Capítulo 4:

Raven se había transformado en una persona completamente diferente durante la segunda mitad de la batalla con Plasmus y Cinderblock. Justo cuando Chico Bestia había comenzado a preocuparse por su ausencia, ella había vuelto a aparecer, y junto con Starfire, reanudó el combate contra los monstruos como si hubiera nacido de nuevo. Siempre había sido una gran luchadora, pero en ese momento Raven sobrepaso sus límites. Ella luchó codo a codo con Starfire sin problemas, golpeando y esquivando los ataques de sus enemigos con una hábil precisión; y llevando la batalla a un cierre eficaz e inmediato.

Ahora el equipo se dirigía de regreso a la Torre: Cyborg y Robín estaban en el Auto-T mientras Starfire, Raven y Chico Bestia volaban en cielo por delante. Las chicas viajaban una junto a la otra, conversando distintos temas que a Chico Bestia definitivamente no le incumbían, ni oía en realidad. Después de la batalla, Raven había hablado poco, optando simplemente por asentir a las felicitaciones que sus compañeros de equipo le dieron; ella sólo asintió con una leve sonrisa de satisfacción consigo misma, aunque Garfield notó algo más en ese gesto. Y antes de partir hacia su hogar, ella le echó una mirada a Chico Bestia, una mirada persistente y evidentemente rápida. El Changeling se dio cuenta de pura suerte, antes de convertirse en halcón; la mirada que ella le dio no le gusto para nada. Tal vez había sido un reflejo de la luz, o la sombra, o por la oscuridad dentro de la capucha, pero sintió que alguien le arrojaba un balde de agua helada (no fría, helada) directamente en su columna vertebral. Y ahora ella estaba conversando con Star mientras lo ignoraba por completo.

Una parte de él estaba agradecido por ello; chocar contra ella durante la pelea había sido incómodo y extraño, y un poco íntimo, a pesar de las circunstancias. Pero otra parte de él todavía estaba un poco herido. Las chicas seguían ignorándolo hasta que en un momento Raven inclinó su cabeza cerca del oído de la tamaraniana, evidentemente para decirle algo privado. Algo que hizo que Starfire volteara su cabeza hacia atrás, más específicamente, hacia su compañero de equipo verde con una mirada totalmente ambigua dibujada en su rostro. En ese momento, él estaba contento de ser un halcón; esa ave no podía ruborizarse.

Así que se encontró agradecido cuando la Torre-T comenzó alzarse ante ellos, los tres se dispusieron a aterrizar en la azotea. Él y Starfire descendieron suavemente en el concreto, pero Raven se hundió, a través del techo, directamente en un charco de oscuridad, entrando en la Torre por sí sola. Chico Bestia se transformó de nuevo en humano y siguió a Star por la puerta que llevaba a los pasillos. Quería decir algo cínico en favor al desconsiderado abandono de Raven, pero nada vino a su mente, por lo que permaneció en silencio.

-¿Tienes hambre? -Star preguntó mientras ambos entraban en la sala principal. -¿Voy a comenzar a elaborar el almuerzo para este mediodía?

-No tengo hambre - se quejó Chico Bestia, derrumbándose en el sofá. -Tal vez deberías preguntarle a la "guerrera bipolar" si quiere algo de comer. -Un largo silencio siguió a sus palabras. Él suspiró. -Yo estaba hablando de Raven -Desde la sección de la cocina, Star dejó escapar un largo "¡OH!" de comprensión.

-Tú la nombras así por la forma en que se desempeñó durante la batalla, ¿no?

-¡DUH! Rae desaparece el tiempo suficiente como para que trato de cubrir a Robín, y entonces ella se presenta y le da una paliza a los monstruos en treinta segundos. Quiero decir, ¿no podía haber hecho eso desde el principio? –La verdad es que Garfield estaba disgustado, pero si fue a causa de la batalla o porque Raven se negó a hablar con él después de dicho conflicto, él no estaba seguro.

-Yo le hice la misma pregunta también -dijo Star, sacando las ollas y sartenes fuera de los armarios y alacenas, y dejándolas sobre el mostrador. -Cuando conversamos, ella parecía... diferente. No como ella en lo absoluto.

