Primer fanfic que hago en la vida. Espero que este a la altura de mis expectativas y de la de aquellos que tengan la mala suerte de toparse con esto y leerlo.

Disclaimer: ninguno de estos personajes me pertenece, son creación y propiedad de Rumiko Takahashi.


Habían pasado varios veranos desde que aquella humana de ojos oscuros había sido dejada a cargo de una anciana sacerdotisa en aquella aldea. El demonio que la había traído de la muerte en un primer momento volvía, sin embargo, cada cierto tiempo a visitarla. Siempre traía consigo regalos de gran calidad, lujos que aquella aldea jamás había visto y solo esa humana podía usar. La pequeña Rin era su protegida y como tal, merecía solo lo mejor que demostrara quien era el gran demonio que la protegía. Así que, como en otras ocasiones, el gran demonio del oeste llegaba a la aldea humana a visitarla. Detrás de él venían Jaken, quien se quejaba de los sucios humanos para no admitir que extrañaba a la chiquilla, y a Ah-Un, el cual cargaba con bastantes paquetes, todos para la misma persona.

-Jaken.

-¿Si, amo bonito? -dijo el pequeño demonio apresurándose a su amo para inclinarse.

-Lleva a Ah-Un a la casa de la anciana. -Si, amo bonito ¿usted donde...?

El final de la "charla" fue dado por el gran demonio quien al sentir el aberrante olor del hanyou, al cual algunos tenían la osadía de denominar como su hermano, decidió dar un amplio rodeo. No es como que él, el gran Sesshomaru, el demonio más poderoso de Japón tuviera miedo del inútil de InuYasha. La verdadera razón es que para no molestar a su protegida prefería, en aquella aldea, mantener conflictos innecesarios con aquel despreciable semi-demonio.

El youkai verde siguió el camino indicado, notando la presencia del medio-hermano de su amo, en una de las casas cercanas. Tiró entonces de las riendas del dragón de dos cabezas, apurando el paso lejos de aquel detestable olor. En menos de media hora habían llegado a la casa de la anciana Kaede, donde la joven Rin remendaba una yukata bastante vieja. Jaken ingresó en la estructura, ignorando la necesidad de anunciarse o cualquier acto similar, y si hubiera sido otra persona, la joven tal vez se hubiera molestado, pero al ver al demonio sapo se acercó rápidamente a abrazarlo.

- ¡Señor Jaken! ¡No sabía que vendría! ¿Cómo le fue en su viaje?

- Ya, ya, niña ruidosa. El viaje fue tranquilo, por supuesto, nadie se atrevería a atacar al gran Jaken -. Comenzó a decir, mientras la humana soltaba una risa -. ¿Ey, de qué te ríes? ¡Mocosa malcriada!

- Tranquilo señor Jaken, ya sé que nadie se atrevería a atacarle a usted -. Respondió ella con tono burlón - ¿El señor Sesshomaru vino con usted?

- El amo decidió dar un rodeo para no cruzarse con el deshonroso hanyou.

- Ya veo... Entonces...

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Rin quien corrió a rebuscar entre sus cosas, de donde comenzó a sacar diversas cajas finamente decoradas. Todas tenían el mismo origen, y a decir verdad rara vez usaba el contenido de las mismas, ya que desentonaban bastante con el resto de la aldea, pero por aquella vez, y como solía hacer cuando sabía que el demonio vendría, decidió darle el gusto de verle lucir algunas de todas esas cosas. Y mientras la humana decidía qué obi quedaría mejor con el kimono que había elegido para esa visita, el youkai verde se sentaba bastante molesto en su rincón, sabiendo que una vez que la chiquilla comenzara con eso nada le distraería.

Sabiendo que aquella era una actitud frecuente de la humana, el demonio de cabello plateado se mantenía en las cercanías, a la suficiente distancia para que sus sentidos le permitieran saber el momento en que Rin diera por concluida su preparación para verle. Esa actitud le generaba cierta curiosidad, puesto que ya la había visto en las más precarias condiciones, pero no podía menos que agradarle que todo aquel revuelo fuera pura y exclusivamente por él. Escuchó entonces a la muchacha hablar con el inútil de su lacayo, sobre si estaba bonita o no, y cómo este solo expresaba el no entender porqué se preocupaba por arreglarse. Esa era su señal para aparecer cuando a lo lejos vio un muchacho acercarse, llevando con cuidado una pequeña caja, algo rudimentaria para su gusto, pero por la forma en que lo llevaba parecía algo valioso.

