Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es cupcakeriot, yo sólo traduzco.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of S. Meyer and the author is cupcakeriot, I just translate.


EPÍLOGO

—No te estás concentrando.

No hace mucho tiempo, esas palabras me fueron dichas a mí. Muchas veces me preguntaba sobre Yvette; si seguía viva, si seguía ayudando a niños a dominar sus habilidades psíquicas, si me extrañaría. Ciertamente hay días en que la extraño, pero yo ya había encontrado confort en mi vida, más confort del que había esperado jamás al abordar ese vehículo espacial.

Había encontrado la felicidad.

Y el amor.

Alegría.

Caelum, mi hijo, me mira sobre su hombro con las cejas fruncidas y sus labios juntos en señal de frustración. Él es una mezcla perfecta entre Edward y yo; su cuerpo maduró y creció más alto y más fuerte que el de cualquier otro humano. En cierto punto luego de su décimo cumpleaños, su lado Leumian había dominado casi por completo y ahora es tan sólo una pulgada más bajo que su padre.

Ahora Caelum tiene quince.

Me recuerda a mí misma – siempre presionando sus habilidades.

Y qué conjunto de habilidades tiene. El control que tiene sobre la lormaline había superado el mío, es casi como si la piedra estuviera magnetizada a su ser.

Por supuesto que me había preocupado. Mi hijo, mi primogénito, tenía tanto poder sobre sus hombros, tanta responsabilidad, tal futuro esperando por él.

Habían sido difíciles los años que vinieron luego de que eliminé a mi propio padre y a los Naz'feya rebeldes; la gente de Leumin estuvo dividida equitativamente entre adorarme como su salvadora y temerme como una tirana que regresa del clan Skye.

Día con día, era una pregunta sobre si sería reverenciada o atacada. Los vigilantes instintos protectores de Edward no se calmaron durante esos años y a veces era frustrante. Yo era una persona independiente y me sentía ahogada por sus exageraciones.

Hubo peleas.

Pero las reconciliaciones siempre fueron perfectas.

Eventualmente todo se había solucionado debido a mi declaración formal al reinado de Carlisle. Calmó a la gente Leumian y no ha habido problemas desde entonces, ni siquiera cuando Carlisle dejó el trono y nos entregó la corona a Edward y a mí.

—Estoy haciendo exactamente lo que me dijiste que hiciera —murmura Caelum, apartando la vista de mí.

Me paro con una mano sobre el estómago y la otra dándole soporte a mi espalda. Camino en forma de arco detrás de mi hijo, observando la enorme cantidad de metal y lormaline que usaba para entrenar. Fue la concentración más alta de metal que pude conseguir, algunos de esos metales habían sido importados de otros planetas de los Ocho.

Luego de la muerte de mi padre había habido una breve tensión entre Leumin y los Siete. Afortunadamente Alice grabó toda la pelea, teníamos evidencia más que suficiente de mi infancia, y descubrimos evidencia de la oficina de mi padre para asegurarle a los Siete que su muerte había sido meramente en defensa propia. Y luego de que ese asunto había sido resuelto, el planeta Fazi de la gente Naz'feya había solicitado unirse a los Siete, convirtiendo efectivamente al planeta Fazi en el Octavo paneta de la República.

Aun así, hubo repercusiones por mis acciones – la más notable fue que los secretos de Leumin se hicieron públicos y las habilidades de la lormaline fueron reveladas a los Ocho.

Pero, a diferencia de lo que habíamos temido, los Ocho no estuvieron interesados en la lormaline. No la necesitaban – la lormaline se mantuvo como un recurso meramente Leumian.

Aunque había días que me lamentaba por mi padre. Días donde me sentía culpable por matarlo.

Luego de quince años, esos días se hicieron cada vez menos frecuentes.

Para mi sorpresa, mi envejecimiento se emparejó al de Edward y en lugar de verme de treinta y dos años, apenas me veía más grande que mi hijo.

Suspiro, frotándome el estómago hinchado.

—Tu mano izquierda está alzada —señalo, tocando sus dedos con los míos.

La piel de Caelum se oscureció para hacerse como la de su padre, aunque mantenía mi fácil sonrojo. Sus ligeras cualidades humanas me eran preciadas.

Caelum baja la vista y se pega la mano al muslo, maldiciendo suavemente.

—Intenta de nuevo. No necesitas usar tus manos.

—Está pesado.

Alzo la ceja.

—Has levitado cosas más pesadas.

—¡Pero usé mis manos!

Me rio y retrocedo un paso.

—Y ahora no las vas a usar. Intenta de nuevo.

Caelum hace puño su mano en la tela de su pantalón y fulmina con la mirada al montón de mental – se alza media pulgada. Puedo notar que está conteniendo el aliento cuando su cara comienza a ponerse roja.

—¡Respira, Caelum!

El montón de metal se cae al piso y Caelum se dobla, su pecho sube y baja.

Por muy profesional que se crea, Caelum todavía batalla con lo básico. Se impresionaba más con trucos baratos y eso se muestra en nuestro entrenamiento uno a uno. Ya aprenderá.

Había estado entrenando a Caelum desde que tenía edad suficiente para responder. A veces es difícil separar la urgencia de presionarlo con la urgencia de decirle que ya es suficiente. A veces él presionaba demasiado, estresándose.

Mo'la, no puedo hacerlo.