-¿En serio? ¿Diferente a la malhumorada y fría Raven que conocemos? -gruñó, agarró el control remoto y encendió el televisor. Él sabía que quejaba de Raven mucho más de lo que debería, pero la forma en que ella lo había mirado después de haber aterrizado en el techo estaba molestando su mente. Se sintió atrapado entre la estupefacción y la angustia, y dicha combinación hizo sentir a Chico Bestia injustamente culpable.

-Ella estaba hablando con frases extrañas –explico la extraterrestre, echando su rojizo cabello a su espalda mientras se preparaba para cocinar. -Ella dijo cosas que nunca había oído decir en Raven.

-¿Cómo qué? ¿"Fantástica"?La última palabra la dijo en voz alta y chillona, recordándole a Feliz-Raven y su muy diferente elección de vocabulario.

-No –replico Starfire con sinceridad. -Ella hablaba usando, lo que Robín me enseñó, adivinanzas. Cosas de doble sentido. -Chico Bestia dejó escapar un sardónico ¡JA! De su boca.

-¿Estás segura de que ella simplemente no estaba siendo una idiota?

-Raven no estaba siendo un idiota, Chico Bestia, pero ella tampoco estaba siendo muy agradable. Ella parecía muy molesta por algo. -Encendió el fuego de la estufa. Su ceño se frunció. -Ella estaba molesta contigo.

-¿Qué? -Él se enderezó y giró sobre su asiento, indignado. -¿Molesta conmigo? ¿Y yo qué demonios hice?

-Raven dijo que tenía hambre, que era tu culpa -le reprendió, sacudiendo la cabeza hacia él, pero sonriendo de todos modos. -No sé cómo podría ser tu culpa, pero eso no es muy encantador, amigo Chico Bestia. –Garfield frunció el ceño profusamente.

-Bueno, eso no tiene sentido para nada. ¿Raven dijo que era mi culpa que ella tuviera hambre?

-Bueno, ella no expresó la palabra HAMBRE -concedió Starfire, tocando su barbilla de forma pensativa. -Ella redactó su sentencia de manera diferente, como si yo supiera de lo que hablaba. ¿Cómo lo dijo? ¡Oh, es cierto! Ella dijo: Garfield me ha dado de probar algo nuevo y ahora mi apetito es voraz. Y le demandaré sustento por eso.

En ese instante, él podía haber jurado que todo el color verde de su rostro había desaparecido, sintió su estómago como si se hubiera caído al suelo. Chico Bestia miró a Starfire, con los ojos y boca muy abiertos, su mente se sumergió en la confusión al escuchar las palabras de Raven de esa Raven- salir de la boca de Starfire. El extraterrestre únicamente frunció el ceño, desconcertada por la extrañeza de su reacción.

-¿Estas enfermo? –le preguntó de repente. -La expresión de tu rostro me está preocupando.

Le tomó un momento recuperar la compostura. Cuando él sintió que otra vez tenía el control de su cuerpo, cerró la boca antes de girar la cabeza bruscamente hacia el televisor, escondiéndose detrás del sofá y fuera de la vista de cualquiera.

-Estoy bien –gritó, para su desgracia, aumentando la incertidumbre de Starfire. El corazón palpitaba velozmente en su pecho. -Lo siento, es que... eso es raro. No sé.

-¿Él no saber si estas enfermo?

-No, yo sé que no estoy enfermo.

-Entonces, ¿por qué me vez así?

-No eres tú, sólo fue lo que dijiste-

-¿Acerca de Raven?

-Sí.

-¿Tú estás preocupado por Raven?

-Sí. No. Es que… yo. No, no estoy preocupado.

-Pero tú acabas de decir-

-Sí, lo sé, pero no.

-¿Lo sabes?

-Sí. No.

-¿No sabes que sabes?

-¿Qué?

-¿Tu dijiste que sabes?

-Sí, lo sé.

-Pero, ¿qué es lo que sabes?

-¿Eh?

-Que… ¿qué es lo que sabes?

-Espera, ¿estás diciendo que no sé? ¿O que sé?

-Esas son las mismas palabras, Chico Bestia.

-¡No! Yo dije que sí sé que no sé sobre si yo sabía que sé algo.

Hubo una pausa.

-Estoy confundida -admitió ella en voz baja. Chico Bestia gimió audiblemente y se cubrió la cara con las manos.

-Sí yo también.

