Los personajes le pertenecen por completo a Masami Kurumada.

Miedo…no hay otra manera de describirlo. Me daba miedo estar cerca de él, su cuerpo su aura…Todo en él me provocaba miedo.

¿Lo más curioso y ridículo de aquello? Él no había cambiado su forma de ser en lo absoluto, era el mismo de siempre, quizá desmejorado físicamente, pero nada más.

Bueno, no importaba cuánto intentara convencerme a mí mismo de eso, siempre sentía miedo si estaba con él. Un escalofrío recorrerme entero, ganas de salir corriendo, el inevitable impulso de apartarme de su mirada, ya nada se sentía bien junto a él.

Era como si fuera alguien diferente…Lo sé, acabo de decir que no había cambiado, pero ahora ni siquiera yo entiendo mi mente, mis sentimientos o mis pensamientos. Tal vez no alguien diferente, quizá solamente era mi imaginación, o cualquier tipo de alucinación.

Mi mente me decía que saliera corriendo cada vez que le veía, pero mi corazón no concordaba con esa idea.

Lo que nadie podía negarme era el frío…Todo alrededor de él se volvía frío, en un sentido enteramente literal…

Una vez estaba con él, llevaba conmigo un vaso lleno de agua, el vaso se llenó de hielo y escarcha cuando pasó junto a mí. No creo necesario decir que me asusté…No, más bien me sorprendí, fue hasta mucho después que el miedo empezó a gobernar mi vida.

Mientras más leo y reviso lo que escribo, más curiosos y absurdos me parecen mis propios sentimientos…Es decir, mostré valentía, más bien osadía, ante muchos enemigos, los desafíe y arriesgue mi vida sin pensarlo dos veces…Y ahora le temo a uno de mis mejores compañeros de batalla, a mi amigo, a mi hermano.

Ahora hasta hablar me resulta imposible, las palabras no me salen del miedo. Su mirada es la misma dulce y comprensiva, llena de alegría…

Pero…

¿Has escuchado que la alegría no siempre es vida? ¿o que no todo lo que brilla es oro?

Pues eso mismo creo que se puede aplicar a este caso. Su mirada, su cuerpo, sus pocas palabras, su voz, todo…Todo él estaba lleno de alegría, pero parecía estar muerto. No solo en su aspecto desmejorado, pálido de piel y labios, delgado casi llegando a los huesos; sino también en su mirada, esa mirada alegre pero muerta, sus palabras con voz muerta, casi ineludible.

Simplemente, sin ninguna otra explicación válida, parecía un muerto aparentando estar vivo.

Me siento tan extraño, poco a poco siento el cómo me abandona la cordura.

Un cansado Seiya terminó de escribir la carta en caso de que su cordura lo abandonara por completo, para que alguien considerara un poco sus pensamientos. Tal vez, algún día, alguien podía darle la razón o simplemente tomarlo como un loco más entre muchos.

-Seiya, ¿en qué piensas?- preguntó Shiryu. En verdad, nadie le tomaba importancia a la situación, nadie quería ayudarme, más bien ayudarlo…Aunque si vemos lo que pasó en un futuro, no podían, no podía, no podíamos, nadie ni nada podía hacer nada. Qué rabia ¿no?

-Nada, solo estaba distraído…Entonces ¿Qué opinan?-

Creo que era la tercera o cuarta vez que les repetía a todos juntos lo que veía, pero, por supuesto que solamente me decían que estaba exagerando.

-Creo que estás exagerando, no puedes ir por la vida esperando que las personas sean siempre las mismas…siempre hay algo que debe cambiar.- me dijo Hyioga con un poco de tristeza en su voz, supongo que recordando al que alguna vez fue su amigo y luego su enemigo, Isaac.

Sin embargo, no es que él haya cambiado, es simplemente que no parece el mismo. Es cierto, no tiene sentido, me contradigo solo, pero no llego a ninguna respuesta de ninguna manera.

Sé que perece ser el mismo, pero no lo es…

Ya he dicho antes que su risa y su mirada están llenas de vida, pero cada una de esas sonrisas la siento tan falsa como aquellos cuentos que Seika me contaba cuando niño…Cuentos que parecen tan lejanos como absurdos, todos esos finales felices…la vida se ha encargado de enseñarme que nunca suceden, por más que se quieran.

