Capítulo 1

Aclaraciones: Inuyasha y sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

Capítulo 1

— Rin.

No, no puede ser, esa voz, tan fría e indiferente, la misma que en un tiempo la hizo suspirar, enloquecer y delirar.

Se giró lentamente, y allí lo vio, de pie frente a ella, tan hermoso y elegante, con su largo cabello plateado y sus profundos ojos dorados, que resplandecían cual soles en pleno verano, sintió como si el tiempo se hubiese detenido ante su presencia, las manos le sudaban, el estómago se le encogía, y su cara ardía y quemaba a partes iguales, a causa del fuerte sonrojo que le provocaba su cercanía.

¿Sería un sueño, como en tantas otras ocasiones?, tal vez, y como siempre ella terminaría llorando a mares por su ausencia.

— Sess.. Sesshomaru— Pronunció en un susurro su voz salió temblorosa a causa de la sorpresa, o quizás del miedo, miedo de verlo de creerlo real, y al mismo tiempo de fantasear con su presencia.

Extendió una mano temblorosa, hasta rozar su rostro, acarició la blanca y suave piel con delicadeza, y él cerró los ojos ante la tibieza de su piel.

En un momento de lucidez, ella apartó la mano con rapidez, como si el solo contacto de las pieles quemara, la llevó hasta su pecho, apretándola con fuerza, abrió los ojos desmesuradamente, al tiempo en que él le dedicaba una mirada interrogante.

Estaba allí, no era uno más de sus sueños, la realidad la golpeó como si le hubiesen dado una fuerte bofetada, las lágrimas resbalaron por sus mejillas, el miedo la invadió, no quería sufrir por él, no de nuevo. Obligó a sus pies a moverse, retrocediendo un par de pasos, para luego salir corriendo, escapando de su cercanía.

Sesshomaru se quedó allí, sin ninguna emoción en su semblante, que delatara sus pensamientos, solo contemplando la puerta cerrada de la casa de Rin, por la que ella había desaparecido segundos antes.


— Inuyasha, Inuyasha — Una jovencita de ojos chocolates y cabellos negros que caían hasta su cintura, corría por los pasillos del instituto, al tiempo que agitaba frenéticamente su mano derecha, intentando llamar la atención de su mejor amigo.

El mencionado detuvo sus pasos al reconocer su voz, por encima del murmullo que producían los demás estudiantes. Se giró para verla correr hacia él, dedicándole una gran sonrisa.

— ¿Qué sucede Rin?— La miró interrogante, cruzando los brazos sobre el pecho, y enarcando una ceja.

La joven llegó hasta él jadeando, y con la cara roja a causa del esfuerzo, una visión más que adorable ante los ojos de Inuyasha. — Te he estado buscando durante horas — Se quejó haciendo un puchero.

— ¿Para que? — La cuestionó interesado.

— ¿Dónde tienes la cabeza?— Negó con suavidad, mientras dejaba escapar una risita.

Si supieras, quién ocupa casi todos mis pensamientos. Pensó él, con algo de tristeza.

La joven agitó una mano frente a la cara de su amigo, intentando que saliera de su actual transe. — Lo ves, a eso me refiero, últimamente estás muy distraído — Lo miró entrecerrando los ojos. — Me estás ocultando algo, ¿cierto?.

— Claro que no — Respondió algo nervioso, y concentrándose para evitar sonrojarse. — Aún no me has dicho para que me buscabas.

— Oh es cierto — Rió. — En dos días debemos entregar nuestro proyecto de biología, y aún nos faltan varios detalles por terminar.

Él asintió en respuesta. — Lo sé — Respondió sin mucha emoción, odiaba esa materia, y si había logrado aprobarla hasta el momento, era gracias a la ayuda de Rin.

— Sé que no te agrada — dijo adivinado sus pensamientos — Pero es necesario aprobar la materia, para poder cursar este año, además para eso estoy yo — Infló el pecho con orgullo. — La mejor estudiante de biología de nuestro salón.

— Feh, eres una presumida — La golpeó suavemente en la cabeza, y ella rió en respuesta.

