¡Hola! Vuelvo con una historia que ya había publicado pero que la vuelvo ha publicar remodelada y mejorada! Intentaré avisar a todos los que leyeron mi otra historia, se llamaba Mi Propia Pesadilla, por si queréis pasaros por ella, pero seguramente tome un camino muy diferente al que tenía con la otra historia porque ahora estoy mucho más informada y tengo muchas más ideas para llevar adelante esta historia de la manera más verosímil posible.
Espero que os guste!
-Tienes ensayo en diez minutos, preciosidad. –Darius apareció por la puerta de mi habitación. Asentí con la cabeza para darle a entender que le había escuchado y seguí desenredado mi pelo.
Me acerqué al armario y cogí las primeras mayas y la camiseta de deporte más básica que vi, me las puse y me hice una trenza. Bajé tranquilamente hasta el gimnasio y me reuní con el resto de chicas. Aquel día estaba más cansada de lo normal y no sabía por qué, había llevado exactamente el mismo ritmo de vida que siempre. Madge se acercó a mí con su característica sonrisa.
-Hola –saludó. -¿No tienes ganas de esta noche?
Le devolví la sonrisa y comencé a estirar mis músculos para evitar una lesión.
-Sí, no voy a mentirte. Me encantan las noches temáticas.
-Lo único que diferencia esta noche de los demás es que los clientes beberán en cocos en vez de beber en copas normales –Johanna hizo acto de presencia ante nosotras, quejándose como siempre.
-Que un hawaiano te rechazara una cita no es razón para que odies la noche temática de Hawái –le dije en tono socarrón.
Johanna me sacó la lengua antes de reírse y las tres seguimos estirando hasta que apareció nuestra instructora.
-Hola chicas. Espero que hoy tengáis fuerzas para aprenderos la nueva coreografía de esta semana porque vais a estar la mayor parte del tiempo colgando en la barra. –bufé intentando que no me escuchase nadie y empecé a concienciarme del cansancio.
Cada una de nosotras nos acercamos a una barra de pole dance y esperamos a las indicaciones de la instructora.
Estuvimos prácticamente dos horas practicando la nueva coreografía hasta que todas más o menos le cogimos el truco. Al final de la clase me dolían todos los músculos del cuerpo, me sequé el sudor de la cara y bebí media botella de agua.
-Muy bien chicas, nos vemos mañana a la misma hora y suerte esta noche. –todas le dimos las gracias al unísono antes de salir del gimnasio.
Ni siquiera podía pensar de lo agotada que me encontraba.
-¿Ya no me merezco ni un saludo? –preguntó una voz conocida. Sonreí y me giré hacia Gale para saludarlo. –Oh, disculpe cosa roja y sudorosa, le había confundido con mi amiga Katniss.
-Te ríes ahora pero me gustaría verte cuando salgas, a ver quién está más agotado.
-Si quieres podemos vernos –me dijo a la vez que me guiñaba un ojo.
Me puse completamente roja sin poder evitarlo. Me ocurría siempre que me decía algo así a pesar de nuestro tipo de relación.
-Ojalá pudiera, pero tengo peluquería y masaje antes de salir al escenario.
Gale hizo una mueca y suspiró.
-Ya lo siento… -dijo en voz baja. –En ese caso nos vemos esta noche, ¿no? –asentí con una sonrisa y él me dio un beso en los labios.
…
El resto de la tarde pasó rápidamente debido a que me había dedicado a mimarme todo lo que pude, pero era algo obligatorio ya que debía estar perfecta esta noche.
El comedor estaba abarrotado cuando llegué a él y casi no encontré sitio para sentarme. Me sirvieron la cena y prácticamente la engullí por el hambre que tenía.
-No te tengo mucho aprecio pero tampoco me gustaría ver cómo te atragantas con un trozo de carne. –Johanna intentaba hacerme rabiar, y aquella noche no iba a ser difícil que lo consiguiese por lo que decidí no entrar en su juego y simplemente no le contesté. Podía ser muy adorable cuando quería, pero otras veces no se soportaba ni ella misma.
A lo lejos vi acercarse a Darius y empecé a olerme lo que iba a pasar.
