Naruto y sus personajes son obra de Masashi Kishimoto. Lo único que me pertenece es la idea y la historia, las cuales hago sin ánimo de lucro, con el fin de entretenerme y entretener a quien quiera leerla.
Bueno queridas y queridos lectores, viendo el INESPERADO éxito que ha tenido este pequeño relato he decidido acabarlo antes de irme de nuevo a casa de mi chico donde no podré escribir; pero os aseguro de que las ideas en mi cabeza no mueren, y todo lo que tengo lo escribo aunque sea en el móvil o alguna de mis locas ShikaTemas. ;)
Quiero agradecer de todo corazón a aquellas personas que se pasaron y dieron una oportunidad a esta escritora inspirada que quiso brindaros con amor y lujuria. De verdad, muchas gracias por leerme.
RECORDATORIO MUY IMPORTANTE: Idea sacada de un increíble doujinshi NaruHina "Uzumaki Hinata No Monologue Tokidoki, Anata"
Lo he comentado en todos los capítulos; pero continúo insistiendo en que mi Fic ShikaTema está inspirado en ese fantástico doujinshi que sin duda recomiendo. Para que luego no vengan reclamando a esta servidora por plagio... ¡Por que no es así! Los que bien me conocéis de las páginas sabéis que soy muy, MUY pesada con los créditos ¿O no? Jajajaja.
¡Algo más!
Nota sobre la lectura: Espero que el tener diferentes POV's en los capítulos no haya sido un lío o inconveniente. Si es así, por favor decirme para no volver a hacerlo, porque quería probar a ver qué tal se me daba escribir la misma historia desde las tres perspectivas posibles. Si sois tan amables de comentarme qué os parece, os lo agradecería muchísimo.
Nota sobre la personalidad de Temari: Bien, quizás habéis notado a Temari un poco OOC aunque no he recibido ninguna queja sobre eso, y la verdad es que me alegra; pero me gustaría aclarar que si encontráis a Temari un poco más tímida o delicada de lo habitual es porque -y en esto concuerdo muchísimo con WhiteTigerKiara a la hora de escribir- ella está enamorada, es una esposa y sobretodo es una humana que siente y se sonroja cuando su marido... Ya sabéis. Así que no os sorprendáis de ver a una Temari algo tímida y algo más sumisa de lo habitual. Adoro a Temari, es mi personaje preferido y me encanta describir sus emociones cuando ve a Shikamaru.
¡GLOW CÁLLATE YAAAAA! xD
Sin más que decir;
disfrutad de mis locuras.
Capítulo II
El murmullo de los ciervos
Los latidos de un corazón impaciente
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POV General.
Los rayos del astro diurno se colaban tímidamente por la ventana; el despertador de la mestia de noche de cierto ninja de ojos rasgados sonó y perezosamente lo alcanzó con su diestra para darle un más que merecido golpe para apagarlo.
No tenía ninguna gana de levantarse e ir a trabajar puesto que aquella noche hizo de todo menos dormir. Su querida pero problemática mujer había hecho algo que lo tuvo dando vueltas en la cama durante toda la noche, mirándola dormir, acordándose de lo que había hecho; ella encima de él dándose placer sola a su costa, y encima él sin poder disfrutar de su cuerpo mientras lo hacía.
Chasqueó la lengua y abrió uno de sus ojos con lentitud para mirarla; estaba dormida aún. Su cabello rubio y suelto estaba por todo el lado de su almohada, lo acarició y sin pensar mucho sonrió.
Ella se revolvió perezosa apretando su rostro contra el almohadón de su lado emitiendo sonidos de queja por no querer despertarse. Shikamaru la miraba como embobado.
—Hay que despertarse...- Su voz ronca de la mañana sonó como música para los oídos de ella, que asintió aún con el rostro pegado en la almohada.
El Nara se levantó primero dirigiéndose al cuarto de baño para asearse; lavarse la cara, los ojos y hacerse su típica coleta. Luego entró su mujer.
Shikamaru se dirigió a la habitación de su hijo para despertarlo, sabía lo mucho que le costaba levantarse porque él también había tenido su edad y también había sido muy perezoso -mucho- pero el paso de los años le enseñó que la pereza no lleva a ninguna parte.
