro. Sin emigro al llegar a su hogar, se encontró el lugar desolado. No lo entendía, no hace mucho que lo había visto paseando por las calles de París. Se iba retirar cuando vio una carta con su nombre en centro de la pequeña mesa.
"Me debo disculpar Adrien, pero sé que debes querer preguntar muchas cosas. Pero todo lo sabrás a su debido tiempo. Por mientras estoy en un viaje, en busca de una vieja y sabia amiga. La creadora del todo y ya verás cómo se soluciona todo. Pero no te preocupes, porque otro guardián está en París, viendo sus avances y de los nuevos héroes, espero que los ayude. Porque el camino se vuelve más difícil.
Me despido, Fu"
-¿La creadora del todo?- Plagg al escuchar aquello, sintió escalofríos.
-Es... la persona que nos creó, a los Miraculous... todavía estoy en duda si creo el universo. Ella posee un poder magnifico y poderoso-
-Si es así, ¿por qué no vence a Hawk Moth por ella misma?-
-Está más débil que nunca, porque Hawk Moth ha estado provocando mucho problemas-
-Ya veo... ¿Tú crees que si le pedimos que sane a Marinette, ella lo hará?-
El gatito se quedó en silencio, tan sólo pensando en que quizás aquella energía que sintió aquella mañana cuando fueron al hospital, era de ella. Nadie tenía una energía que hiciera sentir calma y plenitud como ella.
Adrienne se encontraba fatigada después de haber escapado de casa. Tenían que irse rápido de París, pero tampoco es como si supiera a donde ir.
A lo lejos vio a correr a Marino, junto al maestro Fu.
-¿Ya tienes todo?- le pregunto el anciano.
-Sí, vámonos-
Marino vio por última vez su querida París.
-¿A dónde iremos maestro?-
-Es un secreto aún-
-Mi querida Ladybug- decía aquella voz nuevamente.
-Despierta, ella va cometer un error, un error en que todos pagaran-
Marinette abrió sus ojos para ver nuevamente aquella llama.
-Despierta antes de que los asesinen-
Marinette frunció su ceño.
-Aún no puedo-
-Pero falta poco-