-Que aproveche a todas. –nos sonrió y yo aguardé esperando a que dijera mi nombre, pocas veces me sonreía la suerte. –Katniss –y ahí estaba yo, carraspeé y me limpié la boca con la servilleta. –Esta noche te toca trabajar, y antes de que me vengas con las mismas quejas de siempre tengo que decirte que es en el Ritz-Carlton –todas mis amigas pegaron un grito que hizo que me sobresaltase, aunque he de admitir que yo también me había quedado alucinada. –Así que espero que te comportes, no quiero que pase lo de la última vez.
-El de la última vez era un asqueroso. –me defendí.
-Lo que sea, este es nuevo, ha pagado una suite entera y te ha pedido durante toda la noche.
Abrí los ojos y mis mejillas se tiñeron de rojo. Este hombre iba a pagarme 2.000 dólares por pasar una noche conmigo.
-Esto es lo que siempre me ha gustado de ser prostitutas de lujo –dijo Madge con una sonrisa. Sabía que ella era la única que realmente se alegraba por mí, las demás me sonreían y me animaban pero deseaban estar en mi puesto.
-Debes estar allí a las once de la noche, y pasa antes por maquillaje para que te dejen guapa. –después de decir esto Darius se marchó y fue a hablar con Cato que se encontraba tres mesas a la derecha y que seguramente esta noche tendría el mismo destino que yo.
Terminé de cenar y fui casi a la carrera hasta mi habitación para arreglarme y coger todo lo que iba a necesitar. Me puse el conjunto de ropa interior que mejor me sentaba. Un sujetador y unas pequeñas braguitas azules oscuro con encaje negro encima. También cogí un corsé y unos ligueros a juego los cuales me até con unas tiras a los panties. Me miré en el espejo y me mordí el labio, estaba irresistible.
De ropa escogí un vestido elegante de color negro y unos tacones a juego. Metí en un bolso todo lo necesario para la noche como por ejemplo lubricante, infinidad de condones y maquillaje de repuesto.
Salí de la casa una vez maquillada a la perfección y le di al primer taxista que paró la dirección del hotel al que debía acudir. Iba un poco justa de tiempo pero el chico no me pillaría con la habitación a medio preparar.
Poco a poco iba animándome más ante la perspectiva de ganar 2.000€ en una sola noche, debía comportarme como era debido para intentar conseguir mantener a este chico como fuese, podría solucionarme la vida. Pagué al taxista y bajé del coche ayudada por un botones que me esperaba sonriente, caminé hacia la recepción haciendo resonar mis tacones y moviendo mis caderas, sintiéndome guapa.
-Hola, buenas noches. –dije con mi voz sexi. –Un amigo me espera en la suite 4. ¿Te importaría acompañarme?
El chico, que no debía pasar de los veinte años, me sonrió poniéndose rojo antes de buscar torpemente la llave de la suite. Me hizo un gesto para que lo siguiese hasta los ascensores y entramos junto a unas cuantas personas más que se fueron bajando poco a poco, pero ninguno llegó hasta la planta de las suites.
Mi corazón se estaba desbocando, iba a ser la primera vez que iba a ver una suite. Ahora mismo me sentía la chica más afortunada del mundo. No me resultaba difícil imaginarme viviendo así siempre, pagando estos hoteles con mi dinero y disfrutando las habitaciones con mi hermana Prim.
-Aquí es –el chico me sacó de mis ensoñaciones y cogí la llave que me tendía. Se dio la vuelta y rápidamente se alejó por el pasillo.
Metí la llave en la cerradura y entré en la enorme suite. Un enorme salón me recibió mostrándome a través de un ventanal que ocupaba toda la pared las vistas de la ciudad de Miami. Un grupo de sofás frente a una televisión de plasma y una pequeña barra de bar con todo tipo de bebidas imaginables. Fue allí donde me dirigí primero y me serví una copa fuerte. En los siguientes minutos me dediqué a conocer el resto de la suite, tenía una habitación de matrimonio en la que cabría el piso de cualquier persona media de aquella ciudad, constituido por la cama de matrimonio más grande que había visto en mi vida y un par de sofás. Una puerta daba paso a un vestidor lleno de cajones, estanterías y perchas y otra puerta daba paso a un baño con jacuzzi. Suspiré triste por saber que solo podría tener aquello durante una noche.
