Heya. De vuelta con este fic, que a decir verdad debió ser actualizado hace como una semana o dos, peeeeero más vale tarde que nunca, y estoy subiendo esto a la carrera, pero de igual manera, ha llegado! Wooo.


La mañana había llegado, viento hondeando los árboles, sacudiendo las hojas en las ramas, el frío matinal helando hasta la última de las ventanas de la casa, haciendo que los cristales parecieran ser delgadas cortinas de hielo, sostenidas únicamente por la madera del marco. La puerta mal cerrada permitía el paso a los susurros del viento, las grietas en los muros impedían que el calor se conservase dentro, los lúgubres pasillos sin vestigio de luces, daban la ilusión de un gran túnel oscuro, con un destino incierto al final, la madera vieja en el suelo, rechinando a pesar de no tener a nadie encima, la casa amenazaba con caerse a pedazos en cualquier momento, sin embargo, de alguna extraña manera, las dos únicas almas que había dentro, se regocijaban con un extraño sentimiento de paz, ambos, acurrucados plácidamente en la habitación de invitados, con las frazadas cubriéndolos hasta el cuello, se daban la espalda mutuamente, resultado de los involuntarios movimientos de sus cuerpos en mitad de la noche.

Un zorro y una coneja, compartiendo lecho, un acto por sí solo aberrante, si por una mala broma del destino alguien llegase a descubrirlos, ellos estaban al tanto de ello, su vida diaria era un interminable juego de ruleta rusa, hasta la fecha, las cámaras del revolver habían estado vacías, pero tanto Nick como Judy, temían el día en el que el percutor finalmente golpease la bala; temían por sus vidas, pero hasta ahora, ninguno se había echado para atrás, nada le costaría a Nick escapar y abandonar a Judy, nada le costaría a ella solicitar una reubicación y dejar a Zootopia en el pasado, la salida era muy simple, pero lo que sentían el uno por el otro era suficientemente fuerte como para sobrellevar las consecuencias que tarde o temprano sabían que iban a llegar, la única manera en que podrían vivir juntos sin temor a los perjuicios de los animales, sería huyendo de la ciudad. Desde que comenzaron a estar juntos, el zorro había estado investigando acerca de las relaciones inter-especie, todo lo que había encontrado era abrumador, turbas, homicidios, secuestros, ¿Es eso todo lo que el futuro podría depararles? La idea de una vida sumida en el temor no era prometedora, y no podía hacerle eso a Judy, ella merecía más, merecía ser feliz, vivir sin temor a nada ni a nadie solo por amar a otro animal, la esperanza menguaba, las opciones mermaban, la desesperación aumentaba y la dicha con la que habían iniciado su relación, enmudecía con el tiempo, hasta que, entre todo el odio y repulsión hacia las parejas inter-especie que se presumía en Zootopia, el zorro dio con algo, nunca comentado a Judy, ni siquiera por error; las redes sociales de Zootopia disfrazaban muy bien lo estrictas que eran, retenían la información que se consideraba aberrante para la ciudad, Nick, hasta la fecha, no se explicaba cómo, pero encontró información muy interesante sobre otras ciudades, después de todo, la fabulosa ciudad en la que cualquiera podía ser lo que quisiera, no era la única gran urbe de animales, había más, en otros países, en otros continentes, varias de ellas no mostraban desdén alguno hacia lo que en Zootopia se pintaba como un pecado capital; Lobos con jaguares, osos con rinocerontes, conejos y zorros, no todo estaba perdido, no todo era oscuridad, el agitado mar de su relación empezaba a serenarse, y por una vez, mostraba esperanza en el horizonte. Aún no lo hablaba con Judy, no sería prudente poner más presión en sus hombros, por el momento, las cosas debían seguir su curso, hasta que la oportunidad se presentase, él bien sabía que tarde o temprano llegaría.

