Declaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, sólo los utilizo para recreación sin fines de lucro.

Hello! Hace mucho que quería publicar una historia de los Avengers, en especial un Stony, de hecho tengo varios bosquejos que quiero publicar, y este será el primero. Es mi primer Omegaverse así que espero que puedan dejarme sus opiniones, la historia tendrá tres o cuatro capítulos, depende del final que aun no me decido por completo.

Espero que disfruten la historia y ojala puedan decirme que les parece para ver si sigo publicando historias de Tony y Steve o me afino un poco más.

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Correr tras de tí

Capítulo 1:Supresores

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-es bastante impresionante lo que pueden hacer.

Tony frunció el ceño ante las palabras de Bruce, la pantalla de televisión reproducía la historia de la última pareja de alfa y omega que habían contraído nupcias y habían instaurado una central de reciclaje en su pueblo, logrando que el porcentaje de residuos en la zona se redujera en un 78% además de generar empleos para varias personas que los seguían con sonrisas felices hacia los nuevos proyectos que la pareja tenía.

-le dan mucho crédito a un par que sólo se huele el trasero y copula- soltó con hastío, la mirada de los otros cuatro integrantes le llegaron como dagas, a él no le importó- ¡vamos! No me miren así, dije copula y no follar salvajemente.

-Stark- gruño Steve mirándole de reojo, juntando ambas cejas rubias. A Tony le dio un vuelco en el estómago que trato de disimular sonriendo de forma burlona.

-¡ohh! Mis más sinceras disculpas oh gran alfa de los Avengers- canturreo haciendo una pronunciada reverencia mientras hacía florituras con sus manos que sacó un bufido exasperado del otro- no fue mi intención el ofender a su sensible nariz.- casi juró que escuchó a Clint reír.

-Stark ya basta- le cortó Natasha mirándolo seria desde el sillón- no debes estar celoso de las relaciones de las otras personas.

-¿celoso? Oh querida creo que confundes lo que siento- chasqueó la lengua y la miró con cara de circunstancia- la lastima no se considera, ni remotamente, relacionada con los celos. ¡Vamos gente! Dos personas destinadas a estar juntos es como un cuento de Disney, bastante malo he de añadir.

-el que tu no tengas corazón no significa que los demás sean igual. Hay quienes creemos en ello- dijo Steve, con tal intensidad en la mirada que algo dentro suyo se removió incómodo y culposo. El rubio dio media vuelta, destilando en cada uno de sus gestos lo molesto que se encontraba por sus palabras, y salió de sala sin decir nada más.

La mirada de los otros tres le taladraron la nuca, haciendo que la culpa se removiera con más fuerza en sus entrañas. Salió de la sala balbuceando un par de excusas, sonrió con soberbia hacia Natasha, y se escapó a su taller personal, ese al que ni siquiera Bruce tenia permitido el acceso.

Pasó las distintas puertas de acceso sin la necesidad de ingresar el código, Jarvis sabía que debía abrir todas las puertas cuando se encontraba así. Su respiración se agitaba a cada paso y sus músculos se contraían en espasmos cada vez más fuertes. Pasó por todos los corredores hasta llegar al principal que llevaba al gran taller-laboratorio donde trabaja con Bruce en las mejoras de los trajes de sus compañeros. Avanzó hasta el final del salón donde un largo vidrio polarizado abarcaba la pared por completo, apoyo su mano sudorosa sobre el vidrio, y una puerta corrediza le dio el paso hacia su taller personal.

Apenas ingresó apoyó sus manos en el mesón de metal con tal fuerza que un par de herramientas se fueron al piso y su boca se abrió buscando oxigeno desesperadamente. Su pulsó golpeaba incesante en sus oídos aturdiéndolo y sus ojos acuosos le impedían enfocar con facilidad.

Lo odiaba. Lo odiaba con toda su alma.

Odiaba esas estúpidas noticias que alababan la unión entre alfas y omegas, ensalzaban lo bello de la búsqueda que se tenían ambos inconscientemente hasta encontrarse y formar familia. Odiaba como la gente suspiraba y miraba con ojos soñadores a los afortunados que se habían podido encontrar. Odiaba los comentarios positivos que les entregaban a esas uniones. Odiaba a cada maldita pareja que lucía su felicidad, su supuesta felicidad por televisión.

En la actualidad, tan sólo el 3% de la población mundial estaban en ese grupo que se dividía entre Alfas y Omegas, y si es que alcanzaba esa cifra completa. El resto de la población catalogaba en una denominación que antiguamente llevaba el nombre de Beta, aunque ahora esa era prácticamente nula.

Durante las grandes crisis de la humanidad, el ADN humano mutó para preservar la continuidad de la especie, y fue así como las categorías de Alfa, Beta y Omega surgieron. Los tres con cualidades y características específicas, pero todas enfocadas hacia un solo punto, la supervivencia de la humanidad.

Los alfas eran líderes innatos, instintivos, con una mentalidad entregada hacia el bien común. Los betas eran personas fuertes, con caracteres variados, pero enfocados hacia el trabajo bien realizado, mientras que los Omegas eran personas con una salud envidiable, sus cuerpos desarrollados para soportar cualquier clase de clima y condiciones con un fin último, entregar una descendencia sana.

La mezcla entre Alfas y Omegas derivaba en lo que antes se llamaba "manada". Una pareja alfa-omega fuerte atraía a otras parejas y a muchos betas que los elegían como líderes para dirigirlos y así superar las crisis. Aunque las manadas como tales ya no existían, si seguía existiendo esa masa de personas que seguían a una pareja y lograban hacer, en muchas ocasiones, acciones bastante destacables, como lo que había hecho esa pareja que apareció en televisión.

Con el tiempo la cantidad de alfas y omegas fue disminuyendo porque no eran necesarios. La última vez que hubo un pequeño boom de alfas y omegas fue tras la primera guerra mundial, y de eso hace casi 100 años.

Lo que lleva a que en la actualidad prácticamente toda la humanidad fuera beta, aunque el nombre era obsoleto, eran simples humanos, los que llamaban la atención eran aquellos hombres y mujeres que por alguna extraña razón nacían como alfas u omegas.

¡Todo el puto mundo perdía la cabeza por ellos! Los convertían en casi íconos de la fuerza de la humanidad, del amor y el desarrollo humano, y para colocarle la guinda a la torta, ya todos sabían que el Capitán América era un alfa.

De las muchas veces que, durante la lucha el capitán ocupó su sensible nariz para pelear, habían sido registradas, generaron incertidumbre en el mundo, muchos cotilleos y suposiciones, pero todo se confirmó cuando en una de las batallas que enfrentaron en Bombay ante un nuevo y loco villano, una Omega muy conocida de allá, se acercó al capi-paleta y le hizo una breve reverencia dejando al descubierto la parte izquierda de su cuello. El saludo oficial, e instintivo, que hacían los omegas solteros a los alfas solteros.

El mundo se había vuelto loco con esa noticia, y varias omegas habían mandado email a Rogers mostrándose deseosas de conocerlo para ver si congeniaban. Y él había visto todos los correos, fotos y videos porque Steve aun no era muy versado con la tecnología, y había comentado a cada chica y chico que sonreía tras la pantalla al rubio, sin importar que un fuego creciera dentro de su pecho.

