Contacto (Parte 1):

Inglaterra, ciudad de Londres, era una bella y cálida mañana, a pesar de la ya común y abundante neblina que sumergía la ciudad, el sol en el ocaso tiñendo de anaranjado aquel cielo detrás del Bigbang se hacía alarde de su belleza, así lo veía desde la ventana de su sala de estar un peculiar anciano sentado en un lujoso sillón antiguo con la mirada perdida en el exterior y sus manos bajo una manta abultada en su regazo, el anciano de aproximadamente noventa años, o tal vez más, se hallaba balbuceando por lo bajo solo en aquel cuarto, luego de unos minutos sus balbuceos empezaban a escucharse como sollozos, la expresión en su cara arrugada y decrepita mostraron una tristeza inmensa, con poca fuerza el hombre se hizo apoyo de su brazo izquierdo para levantarse de aquel viejo sillón mientras sostenía aun su manta con la mano izquierda, camino hasta aquella ventana de dorados y blancas cortinas, y girando débilmente su cuello admiro una vez más aquel cuarto en el que estaba, una habitación con un elegante papel tapiz verde musgo, algo deteriorado por el tiempo y la humedad, sillones y muebles antiguos del más clásico y audaz estilo inglés, y sobre una mesa de té una carta justo a un porta-retratos con una foto en blanco y negro de una joven pareja contrayendo matrimonio.

Luego de admirar dicho escenario el hombre observa nuevamente hacia el paisaje a través de su ventana y derrama una pequeña lágrima a la vez que su mandíbula tiembla, deja caer la manta que cubría su mano derecha y revela un revolver Nambu tipo 12, un arma muy vieja que data desde tiempos de la guerra, el sujeto posa la punta del cañón sobre su sien y cierra los ojos, está dispuesto a terminar con su vida por algún motivo.

-Fred! ¿Qué haces? –Se escucha una voz femenina dentro de la sala.

-Elizabeth, sal del cuarto por favor, no quiero que veas esto. –Le responde sollozando.

-Fred por favor, no hagas esto, si hay algo que pueda hacer, mudarnos, lo que sea, lo haré por ti, pero no hagas esto y menos a esta altura. –Decía suplicante aquella mujer mayor.

-Cuando nos casamos acepte todo por lo que pasaste, acepte el hecho de que esto podría ocurrir cualquier día de nuestra vida, y sin embargo míranos, vivimos y envejecimos juntos, ¿no podríamos morir juntos también? ¿Y en paz? –Decía ahora derramando lágrimas.

El anciano voltea a ver a su esposa y al ver sus ojos inundados él no puede hacer más que también quebrar el llanto.

-Te amo…y lo sabes. Y los años que pasamos juntos fueron lo mejor de mi vida, pero no puedo seguir así, yo también quisiera morir en paz, dormido sobre mi cama, pero nunca estoy en paz cuando duermo. Desde que volví solo he tenido pesadillas cada noche, siempre revivo esos mismos horrores, las cosas humillantes que me hicieron a mí y a los otros, aun cuando son sueños puedo sentirlo como si estuviera ahí, el frío sobre mi cuerpo desnudo y lastimado, el dolor de cada golpe y cada moretón, lo siento todo.

-Fred, por favor, baja el arma, hablemos…

-Y lo peor…es que aun siento ese olor pútrido, ese aliento podrido sobre mi cara…esa cosa pudo matarme como a los demás, pero escapé…pero ¿para qué? ¿Para vivir atemorizado cada vez que su imagen regresa en mis sueños? Esos ojos inhumanos y sin alma mirándome fijamente, esos dientes, y ese aliento a muerte… -Luego de decir esto último Fred bajo lentamente el arma y bajo la mirada hacia el suelo mientras lloraba cada vez más fuerte.

-Fred…no…

-Lamento hacerte esto El… -Levanta la mirada y la dirige a su esposa.

-Pero no veré a esa maldita cosa de nuevo. –Dicho eso rápidamente coloco el arma en su boca y tiró del gatillo.

La sangre que voló desde la parte trasera de su cabeza y parte de sus sesos se encontraban desparramados chorreando por el vidrio y las blancas cortinas ahora teñidas de rojo, y el ahogado y estridente grito de la mujer invadió toda la habitación.

Luego de un almuerzo un tanto incomodo los cuatro chicos se encontraban deambulando por las calles de la ciudad, todos excepto Haru hablando de temas varios tratando de crear conversación y aliviar el ambiente que había dejado la noticia de otro niño secuestrado hace poco.