La coneja abrió los ojos lentamente, la ventana de la habitación se encontraba frente a ella, Judy esperaba recibir el inmediato golpe de los rayos del sol en su rostro, encandilando sus ojos, y calentando su piel a través del pelaje, no fue así, la tormenta del día anterior se había extendido, las gotas de agua arremetiendo contra el cristal eran prueba de ello, el agua escurría por breves segundos antes de ser bombardeada por más gotas de agua. Era, irónicamente, el escenario perfecto para un funeral, el mismísimo cielo parecía estar llorando la pérdida de la zorra, el cielo grisáceo, extendiéndose hasta donde el ojo podía ver, no había ni el más mínimo rastro de color azul en las alturas, si bien la lluvia traía consigo una belleza majestuosa, fomentaba la depresión, la lúgubre falta de color en el cielo, el viento soplando y las continuas lágrimas que descendían desde las nubes.

Judy contempló por algunos segundos más aquél espectáculo, empezaba a tener efecto en ella y no era uno positivo; empezaba a recordar las múltiples pesadillas que había tenido, todas las ocasiones en las que vio a Nick morir frente a ella, sintió un nudo formándose en su garganta, estrujó su pecho tratando de mitigar tal sensación, no podía darse el lujo de ser afectada por algo así, era solo lluvia, además, debía ser fuerte, el animal que dormía a escasos centímetros de ella lo necesitaba, la necesitaba a ella.

Finalmente apartó la vista de la ventana, dio una vuelta sobre sí misma, rodando sobre las sábanas de la cama hasta cambiar de vista, ahora tenía de frente la espalda del zorro; debido a los recientes movimientos de Judy, la cobija que cubría el cuerpo de ambos se había recorrido hacia abajo, su compañero estaba de espaldas a ella, su larga cola los separaba, era algo curioso, siempre al dormir Judy estaba segura de ver la cola del zorro sobresaliendo de la parte inferior del colchón, pero todas las mañanas era igual, de alguna manera, terminaba arriba, se había vuelto un juego divertido, ver si algún día Nick despertaría tal y como durmió la noche anterior, le alegraba saber que aún a pesar de todo el desasosiego de sus noches, al despertar siempre habría un motivo para sonreír.

Examinó a Nick por unos momentos, estaba aferrado a una almohada, y su cuerpo, aunque inactivo, se veía más tenso que nunca, la coneja aun trataba de ponerse en el lugar del zorro, pero parte de ella agradecía no saber cómo era estar en esa situación, sea como fuere, no le dio más rodeos al asunto, en lugar de ello, una idea rondó su mente, una manera en la que lograría calmarlo o en todo caso lo haría saltar de la cama, Judy sonrió, cualquiera de los dos resultados sería jubiloso, si lograba calmarlo, sería más fácil sobrellevar el resto del día y si salía disparado de la cama, bueno, había algo que Judy disfrutaba al trabajar con Nick, una pequeña característica, que según su compañero, todos los zorros compartían, pero a los ojos de la coneja la manera en la que Nick lo hacía era única; cuando un zorro se sobresaltaba, tenía una extraña manera de saltar, arqueaban la espalda y saltaban con las cuatro patas en el aire, era un espectáculo digno de admiración, claro, por no decir que era vergonzoso, en más de una ocasión la idea de sorprender a Nick mientras éste se duchaba había abordado los pensamientos de Judy, todo con tal de verlo saltar, pensar en todo eso había sido suficiente para alegrarle la mañana.

