Mi Rey.
Capítulo uno: Mi reina.
Más que una boda, aquello parecía un funeral, meditó Karin de pie en el altar mientras era desposada por un completo desconocido.
Todos los invitados traían caras de pesar, no había ni un solo rostro feliz, pero eso era porque aquella no era una ocasión feliz en lo absoluto, esta boda se estaba efectuando únicamente por conveniencia.
Kurosaki Karin era la única hija no casada de Kurosaki Isshin, actual rey de Karakura, que en ese momento enfrentaba una atroz guerra contra Aizen y su ejército Arrancar.
Aizen estaba superando sus fuerzas, y en su desesperación Isshin recurrió a Hitsugaya Toshiro, un joven rey dueño de uno de los ejércitos más abundante y mejor entrenados, con un número y una disciplina que sin duda voltearían la guerra a su favor de tenerlos de su lado.
Pero lo único que podía sellar un acuerdo de ese porte era el matrimonio, porque tenían que dar algo a cambio de tanta ayuda, y ese algo por desgracia para ella fue su mano, porque su reino no tenía ninguna otra cosa de mucho valor que ofrecerle a uno tan superior como el de Hitsugaya.
Su hermana gemela ya estaba casada con uno de los generales de su propio ejército, y sería una ofensa ofrecer algo menos que una princesa a un rey, por lo que su padre no tuvo más remedio que entregarla con todo la desolación del mundo a pesar de que Karin había insistido en que estaría bien y estaba feliz de poder ser de utilidad para sellar la alianza que salvaría a su gente.
Aunque aquello en parte era una mentira, admitía que realmente no estaba feliz, nada feliz.
Hitsugaya Toshiro era la persona más fría e insensible que había conocido en toda su vida, jamás podría estar feliz de atarse a él, tener que ir a vivir a Juubantai, su reino, en su castillo que según los rumores era frío y oscuro, y alejarse de su familia para siempre. No, ella sí que no era feliz en lo absoluto.
En cuanto su padre los declaró marido y mujer, Karin no pudo evitar derramar una solitaria lágrima de pura miseria, y otra cuando él presionó sus labios contra ella en su primer beso, que le supo a nada más que frialdad.
Su hermano mayor no pudo asistir a la boda debido a estar combatiendo en la guerra, así que solo pudo despedirse de su abatido padre y su llorosa hermana, pidiéndoles que les dieran su despedida a su hermano y a su cuñada que se quedaba en otro reino refugiándose junto con sus sobrinos.
Se subió a una carroza junto a Hitsugaya y emprendieron su camino hacia una nueva vida, una miserable nueva vida.
Lanzó un suspiro tembloroso mientras miraba por la ventana, tratando de concentrar sus pensamientos en el paisaje y no en el hombre desconocido a su lado. Los esperaba un viaje de cinco horas, por lo que sería difícil.
-Umm…- murmuró ella luego de aproximadamente una hora, incapaz de soportar más tiempo el silencio. -¿Puedo hacerle unas preguntas, Hitsugaya?- inquirió sin atreverse a mirarlo tratando de sonar respetuosa.
-Primero, dirígete a mí como Toshiro-sama. Segundo, mírame cuando te habló.- ella de inmediato volvió la mirada hacia él, intimidada por su tono seco, amenazante y autoritario. –Tercero, recuerda bien tu lugar. Pregunta teniendo eso en cuenta.- la miró como quien mira a un insecto.
Apretó los puños con rabia, tratando de contener sus ganas de golpearlo. Debía tratarlo bien, él estaba ayudando a su pueblo, sacrificando a sus propios soldados solo por el bien de su reino. Tenía que tolerarlo, por toda la vida.
-Disculpe, Toshiro-sama.- dijo entre dientes, cruzándose de brazos. –Solo quería saber si usted tenía más parientes, no invitó a nadie a la boda.- indagó con cautela, esforzándose por no sonar irrespetuosa por más que normalmente no le importaba, pero este tipo era simplemente espeluznante.
-Eso no es asunto tuyo.- contestó cortante. ¡¿Cómo que no era asunto suyo?!
