Los personajes de "Gorillaz" no me pertenecen, son creaciones de Damon Albarn y Jamie Hewlett.
El personaje de "Kelly" es propiedad de axeprincess22, a excepción de su nombre.
BALLET GORILLAZ
¡Feliz cumpleaños, Noods! Parte uno.
En el auge del otoño, la ciudad se revestía con el Halloween en cada esquina. Todas las casas ya estaban adornadas con la temática de la tenebrosa temporada; esqueletos, espantapájaros, figuras de brujas volando en escobas, ventañas cargadas de arañas de plástico, falsas telarañas y jardines convertidos en cementerios artificiales. De toda la urbanidad del West London, sólo dos de los conjuntos de apartamentos no tenían aún ninguna decorativa alusiva a la fiesta célebre.
La primera era la residencia de la señora Rumbletown, quién siempre se oponía a festejar algo relacionado "al demonio" y "al abismo de perdición" por lo que su casa lucía desabrida e insípida como de costumbre, sin matices ni colores especiales.
A Gorillaz, por el contrario, las fechas los habían agarrado tarde. Y al ambicioso y ocupado Murdoc Niccals eso no se le pasaba por alto.
-¡Tenemos que hacer algo grande, algo que deje a todos esos bastardos con la boca abierta! Algo que… que… ¡Qué haga que se caguen encima, sí!
Sus demás compañeros de banda, más la añadidura de su sobrina y el Boogieman lo observaban entre compungidos y aburridos, o pasaban de él olímpicamente, Lissel era la única que le prestaba verdadera atención; Noodle resoplaba, Russel se esforzaba en no roncar, 2D se sacaba los mocos escrutándolos minuciosamente y el Boogieman le miraba desaprobatoriamente.
-¡Ya sé! —Exclamó el satanista, como a quien se le enciende un bombillo— Daremos una fiesta. Está decidido.
-¿Eh? ¿Así sin más? ¿No lo vas a someter a votación, tío? —La pequeña Niccals estaba perpleja con la simplicidad del asunto y se dirigió a los demás en la salilla—¿Ustedes no van a decir nada?
Pero no halló respuesta, si no vacuidad. El afroamericano ya había sido secuestrado por el reino de los sueños y Stuart Pot le seguía el mismo camino. Noodle en cambio se había colocado de pie, tomando su afable bolso de trabajo.
-Yo tengo que cumplir mi turno. Ja ne, minna.
Hizo un gesto con la mano y desapareció escaleras abajo.
Murdoc se rascó la barbilla entrecerrando los ojos.
-No entiendo qué tiene de interesante ese estúpido trabajo ¡Bah! No la necesitamos.
-Tío Murdoc ¿No te da curiosidad?
-¿Ah?
-De saber del trabajo de Noodle ¿No quieres saberlo?
-Lissel, tenemos asuntos más importantes ahora. —Respondió el hombre verdoso desplegando un largo pergamino cuyo recorrido cubrió todo el suelo hasta desaparecer el resto escaleras abajo—. Hay que tomar prestada una tumba del museo central, pasar por el barrio de las brujas, contratar unos zombies, cazar una manada de murciélagos en una cueva, atrapar algunas tarántulas… ¿Qué te parece? Será un día ocupado.
Lissel hizo una mueca. Sí, sería un día ocupado.
Murdoc sacó el Winnebago y haciendo maromas para lograrlo, arrastró consigo a sus dormidos compañeros de banda. Llamó a su itinerario "un día de expedición especial" y pisó el acelerador a fondo. Dentro de su fiel vehículo y para su infortunio, se había colado dentro el Boogieman, alardeando de que cómo todo buen plan de Murdoc, aquella expedición terminaría en fracaso. Y para más, su sobrina y el ente demoníaco no paraban de charlar entre ellos, lo que le sacaría las canas que gracias a la intervención de distintos pactos no le salían.
Sí, sería un día muy pero que muy largo.
El café estaba ambientado de pies a cabeza con el Halloween. Era una de las fiestas más entretenidas y originales a la manera de ver de la japonesa y por lo que Caroline le dijo, la favorita del alegre gerente del mismo.
Noodle podía afirmar que la morena tenía toda la razón cuando Cristian le hizo un pedido con características específicas por aquella semana: se trataba de mejorar la versión de la típica momia que reaccionaba saltando de un sarcófago. El ambicioso hombrecillo quiso llevar los cometidos de la falsa figura más allá.
