N/A: Los lugares son inventados, la época es alrededor del siglo xviii y xix.

Advertencia: Este fic es para adultos, en capítulos posteriores habrá contenido de adultos y situaciones complejas, dramáticas y que pueden resultar incómodas para un grupo de lectores. Si usted busca un fic de romance tierno y de ensueños, no lo encontrará aquí. Considere esta única advertencia para el resto de los capítulos.


"El poder del alma está en cada uno, el deseo de un corazón es más fuerte que la necesidad del cuerpo"

1

Cualquiera que le dijera en ese momento que estaba cometiendo un error podía irse por donde había venido y a ella no le afectaría en lo más mínimo. Estaba cansada que le dijeran que hacer. A menudo se le exigía un patrón de comportamiento del que ya no quería oír ni una palabra más; estaba convencida que eran habladurías de los hombres para mantener a las mujeres en una posición más baja y sobre todo poder ordenarles sin que estas se quejaran ni cuestionaran.

Los tiempos estaban cambiando, ella bien sabía que había sido afortunada al permitirle tomar un libro. Y había sido persistente para que no se lo quitaran. Bulma Brief era una joven decidida, en el momento en que ella supo de las revoluciones y mejoras que se estaban obteniendo en la época, aprovechó sus oportunidades.

Había sido criada para ser una Lady esposa de algún Lord, o gran Señor importante. Su familia era dueña de un gran fundo en el Oeste, por décadas su apellido fue de los más respetados y de trayectoria. Pero no era lo que ella había escogido, cuando supo que podía pensar diferente a los hombres y que aquello en algunos lugares se respetaba, había encontrado su rol en el mundo. Su padre le había exigido desistir, su madre le había rogado que abandonara, su hermana mayor le aconsejó que lo único que conseguiría al matricularse en alguna escuela era terminar soltera para toda la vida.

Y no le importó. Aun con su familia oponiéndose, ella presentó su postulación para la primera escuela en la capital que recibió mujeres para estudiar alguna carrera universitaria. No podía aspirar a medicina o a ciencias, pero con ser maestra bastaba para liberarse de las ataduras familiares. Su padre le quitó su herencia hasta que recapacitara y volviera a casa.

Tres años habían pasado después de aquello. Bulma miró por la ventana del comedor de la posada Brien, el tiempo estaba cambiando. Los vientos de invierno se aproximaban, ya podían sentirse en los huesos. Podía ver las hojas caídas de los árboles moverse a gran velocidad debido a la brisa, estaba segura que tendría que cubrirse con su capa para salir de aquel lugar. Tomó un sorbo de su té rojo, degustó el sabor y la calidez del brebaje y miró a su alrededor inquieta al mismo tiempo que depositaba la taza con suavidad sobre el platillo.

Su pie bajo la mesa se movía inquieto, sus manos delicadas estaban sobre su regazo con elegancia, su barbilla estaba bien alta mirando con superioridad a quien abriera la puerta e hiciera sonar la campanilla. Se concentró en cada pareja y solitarios que estaban allí comiendo o bebiendo una taza de té igual que ella, las parejas sostenían sus manos con sutileza, fingiendo que nadie las veía. Los solitarios se concentraban en sus tragos y en los cuerpos de las camareras.

Volvió su atención a su té, miró su reflejo en el líquido humeante y vio la duda en sus ojos. No podía mentirse en ese momento, aunque intentara parecer fuerte para que nadie la pasara a llevar, tenía miedo. Miedo de fallar… miedo de encontrarse con algo que verdaderamente no le gustaba, había egresado hace unos meses de la Escuela, había hecho prácticas en esta misma donde le enseñó a varios grupos de niños y niñas, ya tenía cierta experiencia al respecto. Pero no era lo mismo a trabajar en educación privada por llamarlo de algún modo. No podía quedarse para siempre haciendo clases en la institución, después de pensarlo mucho puso un anuncio en el periódico ofreciendo sus servicios de clases privadas.