Sacudí la cabeza y dejé mi vestido guardado en el vestidor, vacié el contenido del bolso en el cajón de una de las mesillas que estaban junto a la cama y después lo colgué en una percha. Me había quedado con la ropa interior y mis tacones para recibir a mi cliente. No debía tardar mucho en llegar ya que prácticamente era la hora.
Estaba sopesando la idea de ir a hacerme otra copa cuando escuché la puerta principal de la suite abrirse. A mi corazón le dio un vuelco y dejó de latir por unos segundos. Cogí aire e intenté relajarme. Por muchas veces que hubiese hecho eso no conseguía acostumbrarme. Me tumbé en la cama y esperé a que llegara al dormitorio. Los pasos del chico resonaban por el pasillo que llevaba hasta el dormitorio pero se detuvieron cuando vi la sombra a través del hueco de la puerta, fruncí el ceño y me medio incorporé preguntándome si le pasaba algo. Recé para que no fuese un psicópata. Escuché un fuerte suspiro y entonces el chico entró en la habitación.
Era alto, rubio y fuerte y estaba vestido muy elegante. Demasiado elegante para la ocasión diría yo, pero tampoco era un factor que me preocupase en exceso. Cuando le miré a la cara me di cuenta de que era muy joven, seguramente tendría dos o tres años más que yo, sus ojos azules y el pelo rubio rizado le daban un aspecto más inocente del que tendría, o eso esperaba… No me gustaba trabajar con críos.
Me di cuenta enseguida de que era de los tímidos, por lo que decidí empezar yo.
-Buenas noches –dije con mi voz de chica dulce -¿Cómo te llamas?
Me levanté y me acerqué a él caminando sobre mis tacones y moviendo seductoramente las caderas. Los ojos del chico me recorrieron de arriba abajo y sonreí.
-P-P-Peeta… -susurró con gran esfuerzo. Tragó saliva e intentó mantener los ojos sobre los míos.
-Yo me llamo Lowin –mis manos se colocaron sobre sus hombros y los acaricié suavemente. –Significa leona en alemán. –esto último se lo susurré cerca del oído.
Y al parecer hice bien porque las manos de Peeta se colocaron sobre mi cintura y me empujaron con fuerza hacia atrás, obligándome a retroceder para después caer de golpe sobre la cama. Sus labios se juntaron a los míos con fiereza, introduciendo su lengua en mi boca con una rapidez y una fuerza increíbles.
Intenté que mi sorpresa durase lo menos posible ya que yo era la profesional allí y la que iba a conducir la noche como quería.
Como pude me coloqué encima del chico y le quité la chaqueta del traje rápidamente sin separar nuestros labios. Cuando empecé a desabrocharle la camisa, unas manos me sujetaron las muñecas y me separaron de él.
-Lo siento, lo siento mucho –empezó a decir mientras se incorporaba todo lo que podía conmigo delante. –No puedo hacer esto…
Me quitó de encima de él y volvió a abrocharse los botones de su camisa.
-Respeto tu trabajo como cualquier otro, pero es que no me siento capaz de hacer esto.
Mi cara debía ser un cuadro. No podía desfruncir el ceño ya que era incapaz de creerme que esto estuviese pasando. No sabía cómo llevar aquella situación ya que nunca me había ocurrido. Katniss, improvisa y rápido.
-No te preocupes, te pagaré lo prometido y puedes quedarte aquí toda la noche disfrutando del hotel…
Entonces vi que iba a coger su chaqueta del suelo y me di cuenta de que aquel chico pensaba largarse del hotel. Y no estaba dispuesta a perder así de fácil un cliente tan rico.
-Ey, ey, ey… Espera –dije levantándome de la cama y acercándome a él. -¿Se puede saber qué ocurre?
Peeta suspiró y se frotó los ojos.
-Yo no quería contratarte, pero hice una apuesta con mis amigos y como la perdí me han obligado a contratarte y pasar una noche contigo… Lo siento mucho, debe ser muy bochornoso para ti.
Volví a fruncir el ceño. Vaya con las apuestas de los ricos…
-Voy a irme… Le pagaré a tu jefe… Y de nuevo, lo siento mucho.
Abrí los ojos y me coloqué entre Peeta y la puerta del dormitorio. Intentaría ganarme a aquel chico como fuese.
