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-Los personajes pertenecen a sus respectivos creadores.


Saisho no shotto

...

Antes

— Este es el símbolo de la Vongola —dijo el sergente, señalando la proyección en el pizarrón —. Si ves esto en cualquier lugar debes reportarlo, si ves que alguien lo porta lo mejor es salir corriendo y pedir respaldo. No importa qué, si Vongola está involucrada debes saber que todo terminará en graves daños a la propiedad y montones de papeleo de los que nadie, repito, nadie, quiere hacerse cargo. En fin —continuó con voz dura —, si se encuentran con los Vongola hay ciertos miembros que deben reconocer. La mayoría de ellos son parte de un grupo llamado "Guardianes", las personas más cercanas al jefe Vongola, junto con otras personas que son conocidas por ser los asociados más cercanos al jefe. Todos ellos se encuentran entre los hombres y mujeres más peligrosos del mundo.

Lo último lo dijo con una voz de finalidad, logrando que sus estudiantes se pusieran nerviosos. Vio a uno que se deslizó en su asiento hasta hacerse lo menos visible, sergente hizo una nota mental para tacharlo como uno de los primeros en abandonar; el resto, a pesar de lucir asustados, tenían un brillo emocionado en sus ojos, ansiosos por saber más.

Entonces la proyección cambió y una fotografía apareció —. Primero, tenemos a este hombre. El décimo jefe de la familia Vongola, Sawada Tsunayoshi.

Grandes ojos redondos en un rostro suave enmarcado por cabello desordenado les devolvió la mirada. El hombre, que debía estar cerca de sus cuarenta y sin embargo lucía vitalmente joven, vestía una sudadera y pantalones casuales, sonriendo de una manera que hacía iluminar su rostro. Estaba en lo que parecía una pequeña cafetería japonesa, acompañado de una mujer mayor con la que compartía una semejanza increíble, y un par de adolescentes de cabello rubio de los que no podían ver el rostro por su posición en la imagen.

— Esta es la fotografía más reciente que tenemos de Sawada Tsunayoshi —informó el sargento —, tomada en una ciudad de Japón hace unas semanas.

— ¿Realmente?

— ¿Ese es Sawada Tsunayoshi? ¡Es ridículo!

— No me sorprendería que fuera falso… Además, parece vivir tan en paz.

El sargento se abstuvo de rodar los ojos, acostumbrado a que los nuevos reclutas tendían a subestimar a la Vongola, deseando que se tomaran sus advertencias más en serio. Cuando pasaban por alto sus palabras la gente tendían a morir. Por ahora optaría en pasar por alto los comentarios, sus reclutas pronto aprenderían que las apariencias engañan, y bien dicen que no se puede aprender en cabeza ajena.

— Sawada Tsunayoshi ha sido el jefe por los últimos veinte años. Según informes, ha sido entrenado por Reborn, conocido por ser el mejor asesino a sueldo del mundo, y si eso es verdad entonces es posible que su habilidades sean mejor de lo que conocemos —continúo informando del poder de ataque del jefe mafioso, contándoles todo lo que sabían sobre él. Cuando mencionó que él, de hecho, podía volar, se ganó resoplidos incrédulos de los reclutas. Todos tendían a reaccionar así, él mismo sabía que era ridículo, pero eso no significaba que no fuera verdad —. Por regla general, nadie que haya estado en la fuerza por menos de siete años se considera un rival para Sawada —esto lo dijo intentando sacar cualquier idea de heroísmo de esos idiotas primerizos —. Si lo encuentras la decisión más acertada es retirarse e informar de su ubicación. Si no puedes retirarte, bueno, lo mejor es atraparlo en algún lugar cerrado y bajo, o suplicar por clemencia; Sawada es conocido por ser… compasivo, especialmente con agentes jóvenes. Apelar a él a veces funciona. Si quieren seguir un consejo, nunca lo enfrenten solo, es bien sabido que él nunca está solo.

Pausó un momento, dejando que la información se hundiera en los reclutas —. Esperemos que ninguno de ustedes tenga que lidiar con Sawada todavía, pero si lo hacen… Si lo hacen les deseo suerte.