Lentamente y con cuidado, acercó su mano hasta el miembro rojizo que los separaba, bien sabía ella que en todo el mundo animal, había dos puntos sensibles en todo animal, uno de ellos era el interior de las orejas y el otro era la cola, palpar alguno de ellos, llegaba a tener un significado pasional; Judy estaba al tanto de eso gracias a un pequeño libro que encontró entre las pertenencias de Nick, se había esmerado en borrar todas las imágenes que quedaron en su mente, pero ese dato había resultado muy interesante, era lo único salvable entre todo el festival de posiciones y juegos sexuales que había página tras página; un escalofrío recorrió la espalda de Judy al recordar eso, pero de igual manera siguió con su labor, al fin y al cabo, Judy quería jugar un poco. Con sus dedos, rozó delicadamente la superficie de la cola, hondeaba el pelaje al igual que el viento hondeaba el trigo en días de cosecha, las acciones de Judy ocasionaron movimientos involuntarios en el apéndice frente a ella, meros reflejos, ella tuvo que morderse la lengua con tal de no reír, no podía dejar que algo así terminara con su jugada. Luego de un rato, decidió probar un poco más su suerte, intensificó el tacto, pasando de simplemente acariciar el pelaje a tomar la cola de Nick entre sus patas, dio un par de apretones, y acercó su rostro, y su mejilla pudo sentir el suave tacto del pelaje anaranjado, la sensación era embriagante, ninguno de sus peluches igualaría nunca a Nick, no quería apartarse de él, hasta que un movimiento brusco la obligó a hacerlo. El zorro estaba despierto, miraba a Judy en confusión, sorpresa y también, vergüenza, sus mejillas, más rojas que su pelaje, y la mirada que dirigía hacia la coneja a lado de ella, inusual como nunca nadie antes la había visto, cabía mencionar que, las relaciones íntimas entre la pareja no habían tenido lugar nunca, desde que comenzaron a salir, las noches románticas eran algo común, costumbre de su día a día, pero no iba más allá de los besos y los abrazos, aun a pesar de ser el único momento del día en el que nadie podía verlos, resguardados en la seguridad de su hogar, apartados de todos los ojos curiosos, el miedo siempre estaba presente; tanto Nick como Judy tenían su temporada de apareamiento, a cómo podían lograban sobrellevarlo, cada uno por su propio lado, pero jamás entablando contacto íntimo, jamás habían tenido relaciones, después de todo, si una pareja inter-especie es aborrecida, ¿Cómo se le trataría a un producto de ésta?

—¡Nick! Yo, yo no, no quería, no quise…— Balbuceaba la coneja, desvió la mirada y tomó una de sus orejas por encima de su hombro, la frotaba constantemente, era la misma rutina cada vez que se ponía nerviosa.

Trataba de pensar en alguna excusa o algún motivo válido para tal falta de respeto, pero antes de poder decir algo más, fue interrumpida por el zorro, no exactamente con palabras, fueron sus labios los que clamaron a Judy, la demandaban con voracidad, aunque había algo mal, algo era diferente, ¿Qué había en ese beso? Miedo, amor, Pasión. La besaba como si fuera la última vez que la tendría en sus brazos, como si algo, o alguien estuviese tratando de alejarla de él, la abrazaba con fuerza, temía no ser suficientemente fuerte para retenerla, para mantenerla consigo, temía que se la arrebataran, era su mundo, a ese punto, era todo lo que le quedaba. Judy no tardó en entenderlo, Nick no quería sentirse solo. Sin aviso, el zorro apartó sus labios de ella y pasó a enterrar su cabeza en el torso de la coneja, aferrándose con fuerza; era la segunda vez que hacía eso en la semana, la primera en el callejón, y la segunda, bueno, estaba pasando en ese momento. A Judy no le molestaba mostrar algo de "Amor maternal" bien sabía que el zorro lo necesitaba. Comenzó a acariciar sus orejas, poniendo especial cuidado en cada una de ellas, las acicalaba con delicadeza, las acariciaba desde la base hasta la punta, buscaba hacerlo sentir vivo en cada roce, mientras que, sin darse cuenta, Judy empezaba a entrar en una especie de trance, las puntiagudas orejas del zorro eran demasiado exquisitas como para resistirse; lamió la piel en el interior de su objetivo, la cálida piel rosada se humedeció al paso de su pequeña lengua. La acción erizó el pelaje de Nick, lo hizo regresar al mundo real, en un movimiento rápido, se apartó de la coneja, los ojos abiertos como platos, su respiración agitada y su corazón, latiendo a toda velocidad.

