Naruto y sus personajes son obra de Masashi Kishimoto. Lo único que me pertenece es la idea y la historia, las cuales hago sin ánimo de lucro, con el fin de entretenerme y entretener a quien quiera leerla.


¡Hey! Pues como compensación traigo también el último capítulo... ¡Que espero que guste! Éste me costó lo suyo porque quería que fuera todo muy romántico, lento, bonito... ¡Ya sabéis!

Muchísimas gracias a todas aquellas personas que se pasan a leerme.

Y gracias también a mi buena amiga WhiteTigerKiara por darme buenos consejos para este capítulo.

Sin más que decir;

disfrutad de mis locuras.


Capítulo III

A merced de los sueños

Fantasías que se vuelven realidad

.

POV Shikamaru.

No puedo dejar de pensar en Temari; esa problemática mujer me tiene embrujado, casi me tropiezo con tres pedruscos y me topo con una farola. ¿Cómo puede ser que me llamen inteligente? Gruño con algo de rabia dando una patada a una pequeña piedra que había en el camino.

Me paro delante del restaurante de sushi dónde habíamos estado; de verdad que había parecido una cita... Lástima que luego tuviéramos que volver a hacer todo ese problemático y estúpido papeleo.

—Aunque si no fuera por el papeleo... No pasaría tanto tiempo con ella.- Me digo a mí mismo.

Una extraña sensación recorre mi cuerpo al recordar sin querer lo rara que Temari estuvo esta mañana. Las dudas de si tiene o tenía algún problema conmigo me asaltan.

Inconscientemente, -o eso quiero pensar- giro sobre mi cuerpo, como si me fuera a encaminar de nuevo a su hotel.

—Quizás debería ir a preguntarle si todo está bien.- Muerdo mi labio intentando planear algo para volver a verla aunque solo fuera por unos minutos.

Y al parecer, el cielo me escuchó.

Literalmente, porque una lluvia torrencial comenzó a caer.

—¡Un paraguas, eso es!- Hago un gesto de victoria con el puño y corro en dirección del hotel.

Al llegar, las puertas están cerradas y pensándolo mejor, no quería ensuciar todo de agua y pisadas. Me desespero e intento buscar otras opciones, así que rodeo el hotel tapando mis ojos con el brazo, pues la lluvia es bastante fuerte y veo un árbol con una rama muy cerca de la ventana donde está la habitación de Temari, sonrío y sin pensar mucho me subo.

—Menos mal...- Suspiro aliviado pues gracias a las grandes hojas del árbol la lluvia no llega a mojarme demasiado en la rama en la que estoy.

Camino aguantando el equilibrio sobre la rama, pero antes de tocar a la ventana, me quedo tan atónito que tengo que sentarme para no caerme.

La respiración se me corta y un sonrojo se apodera de mis mejillas.

¿Sonrojo? ¿Mejillas?

¡Tengo la cara roja como un tomate!

Me tapo la boca con ambas manos y abro los ojos como platos, trato de respirar pausadamente para que no pueda escuchar absolutamente nada.

—T-temari está...- No puedo ni si quiera decirlo en voz alta, trago saliva y aparto la mirada con la intención de irme a casa.

Pero no puedo.

Aprieto los labios y miro de nuevo de reojo por la ventana para verla una vez más.

—No puede ser...- Se me seca la boca, ya no me importa la lluvia, lo mojado que estoy o que mañana vaya a tener un resfriado de narices.

No puedo apartar los ojos de Temari.

Tumbada en la cama con los pantalones del pijama quitados, puedo verlos al final de la cama. Su espalda está arqueada, su cabello suelto y revuelto por la cama, su cuerpo hace leves espasmos al compás que una de sus manos se mueve por debajo de su ropa interior y la otra toca su pecho cubierto por la camiseta del pijama con suavidad.

Me relamo inconscientemente el labio superior, como si estuviera entrándome hambre solo de verla.

Miro hacia mi pantalón notando cómo algo quiere que lo libere de su prisión, bufó y cierro los ojos para tratar de relajarme.

—Está bien, me quedaré hasta que termine... Necesito un paraguas después de todo.- Me miento a mí mismo.

No puedo parar quieto; mis manos pasan detrás de mi nuca, tapan mi cara, mi boca, mis ojos; intento cambiar de postura para estar más cómodo, pero no puedo; esto nervioso.

Ansioso.

Temari continúa sus movimientos debajo de las braguitas, me estoy volviendo loco.

—No sabía que fueras ese tipo de chicas, Temari...- Muerdo mi labio inferior, la vergüenza está, inexplicamblemente, desapareciendo dejando paso a una personalidad que no había descubierto hasta ahora.

La de un Shikamaru excitado espiando a la mujer de sus sueños mientras se masturba, diciendo cosas pervertidas y deseando entrar en la habitación para ayudarla.

—¡Urg!- Gruño muy leve rascándome la nuca.

Vuelvo a observar a Temari, pero me pongo en pie y me apoyo en el tronco del árbol. No puedo evitar sonreír mientras pienso lo bien que se debe estar sintiendo.

Sin embargo, la sonrisa se me quita cuando, por un momento, se detiene para bajarse las braguitas y tirarlas junto con el pantalón.