Y ahora allí estaba, en un café esperando por la Señora Baba quien le había enviado una carta solicitando sus servicios.

— ¿Bulma Brief? — La joven levantó la mirada encontrándose con el rostro de una señora mayor, las arrugas en su rostro exhibían su sabiduría, su cabello lila claro tomado en un moño se alzaba con elegancia, su vestido gris cubría cada parte de su pequeño encorvado cuerpo, la mujer joven al verla se puso de pie pero la señora con un gesto de mano la detuvo— descuida…— Bulma observó como la mujer se instalaba en la silla frente a ella, la señora era baja de estatura, no sabía si se debía a la edad o siempre lo fue, o si era una combinación de ambas.

— ¿Usted es Uranai Baba? — Preguntó la joven, la señora la miró a los ojos, estudió sus pómulos, sus labios, su cabello, incluso su cuello; la joven maestra se sintió un tanto incomoda bajo aquella mirada escrutiñadora.

— Eres bastante joven…— Murmuró la señora, Bulma tragó saliva con disimulo, ya podía oír la disculpa por negarle el puesto— ¿Qué edad tienes?

— Tengo 20, Señora— La mujer alzó ambas cejas y suspiró— ¿Hay algún problema con mi edad? Déjeme decirle que no por tener menos experiencia que otras Institutrices soy menos capaz— Se apresuró en decir.

— No dudo de aquello— Respondió la mujer volteando hacia la ventana— averigüé la veracidad de tu título, y estoy consciente que todo está en orden— Bulma trató de no mostrar sorpresa, era normal que se asegurara de que la información recibida era legal antes de recibir a alguien en su casa, pero no esperó que en un pueblo tan alejado de la ciudad se tomaran ese tipo de medidas. — Mira… yo no seré tu patrona, trabajarás para Lord Vegeta Ouji. — La peliturquesa asintió atenta— te llevaré a la mansión, pero él debe aprobar tu permanencia.

— Entiendo— Asintió la joven— ¿A quién le haré clases?...

— A Tarble Ouji— Respondió la señora— es el hermano menor de Lord Vegeta.

— Bien…— La anciana la miró detenidamente otra vez, Bulma tenía la leve sospecha que no conseguiría aquel trabajo.

— Ve a buscar tus cosas niña— La señora se levantó de su silla y suspiró ruidosamente— el camino a la Mansión del Tridente es bastante largo…— Ambas mujeres, después de cancelar el té que bebió la joven, salieron del lugar. Bulma supo que el camino no solo sería largo y pesado por la distancia, también por el tiempo. Las nubes grises y cargadas de agua amenazaban con dejar caer su furia sobre el pueblo en cualquier momento.

(…)

El viaje a la colina del Tridente en donde estaba ubicada la Mansión de los Ouji que recibía el mismo nombre de la colina, fue incómodo. No solo por el hecho de ir con una desconocida que a menudo la vigilaba con la mirada, casi estudiándola, el silencio acompañó a ambas mujeres todo el trayecto. La joven a menudo se preguntaba cuál era el problema que tenía la señora con ella, parecía no estar segura o conforme con su decisión ¿Estarían tan necesitados de una Institutriz que optó por llevarla de todas formas?

El camino por donde pasaba el carruaje parecía estar deteriorado, la lluvia no ayudaba a ver por la ventanilla el estado del pasaje y las nubes grises oscurecían aún más el día casi comiéndose el atardecer, las ruedas saltaban a cada segundo donde la joven y la señora se afirmaban de los soportes del interior del carro que era tironeado por dos caballos fuertes. Bulma resguardaba su pecho con su mano sobre su corsé como si pudiera desabrocharse en cualquier momento por los brincos.

El viento rugía con furia, y mientras más y más avanzaban parecía que este más se enfureciera, pero ella era práctica y sabía la explicación detrás de ese comportamiento natural, la mansión se ubicaba en una altura considerable, a pesar de la densa lluvia que caía sin cesar podía vislumbrar los pilares de la mansión que parecían a un castillo de la Edad Media, uno muy lúgubre.