—Eso no suena como algo que diría un Príncipe.

Mi mirada se mueve de mi hijo a mi pareja.

Edward se ve casi igual que el primer día que lo vi, está recargado contra una de las paredes curvas de la sala de entrenamiento. Nuestra tercera hija, que ya camina, está abrazada a su cuello, sus bracitos están envueltos en un agarre ahogador.

Edward enseña los colmillos cuando me ve y sacude a nuestra hija – nuestra única hija hasta ahora.

River comparte más de mis características que cualquiera de nuestros hijos, sus ojos son una réplica exacta de los míos. Grita cuando Edward la baja y corre hacia Caelum, saltándole encima. Difícilmente hay algún momento en el que River no esté siendo cargada.

Edward se para detrás de mí mientras veo a nuestros hijos interactuar – Caelum presumiendo y River aplaudiendo con algería. River no tiene tanta fuerza para controlar la lormaline como nuestros otros hijos, pero no creo que necesite eso.

Ya tiene dos hermanos sobreprotectores que la cuiden.

—¿Cómo está hoy mi hermosa pareja? —Edward exhala en mi oído.

Sonrío, presionando mi mejilla contra la suya mientras sus manos se mueven para acariciarme el estómago. Este embarazo ha sido especialmente difícil para mí, mi estómago se ha hinchado más rápido que los embarazos normales.

Esme está convencida de que son gemelos.

Igual que Orion, nuestro segundo hijo. Él resultó ser todo un científico, está más involucrado con la física y química que los Sanadores. Tengo la sensación de que mi hijo de doce años comenzará como practicante muy pronto – tiene muchas ideas sobre cómo puede evolucionar el cuidado de la salud Leumian y le gusta expresar esas ideas.

—Cansada —susurro, ahogando un bostezo.

—¡Mami!

Abro los ojos ante el grito emocionado de River, consolada por el esbelto cuerpo de Edward envuelto alrededor del mío.

—¿Cómo están los bebés? —exige saber River, tocando con sus dos manos mi estómago. Como si fuera respuesta, dos patadas golpean mi estómago hinchado. River se ríe con placer.

—Creo que quieren conocerte —le digo a mi hija, sonriendo ante la dulce imagen de su cabeza recargándose en mi estómago. Se había acostumbrado a hablarle al bebé – o bebés – a diario, contando su día a detalle.

Caelum se ríe, es más una carcajada. Con quince años, había esperado que él adoptara un comportamiento más sarcástico, pero es un buen chico.

—¿Puedo ir a ver a Elistair?

Elistair es la primogénita de Alice y Jasper, es tan sólo unos meses más joven que Caelum. Recientemente los adolescentes se habían hecho más cercanos de lo que me gustaría, pero Edward me aseguró que Caelum conoce las reglas – ni siquiera intentaría emparejarse con Elistair hasta que ella tuviera diecisiete.

Por ahora son amigos. Amigos muy cercanos, pero platónicos.

Asiento, despidiéndolo con la mano.

Caelum sonríe, besa mi mejilla y se va corriendo, ligeramente más lento que un Leumian, pero mucho más rápido de lo que cualquier humano podría esperar llegar a ser.

River, aburrida con mi embarazo, se va, probablemente en busca de Esme, que disfrutaba demasiado las ventajas de tener una nieta. Mi hija de tres años está muy, muy consentida.

Mi espalda baja se acalambra de una manera muy familiar y hago una mueca, mis uñas se entierran en los brazos de Edward.

—¿Bella?

—Es hora —jadeo.

Edward sabe lo que eso significa e inmediatamente me carga, corriendo fuera de la sala de entrenamiento y hacia nuestros aposentos.

Cuando me deja sobre la cama, recuerdo la curiosa petición que mi segundo hijo me hizo cuando se anunció el embarazo.

—¡Trae a Orion aquí!

—¿Qué? Bella, él no está cualificado…

—¡Quiere aprender de ello! ¡Ve por él! ¡Y llama a Esme!

Edward corre al intercomunicador y le habla a su madre; antes de que él pueda siquiera salir de la habitación, ella ya está entrando frenéticamente. Esme ha estado aquí para cara parto y confío incondicionalmente en ella.

—¿Dónde está River? —jadeo, sorprendida por lo doloroso que es este parto comparado con los otros.

—Con Carlisle. ¿Cómo estás, querida?

—He estado mejor. Oh —jadeo—. Es muy rápido.

Esme se mueve y revisa entre mis piernas.

—¡Necesitas comenzar a pujar!

Y lo hago.

Orion, igual de guapo que su padre, observa todo el proceso con atención.

Y su predicción es correcta.

Gemelos.

Dos niños perfectos.

A uno lo llamo Mazen, al otro Carlisle.

Me recargo en la cama, cansada y rodeada por mi familia – mis hijos, mi pareja, Rosalie y Emmett, y mis padres sustitutos.

Edward besa mis ojos cansados, inclinándose sobre mi cuerpo y susurrándome dulcemente:

Ta'jema.

—Te amo —murmuro.

—Para siempre —responde, mirando las caras de nuestros hijos y nuestra familia, y luego me mira de nuevo, sus vibrantes ojos derritiéndose en mi alma—. Tenemos un para siempre.

—Para la eternidad.


Muchas gracias por seguir aquí, y Feliz Navidad ;)