—No... No, no, no.- Tengo que volver a sentarme apoyando mi espalda en el tronco del árbol, tapándome la boca con las manos.

Al parecer, solo estaba calentando; pues ahora puedo apreciar cómo sus dedos comienzan a salir y entrar de su intimidad mientras su boca, aunque no puedo escucharla, veo cómo gime notando aún más placer; su otra mano que masajeaba su pecho ahora lo vuelve a hacer, pero por debajo de la camiseta; la cual también se quita.

—Está desnuda, Temari está desnuda...- Inhalo y exhalo para tratar de calmarme, pero por mucho que quiero, está claro que no puedo.

Una de mis manos baja para intentar calmar la erección que está a punto de estallar dentro de mi pantalón; masajeo por encima de la ropa mientras la miro.

Mala idea.

Aparto la mano con rapidez y me agarro fuerte a la rama del árbol donde estoy, me noto sudoroso y como si el aire me faltara.

Temari continúa masturbándose placenteramente sin darse cuenta de que yo la estoy espiando; si se diera cuenta podrían darme ya por muerto; pero no puedo dejar de mirarla.

Vuelvo a levantarme y camino hacia el borde de la rama, que topa justo con la ventana de Temari, trago saliva; de verdad no puedo estarme quieto. La lluvia parece que está empezando a amainar, lo cual agradezco.

Pero me da igual.

Apoyo mi espalda ahora en la pared e intento escuchar algo. Me resulta algo vergonzoso hacer todo ésto, pero creo que mi cerebro se ha rendido en su empeño de intentar controlar a mis instintos, y ha dejado paso a que haga lo que me de la gana.

Trago saliva y cierro los ojos apoyando la oreja en el borde de la ventana, respiro pausadamente para poder escuchar.

Shikamaru

Como un susurro angelical escucho la voz de Temari pronunciar mi nombre y por si no me quedaba claro, lo repitió varias veces más.

Mi corazón se para por completo y noto que un mareo me viene.

—¿Está... pensando en mí?- Susurro para mí con los ojos como platos mirando a la nada.

Sigo sin poder creérmelo, todo esto es demasiado problemático; demasiadas emociones en un solo segundo.

Me falta el aire.

Shikamaru, ah...

—¡Joder!- Exclamo en un susurro, estaba volviéndome loco y puedo jurar que si continuaba escuchándola gemir mi nombre podría acabar sin ni si quiera haberme tocado.

Ansioso ahora al saber que la mujer fruto de mis fantasías, también tiene fantasías conmigo, intento volverme para observarla de nuevo.

Pero escucho un crack.

—¡No!- La rama se parte y caigo al suelo.

A un maldito charco de barro.

—Esto te pasa por mirón.- Me siento en el suelo con la cabeza en medio de mis rodillas y me quedo observando el barro.

La lluvia ha cesado.

Mi corazón sigue palpitando rápido y no hay manera de pararlo; trato de analizar la situación con detenimiento, pero contra más pienso, más rápido me late el corazón y más ganas me dan de romper el cristal de la ventana y acabar lo que ella ha empezado.

Doy una patada salpicando de barro la fachada del edificio y escucho cómo una ventana se abre.

—No...- Atónito, miro hacia arriba y me topo con sus ojos aguamarina mirándome.

—¿Shikamaru...?- Pregunta, sus ojos se abren de par en par y se tapa la boca con una de las manos.

—Ho-hola.- Seguro que se había asustado por haber escuchado el estrepitoso ruido que causé al caer.

—¿Qué estás haciendo ahí?- Pregunta separando bien las palabras y puedo apreciar que lágrimas se asoman por sus ojos, sus mejillas están increíblemente rojas.

Trago saliva, noto que mi muerte está a la vuelta de la esquina.

Respiro hondo y me pongo en la posición que adopto para meditar.

—¿¡Qué haces meditando ahora!?- Me grita desde la ventana.

Intento calmarme y buscar una solución a todo esto.

Puedo explicarle la excusa del paraguas y aparentar que no he visto nada; o puedo decirle la verdad.

—¡Shikamaru Nara será mejor que me respondas o juro que te daré tal bofetón que te haré la cabeza giratoria!- La ira corría por sus venas, estaba claro.

Me levanto ayudándome de mis manos y me adecento un poco la ropa, omitiendo el hecho de que estoy lleno de barro. Vuelvo a mirar hacia arriba y me dispongo a hablar, pero se me ocurre una idea mejor.

Me dirijo hacia el hotel, toco a la puerta y el recepcionista me abre de mala gana poniendo una mueca de indignación al verme entrar así.

Temari me está esperando en la puerta de su habitación.

Vestida.

Está apoyada en el borde de la puerta con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Temari.- Antes de que ella me comenzara a gritar, hablo yo.

Cojo aire y suelto todo de golpe.

—Tenía ganas de estar más contigo, pero no sabía que hacer.- La miro a los ojos, ella cambia su ceño fruncido por una expresión de sorpresa. —Empezó a llover y sabía que la excusa perfecta era pedirte un paraguas aunque estuviera al lado de mi casa ya.- Su expresión muestra confusión ahora. —Quise entrar por la puerta, pero pensé que sería problemático para el recepcionista tener que fregar todo el suelo, así que...- Paré por un segundo, no podía seguir aguantando la mirada.