Pasó su mano por sus mejillas, arrebatando de ellas esas estúpidas lagrimas que habían dejado caer sus ojos, el pecho y el estómago aún se resentían con retorcijones, pero por suerte, su respiración estaba más relajada.

Se irguió lentamente, se sentía débil, y con pies pastosos se arrojó en un sillón que tenía al fondo del taller junto a un mini bar, de donde sacó una botella de agua, y de una cajonera, saco una caja de metal que abrió dejando caer dos capsulas de colores. Las miró con odio antes de tomarlas, dejando que el agua facilitara el paso.

Odiaba con todo su corazón las palabras de aliento de las personas hacia esas parejas, odiaba los programas de televisión donde salían, odiaba las miradas tiernas y los suspiros que lanzaba la gente al ver parejas alfa-omega.

Odiaba ser un omega.

Todos se quedaban con las palabras lindas, con el romance idílico y la búsqueda del amor verdadero que supuestamente profesaban estas relaciones. Con las caras bonitas y angelicales de las y los omegas, y el porte y liderazgo de los alfas. Pero nadie hablaba de la culpa, de la debilidad, de los celos, de los dolores, de las inseguridades.

Porque un omega era bonito, y tenía que quedarse así, sonriente y bonito sentado en una silla luciéndose al público. A nadie le importaba lo que se sentía estar cerca de un alfa, las piernas como gelatina, el insaciable deseo de aceptación, de demostrar como eras para ver si el otro te aceptaba y así comenzar a cortejarse.

Nadie hablaba de los dolores que se sentían en el vientre antes y después del celo, ni de la necesidad angustiosa por follar cuando se estaba en este. Del líquido que se escurría por sus piernas de forma humillante y poco decorosa, y de la molesta erección que lo acompañaba por esa semana.

Nadie hablaba de lo doloroso que es estar cerca de un alfa, de ese alfa, y que éste te rechazara. Porque Tony sabía. Sabía que Steve era ese alfa, lo había sentido cuando lo vio, y la primera vez que el olor de Rogers le dio directo en la cara lo confirmo. Pero Steve nunca iba a saber que Tony era ese omega, porque Tony odiaba ser omega y lo repudiaba con toda su alma, y eso incluía casi intoxicarse con supresores y esconder su naturaleza por completo.

Nadie sabía, a excepción de Pepper, Happy y Rhodey, y se encontraba bastante orgulloso que ni siquiera Fury sabía que él era un omega. Y eso se mantendría así, sin importar el dolor, sin importar la angustia cada vez que Steve lo miraba con decepción o las palabras que le dirigía cuando se comportaba como un imbécil, sin importar la rabia que sentía cuando otros omegas le solicitaban a Steve reunirse para ver si congeniaban, sin importar el miedo de que algún día Steve encontrara a un omega, que no fuera él, para congeniar y formar familia. Porque no importaba que sus dosis de supresores aumentaba con el paso del tiempo por estar viviendo con Steve.

Porque sin importar todo, Steve nunca sabría que Tony era un omega, porque Tony nunca dejaría de tomar supresores, y Steve nunca lo podría oler.

Y así seria para siempre.

Frunció el ceño, dejando que el dolor en su pecho pasara, ya no sentía ese remordimiento en su pecho volverlo loco, agitarse cual serpiente recordándole que Steve se había enojado con él, que lo desaprobaba.

Suspiró cansado, y sólo como precaución, tomó dos supresores más. Sabía que vería a Steve de nuevo en un par de horas, tenía que mostrarle a todos los nuevos comunicadores, y su omega interior debía estar calmado para no botar ninguna feromona que lo delatara

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-Tony, esto no es saludable.

Los ojos celestes de Pepper lo taladraban con insistencia, y él colocaba sus mejores ojos de borrego para hacer que la mujer dejara de regañarlo.

-Tony, hablo en serio- masculló la mujer frunciendo el ceño y apuntando a las cajas vacías que habían sobre el mesón- esa dosis era para seis meses, te las acabaste en apenas dos, ¿es que acaso no ves lo peligroso que puede ser?

-es que no entiendes Peps- saltó de su asiento mientras comenzaba a mover su cuerpo y sus manos de forma dramática- tú no sabes del fuego que me abrasa, de los dolores que atacan mi pobre cuerpo, de los pensamientos necesitados y poco decorosos que cruzan mi mente por tan solo sentir el olor de Steve.

-entonces deberías decirle que eres un omega para que él también tome supresores- gruñó Pepper- no puedes acarrear con esto solo, al principio te cubrí, como siempre lo hice porque no pensé que cambiarían mucho las cosas. Pero Tony, mira- volvió a apuntar al mesón con las cajitas metálicas vacías.

-no es para tanto- respondió encogiéndose de hombre, Virginia suspiró frustrada.

-la dosis MAXIMA- dijo haciendo hincapié en la palabra- son dos capsulas por día, la normal son seis capsulas a la semana. Tú estás tomando casi ocho capsulas al día, a veces más.

-no es cierto, hoy solo tomé dos.

-¡porque se te acabaron!- le gritó molesta, haciendo sonar su taco contra el piso- ¡y no puedes hacer una vida normal, estas encerrado en tu taller privado porque quisiste salir y el olor de Steve inmediatamente te afecto!

-¿Cómo sabes eso? Te lo dijo alguien ¿no? Apuesto que fue Jarvis, ¿fue él, no? ¡Jarvis eres una mala I.A! esas cosas no se cuentan.

-mis disculpas señor Stark.

-¡No le eches la culpa a Jarvis, Tony!- Pepper estiro su mano y le jalo la oreja.

-¡ouch! Eso duele. No te pago para que me golpees- rezongó liberándose y sobándose la oreja roja.

-si es necesario te golpearé para que te des cuenta que tus dosis están teniendo un punto crítico- la pelirroja paso su cabello tras su oreja mientras relajaba su expresión- Tony, si sigues abusando así de los supresores sabes tan bien como yo que sólo pasaran dos cosas, o te da una sobredosis o comenzaras a volverte inmune.

-prefiero la sobredosis- apretó los labios al ver la mirada de la mujer.

-sólo estoy preocupada por ti, como siempre- en eso ambos sonrieron ligeramente- por favor escúchame, debes dejar de tomar tantos supresores.

-lo he intentado- mascullo al fin- pero con el tiempo se ha vuelto inservible, el… olor de Steve es…. Demasiado fuerte- murmuró mirando a cualquier parte de su taller mientras sus mejillas se coloreaban. Pepper lo miró con dulzura.

-está bien, no tiene que explicar más- le dijo mientras acariciaba con sus manos su cara, ayudándolo a relajarse- hablé con una de las farmacéuticas con las que trabajamos, he enviado un proyecto para realizar supresores más eficaces, no ha sido tomado con mucho interés, pero haré que lo hagan.

-medicamentos experimentales. Me gusta. No puedo creer lo bien que me conoces- Pepper rio.

-el estudio no es muy prolongado, en un par de meses ya deberían estar listo los primeros. Hasta entonces, por favor, cuídate- Tony le sonrió mientras la abrazaba. Amaba a aquella mujer- te traje algunos, te duraran un par de semanas mientras esperamos el pedido grande, has que duren por dios.

-no te preocupes, los haré durar- la abrazó con más fuerza y enterró su nariz en el cuello de Potts. Siempre le había gustado como olía ella, olía a campos de flores, césped y brisa fresca. Tan relajante. Una idea cruzó su mente- ey Peps- le llamó haciendo que ella lo mirara a los ojos- ¿quieres revolcarte conmigo?