—Buenos días papá.- Escuchó nada más abrir la puerta.
—¿Estabas despierto?- Preguntó el ninja sentándose en el costado de la cama, pasando una mano por los cabellos morenos de él, revolviéndolos.
Ambos Naras se dirigieron al piso de abajo, Shikadai se fue al baño y Shikamaru fue a la cocina para ayudar a Temari con el desayuno.
Era la rutina de cada día, una rutina maravillosa.
Entró a la cocina y se encontró a su mujer de espaldas preparando la leche con cacao a Shikadai. El moreno estaba algo nervioso y no sabía bien qué decir, puesto que Temari al parecer no sabía que él tenía conocimiento de todo lo que había hecho la noche anterior -y la anterior a esa-, pero tenía que dejárselo caer de alguna manera y quizás sería divertido ver cómo se ponía nerviosa. Así que con una sonrisa bastante pícara, el Nara se colocó detrás de su mujer besando el cuello descubierto -esa mañana sólo se había hecho una coleta y podría decirse que la familia Nara al completo llevaba el mismo peinado-.
—Buenos días...- Susurró cerca de su oído.
Temari rió por lo bajo mientras movía con la cuchara el cacao en la leche para que se disolviera.
—Como venga tu hijo otra vez y nos vea así, nos va a regañar.- Le miró de reojo y le dio un pequeño beso en la mejilla.
—No puedo evitarlo.- Shikamaru mordió con delicadeza el lóbulo de la oreja izquierda de su mujer; ella emitió un casi inaudible jadeo apretando la cuchara que tenía en la mano con fuerza. —¿Sabes? Esta noche he soñado contigo.- Confesó mientras una de sus manos levantaba la falda de su vestido morado, adentrándose a tocar el muso desnudo; Temari cerró los ojos sonrojada. —Parecía tan... real.- El Nara succionó ahora el cuello de Temari y ésta apoyó su cabeza en el hombro de él para que tuviera más libertad.
—¿Cómo de real?- Preguntó ella en un susurro. Tenía el corazón en la boca, habría jurado que Shikamaru estaba completamente dormido.
—Tan real cómo esto.- Shikamaru adentró su diestra debajo de la ropa interior de su mujer. Rozó con las yemas de dos de sus dedos el clítoris relajado de ella; pero que estaba comenzando a despertar.
A la rubia se le paró el corazón y se quedó estática con los ojos como platos.
Se acordó de las dos noches anteriores donde ella sola se brindaba placer mientras su marido dormía, pero no había nada más espectacular que tener a su propio marido tocándola y mimándola de esa manera; no había color.
Sin embargo; antes de llegar a más, Shikamaru escuchó cómo la puerta del baño de abajo se abría. Ambos se separaron al instante y mientras Temari preparaba el café para ambos; Shikamaru ponía la mesa.
Shikadai entró en la cocina con el teléfono móvil y se sentó en la silla que le correspondía, al parecer no había notado nada extraño.
—Shikadai, te he dicho que en la mesa no se está con el móvil.- Comentó Shikamaru algo molesto.
—Es por una buena razón, estoy hablando con Boruto.- Comentó el niño mientras escribía a toda velocidad mensajes instantáneos. —Dice que hoy no tienes que ir a trabajar, es el cumpleaños de Himawari y el Séptimo no quiere perdérselo.- El menor le enseñó los mensajes de Boruto a su padre y éste los leyó asintiendo la cabeza.
—Vaya... ¿Y para eso me levanto temprano?- Se recostó en el respaldo de la silla con una mueca de cansancio.
Shikadai y Temari rieron.
Cuando acabaron de desayunar, Shikamaru acompañó como de costumbre a su hijo hasta la academia y al volver se dio cuenta de que no tenía nada más que hacer.
Llegó a casa y pudo notar la tranquilidad, esto era lo que Temari vivía todos los días cuando no estaba de misión o de visita en Suna. Echó un vistazo rápido a la casa, admirándola, recordando cuando Temari y él la decoraron. Si no hubiera sido por ella, la casa seguiría sin muebles.
—¿Qué haces ahí parado?- Preguntó cierta rubia que estaba enfrente de la entrada con los brazos en jarra.