—Te asomaste a la ventana.- Su voz denota enfado, sorpresa y rabia.

La miro de reojo y puedo ver sus puños apretados.

Me resigno a seguir contando mi versión.

—Sí, me asomé a la ventana y te vi...- Volví a mirarla a los ojos y cogí aire. —...masturbándote.- Noto cómo deja de respirar y su cara se vuelve roja de vergüenza e ira. —¡Me quise ir! Pero no pude.- Bajé la mirada, ella estaba a punto de pegarme un puñetazo. —Y cuando... dijiste mi...- Me sonrojo notoriamente y tengo que cerrar los ojos para hablar. —M-mi nombre, me sobresalté tanto que... me caí.- La vuelvo a mirar y está con los ojos cerrados y los puños apretados.

—Shikamaru Nara, hoy es el día de tu muerte.- Su voz suena seria.

Antes de poder casi reaccionar, su puño vino directo a mi cara; por suerte puedo detenerlo con mi mano.

—¡Espera!- Pero su otro puño vuelve a la carga, el cual también detengo al venir con menos fuerza. —Temari no... no eres la única.- Agarro sus puños para entrelazar sus dedos con los míos y la atraigo hacia mí. —Yo también... pienso en ti y créeme que seguro lo hago mucho más que tú.- Río para intentar calmar la situación confesando que yo también fantaseo con ella.

Desde que tenía quince años.

Pero Temari, lejos de reaccionar de alguna manera lógica para mí; comienza a llorar.

—¿¡Temari!?- No sé cómo actuar o qué decir. Mi cerebro me ha abandonado; siempre lo hace cuando estoy con ella.

—Esto es muy... problemático.- Susurra con la voz rota.

Nuestras manos aún están entrelazadas; las miro y actúo por instinto: Pegando mi cuerpo al suyo, abrazándola fuerte para que deje de llorar.

Noto sus manos apoyadas en mi pecho agarrando el borde del peto.

—Me siento muy avergonzada, Shikamaru.- Susurra casi en mi oído.

Niego con la cabeza y le acaricio la espalda tratando de que se tranquilice; al menos ha dejado de llorar.

—No deberíamos estar hablando aquí.- La separo un poco de mí para mirar sus ojos. —¿Puedo pasar?- Pregunto sin casi pensar.

Luego me doy cuenta de la connotación que puede llegar a tener eso e intento corregirlo; ella ríe y niega con la cabeza tomándome de la mano para que entre.

Cierro la puerta tras de mí y la sigo hasta el sillón sentándome a su lado.

El silencio es el único que hace acto de presencia durante un par de minutos. Ella juega nerviosa con sus dedos, yo no puedo dejar de mirar lo bien que le queda ese pijama y el pelo suelto.

—Estoy lleno de barro, no debería estar ensuciando nada.- Me levanto del sillón e intento sacudirlo.

—Tranquilo, les diré que fue mi culpa.- Me mira y me hace un gesto para que vuelva a sentarme.

Suspiramos al unísono y volvemos a mirarnos.

—Así que...- Comienza a hablar con un gracioso sonrojo en las mejillas, rascándose la nuca. —Parece que ambos... B-bueno.- No se atreve a seguir hablando, y yo no sé si estoy preparado para que tales palabras salgan de su boca.

Me limito a reír asintiendo y aparto la mirada de ella.

Miles de pensamientos vuelan por mi mente; mil y una maneras de agarrarla en brazos, llevarla a la cama y hacerle el amor.

Intento calmarme, de verdad lo intento; pero la luz de la Luna que entra por su espalda la hace lucir tan increíblemente hermosa; su cabello suelto, sus labios, sus ojos aguamarina que parecen brillar en la oscuridad, absolutamente todo en ella es perfecto.

Temari mira al suelo y tamborilea los dedos de una de sus manos en su pierna mientras la otra se aparta un mechón de su cabello dorado dejándolo detrás de la oreja; me mira.

—Mañana vamos a estar agotados...- Ríe nerviosa.

Yo apoyo mis brazos en el borde superior del sofá, casi rozando con mi mano su hombro, ella se estremece y yo lo aparto enseguida.

—Sí... Quizás debería irme y dejarte descansar.- Hago un amago de levantarme, y al ver que no me detiene me levanto del todo.

Algo triste me encamino hacia la puerta de salida, pero cuando la abro ella la cierra desde atrás.

—Espera...- No me giro, si lo hiciera tengo miedo a reaccionar demasiado instintivo. —Shikamaru ¿Podrías... quedarte hasta que me duerma?- Me pide en un susurro, como si no quisiera que nadie la escuchara.

Yo asiento con la cabeza y me giro hacia ella, tratando de esquivar sus ojos.

Se tumba en la cama y yo me quedo de pie enfrente de ella.

—¿Te vas a quedar mirándome toda la noche?- Pregunta algo molesta.

Yo, algo confuso la miro parpadeando varias veces.

—¿Qué hago?- Pregunto encogiéndome de hombros.

Noto por un segundo cómo ella infla sus mofletes y gracias a la luz que ahora le da de cara, puedo ver un leve sonrojo.

