Disclaimers: Los personajes pertenecen a Suzanne Collins.
CAPÍTULO 15: CINCO MESES
POV PEETA
Katniss cursa el quinto mes de embarazo. Durante este tiempo hemos estado trabajando, ella sigue en El Quemador y yo empecé a trabajar junto al Alcalde. Sin embargo, ambos estamos yendo a cursos de capacitación donde nos dan material, nos toman exámenes y aprendemos sobre diversos tipos de tareas a las que debemos habituarnos de ahora en adelante. Aprendemos de forma práctica y teórica. Los cursos son dictados por Los Agentes de Paz y el Alcalde en ocasiones participa. Katniss me dijo que no quiere empezar a trabajar hasta estar bien entrenada, además los síntomas de embarazo la dejan agotada psicológica y físicamente. Katniss y yo hacemos las tareas juntos, recordándonos las épocas de escuela donde a pesar de mantenernos ocultos de los demás, cuando nos juntábamos en el bosque, la pradera, su casa en el Doce o la cabaña del lago, estudiábamos.
Katniss está cada vez mejor, se ve más feliz y animada. En parte los trabajos que nos ofreció el padre de Madge, resultaron ser un bálsamo de paz para nosotros. Nuestros hijos nunca pedirán teselas, porque tendremos dinero suficiente como para arriesgar sus vidas más.
Al despertar veo a Katniss durmiendo a mi lado. Sonrío al recordar la noche anterior. El segundo, tercero y cuarto mes de embarazo fue terrible, Katniss se pasaba las noches en el baño prácticamente y yo no podía dormir de lo preocupado que estaba por ella. Me he pasado noches enteras abrazándola, sosteniéndole el cabello y acariciándole la espalda, después llevándola en brazos a la habitación, arropándola en la cama y velando sus sueños. Cocinando para ella y llevándole comida a la habitación. Siento pena lo Katniss, pero por más injusto que parezca, es ella quien tiene que padecer las consecuencias del embarazo por completo, sumado a sus miedos. Mientras yo sólo puedo hacerle compañía, consolarla y demostrarle que ella seguirá siendo hermosa con una panza enorme y que nunca la dejaré de amar.
Porque sí, tal como durante nuestro noviazgo en sus días más sensibles ella cree que no me merece y ahora mismo le agrega algo más, el miedo a perderme porque ella cree que no está siendo una buena esposa y no me está dando todo lo que necesito, ya que la mayoría de las cosas las estuve haciendo yo. Lo que Katniss no entiende es que está embarazada y es natural que toda su rutina antigua se alterara por completo desde que empezaron los síntomas de embarazo.
Sé lo que le pasa, no quiere perderme ni a mí, ni a nuestro bebé, esos fueron los miedos que albergaron su alma desde la muerte de su padre. De cierta forma, sé que su padre sigue siendo ese fantasma que no le permite vivir sin miedo. Katniss nunca superó esa pérdida del todo, tampoco su madre. Cada día que pasamos juntos desde los once, yo intenté borrar ese sufrimiento, saqué a mi esposa de ese pozo con mi amor, pero el dolor nunca se irá de su corazón al parecer.
Espero a que ella despierte. Cuando lo hace, la abrazo por detrás y acaricio su cuerpo lentamente y beso sus hombros, su cuello y espalda.
Katniss suspira y se remueve entre mis brazos.
-Peeta.
-Hola, mi amor.
-Hola.
Ella se da vuelta y me rodea con sus brazos el cuello, mirándome sonriente y anhelante.
-No fue suficiente con lo que hicimos anoche ¿Verdad? -Pregunta.
-Nunca nada será suficiente contigo.
Su mirada gira al reloj electrónico, y yo la imito.
-Tenemos dos horas antes de ir a trabajar. Si tanto lo deseas...
No esperamos más. Nuestros labios se encuentran chocando y devorándose entre sí.
Nuestras manos buscando lugares de nuestros cuerpos donde tocarse.