Él sabía que uno de los objetivos del curso era darles cierta confianza y fuerza a los reclutas para cumplir con su trabajo, pero también sabía que una confianza excesiva era mala. Confianza de más hacía que los reclutas murieran. Subestimar al objetivo terminaba en reclutas muertos. Era mejor decirle a los reclutas cuándo huir o atacar que sólo dejarlos correr precipitadamente hacia su muerte.

— Nadie sabe cómo el décimo y sus guardianes se involucraron en la mafia, lo que sí sabemos es lo que han hecho a lo largo de los años. Desde que Sawada comenzó a reinar no ha habido actividades delictivas por parte de la Vongola, la mayoría de los desastres que causan han sido en defensa propia o en la de alguien más. Eso no quiere decir que ganen menos atención de la policía. Esto —señaló una nueva imagen —, es una de las razones porque estamos tan interesados en detenerlos.

La imagen era como algo sacado de una película de terror. Había sangre manchando las paredes, cuerpos tirados sin orden ni concierto en el suelo, muebles destrozados, ventanas rotas y dos grandes puertas que parecían haber sido arrancadas de sus goznes, partidas por la mitad. Lo más aterrador no era la sangre o la destrucción, no, lo aterrador era el autor de todo eso. En medio de aquel caos un solo hombre figuraba parado, una pose que gritaba peligro y unos ojos afilados que resplandecían con ansias de sangre.

Todos contuvieron la respiración, notando la diferencia entre Sawada y ese hombre.

— Hibari Kyouya es uno de los guardianes de Sawada —dijo el sargento —, considerado como el más fuerte de todos ellos. Así que si dudas de Sawada como jefe sólo recuerda que este hombre recibe órdenes de él.

Una nueva ola de susurros se dio lugar y una mano vacilante se levantó. El sargento le dio la palabra.

— ¿Cu- Cuál fue la motivación de ese ataque? ¿Fue venganza o…

— Los motivos de Vongola son difíciles de entender. Su seguridad es mayor que la mayoría de las agencias gubernamentales y las únicas pistas que podemos reunir, en el mejor de los casos, es cuando queda un rastro de evidencia demasiado obvia. No estamos seguros de lo que motiva a la Vongola a causar tales… disturbios, pero normalmente sus razones están relacionadas con la protección. La protección de sí mismos o algún aliado. Este es el rasgo más característico de esta familia; muy pocas veces hay disputas territoriales, trabajos relacionados con la prostitución o tráfico de drogas, no compran ni venden información… Sólo se ocupan de sí mismos.

Una nueva fotografía apareció, esta vez Hibari lucía una ropa japonesa, yukata al parecer, y salía de un complejo casero tradicional japonés; una pequeña figura lo seguía, casi pisándole los talones, y más atrás aparecía un grupo de hombres con peinados extraños.

Al fondo del salón alguien levantó tímidamente una mano.

— ¿Sí? —pidió el sargento.

— Los niños en las fotografías —dijo, refiriéndose también a la de Sawada —. ¿Quiénes son?

Oh, el sargento casi sonrió, al menos alguien comenzaba a observar y a hacer las preguntas adecuadas.


Luego

A Kiko le gustaban las mañanas en que el cielo era claro, el aire corría fresco y los hibirds cantaban. Sin mencionar que mientras desayunaba podía observar el hermoso jardín de la Hibari House, con los árboles de cerezo esperando a florecer, el pasto recién cortado y las flores irradiando color.

— Kiko —llamó la voz de su padre.

La mencionada regresó su atención al desayuno —. Sí, sí. Desayuno primero, soñar despierta después —dijo, reconociendo la demanda de su padre en su nombre.

Con los años había aprendido a saber lo que su padre decía con la forma en cómo pronunciaba su nombre, "Kiko" tenía miles de significados en la boca de su padre al igual que las miradas que le daba, y ella era una experta en interpretar todas y cada una de ellas. En serio, eso debería contar como un súper poder o algo.