Cuando el carro se detuvo, y el jinete abrió la puerta a ambas mujeres, una corriente fría se filtró hacia el interior de la carreta donde la respiración de ambas había mantenido el ambiente un poco más cálido que en el exterior. Bulma se estremeció sintiendo como cada parte de su cuerpo reaccionaba al frío, no estaba acostumbrada a los inviernos crudos y fríos del norte. En el Oeste el clima era cálido, incluso sus lluvias eran tropicales y nunca nevaba; cuando se alejó de casa, jamás pensó que estaría en otro lado del continente, menos sola. Eso la reconfortaba. Había un poco de orgullo, ¿Poco? Bastante… había logrado mucho, y por su cuenta propia, las cosas no habían sido sencillas, hacerse respetar en un mundo de hombres era complejo, y más sobre todo sin dinero. Pero tenía un apellido, y este le abrió muchas puertas, de aquello no podía quejarse. Ahora tenía un título, y lo había conseguido con su propio esfuerzo, a menudo fue discriminada por ser una joven de alta cuna entre sus compañeros, pero no le importó ¿Qué tenía de malo ser una Maestra educada y refinada? Nada a su parecer, y ahora estaba allí, al Norte abriéndose puertas y oportunidades.

Su piel resintió el frío al instante, ambas mujeres y sirvientes que cargaban con las pertenencias de la peliturquesa corrieron hacia el pórtico de la enorme mansión. Bulma miró asombrada el lugar, la piedra azul oscura de la que estaba construida la monstruosa casa le daba un toque serio y tenebroso. Había velas y candelabros por doquier, intentando darle un poco de luz y un ambiente acogedor a la residencia supuso. El techo era alto, más que los de su propia casa, había una serie de alfombras que cubrían la entrada y los pasajes y que subían hasta las escaleras.

Sus ojos zafiro se deslizaron por cada rincón del lugar, no había luces que se filtraran por los ventanales, ya no había día y estos estaban cubiertos por grandes telares oscuros que servían como cortinas. No podía apreciar el lugar con detenimiento y eso la frustraba.

— Lord Ouji no se encuentra en estos momentos— La voz de la señora la sacó de sus pensamientos, la joven volteó hacia la mujer anciana y escuchó atenta las indicaciones— a esta hora el joven Tarble debe estar en sus aposentos, por lo que mañana haré las presentaciones correspondientes.

— ¿Cuándo llegará Lord Ouji? — Preguntó mirando a las criadas que subían sus pertenencias a la planta superior.

— En unos meses…— Respondió la mujer dándole la espalda— sígueme— Bulma miró a su alrededor una vez más y la obedeció, caminaron con calma por el pasillo hasta subir la escalera—se te pagará el tiempo que estés aquí, así que no te preocupes si Lord Ouji no aprueba tu presencia en la mansión, recibirás paga por lo que hagas en este tiempo.

— De acuerdo— Murmuró mirando sus pies con cuidado de no tropezar mientras recogía su falda con delicadeza.

— No deja de llamar mi atención— Dijo la anciana volteando ligeramente hacia ella— tu elegancia ¿Eres de alguna familia importante?

— Creí que había averiguado de mí— Respondió con astucia la joven, la mujer tosió aclarándose la garganta y sonrió.

— Si… lo hice— Bulma ocultó la sonrisa de triunfo y miró a su alrededor nuevamente. El segundo piso no era menos lúgubre que el inferior, había cuadros y más candelabros, algunas vasijas que se veían finas y supuso que su precio debía ser alto.

Caminaron unos cinco minutos, la joven no pensó que la mansión fuera tan amplia, la mujer la guío a lo que parecía el fondo de la segunda planta, pudo ver una puerta de madera abierta y la luz que provenía del cuarto. Una criada salió del cuarto con un puñado de ropa de cama.