— Bien, me preguntaba si podía ir esta tarde a tu casa, y así terminar el proyecto, ¿Qué dices?.

— De acuerdo — Inuyasha tuvo que aguantar el impulso de sonreír, le encantaba la compañía de la joven, y es que estaba enamorado de ella desde hacía mucho tiempo, la conoció cuando tenían 5 años, eran compañeros de la escuela, y se volvieron inseparables desde entonces.

No supo cuando sus sentimientos comenzaron a cambiar, transformando el cariño de amigos, por el amor, pero el nunca se había atrevido a confesarle lo que sentía.

— Genial — Sonrió emocionada. — Oye Inuyasha. — Desvío la mirada avergonzada, y retorció sus dedos nerviosa. — ¿Tu.. Tu hermano estará en casa? Sus mejillas se tornaron escarlata.

Y esa era la razón, por la que el joven no se animaba a contarle sus verdaderos sentimientos, ella estaba enamorada de su hermano mayor. No entendía como una chica como Rin, linda, inteligente y de buenos sentimientos, había sido capaz de enamorarse de ese imbécil. Él era frío y arrogante, con un aura de superioridad que asqueria a cualquiera.

Bueno, bueno tal vez sí lo entendía. Sesshomaru a sus 17 años, medía 1. 90, poseía un cuerpo que sería la envidia de cualquiera, un torso bien definido, piernas de atleta, músculos de acero, pero no exagerados, ni voluminosos, se veía fuerte pero a la vez elegante, ese era el resultado de las horas en el gimnasio, también practicaba esgrima desde que había ingresado al instituto.

Su cabello era plateado, y daba la impresión de estar hecho de seda, sus ojos dorados como el oro líquido, parecían ser capaces de derretir a cualquiera, la nariz pequeña y recta, su rostro no tenía inperfecciones, como si fuese tallado por los mismos ángeles, su piel extemadamente blanca, de apariencia igual a la de porcelana, en resumen el bastardo era un Adonis.

Y ¿Él? Tenía 15 años y un cuerpo todavía en desarrollo, no es que fuera un enclenque, pero tampoco se atrevía a presumir mucho de el, poseía el cabello y los ojos del mismo tono que su hermano mayor, y sus facciones eran hermosas, pero más toscas que las de Sesshomaru,se consideraba atractivo, y se lo habían confirmado varias jovenes del instituto, quienes le pedían salir, pero, el menor gruñó para sus adentros, debía admitir que no por nada, el maldito de Sesshomaru tenía a casi todas las féminas del instituto babeando por él. Aunque en realidad eso no le interesaría mucho si Rin no fuese una de esas chicas.

— No lo sé — Intentó que su voz sonara normal, pero no pudo evitar el tinte de molestia en esta.

Rin lo miró pensativa durante unos segundos, sentía que había cometido un error, y sin querer lastimó a Inuyasha, sabía que la relación de su amigo con su amor platónico, no era precisamente buena, mejor dicho parecían más enemigos que hermanos. En una ocasión él le había contado que no entendía por qué el mayor lo trataba de esa forma. Sesshomaru a sido así desde que tengo memoria, parece que le molesta el hecho de que yo exista, siempre me menosprecia y ataca, te aseguro que yo no le he hecho nada, al menos no que recuerde.

Tras la rabia en aquellas palabras, ella pudo notar la tristeza impresa, conocía muy bien a Inuyasha, y sabía que poseía un gran corazón aunque a menudo tratara de ocultarlo, detrás de esa fachada de rudeza.

— Bueno no importa — Trató de menguar la tensión que se había creado en el ambiente. — Iré luego de las clases, ¿De acuerdo?

— Muy bien — Esbozó una pequeña sonrisa.

Rin lo abrazó y depositó un pequeño beso en su mejilla, para luego caminar en sentido contrario al que él se encontraba.

Inuyasha se quedó mirando el lugar por donde ella había desaparecido, sus mejillas se sonrojaron, y amplió su sonrisa.

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— Pero que escena más tierna — Un joven de tez morena y cabellos azabaches recogidos en una trenza, miraba a Inuyasha con un gesto burlón. — ¿No lo crees Hakudoshi?