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-adiós Tony, nos vemos en un par de días- Se despidió la pelirroja mientras besaba su mejilla roja. Este le sonrió y antes de que se fuera la abrazo para quedar con el olor de Virginia en sus fosas nasales.

Esperaba que el olor de su amiga le ayudara a menguar la ansiedad que le provocaba el olor del capitán. Si tan solo le hubiera explicado que quería que ella dejara su olor impregnado en sus ropas se hubiera ahorrado la cachetada y los gritos furiosos.

-¿Cuándo le pondrás un anillo en el dedo?- le preguntó Clint cuando lo vio ingresar a la cocina en busca de café.

-ya le he colocado varios. Se dar buenos regalos de cumpleaños- respondió con soberbia. Se sirvió una taza grande de café con apenas un poco de azúcar y se giró para ver al equipo.

Natasha, Clint y Bruce estaban terminando de tomar té, mientras que Steve estaba apoyado en la encimera mirando a los tres que estaban sentados en la mesa con los brazos cruzados. Quiso probar su teoría, así que se deslizo con tranquilidad cerca del rubio apoyándose de igual forma en la encimera. Los ojos azules de Steve se giraron hacia él, y su cara hizo un gesto raro a la vez que sus mejillas pálidas se teñían levemente.

-¿Qué pasa capi?- preguntó inclinándose hacia adelante, olfateando con cuidado. Podía sentir la esencia de Steve, pero se veía completamente aplacada por el olor de Pepper- ¡una moneda por tus pensamientos!

Clint se rio un poco antes de decir con voz burlona:- no molestes al capitán, Tony. Yo no seré alfa ni omega pero tengo buen olfato, y tu destilas olor a Virginia Potts por todo tu cuerpo- su sonrisa se ensanchó un poco- amigo, nadie te dice que no hagas nada antes del matrimonio, pero por ultimo podrías darte una ducha, ¿no?

Natasha frunció los labios, aunque por su mirada parecía encontrar graciosa la situación, mientras que Bruce estaba un poco abochornado aunque su sonrisa también apareció. El único que no reía era Rogers, quien se mantenía con un rictus serio.

-Tony, se un poco comprensivo- Banner le miro a través de sus gafas con un brillo paternal- quizás nosotros podamos oler tu aroma después de que estés con Pepper, pero para Steve es todo mucho más amplificado, es un alfa, su sentido del olfato es extremadamente sensible y esto lo puede hacer sentir incomodo- Bruce cambio su mirada de Stark a Rogers, buscando en el súper soldado la aprobación de sus palabras.

-¿de verdad te molesta como huelo?- preguntó con malicia. En algún punto recóndito de su alma omega, veía con satisfacción la venganza de hacer sentir mal a Steve con su olor por todo lo que el soportaba día a día.- ¿qué te produce? ¡Vamos comparte! Es para la ciencia ¿molestia, asco, envidia, lujuria..?

-Stark- lo atajo Romanoff mirándole con las cejas alzadas. Le sacó la lengua a la agente mientras se alejaba del ruborizado y tieso capitán.

-preguntaba en nombre de la ciencia, no es para que te pongas así capi- le palmeo uno de los musculosos brazos y Steve lo miro con cansancio, algo se removió dentro de él. Hora de huir- bueno gente. Son un público espectacular, pero debo trabajar, porque soy el único que trabaja aquí, no estoy sacando nada en cara, solo lo menciono. ¡Brucie, te espero en el laboratorio!- grito lo último mientras salía de la cocina sin mirar hacia atrás, porque no necesitaba ver para poder sentir la mirada de Steve en su espalda.

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Bruce era comprensivo, un tanto tímido y paciente, extremadamente paciente, en especial con Tony. Soportaba todo, largas jornadas en el laboratorio o taller con Tony parloteando sin cesar, las sorpresas y piquetes que le daba el castaño para medir su control sobre Hulk, hasta los excesivos toques y abrazos que rayaban en el acoso sexual.

Bruce era un hombre hecho a paciencia, paciencia que le permitía ver como la salud de Tony decaía paulatinamente desde la última visita de Virginia. Sabía que Natasha se había percato del decaimiento del ingeniero, la pelirroja fue quien le puso en alerta cuando él ya estaba viendo los primeros signos.

Las ojeras no eran como las que usualmente tenia Tony tras un proyecto, además se había percatado del leve temblor que de pronto tenían las manos del castaño. Lo había pillado varias veces suspirar con la vista concentrada tratando de controlar el temblor.

Que él supiera, no había discutido con Pepper, la mujer lo seguía llamando a diario, y Tony hablaba como siempre con ella. Aunque siempre le pareció raro la relación que Tony y Pepper mantenían, nunca la cuestionó, ya que siempre vio con claridad el amor que ambos se profesaban. La pelirroja miraba a Tony con una mezcla de amor y cariño maternal, mientras que Tony la miraba con adoración.

Eran una pareja muy dispareja, pero bella, a su manera, aunque todos compadecían a la pobre Pepper por aguantar a alguien como Tony, pero más allá de los regaños que le daba, todo parecía funcionar de maravilla. Por eso estaba tratando de sacarle alguna información a su amigo, no concebía qué era lo que estaba causando tales síntomas en Tony, quien, a pesar de su horrible dieta, era alguien increíblemente sano.

-Brucie, calibra esto, por favor- pidió Tony sujetando un tubo de metal, sus ojos protegidos por unas gafas de trabajo. Bruce se giró hacia la computadora y comenzó a teclear- si, por ahí, no te pasaste devuélvete, si ahí. Perfecto.

-de nada- murmuró girándose en la silla rotatoria, Tony se secó el sudor de su frente con el antebrazo- has estado sudando mucho para tan poco trabajo- pudo notar como el castaño se tensó un poco.

-¿me estás diciendo que estoy en pésima condición física? Me hieres Brucie, yo pensé que te hipnotizaba con mis bíceps- el castaño le dio un puchero que se le veía increíblemente tierno haciéndolo reír.

-yo no me quejo- continuo sin quitarle la vista al genio que se movía por el taller- especialmente si tienes el cuerpo sudado, es un agasajo- vio perfectamente como a Stark se le inflaba el pecho de orgullo y satisfacción- es sólo que lo haces más de lo normal, me preocupa.

-no te preocupes Brucie, no hay de qué preocuparse, todo es normal, Si, perfectamente normal- balbuceo el otro haciendo girar un destornillador en su mano antes se sonreírle conciliador. Bruce entrecerró los ojos, conocía perfectamente esa sonrisa, y Tony la ocupaba cuando mentía.

-oh, está bien, tan sólo pensé que había tenido alguna discusión con Pepper- sus ojos conectaron con los castaños, no había ninguna reacción en Tony- es que desde la última vez que vino te han salido ojeras y pareces debilitado- la pupila contraria se contrajo levemente- pensé que era porque habían terminado, pero me equivoque ¿o no?

Bruce no necesitó escuchar la respuesta de Tony para saber que era mentira, la sonrisa forzada y el leve tic bajo el ojo izquierdo le dijeron que había pillado algo, pero no sabía qué. Así que simplemente sonrió tranquilo cuando Tony le aseguró que con Pepper estaban en su mejor momento como pareja y que sus ojeras se debían a un resfriado leve que había adquirido.

