Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece. La serie y sus personajes son propiedad de Akira Toriyama.


Una Razón


I


La alarma sonó como todas las mañanas y como de costumbre, quiso hacerla explotar por despertarla tan temprano, pero no le quedaba otra opción, debía comenzar su día, llegar siempre a la hora, de lo contrario su vida podría correr peligro o a lo menos ser encarcelada, y si había algo que ella no podría soportar era estar encerrada en una jaula como un animal salvaje, debía cuidar la poca libertad que tenía. Se levantó medio dormida y bajó al primer piso, directo a la cocina para beber una jarra de café y despertar de una vez por todas. En el lugar, preparando el desayuno para su hijo, estaba Milk. Las mujeres compartían la pequeña casa de dos habitaciones por un asunto de solidaridad femenina y de especie. Era demasiado peligroso estar solas en un planeta tan hostil, y Milk contaba con la protección del padre de su hijo, por lo que a Bulma le convenía estar en un lugar donde no irían a molestarlas.

Como todas las mañanas desayunaron juntos los tres, casi en silencio y apurados para no llegar tarde al trabajo. Gohan de cuatro años era muy ordenado y educado pese a la edad, y es que Milk se encargaba a diario de hacerlo estudiar y enseñarle modales porque tenía la esperanza de algún día abandonar el planeta y no estaba en sus planes que su hijo fuese un guerrero como la mayoría de los saiyajin, y como el padre de su hijo no demostraba mucho interés en el pequeño porque no poseía un gran nivel de pelea, Milk podía hacer lo que quisiera con él.

Después de terminar su café, Bulma corrió a su pequeño baño privado, su maravilloso baño personal que había construido con piezas y herramientas robadas del laboratorio donde trabajaba. Siempre las revisaban antes de abandonar la zona de trabajo —a veces se les pasaba la mano a los guardias palpándolas en busca de algo—, pero al ser mitad saiyajin, los soldados pasaban por alto a Gohan y ella le pedía al niño que guardase cosas en su mochila al momento de salir, todo esto sin que Milk supiera, ya que pese a haber mejorado la casa para los tres, y tener que hacer lo imposible por sobrevivir en condiciones decentes, Milk era muy estricta en cuanto a reglas y costumbres; era como si aún no se diera cuenta en la situación que se encontraban, pero Gohan era su hijo, y por esa razón los robos que cometían era un secreto entre los dos. Mientras se duchaba, sacaba cuentas en su cabeza de cuanto le faltaba para poder comprar una tina usada; no tenía espacio en su baño para instalarla, pero ya se las ingeniaría para hacerlo. Primero necesitaba el dinero, luego conseguir que algún saiyajin la acompañara al mercado a comprarla, era muy peligroso para una humana pasear por esos lugares aunque lo habitaran mayoritariamente saiyajin débiles.

—¡Maldición! —gritó cuando presionó las uñas demasiado fuerte sobre su cuero cabelludo.

Odiaba comenzar el día con tal mal humor, pero todo a su alrededor la hacía sentirse mal. Era la mujer más inteligente, hermosa y adinerada de la Tierra, asistía a las mejores fiestas, daba ordenes a los hombres en la empresa de su padre, y sobre todo, se daba los baños de tina más largos de la historia y ahora no podía disfrutar de eso. De los años que llevaba secuestrada en este mugroso planeta de simios agresivos, jamás había podido disfrutar de un agradable baño de tina. Al menos contaba con agua caliente, y eso también era gracias a los robos de material de su trabajo, de lo contrario aún estarían con agua helada día y noche.

Debían ir caminando hasta el mismísimo palacio de los saiyajin, el único lugar que valía la pena observar y admirar por su construcción y belleza. En la Tierra había un millón de castillos más hermosos, pero lo pasaba por alto o se deprimiría y molestaría más y su día aún no comenzaba del todo. Lamentablemente solo había observado el palacio de piedra desde afuera, ya que el laboratorio se encontraba cerca y siempre pasaba por fuera, y si bien había una conexión interna que los unía, era de uso exclusivo de la realeza y por supuesto estaba resguardado por decenas de soldados poderosos. Se había prometido que antes de huir, lo recorrería por completo, no sabía como, pero lo haría, al igual que el maldito baño de tina.