-¿Vas a dejar que tus amigos sepan que no has cumplido tu palabra? Ellos te dijeron que debías pasar una noche conmigo, ¿no? –Peeta asintió con la duda dibujada en su expresión. –Bueno, pues pasaremos la noche juntos, no necesariamente tiene que haber sexo de por medio.
Noté un pequeño pinchazo en el pecho ya que aquel hombre era, con diferencia, el más guapo y atractivo que me encontraba en mucho tiempo.
La cara de Peeta se relajó y se asomó una pequeña sonrisa encantadora.
-¿No te importa? –preguntó dejando la chaqueta sobre la cama.
-En absoluto. –le sonreí para demostrarle que era verdad lo que decía. –Y cuando no se puede follar… el segundo mejor plan es beber. Espérame en el salón, voy a ponerme algo más de ropa. –Fui al armario a ponerme la ropa con la que había venido para que no se sintiese tan violento. Llegué al salón y vi a Peeta preparando ya unos cócteles para los dos. –Vaya, actúas rápido.
Me sonrió y se acercó a uno de los sofás con las dos copas, me entregó una y se sentó. Me coloqué a su lado y le di un pequeño sorbo a la bebida.
-¿Qué te parece si jugamos a un juego que me gusta? –le propuse mirándole intensamente.
-Claro, no tenemos nada mejor que hacer…
Bueno, a mí se me ocurrían unas cuantas cosas que podría hacerle. Me mordí el labio e intenté concentrarme en la conversación.
-Consiste en que yo te hago una pregunta, tú tienes que contestarme y hacerme otra pregunta, y así todo el rato.
-Parece fácil. ¿Es obligatorio contestar a todas las preguntas?
-No. Puedes pasar directamente a hacer la pregunta. Pero, si no contestas a una pregunta tienes que beber un chupito de vodka, así lo ponemos más interesante. –me sonrió y yo no pude evitar devolvérsela. –Empiezo yo. ¿Es la primera vez que contratas a una prostituta de lujo?
Era una pregunta muy sencilla, porque ya sabía la respuesta. Pero no quería ponerle las cosas difíciles desde el principio.
-Sí, y no creo que vuelva a hacerlo. No te ofendas. –se quedó durante unos segundos callado y entonces me miró con los ojos entrecerrados, ya sabía la pregunta que me iba a hacer. -¿Cuál es tu verdadero nombre?
Rápidamente llené un vaso de chupito de vodka y estaba dispuesta a bebérmelo, ya que nunca desvelaba mi verdadero nombre a ningún cliente puesto que podrían descubrir quien soy fuera del trabajo y eso no me hacía ninguna gracia; pero Peeta tenía algo que me cautivaba, apenas nos conocíamos pero me sentía incapaz de no confiar en él. Puede que me equivocase en mi decisión, pero solté el vaso lleno de vodka y le miré.
-Mi verdadero nombre es Katniss. –el detalle de que era el primer cliente que lo sabía me lo ahorré, no quería quedar como una loca. -¿Cuántos años tienes?
-Veinticinco –respondió rápidamente. –Gracias por decirme tu nombre, no me sentía cómodo llamándote "leona". Katniss es más bonito. ¿Tú que edad tienes?
-Veintidós. –Entonces Peeta tuvo la reacción que todo el mundo tenía al descubrir mi edad. Todos pensaban "qué joven es para dedicarse a esto" y luego pasaban a pensar "pobrecilla, la vida le habrá dado muchos palos para acabar aquí". –Ahórrate la cara de lástima, rubio. ¿Cómo llegaste a contratarme a mí?
-Un amigo frecuenta un local de streap-tease. Allí conoció a Darius y le habló del otro negocio que llevaba, el de las prostitutas de lujo. Alguna vez ha contratado a alguna y entonces se le ocurrió que yo pasase una noche con una de vosotras ya que no he tenido una buena temporada en lo que respecta a las chicas, y… esta noche estabas tú aquí. –no pude evitar ponerme roja ante la idea de que seguramente me hubiese acostado con su amigo, pero disimulé como pude. -¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esto?
Ahora sin dudarlo ni un solo segundo, me bebí el chupito de vodka de golpe y cerré los ojos cuando el líquido bajó por mi garganta, abrasándome.
-Perdón –musitó. –No debería entrometerme tanto en tu vida privada. –yo negué rápidamente con la cabeza mientras volvía a rellenar mi vaso.