-Soy su esposa, Toshiro-sama.- le recordó. –Creo que si es de mi interés saber si tendré que convivir con sus padres, hermanos o…-
-Puedes estar tranquila respecto a eso. En el palacio no estaremos más que tú, yo, y cientos de sirvientes. Tengo una hermana que podría venir de visita de vez en cuando, pero como están las cosas últimamente lo dudo.- masculló con amargura antes de lanzarle una mirada exasperada. -¿Alguna otra cosa, mi reina?- dijo con evidente desagrado.
Karin hizo una mueca. Reina, ella ya era una reina, no le había tomado gran consciencia a lo que eso significaba sino hasta que lo mencionó. Junto las manos, sonrojándose profundamente, juntando valor para su siguiente pregunta.
-Quería saber si usted… ¿Usted piensa obligarme a cumplir con todos mis deberes de esposa?- lo miró con algo de miedo.
Él alzó una ceja, antes de recorrerla con la mirada con lentitud pero sin mostrar ninguna señal ni de gusto ni de disgusto.
-Obligar no es la palabra que yo usaría, pero no veo ninguna razón para que no cumplas con esos deberes.- contestó sin rodeos, sabiendo muy bien a lo que se refería.
-P-pensé que podríamos p-postergarlos, ya sabe, esperar un tiempo y conocernos mejor antes de…-
-No tengo ningún interés en conocerte.- la cortó. –Y créeme, tú no quieres conocerme a mí.- su tono hizo un estremecimiento helado recorrer su columna, de una manera muy desagradable. –Tú solo eres el medio por el cual en un par de años planeó tener un heredero, limítate a complacerme en las noches, después de eso puedes hacer lo que quieras.- volvió su vista al frente como dando por terminada la conversación.
Karin se quedó sin aliento, la indignación llenándola de pies a cabeza, se mordió el labio fuertemente para evitar lanzarle una tanda de todo lo que pensaba y junto las manos de nuevo conteniéndose de golpearlo.
-¿Ni siquiera va a tratarme como un ser humano?- no pudo evitar decir con rabia contenida. -¿Solo soy el medio por el cual conseguirá lo que quiera cuando quiera?- él regresó a mirarla con impaciencia, como harto de que continuara hablándole.
-A tu segunda pregunta, exacto. A la primera, no tienes razón para exagerar tanto, serás tratada con mucho respeto, eres una reina ahora, solo quiero que respetes mi autoridad sobre ti y cumplas con tus deberes, ¿es mucho para ti por el bien de tu gente?- le lanzó otra de sus miradas despectivas.
Lágrimas de rabia llenaron sus ojos oscuros, pero se negó a dejarlas escapar, no iba a mostrar esa debilidad ante él.
-No, mi rey. Cumpliré con mis deberes de esposa si así lo desea.- rápidamente apartó el rostro y se cubrió con su cabello largo para que no viera el estado patético en el que se encontraba, al borde de las lágrimas como una niña débil, pero la humillación estaba calando demasiado hondo en su orgullo.
Más le valía a su padre idiota ganar la guerra.
Su corazón se oprimió al pensar en su familia, sabía que debían de estar sufriendo mucho con sacrificarla por el bien del reino.
El resto del viaje se la pasó hundida en sus pensamientos, temiendo la llegada de la noche, temiendo por lo que sería de ella el resto de su vida, mas dispuesta a tolerar lo que sea por el bien de su gente, eso era ser una princesa… aunque ahora era una reina, y tenía otro reino, pero dudaba que su marido le permitiera interferir mucho en los asuntos del pueblo, ella era una esposa trofeo, lo sabía.
Cuando por fin llegaron a su destino, Karin se tomó un momento antes de bajar del carro, sabiendo que apenas pusiera un pie fuera tendría que afrontar la realidad a la que ahora se enfrentaba.
Mañana despertaría en otro palacio, en otra habitación, en otra cama y con otra persona a su lado.
-¿Qué esperas?- la voz de su esposo la sacó de sus pensamientos, él estaba sosteniendo la puerta del carro abierta y tendiéndole una mano para ayudarla a bajar. –No tengo todo el día, rápido.- frunció el ceño.
Ignoró su mano y se bajó del carro con la mayor dignidad posible.
Una vez estuvo fuera miró a su alrededor, concentrando su vista de inmediato en el enorme castillo que se alzaba frente a ellos.
Apenas era más grande que el palacio de su familia, parecía menos antiguo, y estaba repleto de estatuas de majestuosos dragones.
-Hermoso…- murmuró maravillada.