Rara vez salía de su habitación, pasaba encerrado cuanto podía…Últimamente la luz lo molestaba mucho, más que todo la del sol…Eso empezó a preocuparme aún más…

Después de lo vivido, cualquier indicio que siquiera se relacionara con cualquiera de las batallas que en un pasado vivimos juntos, es cuestión de alerta en mí.

Pero, en un momento de la conversación que acabo de mantener con mis amigos, ellos dan una respuesta mucho más lógica y una solución igual.

-Esto de su molestia a la luz, puede ser algún tipo de migraña…tampoco le gusta el ruido. Es lo más lógico, podríamos llevarlo con un médico.- resolvió Shiryu tomando la libreta telefónica de la mesilla junto al sofá donde se encontraba.

-Cuanto antes mejor, si se puede hoy mismo, sino mañana.- dijo Saori pasándole el teléfono fijo a Shiryu.

En eso, bajaba con sumo cuidado las escaleras, tocando cada parte del pasamanos y contando los pasos, Shun.

Me quedé viéndolo, viendo como fijaba su mirada en el piso, como si hubiera algo que ahí fuera lo suficientemente interesante como para que no se diera cuenta de nuestra presencia.

-Shun.- llamó Saori con una dulce sonrisa. Mi amigo se volteó y le devolvió el gesto de igual manera.
-¿Y esa sorpresa que andas por aquí?- siguió ella mientras le hacía señales para que se acercara a nosotros.

Me sentía un estúpido, solamente viendo cada uno de sus movimientos, intentando que su mirada no se cruzara con la mía. Me sentía la persona más estúpida, el peor amigo del universo…dudando de alguien que ha estado dispuesto a dar su vida por la mía…Pero ¡No! Por más que intento ordenar a mi mente que aleje tal pensamiento, este siempre incide de nuevo en las mismas dudas.

-Sorpresa será la mía, ¿Por qué están todos aquí?- preguntó Shun con su dulce voz, a la vez que se sentaba junto a Saori en el brazo del sillón.

-Pues nada, hablando nada más.- respondió Shiryu cerrando la libreta.

-¿Han sabido algo de mi hermano?- preguntó él con un poco de esperanza en su voz…

Recuerdo bien cuando Ikki se fue, a diferencia de lo que pueden o no estar imaginando, no es ni trágico ni mucho menos. Es simplemente un capricho, además llama casi todos los días.

Se fue un día común y corriente, bueno, casi.

Habiendo yo visto el "cambio" en Shun, decidí hablar con Ikki, por razones obvias.

Primero le pregunté si él también había notado algo raro en Shun, además de darle todas mis razones acerca de mi pensar…Pero sigo pensando que no me escuchó ni la mitad de lo que dije.

Solamente asintió y después desapareció…Y al rato nos enteramos que se había largado como siempre para estar solo, con el celular nuevo de Saori.

Por ende, cada vez que el peliazul llama, Saori casi arranca toda la tela del sofá.

-No, y ni me lo menciones.- dijo ella cruzando los brazos.

-Mira, Shun…estábamos discutiendo ciertas cosas…- Hyioga fue el primero en atreverse hablar acerca de lo que en realidad estábamos hablando antes de verle.

Y mientras tanto yo sentado como estúpido esperando la reacción de Shun.

-Supongo que me dirás de qué se trata.- dijo Shun entrecerrando los ojos. He ahí, el sol, cualquier luz, todas molesta la visión de él.

-Queremos hacerte revisar por un médico, nos preocupa tu salud.- dijo Shiryu.

Y repito, yo sentado frente a Shun mirándolo como idiota…cualquiera se confunde y piensa que he descubierto sentimientos por él, pero no es el caso, solo he descubierto miedo –que en teoría si es un sentimiento pero no de "ese" tipo- .

-estoy bien, no es necesario…- Mi rubio amigo le interrumpió.

-No te estamos preguntando…además no quiero que se te haga una migraña.- dijo dándole un par de golpes en la cabeza.

-Sigo diciendo que no es necesario.-

-Ya está de todos modos, mañana por la mañana vamos. Te guste o no te guste.- Dijo Shiryu.

Notas: bueno, este fic empezó como algo de ayuda psicológica, pero, viene mi mente y acaba escribiendo cosas sobrenaturales.(Lo sé, soy un amor) . espero les guste esta historia medio confusa (Como si alguna vez mis historias se entendieran bien).

Bueno, gracias por leer, espero les deje una buena impresión!