El aludido lo miró, y rió socarrón. — Ya lo creo Bankotsu el pequeño Inuyasha está enamorado — Hakudoshi era de piel blanca, cabellos plateados y ojos violetas. — Sesshomaru debe sentirse muy feliz por él — Miró por el rabillo del ojo al ambarino que estaba sentado justo a su lado, los tres se mantenían ocultos a los ojos de Inuyasha y Rin.

Sesshomaru frunció el ceño, y arrugo la nariz, en señal de desprecio.

Hakudoshi soltó una carcajada — Vamos, vamos no te enojes, solo bromeaba.

— Lo que haga ese idiota me tiene sin cuidado — Siseó.

— ¿Estás seguro? — Lo cuestionó Bankotsu, componiendo un gesto de malicia.

El joven no contestó, solo se limitó a seguir contemplando en silencio, el rostro radiante de su hermano, y la pregunta de Bankotsu fue contestada por este gesto.

— Creí que querrías hacerle pasar un mal rato — Agregó luego de unos minutos.

Sesshomaru lo miró enarcando una ceja.

Al ver que había captado el interés de su amigo, continuó — Obviamente está interesado en Rin Yamamoto.

— No me digas que insinuas que Sesshomaru la conquiste — Lo interrumpió Hakudoshi, mientras le enviaba una mirada cómplice — Pero recuerda que él es novio de Sara.

— Tal vez, si desea fastidiarlo — Contestó con simpleza, y dudo que le interese la opinión de su noviecita — Agregó con burla.

El ambarino se mantuvo en silencio durante un rato más, sopesando la idea, luego esbozó una sonrisa que no tenía nada de divertida, más bien era cruel, como cuando alguien tenía frente a sí a un odiado enemigo, y pensaba destrosarlo.

Hakudoshi y Bankotsu sonrieron, sabían lo que ese gesto significaba.

— ¿Entonces cuando comenzará el plan de conquista? — Preguntó curioso el moreno.

— Hoy mismo — Respondió sin mucho interés.

— ¿Que piensas hacer con Sara? Dudo mucho que le cause gracia verte con otra.

— Me da igual, ya estaba empezando a artarme de ella, además en un par de meses me marcho a estudiar a Inglaterra.

Se puso de pie y comenzó a caminar hacia su salón de clases, seguido de cerca por sus dos amigos.

Hakudoshi y Bankotsu eran fríos, insensibles, y hasta cierto punto crueles, especialmente con los infelices que se ganaban su enemistad, y con las mujeres que se enamoraban de ellos, luego de un tiempo de utilizarlas, las desechaban como basura, pero Sesshomaru era un caso aparte, a veces sus amigos se preguntaban si tenía sentimientos, aparte de la antipatía que sentía por su hermano menor.

La historia de su relación con Sara se había repetido con otras, un par para ser exactos, tampoco era que el ambarino reparara mucho en el sexo femenino, no si no cumplían sus estandares de belleza, y Sara lo hacia, por algo era su novia desde hacia un año, la chica era una frívola, cabeza hueca, lo único que resaltaba en ella era su belleza física, de cuerpo escultural, cara de muñeca, pestañas largas y pobladas, ojos cafés y cabello largo y castaño, la mujer soñada para cualquier hombre, pero para Sesshomaru solo era un pasatiempo, una más del montón que babeaba por él, y que había tenido la suerte de captar su atención.


Rin se encontraba en su salón de clases, contemplando por la ventana a cierto ambarino que caminaba por el pasillo.

— Tierra llamando a Rin — La joven no se había percatado de la cercanía de su amiga Kanna, hasta que esta tocó uno se sus hombros, ella dio un respingo por el contacto inesperado.

— ¿Qué te sucede? — La miró con el ceño fruncido — Casi me matas de un infarto.

— Te estuve llamando durante cinco minutos, y no me respondías — Fingió molestia — siguió con la mirada el lugar al que observaba su amiga. — Oh ya veo, Sesshomaru Taisho — Pronunció con picardía, haciendo enrojecer a su amiga.

— ¿Ya estamos en el planeta Taisho? Una voz burlona, se escuchó a espaldas de las jóvenes, que voltearon en su dirección.

