A toda prisa, sus pies se movían sin detenimiento. Pasos grandes, firmes y rápidos. Así caminaba Bokuto desde que despertó esa mañana.
—¡Kuroo! — gritó de nuevo mientras caminaba en uno de los largos pasillos — ¡KUROOOO! — volvió a gritar, esta vez con mayor fuerza. Hacía tiempo que estaba buscándolo y ya estaba desesperado — ¡KUUUUUU…!
—¡Kuroo-sama! — la voz de una mujer lo detuvo. Volteó y ahí se encontraba una joven que tapaba sus oídos —. Kuroo-sama se encuentra desayunando en estos momentos.
—¡¿Sin mí?!
—En realidad estuvo llamando a su puerta pero usted seguía dormido.
—¡¿Y no me despertó?! —cruzó sus brazos molesto.
—Usted le dijo que le diera una hora más para dormir. Kuroo-sama le comentó que iría a caminar y no puso objeción.
—¡Aun así, debió haberme esperado! — molesto frunció el ceño.
—Bueno — suspiró —. En realidad le gritó que lo dejara solo.
—¿Eso hice? — pensó por un momento — ¡Ah! Sí, creo que sí.
—Si gusta puedo llevarlo con él.
—¿De verdad? Genial, muchas gracias.
—No será necesario — Bokuto sintió un brazo sobre su hombro. Volteó y Kuroo sonreía enérgicamente —. Buenos días.
—¡Nada de buenas, Bro! ¡Te he estado buscando! — se quejó mientras la joven se retiraba, no sin antes hacerles una reverencia.
—Sólo fui a dar un paseo pero ya estoy aquí — se separó y dio un fuerte estornudo.
—¿Estás resfriado?
—Espero que no — le restó importancia y ambos comenzaron a caminar — ¿Y? Qué tal tu noche. Supongo que no muy bien por cómo me respondiste en la mañana.
—No pude dormir hasta muy tarde — confesó —. No he visto a Akaashi en los últimos días. Bueno, si lo he visto pero apenas y hemos cruzado palabras.
—Siendo tú y cometiendo alguna tontería, no me sorprendería que te esté evitando.
—¡Kuroo!
—Sólo bromeo — rio y volvió a soltar un pequeño estornudo.
—¿Y si está enfermo o algo? — preguntó asustado con la vista en el suelo.
—No lo creo. Él… — guardó silencio para después sonreír —. Vaya suerte, él viene hacia ti en estos momentos.
Bokuto elevó la mirada al escuchar esas palabras. Sus ojos se iluminaron al ver que su amigo tenía la razón.
—¡Akaashi! — habló con una gran sonrisa. Sin perder tiempo se acercó a él y sujetó sus manos — ¡Buenos días! ¿Dormiste bien? ¿Soñaste lindo? ¿No te has enfermado? ¿Cómo van los estudios? ¿Tienes tiempo libre? ¿Qué harás esta tarde? ¿Te gustan los búhos? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Has viajado fuera del país?
—Bu… Buenos días, Bokuto-san — habló aturdido por la infinidad e inesperadas preguntas que le había hecho el mayor.
—Hey, Bro — Kuroo lo sujetó del hombro —. Déjalo respirar un momento, ¿Quieres? —nuevamente rio al ver a su amigo sonrojarse —. Buenos días, Akaashi — realizó una reverencia y el menor se la regresó — ¿Qué tal su noche, durmió bien?
—Igual que siempre — entornó sus ojos — ¿Y la suya, Kuroo-san?
—Interesante — sonrió —. Muy interesante.
—¡Akaashi, Akaashi! ¿Podemos desayunar juntos? — preguntó con el leve tono rojizo en sus mejillas.
—Por supuesto — asintió con calma.
Bokuto gritó de felicidad, se detuvo, aclaró su garganta y con el rostro colorado, aceleró el paso.
Kuroo soltó otro estornudo.
—Debería tomar algo para ese posible resfriado — le habló con tono sereno —. Meterse al estanque de esa forma fue muy descuidado.
—Actué sin pensar — le restó importancia —. Y usted, no debería salir a altas horas de la noche.
—Actué sin pensar — Tetsuro rio ante esa respuesta —. Kuroo-san.
—¿Sí?
Akaashi lo observó un momento antes de hablar.
—Aléjese de Kei — fueron sus últimas palabras antes de caminar hacia donde Bokuto lo esperaba.