Sí, era tétrico y oscuro, pero tenía cierto encanto en su moderna sobriedad y los dragones eran un toque original y hasta bello.
-…Entremos…- Hitsugaya apareció a su lado con una mirada de perplejidad, pero rápidamente pasó de nuevo a su frialdad y la escoltó hacia dentro del palacio, con sirvientes que llevaban sus maletas caminando detrás de ellos.
No se molestó en presentarla a nadie, todos los sirvientes se inclinaban a su paso sin una palabra. Tampoco se molestó en darle todo el recorrido, simplemente la llevó al comedor, donde una abundante cena que no parecía en lo absoluto para solo dos personas ya los esperaba servida en la mesa.
Descorrió la silla para ella y luego se sentó en frente.
Comieron en silencio.
En cuanto terminaron dos criadas se acercaron y Karin supuso que serían las encargadas de preparar su atuendo de noche y la llevarían a un lugar donde podría cambiarse, porque jamás dejaba que nadie que no fuera su hermana la vistiera, pero Hitsugaya las espantó antes de que pudieran hacer nada, por lo que, aunque sorprendidas, se retiraron de inmediato. "Sus servicios no serán necesarios" fue lo que dijo él. ¿A qué se estaría refiriendo, por qué hizo eso?
-¿Esas no eran mis damas?- el rey de cabellos blancos asintió con sequedad a su interrogante. -¿Por qué hizo que se retiraran?- no pudo aguantar su curiosidad y preguntó.
-No son necesarias.- solo dijo respecto a eso. –Vamos.- de repente se puso en pie. –Ya oscureció.-
La ex Kurosaki se estremeció. ¿Ya era la hora de ir a la habitación?
Se levantó vacilante, odiando que su nuevo esposo no haya dejado que las criadas la cambiaran a un cómodo camisón, detestaba ese pesado Kimono de bodas, esperaba que no quisiera hacerla dormir con él. Aunque… eso era mejor a que esperara que durmiera desnuda. Tal vez por eso espantó a sus damas, en primer lugar.
Aparentemente se casó con un completo pervertido. El pensamiento envió una oleada de miedo a todo su organismo.
Llegaron frente a la habitación y abrió la puerta para ella, pero no entró.
-T-Toshiro-sama… le ruego que lo reconsideré.- juntó las manos para que no notara lo mucho que le temblaban. –Realmente creo que sería mejor…-
-No tengo paciencia para esto.- la tomó de la muñeca bruscamente y la jaló dentro, cerrando la puerta de un portazo. –Eres el único beneficio verdadero que me gane con esta alianza contra Aizen, tu reino no tenía nada más que ofrecerme que a su hermosa princesa. Me convenció tu apariencia, pero de haber sabido de tu actitud lo habría pensado más.- comentó venenosamente.
Karin apretó los puños por enésima vez.
-Veo la clase de persona que es, Toshiro-sama.- habló con los dientes fuertemente apretados. –Entiendo lo inútil que sería postergar este momento, pensé que con el tiempo podría gustarme, pero ahora comprendo que eso es algo que jamás pasará, así que no tiene caso.- se resignó con amargura.
-Exacto, me alegró que lo entiendas.- dijo con acidez. Con lágrimas quemando en la comisura de sus ojos, Karin comenzó a desatar el nudo de su Obi. -¿Qué crees que haces?- sus palabras la frenaron.
-Lo que quiere, ¿o no?- masculló sin mirarlo.
-¿Por qué crees que espante a tus damas, mi reina?- murmuró en voz baja con tanto desprecio como siempre, acercándose a ella lentamente. –Quiero desvestirte yo mismo.- la tomó de la muñeca y la jaló hacia él, pegándola contra su cuerpo fuerte. –Me gusta mucho el vestido, por cierto…- corrió su aliento sobre su cuello, haciéndola estremecer de manera extraña que no comprendió.
-S-solo acabemos con esto, por favor.- cerró los ojos, decida a dejarlos así por el resto de la noche.
-De ningún modo, mírame.- la tomó de la barbilla y lo hizo mirarlo, sus ojos seguían fríos y sin emociones, pero estaban oscurecidos de deseo. –Vamos a hacer esto, y vas a disfrutarlo.- sin más comenzó a regar besos por su cuello, con sus manos encargándose de la tarea que le había impedido hacer tanto a sus damas como a ella misma, desvestirla, haciéndola estremecer, pero ahora del miedo puro.
