Toshiro POV.

Se dice que los Vampiros nacieron del cielo sin Luna ni estrellas. Una manifestación de la oscura noche, presa de la soledad y el silencio, la cual viviría de los seres que osaban dormir en su magnificencia, y se movería amparada por las sombras a sembrar el terror de los hijos de la Luz.

El Sol, furioso ante la irreverencia de su opuesta e incapaz de abandonar a sus hijos, castigó su rebeldía creando a una compañera; La Luna, y enviándola a someter a la noche, armada de estrellas y su propia luz iluminándola.

La Luna se postro en la noche y esparció sus estrellas en su infinito manto, tantas que nunca nadie sería jamás capaz de contarlas, dejándola cautiva de su luz clara y asegurándose de que no pudiera volver a crear una abominación similar.

Sin embargo, los seres ya creados comenzaron a reproducirse y a extender su raza por la tierra.

En vista de la nefasta situación, la Luna engendró un hijo, fertilizada con la semilla de un animal que la alababa cada noche con ferviente devoción, al cual le entregó una apariencia humana con la cual mezclarse entre los hijos de la luz y cualidades únicas destinadas a combatir a los hijos de la noche; como su gran velocidad, su asombrosa fuerza, sus dientes afilados y sus mortales garras. A este le otorgó el nombre de "Licántropo" y le encomendó la tarea de pelear contra las terribles criaturas sedientas de sangre humana, reproduciéndose y creando descendencia, la cual recibiría su legado y continuaría su ciclo en una guerra que acabaría con la extinción de los hijos de la noche... o la de ellos mismos.

En su dolor por el terrible motivo de su existencia, el Licántropo rogó a la Luna por una bendición capaz de aliviar su mal.

Esta, conmovida, le dio la libertad de vivir fuera de una rutina de caza o supervivencia, y juró elegir para él y a todo macho o hembra de su descendencia aun Mate: una persona cuya existencia complementara la suya y la habilidad para reconocerla, pidiéndole ayuda al destino para que él les permitiera encontrarse. El Mate podría ser tanto humano como licántropo.

"Enseña a tus hijos que cada mate será sagrado. Nadie podrá lastimar a una hembra cuyo mate ya haya reconocido, ni despreciar a un macho humano que se una a la manada o se lleve a su hembra de la misma. Son seres libres de elegir su forma de vivir, y se atendrán a las consecuencias que su destino les depare. No puedo hacer más"

Ese fue el origen de las tres grandes especies en el mundo.

Con el tiempo, sus existencias pasaron a ser mitos para los seres humanos, llamando "Vampiros" o "Chupa-sangre" a los hijos de la noche y "Hombres lobo" a los licántropos.

También sus habilidades fuerondistorsionadas por mentes demasiado imaginativas, como que los lobos se convertían en bestias salvajes cubiertas de pelo bajo la Luna llena, o que los vampiros podían convertirse en murciélagos las noches sin Luna, o queel vínculo entre los hombres lobo con su mate era en realidad un hilo rojo invisible que unía a una persona con su pareja ideal a través de su dedo meñique. Así como muchas otras.

Así nacieron nuestras leyendas.

Dolor.

Abrí los ojos lentamente y sonreí ante la imagen que se alzaba frente a mi: las blancas y deliciosas nalgas de Karin alzadas en pompa sobre mi cuerpo.

Seguí con la vista la delicada línea de su espalda, hasta terminar mi recorrido en una mata de cabellos negros que se perdían en mi cuello.

Podía sentir los colmillitos de Karin incrustados en mi pulso, y como soltaba suaves gemidos con cada succión que realizaba, apretando de vez en cuando su mordida y dando sacudidas, como si estuviera al borde de un orgasmo. Me mordí el labio ante la idea.

-¿Así que te gusta hacer travesuras?- susurré en su oído, llevando mis manos a apretar sus nalgas con fuerza y empujarla hasta chocar con mi miembro bien despierto por los increíbles sonidos que producía. Karin ahogó un chillido contra mi piel al sentir como me rozaba contra su fresca intimidad.

Cerré levemente los ojos, disfrutando de la placentera tortura que mi vampiresa me estaba proporcionando. Froté con más fuerza mi miembro, sabiendo que ella ya estaba completamente repuesta luego de nuestros violentos encuentros de anoche, jadeando al sentir como me bañaba con sus fluidos fríos, enardeciéndome. Solo podía pensar en volver a hundirme en ella como hacía unas horas.