—Estaba mirando nuestra casa.- Confesó Shikamaru con una sonrisa. —Me acuerdo cuando me ayudaste a decorarla.- Subió el escalón de la entrada, descalzándose antes y se acercó a su mujer. —¿Te acuerdas cuando dormíamos en un colchón en el suelo?- La agarró de la cintura, ella rió algo sonrojada.
—Sí... Ha pasado mucho tiempo de eso.- Temari comenzó a hacer círculos con su índice en el pecho de su marido mientras le miraba de reojo por debajo del flequillo.
Shikamaru se mordió el labio y una sonrisa pilla asomaba por sus comisuras; Temari le miraba algo confusa.
—¿En qué piensas?- Preguntó la rubia.
Shikamaru deshizo el abrazo y la tomó de la mano llevándola escaleras arriba.
—En el sueño de ésta noche.- Confesó el moreno mientras abría la puerta de su dormitorio. —Y en que estamos solos.- Hizo que Temari entrara y cerró la puerta.
—Oh...- Temari sonrió pegándose a él y caminando hacia atrás donde estaba el borde de la cama. —¿Y cómo ha sido el sueño?- Preguntó con un tono insinuante mientras pasaba a besar su cuello con dulzura.
Shikamaru ladeó la cabeza y cerró los ojos. Rozó las caderas de su esposa para acto seguido agarrarlas con fuerza y empujarla delicadamente hacia la cama, tumbándose encima de ella.
—Si te lo dijera me llamarías enfermo.- Rió el Nara acordándose de la parte del sueño donde Temari tenía dieciséis años.
Temari le miró con una sonrisa con aires de confusión, pero quiso restarle importancia.
Se miraron durante unos segundos y el beso trajo consigo la pasión y la desesperación escondida desde hacía semanas. Porque aunque Temari se había desahogado bastante bien, nada era comparado a ésto.
Sus lenguas se entrelazaron como cuando dejaban de verse por semanas en la época de cierta kunoichi viviendo en Suna y cierto ninja viviendo en Konoha.
Temari abrió las piernas y Shikamaru se puso entre ellas, abrazándola por el cuello mientras ella le deshacía la coleta dejando caer su cabello por los costados.
—Me gusta cuando llevas el pelo suelo.- Temari a penas podía hablar debido a los jadeos que le provocaba tener la erección de su marido rozando su zona íntima.
—¿Y qué más te gusta, Temari?- Shikamaru tenía ganas de hacer que su mujer sonrojara y se pusiera nerviosa mientras él seguía tocándola; quería seguir insinuando que sabía absolutamente todo lo de anoche, pero sin llegar a decírselo.
El moreno besó ahora su cuello y pudo notar las pulsaciones de Temari en sus labios si los apretaba contra la piel erizada de ella. Una sonrisa victoriosa se dibujó en el rostro del Nara; estaba consiguiendo lo que quería, ponerla nerviosa.
—Me gusta que me beses el cuello.- Jadeó mientras notaba los besos de su esposo rozar la zona nombrada, ella cerró los ojos dejándose hacer; sintiendo cómo la mano de Shikamaru bajaba por su abdomen hasta levantar el vestido y tocar de nuevo su intimidad por encima de la ropa interior.
—¿Hay algo más que te guste hacer? Algo que yo no sepa.- Continuaba Shikamaru con su pequeño juego mientras levantaba a su mujer para quitarle el vestido y desabrocharle el sujetador; tirándolos a algún lado de la habitación
Volvió a tumbarla y comenzó a rozar con su dedo índice el pezón más que erecto de uno de sus pechos para, acto seguido, darle una pequeña lamida haciendo que Temari volviera a emitir otro jadeo apretando los dientes.
—C-creo que lo sabes todo.- Dijo ella algo nerviosa.
Shikamaru succionó uno de sus pezones, saboreando el gusto a canela y vainilla que por defecto su cuerpo emanaba. Temari gimió y mordió su dedo índice apretando sus piernas contra las caderas de su marido, moviéndose ella misma para notar más la erección de él. El Nara dejó su pecho para ir bajando por el abdomen de su rubia mientras ella le miraba con un claro sonrojo.
Antes de bajar sus braguitas, Shikamaru la miró con una sonrisa que la volvió loca.