—Acuéstate aquí un rato, idiota.- Da dos pequeños golpes en el borde de la cama.

—¿Quieres que me acueste contigo?- De nuevo, hablo sin pensar.

Sus ojos se abren de sorpresa y yo aprieto los dientes de frustración; tengo que pensar antes de hablar.

—Olvida eso...- Suspiro resignado y me siento en el borde de la cama, de espaldas a ella.

Noto un pequeño quejido venir de atrás, y giro mi cabeza.

—¿Qué pasa?- Apoyo mi mano en el colchón y la miro. —Querías que no te mirara.- Me quejo, esta problemática mujer no sabe lo que quiere.

—Túmbate...- Me pide sin mirarme; yo cierro los ojos sonrojado y hago lo que me pide.

Ahora mismo, haría absolutamente todo lo que ella me pidiera.

Tumbado a su lado en la cama, los dos boca arriba; juego con mis dedos, mantengo mis ojos abiertos mirando el techo, en embargo noto su mirada en mí, así que me giro para preguntarle qué ocurre ahora, pero me quedo sin habla.

La luz de la Luna hace ver sus ojos incluso más verdes que de costumbre, mirándome, sonriéndome.

—Shikamaru... ¿Puedo darte un beso?- Me pregunta despacio, articulando las palabras; como si no quisiera asustarme.

Yo, anonadado por sus labios, asiento sin pensar mucho.

Ella podía hacer conmigo lo que quisiera.

—Cierra los ojos.- Me susurra acercándose.

Vuelvo a hacer caso, -como si fuera su fiel esclavo- así que cierro los ojos y al cabo de unos segundos noto cómo un tacto suave y delicado inunda mis sentidos; como si las nubes ya no estuvieran tan lejos.

Muevo mis labios al compás de los suyos, y sin poder evitarlo abro uno de mis ojos para poder apreciar la vista más perfecta que jamás haya tenido; los ojos de Temari permanecen cerrados, un adorable rubor en sus mejillas la hace lucir increíblemente preciosa, y su cabello suelto es digno de una Diosa.

Noto el tacto de su mano rozar mi mejilla con lentitud, así que la imito cerrando el ojo para poder sentir mejor. Rozo su mejilla notando la suavidad de su piel, apreciando que se echa crema cada vez que sale de la ducha, esa suavidad es increíblemente perfecta.

Como todo en ella.

La otra mano que ella no tiene en mi mejilla, pasa a mi hombro, acercándome a su cuerpo. Yo, con la mano libre, rozo su cadera queriendo lo mismo, notar su cuerpo contra el mío; pero algo se está despertando debajo de mis pantalones, y decido parar.

Con suavidad, la aparto de mí y deshago el beso.

—¿Qué pasa?- Me pregunta con los ojos entreabiertos, queriendo volver a juntarse conmigo.

—Temari...- Aprieto mis labios mientras miro los suyos.

Contengo la respiración cuando bajo la mirada hacia su escote; no lleva sujetador por lo que sus pechos están libres tapados por una suave tela de pijama. Trago saliva y muerdo mi labio inferior.

—Deberías dormir.- Me giro otra vez mirando hacia el techo y pongo una mano por encima de mis ojos; no quiero mirar sus ojos de decepción.

Pero tampoco quiero que piense que solo quiero estar aquí por cosas pervertidas.

Suspira y puedo notar la decepción.

Los minutos van pasando y no puedo dejar de pensar en el beso que nos hemos dado. El tacto de sus labios sobre los míos continúa en mí; los rozo con las yemas de los dedos y ladeo la cabeza mirándola.

Aprieto los labios y mando al traste un poco de mi autrocontrol para quedar recostado sobre mi cuerpo y abrazarla desde atrás.

—Me gusta tu olor ¿Sabes?- Hundo mi nariz en sus cabellos, sé que está despierta.

Ella ríe por lo bajo.

—Gracias...- Susurra cogiéndome la mano, acariciándola.

No sé si es mi impresión, pero puedo jurar que noto el latido de su corazón al compás que el mío;

y el mío va muy deprisa.

Pasados uns segundos que parecieron la gloria la estar abrazado a ella, noto cómo se remueve para quedar recostada sobre su lado, mirándome; sus ojos aguamarina se ven mucho más intensos con la luz de la Luna dándole de pleno.

Apoya sus brazos en las solapas de mi peto y acaricia mi pecho; yo poso una de mis manos sobre su mejilla, y otra en su cintura.

—¿Te gusto, Shikamaru?- Me pregunta con un adorable rubor en sus mejillas.

Ladeo mi cabeza algo confuso, es evidente la respuesta; sino no estaríamos en esta posición.

Pero me limito a sonreír y a asentir.

—Me gustas desde prácticamente te conocí.- Beso su frente, ella ríe suave.

Su risa es tan melódica que podría grabarla y escucharla todo el día.

—¿Y yo, te gusto?- Pregunto posando mi barbilla sobre su cabeza, ella apoya la suya en mi pecho y noto cómo asiente.

—Me gustas mucho...- Susurra.

Encoje sus piernas y se acurruca más en mí; como si quisiera que la protegiera con mi abrazo.