— Esta será tu habitación— Bulma entró a un amplio dormitorio, había una cama en el centro, una mesa del otro lado y un escritorio junto al ventanal. La mesa estaba repleta de velas y en el fondo del cuarto había una pequeña chimenea que estaba recientemente encendida, el fuego consumía lentamente las leñas y la joven agradeció mentalmente que se hubieran dado ese trabajo— hablaremos mañana, que pases buena noche niña.

La puerta rechinó levemente cuando la mujer salió dejándola sola en la habitación. Bulma suspiró y paseó por el cuarto admirando los muebles y las paredes. Revisó los cajones encontrándose con sus ropas y libros. Miraba el techo, el suelo, el fuego y la cama ¿Realmente ese era su lugar? ¿A eso había aspirado? No lo sabía. Era muy pronto para cuestionarlo.

Revisó el cuarto de baño y se sorprendió al ver la bañera de porcelana, en sí la mansión parecía antigua, pero el cuarto era lo más moderno del lugar, al menos hasta el momento. Pudo ver llave de agua caliente y fría, era de los pocos lugares donde el agua caliente ya estaba en funcionamiento. Si tenía una mansión con esos niveles de progresos, supuso que no habría problema con que le cancelaran sus servicios. Miró unos segundos la llave de agua caliente y la giró, a los minutos un ruido del alcantarillado se hizo sonar y un chorro de agua salió, Bulma puso la mano debajo del chorro y esperó hasta que esta se volvió tibia.

Deslizó sus dedos largos y finos por el cordel de su vestido desabrochándolo con calma, el ruido de la lluvia y el chorro de la ducha relajaron su cuerpo, después de un baño con agua tibia podría dormir sin problema en aquella siniestra mansión.

(…)

El movimiento en la Mansión del Tridente empezaba al amanecer, Bulma estaba lista para bajar a desayunar, miró su reflejo en el espejo de su tocador y asintió a sí misma. Llevaba un vestido simple de color índigo, su cabello largo estaba sujeto por un prendedor y su rostro lucía descansado.

Intentó recordar el camino de vuelta hacia la escalera, resultó que la habitación donde le habían asignado para su dormitorio estaba más lejos de lo que recordaba ¿Por qué la habían desplazado tanto? ¿Intentaba la Señora Baba recordarle su posición en aquella casa? No era necesario, ella estaba consciente de aquello. Ya no era una joven de buen apellido y familia ilustre, sólo era una institutriz.

Una criada, la guío hasta el comedor, cosa que agradeció mentalmente, la mansión incluso de día era siniestra y poco acogedora. Aunque abrieran las cortinas y entrara un poco de luz a iluminar el lugar, parecía que la mansión tenía vida y pensamientos propios, estaba cargada con una energía negativa que la hacía sentir de todo menos cómoda.

La señora Baba la esperaba de pie junto a la larga mesa que solo tenía tres puestos con servicios, al lado de la mujer había un muchacho joven, Bulma miró al joven que la observaba asombrado, estudió sus rasgos y notó que el chico era bastante guapo, quizás tenía unos 15 años o menos, su rostro era masculino y de rasgos rectos y finos, sus cejas eran oscuras y espesas, su nariz recta y su mandíbula cuadrada, su cabello negro se alzaba hacia arriba y un mechón decoraba su frente.

— Buenos días Señorita Bulma— Saludó la anciana— este es Tarble Ouji.

— Un gusto— Saludó la joven— Soy Bulma Brief, tu institutriz—respondió sonriéndole con cortesía, las mejillas del joven se tiñeron de rosa y asintió con torpeza.

— Soy Tarble Niev- ¡Ouji! — Se corrigió— Tarble Ouji— le sonrió con timidez a la joven.

— Tomemos desayuno mientras nos conocemos— Dijo la anciana. Tarble se ubicó entre ambas mujeres en la parte superior de la mesa. La servidumbre pronto se acercó con platos y alimentos— el joven llegó hace muy poco a vivir aquí al Tridente.

