Nota de Autora: Hola. Bueno, este es mi primer participación con MLB; me enamoré del programa desde el momento en que lo vi, hay tanto de donde sacar, poner y hacer que simplemente es magnífico. Como primer proyecto en MLB traigo un Adrienette y en verdad espero que les guste. Sé que ahorita es muy cortito pero necesito ver qué les parece la idea para saber cómo es que lo voy a ampliar y manejar la trama.
Disclamer:Los personajes le pertenecen a Thomas Astruc a.k.a. Don no spoiler-man. La historia es completamente mía.
¡Disfrútenlo!
SERENDIPIA
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Llegada
I
Un chico alto, de cabello dorado y ojos verdes abrió los ojos para despertar de su ensoñación al darse cuenta de que había llegado a su destino: su casa, la cual difícilmente se podría llamar hogar; Adrien Agreste bajó del lujoso automóvil que era conducido por su más confiable guardaespaldas, el cual también era de muy pocas palabras, casi mudo.
Y con ese abrumador silencio haciendo sólo una pequeña señal de despedida a su chofer entró en la lujosa mansión que él había llamado hogar por años y que a pesar del tiempo transcurrido no había cambiado en nada.
Suspiró y dicho suspiro se hiso resonar como eco en la desolada mansión, o así parecía hasta que apareció la secretaria de su padre, Nathalie, quien con escasas palabras le dijo que su progenitor lo esperaba en su oficina.
Subió las elegantes escaleras rumbo a la oficina de Gabriel Agreste, su padre y su único familiar. Antes de entrar a la habitación tocó la puerta finamente decorada de caoba; una voz en el interior le indicó que podía entrar ―Padre, me da gusto verte ―y a pesar de que así era él no corrió a abrazar al hombre que le daba la espalda mirando un enorme retrato de una mujer, la madre de Adrien.
―Qué bueno que has llegado, pasó bastante tiempo.
―Un par de años solamente, no sabía que me habías extrañado ―mencionó con la esperanza de escuchar que su padre realmente lo había añorado.
Gabriel se volteó a él y lo miró fijamente ―Mañana comenzaré mi nueva campaña de otoño, eres mi modelo principal, así que ve preparándote.
Adrien suspiró, sabía que algo así diría él ―Bien, te veré mañana.
El chico salió del despacho de su padre para dirigirse a la salida principal en donde se encontró a la secretaria de su padre.
― ¿Se te ofrece algo Adrien? ―preguntó con sequedad la mujer.
Adrien negó con la cabeza ―Dile a mi padre que regresaré más tarde, dejaré el teléfono encendido por si quiere llamar, lo cual dudo.
Nathalie asintió y lo dejó marcharse, las cosas eran iguales a antes de que Adrien se fuera por una larga temporada. Sintió pena por él.
Estando bastantes calles lejos de su casa marcó el número de su mejor amigo, Nino Leroy.
―Ya estoy aquí ―informó el chico de cabello rubio a su interlocutor.
― ¡Eso es grandioso hermano! Las videollamadas ya no eran suficientes ―dijo él alegre de escuchar la voz de Adrien. ―Dime en dónde estás, pasaré por ti y te llevaré a comer algo, debes tener hambre después de tu viaje.
―De acuerdo, estoy a unas calles de la preparatoria, te veré ahí.
II
Nino llegó al lugar establecido saludando desde lejos a Adrien con la mano y cuando estuvo más cerca lo abrazó, a fin de cuentas el chico rubio era como un hermano para él y sólo Dios sabía cuánto lo había extrañado mucho ―Me da gusto verte de nuevo, amigo.
―A mí también Nino, tienes muchas cosas que contarme para ponerme al corriente.
―Por supuesto, vayamos a una cafetería es reciente y la verdad es que es muy buena ―propuso él comenzando a caminar. ― ¿Qué te ha dicho tu padre? ¿Lo viste, no? ―preguntó el chico de piel morena.
Adrien asintió ―Me dijo que mañana tenía una sesión por su nueva campaña.
El chico de lentes chasqueó su lengua ―Sin ofender amigo, pero tu padre cada año se hace más arisco.
El rubio sonrió ―Tienes toda la razón Nino, pero no deja de ser mi padre ―comentó él viendo hacia el cielo. ― En fin, ¿qué tal va todo con Alya?
―Mejor de lo que pensaba, de hecho está trabajando en la cafetería a la que vamos.
Adrien sonrió de medio lado ―Así que esto tenía dobles intenciones.
Nino se rio y le pasó un brazo por los hombros ―Claro que no, ella también tiene ganas de verte, hemos sido amigos desde años y también eres como un hermano para ella.
―Bien, bien. Mientras no me hagas escenas de celos no hay problema.