-Toshiro... eres delicioso- gimió liberando mi piel de esos afilados colmillos y dejando descansar su cabeza sobre mi hombro. Casi dejo escapar un gemido al sentir como pasaba su lengua por las gotas de sangre que se escapaban por lo orificios que ella me había dejado -Quie... ¡ah!- soltó un agudo grito al sentir como la penetraba de una sola estocada. No me importó, levanté las caderas con fuerza, entrando y saliendo de ella, soltando gruñidos de placer -N-no... para... - suplicó aferrándose a mi cuello. Su voz temblorosa solo consiguió que la penetrara con más fuerza.

-Me encantas, Karin- susurré en su oído antes de rodar sobre la cama y dejarla debajo de mi cuerpo. Tomé sus pequeños tobillos y me los colgué en los hombros, rugiendo al sentir como su interior tomaba más de mi.

Karin comenzó a gemir al ritmo de mis estocadas.

-Más, ah... Toshiro ¡dame más duro!- suplicó moviendo sus caderas con violencia, succionando mi miembro con sus paredes.

Sentí como si algo despertara en mi interior.

-Aténgase a las consecuencias, princesa- murmuré en su oído.

Salí de ella y entré con fuerza, relamiéndome los colmillos al verla aferrarse al cabecero de la cama hasta hacer crujir la madera. Se arqueó y bajé la cabeza hasta tomar su pezón en mis labios. Succioné y mordí sin detener las envestidas y solté un gruñido de satisfacción cuando sentí sus uñas arañar mi espalda hasta sacar sangre.

-Toshiro... ya no... no puedo... - siseó ella, aflojando todo el cuerpo sobre el colchón sin poder más que gemir y mover débilmente sus caderas.

Salí de su interior y la tomé del brazo, dejándola boca abajo, temblando.

Paseé lentamente la punta de mis dedos por su columna vertebral, apenas rozándola, y no me detuve hasta cruzar por la línea de su trasero y seguir hasta tomar su clítoris entre el pulgar y el índice. Chilló con fuerza ante el primer apretón no-tan-suave que le di, y luego comenzó a gimotear al tiempo que lo retorcía de un lado a otro

-¿No te gusta?- pregunté con sorna, estirándome sobre su espalda para alcanzar su cuello y sorber su piel, al mismo tiempo que guiaba una de mis manos a pellizcar con fuerza su pezón. Se arqueó.

-Y-yo... ¡ah... ah... !- sin darle tiempo a que respondiera, me adentré con fuerza comenzando con embestidas que podrían resultar brutales para cualquier otra mujer, haciendo chocar la cama contra la pared. Quería destrozar la cama por completo -S-si sigues así yo... - se arqueó violentamente hacia arriba, con los ojos y la boca completamente abiertos cuando una de mis embestidas llegó hasta el final de su canal. La obligué a arrodillarse y quedar contra mi pecho, y con una última embestida la sentí llegar con una mueca de estar gritando en silencio, llevándolo al orgasmo también -Eres malo, Toshiro- se quejó haciendo un puchero. Solté una pequeña risa

-¿Eso crees?- pregunté saliendo lentamente de su interior, suspirando ante la fría y húmeda sensación que me provocó. La recosté sobre la almohada y me subí sobre su cuerpo para plantar un pequeño beso en sus labios rojos.

-Creo que rompí la cama- murmuró ella con la vista fija hacia arriba, apreciando el cabecero de la cama partido por la mitad y lleno de astillas. Volví a soltar una carcajada, más fuerte.

-Eso parece- comenté sin preocuparme demasiado. Estaba satisfecho y extrañamente feliz esa mañana. Sin poder evitarlo, mis ojos volaron a "eso" en su cuello. Mordí mi labio.

Planté otro pequeño beso antes de levantarme de la cama y dirigirme hacia el pequeño baño de la habitación.

-¿A donde vas? Quédate- murmuró ella con voz caprichosa, acurrucándose en la cama con la sábana pasando entre sus piernas para cubrir su feminidad y parte de sus pechos. La miré desde el marco.

¡Demonios! Era demasiado sexy para ser cierto.

Quería ir allí y hacerla mía de nuevo, tomarla por...¡no!

No era un animal, no del todo. Teníamos que hablar un poco más, quería pasar más tiempo con ella y no solo teniendo sexo, aunque el que ella pudiera soportar todas mis embestidas sin importar cuan brutales sean y responder de la misma forma era por demás excitante. Quería conocer todo de ella, su pasado, su presente...

Salí de mis pensamientos al sentir sus delgados brazos a mi alrededor, y su frente descansando en mitad de mi espalda.

-¿Estas bien?- pregunté, acariciando suavemente su brazo derecho. La sentí asentir, soltando un sonido a labios cerrados -¿Porqué no vamos a darnos una ducha?- pregunté ya abriendo el grifo del agua caliente.

-Claro- su voz sonaba algo ahogada. Me volteé a mirarla.

-¿Que te ocurre?- tomé su rostro por ambos lados, haciéndola levantar la cabeza. Sus ojos se veían algo hinchados y rojizos.

-¿Que vamos a hacer, Toshiro?- me miraba con completa angustia, buscando desesperadamente en mis ojos algo que no sabía que era.

-¿A que te refieres?

-No podemos seguir así, a escondidas, sin importar cuánto lo queramos- sentí algo incómodo moviéndose en mi pecho -Soy una princesa, tú eres un alfa. Estoy comprometida y tú... - no la dejé terminar, me abalancé sobre ella, empujándola contra la puerta abierta el baño y tomando sus labios con fuerza, abrazando su cintura con ambos brazos para mantenerla quieta.

-No seas ridícula- mascullé, dejándole ver mi enfado -Por supuesto que no seguiremos así. Hoy habrá una junta. Haré que te acepten en la manada, y si les resulta imposible pues voy a dejarla. Te haré huir conmigo y nadie volverá a vernos nunca. Suena loco pero si es nuestra única opción estoy dispuesto... ¿tú no?- mi pregunta pareció un desafío, cosa que prendió una chispa en sus ojos negros, y sentía como la presión en mi pecho se iba al verla sonreír levemente.

Me escuchaba rugir en mi foro interno al verla tan hermosa.

No podía evitar maravillarme en su cara tan blanca como el papel sonrojada como no sabía que era posible en un vampiro, en su expresión que lejos de ser sombría resultaba, irónicamente, angelical, contrastando con su terrible genio.

Mis ojos se fijaron en el movimiento de sus labios al pronunciar las palabras que sabía desde lo más profundo de mi ser iba a pronunciar.

-Cuenta conmigo- y me abalancé a ellos llevando mis manos a sus muslos y subiéndola para que enroscara sus piernas en mi cintura con increíble fuerza, moliendo su helada intimidad con la mía, haciendo que soltara un gruñido gutural, enloqueciéndome.

Nos llevé a ambos en la ducha donde el agua dejaba salir increíble vapor, y gemí de gozo cuando Karin comenzó a frotar sus pesados senos contra mi pecho, la sensación de las pequeñas bolitas de carne tan frías como el hielo me generaron escalofríos que fueron directos a mi zona baja. Sería la ducha de lo más larga.

. . .

El cielo estaba oscurecido por las enormes nubes rebosantes de agua que auguraban una pronta tormenta de esas que sientes que se te cae el cielo encima. Dado que el invierno estaba terminando, era tiempo que la lluvia ablandara la nieve para que posteriormente el sol la terminada de derretir.

Un clima idílico para sentarse en el porche de tu casa con un café en las manos.

Abracé con mas fuerza la cintura de Karin, que se encontraba sobre mi regazo ambos en la hamaca de jardín bajo el techo del porche de la cabaña, esperando a que la hora de la reunión de la manada llegara.

Mi mente no podía dejar de divagar en el recuerdo de mi infancia que soñé anoche. Las leyendas que los ancianos contaban cada año en el festival Lunar alrededor de la fogata siempre me habían parecido algo lleno de significado, en aquel momento lo comprendía, de algún modo. Pero ahora no podía hallarle un significado de porqué justo en esos momentos se me venía a la cabeza.

-Mhm... - murmuró ella, medio dormida entre mis brazos. Acaricié suavemente su vientre con la yema de mis dedos, empujando el suelo con mis pies para mover el artefacto en el cual descansábamos. Ella pasaba lentamente sus dedos por mis antebrazos -Estoy asustada- murmuró ella en apenas un hilillo de voz.

Sonreí.

-Y yo- respondí de la misma manera, sincero.

Ella se acomodó mejor sobre mi pecho y suspiró.

-Es hora.

-Lo se- murmuré, rozando su cabello con mis labios -Todo irá bien- aseguré, intentando que no pareciera que intentaba convencerme de ello.

Me sentía en una encrucijada.

Por un lado tenía a toda mi manada. Ellos necesitaban a su alfa, pero el sentimiento hacia mi mate era demoledor, y pensar en dejarla o que me dejara resultaba hasta hiriente.

Si no podía hacer que funcionara, ya había tomado mi decisión.

No importaba cuanto lo quisiera, si la manada no aceptaba a Karin, me iría con ella y dejaría todo atrás. A Momo, los trillizos. Todo.

Antes de conocer a Karin, el ir tan lejos por alguien, mucho menos un vampiro, jamás se me hubiera pasado por la cabeza. ¡Ja! Antes de conocer a Karin jamás se me hubiera pasado por la cabeza dejar a un vampiro vivir. Y ahora estaba seguro que no me arrepentiría en toda mi vida de elegirla a ella por sobre cualquier otro.

El amor de los lobos hacia su mate era algo que en verdad había subestimado.

Casi quería reírme de mi mismo al recordar que pensaba que ese lazo con nuestra mujer no podía ser tan fuerte como para justificar las locuras que muchos habían echo por amor.

¡Dios!

No era fuerte, era aplastante.

Aquella garra protectora que se activaba cada vez que la veía. La necesidad de ser el aire que respiraba. La posesividad de saberme el único al que sus ojos pudieran ver. El sentimiento de felicidad cuando sonreía. La melodía de su voz en mis oídos como un bálsamo capaz de calmar la batalla de emociones constantes típicas de mi especia. El fuego que se prendía en mi al sentir su piel.

El miedo.

Ella no era una loba, no sabía si ella era capaz o no de sentirse tal y como yo, no sabía si sus sentimientos podían cambiar al contrario que los míos.

Los sentimientos de un lobo eran imposibles de cambiar, una vez que se marcaba a su luna éste solo podría amarla a ella, aún y si ella muere.

Apreté mi agarre en su cintura.

No quería ni imaginar esa posibilidad.

La amo. La amo con un maldito demente y estaba endemoniadamente bien con ello.

-Te amo- no pude detener las palabras que escaparon de mis labios en forma de suspiro. Karin jadeó con sorpresa, y la hamaca de movió con algo de rudeza cuando ella se volteó hasta quedar a ahorcadas en mi regazo.

-Repítelo- me ordenó con rostro muy serio y un ligero rubor en sus mejilla. Desvié la mirada hacia otro lado, sintiendo calor en las mías.

-No- imposible que volviera a repetirlo. No, de ninguna forma.

-Toshiro, quiero que lo repitas- insistió, frunciendo el ceño.

-Ya dije que no- volví a repetir, más fuerte.

-¡Quiero que vuelvas a decírmelo!- sus mejillas se inflaron y sus manos golpearon mis hombros, caprichosa.

Gruñí. Era muy provocativa.

-No voy a hacerlo- declaré mortalmente serio. Ella abrió la boca con indignación.

-Pero... - no la dejé acabas y me lancé a sus labios, adentrando mi lengua en su boca y llevando mis manos a manosear con total descaro su carnoso trasero.

¿Cómo es que podía ser tan perfecta?

Mi instinto animal rugió desde lo más profundo de mi ser y despegué mis labios de ella para atacar su cuello, mientras que mis manos empujaban sus nalgas impulsándola hacia mi miembro ya erecto. Esta mujer me ponía como una caldera.

-Toshiro- gimoteó ella, tirando de mis cabellos al sentirme hincar los colmillos en su clavícula, cerca de su escote.

-Karin...

-¡Wow, wow, wow!- ambos nos congelamos ante aquella exclamación femenina -Ese era definitivamente un beso que escandalizaría a un religioso- comentó con burla la vos de su dulce y totalmente inoportuna hermana, la cual los admiraba con ojos llenos de diversión y picardía.

-Maldita sea, Momo- mascullé, dejando caer mi frente sobre el hombro de Karin, viendo de soslayo sus mejillas abombadas.

-A este paso mis cachorros tendrán primos con los que jugar muy pronto- indicó mi hermana con voz cantarina, para luego echarse a reír. Pasaron unos segundos antes de que su expresión se enseriara y sus ojos demostraran preocupación -¿Están listos?- preguntó con angustia, retorciendo sus dedos. Karin volteó a verme con ojos confundidos.

Suspiré.

-Ayer estuvimos hablando con Momo respecto a esto, si aceptabas que te presente a la manada. Le envié un mensaje luego de desayunar, y ella convocó al gran consejo a asistir a la reunión en mi nombre- murmuré sin mirarla, jugando con los dedos de su mano izquierda.

-¿Estás completamente seguro de esto?- su voz sonó temblorosa y suave. Me miraba interrogante, sin súplica ni juicio. Ella solo quería que hiciera lo que en verdad quería. Por lo que simplemente lo hice, tomé ambos lados de su rostro y dejé caer mis labios sobre los suyos, solo tocándolos brevemente antes de separarnos.

-Por supuesto- respondí en su boca, deslizando la mirada por su rostro, detallando cada fino y hermoso rasgo.

Un suspiro enamoradizo me sacó de mi trance, y quise morderme a mi mismo por caer en el limbo frente a Momo. La miré con vergüenza a través de mi flequillo, y ella me devolvió la mirada con maldad. No permitiría que lo olvidara en la vida, no después de lo mucho que me había mofado de ella y de Kira cuando se conocieron.

"Ya llegará el momento en que yo seré la que ría"

Había sido su amenaza jurada. Era una mujer vengativa.

Resignado a mi karma, decidí ignorarla y hacer que Karin se pusiera de pie en el suelo.

Realizamos el camino por el pueblo en dirección a la taberna en completo silencio, con Karin firmemente aferrada a mi mano y Momo tomándome del brazo. Los cachorros de lobo crecían rápidamente, por lo que su vientre estaba ahora lo suficientemente amplio como para que le costara caminar. De echo, era tan incómodo para ella que debía cambiar de forma para poder dormir de manera tranquila.

Media hora después de la lenta caminata, nos encontrábamos frente al "Media Luna City", un nombre tan obvio que resultaba improbable que los vampiros descubrieran que allí se llevaban a cabo las reuniones de la manada.

Me tensé un poco, por instinto más que por preocupación.

Sentir la presencia de un vampiro tan cerca de nuestra madriguera obligaba a mis instintos a aguzarse.

-Lo siento- murmuró Karin, probablemente dándose cuenta de mi reacción. Sonreí. Sonaba tan asustada.

-Estará bien- murmuré en su oído. Volteó a mirarme, con miedo en sus ojos. Su expresión relajó mis músculos tensos.

-Lo dudo- rezongó bajito. Se abrazó con fuerza a mi brazo. Parpadeé aturdido, jamás pensé que Karin pudiera tener una faceta similar.

-No temas, Karin-chan- intentó consolarla Momo, seguramente preocupada por la desolada expresión de mi morena.

-Bien... - Momo se puso dos dedos en la boca y dejó salir un silbido. Karin la miró con una ceja arqueada, sin poder escuchar el ruido de alta frecuencia que ella estaba produciendo.

Segundos después el sonido de un cerrojo siendo quitado les avisó que las puertas estaban a punto de ser abiertas. Karin se escondió tras de mi.

Ukitake, un hombre delgado y bastante propenso a las enfermedades les dio la bienvenida, antes de que su expresión se afilara, como pocas veces ocurría, al sentir un olor diferente dentro del lugar.

De golpe todo el bullicio fue silenciado en cuanto la puerta se cerró ruidosamente. Todos escudriñándonos con la mirada en busca de la fuente de aquel olor tan conocido y odiado por nuestra raza.

Dejando en mi rostro un semblante estoico como el que solía llevar en presencia de mis próximos subordinados, comencé a caminar con los miembros de la manada abriéndome paso en dirección a la barra, desde donde podía ver a mis progenitores mirándome con una mezcla de emociones peleando por ganarse un lugar en sus rostros, ganando en mi madre el asombro y la incredulidad, y en mi padre la furia e indignación casi nunca vista en él.

Podía escuchar los pasos de Momo y los de Karin tras de mi, pero preferí concentrarme en escuchar las exclamaciones mentales que todos estaban soltando por medio del vínculo de la manada, y las otras dichas a gritos en voz alta.

Esto no me gusta.

¡¿Qué mierdas significa esto?!

¿Es algún tipo de evento para descuartizarla y sortear sus partes?

