Celos
Al fin las vacaciones habían llegado y Futaba se encontraba tendida sobre su cómoda y mullida cama. Revisaba los mensajes de su celular y se detuvo en uno de su persona especial. Sonrió, era algo inevitable. A veces Kou podía ser una persona muy cursi, o quizás no. Tal vez sólo exageraba. Ella lo quería y mucho. Fue su primer amor y esperaba que fuese el último. Sólo tenía ojos para él.
Eran las cinco de la tarde y quería verlo, necesitaba verlo. No se habían visto desde hace una semana y Futaba creía que había pasado un siglo.
—Lo llamaré—pensó con decisión.
Antes de que pudiera realizar su cometido, vio que alguien la llamaba. Era Kou, su gran amor.
—Hola, Futaba—escuchó esas palabras y sintió una ligera presión en su corazón, no estaba acostumbrada a que él le llamara por su nombre.
—Hola, Kou—respondió feliz.
—Quiero verte—replicó Kou con sinceridad. Él también deseaba verla, tuvo que pasar por muchos problemas para poder percatarse de sus verdaderos sentimientos hacia Futaba. Y una vez que se dio cuenta de sus sentimientos, su vida cambió. Con sólo mirar a Futaba se sentía completo, se sentía por primera vez enamorado.
—¡Yo también quiero verte!
Después de quedar en el café más cercano de sus casas, Futaba se levantó animada de su cama y tomó una ducha. Al salir del baño, sacó del clóset un vestido floreado que le llegaba hasta la mitad de sus muslos y tenía un escote circular. Se lo puso y se miró en el espejo, le quedaba perfecto. Luego se puso sus sandalias, tomó su cartera, metió su celular y lista salió de su habitación. Caminó por el pasillo, bajo las escaleras y se despidió de su madre. Ella la interceptó y le preguntó a dónde iba, Futaba le dijo que había quedado con su novio. Su madre sonrió y le pidió que se cuidara. Futaba asintió y salió de la casa.
Ella irradiaba felicidad por los poros de su piel. Y su felicidad tenía nombre y apellido. Caminó y caminó hasta llegar a una calle antes del café y allí lo vio. Vestía una pollera azul marino y unos jeans. Futaba pensó en correr para abrazarlo, tenía mucha emoción en su interior, pero desistió de esa idea, pensó que lo mejor era quedarse con las ganas. Pronto, se dio cuenta de que su querido amor aún no se percataba de su presencia y decidió jugarle una broma inocente. Ella estaba detrás de él, pero Futaba quiso acercarse un poco más a él, se puso de puntillas y tapó los ojos de su novio con sus manos.
—¿Quién soy? —preguntó traviesamente Futaba.
Kou antes de responder, guardó su celular en el bolsillo de sus jeans y puso sus manos sobre las manos de su novia. Rápidamente y suavemente tiró del brazo a Futaba. De esa forma, quedaron de frente y Kou la atrajo más hacia él, produciendo que estuvieran a una corta distancia.
—Sabías que eras tú—dijo finalmente Kou ladeando una sonrisa.
Futaba estaba sorprendida y sus ojos la delataban. Sin embargo, gradualmente su expresión de sorpresa fue cambiando a una expresión cálida y radiante. Entraron sin más, se sentaron en una mesa que tenía vista hacia afuera. Pidieron donuts y un café con malvaviscos.
Hablaban de temas triviales y Kou lograba sacar una que otra risa o sonrisa a Futaba y la cuestión también era en viceversa. La camarera les trajo sus pedidos y los miró con envidia, ellos estaban muy enamorados y parecían estar en una órbita en donde nadie más podía entrar. Después de pagar, Futaba y Kou comieron sus donuts y descubrieron que ése local tenía muy buena pastelería. Luego Kou tomó de su café y le encantó, Futaba al ver la expresión de Kou al tomar su café, decidió hacer lo mismo.
—Este café está delicioso.
—Sí—respondió Kou, deleitándose con su café y con la hermosa expresión de Futaba.
Así, los chicos terminaron de comer donuts y de beber sus cafés. Hicieron un breve tiempo de sobremesa y luego, Kou sugirió dar un paseo. El día estaba precioso, no había frío ni calor y el viento estaba normal.
Futaba aceptó su propuesta y salieron del local. Ella sabía que las parejas solían tomarse de la mano o caminar abrazados, no obstante ella no quería dar ese paso, simplemente no se atrevía. Y sin quererlo, ya estaba sonrojada.
Kou, no fue indiferente a la expresión de su novia, pensó que estaba enferma, quizás era fiebre o tal vez un bochorno momentáneo.
—¿Estás bien?
—¡Rayos! —pensó Futaba, él se había dado cuenta. Al fin y al cabo él siempre se daba cuenta.
—Yo…mmm…sí—replicó mientras sacudía su cabeza para sacar de su mente esos pensamientos vergonzosos que tenía en ese momento.
Sin embargo, mientras caminaban Futaba vio unas chicas que miraban mucho a Kou, se reían y le sonreían. Una de esas chicas se acercó descaradamente a Kou, le preguntó su nombre y le dio su número de celular escrito en un papel improvisado. Obviamente, miró en menos a Futaba. Las amigas de la chica también la miraban feo.
Kou estaba impactado y antes de que pudiese reaccionar, Futaba habló por él.