No obstante, la azabache encontraba más simple a su parecer contratar una momia para el trabajo o buscar una personalmente en Egipto, pero queriendo poner a pruebas su destreza mecánica decidió aceptar el reto y ponerse manos a la obra.
Por ello, a un día del treinta y uno de octubre, llegó más temprano de lo habitual.
Todo fue una confabulación entre la asiática y el medio español.
Una vez colocada junto a la entrada del Maid café, la momia activada por la japonesa captó con su sensor instalado al barbudo que la examinaba maravillado.
-This is amazing Noodlelita, definitivamente te luciste ¡Eres asombrosa! ¡Mira nada más, parece tan real! Quie- ¡AAAAHHHH!
La vendada figura avanzó cuatro pasos vertiginosos hacia el gerente y se abalanzó sobre el mismo, temblando estrepitosamente y desechando espuma por la boca, bajo las vendas de la cara donde se supuso debían de estar los ojos unas lucecillas candentes rojo sangre se encendieron y dio la alusión de que la momia comenzaba a llorar una sustancia del mismo color.
La expresión del hombre era digna de estar en un museo de arte, con mayor razón cuando del horror pasó a la emoción tremenda e instingante, pegando brincos, chillidos y aplausos. Había logrado un resultado mejor de lo esperado. Noodle se sintió orgullosa de su creación.
-¡Es perfecto! ¡Perfecto!
El terrorífico procedimiento de la momia volvió a ser puesto a prueba con las compañeras de la japonesa, quienes al no tener la menor idea vivieron la experiencia con mayor furor. Caroline había comenzado a gritar y rezar como posesa, hasta que al entender de qué se trataba terminaba riéndose a carcajadas con las mentes siniestras del plan; Magda se había caído al suelo atemorizada y perpleja, lanzando manotazos y patadas al azar. Al entender que era una broma pesada, los insultó e iracunda optó por cumplir con su trabajo. Finalmente, Kristeü había gritado todo lo que le dieron las cuerdas vocales, empujado a la momia falsa tratado de huir del café hasta que Cristian la detuvo explicando lo sucedido y como resultado obtuvieron a la rubia rompiendo en llanto. Noodle había sentido algo de pena por sus compañeras, pero el gerente estaba tan emocionado con los cometidos de su despiadada creación que dio por zanjado el asunto encogiéndose de hombros.
Ya estaba listo; habían telarañas falsas por doquier, calabazas encendidas en las encimeras, calaveras vestidas de Maids, Maco y Momo disfrazados de monos lobo. Nada del otro mundo. Lo realmente impresionante era la fatídica momia, cuyo efecto era tan atroz, que los clientes grabaron vídeos de la misma subiéndola a redes sociales. En pocas horas, había recaudado millones de visitas en el cibernético mundo.
Era un lindo día.
-¡Pronto, pronto! ¡Pongan el notificero! ¡Ya! —Caroline había salido de la nada exaltada y buscaba con desesperación el control remoto de las pantallas del local. Una vez encontrado, los ojos de Noodle se abrieron como platillos—No es posible.
Oh, pero claro que lo era.
-Y en últimas noticias la policía persigue a los sospechosos de robar un sarcófago en el museo British. Los presuntos delincuentes huyen en una casa rodante por toda la A501. Los informantes confirman que los antisociales se tratan de los ciudadanos Murdoc Niccals de cuarenta y seis años de edad, el estadounidense Russel Hobbs de treinta y siete años y Stuart Pot de treinta y cuatro, conocidos integrantes de la popular banda GORILLAZ. Además parece ser que llevan consigo a una menor de edad. No es la primera vez que Niccals desafía la ley, sus antecedentes datan de…
Noodle no necesitó oír más del corresponsal. Era posible. Era Murdoc después de todo.
El olor a rata muerta los despertó horas más tarde, con un mareo incesante. La migraña ultrajaba la entereza del peliazul con un dolor agudo y punzante, de modo que se quedó hecho un ovillo en el apestoso suelo del Winnebago. Russ sí reaccionó propiamente, se puso de pie intentando no tambalear y entendió que de nuevo era arrastrado por alguna decisión incoherente de ese bajista perturbado. Y no tenía intenciones de permitirlo.