— Así es Kagura — Le contestó Kanna soltando una risita, provocando que la otra negara con la cabeza.

— Rin, has estado enamorada del Taisho desde hace uuhmm, ¿Tres, cuatro años?

Rin gruñó en respuesta. — Diez — Contestó secamente — Me enamoré de él desde el primer momento en que lo conocí.

— Pues eras una niña bastante precoz — Se burló Kagura — Solo tenías 5 años.

— Para el amor no hay edad — Replicó.

— Eres un mal sin remedio — Concluyo Kagura.

Kanna y Kagura eran amigas de Rin, se conocían desde el primer año del instituto, y desde entonces eran inseparables.

Kanna era de tez blanca, delgada, cabello plateado casi blanco, y ojos negros que resaltaban tanto por el color de su cabello, como por el tono de su piel.

Kagura por su parte era blanca de cabellos negros y ojos carmín, su cuerpo era más voluptuoso que el de Kanna y Rin, era la más madura de las tres, aunque aveces solía ser demasiado sincera en sus pensamientos, resultando un tanto hiriente, Rin solía decirle que no tenía tacto.

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Se escuchó un ruido detrás de ella, y al voltear vieron a Inuyasha lavantando una silla, que acababa de arrojar al piso.

Las tres jóvenes clavaron la mirada en su persona, y él decidió salir de allí, escapando de su escrutinio.

— Inuyasha — Rin, salió tras él, visiblemente preocupada por su reacción, Kanna y Kagura intercambiaron miradas, ambas sabían el porqué de la reacción del ambarino menor, conocían bastante bien a Inuyasha, y aunque este se esforzaba por ocultar su amor por Rin, ellas lo habían descubierto hacía tiempo.

— Pobre Inuyasha, no se merece esto, el quiere sinceramente a Rin, y ella está tan ciega al seguir aferrada a un imposible — Espetó Kanna.

— Lo sé, pero él es el culpable, por no hablarle de sus sentimientos — Replicó Kagura.

— Es que teme perder su amistad — Señaló con obviedad.

Kagura suspiró con cansancio — Son un par de tontos.


— Oye Inuyasha, detente por favor — Llegaron al gimnasio del instituto, en todo el trayecto, Rin había tenido que prácticamente correr, para mantenerle el paso, y no perderlo de vista, y como consecuencia se encontraba jadeando por el esfuerzo.

Él se detuvo en seco, pero se mantuvo de espalda. — Y ¿Ahora qué le diría? ¿Cómo explicaría su ataque de celos? Si ni siquiera era capaz de confesarle sus sentimientos — Maldición, ahora si que estaba perdido.

Intentó relajar sus facciones, endurecidas por la ira, se giró para encararla, y su corazón dio un vuelco, al ver a la joven con una mueca de preocupación en su bello rostro, el rostro sonrojado, y perlado de sudor por el reciente esfuerzo, y la boca entreabierta intentando recuperar el oxígeno que demandaban sus pulmones.

— Dime que te sucede — Pidió con voz suave, en casi un susurro.

Por unos instantes él permaneció en silencio, admirando su rostro, hasta hacer algo que sorprendió a ambos, con inusual delicadeza acercó su mano hasta la frente se su amiga, y retiró el flequillo que se había pegado por el sudor.

Rin le sonrió en respuesta, y él no pudo evitar sonrojarse.

— ¿No me vas a responder? — Insistió.

— No es nada, deja de preocuparte — Revolvió sus cabellos como si fuese una niña pequeña.

Ella entrecerró los ojos en respuesta — Bien, no insistiré, pero recuerda que si quieres hablar, aquí estaré para escucharte — Le regaló una de sus cálidas sonrisas, que a él lo derretían.

— Sí, sí — Agitó la mano, restándole importancia — Regresemos a clases que ya no debe tardar en llegar el profesor Totosai.

— Oh sí, tu materia favorita — Bromeó — Biología — Dejó escapar una carcajada, ganándose un gruñido en respuesta.