Afortunadamente, las puertas principales se abrieron en ese mismo momento y Robín y Cyborg entraron, ambos hablando animadamente acerca de las opciones de confinamiento para Plasmus. La atención de Starfire se volvió de inmediato hacia ellos, ella les preguntaría qué comida Tamaraniana preferirían tener para el almuerzo. La interrupción le permitido a Chico Bestia tener su propia mini-crisis de ansiedad sin que nadie lo note.

De inmediato, maldijo a Raven en su mente, le grito a ella con la esperanza de que pudiera oírlo de alguna manera extraña, telepática o empática. Él nunca había pensado de ella como irresponsable o imprudente, pero si lo que Starfire había dicho era cierto, entonces no había otra manera de describir la habilidad de tomar decisiones de Raven.

Voraz. Sustento.

Esa cosa había escapado a través de la transferencia durante la batalla...

Obviamente, una transferencia que salió mal.

Chico Bestia se pasó las manos por el pelo, tratando de entender la situación. Feliz-Raven antes le había dicho que Valentía se había hecho cargo del cuerpo de la titán una vez durante un entrenamiento, y ni uno solo de sus compañeros, incluyéndolo, se había dado cuenta. Eso fue probablemente lo que la verdadera Raven tenía la intención de hacer en el enfrentamiento, pero de esa lógica aun quedaban preguntas sin respuesta. Dos preguntas, en realidad.

¿Por qué necesitaba hacer una transferencia? ¿Por qué diablos salió tan mal?

La forma en que ella lo miró antes de volver a la Torre... ese escalofrío que había sentido cuando él la miró brevemente a los ojos.

Bienvenida de nuevo, Raven maniática, impulsiva y depravadamente cruel.

Chico Bestia miró el televisor, angustiado. Se aisló a sí mismo tan pronto como los demás titanes habían regresado a la Torre. Casi todos sus compañeros de equipo estaban aquí, en la sala principal, mientras la hechicera se ausentaba, lo que significa que ella no estaba buscando a alguien con quién meterse.

Así que, ¿qué demonios está ella haciendo en este momento?


Ella se filtró a través de los pisos de la Torre y se materializó con sigilo, aterrizando suavemente en el piso alfombrado. Encendió las luces, iluminando la habitación donde se encontraba.

No era su cuarto.

Sino el dormitorio de otro.

Miró a su alrededor, sus ojos se movían entre el lío algo organizado. Un recuerdo lejano de Raven le indico que él solía ser más desastroso con su habitación y parece que con el tiempo había comenzado a cambiar poco a poco. Su escritorio ya no estaba lleno de historietas, sino de archivos y papeles, de libros y carpetas. Hubiera sido indistinguible del escritorio de trabajo de Robín o del laboratorio de Cyborg, excepto por la marioneta de madera echa a su semejanza, que servía como pisapapeles. A excepción de Starfire, los demás se habían librado de ellos después del primer enfrentamiento con el rey marioneta. Su "otro-yo" había destruido el suyo por completo. Él y la extraterrestre, ambos ingenuos, habían sido los únicos en conservar algo que una vez había sido utilizado como un arma contra ellos.

Él era sentimental, y eso le resultaba repugnantemente patético.

Ella se acercó a la cómoda y miró todos los objetos expuestos en la superficie: una consola vieja de videojuegos, una réplica barata de un Batarang, una caja de joyas plateada en forma de corazón y un libro roto, encuadernado en cuero. Ella cogió el libro y lo observó, reconociendo el título.

Esto es de Raven.

Pensó un momento y recordó que, en un desliz de camaradería, él se lo había pedido prestado para leerlo, a lo que Raven accedió.

Comprensión. Es lo que reside profundamente entre ellos.

Ella tiró el libro al suelo sin miramientos y pasó sus ojos por la habitación de nuevo, tratando de ver si había algo que había pasado por alto. Había venido aquí por una razón, y sólo por una sola razón, pero su búsqueda no estaba encontrando las respuestas que ella había esperado.

Se volvió hacia las literas y vio una pila de ropa doblada recién lavada y bien asentada en la litera de abajo, encima de la confusión contradictoria de las sábanas distendidas. Ella levantó el borde de una de las mantas con la punta de su bota, hizo una mueca al ver el esquema plasmado de unos animales de dibujos animados. Su otro yo habría encontrado su estilo de vida desagradable pero algo entrañable. Ella lo encontró triste. Pero interesante.