—¿Seguro que lo sé todo, Temari?- Preguntó de una manera tan sensual que el cuerpo de la Nara creía derretirse del calor que sentía en ese momento.
Shikamaru bajó la ropa interior de su mujer, ella se dejó hacer y él la tiró por ahí, junto con las demás prendas. Relamió sus labios y la miró una vez más mientras su lengua abarcaba toda la intimidad recorriéndola de abajo hacia arriba, entreteniéndose por unos segundos en el clítoris, cerró los ojos y succionó el pequeño botón rosado, suave y blando que sobresalía. Temari por su parte, apretó sus manos contra sus propios pechos y mordió su labio inferior mirando cómo su marido le brindaba tan extraordinario placer usando nada más que su lengua.
Sin embargo, la pregunta anterior de Shikamaru merodeaba por su mente.
—No has sido una buena chica.- El Nara se apartó de la intimidad de su mujer relamiéndose los labios, saboreando los restos de fluidos que habían quedado esparcidos por su boca.
—¿A qué te refieres?- El corazón de Temari amenazaba con salir de su pecho. Su sonrojo se hizo evidente, tanto que quizás fue su imaginación, pero le comenzaban a doler las mejillas y las notaba calientes, muy calientes.
Temari se incorporó y ahora se hallaba sentada sobre la cama apoyando su espalda en el respaldo de la misma. Shikamaru aprovechó para ponerse de rodillas, pasando una pierna por cada lado de las caderas de su esposa, bajándose los pantalones del pijama, dejando su intimidad enfrente de su rostro. Temari la miró algo sorprendida y después subió la vista hacia él; nunca habían estado en esa postura.
—Vamos...- El Nara tomó su miembro y lo acercó a la boca de su mujer, esta la abrió por inercia y el moreno metió delicadamente casi la plenitud de su erección dentro.
La otra mano de Shikamaru estaba apoyada en la pared, descansando la cabeza sobre su brazo mirándola de reojo. Temari cerró los ojos y comenzó a dar suaves movimientos de cuello, adentrando más aún la erección en su boca, sacándola mientras apretaba los labios en ella y volviéndola a meter, jugando con su lengua en la punta de ésta para darle aún más placer.
—¿Crees que no se lo que has hecho?- Shikamaru aprovechó que la boca de su mujer estaba ocupada para verificar lo que previamente le había estado insinuando.
Temari se quedó helada con los ojos abiertos de par en par, fue a apartar a Shikamaru para poder contestar, pero no tuvo ocasión. El Nara ahora tomó ambos lados de su cabeza con algo de brusquedad y no dejó que su erección saliera de su boca; movió sus caderas simulando la penetración.
Miles de pensamientos pasaron por la mente de la rubia, pero el que destacaba era que Shikamaru había estado despierto, que lo había visto absolutamente todo aunque ella trató de ser lo más cautelosa posible. Cerró los ojos y sin ser consciente un gemido salió de sus cuerdas vocales, sentirse tan vulnerable, ver cómo él tomaba el absoluto control de su cuerpo hacía que su este se encendiera más y su intimidad comenzara a echar de menos la lengua de su marido.
Shikamaru pensó que esto sería como un pequeño castigo para su mujer, pero lejos de la realidad, en su erección podía notar la lengua de Temari recorrer su intimidad, veía un rubor en sus mejillas y su miraba de súplica lo cautivó. ¿De verdad estaba disfrutándolo? Tragó saliva con algo de sorpresa y una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.
Se separó de ella, dejándola con la respiración agitada, los cabellos revueltos y la boca semi-abierta. Shikamaru se sentó a su lado y se acercó a su rostro lamiéndole la mejilla para aproximar sus labios al oído de ella.
—Parece que te gusta ser más atrevida cuando no te miro.- Le susurró al oído con una voz ronca y sensual, mientras una de sus manos se desplazó hacia su intimidad, ella abrió las piernas y sin pensarlo el Nara introdujo dos dedos dentro de ésta.