— ¿Qué edad tienes Tarble? — Preguntó llevándose una cucharada de avena a la boca.

— Tengo 16, señorita— Respondió el menor con un rubor en sus mejillas desviando la mirada— disculpe… ¿Usted tiene…?

— ¡Joven Tarble! — Exclamó la señora Baba— discúlpelo… el chico no ha tenido buena crianza y—

— Descuide— Interrumpió la joven— no me molesta responder— el chico miraba su plato avergonzado y al oírla levantó la mirada hacia ella atento— tengo 20 años— el chico abrió los ojos sorprendido y asintió.

— Sigue asombrándome que seas una institutriz siendo tan joven ¿No tenías propuestas de matrimonio? — Bulma detuvo sus movimientos y miró a la señora que comía sin apuro, ¿Qué podía decir? No quería demostrarse rebelde como a menudo le dijeron, ni revolucionaria ni descortés, si decía lo que realmente pensaba la mirarían extraño y seguramente la echarían antes de siquiera empezar las clases con el muchachito.

— Siempre llamó mi atención la educación— Respondió y siguió comiendo, dando esa vaga respuesta como suficiente para la señora. Aunque la mujer quisiera saber más, su actitud fue lo suficientemente clara para dar a entender que no quería que indagaran más en ese aspecto de su vida.

Después del desayuno, la mujer guío al joven y a la institutriz hacia un estudio bien iluminado, un gran vitral que se extendía de esquina a esquina era el encargado de iluminar la habitación, había un escritorio de madera rojiza, un sillón largo lleno de cojines, un estante repleto de libros pegado a la pared en el fondo del cuarto, una alfombra felpuda de color blanco se dejaba ver en medio del salón, el piso era de madera amarilla reluciente, era como si cada cuarto hubiera sido remodelado y solo la fachada y pasillos siguieran con ese aire lúgubre.

La mujer los dejó a solas, a los minutos después una criada apareció con una bandeja de té y panecillos dulces para ambos.

— Bien Tarble— Comenzó la peliturquesa indicándole que se sentara a su lado en el sillón— hoy nos conoceremos un poco antes de iniciar las clases…

— ¿Conocernos? — Susurró para sí mismo— claro… ¿Qué es lo que debemos saber del otro?

— ¿Por qué te buscaron una institutriz a esta edad? — Preguntó curiosa, era normal que le asignaran maestras a los niños, pero por lo general partían a temprana edad, de hecho era a lo que ella se estaba preparando. No tenía demasiada experiencia con adolescentes.

— Antes no vivía aquí— Dijo agachando la mirada— llegué hace un año, de donde vengo no fui educado como corresponde o eso dice mi hermano mayor— Bulma asintió escuchando atenta.

— ¿Qué es lo que sabes? — Preguntó alzando una ceja— ¿Sabes leer? — el chico negó— ¿Sumar? —volvió a negar— ya veo… — el menor miró sus zapatos encerados con vergüenza, Bulma pudo notar la tristeza en su semblante, durante su vida había aprendido a verla en los ojos. Era fácil, cuando el brillo desaparecía, las cejas se caían dándole un aire sombrío.

— Lo siento…— Susurró el pelinegro.

— ¿Por qué te disculpas? — El joven desvió la mirada y se encogió de hombros— no tienes que disculparte por no saber, eso no es un pecado y no es tu culpa— el chico asintió sin mirarla y movió sus manos nervioso— ahora sabrás y no te avergüences, no todos tienen la fortuna de aprender—apoyó su mano con suavidad en el hombro del chico y éste volteó hacia ella mirándola a la cara— haré todo lo que esté a mi alcance Tarble, ya verás que en poco tiempo aprenderás todo lo que sé.

— Gracias— Murmuró conteniendo la emoción— espero que mi hermano te acepte— Bulma había olvidado por completo que estaba a prueba hasta conocer al Lord de la mansión, pero desechó la idea rápidamente, en lo que durara su estadía esperaba poder ayudar al joven.