Sin embargo, ella todavía no entendía.

Tomó una de las prendas dobladas y examino la franela. Era sencillo, con un logotipo impreso en el frente que ella ni siquiera se molestó en leer. Ella oprimió la camisa sin mangas contra su cara y respiró profundamente, dejando que el aroma del detergente llenará sus fosas nasales. No olía como él. Estaba decepcionada.

Levantó la camisa con una mano mientras con la otra desabrochó su capa, dejándola caer en el suelo. Ella llevó su mano a su espalda con facilidad y tiró de la cremallera de su uniforme hacia abajo, deslizando la vestimenta de spandex y kevlar de su cuerpo y abandonándola en el suelo junto a su capa. Sin pensar demasiado tiempo en ello, deslizó la camisa sobre su cabeza y brazos, el logotipo quedo justo entre sus pechos, ella se deleitó inmediatamente por el contraste con el traje ceñido que su otro yo insistía en usar. Le iba en ella terriblemente suelto, mucho más de lo que había pensado en un principio, y eso la emociono repentinamente. Cubría levemente el escote debajo de su clavícula y el dobladillo de la prenda llegaba casi hasta sus muslos, traicionaba su altura y su circunferencia. Cualquiera que haya sido la indiferencia que sintió hacia él hasta hace un momento ahora parecía haberse perdido entre la ropa de Raven desde el instante en que se colocó esa camisa.

¿Sentir su ropa en mi piel siempre será tan embriagador?

Esta ropa estaba recién lavada, ninguna de ellas tenía el olor a la noche que tanto le había atraído cuando lo olio esa vez, y aun así ella se deleitó con la idea de usar las cosas que pertenecían a él. La excitación corría por sus venas, lo que desató su curiosidad en más lugares que había visto en los recuerdos de su otro-yo.

Interesante.

Ella había entrado en la habitación de Chico Bestia por una razón, y sólo por una sola razón: ella quería saber por qué su otro-yo lo había elegido, de todas las personas, para sentir.

Durante la batalla con las criaturas, él había chocado contra ella, él luego la auxilió, y eso envió un temblor de emoción a través de Raven que la había despertado una vez más. La potencia de su contacto había alimentado directamente su influencia y roto las riendas del control que la titán medio-demonio ejercía en su poder, lo que obligó a la hechicera a abrir las puertas de su mente a mitad del combate. Y sin su espejo de meditación, la precisión de Raven en la localización de su psique fragmentada era muy vaga, lo que le permitió escapar, usando el territorio de Valentía, y asumir el control.

Ella acarició la camisa sobre su cuerpo, volviéndose a deleitar en la sensación.

Todo gracias a Chico Bestia.

Muchas cosas pasaron por la mente de Raven cuando ella había visto a Chico Bestia tan de cerca. Un deja Vu de lo que había ocurrido con él cuando ella estuvo encerrada en su propio paisaje mental la había hecho entrar en pánico. Este tipo de cosas eran triviales, y eran exactamente lo que necesitaba saber.

Ella era su depravación. Ella era su erotismo y deseo. Ella era su impulsividad. Ella era la culminación de los apetitos humanos más básicos y primitivos. Y ella se moría de hambre... pero la satisfacción momentánea era insignificante en este momento. Quería más. Mucho más.

Ella podía encontrar satisfacción en cualquiera de los otros Titanes, pero para Chico Bestia tenía preparado algo más que eso. El hambre voraz que sentía por él era profundo como un pozo sin fondo, y desde hace tiempo, inevitable para ella y para su otro-yo. Chico Bestia, Garfield Logan, era especial. Lo deseaba, sí, pero era algo más que un medio para un fin. Él era la clave para un nuevo comienzo, el fin de una eternidad de confinamiento.

La respuesta a mi ambición...

Pero sólo matarlo, o simplemente aparearse con él aprovechando su lado animal, era demasiado degradante en su simplicidad. Sean cuales sean sus deseos, ella no era alguien común, y ella de ninguna manera estaría satisfecha con una acción tan simple. Años de ser privada de cosas la habían hecho codiciosa, y ella quería que su codicia sea alimentada con vigor.