Hibari Kyouya le lanzó una mirada sobre su taza de té.

Kiko se encogió de hombros —. No sé, tal vez intentaré dominar el mundo con mi buena apariencia y encantadora personalidad o sólo seguiré tus pasos y muerda hasta la muerte a algunos herbívoros.

El mayor le mandó la mirada número tres: "No estoy impresionado con tu idiotez. Inténtalo de nuevo."

— Bien, ¿qué tal esto? Los morderé más fuerte de lo habitual.

Mirada número cinco: "¿Realmente eres mi hija?"

La chica se rio y siguió comiendo su arroz —. Por cierto, Reborn está en Namimori, lo vi anoche. ¿Sabes por qué está aquí? Le pregunté pero nunca respondió. Culpo a Seiji-been, él nos interrumpió.

— Kiko —la interrumpió.

— Oh, bueno… ¿Y el tío Tsunayoshi tampoco te dijo nada? No me sorprende, Reborn siempre hace lo que quiere. Tal vez vino para continuar con el entrenamiento de los gemelos, ya se acerca la hora para las balas de la última voluntad, será interesante ver qué sangre es más fuerte, aunque sería una lástima que murieran, pero al menos nuestras preguntas conseguirían respuesta. De cualquier manera, si está aquí para entrenar entonces también nos va a hacer sufrir a los demás.

— Kiko, cállate y come.

— ¡Ok! Pero si averiguas algo me lo dirás, ¿verdad? ¿No? Bueno, igual te amo.

Le dio un sorbo a su taza de té y volvió a mirar hacia el jardín. Sí, realmente era una buena mañana. Y entonces los gemelos travesura aparecieron.

— ¡Morning, Ki-tan! —saludaron un par de chicos desde la rama de uno de los árboles —. ¡Ohayō, ojisan Kyouya! —dijeron mientras saltaban y caían justo fuera del corredor y frente a los Hibari.

La pelinegra observó tranquilamente a su padre darles miradas de muerte a los retoños Sawada, ella podía verlo debatir entre si tomarse la molestia de morderlos hasta la muerte o cobrársela al tío Tsunayoshi la próxima vez que lo viera. Considerando que aún no tenía su dosis de sangre mañanera, parecía que iba a tomar la primera opción, pero astutos como sólo los gemelos podían ser, se adelantaron hasta colocar una caja de madera finamente tallada frente al mayor.

— Hemos traído una ofrenda de paz, ojisan —dijo uno de ellos.

— Los dangos especiales de la abuela Nana —completó el otro.

— Por favor, disfrútalos —dijeron por último, inclinándose dramáticamente cual delicadas doncellas de la antigüedad.

Hibari los observó un par de segundos —. Hn —declaró indiferente, aceptando los dulces y continuando con su desayuno, ignorando las existencias de los tres mocosos.

— Entonces, ¿qué los trae a mi humilde morada en esta hermosa mañana? —preguntó Kiko, acabando su comida.

Los ojos marrones de los gemelos brillaron; Masayoshi y Masayuki compartían los mismos colores y forma ósea, eran altos, más de lo que su propio padre había sido a esa edad, un corte de cabello alborotado con un flequillo cursi orientado a la izquierda y la piel ligeramente bronceada. Eran idénticos y si no fuera porque el menor de ellos, Masayuki, gustara de usar anteojos nadie sería capaz de identificarlos, bueno, nadie que no fuera Sawada Tsunayoshi y su intuición. También estaban los pequeños detalles como la forma en que cada uno sonreía; mientras Masayoshi tenía una sonrisa abierta y traviesa, mostrando sus pequeños colmillos, Masayuki era más discreto, pero no por eso menos genuino.

— ¡Vamos a jugar! —anunció el mayor —. Las vacaciones pronto acabaran y aún no hemos hecho nada emocionante, ¿no es así, Yuki?

El mencionado asintió —. Será divertido, Ki-tan. ¡Vamos!

— ¡Sí! ¡A jugar! —repitió Masayoshi.

— ¿Qué edad tienen, cinco? —se rio ante sus payasadas e ignoró la mirada poco impresionada que su padre le dio. Sí, estaba siendo una hipócrita, ¿y qué?