-P-p-por favor…- ella no quería esto. –No…- el Kimono comenzó a caer fuera de sus hombros. –No.- ella tenía que hacer esto, pero no quería. Él lamió su cuello y luego lo mordió, con fuerza. -¡No!- se apartó violentamente. –Lo siento, no puedo hacer esto.- trató de ajustar su ropa, pero antes de que siquiera pudiera pestañear Hitsugaya la tomó de ambas muñecas y apretó, con fuerza.
-Eres una molestia.- gruñó entre dientes, antes de arrojarla bruscamente sobre la cama. –Si tengo que sacrificar a mis soldados por tu pequeño pueblo miserable mínimo merezco una buena cogida, ¿no crees?- Karin se congeló completamente, mirándolo aterrada. –Ni siquiera me estás dejando ser suave contigo, así que haré lo que quiero y más te vale estarte quieta.-
-¿Piernas abiertas boca cerrada?- escupió con asco. –Lo que ordené el rey.- la rabia ofusco momentáneamente su miedo.
-¿Así que si tienes carácter?- se subió encima de ella y arrancó el pesado Kimono de su cuerpo con solo un tirón, arrojándolo a su suerte. –Me gusta. Pero no creo que puedas aguantar mucho con la boca cerrada, mi reina.- retiró el resto de su ropa dejándola completamente desnuda. –Tan hermosa como imaginaba, si no más. Creo que al final si fuiste una buena ganancia.- la observó repetidas veces aunque todavía sin mostrar emoción alguna en ningún momento, mientras se desnudaba a sí mismo.
Karin tenía el rostro escarlata, y finalmente las lágrimas de rabia y humillación comenzaron a escapar de sus ojos.
-Solo acaba con esto.-
-Lo que ordené, mi reina.- dijo cínicamente, antes de lanzarse contra ella.
No fue nada suave, la penetró sin delicadeza alguna, rápido y duro, sin contemplaciones mientras ella sentía que la partía por la mitad, la sujetó de las caderas con fuerza mientras la embestía despiadadamente, siempre en contraste con los besos ligeros que repartía por todo su cuerpo. Besó, lamió y chupó toda porción de piel a su alcance mientras arremetía contra ella salvajemente, pero en ningún momento tocó sus labios.
Ella sintió dolor todo el tiempo, hacia el final el dolor estuvo mezclado con placer, placer que la hizo gemir un par de veces, placer que a pesar del dolor constante la hizo llegar al orgasmo a la par que él también acababa y salía de su interior.
La arrogancia y satisfacción en sus ojos la hizo querer vomitar, pero en lugar de eso estalló en llanto como no lo hacía desde que murió su madre, permitiendo a los sollozos sacudir su cuerpo y las lágrimas escapar a borbotones.
Él hizo una mueca de una emoción indetectable pero que fácilmente podría haber sido hastío y le lanzó una sábana, con la que de inmediato se cubrió y se arrastró hacia el otro extremo de la cama, enterrando el rostro en la almohada y haciendo lo posible por silenciar sus sollozos.
Hitsugaya se acostó en el otro extremo de la cama cubriéndolos a ambos con otra sábana y apagó las luces.
Karin siguió llorando toda la noche hasta quedar dormida.
Continuara...
Umm... hola? :D?
Ok, ok, este no es mi estilo (para nada) No acostumbro a escribir cosas tan... oscuras o3o
Sé que tengo cosas q actualizar y subir, pero esto no fue mi idea, fue idea de mi BFF, mi queridisima mejor amiga, y dificilmente le puedo negar algo a esa manipuladora adorable e3e Así que aquí el fic xD
Diganme, se notaba q esto no salió de mi propia imaginacion? Sé q no es para nada mi estilo xP En mi mente Toshi no se arriesgaria a hacerle daño a Karin ni con el petalo de una rosa... fisicamente xP
Pero buaaa... todo sea para complacer a la BFF, amo a esa mujer :'v
Esto no va a tener muchos caps, será algo como Accidentalmente Cenicienta... mas o menos o.o
Actualizo la proxima semana! ;D
Los personajes de Tite! n_n
Espero q les haya gustado a pesar de todo... aunque sea un poquito para querer conti y ver como surge el amors? :c
Bueno, ya, me despido!
COMENTEN!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!