Eso fue lo que las unió en un comienzo. Cuando Bulma llegó como rehén, Milk ya llevaba un par de años en el planeta y se encontraba embarazada de un saiyajin. Al principio no se llevaron muy bien por sus caracteres fuertes, pero se dieron cuenta que unidas podrían conseguir algo y sobretodo protegerse.

Los primeros años en Vegetasei fueron difíciles. Su gran boca la metió en muchos problemas aunque al final terminó ayudándola, ya que el primer objetivo de su secuestrador era venderla como prostituta, pero terminó cambiando de opinión al darse cuenta del gran cerebro que poseía y terminó nada más ni nada menos que en el laboratorio de los saiyajin. Con los años pudo ganarse su puesto y conseguir un poco más de libertad, pero era frustrante que otros se llevaran el merito de su trabajo, mas lo dejaba pasar porque sabía que nadie la escucharía y podía terminar mal.

Una vez en sus puestos de trabajo, como cada mañana comenzaron con sus labores diarias. Bulma en su computador, en un rincón separado con un par de paneles delgados que le daba algo de privacidad. En el suelo, junto sus piernas y con cuadernos y libros, Gohan tratando de pasar desapercibido. Todos sabían que iba a diario, Milk no lo dejaría solo en casa ni en ningún otro lugar, y como el niño se comportaba y no hacía ningún ruido, nadie del laboratorio se quejaba al respecto.

—¿Qué vas hacer si vuelve a venir? —preguntó Milk sin dejar de barrer, observando al guardia saiyajin que en ese momento estaba distraído.

—No sé. Darle lo que quiere. Después de todo se interesó en darle más recursos al laboratorio —respondió sin quitar la vista de la pantalla del computador, fingiendo trabajar en el. Por alguna razón sentía que no podía mentir y que todos estaban pendientes de ella, cuando en realidad no era así.

—¿Se interesó en darle más recursos al laboratorio? ¿Te estás escuchando? —Aprovechando que el guardia encargado de vigilar a los trabajadores del laboratorio se perdió de vista, Milk dejó la escoba para mirar a Bulma—. Ese hombre es conocido por no importarle nada, solo matar y matar, ¿y tú crees que está interesado en los avances tecnológicos de su planeta? —Procuró hablar en voz baja y no mencionar su nombre, de lo contrario si era escuchada hablando mal de él podría perder la cabeza.

Esto era común en ellas. Discutieron cuando se conocieron en el mercado donde Milk cocinaba y continuaban haciéndolo ahora que trabajaban en el mismo lugar. Bulma había logrado traerla para hacer el aseo y de ese modo corría menos peligro, ya que en el laboratorio abundaban hombres de otras razas débiles y menos agresivas. Los cuatro saiyajin que deambulaban por el lugar simplemente se encargaban que todos hicieran su trabajo y no trataran de escapar. Tenían la costumbre de conversar sobre cualquier tema, lo que sea para distraerse de su realidad, pero también discutían y la mayoría del tiempo se llevaban la contraria en todo.

—¿Qué quieres que haga? No puedo ser grosera con él, lo menos terrible que me podría pasar es terminar con la cabeza rodando por el suelo —respondió Bulma

—No sé, yo creo que te gusta que venga. Te gusta que los hombres te miren.

—¿Y si eso fuese así, tú me vas a juzgar por eso? —Ahora si tuvo que mirarla, levantando evidentemente la voz.

Milk quiso responderle con la misma intensidad, pero tuvo que seguir barriendo en cuanto notó al guardia de regreso.

—Lo mio fue diferente —dijo molesta, concentrada en su trabajo.

—Por supuesto que lo es, yo no soy tan tonta como para enamorarme de un simio salvaje. —Miró de reojo a Gohan que continuaba leyendo, totalmente ausente de su al rededor.

—Entonces, ¿que piensas hacer cuando venga?

—No sé, tal vez ni siquiera venga.

—Cada vez que ha dicho que vendría ha cumplido, no creo que hoy sea diferente… ¿Y por eso te arreglaste tanto hoy?

—Siempre me arreglo —susurró enojada.