Temari comenzó a gemir mirándole de reojo, la sonrisa victoriosa de él hacía que la rubia mojara más los dedos intrusos en su interior, resbalando estos con deliciosa facilidad; podía notar cómo Shikamaru los arqueaba ligeramente para llegar más profundo y cómo los movía dentro. Gimió su nombre casi sin saber bien lo que decía pues su cerebro dejó de tener sentido común y actuaba más por instinto. La electricidad se apoderaba de su cuerpo, haciendo que sus pezones se erectaran más aún, sobretodo cuando su marido se acercaba y rozaba su cuerpo contra ellos.
Bajó la vista hacia la intimidad de Shikamaru que relucía aún por la saliva que había quedado de su propia boca. Tragó saliva, o al menos lo intento; pues su lengua estaba casi seca de estar jadeando cada segundo.
—¿Qué miras, Temari?- Preguntó juguetón el moreno, dejando de atender la intimidad de su esposa.
Ella volvió a mirarle y notó como los dedos que previamente habían estado dándole placer ahora habían acabado en su boca. Shikamaru incitaba a que los lamiera y succionara; y ella así lo hizo. Saboreó su propio sabor mientras su marido disfrutaba de lo que veía.
—Ven aquí...- El moreno quería de verdad continuar con los juegos, pero su miembro palpitante le rogaba por atención, y la única atención que podría satisfacerlo al completo sería deslizarse por la intimidad de su mujer.
De un movimiento rápido se deshizo de la ropa que le sobraba quedando desnudo, al igual que ella.
Tomó ahora a la Nara de los brazos haciendo que se sentara encima de él, ambas intimidades se rozaron y los dos gimieron. Temari comenzó a mover sus caderas; sus labios inferiores se abrían cada vez que la erección de Shikamaru pasaba entre ellos, y era delicioso. La rubia se mordió el labio inferior arqueando la espalda, apoyando sus manos en el pecho de su marido.
—Shikamaru...- Cada vez que su entrada rozaba la punta del miembro de él, sentía desfallecer.
Pero no era la única.
—¿Por qué no te das placer tú sola?- Temari le miró de nuevo con los ojos abiertos y las mejillas volvieron a tornarse de un intenso color rojizo. —Puedes hacer como si no te mirara.- Shikamaru se lamió la comisura de los labios con una sonrisa torcida que hizo a Temari casi perder el conocimiento.
Pero pronto volvió a reaccionar cuando, de una embestida fuerte y seca, notó cómo el miembro del Nara la llenaba por completo. Soltó un sonoro gemido, arqueando la espalda, y dio gracias por que su hijo no estuviera en casa.
—Muévete.- Le medio-ordenó Shikamaru mientras se recostaba en la almohada con un brazo detrás de la cabeza; la otra mano reposaba sobre el trasero de ella, acariciándolo.
—Lo sabías...- Temari rió por lo bajo y su marido rió con ella.
Negó con la cabeza y se acercó a su rostro para comenzar a darle besos por el cuello mientras sus caderas se movían de manera circular, volviendo loco al Nara.
—Creo que ya ha tomado usted mucho el control, señor Nara.- Temari lamió los labios de Shikamaru, incorporándose acto seguido para mover sus caderas hacia delante y hacia atrás.
Shikamaru bufó y emitió un leve gruñido cuando Temari le habló en ese tono tan sensual. Agarró fuerte su trasero y lo apretó haciendo que ella se moviera algo más deprisa arqueando la espalda, dejando sus pechos expuestos para su deleite visual; aunque no tardó ni medio segundo en soltar una de sus nalgas y dirigirse hacia el pecho para apretarlo, amasarlo y jugar con su erecto pezón rosado mientras con la otra mano seguía acariciando su trasero.
Temari posó ahora las manos en el pecho de Shikamaru y flexionó las rodillas quedando de cuclillas encima de él. La intimidad de la rubia parecía devorar la erección del Nara cada vez que bajaba y subía; resbalaba con tanta facilidad gracias a los fluidos de ella y la saliva que ambos habían compartido en las intimidades ajenas que era imposible sentir un placer tan extremo que los llevaba al éxtasis.
Ambos comenzaron a gemir más alto mientras se miraban a los ojos con una mezcla entre lujuria, sensualidad y deseo por acabar.