—Zanahorias, créeme que odio parar, pero, es un poco inapropiado para un funeral— Soltó al haberse calmado. Judy lo miró con pena, era cierto, era muy inapropiado.

—Lo siento— Musitó la coneja con la mirada baja.

—No, no hiciste nada malo— Respondió el zorro, tomándola de la barbilla, haciéndola alzar la mirada nuevamente —Te agradezco por eso, creo que lo necesitaba—

—Eres un pervertido— Declaró Judy, golpeándolo suavemente con el codo.

—Lo dice la coneja que me manoseó mientras dormía— Rió él.

—¿Qué quieres que diga? Eres irresistible— Dijo abrazándolo nuevamente.

—Gracias por venir conmigo—

El cielo grisáceo permanecía inmutable en las alturas, la funesta y lúgubre casa de la difunta servía como un fondo a la distancia, resaltada por los viejos árboles en el cementerio, caso curioso, la madre de Nick vivía a escasos metros del panteón que se convertiría en su último lugar de descanso. El ataúd blanco como la nieve resaltaba sobre todas las vestimentas negras, los paraguas estaban tan juntos unos de los otros, que apenas dejaban pasar el agua, todos los animales, exclusivamente zorros, a excepción de una pequeña coneja de pelaje grisáceo mantenían la cabeza baja, mostraban respeto hacia el miembro de la familia que había partido, Judy, ella no apartaba la mirada del ataúd, no es que el arreglo o los grabados fueran interesantes en alguna manera, pero Nick, el hijo único, caminaba junto al cajón que transportaba a su madre, su mirada, inexpresiva, carente de emoción, mantenía la vista clavada en el frente, contaba los pasos hasta llegar al agujero en la tierra en el que depositarían el féretro.

"Es irónico que ahora que no estás aquí, yo esté junto a ti"

Pensó el zorro, nostálgico y de manera inexplicable, triste. Finalmente había pasado de largo a la coneja, ésta lo animaba mentalmente, sin darse cuenta de todas las miradas que había atraído, murmuros podían escucharse con facilidad, aunque ella no prestaba atención a ellos, pero a los ojos de los zorros, algo no andaba bien, la oveja no acudía a cenar con los lobos, un conejo se presentaba sin previo aviso entre tantos zorros, no era normal, mucho menos que acompañase a uno.

El procedimiento fue normal a partir de ahí, depositaron con sumo cuidado el ataúd y quienes lo habían transportado, acudieron a sus respectivos asientos, gimoteos se manifestaban en las filas traseras, múltiples lamentos y llantos, el silencio era algo que no había estado presente desde que la mañana comenzó, la mismísima lluvia rompía con la tranquilidad y todo era de blanco y negro.

El clérigo se hizo presente, empezando a orar por el alma de la difunta zorra, era una madre, fue una esposa, hermana, tía, hija, el discurso era solo un gran cliché, salido de las páginas de un libro, en la repisa de su departamento, por alguna razón, todos los libros que Judy leía empezaban así, con la muerte de algún animal, toda buena historia empezaba así, era lo que siempre decía ante las críticas de Nick, al zorro le costaba trabajo creer que en verdad estaba viviendo algo así. Llegado el momento, los animales comenzaron a pasar al frente, pronunciando sus discursos y anécdotas acerca de la difunta, la mayoría contaba que se trataba de alguien con muchos problemas, haciendo especial énfasis en su vida familiar, por un momento parecía ser una mala broma, hacían mención de su hijo, quien la abandonó al no poder soportar la presión que conllevaba vivir con ella, en cierta manera, parecían estar culpando a Nick, aunque éste, siempre se mostraba indiferente, escuchaba todo de manera distante, únicamente mirando la fotografía junto al ataúd, algo no encajaba, había algo que simplemente no marchaba acorde a todo lo que estaba pasando.