Tarble era un joven humilde y buena persona, el chico miró con ilusión a su institutriz, nadie en aquella mansión lo trataba con respeto y ella lo hacía. Además, era muy joven y bella ¿Cómo no querer que se quedara?

(…)

Dos meses habían pasado desde que había llegado a la colina del Tridente. Los criados eran bastante indiferentes con las relaciones sociales, solo cumplían su rol y las únicas palabras que le dirigían eran para saludar, despedirse o indicarle que ya habían cumplido alguna petición.

Con Uranai Baba las cosas estaban un poco mejor, al menos ahora la señora no le preguntaba cosas de su vida, comentaban situaciones del día o del clima que estaba cada vez más frío, o del progreso del joven Tarble.

La relación con el muchacho de ojos negros era agradable para ambos, Bulma sentía que había una conexión con su estudiante, ver su necesidad por aprender y su pasión por querer saber la emocionaba. Era el estudiante que cualquier maestro deseaba.

Por su parte el joven Tarble estaba en las nubes, se sentía por primera vez valorado en su vida, Bulma lo trataba con respeto y cariño, jamás lo regañaba cuando se equivocaba y siempre lo incitaba a buscar las respuestas correctas o a que pensara. Admiraba profundamente a la hermosa joven.

— ¿Cómo van esas letras? — Preguntó la peliturquesa mientras daba vuelta la página de su libro.

— Bien— Respondió el joven con una sonrisa mientras repetía ordenadamente la letra "N" en su cuaderno— esto te relaja después de un rato…

— La lectura y la escritura te llenan el alma— Murmuró la joven sin apartar sus ojos del libro. Tarble detuvo su pluma y miró a la chica, cuando hablaba aparentaba ser mucho mayor de lo que realmente era, pero si la observaba en silencio y sin saber su verdadera edad podía creer que no era mayor que él mismo, la peliturquesa no solo era joven, parecía aún más joven de lo que era.

Tragó saliva nervioso al mirarla, la institutriz estaba apoyada en el respaldo del sillón con las piernas extendidas en la colcha, llevaba un vestido simple, él había visto trajes más elaborados en mujeres que acostumbraban a ir a fiestas que organizaba su hermano. Pero la mujer que tenía en frente era más bella que cualquiera que hubiera visto.

— ¿Ya terminaste? — Preguntó la peliturquesa sin mirarlo, el chico dio un respingo en su silla y siguió escribiendo. Bulma sabía que el chico la miraba con ojitos de amor, no era tonta y no era la primera vez que un hombre se había interesado en ella. Era un problema, pero podía manejarlo. Estaba acostumbrada a tratar con hombres que buscaban algo más, a ponerlos en su lugar.

Unas cabalgatas se oyeron a lo lejos, Bulma levantó la mirada hacia el chico y él hacia ella, el joven se puso de pie y se subió al sillón al mismo tiempo que la peliturquesa volteaba hacia el vidrio de la ventana, ambos se quedaron viendo hacia el prado que rodeaba la mansión donde un carruaje se acercaba rodeado de un grupo de jinetes, observaron cómo se detenían frente al pórtico de la mansión.

— Mi hermano volvió— Susurró el menor con el ceño fruncido. Bulma volteó hacia él y luego hacia afuera nuevamente, su estómago se tensó de inmediato. Era el momento de saber si continuaría en aquella casa. En los dos meses le había agarrado estima al joven, lo sentía como un chico desvalido y le preocupaba, quería ayudarlo y no solo enseñarle. — creo que debemos bajar…

Bulma asintió y se puso de pie marcando la página en la que se había quedado, dejó el libro sobre un mesón, observó la falda de su vestido y con la mano intentó borrar algunas arrugas. Tarble la miró por el rabillo del ojo y la esperó para salir juntos del estudio. Ambos estaban nerviosos, el joven no lo pensó demasiado y la agarró del brazo para llevarla hasta la entrada de la mansión.