Bajo mi mano hasta su cintura, sin dejar de besarla, la acerco a mi cuerpo.
Ella jadea cuando mis dedos se introducen entre los pliegues de sus labios y cuando se van moviendo dentro de ella no deja de gemir. Mis labios han abandonado su boca y juegan con sus pezones para proporcionarle más placer e indicarle lo mucho que he extrañado tenerla estas semanas de esta forma.
Es mía. Es mi esposa y la madre de mis hijos. Y yo le pertenezco de la misma forma. Ella es la única mujer en mi vida, la única que amo y por la que daría toda mi vida. La única a la que me he entregado en cuerpo y alma. Nadie ocupará su lugar nunca.
-Te amo. -Murmura. -¿Puedo?
No entiendo a que se refiere hasta que me obliga a recostarme.
-¿Estás listo?
-¿Qué piensas hacer, Katniss Mellark?
Eso es lo único coherente que digo, pero demasiado pronto mi sentido lógico se va por la borda.
-Hoy lo haremos a mí manera, ¿de acuerdo?
-Soy todo tuyo.
Es lo justo. Durante la noche las cosas fueron según lo que yo quería. Ahora llegó la hora de mi tortura. Sólo que ahora su objetivo es muy distinto, desea matarme lentamente a mi hasta hacerme explotar, pero no se lo prohíbo. Mi cuerpo es sólo de ella y permito que ella haga lo que quiera conmigo.
Ella no ha querido hacer nada desde que supimos del embarazo, porque cuando lo intentó le dieron arcadas y acabó vomitando en el suelo al costado de la cama, pero ahora que las náuseas han desaparecido al parecer quiere volver a esa rutina que adoptó un año y medio después de nuestra primera vez porque tenía vergüenza y temía fracasar en darme placer.
Nuestra primera vez fue en su casa, un fin de semana que Prim y su madre quedaron atrapadas en la casa de enfermo por la nieve y yo había pasado todo el día con Katniss en su casa, por cuatro días estuve desaparecido de mi casa, mis padres creían que estuve en la casa de mi hermano, y eso le confirmaron Cato y Glimmer también. Aunque realmente fueron cuatro días en los que Katniss y yo estuvimos solos en su casa haciendo el amor casi todo el tiempo, todos los días. Ambos estábamos por cumplir quince años.
Sabiendo lo del sangrado en la mujer después de la primera vez y sobre los embarazos, Katniss yo tomamos ciertas precauciones.
El dolor, la inseguridad y la extrañeza de un contacto tan íntimo no lo pudimos evitar. Pero sin duda esa primera vez fue maravillosa porque ambos pudimos estar junto de una forma plena y perfecta. Entregándonos al otro y demostrándonos el amor y deseo que sentíamos el uno por el otro.
Con el paso de los años nos fuimos conociendo, sabiendo donde tocar y besar, para complacernos, como ella ahora hace conmigo.
-¿Estás segura? ¿Esta vez no te pasara nada extraño?
Ella asiente ante mi pregunta.
-Hace meses que no me sentía tan bien.
Siento la urgencia de estar dentro de ella, que seamos uno solo mientras la beso. Pero decido empezar por lo que ella me pide.
-En ese caso, aprovechemos el poco tiempo que nos queda.
POV KATNISS
Peeta se esfuerza por complacerme mientras yo al mismo tiempo hago lo mismo con él. Hacerlo de esta forma me hace sentir poderosa por unos instantes, por primera vez en semanas. Lo extrañaba tanto en este sentido, fue tan buena la noche anterior. Me encargo de devolverle un poco de ese placer que me hizo sentir, también aumento la tortura sobre su cuerpo con el objetivo de llevarlo al borde de la locura.
Las manos de mi esposo tiemblan, pero se mantienen firmes mientras guían cada uno de los movimientos de mi cabeza, mi boca y mi lengua. Sin darme indicaciones verbales, porque nos entendemos tan bien que no necesitamos de palabras, además ambos vemos muy difícil encontrar nuestras voces o estamos muy ocupados con otras cosas.