Mientras se dirigían al salón Rin contemplaba en silencio a Inuyasha, lo conocía bastante bien, como para saber que algo le ocurría, la pregunta que taladraba su cabeza era que, Inuyasha era un joven adinerado, sus padres lo amaban, y aunque pasaban bastante tiempo de viaje, dudaba que su ausencia fuese el motivo de su actitud, por otro lado estaba

, tal vez tuvo otra pelea con él, y si ese era el caso prefería no hacer ningún comentario al respecto, ya había notado que Inuyasha se enojaba con ella, tras la sola mención del nombre de su hermano.

Él la miró por el rabillo del ojo, adivinado el hilo de sus pensamientos, le incomodaba que ella pensara que no le tenía confianza, pero no sabía cómo explicarle que su reciente ataque de ira, era producto de su desmedido amor por el maldito de Sesshomaru.

Concentró su atención en el pasillo casi desierto que recorrían a paso lento, eso solo significaba que ya todos habían ingresado a sus salones. — El profesor Totosai va a castigarnos — Espetó.

— Habla por ti, él no castigaría a su mejor alumna — Dijo burlona.

— Ja, eres una engreída — Levantó el mentón, y cruzó los brazos sobre el pecho.

Ella rió en respuesta — No lo digo en serio, sabes que me gusta molestarte.

— Lo sé, no te… — Pero las palabras murieron en su garganta al ver a las personas que se acercaban, específicamente a una de ellas. Frunció el ceño y apretó tanto la mandíbula que sus dientes crujieron por la presión que ejercía.

Sesshomaru avanzaba hacia ellos, con su paso lento y elegante, en compañía de Bankotsu y Hakudoshi, quienes veían divertidos la expresión iracunda de Inuyasha, y el sonrojo de Rin.

El inexpresivo rostro de Sesshomaru se giró en dirección de ella, posó su mirada unos segundos sobre la de Rin, chocolate y dorado chocaron, haciendo que las mariposas en el estómago de la joven revolotearan sin cesar.

Luego él apartó la vista, ignorando olímpicamente, las miradas fulminantes que le enviaba Inuyasha, hasta pasar de ellos, y perderse en el pasillo.

— Maldito — Masculló — Pero no obtuvo ningún comentario en respuesta, su amiga aún se encontraba demasiado perdida en el recuerdo de esa mirada dorada, como para ser capaz de articular palabra, y ese solo hecho le dolió, más de lo que hubiese imaginado, se tragó su dolor y continuó caminando al lado de ella.


— ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO? vociferó una joven de cabellos castaños y ojos chocolates — No puedes estar hablando en serio Sesshomaru, tú no puedes terminar conmigo.

Sesshomaru y Sara, se encontraban en el salón de clases de ambos, él le había dicho sin ninguna sutileza que su relación se terminaba en ese preciso instante, pero la chica quería una razón, mejor dicho la exigía.

El aludido la miró sin emoción alguna, esperando a que terminara su rabieta y se marchara, o que soltara su brazo que tenía fuertemente sujeto con ambas manos, para que él pudiese marcharse, pero ninguna de las dos cosas sucedía, y su limitada paciencia se estaba acabando.

Al ver que él no pensaba hablar, ella continuó — Dime ¿Acaso hice algo que te molestara?, si es así por favor perdóname, pero no me dejes, te lo suplico — Las lágrimas inundaban su rostro, y esto solo causaba más fastidio en el ambarino, tal muestra de debilidad le parecía patético.

Él seguía sin responder, y sin cambiar ni un ápice su expresión — ¿Me estás cambiando por otra? — Soltó ella, sin pensar. — ¿Quién es, dímelo ya? — Exigió apretando más el agarre en su brazo, y allí rebasó el límite de su paciencia.

Se soltó con brusquedad, haciendo que Sara trastabillara, y casi cayera, ella lo miró indignada, pero quedó de piedra, ante la mirada fulminante que él le dedicó.

— No eres nadie para exigirme nada — Siseó. Para luego marcharse, dejando a una Sara sumida en la tristeza.

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— ¿Problemas con la muñeca? — Bromeó Bankotsu, ganándose una mirada de advertencia, por parte del ambarino. — Esta bien, esta bien, no he dicho nada — Fingió inocencia.