Nagisa era el más animado del grupo, mantenía esa chispa infantil que animaba al resto, Makoto reía ante algunos de los comentarios y chistes hilarantes del rubio al igual que Rin, y Haru aunque estuviera callado su expresión de seriedad no demostraba disgusto alguno hacia los otros, era su cara "normal" por así decirlo. Lentamente volvían a sentirse como un grupo de amigos de nuevo, tal vez aún no se sentía igual que antes, pero poco a poco se recuperaría esa sensación.

Siguiendo en su caminata sin un camino trazado ni rumbo fijo se encontraron frente a la escuela primaria Iwatobi, se detuvieron por un momento a admirar aquel edificio, aprovechando que no se estaban dictando clases se tomaron el atrevimiento de entrar. Recorriendo los pasillos del lugar llegan hasta un cuarto peculiar.

-Wow, ¿aquí es donde tenían clases? –Pregunta Nagisa al momento en que entran a un salón adornado con dibujos y recortes de múltiples colores seguramente hechos por los niños del año anterior.

-Je, así es Nagisa, este era el salón de nuestra clase –Respondió Makoto.

-Recuerdo que con Haru nos sentábamos ahí atrás y Rin siempre se sentaba junto a nosotros insistiéndole a Haru para que nadara en el relevo.

-Jaja, ¿Recuerdas eso? Fue muy difícil convencerlo, eso sí. –Mencionaba Rin.

-Pero a fin de cuentas perseveré y logre lo que quería, ¿no crees, Haru? –Dijo burlonamente a la vez que rodea los hombros del ojiazul con su brazo izquierdo.

-…- Nanase no dice nada al respecto, solo gira la cabeza hacia otro lado con una ligera expresión de irritación.

Ante esa pequeña escena Nagisa sin aguantarse ríe a ligeras carcajadas mientras que Makoto sonríe por el hecho de ver así al ojiazul, esa mueca típica que él hacía ante las provocaciones y burlas de Rin, era como si por un momento estuviera viendo al Haruka de antes, y eso le daba al castaño una enorme satisfacción interna.

-Ah, Nagisa, tu ibas a otra escuela cuando eramos niños, ¿se parecía a esta? –Pregunta el castaño saliendo de sus pensamientos.

-¿Eh? Mi escuela primaria…no, realmente no se parecía en nada a esta, era demasiado seria y aburrida, y me hacían estudiar demasiado. –Dijo el rubio refunfuñando.

-Aunque era el tipo de escuela que mis padres quisieron para mí, exigente, con un nivel educacional muy alto, todo lo que ellos tuvieron, pero a mí nunca me gusto… -Dijo esta vez bajando la cabeza con un semblante un tanto triste.

-Nadie jugaba conmigo, no tenía amigos, los únicos momentos divertidos que tenía entonces eran los días que iba al club a nadar con Haru-chan, Mako-chan, y Rin-chan. –al decir esto último levanto la mirada hacia sus compañeros dedicándoles una cálida sonrisa.

Los demás se quedaron mirándolo con cierta lástima pero poco después Makoto y Rin le devolvieron la sonrisa al ver lo importantes que eran ellos para el pequeño rubio, y aunque Haru no le haya sonreído en su cabeza él también pensaba eso y lo hacía sentir bien.

Ya saliendo del interior del edificio el grupo se dispone a recorrer los alrededores del lugar, el patio externo de la escuela donde aún quedaban algunos viejos y secos de árboles de Sakura, cuando ya parecían estar dispuestos a irse notan que Haruka no se encontraba con ellos, al voltear lo ven sentado de cuclillas observando las filas de una pequeña pared de ladrillos que rodeaba a un árbol.

-Makoto, ¿ese es…? –Balbuceo Rin.

-Creo que sí. –Contestó sin que este terminase la oración.

Se acercaron al lugar para verificar lo que suponían con Nagisa siguiéndolos sin entender qué pasaba. Al llegar el pelirrojo y el castaño uno a cada lado del ojiazul se agachan de la misma forma y observan lo que robó la atención de Haru.

-Siguen aquí…las frases que escribimos. –Dijo Makoto.

Haru lo mira por un segundo y regresa su vista a los ladrillos sin decir nada.

-Miren, los reescribieron con pintura, recuerdo que nosotros lo habíamos hecho con simple tiza. –Alegó Rin.

Tal vez fueron los chicos que vinieron al colegio después de nosotros, creo que les gusto y no quisieron borrarlo. –Dijo el castaño feliz.

-Waa! ¡Siguen los ladrillos que escribieron en la graduación de la primaria! –exclamó el rubio.

-¿Lo recuerdas Nagisa? Te lo mostramos el día antes del relevo. –Habló Makoto.