Necesitaba que Chico Bestia la deseará, que se obsesione con ella, que a anhelará tanto que le doliera. Ella quería que él enloqueciera por sus deseos hasta el punto de la sumisión... y ella quería que su otro-yo sea empujada hasta el borde de sus emociones, la atención recibida la iba a romper por completo; haría añicos a Chico Bestia sin querer, y eso la dejaría débil e impotente. Sería el final de esa Raven, y una nueva nacería de entre los pedazos. Sería la oportunidad perfecta para encerrar a la antigua Raven, como celebración a su ascenso, al tomar el control completo de su cuerpo y de todos sus poderes.

Ella se sentó en el borde de la cama, pasó sus manos a lo largo del conjunto de prendas.

Descansar.

Necesitaba quebrar a Raven.

Necesitaba quebrar a Chico Bestia.

Y, en todos los sentidos y propósitos, necesito que se quiebren entre sí.

Ella miró su ropa, reposando en el suelo, y sonrió.

-Comencemos –murmuro.

Ella separo sus piernas entre su uniforme, se colocó en cuclillas y llevó una mano debajo del dobladillo de la camisa que ahora llevaba, posándola en su entrepierna.

Raven nunca sabría lo que su oscura contraparte estaba por hacer con su ropa. Se hubiera horrorizado de vergüenza, en especial porque Chico Bestia si sabría lo que su Depravación hizo, aunque él nunca se lo diría a Raven ni en un millón de años. A la verdadera Raven.


Mientras el argumento en la cocina sobre si debían dejar los platillos de la tamaraniana a un lado y quién iba a hacer el almuerzo continuó, Chico Bestia se sentó encorvado en el sofá, con su mente dispersa y en ausencia de determinación. No podía alejar a Raven de sus pensamientos y sus intenciones iban en demasiadas direcciones.

Una parte de él quería ocultarse en algún lugar de la Torre, con la esperanza de mantenerse al margen de la psicópata dando vueltas en el cuerpo poseído de su amiga. Él no estaba verdaderamente de humor para que lo derriben con insultos de nuevo, mucho menos para ser blanco de su temperamento imprevisible y su inapropiado uso de los poderes de la hechicera.

Pero otra parte de él quería entrar en acción y encontrar a esa Depravada-Raven antes de que haga algo lamentable; ser el buen amigo que siempre trataba de estar con ella y protegerla de todo mal, externo o interno.

¿Y si ella ni siquiera está en la Torre? ¿Y si ella está afuera, en la ciudad? ¿Haciendo quién sabe qué?

Sacó su comunicador y pulsó el botón localizador en el sistema GPS. Mostraba a los cinco miembros del equipo, cada uno de los puntos rojos parpadeantes mostraban que todos estaban en la Torre. Al menos ella no estaba corriendo furiosamente por la ciudad, así que si quería encontrarla para frenarla entonces él no tendría que ir muy lejos.

Pero tú eres es la razón por la que estoy aquí –recordó lo ella había dicho, Chico Bestia sintió que un nudo se formaba en su garganta.

Hubo otra parte de él, una parte oscura y animal, una parte que con frecuencia ignoraba por su bien y el de otros, que simplemente quería encontrarla... sola.

Para ver lo qué iba a hacer.

Con él.

Repetidamente.

Su rostro se enrojeció ante este pensamiento y Garfield rápidamente desechó la idea, avergonzado por tener la audacia de pensar en tal cosa, en la sala, con sus amigos presentes. Por supuesto, no era como si ellos pudieran oír sus pensamientos, pero le era igual de vergonzoso.

-Está bien, está bien –replico Starfire desde la cocina. -No voy a cocinar un plato tradicional Tamaraneano. ¿Eres feliz ahora? -Sonó mucho más desanimada cuando ella echó el guante del horno sobre la mesa.

-No es que no queremos que cocines, Star. Estábamos pensando en hacer los platos favoritos de Raven, ya que ella fue la que salvó el día -explicó Cyborg. Starfire suspiró, pero parecía estar de acuerdo con esa intención.

-Oh. Bien, sí, estoy de acuerdo en que ella merece elogios por sus acciones -ella sonrió, su mal humor se alivió casi al instante. -Y estoy de acuerdo, Cyborg es el mejor en cocinar los alimentos favoritos de Raven. Entonces… yo seré tu ayudante, amigo Cyborg. ¡Juntos crearemos para ella un almuerzo de lo más maravilloso!

