Nota del autor: Quise hacer una historia ligeramente más madura, nuestros héroes son adultos jóvenes de unos 23 años. Es mi primer Fan fiction después de una cantidad considerable de años. Espero sus comentarios.

Miraculous: Tales of Ladybug no me pertenece.

Cassé

Imbécile

Esa noche era la noche del año en la que celebraban su aniversario, siempre decía él, ella, por su parte siempre corregía "nuestro aniversario con Paris".

Las cosas habían cambiado entre Chat Noir y Ladybug con el tiempo, no de una mala manera, pero la situación tenía que madurar. Él dejo de coquetearle descaradamente hacia unos dos o tres años ya, el amorío por el misterio de su identidad seguía presente, pero las cosas quedaron claras cuando su compañera le comentó que estaba saliendo con alguien, alguien real. Él era real, estaba parado frente a ella, pero por supuesto, entendió que una identidad secreta no era lo más sincero y estable del mundo. "Real", pensó, con molestia. Por años, Adrien intentó convencerla de revelar sus vidas, que había confianza. Como amigos, se conocían muy bien, aunque las cosas más cruciales no se mencionaban, siempre una que otra pista caía por ahí… Ladybug nunca tuvo la intención de recogerlas.

Chat Noir se sentía un poco tonto, como cada año, le llevaba flores, al principio buscaba las rosas rojas más bonitas que podía encontrar, cuando las cosas cambiaron llevó cualquier otra clase de flores, eso sí, siempre rojas. Tonto por esforzarse, tiempo atrás solo quería convencerla de que la amaba y que no jugaba, mientras que ahora los roles estaban claros. Ella nunca le dio esperanzas, él siempre fue quien hacía esta clase de cosas, sobre todo en el último tiempo, que casi ya no patrullaban de noche juntos y había aun más distancia. Tonto por buscarla, tonto por creer que a estas alturas significaría algo, tonto por esperarla en el lugar más obviamente cursi de la ciudad.

De un tiempo a esta parte, decidió dejarla ir, no esa noche, pero era el momento. Adrien era de verdad también y necesitaba gente así en su vida.

Marinette estaba en su habitación de toda la vida, envolviendo un presente rápidamente, miraba la hora con frecuencia, sabía que estaba atrasada, como siempre. Los días para ella eran tan cortos que no sabía de dónde sacaba tiempo para patrullar, dormir, trabajar y estudiar. Cuando termino de ponerle un moño al paquete sentía como si estuviera engañado a Nathanael, había salido con ese chico desde la escuela, pero últimamente las cosas iban mal.

Cuando Adrien dejó la escuela de Marinette al año siguiente de ingresar, ella quedo triste, le gustaba mucho, sin embargo, él nunca la miro más que con ojos de amistad. Al tiempo el primer amor, como en miles de casos, se esfumó. Nathanael estuvo más visible que nunca, siempre supo que gustaba de ella y siguió oportunamente visible en todos los momentos hasta que por fin, cuando estaban por terminar la escuela, comenzaron a salir y todo era fantástico, todo menos la cara de Chat Noir por las noches. Cuando puso las cartas sobre la mesa, el felino amigo no supo qué hacer o qué decir.

-Quiero ser honesta y no me dejas.- dijo Ladybug un poco angustiada, nunca había estado en una situación así, no quería herirlo, no sabía si ese coqueteo tonto que habían estado teniendo era serio o solo eso, un flirteo.

-Y, ¿qué esperabas? , no puedo aceptar así como así que alguien más se lleve a My Lady – dijo, acercando la cabeza más a su cara, como siempre solía hacer y esperó con una mirada fija, descarada, desafiante. A cambio, un balde de agua fría le calló.

-Solo te pido que me des mi espacio, estoy con una persona, una persona que no tiene que arriesgar el pellejo, no tiene una doble vida ni nada de todas estas cosas, es algo seguro. Él es, no sé, real, Chat, real.- Ella se alejó un poco. El contacto visual siguió, la mirada inquisidora de su compañero no paraba de analizar el rostro de Ladybug. Silencio.

-Muy bien, como Ma Princesse, desee. - y Chat Noir se fue, su tono, no fue nada cálido. Algo se rompió entre los dos.

Marinette otra vez vio la hora, esperaba que nadie notara su ausencia, apagó su teléfono y cerró con llave su habitación. Todos creían cosas que no eran verdad sobre ella. "Tikki, transformame". Tomó el regalo y salió por la terraza, tenía que encontrar a ese gato, sentía que si esta vez ella llevaba un obsequio, quizás las cosas no se arruinen del todo también con su mejor amigo.

Nathanael creía que se veía a escondías con alguien más y estaba en lo siento, pero no de la forma en que pensaba, eso la estaba matando, se había convertido en un celoso descontrolado, le enviaba mensajes todo el tiempo para saber que hacía y con quien estaba, no la dejaba tranquila si sabía que tenía contacto con algún varón, le gritó varias veces por comentar lo bien que le caía algún colega del trabajo o porque hacer grupos para estudiar donde hubiese un hombre. En una ocasión se lo comento a su amigo, si quizás debía confiarle a "la persona con la que salgo" su doble identidad y así arreglar la situación, obviamente el chico le dijo que no, que si hacia eso, sería peor, porque sí se estaba viendo con él, "la persona con la que sales" no va a creer que no hay nada entre los dos, le advirtió que lo que vivía no era sano. Marinette creyó que Chat estaba fanfarroneando por tratarse de él… No le dijo nada a Nath, era verdad. