Prólogo

"Kikyo" apenas fue un susurro, de no haber sido por la pequeña luz en los ojos de la chica, el Hanyou había pensado que ella no lo habia escuchado.

La chica, frágil como una muñeca se encontraba sentada al pie de un árbol, sus ojos entrecerrados y débiles, su respiración pesada y su esfuerzo por mantenerse despierta podían pasar desapercibidos por cualquiera, pero Inuyasha no era cualquiera, él era quien conocía a Kikyo mejor que a nadie en el mundo y en ese momento, sabía que algo andaba mal.

Se acercó a ella mientras varias de sus serpientes caza almas se alejaban, dejando así a los dos amantes a solas. Al parecer la ayuda de sus serpientes y las almas que estas le habían traído ayudaron un poco a Kikyo quien después de haber recibido cierta cantidad de almas, ya no se veía tan débil como hace unos cuantos minutos.

Inuyasha no podía mentir, nunca había estado de acuerdo con la forma en la que Kikyo conseguía su energía, pero si la mantenían en este mundo, con vida, con él, pues Inuyasha no podía quejarse.

-Estas bien? -le preguntó él, pero qué pregunta más tonta, la había visto unos minutos atrás demasiado débil como para tan siquiera abrir los ojos, pero ese era el efecto que Kikyo tenía en el, le hacia perder la cabeza.

La chica le dedico una pequeña, pero dulce sonrisa, esas que Inuyasha amaba y que en cualquier otra situación lo habría vuelto loco, pero ahora la preocupación le ganaba.

-Ahora si estoy bien, pero si te preguntas si me paso algo…

-Te atacaron? Qué fue lo que pasó? Quien lo hizo?

-Calma Inuyasha, no es nada, estas solo son las consecuencias. -La voz de Kikyo sonaba calmada, y sus palabras confundieron de verdad al Hanyou.

-Consecuencias de que, Kikyo? A qué te refieres?

-No es nada.-contestó ella respirando un poco pesado. -Solo son las consecuencias de viajar sola.

"Sin amigos que arriesguen la vida por ti, sin amigos por los cuales arriesgar tu propia vida" pensó Inuyasha, aunque no lo dijo en voz alta, jamás podría decirlo en voz alta, en lugar de eso solo miro a Kikyo en silencio por un momento, y su expresión era ilegible.

-Sabes bien que puedes unirte a nosotros cuando quieras. -Ofreció Inuyasha tomando la mano helada de Kikyo entre la suya.

-Y tu sabes bien que no puedo. -Contestó ella sosteniendo con ojos fríos la mirada de Inuyasha.

-Te refieres a…?

-Kagome.

La chica del futuro nunca era un tema de conversación que a Inuyasha le deseara tener con Kikyo, siempre de alguna u otra forma terminaba acabando mal para el.

-Va a terminar herida de una u otra forma. -dijo Kikyo.

-A qué te refieres? -Inuyasha sabía perfectamente bien a lo que Kikyo se refería.

-Al final el resultado siempre será el mismo, Inuyasha tu me hiciste una promesa, y tarde o temprano será tiempo de cumplirla, antes hay que destruir a Naraku, pero Kagome no se beneficia para nada en esto, entre más tiempo pasa aquí, más tiempo pierde en su mundo, su hogar y al final para que? No se puede quedar, no te puede tener y corre el riesgo diario de ser asesinada, pero lo más triste es que ella, y al parecer tu también ignoran todo esto, porque? -Inuyasha no contesto, apartó su mirada de Kikyo y se dio cuenta que el mismo tampoco sabía la respuesta, lo que sabía era que Kagome le había prometido quedarse con él hasta que todo esto acabara, y no podía comprender cómo alguien podía tener tanta bondad en su corazón como para ofrecerse a algo así sin recibir nada a cambio, al contrario, ella estaba perdiendo, y ademas tambien corria peligro a diario tal y como lo había dicho Kikyo.

Claro que él ya sabía esto perfectamente, pero trataba de ignorarlo, no era importante, el único problema era que escuchar esas palabras en la boca de Kikyo, tan reales, era importante.

y entonces se dio cuenta de todo lo que le estaba haciendo a Kagome, y se sintió egoísta. Cada sonrisa que compartieran en el Sengoku, serían diez veces más dolorosas en el mundo del futuro del cual venía Kagome. Cada dia soleado de felicidad, seria una noche fría de llanto. Inuyasha estaba destruyendo a Kagome.

Una mano helada en su mejilla sacó a Inuyasha de sus pensamientos y guió sus ojos color miel hacia los de Kikyo, y por más muertos y vacíos que todos dijeran que esos ojos estaban, Inuyasha juro verlos llenos de sentimiento, en ese preciso momento.

-Me encantaria viajar con ustedes, Inuyasha.