La respiración del chico era agitada, Bulma al mirarlo sentía que sus nervios se podían esfumar, el muchacho estaba ya lo suficientemente nervioso por ambos. El chico era solo unos centímetros más bajo que ella, la peliturquesa no se sentía incomoda en su brazo, a pesar de aquello seguía viéndolo como un niño, aunque no lo fuera.

En los pasillos de la mansión podía sentirse la temperatura baja, las habitaciones tenían calefacción gracias a las chimeneas, al salir de algún cuarto el cambio de temperaturas era un choque abrupto, la joven se soltó del brazo del chico para cubrir sus hombros con su chal. Iban bajando por las escaleras cuando oyeron unas voces masculinas, el chico se estremeció y sin decir alguna palabra o mirarla aceleró su paso.

Bulma con calma y elegancia de la que estaba acostumbrada, sostuvo la punta de su chal sobre su pecho, su mano libre sujetó su falda para no tropezar al bajar. Mientras pisaba los eslabones pudo divisar a un grupo de personas en la entrada principal, entre ellos reconoció a la señora Baba y al joven Ouji.

El joven Tarble se acercó a su hermano mayor y lo reverenció como protocolo.

— Bienvenido, hermano— Respondió sin levantar la mirada.

— Tsk— El hombre observó a su hermano menor con desprecio— había olvidado la existencia del bastardo— Tarble desvió la mirada con pesar, sintiendo el calor que se apoderó de su pecho por la vergüenza.

Bulma se detuvo en el último eslabón al oír la voz grave y masculina, había oído claramente sus crudas palabras y estaba estática, con el ceño fruncido y los labios ligeramente abiertos por la sorpresa.

— Llegó antes de lo esperado, mi Lord— Dijo la señora.

— Hmp— El hombre observó a su medio hermano y luego a la ama de llaves— no me quedaré por mucho tiempo.

— Oh ya veo— Asintió la mujer— ya encontré una persona encargada de la educación del joven Tarble.

— Bien— Respondió sin darle importancia mientras se abría paso entre los criados que habían ido a recibirlo— asegúrate que este imbécil aprenda a leer por lo menos.

— ¿No quiere conocer a la Institutriz? — Preguntó asombrada la mujer anciana— creo que debería entrevistarla… quizás—

— No me interesa— Respondió el hombre mirándola fríamente, el hombre levantó la cabeza hacia el frente y contestó— prepárenme un baño. — las criadas se movieron con rapidez adelantándose al Lord de la mansión, cuando el hombre levantó la mirada se encontró del otro lado del pasillo a una mujer a los pies de la escalera observándolos en silencio.

Bulma miraba fijamente al hombre de aspecto cruel, cada pisada y cada palabra que salía de los labios de aquel hombre liberaba veneno. Estaba bien vestido, pero su ropa parecía algo descuidada, imaginaba que por el viaje. Era muy parecido al menor, solo que sus rasgos eran más varoniles, suponía que era un hombre de unos treinta años. Respiró lentamente y bajó por completo de la escalera, con pasos suaves y pequeños se acercó al grupo, que se había quedado estático al notar como el hombre detenía su paso. La joven miró a la señora y a Tarble quienes observaban en silencio el encuentro.

— ¿Quién es ella? — Preguntó el hombre sin dejar de mirarla, Bulma notaba como era objeto de estudio para el Lord, pero no se intimidó, siguió su paso hasta quedar frente a todos.

— Es la institutriz, mi Lord— Bulma no se perdió detalle de la reacción del hombre, Lord Ouji alzó ambas cejas y volteó hacia ella, dando una nueva repasada a su rostro y una muy detallada a su cuerpo.

— ¿Solo "esto" pudiste conseguir? — El rostro de la joven se desencajó, miró sorprendida como el hombre molesto cuestionaba a la señora, y ésta nerviosa y torpe intentaba responder.