-Bien -respondió Cy, sonando no muy contento con el arreglo, y por buenas razones. Starfire tenía la mala costumbre de "añadir" cosas raras a los platos perfectamente normales. –Oye, Bestita, ¿quieres echarnos una mano por aquí?

Chico Bestia gimió en voz alta. La comida era la menor de sus preocupaciones en este momento, y la discusión detrás de él estaba empezando a ponerlo nervioso.

-Uh. ¿No puedes pedirle ayuda a Robín? Yo como que... no me estoy sintiendo demasiado bien...

-Rob fue a ver a Rae -dijo Cyborg, abriendo la nevera. -Vamos amigo, dejar de ser tan-

-¿Robín fue a dónde? -Chico Bestia brincó sobre sus pies y volvió la cabeza hacia sus amigos. En la cocina los ambos titanes dejaron lo que estaban haciendo para mirarlo fijamente, la expresión en sus caras mostraban confusión.

-Sí, viejo. Él se fue hace, al menos, unos cinco minutos. ¿Acaso tu no…? ¿A dónde vas? -Cyborg exigió. Chico Bestia no le hizo caso mientras saltaba sobre el respaldo del sofá, corrió por la habitación y se fue volando a través de las puertas abiertas del pasillo a la búsqueda de Robín, ni siquiera trató de darles a sus amigos una explicación. Un torbellino de determinación, desembocando en acción, donde el resto de su razonamiento había fallado, enfocado en un solo objetivo.

No dejar que Robín encuentre a la Depravada-Raven.

Aunque no podía decir si sus acciones eran a causa de su preocupación, o de su lealtad. O simplemente, de la envidia plasmada en sus ojos esmeraldas.


-Nunc Lento Sonitu Dicunt... Novo.

Raven despertó con calma, tomó un respiro y abrió los ojos a la luz fluorescente del techo, inundando su visión. Ella parpadeó perezosamente y suspiró, dejando que su mente reanimará totalmente antes de que tratar de averiguar el ambiente que la rodeaba.

Ella estaba en su habitación, acostada en su cama y su cuerpo se sentía fuerte y cómodo. La incertidumbre se apoderó de ella. Cinderblock y Plasmus debieron de haber sido derrotados. Su cuerpo y su mente habían vuelto con seguridad a la Torre de los Titanes. Todo había salido bien.

Cuando ella había renunciado al mando de su cuerpo durante la batalla, una sombra de miedo subyago su transferencia. Una voz extraña le había llamado la atención durante la transferencia, y se había mantenido preocupada durante su tiempo en Nunca Jamás.

¿Qué hubiera pasado si Valentía se aprovechaba de mí? ¿Qué pasa si, cuando volvía, estuviera acostada en un callejón sin recordar cómo llegué hasta ahí y en qué circunstancias? ¿Qué pasa si la transferencia fallaba a mitad de la batalla y yo hubiera sido empujada otra vez a la conciencia mientras recibo un golpe de Cinderblock? ¿Y si nunca recuperaba el control en lo absoluto?

Tales pensamientos la habían acompañado hasta ahora, aunque a su parecer todo había salido en orden. Ella estaba despierta. Ella estaba viva. Ella llevó su mano frente a su cara y movió los dedos. Se movieron a sus órdenes. Ella estaba bien.

Sonriendo para sí misma, estiro los brazos sobre su cabeza, arqueando su espalda mientras se sentaba en la cama. Su cuerpo se movía libremente, aunque una extraña sensación aireada acariciaba su piel. Ella frunció el ceño, miró hacia abajo y tiró de su ropa. El alivio fue drenado de su rostro. No llevaba su uniforme básico. Llevaba una camiseta morada, sin mangas, de gran tamaño, con un logotipo ubicado en el frente, desgastada por de años de uso y lavado. Se quedó mirando el símbolo, casi sin poder creer lo que estaba viendo.

¡¿La Patrulla Condenada?!

Llevaba una camisa de Chico Bestia.

Raven se sentó de golpe en el borde de la cama y entendió completamente por qué de repente se sentía tan libre y desinhibida. Un rubor caliento su piel y su corazón comenzó a latir con locura. Llevaba una camisa de Chico Bestia, y sólo la camisa de Chico Bestia. Nada más.

-Absolutamente nada más –murmuro sorprendida.

