Disclaimer: Los personajes no son míos, solo la trama.
Advertencia: UA, OoC, lenguaje vulgar, contenido maduro.
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.-.-. Little Bird .-.-.
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Permanencia
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Me acostumbré al tipo de vida que me ofrecías. Incluso, ya no me afectaban tus pequeños "cuentos" antes de ir a dormir, pues cada noche me relatabas una historia que parecía sacada de un libro de terror. Ambos sabíamos que eran tus turbias memorias las cuales no te molestabas en censurar, y yo, como la niña obediente y atenta que era, me concentraba en escucharlas.
El protagonista de tus cuentos sombríos eras tú y en cada relato te salías con la tuya. La verdad es que me confesabas todos tus crímenes, tus pecados. Me decías al detalle como habías torturado a tus acompañantes y enemigos, todo con tal de estar con tu amada Bombón… todo con tal de retenerla como ahora haces conmigo.
Pero seguías sin decirme mucho al respecto, seguía sin saber que era ella para ti y después de finalizar tu macabra historia te disponías a saciar tu lujuria con mi cuerpo. Después me mandabas a mi habitación para que mi compañera me mirara con odio. Me dolía su desplante, creí que iba a poder soportarlo pero me había engañado al decir que todo estaría bien si ella se distanciaba de mí.
—Sedusa—la llamé ese día, con dolorosa súplica—. Quiero hablar contigo.
Me ignoró. Era de esperarse. Pero necesitaba que me escuchara, después de todo le convenía. Por fin había averiguado la forma en la que ella podría regresar a su hogar.
—No importa sí no me respondes pero necesito que me escuches.
Aunque me había dado la espalda mientras estaba acostada en su cama, me dispuse a ir directo al grano.
—Sé cómo puedes irte de aquí sin ser descubierta.
Otro silencio.
Y cuando creí que iba a hablarle a un objeto inanimado, la chica soltó un bufido.
—No me estés jodiendo—decretó.
—No lo hago. Sé cómo puedes volver a casa—se incorporó violentamente. Casi quería asesinarme con la mirada pero luego volvió a darme la espalda.
—No tengo hogar, no tengo lugar al cual regresar. Ahora, no vuelvas a dirigirme la palabra, ¿quieres?
— ¿Por qué me mientes? —Pregunté con toda la paciencia necesaria para evitar sus desplantes—, ya sé que sí recuerdas todo. Fingiste haber perdido la memoria pero lo hiciste para que no te preguntara sobre tu procedencia y no te juzgara, ¿verdad?
Sedusa me miró por sobre su hombro. A estas alturas parecía que era imposible tanto para ella como para mí ignorar la compañía de la otra. Por más que tratara de alimentar su orgullo, la morena terminaba cooperando –aunque de mala gana– con la comunicación entre nosotras. Y gracias a esto es que no se detuvo a susurrar entre dientes un "cállate, no sabes nada".
—Él me lo contó todo.
—No me sorprende—escupió la chica, venenosamente—. Después de todo te has convertido en su perra, una muy fiel para variar. ¿¡Cómo quieres que confíe en ti si has preferido la verga de ese sujeto antes que a mí?!
Entendía su frustración. Me sentía como una estúpida al tratar de convencerla de que solo quería ayudarla. Merecía su desprecio, me lo había ganado.
—Sedusa yo no quería…
— ¡Maldita seas! —Gritó interrumpiéndome—, si tanto te dijo el muy bastardo, ¿¡por qué no me llamas por mi verdadero nombre?!
—Solo me dijo que no te compró como prostituta. Sedu…—me detuve en seco, no quería seguir haciéndola enfadar así que cerré los ojos para tranquilizarme. Cuando los abrí, aprecié la imagen de la joven que ahora me veía con recelo—, tú… tú nunca fuiste una prostituta, ¿verdad?
Negó con la cabeza y se encogió de hombros.
—No, no lo fui.
— ¿Nunca has estado con un hombre? —No dijo nada pero decidí insistir—. Eres…
—Virgen—completó—. ¿Y qué si lo soy? Es verdad, él no me trajo como mujerzuela.
—Te secuestró.
—No le diría así—dijo seria para luego desviar su mirada, muy avergonzada—. Me engañó. Y como estúpida le creí. Confié ciegamente, como toda una novata para terminar siendo un saco para golpear.