-Soy todo tuyo. -Contesta a una de mis preguntas formuladas minutos antes.
Peeta sabe que decirme para subirme la autoestima, además lo dice en un tono tan sensual y entrecortado que sé que es cierto. Él es completamente mío y lamento no haber disfrutado lo suficiente de él por tanto tiempo. Yo estaba sufriendo y con unas molestias casi eternas y normales según mi madre y me pasaba todas las mañanas, tardes o noches en el baño y la cama. Cuando Peeta trabajaba, mi familia y Madge me cuidaban. El resto del tiempo la pasaba con Peeta en el lugar que fuera. Me llevaba a pasear por el distrito en los buenos días y en los malos nos quedábamos acurrucados en el sofá, o la cama, o si tenía muy mala suerte en el baño.
No puedo quejarme del esposo que tengo y cada vez que lo escucho hablarle al bebé con tanto amor, preocuparse antes cualquier molestia que sienta y sonreír como un idiota cada vez que dice que los dos tendremos un hijo, algo dentro de mí se agita y me dice que fui muy afortunada de conseguir al hombre más perfecto del universo sólo para mí.
Cuando los movimientos empiezan a ser más erráticos sé que mi objetivo se cumplió.
Me pregunta si estoy segura y le indico con la cabeza que sí.
Todo pensamiento coherente es lanzado por la borda cuando siento como Peeta me va llenando por completo, y como va llegando al clímax tan esperado.
-Oh, Katniss. Ven aquí...
No obedezco hasta haberme asegurado que no quede nada de la exquisita esencia masculina de Peeta, antes de dejarlo en paz y besar con la misma urgencia su boca. Sus labios devoran los míos con el mismo deseo descontrolado y después me abraza fuertemente y me pide un descanso antes de continuar.
-Necesito un breve receso, Kitten. Al parecer... ya te recuperaste.
Sé que se refiere a las náuseas y los vómitos de los primeros cuatro meses. Ahora no sufrí arcadas, ni tuve ganas de vomitar.
-Es algo bueno significa que podemos repetirlo para las próximas veces. -Respondo.
-Hazlo cuando quieras. Te pertenezco completamente, Katniss Mellark.
-Y yo te pertenezco, Peeta Mellark.
Cerca de veinte minutos después, viene una segunda sesión de besos y caricias. Y acabamos haciendo el amor de la forma clásica, permitiendo que sea mi esposo quien tenga el control también.
Cuando ambos llegamos al climax y después nos recostamos exhaustos en la cama sin dejar de abrazarnos, nos dedicamos palabras que convierten esto en algo especial.
-Te amaré por siempre, Peeta.
-Y yo los amaré a ustedes, a ti y a nuestro bebé... eternamente. Nunca lo dudes. Todo estará bien.
Su mirada azul como el cielo se clava en la mía.
-Tendremos a nuestro bebé y seremos una familia feliz –completa.
-¿Crees que el miedo desaparezca cuando lo tengamos en nuestros brazos?
-Estoy seguro que sí y serás una gran madre.
Sonrío.
Quiero creerle, de verdad.
-Gracias, Peeta.
-¿Por qué me agradeces?
-Me has apoyado mucho estos meses, y me has soportado, incluso cuando entraba en pánico o estaba malhumorada.
-Estamos casados, Katniss. No importa lo que pase, yo estaré contigo.
El besa mi frente o yo cierro los ojos unos segundos.
-¿Cansada de vuelta?
-Lo siento, es por el bebé.
-Duerme un rato más, luego te despertaré cuando el desayuno esté listo.
Aunque no quiero que se aparte de mi lado, suelto su brazo y lo escucho levantarse de la cama, para vestirse y dirigirse a la cocina. Antes de darme cuentan, me quedo dormida nuevamente.