—
Para Kuroo Tetsuro, el tiempo de la noche anterior se había detenido. No existían sus deberes, obligaciones, amigos ni familia. No existía otra cosa que no fuera él y la persona que tenía al otro lado de ese estanque.
—Eres — susurró para después dar unos pasos —. Eres tú — esta vez habló con más fuerza para que pudiera escucharlo —. Eres aquel Ángel que vi aquel día por la ventana. Sólo fue un momento pero lo recuerdo.
—Largo — habló en tono seco.
—Vamos angelito. No puedes hablarme así.
—¿Y tú eres? — preguntó alerta con el ceño levemente fruncido.
—Kuroo Tetsuro — realizó una reverencia.
—Nunca te había visto por aquí.
—Sí, bueno — sonrió mientras posicionaba una mano sobre su cuello —, la verdad es que soy amigo de Bokuto Kotaro.
—Bokuto… Kotaro — susurró y bajó la mirada como si su mente tratara de recordar ese nombre.
—Bokuto es hijo de Don Luciano y hace poco…
—Ah, ya entiendo. La persona que se casó con Akaashi — Elevó la mirada y le sonrió a Kuroo con delicadeza —. Entonces en un placer, Kuroo-san — realizó una reverencia —. Mi nombre es Tsukishima Kei.
Kuroo había quedado sorprendido. De un momento a otro, el semblante de esa persona había cambiado por completo. Tal vez era porque no sabía quién era. Sí, seguro era eso.
—¡Hey, espera! — gritó al ver como se levantaba para dirigirse a la habitación.
—Ya es tarde y no debería estar aquí.
—¡¿No podemos hablar un poco?! — realizó una leve mueca al ver cómo era ignorado.
—En otro momento, así que buenas… — giró al escuchar el agua del estanque — ¿Qué está…? — se sorprendió al ver como Kuroo cruzaba el estanque sin apartar su vista de él.
—¡Dios! ¡Sí que está fría! — pisó con cuidado mientras las carpas, que estaban cerca, se alejaban con rapidez —. ¡Oh, por favor! ¡No puedes irte cuando estoy haciendo eso!
Se apresuró a llegar y cuando estaba a punto de sujetar su mano, Tsukishima la apartó con rapidez.
—¡No me toques! — habló con fuerza. Kuroo se detuvo y Kei retrocedió unos pasos —. Es mejor que no me toque — esta vez habló con precaución.
—Tranquilo — se le acercó con cuidado —, no voy a hacerte daño.
—No, no es eso — negó con la cabeza —. Si lo hace, usted se contaminará.
—¿Eh?
—¿Acaso no lo puede ver?
—¿Qué cosa?
—La sangre.
—¿Sangre?
—Así es — mostró las palmas de sus manos y sonrió de una manera que no pudo comprender —. La sangre que se sigue derramando.
Un viento helado recorrió el cuerpo de Kuroo. La mirada de Tsukishima era incierta para él y no sabía cómo reaccionar. Poco a poco, el silencio que yacía entre ellos fue sustituido por una ligera risa.
—Lo siento, lo siento — se disculpó mientras sonreía amablemente —. Sólo me entró la curiosidad de cómo sería su rostro después de decir eso. Lamento haberlo asustado — inclinó el rostro.
—Ah —rio levemente y paró cuando Tsukishima le extendió la mano.
—No debería estar en el agua fría o pescará un resfriado.
—Claro — dudó por un momento antes de sujetar su mano —. Gracias.
—Ahora vuelva para cambiar su ropa — abrió la puerta de la habitación que estaba a su lado.
—Primero quiero platicar conti-
—No debería estar aquí — a ellos se le acercó el heredero de la familia Akaashi —, Kuroo-san.
—Lo siento, yo…
En el momento que volteó para ver a Akaashi, escuchó un fuerte y seco sonido. Regresó la vista y Tukishima había desaparecido, quedando sólo la puerta.
—Es muy tarde para que esté aquí — habló el de cabello negr o—. Es momento que vuelva a su habitación.
—Sólo estábamos...
—Mejor hágale caso al Joven Heredero — escuchó la voz de Tsukishima al otra lado —. No querrá que haya problemas, ¿Verdad, Joven Heredero?
Keiji suspiró.
—Vuelva a su dormitorio, Kuroo-san. Ya es muy noche y debes descansar.