Reflexioné sus palabras. Nunca le diría la razón por la que era golpeada. No me atreví a decirle que tenía un gran parecido al hombre que nuestro amo asesinó sin remordimientos. Tampoco le diría que ese mismo hombre había sido el mejor amigo de él…
—Huiste de casa.
—Sí.
— ¿Por qué?
—Por imbécil. Por rebelde. Mi padre, él…—paró de repente y la mirada de desesperación que sus ojos mostraban se suavizó para enseñar una de melancolía—, él debe estar preocupado—fijó su vista a un punto indefinido, como si recordara o tratara de imaginar al hombre que la debía estar buscando.
—Puedo ayudarte a regresar con tu padre. Solo tienes que confiar en mí. Sé que te pido lo imposible, pero por favor, en verdad quiero ayudarte.
Se mantuvo en silencio, pensando en todo lo que le decía.
—No es como que tenga otra opción—contestó finalmente. Jamás me había sentido satisfecha, era lo que había querido escuchar.
—Tienes que irte pronto. Si es posible esta noche.
— ¡¿Esta noche?! —La callé tapándole la boca y la miré alarmada. Las paredes podían oír y ella asintió una vez comprendió lo delicado del asunto.
—No podemos esperar, no después de…—y callé. No quería asustarla, pero era tarde, ella me miraba con duda.
— ¿Qué cosa? —Cuestionó fríamente—, ¿acaso me hará daño?, ¿va a violarme al fin?, ¿a cortarme alguna extremidad?
Negué con la cabeza.
—Olvídalo. La cuestión aquí es que tienes que marcharte.
—Dímelo, Burbuja—suspiré, derrotada.
—Quiere…—mí garganta se secó, no podía, no me atrevía. Ella en cambio seguía esperando mi explicación—quiere desvirgarte pero no de la forma que te imaginas. Y yo no quiero verlo. Por eso es que debes escucharme.
— ¿Acaso hay algo peor que su asqueroso pene entrando en mí? —Soltó irónicamente.
—Quiere empalarte*—así, sin más, sin delicadeza y con crudeza. Los ojos de mi compañera se abrieron horrorizados—. Ese hombre no bromeó cuando me lo dijo.
La abracé al verla tan frágil y asustada. Ella correspondió al gesto sin chistar y dejé que llorara en mi hombro. Estaba temblando, ¿o era yo la que tiritaba de miedo? No lo sabría con exactitud, de lo único que era consciente es que tenía que ayudarla, tranquilizarla para comenzar con la huida. Pasaron unos minutos, esperé que se calmara y finalmente me vio a la cara. Se le veía insegura pero agarró aire para recuperar sus fuerzas.
— Déjame salvarte, Sedusa—me miró, aún con sus ojos un poco rojos—. Ah, es verdad, Sedusa es nombre de prostituta—rectifiqué y le sonreí para animarla, ella me sonrió de vuelta—. Olvidemos ese nombre entonces, desde ahora podrás volver a ser tú…
—Podré volver a ser Bellota—dijo con un hilo de voz.
—Bellota—repetí su verdadero nombre, atesorando el sonido que producía este en mis labios—; esta noche vuelves a casa. A dónde siempre has pertenecido.
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*De empalar/empalamiento: Cuando se atraviesa a alguien con un palo, introduciendo lo dicho comúnmente por el ano, en este caso sería en la vagina. De tan solo imaginar tal procedimiento me dieron escalofríos, este método lo tomé de Vlad Tepes (sí, el famoso vampiro) y porque una vez leí en una novela inspirada en él (no, no era Drácula) que castigaba a las mujeres que cometían adulterio de esa forma.
Sinceros agradecimientos a soy yo no tu, Ruka Jimotoraku, River, kxjmz y Aaly por sus comentarios los cuales son muy estimados.
Estamos a tres capítulos para que esta historia termine, procuraré que la universidad no me chupe el alma. En fin, gracias a todos por leerme, de corazón.
Por cierto chicos, sigo siendo Lady of the Death. Pueden seguir llamándome Lady, es solo que quería dar variantes a mi seudónimo, porque sí, éste sigue significando lo mismo solo que cambió de inglés a latín.
Bueno, me retiro por ahora.
~Domina Mortem.