—Deberías... deberías pasar—Le animo Judy, con cierta inseguridad en sus palabras —Tú sabes, a decir algo—

—Judy, la abandoné desde los 12 años, de ahí en adelante, jamás hablé con ella, ni con nadie de mi familia, en este momento, soy un desconocido para todos ellos— Explicó mirándola de reojo, aun sin apartar por completo la vista del ataúd.

—Pero ella era tu madre—

—Lo era—

Palabras crudas, pero en cierta manera, justificadas, por todo lo que había escuchado del resto de la familia de Nick, Judy logró darse cuenta de que su relación con su madre, no era de lo más apropiada, una vez más, agradecía haber crecido en el seno de una familia que la amó desde el momento que abrió los ojos y de igual manera, se maldecía al no poder entender a su compañero.

Por el resto de la misa, hubo silencio entre ellos dos, en cuanto todo terminó, poco a poco, la cantidad de zorros empezó a menguar, todos se estaban retirando, algunos a sus hogares, otros a la recepción posterior al funeral, Nick y Judy, ellos permanecieron un tiempo más ahí, ambos parados frente al ataúd de Luisa Wilde. Nick, de nueva cuenta, estaba distante, callado, fuera de sí, si trataras de compararlo en una fotografía, fácilmente podrías decir que no era el mismo animal, de alguna manera, de nuevo había perdido su esencia. Judy estaba preocupada, angustiada, ese no era su Nick.

—¿Qué edad tenía?— Inquirió Judy, en un intento de romper con el sepulcral silencio que había entre ambos.

—Entre 46 y 50—

—51 sería más exacto— Una voz detrás de ella los sorprendió. Al volverse hacia atrás, se toparon con una zorra, no muy mayor, pero sí en comparación a Nick, unos profundos ojos color avellana y un mirar dulce, su pelaje, casi igual al de Nick solamente un poco más claro y con una que otra franja de color marrón surcando su rostro y sus brazos. Avanzó tres pasos hasta estar junto a ellos, aunque con la mirada perdida en la tumba, la contempló por algunos segundos más, luego, sin previo aviso, abrazó fuertemente al zorro —Nick, mi querido sobrino, no sabes cuánto te he extrañado—

—Igual yo tía Mary— Respondió correspondiendo el abrazo.

—¿Entonces por qué no regresaste?— Cuestionó apartándose para verlo a los ojos.

—Tú sabes bien por qué— Dijo dedicándole una sonrisa para calmar sus ansias, aunque claro, era falsa.

—Entiendo— Mary bajó la mirada, avergonzada de haber formulado tal pregunta, toda la familia conocía bien la historia de Nick, y sin embargo, ella se esmeraba en abrir viejas heridas.

—Quiero presentarte a Judy Hopps, mi mejor amiga, vino aquí para acompañarme— Soltó Nick, rodeando a la coneja con un brazo, para después acercarla a él.

—Mucho gusto— Saludó ella.

—El gusto es mío— Respondió la zorra, estrechando la pequeña mano de la coneja. —Nick, ¿Podemos hablar en privado?—El zorro dedicó una mirada de petición a Judy, ésta asintió y se apartó con rapidez, acto seguido, los dos familiares avanzaron en dirección contraria, así mismo, no solo apartándose de Judy, sino de todos quienes quedaban en el lugar.

—Cuando te envié esa carta junto con el permiso, no esperaba que vinieras acompañado— Aclaró Mary en cuanto se encontraron lo suficientemente apartados para no ser escuchados.

—Lo sé, yo pedí que ella viniera conmigo, no podía pasar por todo esto solo—

—No ibas a estar solo—

—Con esta familia claro que sí— Clamó vehemente, haciendo callar a la zorra por algunos momentos, aunque después, ésta continuó.