Shikamaru apretaba ahora las caderas de su mujer ayudándola a subir y bajar, moviendo también las suyas para penetrar más profundo e incluso con más rudeza. Temari llegó un momento en el que dejó de moverse y ahora era Shikamaru el que movía su erección dentro de ella. El Nara notaba como los fluidos de Temari resbalaban por sus testículos y posiblemente estarían mojando también la sábana, pero poco les importaba; Shikamaru estaba en la quinta gloria notando cuán mojada y excitada estaba su mujer.
—Estás empapándome.- Rió el Nara, Temari se sonrojó por un instante. —Me encanta que estés así...- La rubia se sonrojó y sonrió también mordiéndose el labio inferior.
Shikamaru gruñó de placer cuando Temari comenzó a gemir más alto; adoraba escucharla gemir mientras era él quien la penetraba, pero no pudiendo aguantar más, tumbó a Temari bruscamente y sin salir de ella se posó encima, agarró sus piernas y las puso en sus hombros, tomando ahora él el control de nuevo.
Aunque parecía que nunca lo había perdido.
Temari extendió sus brazos a cada lado de su cabeza y notaba cómo en esa posición la penetración era todavía más profunda, cómo la erección de Shikamaru salía y entraba con nada de delicadeza, cómo le hacía el amor de esa manera tan salvaje. Observó el rostro de su marido y vio en él la más pura lujuria, como cuando eran jóvenes y hacían el amor con la desesperación de no haberse visto en semanas.
—Me corro... Shikamaru.- Anunció la rubia, las embestidas del moreno eran cada vez más fuertes y más cortas.
—Hazlo.- El Nara incitó a su mujer para que llegara al clímax, pero más que una petición pareció una orden.
Continuó con sus fuertes embestidas hasta que notó que las piernas de Temari comenzaban a temblar, su espalda se arqueaba y una de sus manos pasaba por su espalda para clavar sus uñas en ella; el placer evitaba sentir el dolor aunque es posible que le dejara alguna que otra marca.
Temari por su parte, estaba demasiado ocupada gimiendo y devorando a Shikamaru con la mirada rogándole por lo que más quisiera que continuara, que le hiciera llegar al éxtasis. Él sonrió y mordió su labio inferior, el simple hecho de pensar en Temari llegando al clímax empapando su erección con todos sus fluidos le hacía excitarse tanto que estaba apunto de acabar él también; por lo que procedió a salir de ella antes de terminar y masturbarse hasta acabar, pero su mujer se lo impidió cerrando sus piernas alrededor de su cintura.
—Temari, que me c.- No pudo acabar la frase, intentaba aguantarse lo más que podía.
—Dentro, me gusta notarlo dentro.- Shikamaru la miró anonadado y sorprendido.
El rostro de pura satisfacción de Temari sumada a la confesión de que le gustaba cuando él terminaba dentro hizo que las últimas embestidas fueran la mejores de todo aquel rato.
—A mí también me gusta...- El Nara devoró los labios de su mujer mientras con un par de embestidas más, acabó en el interior de su mujer.
Ella agarró sus cabellos y no pudo evitar soltar un gemido sensual dentro de la boca de Shikamaru cuando notó toda la esencia llenarla por dentro; era una sensación que le encantaba.
Shikamaru dio unas embestidas cortas más para vaciarse por completo y al fin soltó un muy sonoro gruñido, dejándose caer sobre Temari. Ella sonrió y acarició sus cabellos morenos besándole la frente.
A los segundos, el Nara se levantó y sacó su miembro del interior de Temari, haciendo que el líquido espeso y blanco emanara de la intimidad de ella; Shikamaru lo observó por unos segundos y si no estuviera tan cansado por el increíble momento que acababan de tener, juraría que le podría hacer el amor otra vez a Temari solo por verla de esa manera.
Sin embargo, ambos necesitaban unos momentos de reposo y tranquilidad para calmar sus corazones y respiraciones; así que fueron al baño del cuarto para asearse y al volver, se tumbaron en la cama desnudos; Shikamaru se apoyó en el pecho de Temari, jugueteando con uno de sus pezones.
—Déjalo ya.- Rió la rubia.
—Está bien.- Contestó el Nara entre risas, posando la mano en el abdomen de su mujer.
Se quedaron unos minutos en silencio.
Shikamaru pensaba en lo increíble que habían estado; pero Temari estaba preocupada por si su marido ahora tenía una imagen negativa de ella, así que se incorporó haciendo que el moreno se levantara y se sentó de rodillas enfrente de él.