Hace más de una semana que el mismísimo príncipe del planeta había comenzado a frecuentar el laboratorio. Todo había comenzado el día que debió acompañar al rey a una visita de rutina luego que el jefe de laboratorio le pidió por favor su presencia para mostrarle el último avance en cuanto a armaduras reforzadas para planetas de temperaturas extremas. El rey no era de aparecer en el laboratorio y mucho menos el príncipe que era conocido por su gusto por las peleas, muertes y nada más, pero esta vez la noticia de la armadura era tan importante para el rey, que por segunda vez, desde que Bulma trabajaba en el laboratorio, se hizo presente para conocer más detalles sobre el material, construcción y efectividad, ya que estaba interesado en expandir sus dominios en lugares donde a sus hombres se les dificultaba llegar y atacar por los climas violentos que azotaban.

Viejo estúpido y altanero, no es así como funcionan los materiales. No tiene idea de lo que está hablando —comentó Bulma desde su puesto de trabajo. Estaba de pie observando y escuchando al jefe de laboratorio intentando explicarle al rey cómo funcionaban los nuevos modelos.

Todos los presentes, incluidos los científicos, los guardias y comitiva del rey se habían agolpado junto al monarca con tal de congraciarse con él y ser tomados en cuenta. Bulma, junto con unos pocos científicos habían permanecido en su lugar por ordenes del jefe de laboratorio.

Tú deberías estar ahí. Sin ti no hubiera fabricado esos trajes. —Milk había aprovechado que toda la atención estaba presente en el rey para descansar un rato. Ya tenía el lugar reluciente, pero por alguna razón, los soldados debían verla siempre haciendo algo o la reprendían.

Pero claro, entre estúpidos se entienden. El remedo de científico no tiene idea de lo que está hablando y el rey mira como si entendiera todo. Por eso este lugar no ha crecido nada desde que llegué. Qué poca visión tienen esos dos hombres.

Eso es porque el rey es un idiota que sólo piensa en pelear.

¡Por supuesto! —respondió Bulma a la voz masculina detrás de ella que lanzó ese comentario—. Todos estos saiyajin son iguales, y sobre todo el rey y príncipe que tienen la cabeza vacía. No se dan cuenta que para avanzar y ser mejor se necesita algo más que fuerza y musculo, por eso se van a quedar estancados para siempre.

¿Qué propondrías tú? —Volvió a preguntar el hombre detrás de Bulma.

Milk se volteó para ver quien hablaba, ya que ella conocía a todos los del laboratorio y su voz no le era familiar. Inmediatamente tomó su escoba y se alejó asustada, sin dejar de barrer ni hacerle caras a Bulma para que guardara silencio, y claro, la científica no dejaría pasar la oportunidad de lanzar un poco de veneno y demostrar sus habilidades ante otros.

Para empezar, una serie de cambios a las naves de la flota para aumentar su velocidad, mejorar la sensibilidad del sistema de navegación y reforzar el exterior para mejor resistencia a los impactos. No conseguirán nada con vestir esas súper armaduras resistentes, que por cierto yo inventé, si van a terminar despedazados cuando la nave sea golpeada por un meteorito o basura espacial, pero claro, como soy mujer no sé nada de maquinaria y me quedo acá perdiendo el tiempo.

Tú eres esclava en este lugar. ¿Por qué querrías mejorar los equipamientos de los saiyajin? —volvió a preguntar el hombre.

Porque siempre he sido la mejor en todo, odio a los incompetentes y detesto que me digan que no soy capaz de hacer algo. Si supiera esta manga de simios quien era yo en mi planeta, se arrodillarían ante mi, pero qué le voy a pedir a bestias que con suerte saben leer y escribir. —Terminó sonriendo de lado y cruzada de brazos, sin notar a la pobre Milk con la cara roja que insistía en hacerle señales para que cerrara la boca de una vez.

Vegeta, ven aquí —dijo el rey de buen humor. Pese a no entender mucho la explicación del científico, le había quedado claro que las armaduras serían de provecho para él y su ejercito.

La gente se abrió paso para que el rey pudiera mirar a su hijo, quien se había quedado en la entrada del laboratorio.