Rin se sentó con cuidado, mientras preparaba algo de té, sabiendo que dentro de poco Sesshomaru aparecería, siempre era así cuando él enviaba a Jaken primero, no entendía cómo es que siempre lograba aparecer justo cuando ella decidía estar lista. Y si no fuera por el hecho de que siempre le traía gran cantidad de regalos, simplemente correría a buscarle con las ropas simples que solía utilizar. Sirvió una taza del té para el demonio verde, quién aún estaba molesto por ser ignorado, y se lo extendió con cuidado.

- Tome señor Jaken, espero que le guste, la anciana Kaede dice que mejoré mucho en la forma de preparar el té.

- Ya era hora de que aprendieras mocosa ¿O esperabas que tomara siempre ese caldo caliente con un gusto asqueroso?

- Es por eso que estuve practicando, así usted no se enoja cuando lo bebe.

El demonio verde resopló, antes de dar un sorbo a la bebida, debía admitir que si había mejorado, aunque jamás lo diría en voz alta. La humana por su parte sirvió una tercer taza, esperando que el daiyoukai apareciera por la entrada de la casa, siendo sus expectativas frustradas por un joven de la aldea. Suspiró decepcionada, agachando brevemente la mirada, mientras el joven se quedaba sorprendido ante la apariencia de Rin. Titubeó un momento, tratando de que el delicado paquete entre sus manos no cayera, recobrando poco a poco la compostura.

- Oh, Toshiro, buenas tardes -. Dijo escuetamente ella, observando el contenido de la tetera, considerando si preparar más té.

- Rin... Estás muy bonita.

- ¿Eh? Eh... Gracias... Supongo.

El muchacho la observó sin entender la reacción ¿Se habría olvidado que le había dicho de salir a pasear por la aldea aquel día? ¡Claro que no! Así arreglada como estaba, seguramente era para agradarle a él, claro que así era ¿Qué otro motivo sería? Aunque le extrañaba que mirara tanto la ventana de la pequeña casa, como esperando algo.

- No te hagas... ¿Te acuerdas de lo que arreglamos? Es un hermoso día para pasear, más cuando estás así.

- Yo... - Respondió la muchacha quién había olvidado totalmente su día cuando vio al demonio verde llegar -. A decir verdad...

- Aunque si quieres no hace falta que salgamos, si quieres quedarte aquí esta bien.

Ante este último comentario la joven humana solo asintió, esperando que cuando llegara el demonio blanco el muchacho no estuviera, sabiendo de la aversión que profesaba el demonio por los humanos, siendo ella la única excepción. Suspiró largamente, ignorando que el muchacho se había sentado cerca de ella, frente a la taza que había servido para el demonio blanco. Soltó un respingo cuando el muchacho tomó la taza y le dio un sorbo a aquella bebida, sonriendo a la joven quien estaba por gritarle, cosa que resultó haciendo el youkai presente, quién parecía haber sido absolutamente ignorado por parte del humano recién llegado.

- ¿Qué haces aquí mocoso?

- ¿Tu quién eres?

- Será insolente, yo soy el gran Jaken, el más leal y poderoso sirviente del demonio más poderoso de todos, del gran Sesshomaru -. Dijo el aludido, hinchando el pecho de orgullo al hablar de su amo y al alto cargo que ostentaba. Para su desagrado, el muchacho frente a él solo resopló molesto.

- ¿Gran Jaken? Solo te ves como un sapo parlante, y no tengo idea quién es ese gran Sesshomaru ¿Es otro sapo como tu?

- ¡Mocoso insolente! ¿¡Cómo te atreves hablar así del demonio más poderoso de todos!? ¡Deberías agradecer que el amo no esta aquí para...!

Y sus palabras quedaron en el aire, ya que allí estaba el designado, el amo bonito apartó la cortina de la entrada con un movimiento ligero mientras clavaba su fría mirada en el humano que había osado insultarlo. Toshiro se quedó congelado, siendo que a pesar de desconocer el poder del demonio delante suyo, ya su mirada imponía el suficiente terror como para saber que aquel sujeto era de temer. Intuitivamente el muchacho se colocó delante de Rin, queriendo protegerla, resultando en que el peliblanco arqueara una ceja, si había alguien en aquella habitación que no corría riesgo absoluto era la muchacha.

- Largate de aquí, humano.

- ¡No le hará nada a Rin!

- ¿Y qué te hace creer que es ella la que esta en riesgo?

La pregunta tomó desprevenido al humano, quien bajó su guardia, antes de volver a pararse desafiante frente al demonio aunque las rodillas amenazaran con abandonarle. Aquel demonio seguro estaba jugando con él, y querría llevarse a la muchacha ¿Para qué sino habría ido hasta allí? Y quizás, tan solo quizás, una parte del demonio si estuviera allí para llevarse a la humana, pero de más esta decir que jamás le diría algo así a un humano insignificante como ese. Ni a Jaken siquiera le había comentado la posibilidad de que aquel fuera el día en que la pequeña Rin volviera a viajar con ellos.