-¿tú lo recuerdas, Haru? –Se dirigió esta vez al ojiazul.

-Lo recuerdo bien. –Contestó.

-"Free" –Leyó el ladrillo que él había escrito. En ese entonces lo había escrito con tiza azul, ahora estaba repasado con pintura celeste cian y un delgado y algo desprolijo contorno blanco.

-Ah! Ahi está el que yo escribí también. –Mencionó el castaño señalando con su dedo índice.

-"I swim" –Leyó. Estas palabras también habían sido repasadas con el mismo color cían pero con un contorno verde suave.

-¿Uh? Miren chicos, encontré la mía. –Dijo Rin emocionado apuntando un tercer ladrillo.

-"For the team" –Leyó con cierta alegría en su voz y su rostro.

-Por el equipo. –Dijo Haru, cosa que nadie se esperaba.

-Así es Haru, por Nuestro equipo. –Dijo el pelirrojo resaltando el nuestro y con una sonrisa en su boca dirigida hacia Haru y sus demás compañeros.

-Creo que deberíamos conservar este momento ¿no creen? –Sugiere el joven tiburón mientras saca su teléfono de su bolsillo.

-Estoy de acuerdo. –Respondió Makoto haciendo el mismo gesto.

Cuando ya ambos chicos tuvieron sus teléfonos celulares en mano se dispusieron a tomar fotos a cada uno de sus ladrillos con frases correspondiente, Nagisa miraba contento cómo ese pequeño recuerdo parecía acercarlos nuevamente. El único que no tomó fotografías fue Haruka.

-Haru ¿por qué no tomas una foto tú también? –Preguntó Rin.

-¿Uh? No lo traje, casi nunca lo tengo encima.

-Etto, bueno Haru, yo también tome fotografías de tu ladrillo, si quieres puedo enviarte la foto por correo. –Dijo algo nervioso Makoto, esperando que el ojiazul acepte sin despreciarlo nuevamente.

-¿? –No supo qué contestar y se quedó callado frente a la proposición del castaño.

-Es una buena idea, ¿no es así Haru? –Se entrometió Rin.

-Solo dale tu número y listo, así también tendrás este recuerdo contigo, igual que nosotros.

Por un instante lo pensó, tal vez las palabras del pelirrojo lo hayan convencido, tal vez si iba a dar un paso más en recobrar su antigua relación con Makoto.

-Está bien, dámelo. –Dijo y tomó el teléfono de Tachibana y empezó a teclear su número.

-Aquí tienes. –Se lo devolvió y él castaño no puede evitar sentirse sumamente feliz por dentro, sentía cada vez más cerca el poder volver a dirigirse a Haruka como su mejor amigo, anhelaba tanto el perdón y la aprobación de este que esa simple acción lo esperanzaba.

Los cuatro chicos siguieron dando vueltas por la ciudad, distrayéndose y riéndose con las cosas más triviales hasta terminar en el mismo café donde habían iniciado el día.

-Bueno, supongo que debemos volver a casa. –Dijo Makoto.

-Aja, ya tengo hambre, quiero cenar un dormir toda la noche. –Dijo Nagisa cansado.

-¿Y tú qué harás, Haru? -Pregunto Rin.

-También me iré a dormir. –Contestó rápido.

-Me refiero a en donde… -Recalco Rin.

-… -No contestó.

-Hermano! –Se escucha una joven y femenina voz aproximándose hacia ellos.

-¿Gou? –Exclama Rin al voltear y ver a su hermana menor corriendo hacia ellos.

Se trataba de Gou Matsuoka, una joven de primer año de preparatoria, hermana menor del joven tiburón, un rostro bonito y delicado con unos ojos y cabello rojizos como los de su hermano.

-Mucho gusto, mi nombre es Matsuoka Gou, pero por favor, pueden decirme Kou, encantada de conocer a los amigos de mi hermano. –Dice y se reverencia formalmente.

-Un placer, casi olvido que Rin tenía una hermana, mi nombre es -…

-Tachibana Makoto, lo sé, y él es Hazuki Nagisa y Nanase Haruka. –Dijo la pelirroja de repente.

Los chicos incluyendo su hermano quedaron mudos y miraban fijo a la joven.

-Etto….AH, es que bueno, mi hermano me hablaba mucho de ustedes, además aunque no les hablé en persona yo estuve el día que ganaron ese relevo juntos, antes que Rin se fuera a Australia.

-Ah, ya veo. –Dice Makoto aliviado y le sonríe a Gou.

-Bueno, nosotros ya nos vamos, la próxima podrías venir con nosotros si quieres ¿no Rin?

-Seguro, no tengo ningún problema.