— Llevábamos mucho tiempo buscando institutriz para el joven Tarble, mi Lord… la señorita—

— Soy Bulma— Interrumpió la peliturquesa, el hombre volteó hacia ella alzando una ceja y con sus manos en su cadera— Bulma Brief, estudié en la Escuela del Oeste— la joven hablaba con calma, dejando ver su refinamiento y sobre todo, que no se dejaba avasallar por él— sé que soy joven para el cargo, pero no dude de mis capacidades, egresé con la calificación más alta y traba—

— No me interesa— Interrumpió el hombre, Bulma abrió la boca sorprendida por su brusquedad, Tarble era más educado que ese hombre, el que necesitaba una institutriz era aquel sujeto— ¿Qué edad tienes?

— 20 años— Respondió mirándolo desafiante, el hombre entrecerró sus ojos y la estudió, se fijó en sus ojos, sus pómulos, sus labios, observó su delgado cuello y notó la palidez de su piel que incluso con la escasez de luz se podía notar.

— Di la verdad— Ladró incomodando a los presentes, la señora frunció el ceño y volteó hacia ella mirándola confundida, Tarble estaba expectante de la respuesta.

—… 19— Murmuró sin dejar de mirarlo, el hombre bufó burlesco sin cambiar su pose— pronto cumpliré 20— dijo alzando su barbilla.

— Eres una cría— Respondió mirándola de pies a cabeza— no me gustan las mujeres que se creen superiores por saber más que las demás— soltó con desprecio— no estoy de acuerdo con que le permitan estudiar a las mujeres, su rol es otro... Señora Baba— la mujer se sobresaltó y asintió cabizbaja— cuando le dije que se encargara de la educación de Tarble, esperé que buscara a un maestro.

— Lo siento, mi Lord… pero no he podido encontrar a nadie adecuado para el cargo y la verdad, la señorita Bulma lo ha hecho bastante—

— No hables por ella— La interrumpió bruscamente— la juzgaré por mi cuenta— Bulma guardó silencio mirándolo sin emociones aparentes— espérame en mi estudio—el hombre la observó fijamente, pero ella no se inmutó. Aunque él criticara su soberbia, se mostró más orgullosa que nunca en ese momento. Los ojos negros del hombre se concentraron en los ojos grandes de color zafiro, volvió a darle una repasada a su cuerpo, esta vez más calmada. La joven frunció el ceño por su atrevimiento y antes de siquiera poder quejarse, el hombre retomó su camino y los dejó atrás.

Bulma observó como el sujeto subía hacia la planta superior, su corazón latía fuerte, tenía un nudo en su garganta y debía controlar los temblores. Sabía que se podía encontrar más de una vez con hombres retrógrados con ese tipo de pensamientos, ya se los había encontrado antes. Y ninguno la hizo sentir más molesta que aquel hombre. Ahora estaba dudando firmemente si quería quedarse a enseñarle al joven Tarble. Rememoró cada palabra y gesto brusco, lo único que pudo pensar en ese momento era que el Lord de aquella mansión se comportaba como un imbécil. No tenía modales, trataba pésimo a la servidumbre y a su propio hermano. Y parecía no sentir respeto por las mujeres, la Señora Baba le habló para guiarla al estudio personal del Lord Ouji, Bulma se decía a sí misma que pasara lo que pasara en aquella habitación, no dejaría que su voluntad se quebrara, menos por un hombre como él.

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N/A: Inspirado en la película "Jane Eyre", en el detalle de que ella llega a la mansión por ser una institutriz. Cualquier duda, crítica y opinión bienvenida sea :)

Los que ya me leen saben que no acostumbro a escribir fic "Tiernos", solo tengo uno así, y este no se unirá a la lista, si espera drama, situaciones rancias y perturbadoras xD está en el lugar indicado.

Perdón por las faltas ortográficas, errores de redacción y palabras mezcladas.

Gracias por leer y si gusta dejar un rw, bienvenido sea :) nos estamos leyendo en cualquiera de mis fic.