Ambos se rieron y siguieron caminando a su destino.
III
― ¡Marinette un pastel de zarzamora para la mesa cinco! ―gritó una chica morena de lentes que atendía otra mesa.
La aludida, una chica de cabello negro azabache acomodado en un chongo y ojos azules asintió dirigiéndose al mostrador en donde tenían guardados los postres para tomar el último pedazo del que habían pedido ―Papá ya se acabó el pastel de zarzamora.
―Ya va saliendo uno recién horneado Mari ―respondió su padre desde la cocina.
La chica asintió y se dirigió a la mesa indicada a dejar el pastel, luego de eso la llamó otro cliente y fue con él para tomar su orden.
Alya también atendía sus mesas cuando su teléfono celular comenzó a vibrar, cuando se desocupó un poco lo sacó y leyó el mensaje sonriendo ante el nombre de quien era el remitente.
Hey guapa, estoy llevando a Adrien para la cafetería, espero que Tom tenga aun su famoso pastel de zarzamora, mi hermano ya ansía probarlo, por cierto llegaremos cuando hayan cerrado, Adrien no quiere empezar a causar conmoción. Te veo en un rato, te amo.
La morena sonrió nuevamente como tonta ante las últimas dos palabras, Marinette, habiendo terminado de atender por el momento se acercó a ella también con una sonrisa ― ¿Nino de pura casualidad?
―Que comes que adivinas Mari, ¿tu papá aún tiene pastel de zarzamora?
―Recién hecho ―le guiñó la azabache a su mejor amiga.
Alya sonrió ―Muy bien niña, porque tendremos dos clientes pronto con un gran apetito.
Marinette inclinó un poco la cabeza ― ¿Viene con Nathanaël?
―Nop, es un amigo nuestro de años, se fue a vivir un tiempo al extranjero, antes de que tú llegaras a París, por eso no lo conoces.
―Ya, pues es su día de suerte porque el pastel de zarzamora recién hecho definitivamente es de otro mundo.
La chica de lentes sonrió y le indicó seguir con su rutina de trabajo.
IV
Dieron las seis de la tarde y la cafetería ya había cerrado, como era domingo ese día normalmente terminaban todo más temprano. Marinette estaba ocupada en la cocina arreglando todos los platos y cubiertos.
― ¿Aún no llega Nino, querida? ―preguntó Sabine, la madre de su amiga a la chica que limpiaba una mesa.
La susodicha negó con la cabeza y le restó importancia ―Se han de haber detenido por ahí, sabe que a esta hora cierran y prefiere que no haya tanta gente.
― ¿Desde cuándo Nino es tan selectivo? ―cuestionó Tom con una sonrisa mientras sacaba unas galletas que había hecho para ofrecérselas a las tres mujeres.
Alya rio ―En realidad no es por él…
Iba a continuar pero el sonido en la puerta la interrumpió, era Nino seguido de Adrien, un tanto tímido este último.
― ¡Adrien! ―gritó Alya de emoción yendo a abrazar a su amigo de la infancia. ―Por Dios que has crecido bastante, te eché mucho de menos.
―Yo también Aly, aunque este chico no dejaba de hablar acerca de ti ―dijo señalando a Nino.
Nino a penas se sonrojó ―Él preguntaba por ti.
Alya abrazó a su novio y le dio un beso en la mejilla ―Lo sé.
Nino se separó de ella para saludar a las otras personas presentes ― Hey señor y señora Dupain-Cheng, espero que me hayan guardado de su delicioso pastel.
―Por supuesto que sí Nino ―dijo alegre Tom, siéntense por favor.
Adrien se acercó a los adultos ―Perdón no me he presentado, soy Adrien Agreste, es un placer.
―El placer es nuestro cariño ―dijo Sabine con una sonrisa maternal. ―Nino nos comentó hace unos días que un amigo muy especial para él llegaría, así que siéntete como en casa.
―Marinette trae unos platos para acá, por favor ―pidió Tom acercándose a la cocina.
La chica de cabello azabache salió de la cocina con lo que le pidió su padre y los dejó en una mesa junto con cubiertos.
― ¡Hey Mari! Siempre trabajando ―dijo Nino sonriéndole y la chica le devolvió la sonrisa. ―Ven te presentaré a mi amigo, Adrien Agreste.
Marinette se acercó a él y ante ella vio al chico con los ojos más hermosos que alguna vez haya visto en sus dieciséis años de vida y le extendió una mano a forma de saludo ― Soy Marinette Dupain-Cheng.
―Es un placer Marinette, soy Adrien.
La chica azabache le dedicó una sonrisa, una sonrisa que Adrien juraría que era única, una sonrisa que sería solamente de él, lo había decidido.