-Y tu Haru, ¿no quieres venir a cenar con Nagisa y conmigo? Puedes quedarte a dormir si quieres. –Le propone algo nervioso al ojiazul.

-No, tengo cosas que hacer. –Dice antes de darle la espalda al grupo y caminar solo por su camino.

-…Está bien, en otra ocasión tal vez… -Dijo sintiéndose un poco rechazado.

-Mako-chan, me iré adelantando, apresúrate a ver si puedes seguirme el paso. –Dice sonriendo Nagisa y se separa del grupo trotando no sin antes darles un gesto de despedida a Rin y Gou.

-Bueno, supongo que hablaremos después para volver a salir. ¿y tú Gou? ¿Quieres que te acompañe a casa? –Le pregunta el pelirrojo a su hermana.

-No gracias hermano, no estoy muy lejos, además tengo que pasar por la tienda a comprar algunas bebidas y alimentos que me encargó mamá.

-Bueno, entonces me iré, salúdame a mamá y dile que pronto iré a visitarlas también, y tú también cuídate Makoto. –Dijo Rin despidiéndose.

-Adiós~ -Dijeron al unísono.

-Bueno fue un gusto conocerte al fin, nos estaremos viendo pronto. –Dijo el castaño con su típica cortesía.

-Lo mismo digo. –Contesto la chica sonriéndole.

Cuando el castaño ya se estaba retirando la voz de la joven pelirroja lo hizo voltear una vez más.

-Ah, y él iba a decir que sí.

-¿Qué? –pregunto Makoto confundido.

-Haruka, él si quería ir con ustedes aunque dijo que no, no te preocupes, te perdonara. –dijo dedicándole una sonrisa y luego volteo dejando al castaño intrigado.

¿Cómo supo que él estaba mal con Haru? ¿En qué momento Rin se lo habría contado? ¿Tan evidente era que su relación no estaba del todo bien? Aunque lo que más se cuestiono fue ¿cómo es que estaba tan segura de que Haru hubiera dicho que sí?

Una fuerte tormenta azotaba un barco pesquero en ultramar, las olas lo sacudían de un lado al otro desaforadamente mientras que sus tripulantes, todos con sus uniformes de pesca y grandes gabardinas para la lluvia se sujetaban de cuanta soga o mástil pudieran.

-¡Matsuoka! ¡Entra en la cabina y trata de contactar con el puerto ahora! –grita un anciano desde la punta del barco.

Un uniformado sujetado fuertemente de su soga de seguridad se dirige hacia la puerta de la cabina.

-¡Ahí voy capitán! –Dice este hombre quien levanta la cabeza dejando ver su rostro, ese hombre era Rin.

Al llegar a la puerta resbala y se golpea violentamente contra el suelo de madera empapado del navío, quejumbroso se levanta sujetando la perilla de la puerta dispuesto a entrar, al ponerse en pie abre la puerta y al meterse a aquella cabina es cegado por una luz blanca.

¿Qué? ¿Qué es esto? –Pensaba él.

Al dispersarse la luz nota que se encuentra en un lugar totalmente diferente, una calle silenciosa, pero muchos hombres en ella, vestidos de blanco, con ropajes de luto caminando en filas, él solo se encontraba parado al otro lado de la calle viendo a todos esos hombres pasar junto a él, sintió un ligero sudor en su frente y un nerviosismo que le acelero la respiración, de repente entre todos esos sujetos vestidos de blanco logra divisar a dos niños pequeños muy peculiares, una niña pelirroja con cola de caballo y lágrimas en los ojos y un niño apenas más alto con el mismo tono de cabellos abrazándola y caminando a su lado, se estaba viendo a si mismo caminando junto a su hermana en una marcha fúnebre.

-Pero… ¿cómo?

Tras verse a sí mismo pasar junto a él miro hacia el final de la fila, pero no había ningún final, la fila que marchaba al mismo paso no tenía fin, los mismos hombres con caras tristes pasando una y otra y otra vez. Desesperado busca algún rostro distinto entre tantas personas iguales y ve algo que le quita el aliento, un niño, castaño oscuro, en traje de baño, parado a unos metros de él en medio de la fila mientras los hombres de blanco pasaban junto a él.

Él corre hacia él irrumpiendo en la fila chocándose con muchas de aquellas personas extrañas, al encontrarse de frente con el niño se detiene y lo mira fijamente.

-¿Papá?

-El menor levanta la mirada hacia el rostro del pelirrojo con un semblante serio, casi tétrico.

-Huye… -Le susurra.

Un violento estruendo resuena en todo el cuarto haciendo que el pelirrojo despertara de sobresalto.