—¡Él tiene novia y soy yo!—le espetó en su cara a esa chica. Como ella quería salir de esa situación le tomó el brazo a su novio, enredó su mano con las de él y lo alejó de esas chicas malintencionadas.
Pronto llegaron a un parque, que tenía muchos árboles y también tenía muchas bancas alejadas unas de otras. Futaba caminaba junto a Kou muy avergonzada ¿qué había sido todo eso? Claramente fue una escena de celos, pero no fue a propósito ella podía jurar eso. Era sólo que la ocasión lo ameritaba.
Seguían caminando en silencio, hasta que Kou se detuvo. Futaba lo observó y vio que tenía una sonrisa en su rostro.
—¿Qué fue eso?
Futaba no quería mirarlo a los ojos, así que se mantenía cabizbaja. Además no quería decirle que los celos la habían cegado y que actuó por instinto neto.
Kou vio el sonrojo en las mejillas de su novia, sin embargo él quería que ella lo mirara. Lentamente, con su mano desocupada, levantó el mentón de Futaba, de esa forma ella no podría escapar de su mirada.
—Yo…bue…bueno—balbuceó Futaba. No quería decirle que por un momento se sintió insegura. Que ella misma se había visto como poca cosa para él en comparación a las otras chicas. No deseaba decirle que sintió miedo, miedo de perderlo. Después de todo lo que habían pasado para estar juntos, el miedo de perderlo por otra chica se asomó en esa situación.
—¿Estabas celosa? —preguntó de repente Kou, mientras la miraba con una expresión tierna. O al menos eso pudo percibir Futaba al ver su mirada.
Futaba ante esa pregunta, reaccionó como lo haría cualquier mujer en esa situación.
—¿Yo?¿celosa? Para nada—mintió. Desgraciadamente, ni ella misma se pudo tragar esa mentira, tal vez fue en su tono o no, tal vez fue porque no lo miró directamente a los ojos, ya que desvió su mirar. El punto es que estaba segura que su novio no le había creído.
Es más, Kou sólo se rio. Ella estaba por reclamarle el por que de su risa, cuando de la nada él la atrapó entre sus brazos. Se soltaron sus manos y se fundieron en un abrazo. Futaba pudo aspirar la fragancia de Kou y casi se desmaya porque su fragancia era exquisita. Se sentía tan bien en sus brazos, no obstante no era momento para sentirse así, y en un abrir y cerrar de ojos los nervios hicieron su aparición ¿Qué le diría su gran amor una vez que se separaran? Al parecer pensó muy alto, porque eso fue lo que sucedió segundos después. Quedaron a una corta distancia.
—Tonta—le dijo Kou aun con una sonrisa en su rostro, mientras le acariciaba su cabello—no tienes porque estar celosa.
—Pero yo te dije que no estaba…—le interrumpió su novio.
—Ninguna chica podría compararse contigo.
Silencio. Eso fue lo que reinó en ese ambiente. Sólo estaban ellos, mirándose profundamente. Cada uno pensaba algo distinto, Futaba pensaba en las palabras recién dichas, por otro lado Kou pensaba en lo que le debía decir a su novia.
—Oye, Futaba tenemos que…—hizo una gran pausa. Como él estaba serio, Futaba no pudo hacer más que malinterpretar sus palabras. Lágrimas amenazaban con salir.
—¡No quiero terminar contigo! —le espetó impulsivamente su novia, sin saber que eso no era precisamente lo que Kou le iba a decir. En verdad, él no tenía la intención de quebrar con ella llevaban sólo tres meses de relación y aquellos meses habían sido los mejores que había tenido nunca. Sin embargo, no era momento para pensar en eso, pues tenía a su novia en frente suyo y parecía que iba a llorar desconsoladamente en cualquier momento. Así que cariñosamente le tomó las manos a su novia.
—¿Te has vuelto loca? No terminaré contigo, estos meses han sido los mejores de mi vida y todo te lo debo a ti.
Futaba lo miraba con amor, sus palabras le habían tocado el alma y el corazón. Acto seguido, Kou enternecido por la situación puso su mano en la cara de su novia y le acarició su mejilla. De esa forma fue capaz de secar una lágrima traviesa con su dedo pulgar.
Poco a poco él fue acercándose a su novia. Sus rostros estaban a un centímetro de distancia y pronto ambos al cerrar sus ojos se olvidaron del mundo, de la gente y se besaron. Lentamente, sin presión ni pudor.
Al terminar de besarse, Kou vio la expresión sonrojada de Futaba y una sonrisa apareció en sus labios. La quería, la amaba. Él quería estar allí para ella para siempre.
—Te amo, Futaba.
Impulsivamente, ella se acercó al rostro de su chico y le dio un corto beso.
—Yo también te amor, Kou.
La noche había caído. Kou le tomó la mano a Futaba, sugirió que ya era hora de irse a sus casas y le contó lo que en verdad iba a decirle.
Así, ellos se fueron camino a sus hogares. Kou le dijo que él la acompañaría hasta su casa y ella le dijo que sería una gran idea. Caminaron hasta llegar a la casa de Futaba. Se despidieron con un dulce beso. Kou no se fue hasta que vio a su novia entrar a su casa, luego se dijeron "adiós" y él se fue. Ella cerró la puerta pensando en lo afortunada que era de tener un novio como su querido Kou.