Al poco rato de estar así, noto cómo sus labios se posan varias veces en mi cuello, solo rozándome, sin llegar a escuchar el sonido del beso. Sus manos se entrelazan tras mi nuca y saca su lengua haciendo un recorrido hasta mis labios.

Comenzamos a besarnos de nuevo, deseo con todas mis fuerzas ir lento y pausado, moviendo mis labios encima de los suyos; pero su lengua juguetona quiere entrar en mi boca, y aunque me resisto por unos instantes, no puedo contenerme más.

Mi cerebro está empezando a dejar de funcionar y mis acciones comienzan a ser más impulsivas.

Entre-abro la boca y noto cómo su lengua se cuela en mí, entrelazándola con la mía, notando cómo mi saliva pasa a ser la suya y viceversa. Su respiración es entrecortada, y su aliento a menta fresca hace que la cabeza me de vueltas.

Sus manos pasan de nuevo a agarrar mi peto, con fuerza; quiere que me pegue más a ella, quiere notar mi cuerpo contra el suyo.

Una de mis manos roza su mejilla con suavidad mientras la otra toma su delicada cintura y la pego a mí, pero no demasiado; no quiero que note el bulto de mi pantalón.

—Shika...- Mi nombre se escapa de entre sus cuerdas vocales en forma de gemido; como los gemidos que escuché mientras la espiaba por la ventana.

Definitivamente mi cerebro no está dando señales de vida, su voz sensual resuena aún en mis oídos y mis manos quieren detener lo que mi cuerpo quiere hacer.

La aparto con suavidad, deshaciendo el beso una vez más. Me pongo boca arriba y trato de relajarme, al final íbamos a llegar demasiado lejos.

Pero ésta vez ella no quiere parar.

Una de sus piernas rodea mi cuerpo quedando sentada encima de mí.

—No...- Susurro mirándola; admirándola.

Su cuerpo de deidad posado encima de mí me hace perder los papeles, y siento que estoy apunto de perder la poca cordura que me queda.

Recorro su cuerpo con mis manos, desde sus piernas hasta sus caderas, lentamente, disfrutando de su tacto.

Ella se tumba sobre mi pecho, su boca al lado de mi oído.

—Quiero que me hagas todo lo que me haces en tus fantasías...- Su voz sensual y provocativa, junto con unos suaves movimientos encima de mi intimidad hacen que mi cordura me diga adiós definitivamente.

—Muy bien.- Me incorporo para dejarla debajo de mí. —Pero en mis fantasías, tú estás debajo.- Sonrío y puedo notar el nerviosismo y el sonrojo en su rostro.

Comienzo a besar su cuello y noto cómo su garganta vibra cada vez que emite un suave gemido; es tan delicada, justo como la he imaginado siempre.

Devoro su boca con algo de fiereza; quisiera contenerme pero mi cerebro ya no atiende a razones, y lejos de desagradarle, ella me corresponde con la misma intensidad, deshaciendo mi coleta, dejando mi cabello suelto.

Separo sus piernas aún besándola y me interpongo entre ellas, ahora ya es imposible que no note lo excitado que estoy.

—¿E-eso es?- Pregunta deshaciendo el beso, mirando hacia el bulto de mi pantalón.

Yo me sonrojo y no sé que decir, ella me mira con el mismo sonrojo y se tapa la boca con una de sus manos.

—Seré muy cuidadoso...- Ella sonríe y me toma de las mejillas, volviendo a besarme.

Mis manos se deslizan hasta sus caderas, acariciando sus piernas; su piel es tan suave que parece de algodón.

—¿Es la primera vez que...?- Pregunta entre besos, con los ojos cerrados.

Yo bajo por su cuello, parándome en su escote.

—Sí.- Respondo con algo de miedo, mirándola.

—La mía t-también.- Aprieta los labios para luego emitir una risa nerviosa y adorable al mismo tiempo.

—¿Puedo quitarte la camiseta?- Pregunto algo nervioso, no quiero hacer nada sin su permiso.

—¡Idiota!- Ella se sonroja y aparentemente suena molesta

—¿Qué pasa?- Me aususto.

Ella me mira desde abajo con el ceño fruncido.

—N-no lo preguntes, está claro que sí...- Alza los brazos y encroba un poco la espalda para ayudarme.

La despojo y la tiro por ahí, a un lado de la habitación.

Cuando vuelvo a mirarla, está con los pechos tapados por sus brazos, mirándome con la misma cara de molestia.

—Oye... ¿Por qué los tapas?- Mi expresión muestra tristeza.

Estaba algo avergonzado por todo este mar de sensaciones nuevas, pero había reunido el valor de quitarle la camiseta, y ahora quería mi premio.

—M-me da vergüenza.- Sentencia mirando hacia un lado.

—Quiero vértelas mejor que antes...- Digo sin pensar, de nuevo.

Ella me mira sorprendida y relamente sonrojada; yo cierro los ojos de frustración.

¿Por qué se me da tan mal expresarme cuando estoy con ella?

Sin embargo, para mi sorpresa, al abrir los ojos me topo de pleno con sus pechos desnudos; ella tiene ahora una mano a cada lado de su cabeza y aunque ésta está ladeada me mira de reojo, sonrojada.