—¿Qué pasa?- Preguntó Shikamaru algo confuso apoyando uno de sus brazos en su rodilla flexionada.
—Lo que hice anoche...- Comenzó Temari.
—No fue justo, pero creo que ya estamos en paz.- Concluyó.
—¿A qué te refieres con que no fue justo?- Preguntó la rubia ahora adoptando una postura algo más relajada.
—Me refiero a que fuiste cruel no despertándome y dándote placer tú sola... Con lo que me gusta verte.- Shikamaru frunció el ceño aparentando estar algo molesto.
Temari bajó la mirada sonrojada, pretendía disculparse pero la risa de su marido la confundió.
—Estoy de broma, para nada me enfadó.- Se acercó a ella y la tumbó de nuevo en la cama. —Me gustó mucho pensar que me necesitas tanto, que haces ese tipo de cosas...- Lamió la longitud de su cuello; su erección estaba volviendo a despertar. —¿Me necesitas, Temari?- Preguntó en su oído de manera sensual.
—A cada momento...- Respondió ella embelesada por la sensualidad de su esposo.
Acabaron haciendo el amor una vez más, pero esta vez de una manera más lenta y tranquila; mirándose a los ojos y devorando cada poro de sus pieles; llegando al éxtasis juntos de nuevo.
Cuando Shikadai entró por la puerta y no olió a comida, le extrañó mucho. Normalmente su madre tenía todo listo cuando él llegaba a casa.
—¿Mamá?- Preguntó desde el salón, dirigiéndose a la cocina.
Vio a sus padres cocinando juntos y riendo.
—Para ser una señora mayor no te conservas nada mal.- Bromeó Shikamaru mientras cortaba verdura.
—¡Cállate, bebé llorón!- Temari negaba con la cabeza echando las verduras cortadas a una olla.
Shikadai sonrió y se sentó en la mesa de la cocina.
—Estáis de muy buen humor.- El pequeño los miró con sus enormes ojos verdes y ambos padres se giraron.
—¡Shikadai! No te escuché llegar cariño, la comida estará pronto.- Comentó su madre acercándose para darle un beso en la frente.
—¿Por qué no vas al porche un rato? Luego lávate las manos.- Comentó Shikamaru mientras sacaba otra olla de uno de los cajones.
El pequeño asintió.
—Papá...- Shikadai se bajó de la silla y sonrió. —Me gusta que estés con nosotros en casa.- Comentó el pequeño Nara sin dejar de sonreír antes de irse.
Temari miró a Shikamaru y no pudo evitar reír de ternura.
—¡Shikamaru!- Rió la rubia. —Pero no seas bobo ¿Por qué lloras?- Volvió a reír mientras se secaba las manos en el delantal y lo abrazaba.
Shikamaru se acunó en el hombro de su mujer y la abrazó fuerte por la cintura.
—De verdad eres un bebé llorón.- Sonrió con dulzura dándole un suave beso en la nariz.
Shikadai se hallaba tranquilo notando la suave brisa veraniega en el porche que daba al bosque Nara, el cual por herencia le pertenecía;
ese en el que si prestas atención y te quedas en silencio puedes llegar a escuchar
el murmullo de los ciervos.
Aquí tenemos el final de este ¿Three-Shot? No sé bien cómo llamarlo, pero creo que es así.
¡Bueno! Espero que os haya gustado este último capítulo ya que para mí ha sido una tremenda alegría escribirlo. Había momentos en los que me quedaba parada sin saber qué escribir, pero al cerrar los ojos las palabras volvían salir solas.
De verdad estoy bastante contenta con este Fic, que aún siendo una especie de versión del Doujinshi que comenté en las notas del principio, le he dado mi toque personal para hacerlo lo más ShikaTema posible.
Querría agradecer a todas y cada una de las personas que me han leído, en especial a aquellos que me han dejado sus comentarios; esos comentarios que tanto gustan y te animan a continuar. Tanto en FanFiction, como en Facebook, como en Tumblr. Muchísimas gracias a todos, de verdad.
Como siempre, nos veremos en la siguiente historia que se me ocurra.
¡Besitos de chocolate con leche para todos!