Bulma sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando notó la dirección hacia donde miraba el rey, justo detrás de ella. No fue capaz de darse la vuelta y mirar, temía que en cualquier momento la decapitarían por tener la lengua más grande e insolente de la galaxia. Solo vio la espalda del príncipe cuando este pasó en dirección a su padre. Vestía armadura de hombros largos, con capa y su cabello tenía la misma forma del rey. Se odiaba por estúpida, debería haber visto quien le habló, pero ella pensó se trataba de un compañero de trabajo, con lo distraída que era nunca fue capaz de aprenderse sus nombres ni mucho menos recordar sus voces.

Milk dejó de barrer y bajó la vista cuando el príncipe pasó por su lado. En cuanto estuvo lejos de ella fue a paso rápido hacia Bulma y ver que su hijo continuara sentado en el suelo con sus libros.

Maldición, Bulma, ahora nos van a matar por tu culpa. —Usó todo su auto control para no gritar ni llamar la atención.

No sabía que era él ¿Cómo demonios iba a pensar que era el príncipe? —respondió con voz aguda y alterada— ¿Por qué no me dijiste? Esto es tu culpa.

¿Por qué no te dije? Me cansé de hacerte señales para que te callaras, pero siempre tienes que estar presumiendo y por tú lengua te van a matar y quizás qué me van hacer a mi y a mi pobre hijo por vivir contigo. —No soltaba sobre ella y la zamarreaba porque simplemente no podía, pero ganas le sobraban.

No se ve molesto, tal vez no me prestó atención —dijo mirando hacia la multitud. Era difícil descifrar el estado de ánimo del joven hombre, además no podía verlo bien entre tanta gente.

Tal vez nos va a mandar a matar cuando termine la presentación de las armaduras. —La mujer debió sentarse para intentar respirar. No le importó que la vieran los guardia, debía pensar algo para escapar con su hijo.

Milk, cálmate, si van a matar a alguien es a mi, por estúpida. —Se sentó en su asiento y miró a Gohan. Se sentía horrible por exponer de esa forma al pequeño niño, pero el príncipe no le dijo nada malo ni una amenaza, y las preguntas fueron con un tono neutro, no notó indignación ni enojo, de lo contrario se hubiera dado cuenta y habría parado de hablar. Juraba en ese mismo momento que si salía bien de esta no volvería a abrir la boca sin pensar, mucho tiempo había sobrevivido en esta planeta para arriesgar su vida de esta forma.

Asomó la cabeza por sobre la pantalla de su computador para mirar a la realeza del planeta, el rey seguía conversando y de a ratos su hijo comentaba, pero al parecer no muy interesado en el tema; su rostro y postura de brazos cruzados lo evidenciaba. Quiso dejar de mirar para no meterse más en problemas, pero continuó haciéndolo, había algo en el príncipe que llamó su atención, jamás lo había visto y en realidad era bastante guapo, y ahora que lo pensaba, tenía una voz ronca muy atractiva. Justo en el momento que pensaba regresar a sus deberes, el joven príncipe movió los ojos en dirección hacia ella y por un par de segundos se encontraron. Bulma inmediatamente pegó su atención en la pantalla del computador e hizo como si trabajaba. Su corazón latió acelerado, por el miedo latente que hoy podría ser el último día de su vida y con algo más que no fue capaz de descifrar.

Los minutos pasaron y las comitiva comenzó a retirarse, junto con el rey y el príncipe. La curiosidad de la mujer fue más grande y volvió a asomar los ojos por sobre la pantalla para comprobar que se hubieran ido todos y de ese modo sentirse sana y a salvo, pero claro, había cantado victoria demasiado rápido.

Dime, muchacha. ¿De qué planeta eres?

Bulma miró hacia su izquierda al reconocer la voz que le hablaba, era la misma de minutos atrás, pero ahora tenía al príncipe a su lado. Su primer impulso fue empujar con los pies a Gohan debajo de su escritorio para que no pudiera verlo y luego se puso de pie como señal de respeto, ignorando el quejido de sorpresa del niño.

—… De la Tierra, su majestad. —Había jurado que pensaría antes de hablar, así que ahora lo llevaría acabo. Tenía miedo de que su cabeza terminara rodando en el lugar que trabajó por tantos años.

¿Qué pasa? ¿Ahora tienes miedo de hablar, terrícola? Hace unos momentos lucías bastante confiada.

