Notas de autora:

Hola a todos! Lo prometido es deuda y traigo aquí las memorias de Shaka y Mu basadas en el fic "De campamento" (El cual recomiendo ampliamente que lean para entender mejor esta historia, aun que de igual manera no pasa nada pero aprovecho para promocionarla descaradamente :P)

Inicialmente haría solo uso de las memorias de los mencionados caballeros pero he decido que seria mucho mas entretenido y enriquecedor narrar la vida de todos los santos de oro en el santuario cuando eran pequeños, desde como llegaron hasta cuando a Saga se le bota la canica y decide usurpar al patriarca.

Esta primera parte es algo corta y quizá un tanto triste pero es el preludio de todo lo que acontecera.

Enjoy!

...

-¡Tras él!-esas palabras fueron su señal para huir lo más rápido posible, sabía que podía ponerles un alto a todos sus persecutores fácilmente, sin embargo, eso solo lograría empeorar las cosas. Ya bastante miedo le tenían, lo último que necesitaba era alimentar sus sospechas de que él era un peligro inminente para todos.

De pronto sintió que su estadía en ese lugar sería muy corta si las cosas continuaban así, y por miserable que su vida fuese, seguro sería mucho peor en las calles, sin comida y sufriendo el implacable frío del Tibet. Y es que ya lo habían movido de orfanatorio tantas veces y la historia parecía siempre ser la misma.

Dio vuelta corriendo sin mirar atrás cuando se le terminó el largo pasillo del patio del orfanatorio, al cual tenían acceso solo una vez en el día y por un periodo tan corto que le costaba creer que sus compañeros lo desperdiciaran en perseguirle. De pronto se encontró acorralado pues había llegado a un callejón sin salida, los demás huérfanos sonrieron maliciosamente al ver al pequeño niño atrapado, sin embargo, se quedaron a una distancia prudente de él recordando de lo que era capaz.

-¡Ve tú!-

-¡No, tu ve, anda, acabalo!

Los niños se empujaban entre sí, debían ser unos 5 por lo menos y los había de todas las edades, aun que muchos eran considerablemente más grandes y de apariencia mucho más fuerte que la del pequeño peli lila que se encontraba frente a ellos, ninguno se animaba a ponerle una mano encima. Fue entonces cuando uno de los niños volteó a su derecha y alcanzó a divisar un pequeño bonche de piedras, decidido, tomó una y se la arrojó cayéndole al ojiverde en una rodilla, se hincó en el suelo por el dolor mientras los demás seguían la acción arrojándole más piedras y vociferando una sarta de insultos.

-¡Fenómeno!

-¡Haznos un favor a todos y muérete de una vez!

Gruesas lágrimas caían por el rostro de ese pequeño niño de apenas 4 años de edad, de pronto, cuando otra piedra se dirigía directamente a su rostro, esta suspendió su movimiento en seco, quedando a escasos centímetros del infante. Los niños se quedaron atónitos al ver esto y dieron un par de pasos hacia atrás.

-¡Lo está haciendo de nuevo! ¡Es un demonio! ¡Un demonio sin duda!

-¡Esas marcas sobre su rostro, deben ser alguna especie de señal satánica! ¡Marcas del inframundo!

El pequeño niño, con su cuerpo gravemente herido y sangrando se levantó con debilidad, sosteniéndose de la pared, de pronto los vio a todos con tremenda ira mientras jadeaba por el incesante dolor del que era preso. Desesperados por acabar con él los niños insistieron en arrojarle cuanto objeto encontraban a la mano pero todos corrían la misma suerte, de pronto, como milagro de Athena, les mandaron llamar de vuelta, el recreo había terminado.

Los niños le lanzaron una mirada de odio y repudio mientras se daban la media vuelta y se iban, el pequeño dejo salir un sonoro suspiro y con el todas las cosas cayeron estrepitosamente al suelo, nuevamente las lagrimas encontraron su camino por aquellas mejillas pálidas y delgadas, producto de la desnutrición y de la propia fisionomía del infante.

Frente a él apareció una señora ya de edad avanzada, vestía ropas oscuras y sumamente pulcras, las cuales parecían no encajar con el escenario del cual él era participe, la mujer lo miró como quien mira un papel en la acera y le dijo fríamente-Acompáñame-el pequeño intentó avanzar pero su lastimado cuerpo no le respondía, la mujer que ya había caminado un par de pasos volvió la vista y lanzó un bufido de exasperación-¡Qué esperas! ¡Vamos!-Con lagrimas en los ojos el peli lila se movió a paso lento tratando de no perder de vista a la señora que no se molestó en ver hacia atrás para cerciorarse de que la seguía, finalmente y con mucho esfuerzo llegaron a una habitación a la cual el pequeño jamás había tenido acceso, el solo sabía que una vez que un niño entraba ahí, jamás lo volvía a ver. Trago duro con ese pensamiento, entendió inmediatamente que estaba en problemas y cuando se adentro en dicha habitación sintió que el corazón se le saldría ¿Qué horrible castigo le esperaba en ese lugar? ¿Sería este, por fin, el fin de su vida? No, algo tan bueno no podía pasarle a él.