Trago saliva y toco entremedias de ambas, tengo pudor a rozar más de la cuenta.

—Shikamaru...- Miro sus ojos. —Tócame, por favor...- Su súplica me hace emitir un suave gemido, no puedo creerme lo sensual que podía llegar a ser Temari.

Respiro hondo y paso mi dedo índice por su pezón izquierdo, moviéndolo con delicadeza, embobado por el tacto. Muerdo mi labio inferior y acerco mi boca, saco la lengua y comienzo a lamerlo en círculos.

Escucho los gemidos de Temari, la cual se está mordiendo el nudillo de su dedo índice y mantiene los ojos cerrados.

Vuelvo a mirar el pecho, sabe realmente bien; como a canela, debía ser la crema que usaba después de bañarse.

Se me hace la boca agua, necesitaba más que solo el pezón, así que abro un poco más mi cavidad abarcando casi todo el pecho, metiéndolo en mo boca y succionándolo mientras, casi incoscientemente la otra mano pasa a masajear el que no estaba siendo atendido.

—¡Oh! Shikamaru...- Ella abre los ojos de sorpresa y hunde su mano entre mis cabellos, eso no me hace otra cosa que seguir con lo mío.

Mientras succiono el pecho casi por completo, mi lengua se mueve aún haciendo círculos en su pequeño botón rosado; paso al otro pecho y comienzo a hacer lo mismo, atendiendo el que queda libre con mi otra mano.

Paro por un momento para coger aire y la miro; ella me mira acalorada y antes de que pueda hacer nada, se incorpora para despojarme de mi camiseta, volviendo a fundirse en un apasionado beso conmigo.

—No pares, hazme más cosas...- Se tumba de nuevo en la cama y me mira con súplica.

Yo me quedo anonadado con su cuerpo semi-desnudo, grabando cada segundo de esta noche para tenerlo como recuerdo para posibles noches en solitario.

Me tumbo a su lado y le bajo los pantalones y las braguitas.

Admiro su cuerpo completamente desnudo. Es perfecta, no hay mejor palabra para describirla.

A pesar de ser del país del Viento, donde solo hay clima desértico, Temari tiene una piel bastante blanca y atractiva, como una muñeca.

Recorro su cuerpo con las yemas de mis dedos, debo grabar a fuego esto en mi memoria, podría quedarme mirándola todo el día; pero su cuerpo, a parte de ser perfecto, es foco de mis más obscenos deseos y tenerlo por fin delante de mí, desnudo, hace que mis manos se muevan solas hacia su intimidad.

Temari contiene la respiración.

—Las veces que habré imaginado esto...- Muevo mis dedos en círculos sobre su intimidad, acariciando delicadamente su clítoris con las yemas de éstos, mientras escucho sus gemidos salir de sus cuerdas vocales una y otra vez.

Mis labios se van directos a su boca; comienzo a besarla con ansia y pasión mientras mis dedos continúan su labor en su intimidad. Temari gime entre besos, yo estoy a punto de explotar, necesito deshacer la prisión de mi erección.

—Temari... desabróchame el pantalón.- Le pido casi suplicándole.

Ella para de besarme y me mira algo nerviosa; traga saliva y mientras yo continúo con mi labor entre sus piernas, Temari desaborcha el botón de mi pantalón, bajando la cremallera.

—Oh... qué gusto.- Suelto en un leve suspiro, de verdad era un placer poder tener un poco de libertad ahí abajo.

—¿Te molesta el pantalón?- Pregunta en un susurro, tratando de hablar normal mientras continúo tocándola.

—Sí ¿Quieres que me lo quite?- Pregunto, lamiendo su lóbulo.

Ella asiente y yo sonrío.

Dejo por un momento su intimidad y me levanto de la cama para poder quitarme los pantalones; pero al volver a tumbarme ella me para.

—Desnúdate, no es justo que yo sea la única.- Se me queda mirando y yo, aunque algo avergonzado por despojarme de mis prendas delante de ella, hago caso.

Me quito el peto, la camiseta y la camisa de malla, me despojo también de las sandalias y vuelvo a la cama.

—Te falta eso...- Señala mis bóxers.

Pero antes de poder despojarme yo mismo de ellos, Temari agarra la goma del borde, se pone encima de mí y los baja con cuidado y lentitud.

Quedo apoyado en la cama sobre mis codos mientras veo cómo ella los tira por ahí, con la demás ropa.

—Es... grande.- Me sorprendo a la par que sobresalto un poco; rasco mi mejilla algo avergonzado.

—S-supongo que es tamaño normal.- Río nervioso, esta situación es algo incómoda.

Ella me mira a los ojos y acaricia mi pecho, bajando hasta el bajo vientre y rozando con su dedo índice mi intimidad.

Suelto un gruñido y me muerdo el labio inferior. No puedo evitar centrar mi vista en sus pechos, los cuales agarro con fuerza incorporándome mejor en la cama. Ella gime y agarra la totalidad de mi erección con su suave y delicada mano.

—¿Qué hago?- Me separo de ella y veo que de verdad no sabe qué sigue ahora. No puedo evitar soltar una pequeña risa.