Bulma lo miró de reojo. No supo si se estaba burlando de ella o qué, ya que su rostro no expresaba absolutamente nada, salvo seriedad, pero sus ojos brillaban ligeramente y eso le dio a pensar que no estaba enojado, sino disfrutando de la situación.

Milk observó todo a distancia considerable. Había notado la movida de Bulma con su hijo y además la cola del pequeño se asomaba por debajo del escritorio. Rezó a los dioses que no lo notara. No sabía qué podría hacerle a su pequeño si le molestaba al príncipe.

No, su majestad. Es que, es que no sabía que usted…

No me importa. —La interrumpió— . Mañana volveré para escuchar más de tus ideas. Sonaban bastante interesantes con ese tono confiado y altanero, por lo que espero que mañana me recibas así, y no como te veo ahora, sin poder articular una oración con propiedad.

Bulma levantó la cabeza, molesta e indignada. ¡¿Qué se había imaginado ese simio al hablarle así?!

Cuando abrió la boca para responderle, él ya estaba caminando para abandonar la habitación. Fuera de sí, la mujer salió de su escritorio para seguirlo y hablarle "con propiedad" tal y como él quería, pero Milk la agarró del brazo impidiendolo.

Tú estás loca. Ve a sentarte ahora antes que nos maten —dijo en cuanto vio que el príncipe salía del lugar.

No iba a hacer que nos matara. —Se soltó de su agarro, molesta, y regresó a su asiento—. Iba a responderle como quería, nada más.

Sí, claro —respondió con el ceño fruncido, pero que desapareció enseguida para hablarle a su hijo que continuaba escondido debajo del escritorio de Bulma—. Mi amor, ¿estás bien?

Sí, mamá —dijo el niño saliendo de su escondite para volver a su lugar con los libros, ahí tenía una alfombra y un par de cojines para mayor comodidad.

Milk continuó limpiando los escritorios y se alejó, mientras que Bulma continuó su trabajo en el computador, más enojada que nunca por haber sido tratada de esa forma, olvidando por completo que su desatino pudo haberle costado la vida.


Desde eso ya casi dos semanas y el príncipe Vegeta cumplió con su palabra. Volvió a la misma hora a escuchar las ideas de Bulma. No estuvo más de diez minutos, y casi no emitió palabra alguna, cosa que no hacía más que ponerla incomoda, especialmente cuando la quedaba observando directo a los ojos. Ella estaba acostumbrada a tratar con diferentes tipos de hombres, especialmente en su planeta cuando era la jefa y debía enfrentarse a peces grandes que se creían mejor que ella, por supuesto siempre lograba ganarles y demostrarles que ella era quien decía la última palabra, pero en esas ocasiones su vida no corría peligro, por eso ahora era diferente. Tres días después volvió nuevamente; como la vez anterior, estuvo no más de quince minutos, le hizo preguntas técnicas que por supuesto ella supo responder como la experta que era en la materia para demostrarle que no trataba con cualquier esclava. Él hizo preguntas y ella respondió. Y la última vez fue hace cuatro días para hablar el tema de las naves. Estuvo muy poco, escasos cuatro minutos, pero mencionó estar interesado en aportar más recursos al laboratorio para llevar acabo algunas de sus propuestas, luego de eso se marchó sin esperar respuesta.

Hoy era el día que debería venir. Las otras veces se había presentado a la misma hora y esperaba que volviese a repetirse. En verdad se había arreglado más que de costumbre, pero se debía a que quería dar una buena impresión. Incluso se había puesto el único par de zapatos de tacón que tenía y pagó mucho por conseguir. No podía negar que encontraba atractivo al saiyajin, y bastante interesante, ella que pensaba que se trataba de un bruto salvaje que solo sabía pelear, pero se había llevado una grata sorpresa.

A Bulma le encantaba coquetear y conseguir cosas gracias a sus encantos. Incluso en este planeta lo había logrado, aunque con mucho cuidado, por eso ahora no le vio nada de malo ponerse más bella de lo normal para la junta con el príncipe. Milk insistía en que estaba haciendo todo esto porque quería conseguir algo más de ella, y Bulma le daría la razón, ya que era difícil que alguien no cayera en sus encantos, pero a este hombre lo sentía diferente. Sus miradas no eran las típicas de un hombre que mira con gusto a una mujer hermosa, por eso quería ver qué sucedía ahora.