Ella tomó el borde de su manta y se envolvió con ella alrededor del cuerpo, estaba perdiendo su férreo control sobre si misma mientras el pánico corría por sus venas. Ella cerró los ojos y trató de obligarse a recordar los recuerdos que ella no había experimentado.

¿Dónde está mi ropa? ¿La perdí antes de entrar a mi dormitorio, o después? ¿Qué es lo que paso exactamente?

Ella trató de concentrarse, trató de obligarse a pensar en cosas que podrían dar lugar a una conexión: regresar a la Torre, venir a su habitación, quitarse su uniforme... incluso hablar con Chico Bestia. Nada ayudó. Esos recuerdos estaban encerrados, y le tomaría horas a ella ubicarlos a través de su mente. Lo último que recordaba era estar en la terraza mientras se preparaba para meditar. Más allá de eso, nada.

Su corazón amenazaba con explotar en su pecho y las velas alrededor de la habitación empezaron a derretirse rápidamente una por una, la cera goteo de sus candeleros y se solidifico en una pasta sucia. Raven se obligó a tomar una respiración profunda y recuperar la compostura.

-Azarath. Metrion. Zinthos. Azarath. Metrion. Zinthos.

Ella tuvo que repetir su encantamiento cuatro veces más antes de que pudiera sentir que recuperaba el control. Repetir su mantra tantas veces no hizo nada para consolar sus nervios, ya cimbreantes. Ella se movió en la cama y dejó pasar la sensación de sus sábanas contra sus piernas expuestas. A pesar de que estaba sola en su habitación, no podía dejar de sentirse expuesta y humillada. Ella no era como Starfire o Chico Bestia, o incluso Robín, que se sentían cómodos en sus propios cuerpos. Fue por eso que ella confiaba más en Cyborg, porque él también compartió su inquietud acerca de estar incómodo con su propio cuerpo.

Así que despertar y encontrarse a sí misma desnuda, a excepción de una camisa que ni siquiera era la suya, era una ironía cruel de la cual nunca hubiera visto venir.

Dos golpes en su puerta resonaron en su habitación y la hicieron gritar de sorpresa. Si ella no hubiera meditado para mantener sus poderes bajo control, estaba segura de que algo habría explotado violentamente.

-¿Raven? -llamó Robín desde el otro lado de la puerta. Su cara ya enrojecida, quemaba al escuchar su voz y ella abrazó, más obsesivamente, las sabanas contra su cuerpo.

¿Por qué tiene que ser él? ¿Por qué tiene que ser uno de los chicos? ¿No pudo Starfire haber sido quien viniera a buscarme?

Ella reprendió internamente a la joven extraterrestre por su falta de sincronización telepática femenina.

-Estoy meditando -dijo en voz alta, con la esperanza de que la irritación en su voz provoque su salida. -¿Necesitas algo?

-Sólo me preguntaba lo que estás haciendo. Starfire y Cyborg están preparando una comida en tu honor.

-Genial –dijo, estuvo contenta de oír a su propio sarcasmo hacerse un lugar en su voz. -Voy a... tardar un poco. -Hubo una pausa antes de que Robín volvió a hablar.

-¿Estás bien ahí dentro? -Ella apretó sus mantas aún con más fuerza.

-Sí. ¿Por qué lo dices?

-No lo sé. Suenas un poco nerviosa. Inquieta. -Raven hizo un gesto a la puerta.

Maldita sean tus molestas habilidades de detective.

Raven se obligó a tomar una profunda respiración para ocultar su ansiedad, para cubrir el hecho de que estaba entrando en pánico sobre sus acciones desconocidas y la desaparición de su ropa. Si sólo Robín se fuera, entonces ella no tendría que lidiar con esta añadida vergüenza a la consecuencia de su, ya inestable, decisión; y luego, tal vez, ella podría averiguar lo que había sucedido y reinstaurarse a sí misma antes de que los otros Titanes también vinieran a buscarla para comer, quienes le preguntarían por qué no se unía a ellos en un almuerzo hecho en su honor-

Algunos de sus libros volaron fuera de sus estantes, sobrevolaron máxima velocidad a través de la habitación y chocaron contra la pared opuesta. La Titán se maldijo en silencio por dejar que su mente y poderes la controlen tan fácilmente.

¿Qué me pasa?

-Wow, ¿qué fue eso? - llamó Robín desde el pasillo. -¿Raven? ¿Raven? -Llamó a la puerta de nuevo. -¿Puedo entrar?