—Cuando te fuiste, tu madre no lo soportó, a los pocos días, empezó a decaer, la depresión empezó a acabar con ella— Explicaba con pesar.

—¡Ja! Claro, supongo que en verdad le entristeció ya no tener a quien golpear y gritar— Habló con ironía.

—¡Nick!— Reprochó Mary.

—Solo dime ¿A qué me trajiste aquí?—

—Tal vez si dejas de interrumpirme— Nick se plantó en un semblante serio, decidió dejar todos sus comentarios para el final –Cuando te fuiste, tu madre no lo soportó, dejo de limpiar, dejó de salir, nos tenía a todos preocupados, ni ella ni nosotros sabíamos nada sobre tu paradero, la idea de que podrías estar muerto, solo ayudó a empeorar las cosas. Empezamos a tomar turnos para visitarla cada mes, pero siempre estaba ebria, o bajo los efectos de los medicamentos, en su mayoría antidepresivos. De vez en cuando, tenía momentos de lucidez, en los que no paraba de preguntar por ti, si habíamos averiguado algo, si te habíamos encontrado, era desgarrador tener que decirle que no, ver la pequeña llama de esperanza apagándose en sus ojos, ella en verdad te amaba Nick—

—No se esmeró mucho en demostrarlo— Replicó el zorro, no pudiendo guardarse sus ideas para sí mismo por más tiempo. Su tía suspiró antes de continuar.

—En fin, algunas veces, la ayudábamos a limpiar, pero el estado de la casa iba de mal en peor, parecía estar muriendo con ella. A los niños no les gustaba venir, y la familia llegó a plantearse llevarla a un asilo, así al menos tendrían la garantía de que no se haría más daño, además, ya nadie quería pagar sus gastos, aunque yo me negué, era mi hermana después de todo. Un día, cuando era turno de tu tío Maison venir a verla, por algunos contratiempos, se retrasó 2 días, al llegar, su estado era deplorable, estaba enferma, tu tío no dudo en llevarla al hospital, pero no había nada que se pudiese hacer por ella; el cigarro acabó con sus pulmones, el alcohol hizo estragos en su hígado y riñones, y luego la adicción a los medicamentos, estaba marchita por dentro, pero, en su lecho de muerte, en su último momento de sensatez, me pidió que te dijera la verdad—

—Espera, ¿De qué está hablando?—

—Verás querido, cuando Luisa tenía 15 años, conoció a un joven, fue amor a primera vista, eso fue lo que tu madre aseguraba. Ella sentía que era su mundo, no paraba de hablar de él, decía que era perfecto. Tenían la misma edad, iban a la misma escuela, y solían frecuentarse muy seguido, tu madre estaba tan inmersa en su relación, tan feliz que un día me dijo que daría su vida por él, literalmente lo hizo, ese sujeto logró inducirla en el mundo del vicio, poco después de eso, nuestros padres no tardaron en actuar, él no era bueno para Luisa al fin y al cabo, en cuanto ella se enteró, tomó la decisión de escapar con él, yo le rogué, le supliqué que no hiciera algo de lo que seguramente terminaría arrepintiéndose, pero aun así lo hizo, buscaba demostrarnos a todos que su amor iba enserio. Poco le duró el gusto, a la semana, después de tanta desesperación, tanta angustia y frustración, ella regresó por sí misma, con la cola entre las patas, todo fue por nada, todos estábamos furiosos con ella, y después de unos meses, nos enteramos que estabas en camino—

—Pero, quieres decir que…— La sangre empezaba a helarse dentro de Nick.