Observó la hora en su computador y justo a cuando éste indicaba la misma hora en que apareció las tres veces anteriores, el príncipe entró por la puerta. Bulma ya no tuvo que hacer nada, Gohan se escondió debajo del escritorio con una par de libros para hacer las tareas que su madre le había indicado realizar. Milk se mantuvo alejada para mantener a su hijo a la vista, pero lo suficiente apartada para no ver a la cara de ese hombre que le causaba escalofríos. Bulma se puso de pie y comprobó que con tacos altos alcanzaba en estatura al hombre.

—Buenas tardes, su majes…

—Príncipe Vegeta. —El jefe de laboratorio interrumpió a Bulma cuando lo vio llegar. Se había enterado de sus visitas por medio de otros trabajadores y se aseguró de estar presente esta vez. Era su oportunidad para conseguir algo de él ahora que estaba interesado en su laboratorio. Con el rey era muy difícil hablar y tal vez con él podría obtener algo o llegar hasta su padre—. Que sorpresa tenerlo aquí. Tenía preparado algo para…

—Disculpa, pero yo estoy hablando. Ahora fue ella quien lo interrumpió. Ese horrendo tipo de piel verde y con cara semejante a un sapo no le quitaría su oportunidad de avanzar para que su sueño de ser libre fuera realidad.

—No seas insolente. Yo soy el encargado de este lugar y si su majestad tiene alguna duda yo soy el indicado para responder sus preguntas.

Bulma pensaba iniciar una discusión cuando Vegeta comenzó a caminar y al notar que ella no venía, se giró para mirarla y hablar.

—¿Tienes lo que te pedí?

—Sí. —Se apresuró en responder y seguirlo. Afortunadamente tenía consigo la carpeta con los detalles de la propuesta.

El jefe de laboratorio, también los siguió, mucho más servicial que antes.

—Príncipe Vegeta, con todo respeto le insisto que soy yo con quien tiene que hablar. Conozco a la perfección el funcionamiento de este lugar, esta mujer no…

—Terrícola, desaloja a todos los trabajadores del laboratorio. No quiero interrupciones.

—Sí, señor —respondió con una sonrisa que no pudo ocultar y recordó los tiempos cuando ella era la que daba ordenes—. Ront, encargate de desalojar el lugar enseguida, y no regreses hasta que se te ordene.

Al hombre no le quedó otra que hacer una reverencia y obedecer, y Bulma tan embelesada con su pequeña victoria no vio la pequeña sonrisa que le arranco al príncipe por su comportamiento. En menos de un minuto el gran salón quedó deshabitado y la mujer estaba lista para comenzar a hablar, pero él se le adelantó.

—Sígueme. —No esperó respuesta y caminó, a la joven no le quedó otra más que hacerlo, hasta ahí había llegado su momento de mando.


Continuará...


Bueno, acostumbrada es mi manía de escribir y escribir historias sin haber terminado las otras. He tratado de controlarme y dejar de hacerlo, pero cuando una idea se mete en mi cabeza no me deja tranquila hasta publicar al menos el primer capítulo XD (Pese a eso siempre terminaré todas, no soy de dejarlas inconclusas)

No pretendo nada ambicioso con esto, sólo entretenerme y distraerme y que quien la lea pase un buen rato leyendo, ya que es una historia relajada, sin tantas complicaciones, conspiraciones, dramas de venganza y muerte como sucede con "El Legado" (Es bueno escribir historias que no sean densas)

Desde que comencé a escribir, siempre quise hacer un Vegeta x Bulma y por fin apareció una idea, así que aviso de antemano que este es un fic exclusivamente Vegetariano, donde me centraré en esta pareja y un poco de Milk y Kakarotto.

Ayer cumplí 4 años desde que me hice la cuenta de fanfiction, así que esta es una forma de celebrar n.n

Disculpen los errores, pero tengo mucho sueño y estaba ansiosa por publicar.

Y eso sería todo. Muchas gracias a las que me siguen de otros fics, esta historia va para ustedes, y en especial a mis queridas Sophy e Ina Minina.

Con cariño,

Dev.

10/06/2016