Sin importarle que el vehículo fuera en movimiento, una de las grandes manos del baterista apretó hasta el borde de la asfixia el desganado cuello del bajista, hasta que la cara fue mutando a diversos colores. Lissel contemplaba con cierta turbación la escena, tapándole los ojos a la aparatosa muñeca en su regazo. El neoyorquino poseía una cara de pocos amigos bien pronunciada.
-Muy bien, imbécil, detente ya.
-¡Ru-Russ! ¡Despertaste! —Murdoc exclamó haciendo un esfuerzo sobrehumano para hablar, sin soltar el volante. Su cara ya se tornaba azul y la lánguida lengua se le escurría fuera de la boca.
-Murdoc…—Russel no dudó en hacer más presión en el agarre, hasta que la pequeña en el puesto del copiloto se atrevió a abogar por el satanista.
-¡No podemos detenernos, tío Russ!
-¿Ah no? ¿Y por qué no?
El baterista miró hacia el retrovisor que débilmente señaló Murdoc con su pútrido dedo índice, encontrando a un séquito de patrullas a unos metros del Winnebago férreas a no detenerse. Russel soltó al dueño del viejo vehículo rechinando los dientes y maldiciendo todo por no haber despertado a tiempo. En el fondo contra las paredes metalizadas, más allá del tullido vocalista, encontró un sarcófago de piedra vieja y pesada, junto a esa figura demoníaca que seguía a los Niccals a dónde fueran. Con pesar, reconoció la situación.
Ya estaba involucrado con un problema gordo, nuevamente gracias a la blasfemia de Murdoc.
-Muy bien, Liss, dime qué es lo siguiente.
-Las serpientes venenosas… ¿De verdad piensas seguir con esto, tío? ¿No ves que nos sigue la policía?
-Já, por supuesto que sí. ¡Sujétense!
Como evocando una película de acción, Murdoc pasó los ciento veinte kilómetros conllevando a su querido Winnebago a dar el máximo de potencia, evadiendo obstáculos y automóviles en la vía. ¿Cuántas leyes había violado ya? Bah.
El London Zoological Gardens pronto estuvo a la vista; atravesando una reja y aterrando a los visitantes, allanó el lugar, buscando con sus ojos pretensiosos el área de las serpientes. Maniobrando el manejo del Winnebago con los pies, Murdoc tomó una caja de plásticp y atrapó en ésta cinco serpientes en conjunto.
La caja se vio al borde de resbalar de las manos del bajista: una de las víboras asomó su cabeza y abrió las fauces demostrando sus letales colmillos, dispuesta a enterrarlos en la verdosa piel de Murdoc, de no ser porque éste fue más rápido y ahorcó al pobre animal metiéndolo en la caja, pero perdiendo el manejo del Winnebago en el procedimiento.
Era una suerte que Russel estuviera ya consciente para tomar el volante y empujar al bajista con la caja en sus manos dentro del vehículo y maniobrar para no estrellarse contra la reja de las jirafas a dos metros de distancia. Con el corazón latiéndole a mil, Lissel se tapó los ojitos y 2D se vio chocando simultáneamente con el interior trasero del vehículo mientras el Boogieman lo esquivaba, chorreándose un líquido negruzco y maloliente encima de él que se encontraba dentro de una extraña botella con símbolos anormales.
-¡Liss! ¡Lo que sigue, lo que sigue!
Fue un día de trabajo movido. Hubo clientes de sobra llenando las mesas, entrando y saliendo constantemente, todo gracias a que se había corrido la voz respecto a la terrorífica momia de Noodle toda la ciudad, los clientes la grabaron y la subieron a sus redes sociales, de modo que todo el mundo quería conocerla. Muchos quisieron tomarse un sinfín de fotografías con la japonesa y su creación, así que al finalizar el turno, Noodle estaba más agotada de lo normal.
Magda Gringwall la llevó al West London luego de dejar al resto del reparto, ya marcando el reloj entrada las diez de la noche. Estacionando frente al apartamento, un trío de patrullas impedían hacerlo al pie de la entrada.
-Deben estar aquí por lo de las noticias—Puntualizó Magda observando con obviedad la patrulla. La nipona asintió a sus palabras y se bajó del automóvil, dando una reverencia como sinónimo del gracias a la pelirroja. La amargada mujer no le contestó al gesto y emprendió la marcha lejos del lugar.
Encogiéndose de hombros, Noodle caminó hasta la puerta pero fue interceptada por uno de los seis uniformados en el lugar.
-¿Señorita Noodle?
-Hai.
