Sourire

(Sonrisa)

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Felix no sonreía, nunca, nadie lo había visto hacerlo, había quienes decían que no tenía corazón.

Simplemente no había nada en el mundo que logrará mover las comisuras de sus labios para formar una sonrisa, ni con regalos o sorpresas, ni confesiones e invitaciones, y mucho menos con chistes, bromas o demás.

Plagg creía que tenía averiada su caja de la risa, mira que no reírse de sus geniales bromas.

Lo cierto era que nada parecía estremecer el corazón del perfecto Félix, al menos hasta que la conoció.

La primera noche que vio a Ladybug ella se balanceaba risueñamente sobre los tejados de París, con la luna iluminándola parecía una visión mágica casi mítica. Fue entonces cuando el corazón del recién transformado Chat Noir se estremeció en su pecho y empezó a galopar a una velocidad salvaje y desconocida para él.

Y desde entonces cada vez que miraba su silueta revolotear por el cielo, su mirada se iluminaba y sus labios formaban una sonrisa inconscientemente. Una que nadie creería que Felix es capaz de hacer.

Por primera vez en su vida Félix, el chico que todo lo tenía, inteligencia, riqueza y apariencia, deseaba algo desde el fondo de su corazón, algo difícil de obtener, el corazón de la heroína. Porque él ya le había entregado el suyo una y otra vez. La amaba, como la amaba; su gracia, su franqueza, su valentía, su sonrisa, su belleza e incluso cuando despreciaba su afecto la amaba, amaba todas y cada una de las cualidades que había podido apreciar de Ladybug.

Recitaría versos de amor cada noche hasta poder conseguir el amor de la chica.

Si lo pensaba, Ladybug era como una estrella brillante, hermosa y tentadora y él era como una luciérnaga que había quedado estúpidamente enamorado de la ella, un amor imposible, sin embargo, nada evitaría que el intentará alcanzarla, al fin y al cabo, a veces las estrellas bajan del vasto cielo para cumplir deseos, y su mayor deseo era poder estar junto a ella.


Esto iba de Felix y el hecho que solo sonreía para su Lady, pero siento que los últimos párrafos me los susurro Chat Noir al oído y no se si perdió el rumbo, bueno ya que.

En fin, gracias por leer

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