No le creyó ni una sola palabra.

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Para Tony la primera semana fue horrible, inmediatamente su cuerpo se resintió por la falta de supresores. Había notado como en su terso y hermoso rostro aparecían aquellas horribles ojeras, y no que él nunca antes había tenido ojeras, si las tenía, pero esas eran del tipo de ojera con las que uno podía desfilar por la pasarela de Victoria Secret, ojeras sexys, estas era horribles. Parecía un mapache al que le habían dado una paliza.

Además, esos tiritones que azotaban su cuerpo cuando querían. Parecía un drogadicto en abstinencia, sus manos perdían la capacidad de sostener lo que sea que tenía en ellas y tiritaban sin control. Gracias a ello había roto ya cinco tazas y echado a perder uno de sus robots.

Tampoco ayudaba mucho las preguntas que le hacía Bruce sobre su salud, preguntándole todos los días como iba con su resfriado, sabía que Bruce no le creía, pero por lo menos se consolaba con que su amigo no tenía ninguna pista sobre su verdadero malestar, estaba seguro que lo atribuía a alguna pelea que tuvo con Pepper, por lo menos eso daba a entender, al igual que Natasha, Clint y el capi. Y todo empeoraba cuando Rogers estaba cerca de él.

Steve y su estúpido olor a Alfa.

En una de las ocasiones tuvo que llevar su camiseta a la nariz y engancharla ahí, ante la mirada curiosa de todos, en especial la de Steve. Él tan solo había sonreído y bajo la seguridad que le entrega la prenda con olor a Pepper, había sostenido que prefería el olor de su mujer que el que llevaba el capitán.

Steve se había sonrojado hasta las orejas y abierto los ojos a más no poder antes de comenzar a excusarse de forma abochornada.

-lo siento si mis feromonas les están causando malestares- se disculpó Steve mirándolos a todos con pena- pero es que últimamente he captado un olor que pues….. emmmm- el rubor se apoderó de las mejillas de Rogers y todos entendieron perfectamente qué quería decir, disparando las alarmas de Tony.

- ¿no lo habías sentido antes?- cuestionó Bruce interesado, Clint comenzó a olfatear el aire como si pudiera captar el olor al que se refería el capitán. Steve hizo una mueca.

-bueno a decir verdad, creo haberlo sentido antes- dijo rascándose la nuca- pero era como todos los demás olores, pero últimamente ha cambiado, bastante- Natasha entornó los ojos.

-debe ser alguien que se maneja en el edificio- Tony se puso a sudar y miraba nervioso como todos meditaban el asunto- debiera ser algún omega que usa supresores, pero no tengo conocimiento de ninguno que trabaje en la torre.

-podríamos averiguar, ¿Cuántas personas trabajan en la torre?- preguntó Clint.

-trabajan 2,325 personas, señor Barton- respondió Jarvis- incluyendo a personal de seguridad y aseo, y excluyendo los últimos diez pisos.

Los últimos diez pisos de la torre eran exclusivos para el uso de los vengadores, que abarcaba las habitaciones, salas de entrenamiento de todo tipo, enfermería, talleres, laboratorios y un hangar especial para los Queen jet y los robots de Tony. Y en esos pisos sólo Vivian ellos cinco, seis cuando venía Thor, o más cuando había alguna misión y miembros de SHIELD acudían a su base.

-¿hay algún omega o alfa trabajando en el edificio?- preguntó Bruce. Tony estuvo a punto de intervenir pero Jarvis fue más rápido.

-no señor, ninguno.

Respiro tranquilo por unos momentos, pero no contó con que la viuda negra se tomaría el malestar del rubio como personal, y Tony sufrió desde su taller privado como la mujer iba de piso en piso con un aparato para medir las feromonas buscando a quien emitía aquel olor que Steve percibía. Sabiamente la evitó mientras llevaba ese bendito aparato en las manos.

Después de varios días sufriendo en su taller observando como Natasha investigaba sin cesar, y Steve que salía a una cita, su cuerpo llegó al límite, y aunque se lo había prometido a Pepper, tomo una dosis doble. Al día siguiente Rogers dijo ya no sentir el olor, lo cual lo calmo a él, pero no a Natasha que ahora parecía más empecinada en buscar quien era.

Volvió a tomar la dosis doble al día siguiente, Pepper le retó por teléfono, advirtiéndole que su encargo no llegaría hasta dentro de cinco días. Tony no se preocupó, él ya tenía su plan armado. Aparecería ese día sonriente como siempre contando que tenía una idea para un nuevo proyecto súper secreto y así tendría tres días para tomar su dosis mínima para dejar un resto para el día antes de que llegara su pedido, o en el peor de los casos, utilizarlo si el mundo necesitaba a Iron man.

Así que esa noche tomo la ración correspondiente y se fue con una sonrisa al comedor donde todos cenaban, con la gran visita de su amigo Thor.

-¡hombre de metal!- gritó el nórdico cuando lo vio, sonriendo con sus perfectos dientes blanco atrapándolo en un abrazo extremadamente fuerte para los pobres huesos de Tony.

-¡ricitos, como te va! Veo que sigues siendo tan alto como siempre- dijo una vez Thor le dejó en el piso, el rubio rio y miró a Tony hacia abajo haciendo notar los casi treinta centímetros que se llevaban. Y no, Tony no se sentía bajo con su metro setenta y tres, era tan sólo que los otros eran extremadamente altos; Thor estilaba sus dos metros de alto, mientras que Clint y Steve lucían sus metro noventa dejándolo siempre en medio de ambos. Malditos burlones.

Lo consolaba que Bruce era solo un poco más alto que él y a Natasha le ganaba por un par de centímetros.

-siempre es un gusto verte, amigo- continuo Thor, revolviéndole los cabellos de forma cariñosa. Tony le bufó de forma infantil mientras se arreglaba el cabello, Thor, que se caracterizaba por ser cariñoso, siempre lo trataba a él un poco más afectuoso que al resto, como en por ejemplo, ese gesto de revolverle los cabellos siempre que lo veía, no lo hacía con nadie más.

-¡el estilo, no arruines mi estilo!- le pegó un par de manotazos de juego al rubio quien se carcajeo más fuerte- estos asgardianos que no entiendo de estilos. Te daré unas clases, quizás podamos cortar algo las puntas, unos visos, o hacerte unas trenzas ¿te gustan las trenzas?

-deja de balbucear- el olor de Steve lo golpeo, prácticamente noqueándolo, además la mano que puso Rogers sobre su hombre se sentía extremadamente caliente, sin exagerar, podía sentir su piel quemándose y derritiéndose bajo ella. Por suerte su cuerpo no tembló, los supresores estaban haciendo su trabajo.

-pero basta de charlas. Nuestro compañero aquí debe estar famélico, ¿Cuántos kilómetros hay de aquí a Asgard? Yo creo que muchos ¡Vamos a comer! Jarvis pidió comida italiana, ¿les gusta, no? Hay de todas las pastas y salsas que había en el menú, doble de todo. Después de todo un dios nórdico y un súper soldado consumen mucha comida. Tienen suerte que sea billonario o estarían famélicos.

Siguió su balbuceo mientras les servía a todos un aperitivo mientras esperaban a que babas terminara de colocar la comida en la mesa, bajo la atenta mirada de Steve, que sonreía de lado, una mezcla entre la gracia y desesperación que le causaba Tony cuando se ponía a balbucear sin que nadie lo pudiera parar.