— Estamos aburridos —replicaron.

—Ustedes no tienen tiempo para eso. ¿No deberían estar siendo torturados por Reborn? —preguntó en cambio.

— A parte de despertarnos cruelmente nos dejó ir sin una palabra —dijo Yuki —. Debe estar tramando algo.

Kiko se sorprendió, Reborn no dejaba ir a nadie hasta después de un entrenamiento espartano matutino —. ¿No dijo nada del entrenamiento? ¿No está aquí para eso?

Yuki se encogió de hombros —. Es de suponerse, pero nadie sabe cómo trabaja su mente y papá no dijo nada tampoco.

Raro, muy raro.

— Por eso estamos aquí —siguió Yoshi —. Antes de que sentencie nuestras almas vamos a divertirnos. ¿Qué dices, birdie-chan?

— Digo que estoy dentro —se levantó, cualquier cosa era mejor que estar encerrada —. Con su permiso, bird-sama —se dirigió a su padre.

— Kiko, las reglas —mandó el patriarca Hibari.

— Lo sé, no comportarme como un herbívoro más de lo que ya hago, no revelar mi verdadera naturaleza —su voz era aburrida mientras enumeraba dichas reglas con los dedos de sus manos —. Y regresaremos antes de que oscurezca —dijo de mala gana, notando la mueca descontenta de los gemelos, ellos también estaban sometidos a las mismas odiosas reglas —. Nos vemos más tarde, papá pájaro, no me extrañes.

Como respuesta recibió un gruñido.

— Vamos, doppelgängers.

— ¡Bye bye, ojisan!

...

— ¿Qué hiciste? El tío lucía más molesto de lo habitual —preguntó Yuki.

— Salí después del toque de queda, aunque creo que está más molesto porque fui atrapada por Seiji que por haberme escapado —informó.

— No pueden culparte por querer estirar esas alas tuyas —Yoshi le dio unas palmaditas en la espalda.

Los gemelos la vieron con simpatía. Ellos sabían lo duro que era permanecer encerrado en casa por las noches y aunque era por su seguridad resultaba sumamente fastidioso, al menos ellos se tenían el uno al otro para pasar el rato mientras que Kiko estaba sola en ese enorme complejo de casas, vigilada por un montón de hombres que no comprendían su naturaleza. Era ridículo pensar en mantener encerrado a un Hibari, especialmente a uno que tenía alas y estaba completamente dispuesto a usarlas.

— Cambiando a otros temas, ¿vamos por Noriko y Kiyoshi? Los extraño —dijo Kiko.

— Los viste ayer —Yuki la vio con una ceja alzada.

— A ustedes también y aquí estamos.

— No es una cita de juegos si no tenemos a "Mala suerte" y Kiyo-tan —acordó Yoshi.

— No seas grosero, Yoshi —regañó Yuki —. Nori-chan no tiene la culpa de lo que sucede a su alrededor y, en todo caso, compensamos su calamidad con nuestra fortuna.

— Lo que digas, Yuki —le sacó la lengua a su gemelo —. Entonces, ¿una carrera hasta Takesushi?

— Prepárate para perder, Bakayoshi —Kiko sonrío, emocionada.

El mencionado le dio una sonrisa de zorro —. No seas presumida, Ki-tan. Cuando estamos en tierra nosotros tenemos la ventaja.

Antes de que Kiko pudiera protestar, una ráfaga rubia salió disparada desde su otro lado.

— Con su permiso, señoritas —la risa de Yuki fue lo último que escucharon.

— ¡Zorro tramposo! —Kiko se lanzó detrás de él.

— ¡Vuelve aquí, Yuki! —gritó Yoshi, echando a correr también.


N/A: Gracias a Hiyosi Ishida, Anonima-Traumada, AnEmIg-Chan, Angelacolours, AirI'am, Mike-Chan7, Rikka Yamato y PeczZitoO por sus reviews!

Una disculpa por la tardanza, pero shit happens.

Nos leemos en el próximo!