— Me imagino que te lloró, y suplicó — Se mofó Hakudoshi — No sé cómo la has aguantado todo este tiempo. — Colocó una mano sobre su frente de forma teatral, provocando una carcajada en el moreno.

— Es buena en la cama — Contestó sin mucho interés — Ahora me dedicaré a algo más divertido. — Sus ojos brillaron con un tinte malicioso.


— Rin, el chofer ya llegó por mí, — ¿Quieres que te lleve a tu casa? Inuyasha y Rin estaban de pie en la salida del instituto.

Ella negó con suavidad — Te lo agradezco, pero mi padre vendrá a recogerme.

— De acuerdo, entonces nos vemos en un rato. — Se despidió, agitando la mano, y Rin vio cómo desaparecía en el interior del auto negro.

Hasta hace un año atrás, un auto también venía a recoger a Sesshomaru, Inuyasha le había contado a Rin, que su hermano mayor se rehusaba a compartir el auto con él, y desde que cumplió 12 años, le exigió a sus padres un transporte para él solo, y los señores Taisho aceptaron, más que todo para ahorrarle los malos ratos a su hijo menor.

Ahora el ambarino mayor conducía su propio vehículo, era menor de edad aún, pero su padre era influyente y logró obtener la licencia sin problemas.

Lo vio dirigirse al estacionamiento, y su corazón retumbó en sus oídos de lo fuerte que latía, ese hombre era condenadamente perfecto, reparó en su cuerpo un momento, para luego suspirar desganada, ella se consideraba atractiva, pero sin duda no se comparaba a la belleza de Sara, era imposible que él se fijara en ella.

Y como si del destino se tratara, vio pasar a la joven frente a ella, abrazada a Kikyo, su mejor amiga, ambas la ignoraron, pero no era algo nuevo, ella no era de las más populares del colegio, pero en realidad poco le importaba, lo que sí logró captar su atención fue el hecho de que Sara iba llorando, se preguntó qué le sucedía, pero obviamente no se atrevería a preguntarles.

El sonido de la bocina del auto de su padre, la hizo dar un respingo, se encontraba tan perdida en sus pensamientos, que no se había percatado de su presencia, se apresuró a subir y darle un beso en la mejilla.

Él sonrió en respuesta — ¿Qué tal tu día mi niña?

— Muy bien papá, luego de comer iré a casa de Inuyasha a terminar el proyecto de biología.

— Oh ya veo — La miró divertido — Un día de estos debes invitarlo a cenar, ya sabes que tu madre lo estima mucho.

— ¿Solo ella? — Lo cuestionó enarcando una ceja.

— Bien, tú ganas, yo también —Admitió — Ese muchacho es un buen amigo, se ha encargado de ahuyentar a todos esos vagos que tenían malas intenciones contigo.

Ella sonrió en respuesta, para luego negar con la cabeza. Rin amaba a Miroku y él a ella, no por nada era su única hija, la luz de sus ojos y los de Sango, su madre.

Él le acarició la cabeza con ternura.

— Te prometo que hoy mismo lo invitaré — Aseguró, sin borrar la radiante sonrisa que adornaba su rostro.

— Eso era lo que quería escuchar — Él también sonrió en respuesta.


Luego de comer y tomar un baño, se vistió y arregló lo mejor que pudo, iba para la mansión Taisho después de todo, y aunque cabía la posibilidad de que él no estuviese allí, prefería no correr el riesgo.

Al llegar la recibió Yumiko, una de las empleadas, quién le sonrió con amabilidad y le dijo que Inuyasha la estaba esperando en la biblioteca, ella le agradeció con una pequeña reverencia, y se marchó en busca de su amigo, conocía esa casa como si fuese la suya, no en vano llevaba 10 años visitandola.

Inuyasha la recibió con el ceño ligeramente fruncido, se notaba tenso, y enseguida supo la razón, estaba cansado de escribir tantas "tonterías", dijo refiriéndose a las anotaciones del proyecto.

Ella rió levemente y se sentó a su lado, ayudándolo en su labor.