Kuroo se despidió de Akaashi y regresó a su habitación, dirigiendo una última mirada a donde estaban los menores.
Esa noche, parte de sus pensamientos fue utilizado para penar en el joven de ojos dorados.
—
El desayuno fue tranquilo. Bokuto se aseguraba que Akaashi comiera lo suficiente y llenaba su plato cada vez que éste se iba vaciando. Teniendo que parar cuando observó el rostro desaprobatorio de su madre. No quería que Akaashi fuera regañado o castigado por su culpa, no otra vez.
—Akaashi — llamó la atención del menor.
—¿Sucede algo, Bokuto-san?
—¿Tienes tiempo libre? Yo — comenzó a jugar con sus dedos e infló levemente sus mejillas —, quisiera pasar un ratito contigo.
—Lo siento mucho — se disculpó su madre mientras se acercaba a ellos —. Mi hijo tiene mucho que estudiar hoy.
—Ya veo — Bokuto se deprimió.
—¡Pero no se preocupe! — se apuró al verlo triste —. Podemos posponer una de sus clases. Es más, haré que en esta semana tenga tiempo libre para usted.
—¡¿De verdad?! — sus ojos se iluminaron.
—Por supuesto — sonrió al verlo feliz —. Espero que el tiempo con mi hijo le sea de su agrado.
—¡Lo será, lo será! — asintió con energía y corrió hacia Kuroo para contarle la buena noticia.
—Sin más que decir, me marcho. Espero verlos pronto.
—¿Va a salir, madre?
—Han habido problemas con una embarcación y esos incompetentes empleados no hacen nada más que estorbar — suspiró cansada —. Keiji, hijo, nos vemos en unas semanas — le dio un fuerte abrazo —. Creo que ya es hora de que comiences a hacerle compañía en las noches — murmuró.
—Pero apenas lleva… — guardó silencio ante la mirada de su madre.
—¿Acaso lo has olvidado? Familia — sujetó sus brazos y depositó un suave beso en la frente de su hijo. Keiji emitió una ligera mueca ante el agarre —. Es tu deber asegurar el futuro de tu familia.
—Lo sé madre — susurró al momento que observaba a Bokuto con un leve y triste sonrisa —. Lo sé.
—¡Espera, Kuroo! ¡¿Ya te vas?! Si todavía no te cuento la mejor parte.
—Ya me lo has dicho — observó a Akaashi, quien hablaba con su madre —. Vas a pasar tiempo con Akaashi y me alegra. Pero se me hace tarde.
—¡Es verdad! — entornó sus ojos hacia su amigo —. Desde que llegamos no has hecho otra cosa más que salir ¿A dónde vas siempre?
—A pasear.
—¡Mientes! — gritó mientras lo señalaba — ¡Es una mujer, ¿verdad?!
—Bueno — levantó sus hombros — ¿Hay algún problema que lo sea? ¡Oh, vamos! No es para tanto — habló al ver la cara sorprendida de Bokuto.
—¿De verdad has visitado a una mujer en todo este tiempo?
—La mujer más maravillosa y perfecta que puede haber en este planeta — corrigió.
—Ah, pero…
—Tranquilo — palmeó el hombro de su amigo —. Todo está en orden — aclaró al recordar la persona que conoció la noche anterior.
El resto del día fue tranquilidad para Bokuto. Demasiada tranquilidad para su gusto.
Akaashi, quien debía seguir con sus estudios, no tendría tiempo para él hasta el atardecer. Kuroo nuevamente se había marchado y sabía que no regresaría dentro de mucho.
Aprovechando el tiempo, decidió explorar el lugar. Siendo tan grande, apenas había conocido una parte.
De un lado a otro, caminaba regresando los saludos con quien cruzaba y a la vez memorizando toda la zona. No quería perderse de nuevo y arriesgarse a que Akaashi lo buscara.
Cuando comenzó el crepúsculo y Akaashi tuvo su tiempo libre, no supo que hacer.
Había planeado todo: una larga caminata, demostrando que se había aprendido el lugar de memoria, una cómoda charla y, finalmente, un pequeño aperitivo mientras veían el sol ocultarse.
Pero todo su plan quedó en blanco cuando Akaashi le preguntó que deseaba hacer.