—P-pues... Tienes que moverlo, así...- Rodeo su mano, que a la misma vez está rodeando mi intimidad y comienzo a moverlas hacia arriba y hacia abajo. —A-ah... así.- Gimo con la boca ente-abierta, no pensaba que fuera a excitarme tanto enseñarla a masturbarme.

Me tumbo de nuevo en la cama, reposando mi cabeza sobre la almohada mientras continúo moviendo su mano por la longitud de mi erección.

Ella se relame los labios y mira embobada los moviemientos que hacemos juntos.

—V-vale, déjame a mí sola...- Me pide, y yo obedezco; como siempre.

Poso una mano sobre su cadera, acariciándola y la otra la pongo debajo de mi nuca, para poder verla mejor.

Su mano se mueve por mi intimidad de una manera tortuosa, pero sensual.

Demasiado sensual.

Se acerca a mí, noto sus labios posarse en los míos mientras sigue masturbándome ahora con más rapidez, pero no demasiada.

Parece que le va cogiendo el truco.

Nuestras lenguas se entrelazan en un apasionado baile por bien quién aguanta más el ritmo; y está claro que ella gana, porque yo estoy en clara desventaja al tener su delicada mano moviendo mi erección de esa manera tan sensual; me lleva a la locura.

—Temari... S-será mejor que pares un poco.- Le pido, si no se detiene es probable que esta noche dure demasiado poco.

—¿No te gusta?- Aparta la mano enseguida de mi miembro y yo río con una voz grave, poniéndola de nuevo debajo de mí,

—Me gusta demasiado, ese es el problema...- Le susurro al oído y puedo ver cómo se estremece.

Beso su cuello, sintiendo como el tacto de mis labios hace que su vello se erice. Abre sus piernas para dejarme entrar y por fin puedo notar cómo su mojada intimidad está en contacto con mi más que excitada erección.

—Shikamaru...- Ella me mira y se tapa la boca con ambas manos, y respiro hondo mientras beso su mejilla con suavidad.

—¿Quieres parar?- Lejos de contestar, noto sus manos agarrar mi erección e introducir la mitad de la punta en su interior. —E-eso... qué repentino...- La miro embobado y tan excitado que entraría en ella de una sola estocada, pero deseo que esto sea lento y duradero.

Muy duradero.

Temari cierra los ojos y ahora que estamos casi unidos, posa sus manos detrás de mi nuca, entrelazando sus dedos entre mis rebolicados cabellos.

—Voy...- Aviso, ella asiente con la cabeza cerrando los ojos.

Mis manos están a cada lado de su cuerpo; aprieto las sábanas color hueso de la cama y voy moviendo mis caderas de una manera suave y lenta, entrando poco a poco en ella; sin querer dañarla.

Temari abre los ojos y yo lo hago también; su intimidad está tan suave y blanda que podría acabar en ese mismo momento.

—Más dentro...- Enfrascado en mis pensamientos, no me doy cuenta de lo que Temari acaba de decir y tardo varios segundos en volver a moverme. —V-vale... Hazlo de una...- Me pide mirándome con unos ojos más verdes que de costumbre; o al menos esa es mi impresión.

Con casi la mitad de mi erección dentro de ella, ambos cogemos aire y de una sola vez, meto el resto.

Esto es el paraíso. Noto su suavidad y lo mojada que está mucho más que antes; no puedo esperar a moverme. Temari hace un pequeño gimoteo de dolor seguido de un gemido bastante más sonoro que los anteriores de puro placer.

—¿Te gusta?- Pregunto inocentemente, tratando de ser cortés.

—Muévete.- Me pseudo-ordena, a lo que yo hago caso al momento.

Me siento sobre mis rodillas y agarro sus caderas con fuerza, ella aprieta sus manos en mis antebrazos y sus piernas están a cada lado de mi cuerpo; veo cómo sus pechos se mueven con cada embestida que doy, y siento que mi cerebro no puede procesar tanto placer.

—N-no pares...- Estoy al borde de acabar, no estaba durando ni tres minutos; pero es que un segundo dentro de Temari era suficiente para hacer llegar al cielo.

Me tumbo encima de ella para poder besarla mientras mis caderas continúan penetrándola a un ritmo constante, no demasiado rápido; ni demasiado lento. Sus piernas se entrelazan detrás en mi cintura y sus manos me toman de las mejillas; yo abrazo su cuerpo e introduzco mi lengua en su boca con ansia de saborear cada rincón; juego con la suya, la succiono y lamo sus labios mientras continúo penetrándola, ella me suplica que no pare a cada momento; yo no tengo intención de hacerlo.

De pronto, comienza a abrir los ojos y encorva la espalda. Me separo un poco de ella volviéndome a sentar sobre mis muslos, pero esta vez puedo notar cómo su intimidad está contrayéndose, lo que hace que abrace mi erección de una manera deliciosamente placentera.

Tomo sus piernas y las pongo encima de mis hombros para poder adentrarme mejor y que ella sienta más placer.

—Shikamaru... Es-está muy dentro...- Aprieta las sábanas con sus manos, casi rasgándolas con las uñas.