Luego de dos horas sin descansar, Inuyasha tomó una gran bocanda de aire, y se recostó en la silla con pesadez, estirando los brazos, para luego colocarlos detrás de su cabeza.

— Tomemonos un descanso — Pidió casi suplicante.

Rin sonrió — Eres un perezoso, pero esta vez creo que tienes la razón.

— Por fin — Suspiró — ¿Deseas tomar o comer algo?

— Claro, leche y galletitas — Se burló — Como cuando éramos niños.

— Ja, ja, muy graciosa — Te cambio las galletas por un trozo de pastel, y la leche por jugo, ¿Que dices?

— Totalmente de acuerdo, por cierto mis padres me pidieron que te invitara a cenar el sábado — ¿Iras? — Lo miró expectante.

— Claro que sí — Sonrió, sin poder evitar la emoción en su voz, los padres de Rin lo apreciaban mucho y el sentimiento era mutuo, ya tenía la mitad del terreno ganado, solo faltaba declararsele a Rin.

— Bueno yo iré por la merienda — Se puso de pie, pero el ambarino menor la detuvo tomándola por la muñeca.

— Por supuesto que no, eres mi invitada, así que iré yo.

— Olvidalo, no quiero correr el riesgo de que te desmayes de camino a la cocina, ya que dices estar tan cansado — Soltó una risita. — No tardo.

— Hoy estas muy graciosa — Dijo sarcástico, a lo que ella solo rió más fuerte.

Salió rápidamente de la amplía biblioteca, sin esperar las réplicas de Inuyasha, iba caminando distraídamente hasta que giró en una esquina, y se encontró de frente con el dueño de sus pensamientos.

Quedó estática, sin poder articular palabra.

— Hola Rin — Saludó él, para luego esbozar una minúscula sonrisa, que a ella le pareció la más sexy que había visto en toda su vida.

Sintió sus piernas flaquear, y sus mejillas ardieron, siempre soñó en como se escucharía su nombre, pronunciado por esa voz grave, sexy y tan masculina, pero ahora que acababa de descubrirlo podía decir que sonaba mil veces mejor de lo que pensaba.

— Ho…hola Sesshomaru — Articuló a duras penas.

Él levantó una de sus grandes manos, dirigiéndola al rostro femenino, acariciando sutilmente la piel de su mejilla derecha, ella cerró los ojos ante el contacto, disfrutándolo maravillada.

— No vemos — Apartó la mano, y se dirigió a la puerta de entrada, para luego desaparecer tras ella.

Rin abrió los ojos lentamente y acarició el lugar en donde él la había tocado, preguntándose si se trataría de un sueño, o un invento de su loca imaginación, pero parecía tan real, Sesshomaru, su amor platónico la había saludado, en todos los años desde que lo conocía, jamás le dirigió la palabra, parecía que ella era invisible ante sus ojos, pero ahora, no solo la saludó sino también que la tocó, casi grita y salta de la alegría, era feliz, completamente feliz, ahora el amor del ambarino mayor no le parecía tan imposible.


Hola a todas mis queridas lectoras, Haru está de vuelta, con otra de sus locas historias. Weeee.

Antes que nada quiero agradecer a las hermosas personitas que comentaron el último capi de Los cambios Inesperados, es un honor escribir para ustedes.

Ahora en cuanto a este fic, será un InuSesshRin, no sé si recuerdan que en una ocasión les mencioné que quería escribir un triángulo amoroso con estos personajes, y pues salió esto, aclaro será un fic corto, 4 o 5 capis, prometo los próximos serán más largos.

Les he de confesar que amo el carácter de Inu en esta historia, el como se comporta con Rin, pero aclaro que solo será así con ella, con los demás mantendrá su típico carácter gruñón jaja, pero todas sabemos que en el fondo él es un amor.

Sesshomaru, pues ya lo vieron, es un, mejor no lo digo, pero esta vez si prometo castigarlo, oh sí, haré a un lado mi amor por él y seré vengativa buajaja, no mentira estoy exagerando, pero sí le haré pagar por ser malvado con Rin y con Inu también.

Como siempre deseo que les guste, y me dejen un comentario, para saber su opinión, hasta el próximo capi.

Besitos