Al final, y maldiciéndose por no haber actuado rápido, ambos terminando con sólo ver el atardecer. Akaashi leía un libro y Bokuto veía el paisaje sin mucho ánimo, todo mientras descansaban en uno de los pasillos exteriores.
No había palabras, y el silencio que los inundaba comenzó a desesperarlo.
—¿Cómo ha pasado sus noches? — al escuchar la voz del menor, Bokuto le prestó inmediata atención —. Espero el futón ya no presente un problema.
—¡Absolutamente cero problemas! — negó con energía.
—Me alegro.
Nuevamente, silencio. Hasta que a su mente le llegó una idea. Simple e infantil, pero era la única forma de cruzar palabras con él, sin riesgo a soltar alguna tontería.
—Akaashi, ¿Has jugado Shiritori?
—¿Shiritori? — apartó la vista del escrito.
—Sí, un juego de palabras.
Akaashi desvió la mirada. Contemplando el árbol de Sakura mientras el viento ondeaba sus ramas con suavidad.
—Shiritori — susurró con melancolía.
"Keiji-sama, ¿Quiere jugar Shiritori? Oh, ¿No sabe jugarlo? Está bien, no se preocupe. Porque yo le enseñaré"
—Sé que es infantil pero podemos jugar un rato — susurró Bokuto —. Sólo si quieres.
—Me encantaría — esbozó una agradable sonrisa —. Yo amo jugar Shiritori.
Para sorpresa de Kotaro, Akaashi se había divertido. No reía como él ni lo demostraba con palabras llenas de energía, pero lo sabía por la sincera expresión sobre su rostro. Además de que soltaba una que otra risa cuando se equivocaba de palabra. Cuando lo escuchaba, su corazón se aceleraba sin control.
—Espero te hayas divertido, Akaashi.
Ambos caminaban hacia los dormitorios. La noche había caído y, después de una ligera cena, debían ir a sus dormitorios.
—Fue una agradable tarde — se detuvieron en la puerta de su habitación —. Gracias por todo, Bokuto-san.
—Bueno… — se inclinó a modo de reverencia — ¡Buenas noches!
Kotaro estaba por retirarse cuando Keiji sujetó su muñeca. Un ligero sonrojo apareció sobre su rostro.
—¿Ne… Necesitas algo? — habló con nerviosismo al sentir la mano suave y cálida del menor.
—Yo… — soltó su mano y suspiró. No podía, simplemente no podía hacerlo —. Le deseo dulces sueños.
—
—Vaya sorpresa verlo de nuevo, Kuroo-san — habló Tsukishima, quien se encontraba recargado en la ventana circular —. Y veo que esta vez no deseó mojarse.
—Bueno, esta vez no creo que vayas a algún lado, Tsukki — se sentó en la parte exterior de la habitación y guardó el celular que traía en la mano.
En todo ese día, y a pesar de haber ido a ver a su persona especial, su mente no dejaba de pensar en el joven de ojos dorados.
—¿Pescó un resfriado?
—Por suerte no ¿Qué tal tu día, pequeño Ángel?
—¿Ángel?
—Un lindo nombre, ¿no? Fue lo primero que pensé que eras cuando te vi — le restó importancia —. Entonces, ¿cómo te la has pasado, dulce Ángel?
—Muy bien, ¿Y usted? — nuevamente, sonrió.
—Aquí matando el tiempo.
—¿Tan tarde? — levantó la mirada hacia el cielo nocturno —. Debe aprovechar este tiempo para dormir y reponer energías.
—Me gusta la noche. Salir y pasear un rato, y al parecer no soy el único — Tsukishima sonrió un poco ante sus palabras —. Ayer ya no pudimos hablar bien.
—Muy cierto, pero no hay mucho que contar.
—Hay todo que contar — se acercó a la ventana —. Dime, ¿Por qué no nos habíamos conocido antes?
—Hay muchas personas en este lugar, ¿sabe? No creo que en tan poco tiempo haya conocido ni hablado con cada persona de aquí.
—Muy cierto, pero por lo que veo tú eres especial y tu presencia no pasaría desapercibida.
—¿Especial? — negó con la pequeña sonrisa sobre su rostro —. No soy más que una persona común y corriente. No tengo algo especial que me defina.
—¿Cabello rubio, ojos dorados y piel blanca en una familia donde el negro predomina? — pasó una mano sobre su cabello —. Cualidades únicas y especiales para este lugar. Cualidades hermosas.