-¡No! -Rápidamente levantó la mano hacia la puerta y la magia oscura abarcó el marco. Ella no estaba preocupada porque él pudiera entrar directamente, pero Robín era plenamente capaz de anular los sistemas de bloqueo en todas las habitaciones. Nunca fue su estilo invadir la vida privada de alguien sin justificación, sobre todo la de ella, pero si los instintos de su líder eran lo suficientemente perspicaces, no tenía duda de que él irrumpiría en su cuarto.

-Estoy bien, lo prometo -dijo ella, tratando de sonar agitada con su presencia. -Estaba agotada por la lucha, estoy tratando de recobrarme a mí misma y tú estás interrumpiendo. Me gustaría que me dejen sola, ¿si eso está bien para ti? -Odiaba ser tan insolente con alguien, sobre todo con él, pero tener una conversación con Robín a través de la puerta cerrada, mientras ella trataba de cubrir su desnudes con una manta no era algo que quería hacer por un segundo más.

Unos segundos de silencio se extendieron entre ellos antes de que su líder de equipo, y amigo, diera unas palmaditas sobre la superficie metálica de la puerta como señal de rendición.

-Está bien. Yo sólo estaba preocupado -Ella se encogió ante la manera seca en que lo dijo.

-Lo sé, gracias. -Oyó un movimiento afuera mientras se preparaba para irse, pero luego se detuvo momentáneamente.

-Sabes -le gritó. -Yo no habría entrado sin tu permiso. Tú no tienes que mantener la puerta cerrada con tus poderes.

Raven dejó caer su mano y frunció el ceño ante la puerta, sonrojándose furiosamente.

Maldita sean tus molestas habilidades de detective.


Chico Bestia corrió frenéticamente por los pasillos, esperando que atrapar a Robín antes de que se encontrará con Raven. Ella podría estar en su habitación, pero eso era algo que no podía adivinar. Esperaba que dondequiera que ella estuviera, no pudiera encontrarla fácilmente.

Bajó las escaleras hasta el piso en el que estaban sus habitaciones y corrió pasando la puerta del cuarto de Cyborg, de Starfire y la suya propia. Él habría seguido corriendo por el pasillo sino hubiera visto la puerta abierta, no habría llamado su atención. Se detuvo a la mitad del pasillo y se dio la vuelta, mirando a su puerta.

Él la había cerrado esa mañana.

La idea de dejarla abierta fastidiaba su cerebro, por lo que se apresuró a cerrarla rápidamente antes de retomar la búsqueda de Robín una vez más. Pero justo cuando pulsó el botón que servía para cerrar su puerta corrediza, alcanzó a ver algo en el suelo de su habitación que le hizo meter la mano en el borde de la puerta para cancelar el cierre automático. Chico Bestia frunció el ceño y se metió en su habitación, miró al suelo, consternado.

La capa de Raven.

Miró hacia el techo y alrededor de su habitación.

Y si estuvo aquí, ¿dónde está ella ahora?

Se agachó y la recogió, se preguntó por qué la había dejado atrás. Cuando levantó la tela ligera en sus manos algunas otras prendas cayeron fuera de sus pliegues, aterrizando sobre sus pies en una pequeña pila. Chico Bestia miró hacia ellos y sintió que sus ojos se abrían, casi pensó que iban a caerse de sus cavidades. Si la Torre hubiera sido atacada en ese mismo momento por todos los villanos que habían enfrentado, estaba muy seguro de que no hubiera reaccionado de ninguna forma.

Ya que si la capa, botas, leotardo, sujetador y bragas estaban sentados a sus pies, entonces necesitaba saber sólo una cosa.

-¿Qué diablos tiene puesto ahora? –dijo estas palabras, desconociendo que en realidad las había gritado.


Bueno esta es mi cuarta subida, espero hacer la quinta la próxima semana. Una nota: debido a mis básicos conocimientos en inglés, al hecho de que Google Translatión a veces es una perra analfabeta, y a que algunas palabras o pronombres pierden su significado al pasarlas al español; a veces me veo OBLIGADO a cambiarlas para una mayor comprensión al castellano. Dicho esto nos vemos hasta la semana que viene.

PD: cambié el titulo porque cometí el error de no entender muy bien la forma en que los personajes usaban la rota (o en mi caso, quebrada).