A Tony le gustaba provocar esa sonrisa.

-¿entonces el olor desapareció?- Thor fruncía sus cejas de forma curiosa mientras bebía de la jarra de cerveza que llevaba en la mano.

-así es, completamente- Natasha dejó con sutileza su copa de Martini en la mesa de centro.

El reloj marcaba pasada la media noche y ellos estaban pasando un rato en familia en uno de los salones de la Torre Stark. Un conjunto de sillones circulares que se arremolinaban alrededor de una gran y bella mesa de centro baja con la vista de nueva york iluminada como cuadro.

Tony no perdía palabra de la conversación tras la barra de piedra que había instalada en la estancia, la música baja le permitía escuchar como la agente Romanov le contaba a Thor sobre el olor que había percibido Steve hace un par de días en la torre.

-no veo cual es el problema- decía Thor mirando confuso a la única mujer- los omegas y alfas no serán tan comunes como antaño, pero no veo el por qué le toma tanta atención- Tony opinaba lo mismo, esa mujer lo iba a matar de los nervios, pensaba mientras se servía un par de hielo en su vaso.

-lo es porque Steve ha tenido varias entrevistas con omegas desde que se supo que él era un alfa- comenzó a relatar la pelirroja, Tony rechinó los dientes al acordarse de todas las veces que vio salir a Steve arreglado para juntarse con omegas que lo buscaban- en su gran mayoría yo lo acompañaba, o Clint, y nunca el capitan había mostrado alguna reacción como la que tuvo con ese aroma.

-oh bueno…..- Thor arrugó el ceño un poco mientras pensaba- usted, mi lady, piensa que la persona que expele ese olor es la pareja destinada de Steven, ¿o me equivoco?

-así es, es por ello que hay que averiguar quién es- la mujer miró a Rogers que se veía un tanto incomodo por el tema, Thor, ignorando aquello, le dio una fuerte palmada en la espalda al súper soldado.

-¡felicidades amigo! Que glorioso día es este. La pareja que te entregó el destino está cerca de ti, ¿no es ello emocionante?- Steve rio un poco cohibido mientras se rascaba la mejilla.

-¡pufff!- todos voltearon sus ojos hacia Tony que se acercaba con su vaso de whisky- oh vamos, amigo, no puedes estar hablando en serio ¿tú también crees en esa patraña del destino? ¡Vamos, hombre!

Se arrojó sobre una de los sillones junto a Bruce y miró con soberbia al resto del publico mientras bebía de su vaso. Thor parecía confundido antes sus palabras, Natasha y Clint habían arrugado el entrecejo, mientras que Steve había entornado sus ojos y lo miraba con intensidad. Le costó pasar el líquido por la garganta.

-¿a qué te refieres, Tony?- preguntó Thor mirándolo con curiosidad, Tony se concentró en él para obviar la mirada de Rogers.

-pues lo que acabo de decir- dijo meneando los hielos en el vaso- que es una patraña eso de parejas destinadas, le hacen bastante daño a las mentes de nuestros niños esa idea del amor romántico, no existe.

-Tú no eres ni un alfa ni un omega, no puedes hablar de lo que nosotros sentimos- le espetó Steve entre dientes mientras lo miraba fijo con la mirada oscurecida. Tony levantó un mentón.

-pero soy científico, y eso que ustedes llaman amor no es más que química, sólo están capacitados biológicamente para descubrir a la mejor pareja para tener descendencia. Es sólo eso- se encogió de hombros mientras volvía a beber, tratando de obviar el apretón que le estaba dando en el estómago y que lo estaba comenzando a marear- oler a tu pareja, por favor Rogers, así pareces un perro.

-Stark, te lo advierto- gruño Steve, Tony trató de obviar la punzada que le dio en el pecho al escuchar su apellido de los labios de Rogers- deja de meterte en asuntos que no son los tuyos.

-disculpa, pero tus feromonas tienen mi torre envuelta con tu olor- le dijo llevándose una mano a la pecho en un gesto que trato de parecer burlonamente indignado. Steve se sonrojó furiosamente.

-y lo dice quien pareciera que se restriega contra su novia- sí, lo admitía, eso lo descolocó. Nunca pensó que Steve tuviera el valor para decirle sobre su ropa impregnada con el olor de Pepper- es casi como si tuvieras un perfume de ella en el cual te bañas cada mañana, y los demás también lo sienten perfectamente, pero déjame decirte- susurró en un tono peligroso que hizo que un escalofrió le recorriera la espalda- que para mí, que tengo un olfato bastante fino, es bastante desagradable que el olor de alguien esté siempre mezclado con el de otra persona, así que deja de reclamar por pequeñeces porque yo soporto tu aroma mezclado con el de la señorita Potts todos los días.

El silencio se hizo en la sala tras las últimas palabras del capitán. Steve mantenía su pose intimidante desde su asiento, mientras que Tony tenía erguida la espalda, en una pose recta con las piernas cruzadas tratando de que su cara mostrara desinterés y no el revoltijo de nervios que sentía por dentro por ser regañado por el alfa. Nuevamente odio su naturaleza. Pero no se dejaría vencer.

-oh cuanto lo siento que lo que haga con mi novia moleste tu nariz de cachorro- sintió la mano de Bruce sobre su brazo en un vano intento de que se callara- pero no me importa, porque a diferencia de los de tu clase- escupió lo ultimo- no nos fijamos constantemente en el olor, yo he construido una relación a base de tiempo, y aunque el olor de Pepper me vuelve loco, no es lo más importante en ella, pero claro tu no lo entiendes, olfateaste algo una vez y ya pareces estar enamorado- viró los ojos al cielo mientras soltaba un bufido, sin importarle la mirada herida y enojada de Steve.- así que siento si hueles mi olor mezclado con el de Pepper, pero adivina, eso pasa con las parejas.

-ey, hombre, tranquilo- susurró Clint dejando lentamente su vaso en la mesa sin quitarle la vista a Steve que parecía a punto de saltar sobre Tony- sabes que Tony tiene una fobia con los alfas y omegas, no te lo tomes tan a pecho, es un imbécil.

-estoy aquí- canturreo indignado. Clint le mando una mirada para que se mantuviera callado, al lado de él Natasha se puso en posición rígida. Notó que Bruce también se había puesto rígido, pero no entendió el por qué hasta que volvió su vista a Steve y su corazón se detuvo.

Los ojos azules brillaban como nunca y la mueca furiosa atemorizaba a cualquiera. Se veía grande e imponente, e inmediatamente sus hombros se encogieron de forma instintiva. El alfa estaba enojado, no, furioso, como nunca antes lo había visto y sus feromonas comenzaron a ser expulsadas de su cuerpo sin control exigiendo respeto. Todos hicieron una mueca al sentir el olor de Steve que les exigía doblegarse, todos excepto Thor quien sólo mantenía su rictus serio y su pose a una expectante.

-¿te hice enojar, capipaleta?- preguntó torciendo una sonrisa, Natasha lo miró como si le hubiera explotado la cabeza- vamos, no es para tanto.

-deja de jugar, Stark- gruño Steve con una voz ronca que hizo que su omega se remeciera en su interior- deja de hablar, de comentar sobre lo que no tienes idea.