-Hemos estado siguiendo el rastro de sus compañeros de banda todo el día, pero no los hemos encontrado.
-No tengo la menor idea de dónde estén.
-Señorita, cualquier intento de encubrirlos será penado.
-Ya le dije, que no sé nada de ellos. —Noodle respondió con una mirada fiera acompasando sus palabras, tras otra mirada de advertencia al finalizar, siguió su camino dándole la espalda al oficial.
-Sí descubrimos que usted tiene algo que ver con todo esto irá a la cárcel.
Noodle se quedó de pie con la mano en el pomo de la puerta, digiriendo las palabras del oficial y sin nada más que decir abrió y cerró la puerta una vez estuvo dentro sin ver de nuevo al uniformado en el procedimiento.
Suspiró con pesadez. Todo era obra de Murdoc, estaba tan segura de eso como de que el cielo era azul y la sangre era roja. Sólo deseaba que Russel y Stuart salieran lo más ilesos posible del embrollo en el que estaban metidos, que era uno gordo. Maldijo el instante en que ese satanista los tomó como víctimas de sus enfermizas y disparatadas ideas.
Esa noche no dormiría muy bien.
Los ruidillos y el cantar de los animalillos nocturnos revoleaban en los oídos de los cinco. Los cuerpos yacían sentados sobre la espesa hierba bajo ellos, con el Winnebago a unos metros y la bruma nocturna abarrotada de centenares de estrellas, acompañadas por el los brillantes puntos que eran las luciérnagas que relucían en la oscuridad del plano terrestre; Lissel se envolvía temblorosa en una manta que tendió sobre ella el Boogieman, abrazando férreamente su muñequita, mirando el vaivén de las llamaradas que mostraba la fogata a la cual rodeaban.
-Bien… Listo… Caja de pandora… listo.
Murdoc revisaba con afán la larga lista de cosas que habían conseguido, ajeno a sus compañeros, sacando cuentas y análisis en su propio mundo.
Sobre todo, ignoraba la contrariedad en su pasmada sobrina, que veía sin creerse a 2D rascándose los brazos y la piel que con las manos conseguía a su paso, mientras molía en un tazón un montón de hierbas. Sus venas estaban todas hinchadas y negras, mientras la piel de las orejas, el cuello y las manos tomaba un color verde muy vomitivo.
-Entonces… Sí bebo salvia con hierbas del interior del Stonehenge ¿Se pasará? —Inquirió el pobre vocalista con la cara hinchada al Boogieman, el cual asintió—Bien. —Sin pensárselo, se pasó de un trajo el revoltijo.
-Kelly… Kelly…
A unos metros de ellos, tumbado en forma de estrella sobre la grama, el neoyorquino vociferaba aquel nombre como un mantra constante desde que habían arribado al lugar. Parecía perdido. Al principio, había estado desesperado, como a quien le roban el aire para respirar, pero ahora se encontraba irrefutablemente resignado a permanecer con ellos en medio de la nada a kilómetros de la capital inglesa, lamentando por no poder encontrarse con su amada compañía del parque Greenwich.
-¿Aún sigues con eso de la fiesta, tío? —Preguntó la pequeña Niccals fulminando al bajista, aceptando una taza con chocolate caliente que le ofrecía la entidad demoníaca que los acompañaba.
-¡Por supuesto que sí! ¡Será la fiesta de Halloween más histórica de todas! Sólo me faltan los panfletos y…
-Olvídalo niña. Ese tipo siempre hace cosas como éstas—Se entrometió el Boogieman sentándose junto a la pequeña. —Es el pan de cada día.
-¿Hacer locuras cómo estás?
-Eso y ser un fugitivo de la ley.
La hija de Hannibal soltó unas risitas y volvió su atención al fuego danzante.
-¿Crees que Noodle esté bien? —Comentó de repente Stu-Pot.
-Lo está—Afirmó la entidad.
-Sí, si lo está—Le secundó Lissel para que 2D escuchara, tranquilizándolo.
-Iré por algo de beber—Dijo con pesadumbre el vocalista junto a ellos, luego de pasados unos minutos. Era ajeno a la compañía que el Boogieman y Lissel se hacían, después de todo no tenía la capacidad de escuchar las palabras del mismo, por lo que a la sobrina de Murdoc le tocaba impartir como el medio de comunicación con el mismo.