-No te preocupes, en esto consiste el juego, pero hay preguntas que no estoy dispuesta a contestar. –recorrí el borde del pequeño vaso con mi dedo índice mientras sopesaba la siguiente pregunta que le haría a aquel chico. –Has dicho que has pasado una mala temporada con las chicas, ¿a qué te refieres?
Peeta rio brevemente y después hizo una mueca.
-Bueno, no sé como explicártelo de manera sencilla, pero resumiendo un poco la historia… Yo estaba enamorado de una chica fantástica a la que deseaba entregarle todo mi mundo –sonreí un poco al escuchar hablar a Peeta de aquella manera de las chicas. –Pero supongo que ella prefería entregarle su mundo a otro mientras estaba conmigo. –abrí los ojos sorprendida.
-¿Te ponía los cuernos? ¿A ti?
-Sí, y después de eso no he querido tener mucha relación con más chicas, no me sentía preparado. Así que seis meses después de que me enterase de eso salí de fiesta con unos amigos y cerca de nuestra mesa estaban unas chicas bebiendo y pasándoselo bien, igual que nosotros. Uno de mis amigos estaba cansado de que ni siquiera me fijase en las chicas y él sabía que era porque yo pensaba que no era lo suficientemente bueno para ninguna. –conforme Peeta me contaba su historia con las chicas cada vez me daba más pena pero hice todo el esfuerzo posible para no poner cara de pena. –Me dijo que si llamaba a una de aquellas chicas y decía que yo era el más guapo del grupo tendría que aceptar una prueba que me pusiese él, y si decía que el más guapo era cualquier otro de mi grupo yo le pondría la prueba. Llamaron a algunas chicas de ese grupo y después de hablar un rato con ellas les preguntaron quién les parecía el más guapo del grupo y después de debatirlo entre ellas, me señalaron. –no pude evitar sonreír.
-Y entonces te dijo que la prueba era pasar una noche con una prostituta de lujo. –adiviné.
-No, la prueba era mucho más sencilla pero no me sentía capaz. Era simplemente bailar con una de aquellas chicas e intentar conocerla un poco. Pero me sentía incapaz, así que me negué. Y aunque esta prueba también la veía imposible, ellos no estarían aquí para ver cómo te decía que no quería hacer nada. –antes de que me diera tiempo de comentar su historia, me hizo su pregunta. -¿Qué es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre?
No me esperaba para nada esa pregunta y estuve más tiempo del debido pensando en la respuesta. Por las noches trabajaba, por las mañanas dormía y a lo largo de la tarde entrenaba o acudía a mis sesiones de belleza.
-No tengo mucho tiempo libre, la verdad. Pero antes me gustaba bailar e ir al cine. Ahora bailo, pero hago otro tipo de baile.
-Si quieres, un día podemos ir al cine. –Peeta se quedó en silencio de repente y empezó a ponerse rojo, a mi la proposición me sorprendió tanto que no supe que contestar. –Discúlpame, no sé lo que digo. Ha sido una propuesta estúpida –siguió murmurando cosas sobre que seguramente no era el primero que me pedía una cita y que estaría cansada de pardillos como él.
-Peeta –le corté. –Me encantaría ir al cine un día contigo, fuera del horario laboral –dije para asegurarle que no veía la cita como trabajo.
Nunca había hecho una cosa parecida. Si iba a pasar tiempo con un hombre mejor que me pagara y no perder el tiempo. Pero algo en mi interior me impulsaba a querer conocer a aquel chico, no me importaba pasar la tarde con él sin recibir un solo dólar a cambio. Me bebí de un trago el chupito que tenía en la mano y le sonreí.
-Entonces iremos al cine –dijo aparentemente más relajado.
¿Qué os ha parecido? Necesito que me digáis si os parece bien la extensión del capitulo (¿Muy largo, muy corto?), también qué pensáis de la historia! Los reviews son muy importantes para mí para mejorar poco a poco la historia y mi forma de escribir también!
Intentaré colgar un capítulo por semana, además en unos 13 días acabo los exámenes y ya vendrá el verano por lo que tendré más tiempo de escribir!
Un saludo a tod s y muchísimas gracias por leer y darle una oportunidad a este fic. De verdad, muchas gracias.