-¿qué acaso te enamoraste de un fantasma?- preguntó con sorna. Steve se levantó de su asiento, todos se tensaron, pasó saliva antes de levantarse de forma pretenciosa alzando su vaso hacia el rubio- si es así, felicidades, espero que tu futura esposa sea tan bonita como huele- Steve avanzó hacia el, lo tomó por el cuello de la camisa haciendo que su vaso terminara en el piso. Todos se levantaron de su asiento.

-te he dicho que dejes de hablar de lo que no sabes- gruño contra su cara, su olor golpeándolo de forma incesante- no es algo que te incumba, el que tú no creas en el amor predestinado no te da el derecho de negárselo a los demás- Tony llevo sus manos a las muñecas de Steve tratando de aliviar la presión de su cuello- definitivamente no entiendo como Pepper puede estar con alguien como tú, tan hiriente, tan egoísta, y que tiene un olor nauseabundo.

Sintió como una lanza se enterraba justo en donde debía estar su corazón, la garganta se le secó y en el estómago algo pesado cayó con una sensación desagradable. Nauseabundo, Steve le acababa de decir que olía nauseabundo.

Debía estar orgulloso, los supresores estaban haciendo un magnífico trabajo si Steve no captaba su olor a esa distancia, pero algo dentro suyo se rompió, y la decepción con la cruel realidad cayó sobre su cabeza. Una de las razones de por qué tanto odia su naturaleza, era porque se centraba tanto en el olfato, era casi fantástico que dos personas desconocidas se enamoraran porque su olor las atraía, donde quedaba los demás, el conocerse, los gustos de cada uno, intereses en común.

Porque a fin de cuentas, Tony sabia que a pesar de que Steve era ese Alfa, él nunca se enamoraría de Tony si no fuera ese omega, porque su relación con Steve era de subes y bajas, con más peleas que risas, y era obvio para todos, que difícilmente congeniaban.

Porque Tony sabia, que mientras siguiera tomando sus supresores, Steve nunca lo miraría mas allá como el imbécil que tenia por compañero de equipo. Y eso quemaba, y le dolía, y lo hacía odiar más su naturaleza de omega.

-bueno- dijo con la voz tomada y con la mirada desafiante- entonces supongo que es bueno que no sea un omega- Steve entrecerró los ojos mientras inspiraba lentamente, para luego empujarlo, haciéndolo trastabillar un paso hacia atrás.

-agradezcamos que sí- gruñó entre dientes.

Se siguieron midiendo con la mirada, la sala en silencio, la música en algún punto se había detenido, sumergiéndolos a todos en un ambiente tenso y toxico.

-señor Stark.

La voz de Jarvis los sobresalto a todos, rompiendo un poco lo tenso del aire. Steve bufó mientras se daba la vuelta y tomaba de la mesa la cantimplora de Thor, donde llevaba ese brebaje Asgardiano, y bebió un sorbo con brusquedad.

-sí, ¿Qué sucede, Jarvis?- preguntó mientras se arreglaba el cuello de la camisa.

-la señorita Potts pide comunicarse con usted de manera urgente. Está esperando en una video llamada en su estudio, señor.

-dile que ya voy- miró a todos los presentes que tenían distintas caras ante lo sucedido, Steve seguía dándole la espalda- bueno, fue una buena noche, pero yo me retiro. Los dejo como anfitriones, por favor no rompan nada.

Ni siquiera se detuvo cuando escuchó a Bruce a sus espaldas, sólo camino derecho hacia su estudio y azotó la puerta con una fuerza innecesaria. Se restregó la cara con sus manos un par de veces antes de sentarse en su escritorio y encender la pantalla del computador.

-¡Tony!- gritó Pepper apenas lo vio.

-Peps, son la una de la mañana, deberías estar durmiendo- le dijo forzando una sonrisa. Pepper llevaba el pelo mal tomado, con unas gafas delgadas enmarcando su rostro y podía ver claramente que estaba con pijama. Arrugó el ceño- ¿pasa algo?

-sí, pasa algo grave- la pelirroja se mordió los labios con angustia antes de levantar un calendario hacia la cámara, uno de los días marcado con rojo. Era el día de mañana. Se puso pálido inmediatamente.

-debe estar mal- Pepper lo miró con angustia.

-no, no está mal. ¡Oh Tony! Cuanto lo siento- susurró su amiga- con todo lo que pasó no me acordé, y como estabas tomando mas supresores de lo normal perdí la cuenta y….. por favor enciérrate en el taller, trataré de ir lo más pronto que pueda.

-sí, tranquila. Tú sólo encárgate de lo tuyo y yo de lo mío- balbuceo con los ojos idos y con un leve tiritón en su cuerpo.

No podía concebir lo estúpido que había sido, ¡como se le fue a olvidar algo tan importante!

-por favor, resiste hasta que llegue, ya los estoy consiguiendo- le sonrió a Pepper, pero sabía que la sonrisa no llegaba a sus ojos.

Mañana comenzaba su celo, y sin los supresores especiales, sería extremadamente doloroso. Gruño mientras golpeaba la mesa, con los ojos celestes de Pepper mirándole con pena al otro lado de la cámara.

.

Se llevó varias botellas de agua y dulces a su taller, también ordenó la cama que tenía ahí en donde generalmente arrojaba planos y partes metálicas. Dejó todo listo para encerrarse una semana en ella.

Se tomó lo que quedaba de supresores de una, y salió en camino a la cocina. Su plan no variaba mucho, diría que tenía un nuevo invento súper secreto y que no quería que nadie lo molestara. Se encerraría en su taller y esperaría a que llegara Pepper con los supresores especiales para hacer más llevadero su celo. Después saldría como si nada hubiera pasado. En el mejor de los casos, los demás se lo tomarían como si estuviera avergonzado por la pelea por Steve y que no quería enfrentarlos.

Por primera vez en su vida deseo que pensaran mal de él.

Pero lamentablemente, no todo es como uno quiere.

Thor estaba desayunando Poptart, muchos Poptart, como para alimentar una familia de cinco por una semana. El rubio le sonrió feliz de verlo y corrió la silla a su lado en la mesa. Los demás no lo miraron tan felices.

-que bueno que nos acompañas, mi amigo-estaba seguro que Thor era el único que pensaba eso- ¿ya te encuentras preparado?

-¿preparado para qué?- preguntó mientras se servía café ignorando la presencia de Steve al otro lado de la mesa. Thor lo miró con duda.

-¡oh! Disculpa si eres recatado con eso, es sólo que te vi preparándote en la mañana- algo en su cabeza hico un leve click, ¿acaso Thor sabia de….?

-Stark tiene de todo menos recato- comentó mordaz Rogers. Así que seguía molesto por lo de anoche, sino, no hubiera iniciado la discusión.

-disculpa, pero estaba conversando con ricitos, no con los osos.- Steve lo miró con molestia.

-vamos, chicos, es muy temprano para discutir. Es un nuevo día- Bruce les sonrió a ambos tratando de aligerar el ambiente. Lamentablemente sólo lo encendió.

-sí, Rogers, parece que te levantaste del lado equivocado de la cama, o quizás es la edad, ya sabes, la gente después de los noventa se pone un tanto cascarrabias.

-¿acaso nunca dejas de molestar a la gente?

-¿acaso la gente deja de ser molestable?

-esa ni siquiera es una palabra.