-¿Eh? ¿Fue un sueño? –piensa mientras respira agitado tanto por la exaltación del trueno que lo despertó como por el extraño sueño o pesadilla que estaba teniendo.

-¿C-Cuando empezó a llover? –dice para sus adentros observando la fuerte tormenta que se desato a través de su ventana.

Mira curioso el reloj sobre su escritorio, son las tres y cuarto de la madrugada, quería volver a dormir pero ese sueño más lo que lo hizo sudar le habían quitado toda gana de ello. Se dispuso a levantarse de su cama y se dirigió hacia la máquina expendedora de bebidas del edificio, compro una bebida de cola y se sentó en una banca frente a la máquina.

Seguía sintiendo sobre su cuerpo el sudor y sabía que lo mejor sería darse una ducha, pero luego de la última vez que tomo una ducha solo a tales horas de la noche no tenía deseo alguno de experimentar aquel encuentro otra vez.

Compró una segunda lata de soda la cual se llevó a su cuarto, entro sigilosamente para no despertar a su compañero, pero en lugar de sentarse sobre su cama o el escritorio, agito la lata y al abrirla roció casi entero la cara y torso de Aiichiro quien despertó sorprendido pataleando como pez fuera del agua.

-¿¡Qué!? ¿¡Qué pasa!? ¡AHH!

-Oops, lo siento Nitori, no me di cuenta que estaba agitada la lata. –Dijo indiferente una vez acabado el efecto efervescente de la soda.

-¡Senpai! –Exclamo el menor en un intento de regaño.

-Tendré que tomar una ducha por esto. –Dijo sintiendo su piel sucia y pegajosa por la soda.

-Bueno, vayamos, a mí también me salpico un poco, luego deberás cambiar ese juego de sabanas.

Pocos minutos después de tomar una tranquila y callada ducha ambos chicos se encontraban de nuevo en su cuarto, mientras que Aiichiro se dedicaba a voltear su colchón y colocar sabanas limpias el pelirrojo yacía relajado en su cama aunque algo pensativo a causa de aquel sueño.

Su teléfono sonó repentinamente y se dispone a ver de qué se trata, es un mensaje de Gou.

"Hermano, necesito hablar contigo lo antes posible, estoy camino a los dormitorios de Samezuka, espérame en la puerta, y ten cuidado, nadie nos debe ver"

-¿Pero qué? –Se extrañó, ¿por qué su hermana necesitaría verlo a esa hora de la madrugada?

La calle estaba oscura y silenciosa, alumbrada por apenas algunos faros, y allí se encontraba Gou caminando hacia el instituto Samezuka, cargando una gran mochila, a ver urgentemente a su hermano. Camina bastante tranquila aun teniendo en cuenta la hora, no era el mejor momento para que una chica anduviese sola.

De repente la joven se detiene cómo si hubiera percibido algo.

-No te servirá de nada seguirme. –Dice y voltea hacia una persona a sus espaldas oculta entre las sombras.

-¿No vas a decir nada? ¿O sólo estás pensando en matarme? –Dijo directamente.

-¿Te sorprende? Yo pude ver a través de todas sus máscaras hoy, la alegre, la seria, la compasiva, no importa que cara muestren frente a mí sus pensamientos no los pueden disfrazar.

El extraño sujeto en la oscuridad no emitía sonido alguno ni se dejaba ver, solo se limitó a escuchar las palabras de Gou.

-Tienes muchos secretos, tranquilo, a menos que los pienses yo no podré leerlos, pero ten cuidado, al mínimo descuido entraré ahí y sabré todo lo que ocultas.

El sujeto saca lo que parece ser un cuchillo y avanza rápidamente dos pasos hacia ella, pero algo aún más inusual ocurre, el cuchillo sale volando de su mano como si tuviera vida propia hacia la mano de Gou, y el sujeto retrocede espantado.

-Te lo advertí, ahora vete, la única razón por la que no te asesino es porque aún tengo cosas que averiguar de tu mente, hay mucho que averiguar, hasta entonces, será mejor que no lastimes a nadie más y seas cuidadoso con mi hermano y los demás.

Dicho esto suelta el cuchillo pero este no cae, permanece levitando a la altura de la mirada de Gou en dirección al desconocido individuo.

-Y cuando llegue el momento, te mataré yo misma. –Terminada la oración el cuchillo salió disparado y se clavó en la pierna izquierda del extraño el cual contuvo su grito de dolor y cayó tendido al suelo.

El sujeto sin identidad se retira cojeando del lugar mientras que la chica solo se dispone a voltear y seguir su camino en medio de la noche.