Se levantó hasta el Winnebago algo tambaleante. Gracias a la luz que otorgaba la fogata, vio como su piel volvía poco a poco a la normalidad y sintió un profundo alivio. Imaginó como se hubiera puesto Noodle de haber estado con ellos y suspiró. La extrañaba mucho y esperaba poder volver a estar con ella, sobre todo esperaba que eso fuera para su cumpleaños.
Veintidós. Noodle ya cumplía los veintidós años de edad para esa fecha. El estéreo del Winnebago marcaba ya la medianoche con ocho minutos cuando entró en su rango de visión.
-Feliz cumpleaños, Noods…
Dijo más para sí mismo que para cualquiera, palabras que se llevó el viento con un deje de melancolía. No era ahí donde debía estar, sí no deseándole aquello a la japonesa bajo las frazadas de su cama, ahí donde tan a gusto estaba con ella. Se espabiló de esos pensamientos, recordando su cometido: buscó el agua removiendo el mugre de Murdoc, hasta que pensó dar con la botella… Ignorando su terrible equivocación.
No fue hasta que un serpenteo llegó a sus oídos que se dio cuenta del importantísimo detalle: la caja de las serpientes estaba a medio abrir y lo que había tomado no era ni más ni menos que una de ellas.
El dolor que el reptil le causó fue horroroso: sus dientes traspasaron la pálida piel de su muslo en un abrir y cerrar de ojos. La adrenalina del momento logró que se la quitara de ahí, rogando no perder ese trozo de carne y gritando como un desdichado.
El desconcierto de los otros llegó pronto. Vieron como Stuart corría desesperado bajándose los pantalones, rebelando la catastrófica mordida de la serpiente dando alaridos.
-¡Me mordió! ¡Ah, Dios! ¡Me mordió! ¡Duele, duele!
-A ver, a ver, cálmate, Face-Ache.
Murdoc se levantó y lo tomó de los hombros, pero el pánico seguía apresando al vocalista, no fue sí no hasta que le dio un porrazo que dejó los alaridos. Miró sin el menor cuidado la mordida, improcedente a los otros atónitos.
-Es sólo una mordidita. Bien ¿Quién quiere succionar el veneno? —Los tres hicieron muecas de asco, aunque la máscara de gas censurara la del Boogieman—¿Nadie? Uh ¡Bien! Lo siento Face-ache, parece qué pasarás a mejor vida.
-¡¿Qué?! ¡No puedes dejarlo morir!
-Me parece, mi querida Lissel, que no estás entendiendo…
Las palabras del bajista quedaron a medio camino. El estadounidense presente se levantó, crujiendo sus nudillos y nuca, hasta encarar con clara amenaza a lo que era un minúsculo Murdoc para él aún recuperado su tamaño normal.
-Me parece que eres TÚ—Enfatizó Russel pinchándole la frente con el dedo índice—El que no entiende, Mudz. Tú trajiste esas serpientes…—Y con sus manos lo postró como un títere contra la piel del muslo herido del vocalisto—Tú solucionas esto.
Murdoc tragó fuerte.
-Russel, gordo querido, vamos no creerás que yo puedo—Sus palabras terminaron muriendo en la garganta, la cual era obstruida por una mano que comenzaba a ahorcarlo con vehemencia—Okay…O…kay.
Recuperando el aire y atrapado en esa encrucijada, Murdoc se vio sin más opciones y tuvo que cubrir con la boca bien abierta la mordida en la blanda piel del agónico 2D: succionó tanto como pudo, extrayendo el sabor metálico de la sangre mezclando con el del veneno inyectado. Una vez desapareció la amargura del veneno de la víbora, alejó la boca y escupió aseado a un lado.
-Ahg—Masculló iracundo, levantándose y odiando la sonrisa divertida del baterista. —De verdad son un verdadero dolor de culo.
Una vez estuvo de pie, el Boogieman tuvo que privar de la escena a los ojitos inocentes de la pequeña Niccals y Russ se dio la vuelta infinitamente asqueado, mientras Murdoc se bajaba los pantalones hasta las rodillas para apuntar su virilidad hacia la herida del peliazul y dejar salir el amarillento líquido de la orina.
-Agradéceme luego, maldito cara de culo.
Quería traerles esto para el cumpleaños de nuestra querida Noodle, pero las cosas se complicaron.
No obstante, no iba a pasarlo por alto. Les traigo una tremenda aventura de nuestra querida banda para conmemorar el cumpleaños de nuestra japonesa predilecta.
Se despide
MioSiriban