-bueno pues me la inventé, ¿por qué, algún problema? Por favor no hagas una escena como la de anoche drama queen.

-¡Stark!- le gruñó Natasha entre dientes como advertencia. Tony ni la miró.

-si ese es mi nombre, es un tanto conocido, quizás lo has visto en alguna revista- bebió de su café ignorando el gesto que le hacía Clint y Bruce para que se detuviera- ¿qué? ¿Ahora son mimos?- los dos suspiraron frustrados, negando lentamente con la cabeza.

-Tony, por favor- le rogó Banner en voz baja- no molestes a Steve, ¿es que no sabes nada de alfas?

-pues sí, bastante. Les gusta olfatear mucho- sonrió hacia su amigo que tenía cara de urgido.

- con la discusión de anoche las hormonas de Steve se descontrolaron, por favor deja de enfurecerlo, necesita calmarse para volver a estar en sí.

Bebió nuevamente de su tasa mientras deslizaba su mirada hacia el rubio. Bruce tenía razón, Steve se veía agitado, demasiado para alguien que con suerte sudaba después de correr una hora. Tenía las mejillas levemente rosadas y los ojos brillosos, peligrosamente brillosos.

Claro que sabía que los alfas se volvían extremadamente peligrosos si se les molestaba o enfurecía, llegaban a un punto en donde veían todo rojo y sólo atacaban, en especial a la causa de su malestar. Sintió una leve sensación de orgullo por llevar a Rogers a ese estado, casi como una venganza dulce, si él iba a tener una semana de celo insufrible, que Steve se aguantara el mal humor y la rabia un par de días hasta que su cuerpo volviera a calmarse.

Tampoco era tanto, sabia cuan peligroso era seguir tentando a un alfa en ese estado, y aunque Steve era la nobleza encarnada, ello no le restaba a su naturaleza, por lo menos se veía lo suficientemente agitado como para poder irse tranquilo y deleitarse un poco en el malestar del rubio. Un leve calambre le dio a la altura del vientre. Y hablando de malestares, los suyos estaban comenzando, era hora de huir.

-aunque no lo crean, sé cuándo callarme- se terminó la taza de café tratando de no sentirse ofendido por las miradas incrédulas de los otros presentes. Arrastró la silla por el piso con un chirrido y se encaminó hacia la puerta despreocupadamente, obviando los calambres que le estaban dando en el vientre- muy bien, ya que mi presencia no es grata me iré, tengo un súper proyecto totalmente secreto para todos ustedes, así que cuiden mi torre y no me molesten.

Su salida pudo haber sido casi perfecta, si no hubiera sido que a Steve se le ocurrió interceptarlo y chocar su pecho contra el suyo, los ojos azules le taladraron con sentimientos contenidos tras las pupilas. Trago en secó, el rubio pareció meditar un poco antes de abrir la boca, pero Clint interrumpió.

-¡los hot cake!- el arquero se levantó apresurado a la máquina, abriéndole y echándose inmediatamente hacia atrás por el humo- o no, y yo que tenía hambre.

-enciende el ventilador- le dijo Natasha señalando un interruptor. Steve dirigió su mirada a Clint antes de volverla a Tony, levemente más calmada.

-deja el intercomunicador encendido- le dijo con voz seria, pero ya no agresiva- te avisaremos si hay alguna emergencia.

-por supuesto capi- le dijo asintiendo y guiñándole uno de sus grandes ojos marrones, Steve solo suspiró mientras hacia una mueca rara con su boca.

El capitán paso por su lado, el aroma le llegó no tan fuerte, pero si lo suficiente como para que un nuevo calambre más doloroso que los anteriores retorciera su vientre. Hizo un gesto de dolor mientras alcanzaba el marco de la puerta, y en un gesto inocente giró su cabeza para ver la espalda del rubio mientras ayudaba a Clint a sacar los hot cake carbonizados de la maquina. No contó con el ventilador.

Steve se interpuso entre Tony y el ventilador, y como si hubiera inalado fuego, el olor de Rogers caló hasta lo más profundo de su ser, como nunca antes lo había hecho. Nublando su vista, convirtiendo sus piernas en gelatina y entregándole punzadas dolorosas a su vientre mientras que un escalofrió subía por su columna.

Sin poder evitarlo un gemido doloroso salió de su boca, mientras que caía contra el marco de la puerta, sujetándose fieramente mientras jadeaba por oxigeno, con un brazo cruzado por sobre su vientre, apretándolo, tratando de mitigar el dolor.

-¿Tony, estas bien?

Bruce lo miraba preocupado, acercando rápidamente a su lado, Natasha lo miraba de forma analítica, mientras que Steve y Clint parecían un tanto sorprendidos. Sin embargo lo que le dio pánico fue la mirada de Thor, el rubio lo miraba de forma conciliadora, como si supiera exactamente lo que estaba sufriendo Tony.

Thor sabia, el asgardiano de alguna forma sabía que era un omega, por eso lo miraba confundido durante la pelea de anoche, por eso le preguntó si estaba listo para hoy. Thor sabía que era un omega y que hoy le llegaría su celo. Rechino los dientes con furia, después se encargaría de saber cómo fue que el rubio se enteró.

Thor se levantó de su asiento, con claras muestras de ayudarlo a levantarse, pero él conectó sus miradas, negando lentamente con la cabeza. Odinson pareció un poco dubitativo, pero dándole una rápida mirada al resto y sus caras sorprendidas pareció entender, y se quedó parado en su puesto.

-¿Tony?- Bruce le tomo de uno de los brazos, mirándole preocupado. Se deshizo casi de forma violenta del agarre y sonrió forzadamente a su amigo.

-estoy bien Brucie, sólo tengo que ir al baño- se giró rápidamente y arrancó por el pasillo. Pero no llego muy lejos, una nueva punzada en el vientre le hizo doblarse de dolor y chocar con una mesa del corredor, dando vuelta el jarrón que cayó estrepitosamente al piso.

Jadeo mientras se levantaba, con los calambres expandiéndose a sus piernas y haciéndolas sentir débiles y torpes. El taller, tenía que llegar a su taller. Las piernas le fallaron y cayó de rodillas al suelo.

-Tony, no estás bien- miro por sobre su hombro, Natasha se acercaba a él con mirada preocupada, un tanto más atrás estaban los otros.

-sí, sí estoy bien. No te acerques- le amenazo con un dedo el cual la mujer ignoró. Tony entró en pánico, sintiendo como el sudor comenzaba a salir de su cuerpo, y con él, su olor de omega en celo. "No, no, no. Vamos supresores, funcionen un poco más"- he dicho que no te acerques.

-Tony ya basta, dinos que te pasa- Natasha ya estaba junto a él y se estaba agachando para ayudarlo a levantarse del piso. Entró en pánico, con una de sus manos agarró el jarrón que se había caído y se lo lanzó a la viuda que dio un paso atrás sorprendida mientras el florero se estrellaba en la pared de atrás haciéndose añicos.

-¡tony!- escuchó que Bruce gritaba.

Con sus manos se impulsó para levantarse y se echó a correr por el pasillo mientras escuchaba los gritos y los pasos tras él. Correr se le hacía insufrible, con los calambres y la falta de aire, además del calor que ya estaba azotando su cuerpo. Los síntomas no eran normales, debían aparecer más lentamente, no todos de una vez.