—Sí que es directo, Kuroo-san.
—Sólo soy sincero — sonrió — ¿Entonces? ¿Por qué no te había visto hasta ahora? Y dos veces en el mismo lugar. Eso me da curiosidad.
—Para ser sincero — suspiró —, es porque no puedo salir de aquí.
—¿Qué? —eso lo tomó por sorpresa.
—Tampoco tengo permitido salir durante el día ¡Ah! Pero no piense mal — se apresuró al ver la mirada de Kuroo —. Estoy enfermo y mi piel es muy sensible a los rayos del sol, así como las alergias que tengo.
—Ah, entiendo.
—Salir durante el día sería riesgoso para mi salud. Por eso salgo cada noche.
—Lo siento.
—Está bien — sonrió amablemente —. A pesar de eso he logrado tener una vida tranquila.
—Entonces aquí…
—Esta es mi habitación — asintió —. Está apartado para evitar que mis enfermedades empeoren.
—Pero… ¿No te sientes solo o aburrido?
—Tengo libros durante el día y me entretengo viendo las carpas en la noche.
—Ya veo — guardó silencio por un momento — ¿Qué te parece si te hago compañía?
—¿Compañía? No creo que sea lo adecuado.
—Insisto — se acercó más y sonrió de forma astuta —. Te aseguro que a mi lado haré las noches más divertidas.
—Oh — sonrió con elegancia y Kuroo lo observó con curiosidad —. Eso sería agradable.
—
Los siguientes días para Bokuto fueron únicos. No pasaba tanto tiempo con Akaashi como quería, pero convivía más que en días anteriores. Aunque él era quien más hablaba, estaba feliz cada que Akaashi le hacía una que otra pregunta. A pesar de eso, descubrió uno que otro gusto de Keiji.
Ahora, Kotaro caminaba sin rumbo, esperando a que la hora de ver a Keiji llegara.
Cansado de caminar, y esperar, se recargó en la pared y dejó caer su cuerpo con pesadez.
—¡Odio, odio, odio, odio esto! — se quejó —. Todavía falta para ver a mi Akaashi y Kuroo desapareció de nuevo ¡Dios, me siento solito y abandonado! — gritó al aire.
—Eso debe ser muy triste, ¿No le parece?
Bokuto se incorporó de golpe. Buscando al dueño de esas palabras. Giró su rostro y se encontró con un joven de cabello dorado y yukata blanco, quien en esos momentos lo observaba con curiosidad mientras apoyaba su peso en la gran ventana, que abarcaba buena parte de la pared, y en una mano sostenía un libro.
—Mucho gusto — saludó con una radiante sonrisa.
—Tú — arqueó una ceja —, ¿Quién eres?
—Mi nombre es Tsukishima Kei — inclinó levemente la cabeza —, y me encuentro honrado de conocerlo finalmente.
—Espera —esa voz ya la había escuchado antes, pero ¿dónde? — ¡Ah! — lo señaló —. ¡Tú eres el que me ayudó aquella vez! — recordó el primer momento que llegó ahí y terminó perdido, justo antes de conocer a Keiji.
—Es correcto.
—Tus palabras no fueron muy amigables.
—Me disculpo por eso — soltó una ligera risa —, pero no pude contenerme a gastarle esa pequeña broma.
—No fue gracioso.
—Nuevamente una disculpa, difícilmente sé bromear. Y dígame — dejó el libro a un lado para prestarle total atención—, ¿Qué tal su estadía en este lugar? ¿No extraña Italia?
—Bueno… ¡Espera! ¿Cómo sabes que soy de ahí?
—Todos aquí saben quién es usted. Además de que su amigo, Kuroo-san, me contó.
—Ah. Bueno, sí la extraño algo.
—Es natural — asintió comprensivo —. Ver como de un día para otro su mundo cambia no es agradable.
—¡Claro que no! — se cruzó de brazos.
—Debe estar molesto.
—Lo estaba pero ya no. Tengo a Akaashi.
—¿Lo ama?
—¡Pues claro que sí! ¡Por qué no lo amaría!
—¿Por qué fue el responsable de atar su alma libre?
—Ah… — Bokuto bajó la mirada ante sus palabras.
—El Joven Heredero me lo comentó, y en verdad lo siento.
—No… no lo dije enserio — susurró —. No sabía con quién iba a casarme.