Escuché el grito ahogado de mi hermana ante esa última pregunta en mi cabeza, y mi sangre hirvió de coraje, pero decidí centrarme en llegar a mi destino.

-Explícame esto ahora mismo, Toshiro- mi padre me veía con ojos feroces, su espeluznante sonrisa perdida en el terrible mar de preguntas y contradicciones q sabía todos allí estaban pasando.

-Esto es...

-Imposible- una exclamación ahogada por parte de mi madre me interrumpió. Ella estaba cubriendo sus labios con una de sus manos mientras detallaba con ojos imposiblemente expandidos el cuello de Karin -Ella es... una Luna- de pronto todo el lugar cayó en un profundo silencio, no podía oírse ni a una mosca zumbar allí dentro. Los ojos de su padre volaron a Karin.

-¿Una Luna? ¿eso?- la miró con desprecio.

-Su marca es legítima. No hay errores. Los errores no existen- como él esperaba, los ojos de su madre lo escrutaron con miedo, pero también con orgullo y dulzura. No había nada con lo que ella soñara más que el que él encontrara a su Luna y verlo realmente enamorado.

-No es posible. ¿Una hija de la noche, la Luna de un lobo? Nunca he oído nada similar- habló el anciano más viejo del consejo, con más de dos milenios de edad. Sus ojos no miraban con juicio a Karin, sino más bien con curiosidad. Sus ojos eran capaces de ver cosas que otros no, y por esto muchos creían que era el nieto tercero del primer Lobo.

-Sé que suena ilógico, hasta ridículo, pero Karin-san es la Luna de Toshiro. Él también se negó, casi termina tirándose bajo un camión, pero es cierto. Yo misma he visto como la ve, y pese a que ella no es una loba, lo ve con el mismo sentimiento... con el mismo sentimiento con el que yo veía a Kira- los ojos de Momo reflejaron nostalgia ante sus palabras, aferrando su vientre al mencionar al padre de los cachorros.

-¡No compares el sagrado vínculo con nuestros mates y Lunas con algo que eso pueda sentir!- la indignación se apoderó de muchos allí. Infinidad de gritos y exclamaciones, muchas terriblemente ofensivas comenzaron a escucharse en el lugar.

Me tensé, preparado para saltar sobre cualquiera que se acercara más de la cuenta. A este paso tendría que sacar a Karin de aquí pronto. Estaba preparado para lo que sea.

-Silencio- el jefe del consejo alzó una mano -Comprendo que los hijos de la noche nos han causado gran dolor y sufrimiento... a todos nosotros. Pero veo la voluntad de la Luna en esta pequeña, y su cara asustada... no la veo capaz de hacer las abominaciones que muchos vampiros le han echo a nuestra especie- miré al anciano sin poder creer lo que oía. Yamamoto había perdido a su Luna, Haru, en un enfrentamiento premeditado, cuando unos niños jugando durante su primera transformación percibieron olor a sangre proveniente de las alcantarillas. Cuando los alertaron decidieron formar un pequeño grupo para explorar la zona y el olor los guió a un subterráneo debajo de la vieja catedral del pueblo, allí encontraron una sede de extracción de sangre de muchachos y muchachas de entre dieciséis y veinte años que habían sido reportados como desaparecidos hacía seis meses. Todos vivos pero débiles, ninguno pudo recordar la terrible batalla que fue librada frente a ellos, donde lograron eliminar a tres de los cinco vampiros a cargo del procedimiento pero perdieron a dos de sus compañeros, siendo Haru y otra loba las difuntas. De eso hacía solo cien años.

-Yamamoto-san... - mi padre iba a decir algo, claramente en desacuerdo con aceptar a Karin, pero él no lo permitió.