Jadeo al sentir un escalofrío recorrer su columna. Tropezó, cayendo violentamente al piso, su hombro se dio un golpe fuerte contra el suelo. El cuerpo le temblaba y el calor ya estaba comenzando a azotar su cuerpo.

-¡Tony!- con horror vio como Steve le estaba dando alcance con el rostro mostrando la preocupación que sentía, y el rostro de Anthony dejaba ver el pánico que sentía a cada paso que Steve se acercaba.

Con sus manos se arrastro contra el piso lo más rápido que pudo, y cuando hubo pasado uno de los marcos del pasillo, gritó con voz fuerte y asustada:

-Jarvis, cierra las puertas.

El rostro de Capitán América era todo un poema, con los ojos bien abiertos y los labios separados entre sí mientras que con una mano tocaba la puerta de vidrio que se había cerrado en sus narices. Los otros tenían expresiones parecidas, aunque no duraron mucho.

Mientras Bruce se acercó a la puerta para tratar de convencerlo de que la abriera, y Steve le gritaba a Jarvis que la abriera, Natasha y Clint se miraron entre ellos y rápidamente treparon cuales arañas por las paredes hasta los ductos de ventilación.

Malditos espías.

-Tony, por favor, abre la puerta, hablemos, ¿Qué te pasa?- la angustia en la voz de Bruce era palpable, al igual que la mirada suplicante que le daba. Pero debía ser fuerte.

-Tony, somos tus compañeros, dinos que te ocurre para ayudarte- Steve le miraba fijo desde el otro lado de la puerta con un rictus serio, Tony tragó en seco.

-lo siento capi.

Se levanto a trompicones y emprendió su huida hacia el taller.

-señor, el agente Barton se está acercando por uno de los ductos.

-cierra todos los ductos y enciende el aire acondicionado- le ordenó. Tras él escuchó golpes hasta que finalmente un sonoro estallido le aviso que Rogers había roto la puerta. Genial- cierra todas las puertas tras de mi Jarvis, no deben alcanzarme.

-como ordene señor.

El pánico se apoderaba lentamente de su cuerpo, al igual que el calor y los calambres que lo hacían jadear sin descanso. Necesitaba llegar cuanto antes a su taller, antes de que cualquiera de los locos con los que vivía le diera alcance.

Hubo una pequeña explosión que hizo que los vellos de la nuca se le erizaran, a través de las paredes de vidrio, vio salir de uno de los conductos a Natasha, que cayó ágilmente al piso e inmediatamente se puso a correr en su dirección.

-¡Jarvis el laboratia E cierralo!- chilló a su mayordomo virtual. La puerta se cerró justo a tiempo, pero el leve alivio fue corto cuando la viuda saco de uno de sus bolsillo un pequeño dispositivo de metal. Una bomba- por qué le di esos juguetes- se lamentó emprendiendo su huida lo más rápido que podía. Ya faltaba poco.

-Señor, el capitán Rogers ha destruido todas las puertas- le avisó Jarvis- viene en camino junto al doctor Banner.

Hubo una pequeña explosión seguida de otra que hizo vibrar el piso bajo sus pies.

-la señorita Romanoff ha destruido la puerta del laboratorio E, y el agente Barton ha irrumpido en el taller B.

-¡van a destruir mi torre! ¡Otra vez!

Sonrió levemente cuando llegó al último taller, ordenó a Jarvis cerrar la puerta, pero antes de que esta se cerrara por completo, un dispositivo paso por ella, que iba directamente a su sus piernas y que con un leve puff se desarmo y unas cuerdas de metal lo amarraron por los tobillos haciéndolo caer.

-¡eso no es educado!- chilló mirando a las cinco personas tras la última puerta. Thor estaba más atrás que los demás y por la cara que tenía, no sabía qué hacer.

-Stark, abre la puerta- le ordeno Natasha.

-¿o harán estallar la puerta?- preguntó con sorna, tratando de que su rostro no se viera tan agitado mientras se arrastraba a una mesa.

-Tony, déjate de juegos, ¿qué te pasa? ¿por qué huyes?- Steve le miraba con esos imponentes ojos azules que apenas hizo contacto su interior se estremeció, haciéndolo jadear- abre la puerta, te ayudaremos.

De verdad trató de contenerla, pero una risa burlona se escapó de sus labios, haciendo que Rogers entrecerrara los ojos.

-no necesito tu ayuda, Rogers- escupió mientras estiraba su maso hacia la mesa tomando algo que quedo fuera de la vista de los demás- ahora si son tan amables de dejarme solo.

-Tony, no nos iremos. Dinos qué te pasa, ¿estás enfermo?- Bruce se veía tan angustiado que hizo que por un segundo su pecho se acongojara. Pero sólo por un segundo.

-dejémonos de tanto drama. Volemos la puerta.

-¡no te atrevas legolas!

El tono urgido de su voz hizo que todos tomaran posiciones mas firmes. Gimió desesperado mientras veía como Steve se preparaba para tomar vuelo y romper la puerta con su cuerpo. Un nuevo estremecimiento le recorrió su cuerpo y para su desesperación, sintió claramente cuando un líquido comenzó a brotar lentamente de su parte posterior.

No. NO. No.

Steve lo iba a oler, a él, un omega iniciando su celo, además de que aun se veía que se encontraba un tanto molesto. No. Mala combinación, las cosas se iban a poner feas si no alcanzaba su taller antes de que lograran entrar.

Con desesperación se colocó el guante de Iron man en su mano derecha y apuntó a las amarras de sus piernas mientras escuchaba el primer golpe contra la puerta de vidrio. Con manos temblorosas se quitó los restos de la cadena y se trataba de poner pie cuando el segundo golpe dio con la puerta.

Sus pasos temblorosos se encaminaron hacia la puerta de su taller mientras el tercer golpe se daba contra la puerta seguido de un leve crack. Miró de reojo, el vidrio se había resquebrajado. Apoyó la mano en la pared y la puerta se abrió automáticamente mientras detrás suyo, la puerta volaba en pedazos.

-¡Tony!

El gritó de Steve lo estremeció de pies a cabeza. La fuerza de sus piernas se esfumaron y cayó al piso nuevamente, se giró lo suficiente como para ver como sus compañeros entraban al taller y a penas el olor de su celo los alcanzaba, colocaban miradas sorprendidas. Se fijo especialmente en Steve, el cual su rostro era la cara misma de la incredulidad. Antes que la puerta se cerrara, vio perfectamente los ojos azules dilatados mirándolos de una forma que no supo descifrar.

-activa las barreras, Jarvis.

-enseguida señor.

Mientras se arrastraba a la cama que había al fondo, escuchaba perfectamente como el protocolo de seguridad era activado, y densas barreras de metal cubrían las ventana y la puerta de acceso al taller. Mientras que quedaban insonorizados los gritos que daban sus amigos desde el otro lado.

Suspiró derrotado. Lo habían pillado.

Se deshizo de forma molesta del pantalón que ya se encontraba un tanto húmedo y lo arrojó furioso al piso. Mientras se tiraba sobre la cama con sólo los calzoncillos y la sudadera puesta, dejando que su celo se apoderara de su cuerpo, pensaba en las explicaciones que tendría que dar en algunos días más.

Pero eso sería después. Soltó un gemido cuando un nuevo escalofrió le recorrió, haciendo que saliera mas lubricante y que su falo se comenzara a erguir.

Odiaba ser omega.

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Continuará.