- ¡Usted le quiere hacer algo! ¡Lo veo en sus ojos! - Exclamó Toshiro, mientras que Sesshomaru solo lo observaba, con aquel rostro imperturbable, a la vez que el demonio verde consideraba distintas opciones sobre como enterrarse y Rin... Rin se quedaba observando la escena sin saber qué hacer. Sesshomaru jamás le haría algo ella, pero Toshiro estaba cometiendo impertinencias ante el demonio, y por muy amigo de ella que fuera, el peliblanco no lo dejaría pasar tan fácil.

- Rin.

- ¡Señor Sesshomaru! ¿Si?

- Saca a este humano de aquí.

- Si señor Sesshomaru -. Respondió al hilo la joven mientras se ponía de pie -. Toshiro, por favor, sígueme.

El joven bajó los brazos sorprendido ante la reacción de la muchacha, quien parecía no comprender la gravedad de la situación. Si no había escuchado mal, aquel era el gran Sesshomaru que había nombrado el demonio verde, y por alguna razón que no llegaba a entender, la humana le estaba haciendo caso... No, había algo más, ella prefería la compañía del demonio antes que la suya. No podía ser, aquello no tenía sentido alguno ¡Era imposible! Tenía que hablar con ella. Resopló molesto y salió de la estancia, siguiendo a la joven delante suyo. Una vez fuera, ella se inclinó, despidiéndose alegremente del muchacho, este le sostuvo el hombro antes de que se fuera, clavando la mirada en sus ojos.

- ¿Por qué quieres pasar el día con él y no conmigo?

La pregunta estaba cargada de celos, de rencor e indignación. ¿Qué clase de humana prefiere la compañía de los demonios? Algo malo seguramente le habían hecho, o quizás la estuvieran chantajeando, había miles de probabilidades.

- Si te están haciendo algo malo dime e iré a buscar ayuda, tal vez el monje Miroku pueda ayudarte... Sino, buscaré a esos exterminadores y ellos...

- No tienes porqué preocuparte, el señor Sesshomaru jamás me haría daño. Él me salvó muchas veces, y le estoy muy agradecida... Así que por favor, por ahora, vete, no quiero que el señor se enoje contigo y esto acabe mal. Cuidate, Toshiro.

Dicho aquello, se soltó del agarre del humano y giró sobre sus talones para volver a ingresar en el hogar de la anciana Kaede. La joven sonrió al demonio de cabello blanco a la vez que hacía una breve reverencia y luego fue a sentarse al lugar que había ocupado antes, el demonio por su parte mantenía su expresión de piedra. Jaken por su parte resopló molesto mientras observaba vacío de su taza de té, aquel humano había alterado en pocos instantes la ya de por si inexistente paciencia del demonio y, aunque este no fuera ni una décima parte de poderoso como su amo, bien podía acabar con un humano insolente como aquel.

La escena, sin embargo, estaba relajada, la joven humana tarareaba por lo bajo mientras preparaba más té, a la vez que era observada por un quejoso youkai sapo. Poco después, este comenzó con sus quejas habituales, humanos, la insolencia de estos y lo molesto que era tener que venir a aquella aldea para visitarla. Siempre se quejaba de aquello último, su ego le impedía admitir que se preocupaba por la pequeña y que le alegraba demasiado verla crecer poco a poco, una parte de si la consideraba su hija, pero era algo que jamás, ni muerto, admitiría.

- Rin.

- ¿Si, señor Sesshomaru?

- No esta el olor de la anciana.

La humana casi deja caer la tetera de sus manos al oír aquello. Era cierto que aquel era el hogar de la anciana Kaede... O mejor dicho había sido el hogar de ella, hasta que falleciera hace poco menos de dos lunas. La apariencia risueña de la muchacha se vio opacada por aquel recuerdo, por lo que bajó el rostro, ocultando una posible lágrima que sus ojos no pudieran contener. Colocó con cuidado la tetera sobre el fuego nuevamente mientras se giraba para estar de frente al peliplata.

- Ella falleció, señor.

El demonio no hizo demostración alguna de querer siquiera consolar a la humana, el ya lo sabía, había adelantado su visita por eso, pero claro, jamás se lo diría a la humana. Esta suspiró antes de inclinarse ante el demonio, en una posición de ruego.

- Señor Sesshomaru, déjeme viajar de nuevo con usted.