—Ya, lo sé...- Gimo con ella. —Estás muy mojada, entra bien...- Mis manos agarran sus muslos y, al quedar cerca de mi rostro, comienzo a besarlos mientras sigo con las embestidas que cada vez, se vuelven más salvajes.

—No aguanto más si sigues así... Shika...- Doy gracias porque ella también esté a punto de acabar, dado que mi cuerpo no puede aguantar este placer por mucho más tiempo.

Descanso sus piernas ahora sobre mis brazos y me acerco a ella para besarla, quiero acabar mientras devoro su boca.

Unas embestidas más, y noto cómo la intimidad de Temari abraza aún más fuerte mi erección; sus gemidos se vuelven increíblemente sonoros dentro de mi boca, su cuerpo sufre pequeños espasmos debido al placer y sus ojos se ponen en blanco; está acabando.

Me pide que no pare e intento aguantar todo lo que puedo hasta que noto un gran suspiro de satisfacción por su parte, en señal de que ha acabado.

—N-no puedo más...- Se tiende sobre la cama y yo salgo de ella antes de acabar dentro.

Me mira mientras me masturbo y sonrié de una manera tan sensual que no puedo evitar acabar mientras la miro.

Sin querer, no mido la potencia con la que sale mi esencia y acabo llenando todo su abdomen, incluso llegando un poco a su mejilla y labio.

Cuando recupero el aliento y trago un poco de la saliva que me queda, intento disculparme.

—¡P-perdón! No he controlado...- Avergonzado trato de buscar algo con lo que ayudarla a limpiarse.

Temari comienza a reír para mi asombro.

—Está bien...- Saca unos pañuelos de la mesita de noche y me ofrece unos cuantos para limpiarme también.

Al cabo de unos minutos, me encuentro tumbado en la cama, con Temari reposando en mi pecho dormida como un ángel.

Miro por la ventana, ha vuelto a llover pero se puede apreciar que es de madrugada, podría suponer que serían las seis y media; en dos horas teníamos que estar listos para volver al papeleo de los exámenes, aunque no sé muy bien qué vamos a hacer después de esto.

Tomo la cabeza de Temari y la poso sobre la almohada con delicadeza, me levanto y me pongo los bóxers, busco mi peto y saco de él la cajetilla de tabaco y el mechero.

No es que estuviera triste, estaba realmente feliz por todo lo que había hecho con Temari hoy, pero me estresa el hecho de pensar qué pasaría después; así que necesitaba un cigarro.

—Ni se te ocurra, Nara.- Escucho detrás de mí justo cuando abro la ventana.

Río y levanto las manos con el cigarro en la boca.

—Pensé que estabas durmiendo.- Dejo la cajetillay el mechero en el poyete de la ventana y me tumbo de nuevo con ella.

—¿Por qué querías fumar?- Me pregunta incorporándose en la cama, tapándose con las sábanas.

—Si te soy sincero, estoy estresado.- Confieso; ella me mira extrañada. —No sé qué va a pasar después de ésto. ¿Somos una especie de pareja?- Pregunto serio.

Noto un atisbo de miedo en sus ojos, aparta la mirada.

—Está bien, chica problemática.- Río y le beso la cabeza. —¿Tú eres feliz conmigo?- Pregunto tomando su mentón.

—Soy feliz así...- Asiente con la cabeza y me da un pequeño beso en la nariz.

—Entonces todo es perfecto.- Ambos sonreímos y dejamos que lo que queda de noche nos acune en sus brazos.

A la mañana siguiente, con la luz de un nuevo día entrando por la ventana que dejé entre-abierta, nos duchamos uno después del otro y nos vestimos para hacer las tareas que nos corresponden.

La llevo a comer al mismo sitio de sushi de ayer y después de comer, como estaba previsto la acompaño a las puertas de Konoha.

—Ten cuidado...- Me quedo parado enfrente de ella. No sé bien cómo quiere despedirse de mí.

No me dice nada, se me queda mirando.

—¿No vamos a despedirnos?- Pregunta con los ojos algo entristecidos.

—Pensé que... B-bueno ¿Cómo quieres despedirte?- Pregunto, ella bufa y pone los brazos en jarra.

—¿De verdad tienes un alto coeficiente intelectual, Nara?- Se acerca a mí y me toma de las solapas del peto, atrayéndome hacia ella para darme un duro beso, que pronto se convirtió en uno suave y dulce.

La abrazo por la cintura y ella entrelaza sus manos detrás de mi nuca.

—Volveré pronto.- Susurra, tocando nuestra narices.

—Aquí estaré...- Le doy otro beso corto y nos separamos.

Me apoyo en el borde de las puertas mirándola, hasta que no me alcanza la vista y suspiro.

Ahora comprendo porqué mi padre decía, que hasta la mujer más temible puede ser dulce con el hombre al que ama.


¡Y así concluye otra glowhistoria!

¿Qué dices Glow?

No sé, déjame, quiero tener palabras cools con mi nombre.

¡Muchísmas gracias de nuevo a todos y todas los que habéis llegado hasta el final! Ya sabéis que me encanta recibir comentarios vuestros para saber vuestras opiniones del fic y poder mejorar cada vez más.

Nos vemos en otra de mis historias, aquí estaré dándole al coco para exprimir más ideas.

¡Besitos de chocolate para todos!