—¿Te enamoraste de él al saber quién era en realidad?
—¡¿Qué?! No.
—El nombre Akaashi tiene mucha importancia en este país.
—Lo sé pero no fue por eso — se cruzó de brazos.
—¿Entonces por qué cambió de opinión?
—Yo… lo amé en cuanto lo vi pero no sabía quién era y terminé diciendo eso.
—Comprendo.
—¿Desde hace cuánto que lo conoces? — preguntó Bokuto, y luego agregó —, a Akaashi
—Veamos… — se quedó pensando por un momento —. Lo suficiente — fue su única respuesta.
—¿Tú crees que esté molesto conmigo?
—¿Tiene motivos para sospecharlo?
—Casi no hablamos mucho y no lo veo más que en las comidas y nuestra hora para hablar.
—Pero imaginó que tienen toda la noche para estar juntos.
—¿Qué?
—Ya sabe. Dormir juntos.
—¡¿Qué?! — su rostro se tornó colorado —. ¡No, no, no, no! — negó con rapidez.
—¿Entonces no han consumado su matrimonio? — rio levemente a la divertida expresión que le mostraba el mayor —. No hay porque avergonzarse, están casados.
—Lo sé, lo sé — sentía su cuerpo arder —. Pero nunca, nunca, pensé en eso.
—¿De verdad? — arqueó una ceja y volvió a reír.
—¡No te rías, Tsukki! ¡Y mejor cambiemos de tema!
—Lo siento — aspiró y volvió a su semblante calmado —. Pero es inevitable ese momento, ¿Sabe? Consumar su matrimonio es importante para…
—¡Oh, Tsukki! ¡Dije que…! — Kotaro se paralizó al momento que Tsukishima sujetó sus mejillas y lo acercó a su rostro.
—Entonces era cierto — susurró con calma mientras le prestaba atención —. Inocencia.
—¿Qué?
—Su cabello es muy suave y único, Bokuto-san — el mayor sintió una ligera corriente al momento que Tsukishima pasaba sus dedos entre su cabello —. Un color muy hermoso. Yo… lo siento tanto.
Bokuto no comprendía que pasaba en esos momentos. Hacía nada estaba conversando y ahora, podía sentir las exhalaciones de Tsukishima sobre sus labios.
—Bokuto-san.
La voz de Akaashi lo regresó de golpe a la realidad.
—¡A-A-Akaashi! — rápidamente se separó y corrió a él — ¡No… no… no es lo que piensas! ¡De verdad!
—Tranquilo, Bokuto-san — Bokuto paró al notar su voz calmada —. Lo estaba buscando desde hace rato.
—Una disculpa — se interpuso Tsukishima —. Lo entretuve por un momento y se nos fue el tiempo encima. Lamento haberlo entretenido.
—¡No, no, Tsukki! — volvió a negar —. Fue divertida la plática que tuvimos. Además de que me ayudó a matar el tiempo.
—¿De verdad? — sonrió —. Me alegra escuchar eso. Sin más que decir, espero pasen una agradable tarde — realizó una leve reverencia y se alejó de la ventana, desapareciendo en la oscuridad que comenzaba a inundar la habitación.
Bokuto miraba el suelo, apenado por lo que había sucedido.
—A-Akaashi…
—Está bien, Bokuto-san.
Akaashi le regaló una sonrisa apenas perceptible pero que logró calmarlo. Aun así, no podía evitarse sentirse culpable por lo sucedido.
—
—Tetsuro, ¿Y cómo va Bokuto con su matrimonio? — preguntó la mujer de cabello negro mientras repartía una rebanada de pastel de fresa.
—Seguramente molesto — se quejó una mujer, de edad más avanzada y cabello canoso.
—Por favor, madre. Deja a Tetsuro hablar — suspiró ante la cara molesta de la anciana.
—Todo va bien, supongo. Ahora está feliz de tener tiempo con él.
—Me alegra escucharlo — asintió feliz mientras servía té —. A pesar de que su matrimonio fue arreglado, la charla es una buena forma para comenzar, y fortalecer, una verdadera unión.
—Charla — susurró al recordar las pequeñas pláticas con Tsukishima.
—Tetsuro — con preocupación, dejó la tetera a un lado y tomó su mano —, ¿Sucede algo? Te he notado algo distraído en estos últimos días.
—No es nada.
