Una corta historia inspirada en la canción Once in a While.
Shingeki no Kyojin no me pertenece.
Ese fue el momento que supo que estaba perdido por ella.
La amiga de Eren. La mocosa que lleva un vestido celeste con flores rosadas y un sombrero para protegerla del sol, que camina sin preocupaciones por las calles del pueblo.
La misma mocosa que acaba de romper uno de sus zapatos.
La observa. Quiere ayudarla, pero no sabe cómo.
Puede ver su cara de frustración, la manera que frunce su ceño, imagina el sonido que brota de sus labios al quejarse del percance que acaba de tener.
Imagina, y se conforma con eso, porque sabe que acercarse a ella significa alejarla.
Porque sabe también que la mocosa no lo soporta.
Intenta ignorar la presión que siente en su pecho, mientras piensa una manera efectiva para poder ayudar a la chica.
Tal vez debería buscar un poco de pegamento.
Su mente trabaja rápidamente. Sabe que en algún cajón en su oficina tiene guardado un poco del pegajoso material. Pero está muy lejos de su oficina. Tal vez en alguna tienda le vendan un poco…
La mira nuevamente. Los labios fruncidos de la chica le resultan cómicos, despertando algo muy dentro suyo, pero se contiene, no dejando que su rostro le traicione.
Se sobresalta. La ve enderezarse, decidida, alejándose de su oportunidad de hacer algo por ella. Algo, para que cambie de parecer.
Otra oportunidad desperdiciada. Suspira.
No hay caso, después de todo, fue solo su imaginación. Mikasa no necesita de su ayuda, por más que intente ofrecérsela.
Y sabe que es inútil intentarlo, porque en el momento en que se acerca, nota que la chica pasa a su lado sin siquiera dirigirle la mirada.