-Gin-sama, la niña es la mate de Toshiro, y pese a todo, no podemos obligar al muchacho a abandonarla, porque él hará lo que cualquiera en este lugar haría: se la llevaría de aquí y ninguno volvería a verlos jamás, aún si tuviera que morir para intentar sacarla. Quizás sea solo porque estoy viejo, y ya no siento como antes mis músculos tensos ante la presencia de esta sangre maldita, pero no veo porqué la niña deba cargar con los pecados de toda su especie. Ella no pidió existir, tampoco pidió ser la Luna de nuestro siguiente Alfa, de echo estoy seguro que muchos aquí hemos rabiado de más por la elección de nuestra madre, pero si ella decidió que esta muchachita sea una Luna, no tenemos derecho a cuestionarla- el anciano miró a los ojos a muchos de los hombres más peligrosos de la manada, y luego se acercó con pasos lentos y pesados a Karin. Me tensé, pero Yamamoto era viejo, y aunque lo dudaba, si algo ocurría ella sería perfectamente capaz de quitárselo de encima -Quiero creer que este es un mensaje de nuestra amada Luna, diciéndonos que esta guerra está viendo, por fin, su culminación- las mejillas de Karin se encontraban completamente empapadas mientras que su expresión veía con algo similar a la nostalgia el rostro del anciano.

-Usted se habría llevado increíble con mi padre- susurró.

Entonces todo el lugar quedó sumido en un tenso silencio. Miré a mi padre; se encontraba reacio, mirando a Karin como quien mira a un bastardo. Entonces miré a los ojos a mi madre, que, como esperaba dada a su alocada naturaleza que se adaptaba rápidamente a los cambios de situación, me sonrió como siempre hacía cuando me encontraba metido en un lío de niño, "Me tienes es las buenas y en las malas" me decía en cada ocasión.

Me concentré en escuchar los pensamientos de la manada. Muchos estaban asustados, otros resignados, a unos pocos les daba igual. Pero ninguno estaba contento.

-Si no quieren aceptarlo, pueden realizar una moción para quitarme mi puesto de Alfa. No me opondré- no quería gobernar un pueblo incapaz de respetarme en mis decisiones, o que temiera que pusiera en riesgo a la manada al tener a una vampiresa como Luna.

Si no había confianza, no había nada.

-Meditaremos esta situación antes de decidir cómo responder a estas circunstancias- declaró mi padre.

-¿Cómo responder? ¿qué no es acaso obvio? No podemos quitarle su herencia a Toshiro solo porque nuestra diosa decidió que su Luna sería una vampiresa... - Rangiku como siempre no podía quedarse callada.

-¡He dicho y así se hará!- amplié mis ojos. Era la primera vez que oía a mi padre alzarle la voz. Miré atentamente la expresión de mi madre y lo lamenté por él, no sabía lo que le esperaba -Por el momento retírate y... llévatela de aquí. Momo, tienes terminantemente prohibido acercarte a la casa de tu hermano hasta que este inconveniente se resuelva.

-De ninguna manera- como esperaba, mi hermana se negó.

-¿Cómo di... ?

-Karin-san no me hará ningún daño. De echo, creo que yo fui quien la hirió al conocernos. Si tú no quieres conocerla, es tú problema- y eh aquí el legendario mal carácter de Momo. Un récord de mi padre, hacer enfadar en una sola noche a las dos mujeres más explosivas de la manada, pobre diablo.

-¿Cómo te atre... ?

-Me llevaré a Karin de aquí. No regresaré al pueblo hasta que me manden un comunicado de una próxima reunión. Hasta entonces- corté la ira de mi padre sobre mi hermana antes de que todo se saliera de control. Y tal y como entramos, los tres salimos del lugar.

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Y aquí estoy de regreso con el cap 11 en Sin Título y el esperadísimo POV Toshiro! Y como bonus adicional por el terriblemente largo Hyatus de la novela: Lemmon!

Lo se, lo se, soy increíble y me aman y sólo por el lemmon no me condenan a pena de muerte por la eterna espera! ^ 3 ^

Okay. TVLP pronto, no puedo asegurar que la semana que viene o la siguiente, pero pronto.

Y como que perdí la práctica con las notas de autora así que ni idea de que más ponerles. Las extrañé mucho y sus comentarios pidiéndome que actualice me rompían el Kokoro durante mi estúpido bloque yo no podía hacer nada! Me sentía como en Página en Blanco, no es justo.

Bueno, les comento que estoy entrando en el mundo de las portadas, así que la que quiera me pide que se la hago con gusto! La portada del fic que verán puesta mañana u hoy en la tarde la hice yo!

Bueno, ya echa mi publicidad, quiero decirles que las amo muchísimo, gracias por no abandonarme! Por cierto, déjenme en sus reviews (porque son tan buenas que sé que me dejarán reviews hermosos y largos) todos los One-Shots que quiera que les haga una continuación, que yo ya me olvidé y ni ganas de fijarme xP

Sin más, me despido!

Saludos!