—Tetsuro — sujetó sus mejillas y lo obligó a verlo —. Sé que me estás ocultando algo.
—Es imposible mentirte, ¿Verdad? — sonrió y cerró los ojos al sentir un beso sobre la frente.
—Es imposible mentirme porque soy tu madre.
—Una madre muy protectora — se quejó de nuevo la anciana y Kuroo rio.
—Vamos, abuela. Sabes que ya no estás en edad de nuevas aventuras.
—No lo estoy porque me tratan como una anciana.
—Madre — habló cansada. Suspiró y se sentó al lado de su hijo —. Entonces, ¿Qué es lo que sucede?
—Conocí a alguien.
—¿De verdad? — se sorprendió —. Me alegra escucharlo ¿Y? ¿Cómo es ella?
—Él — corrigió —. Y es interesante — sonrió al recordar sus pequeños encuentros en los que habían conversado —, muy interesante.
—¿De verdad?
—Tiene poco que lo he conocido y hasta donde puedo ver, es amable, atento y educado. Incluso no se enoja cuando soy directo — entornó sus ojos —. Y eso es lo que me llama la atención.
—Suena agradable. Me gustaría conocerlo.
—No creo que se pueda, no por ahora.
—Está bien, hijo — sonrió —. Lo conoceré cuando sea el momento.
A Kuroo se le había hecho tarde y no pudo llegar a la cena, más no le importo. Ya que para él, no había mejor comida que la preparada por su madre. Y en vez de dirigirse por algún aperitivo, decidió visitar, como en las últimas noches, a Tsukishima. No sin antes darle un pequeño vistazo a su amigo y asegurarse de que siguiera vivo.
—Ah — detuvo sus pasos. Frente a la habitación de Bokuto, Akaashi se encontraba con la mirada en la puerta. Cuando se percató de su presencia, el menor saludó inclinando la cabeza —. Buenas noches, Akaashi.
—Buenas noches, Kuroo-san.
—¿Decidió finalmente pasar la noche con él?
—No — abrió levemente la puerta y sonrió —. Sólo vine a asegurarme que este durmiendo bien.
Kuroo se asomó y, de igual forma, rio ante la escena de su amigo: Bokuto, quien dormían en el futón, abrazaba una almohada y su cuerpo era apenas cubierto por el edredón.
—Akaashi — murmuró Bokuto para aferrarse a la almohada y darse la vuelta —, mi pequeño búho.
—Parece tener dulces sueños — afirmó Kuroo.
—Así parece — le dirigió una última sonrisa antes de cerrar la puerta con cuidado —. Es hora de que usted también vaya a dormir — se despidió y comenzó a caminar a su habitación.
—Nunca pude decirlo antes pero, felicidades por su compromiso — cruzó sus brazos y se recargó en la pared.
—Gracias.
—La verdad me sorprendió el matrimonio de mi Bro con usted.
—Lamento no ser lo suficientemente bueno para su amigo.
—No lo decía por eso. Me refería a lo que pensaba, todos pensábamos, que iba a ser comprometido con la hija del señor Luchetti. La noticia de su boda, fue una gran sorpresa pero bueno — levantó los hombros —, también lo fue para ustedes, ¿Verdad? Después de todo el Don fue quien puso la propuesta.
—Lo fue, pero… — se detuvo y dio la vuelta para mirarlo a los ojos —, de eso no quiere hablar, ¿Verdad?
—Kei — fue directo al punto —. Lo siento, pero no pude evitar acercarme a él.
—Está bien — sonrió —. Sabía que terminarías no haciéndome caso. Sólo ten cuidado.
Nuevamente, Kuroo caminó por los pasillos exteriores que eran alumbrados por la luna. Una divertida sonrisa adornó su rostro al ver a Tsukishima. Se acercó a él y se sentó a su lado mientras observaban las carpas en el estanque.
Tsukishima escuchaba con atención cuando el mayor le contaba sobre sus viajes por el mundo con Bokuto, riendo de vez en cuando ante alguna tontería en la que se habían metido.
Kuroo, mientras le contaba sus aventuras, no apartaba la vista de Tsukishima. Observando con atención sus brillantes ojos risueños, su ligera y elegante sonrisa y sus suaves gentos cuando trataba de contener una risa.
A mitad de la anécdota que tuvo en España, se detuvo.
—Tienes una cara muy linda — decidió cambiar de tema y aclarar la duda que tenía desde que lo conoció.
