El timbre sonó una, dos, tres, cuatro veces. ¿Quién sería el inepto que estaba divirtiéndose a costa de su paciencia? Dejó el libro que estaba leyendo sobre el sillón que le pertenecía y casi voló hacia la puerta abriendo de un tirón.

El enojo que se estaba gestando como nubes de tormenta en sus ojos verdes, se disolvió en un santiamén al ver el rostro sonriente de Asuna.

—Yuuya-kun —lo saludó con una sonrisa —Perdona a Kirito-kun, pensó que estabas en el baño y por eso no atendías...

Dirigió su mirada hacia el costado opuesto viendo la expresión retadora de su visitante. Esta vez se veía mejor que aquella vez que compartieron el café. Se lo notaba repuesto y rozagante, y a juzgar por la expresión retadora de sus ojos de plata, estaba presumiéndole la relación con la joven pelirroja.

—Kirigaya-kun cuanto tiempo. Me alegra ver que esta vez no tienes el rabo entre las piernas —le saludó irónico.

—Muy gracioso Yuuki-san.

—Etto... —Asuna miró a una y otro sin comprender ese agudo duelo de miradas —Kirito-kun vamos, ¿qué forma de contestar es esa? ¡tú quisiste venir a visitar a Yuuya-kun! No te cansabas de decir que tenías mucho que agradecerle, ¿lo recuerdas?

—¿Ah sí? —se carcajeó el mayor y de un gesto que no pudo evitar, le despeinó el cabello a la muchacha —Te ves bien Asuna.

—Tú también.

Le devolvió una sonrisa agradecida en tanto los invitaba a entrar a su hogar. Rió para sus adentros notando la mirada de acero taladrándole la nuca mientras iba a buscar unos refrescos para los tres. Celos. En su lugar, él también los experimentaría.

—Entonces ¿están juntos de nuevo? —preguntó haciéndoles un gesto con el vaso antes de beber copiosamente.

Asuna asintió con timidez, quizás recordando sus idas y vueltas donde le dejó vislumbrar un poco de su relación maltrecha.

—Ella me ha dado una segunda oportunidad que no pienso desaprovechar —terció Kazuto y como si de un gesto vago se tratara, tomó la mano de la joven y la apretó cariñosamente entre las suyas.

Yuuya no pasó por alto el pequeño anillo que se asomaba entre los blancos dedos y que antes no estaba. Encontró esos ojos firmes, plateados —Cuídala.

Kazuto besó la sien de su novia ante el chillido de ésta, y murmuró, desde lo profundo de sus entrañas —Gracias por tu ayuda, Yuuki-san.

•••••

Sinon repasó los últimos acontecimientos mientras acariciaba las flechas de su carcaj, desvió la mirada; a su derecha se veía a Silica conversando con su pequeño dragón. Del otro lado se divisaba la silueta Lizbeth ¿coqueteando? Con Klein, más allá Kirito debatía con Agil y Leafa el origen de la nueva misión que iban a tomar, y cerrando el grupo, pasos más atrás Asuna y Yui conversaban quietamente como madre e hija.

La cait sith suspiró, y el pensamiento de siempre se anidó en su cabeza como una mosquita insistente. Había pasado el tiempo desde que se enfrentó a Kirito ya Asuna en esa cafetería, y las cosas... seguían igual.

Viéndolo desde afuera esos dos no parecían pareja, y si no fuera porque sus ojos agudos los escudriñaban como los de un gato, habría pasado por alto esas sonrisitas casi invisibles, o el roce tan ligero de sus manos cuando nadie se daba cuenta... En esos pequeños gestos veía más de lo que hubiera esperado.

Y en la vida real, cuando se juntaban en el bar de Agil, actuaban como dos desconocidos. Pero el anillo que repentinamente apareció en la mano izquierda de la hermosa joven de largos cabellos de miel, revelaba a gritos una verdad que a veces le dolía, como esa herida que no terminaba de sanar en su corazón.

—¡Sinonon! —ante la voz cantarina, salió de su letargo observando el sereno mar en los ojos de la undine —¡Ya estamos listos para la próxima batalla!

Asuna seguía siendo tan humana y cristalina que, pese a todo no hizo diferencia entre ella y el resto de las chicas, guardando el secreto que les concernía a ellos tres. La arquera comprendía que la había perdonado y no le guardaba rencor. Esa undine realmente era algo difícil de comprender...

—Estoy lista —respondió con orgullo y se movió hasta ocupar su lugar en la formación que enfrentaría al boss del siguiente piso de Nuevo Aincrad.

Kirito se ubicó a su lado y cuando los demás se replegaron para prepararse a lo que habría de venir, oyó su voz amortiguada pero resuelta —Cuento contigo, Sinon.

Ella apretó los ojos infundiéndose aliento, sonrió de lado encontrando su mirar de oliva —Te apoyaré, haré todo lo posible para conquistar el piso 22, por Asuna.

—Por Asuna —él repitió chocando su puño enguantado con ella —Es su sueño recuperar nuestra cabaña, cuento contigo.

Sinon asintió, su corazón se quebró un poco, pero lo haría por el chico que le gustaba. Y por supuesto; por su mejor amiga.

Por Asuna.