–Así es Nicky, Thomas no es tu padre biológico, el cobarde que abandonó a tu madre se llamaba Marcus, el muy maldito huyó del pueblo, solo era un niño, no estaba listo para mantener una familia, con el pesar que eso conlleva, en cuanto a tu madre, se dedicó a conseguir dinero suficiente para mantenerse a ella, y a ti, aunque cometió un gran error, jamás se hizo para atrás, no te dio la espalda, ese fue el motivo por el que yo seguí apoyándola, aunque claro, no era suficiente. Gracias al cielo, conoció a otro zorro, dedicado, trabajador y profundamente enamorado de tu madre, él, a pesar de que Luisa esperaba al hijo de otro, se ofreció a criarte como si fueras suyo, jamás te menospreció, y siempre te vio como su hijo, hasta el día de su muerte—

El zorro estaba helado, completamente inmerso en un shock total, su cerebro había dejado de funcionar como debía para enfocarse completamente en tratar de asimilar lo que recién había escuchado, empezaba a cuestionarse su misma existencia. Todo, todo lo que había vivido, no era más que una cruel mentira, ¿A caso eso era toda su vida? Una serie interminable de desilusiones ¿Debió haber nacido siquiera? Nick estaba destrozado por dentro, como siempre, ocultándolo todo detrás de una máscara de indiferencia, trataba de mantener la calma, lo último que necesitaba era un discurso por parte de su tía en un fútil intento de hacerlo sentir mejor.

—Era cruel que no lo supieras—

—Fue un poco más cruel habérmelo dicho— Soltó el zorro —Pero de igual manera, ambos están muertos ahora ¿Sabes algo sobre Marcus?—

—Nada de nada, en cuanto se fue, pareció ser que la tierra se lo tragó— Nick se sentía frustrado, enfurecido, impotente, débil, triste. Bufó apretando su puño en un intento de controlarse, el día había sido una montaña rusa de emociones muy fuertes.

—Gracias por habérmelo dicho, ahora, necesito descansar— Dijo empezando a caminar, no avanzó mucho antes de ser detenido nuevamente.

—¿No iras con la familia? Recuerda que después de los funerales hay…—

—¡No estoy de humor para soportar los reproches de la abuela ni para tener que escuchar los comentarios sarcásticos de mis primos y tíos!— Exclamó fastidiado, aunque inmediatamente se tranquilizó, por parte de su tía, no hubo reclamo ni reprimenda, bien sabía que no tomaría bien todo lo que le dijo a su sobrino. Nick suspiró. —En verdad lo siento, pero no es buen momento, te quiero tía— Abrazó a la zorra una vez más, depositando un pequeño beso en su mejilla, luego se dio la vuelta y caminó para encontrarse con Judy. Debía desahogarse y de alguna manera, Judy terminaría sacándole todo.

La noche finalmente había caído, solo que en esta ocasión, el firmamento nocturno no estaba para adornarlo, las nubes seguían presentes, y los susurros del viento se habían convertido en melancólicos aullidos al atravesar las ventanas de la casa, por una de ellas, Nick era capaz de ver la vela de su familia a lo lejos, le parecía ridículo hacer algo así, casi parecían estar celebrando la muerte de su madre. Pensaba en lo que su tía Mary le había dicho, por mero instinto quería saber quién era su padre, pero ponía todos sus esfuerzos en convencerse que no tenía caso, nada de eso importó, salió de sus pensamientos al sentir dos brazos rodeándolo.

—Sabes, cuando volvamos a Zootopia, podría revisar los archivos y encontrar a tu padre— Sugirió Judy en un intento de levantarle el ánimo.

—Oh, mira eso, la oficial orejas grandes estuvo espiando la conversación— Soltó Nick con una pequeña sonrisa.

—Bueno, no es que los zorros sean muy discretos al momento de hablar, lamento mucho todo lo que pasó con tu padre, o tus padres en todo caso—

—Judy, yo ya enterré a mi padre hace mucho tiempo, el bastardo que dejó a mi madre nunca se preocupó por mí, no tengo por qué buscarlo— Nick se dio la vuelta, dándole más espacio a la coneja para abrazarlo, él adoraba que fuera así de sentimental.