Le indicaron que se sentara en un modesto banquito y la dama que antes le había visto con tal indiferencia comenzó, para su sorpresa, a asearlo y curar sus heridas. El ojiverde permaneció inmóvil todo el tiempo, no expresando ninguna emoción, sin saber cómo sentirse con el gesto pues era más bien mecánico, sin una pizca de compasión por parte de la mujer. Una vez aseado y luciendo un tanto más decente ella peino rápidamente los cabellos del infante con sus arrugados y delgados dedos-Niño, debes ser convincente, si te quedas un día más aquí, probablemente morirás-el pequeño abrió grandes los ojos y sin darle tiempo de replicar la dama abandonó la habitación, dejando a un confundido y asustado niño detrás.

Pasaron tan solo unos cuantos segundos cuando la puerta se abrió nuevamente, en lugar de la severa dama entro un hombre, su rostro tenia algunas arrugas, era delgado, alto, de cabellera larga y abundante con algunas canas, pero lo que más llamó poderosamente la atención del pequeño era que tenía unas marcas en la frente idénticas a las suyas. Se sentó cuidadosamente cerca del niño y lo observó con detenimiento, sintiendo inmediatamente una enorme pena por el deplorable estado en el que se encontraba, golpeado, delgado como una espiga, con múltiples heridas y la piel tan opaca que sintió de pronto que lo vería partir a la otra vida en cualquier momento. Sus ojos, llenos de infinita bondad, se posaron en las enormes esmeraldas del infante, vio en ellas una profunda tristeza, desesperanza y odio, producto de no haber recibido en su vida una caricia amable, comprendió entonces que su misión con ese niño seria dura pero no le importó y finalmente después de un largo rato de contemplarse mutuamente, el mayor rompió el silencio.

-¿Cómo te llamas, niño?-no hubo respuesta por parte del peli lila, el cual ni siquiera lo miraba de frente, era como si sus palabras jamás lo hubieran alcanzado-¿Es acaso que no lo sabes?-el pequeño negó con la cabeza-No lo sé, jamás se me ha llamado por algún nombre-dijo tímidamente y agachando la cabeza.

-Bueno-continuó el mayor-mi nombre es Shion y estoy encantado de conocerte-le sonrió-no te preocupes ya por nada, yo te voy a sacar de aquí...Mu-le dijo poniéndole una mano en la cabeza, lo cual ocasiono que el menor diera un pequeño brinco en sobresalto.

….

El pequeño Mu no lo podía creer, tenía delante de él una torre de unos extraños círculos que despedían un olor delicioso y Shion le había indicado que eran todos para él, al principio lo volteó a ver incrédulo, como si se tratara de algún truco, tomó tímidamente uno con su mano y fue inmediatamente reprendido por el peli verde-Mu, con la mano no, para eso son los cubiertos…-El pobre niño, además de que tenía tanta hambre, no había usado un cubierto en toda su vida, por lo que al intentar utilizarlo Shion se dio cuenta que no tenía ni idea de cómo se sujetaba aquello y resolvió mejor darle de comer en la boca, al principio el pequeño se rehusó, totalmente ajeno a recibir tantos mimos y atenciones pero el hambre fue más poderosa que su desconfianza.

Ambos lemurianos permanecieron en el Tibet alrededor de una semana, pues Shion debió arreglar todos los papeles de la adopción y ese tiempo le bastó al pequeño Mu para tomarle confianza e incluso cariño al oji rosa.

-¿Sabes, pequeño Mu? no debes culpar a toda esa gente por el mal trato que recibiste, si bien no debieron ser tan crueles contigo, es su naturaleza humana la que los hace actuar así, tú eras algo desconocido y amenazante para ellos y su naturaleza les dictaba rechazarte, no albergues en tu joven corazón rencor hacia esos seres que obraron en función de sus más primitivos instintos.

El pequeño escuchaba atento las palabras de su mentor, sintiendo que con ellas se atenuaba toda esa ira que sentía, Shion logró de a poco limpiar con su filosofía y buenos sentimientos la atormentada alma de un infante que jamás había conocido la calidez humana.

Le explicó además brevemente que ellos eran descendientes de una raza que provenía de un continente que se pensaba extinto, poseyendo por ello no solo los curiosos puntos en su cabeza en lugar de cejas sino también poderosos poderes mentales, le explico a groso modo lo que era el cosmos y como esas tres variables: su raza, sus poderes y su cosmos, podían ser empleados para salvaguardar la paz en la tierra.

Al peli lila le entusiasmo demasiado la idea de convertirse en una especie de súper hombre e hizo lo que no había hecho quizá nunca: sonreír.

...

Es corto, es triste, prometo que el siguiente sera mil veces mas alegre, esto es una intro.

Espero les haya gustado por favor no olviden dejarme un review eso me ayuda mucho a inspirarme y escribir mejor para todos ustedes :D

Gracias*