—Bueno, muchas gracias, Kuroo-san.
—Pero, ¿Sabes? — recargó sus manos sobre el suelo de madera —, conmigo puedes dejar de fingir — lo miró con seriedad —. Así que me gustaría ver tu naturaleza oculta.
—¿Fingir? — mostró sorpresa —. No entiendo a qué se refiere.
—Esa amabilidad y la sonrisa que siempre llevas, es linda y todo, incluso provocativa, pero no creo que sea tuya — Tsukishima guardó silencio —. Al primer momento te mostraste alerta y firme, pero cuanto te dije quién era, fuiste extremadamente amable. Me sonreíste de inmediato y lo seguiste haciendo a pesar de comentarios directos o insinuaciones que llegue a decirte. Puedes jugar con cualquiera pero no conmigo.
Tsukishima suspiró, bajó la mirada a sus manos y finalmente encaró a Kuroo. Sus ojos lentamente comenzaron a cambiar. El ligero brillo desapareció y la sonrisa fue sustituida por una mueca de disgusto. Molesto, chasqueó la lengua.
—Eres más listo de lo que pensé — habló con un toque de superficialidad.
—Todo depende de que tan listo hayas pensado que era — sonrió satisfecho.
—Bueno — encogió sus hombros —, más listo que el idiota de tu amigo es seguro.
—No es tan idiota como parece — observó el cielo nocturno y suspiró —. Bien, sí. Parece algo idiota pero es un gran chico.
—¿Un gran chico el hijo de un mafioso? — soltó una risa burlona —. Eso es estúpido y lo sabes. Aunque — su mirada se tornó seria —, tienes razón. Es demasiado inocente para el mundo que lo rodea. Podría apostar que estás más consciente de lo que pasa alrededor. De hecho — sonrió —, bien podrías llevar el negocio y no él.
—Créeme que lo he pensado, pero no por los motivos que piensas.
—Sí, claro — desvió la mirada —. Igual no te preocupes. Su vida no durará mucho —entornó los ojos con frialdad —. Idiotas así mueren por un disparo en la cabeza.
—Eso es muy cruel, Tsukki.
—Es Tsukishima — corrigió secamente —. Y la verdad puede ser cruel.
—Supongo que sí — se le acercó —. ¿Y? ¿Qué me cuentas de ti, Tsukishima Kei? Si ese es tu verdadero nombre.
—Lo es.
—Me alegra — sonrió —. Porque me gusta — rio ante el chasquido de lengua del menor —. ¿Entonces?
—Entonces qué.
—Cuéntame de ti. En las veces que te he visitado no has sido sincero y eso no me gusta. Deseo conocerte.
—¿Para qué quieres saber de mí en primer lugar? Te lo dije antes, ¿O no? Yo no tengo algo interesante que contar.
—¿Pero qué dices? — rio —. Antes te encontraba interesante, pero con esto, eres aún más fascinante, mi pequeño Ángel.
—Vuélveme a llamar así y juro que cortaré tu lengua para que no puedas volver a pronunciarla.
—Bien, bien. Al menos dime que piensas de mí.
—Oh, así que es eso — sonrió ladinamente.
Con cuidado, Tsukishima se le fue acercando. Kuroo tuvo que inclinarse levemente hacia atrás y Kei tocó su pecho con suavidad para después juntar su cuerpo al del mayor. Podía sentirlo, su corazón latir con fuerza, mientras el de Kei se mantenía sereno y tranquilo.
Lentamente, el rostro de Tsukishima se fue acercando al suyo, admirando más su fino rostro y ahora esos ojos carentes de amabilidad pero llenos de madurez y seducción.
—La gente como tú — cuando sus labios rosaron los ajenos, se detuvo. Elevó su rostro hasta llegar a su oído y susurró —: me provoca repulsión.
Cuando se separó, los ojos seductores de Tsukishima cambiaron a repudio —. Así que aléjate de mí — entonó con frialdad. Se levantó y sonrió al tener que bajar el rostro para poder verlo a los ojos —. Que pase una linda noche, Kuroo-san — habló con burla antes de entrar a su habitación sin mirar atrás.
—Interesante — susurró Kuroo después de haber procesado lo sucedido. Dirigió la mirada hacia el manto nocturno y no pudo evitar sonreír divertido ante lo sucedido —. Muy interesante.