—Anímate, te tengo una sorpresa— Dijo la coneja, hundiendo su rostro en el pecho del zorro.

—A menos que te saques a ti misma de un sombrero, no creo que una sorpresa logra animarme—

—No seas así, además los conejos magos hacen muchos más trucos que eso, esto es diferente, decidí que es hora de que conozcas a mis padres, obviamente no sabrán que somos pareja, pero quiero que sepan que eres mi mejor amigo—

—¿Sabes? Algunos acostumbran sorprender con comida, ahora que lo pienso, una taza llena de moras hubiera sido igual de buena que verte salir de un sombrero— Judy rió ante la broma, a pesar de todas las malas vivencias del día, Nick seguía ahí después de todo.

—Vuelve a hacer una broma con conejos y sombreros y juro que te pondré dentro de uno— Soltó Judy en un tono retador.

—¿Dentro de un sombrero o de un conejo?— Inquirió Nick sonriéndole de manera seductora, ella se sonrojó, había logrado voltear sus palabras en su contra —De hecho zanahorias, yo también te tengo una sorpresa—

—¿Sí, y cuál es?— Preguntó tratando de ignorar el rubor en sus mejillas.

—Cierra los ojos— Judy obedeció, momentos después sintió un contacto que familiar contra sus labios, lo que inició con un beso inocente fue tomando intensidad convirtiéndolo en uno pasional. Nick cargo a la coneja hasta la cama, donde la recostó, depositando pequeños besos en su rostro y hombros. Se recostó junto con ella pasando su brazo por su cintura. Esto alegro pero también decepcionó un poco a Judy. De cualquier forma, un simple abrazo podía hacerla sentir en las nubes.


¡Hey hey! Aquí Terra de nuevo, ¿Qué les parece, eh? Fuertes revelaciones y fans pervertidos que se quedan con las ganas, bueno, con suficientes peticiones quizá este Fic se vuelva raiting M (Sí, es una indirecta) Bueno, bueno, no me queda más que responder a su hermosos y sensuales comentarios:

The Black Firebreather: Oie mami que tú estás rica 7u7 No te creas xd gorda. Te amo. Yo sé que te encanto el fic avedaaa

SpyTaku299: ¡Uno de mis lectores favoritos! Amigo, espero que se aclaren tus dudas en este capítulo, no habíamos hecho bien la cuenta de la edad de Luisa (Una sincera disculpa por eso). Y no, no fue desocupada, como leiste, fue descuidada hasta llegar a ese estado. Si, Nick pudo arrestarlo, golpearlo o insultarlo, pero, verás, frente a alguien que te ha hecho daño antes, incluso si eres un macho pecho peludo, eres nuevamente débil, y eso es lo que pasó con Nick. Espero que te haya gustado, ¡sigue comentando!

Phatomie: No me navajees por lo que pasará a continuación :(

SavageWaiter: No odies a Joe, ¿Quién no se enamoraría de Judy?

Daniel: ¡Querido Daniel! Eh... soy el esposo de Terra, ella entró en coma, por eso no pudo actualizar lo que te prometió. (Los que hayan visto a lady coma entenderán)

Los amo :3

-El demonio alias Terra.

Notas de Apheront

Bueno, creo que ne esta ocasión no hablaré mucho, como ya dije, tuve que actualizar esto a la carrera, así que, bueno, no puedo deleitarlos con mis irreverentes mensajes finales, hehe, pero puedo dar lo habitual.

Esperamos les haya gustado, entretenido o al menos les haya dado algo qué hacer, es todo un placer escribir y también es todo un placer leer sus comentarios, son alentadores y motivadores para nosotros los escritores, así que si pueden dejen un comentario, ahora Terra comera una piedra por cada comentario (Lo de las monedas salía un poco caro) Bueno, eso es todo.

Paz.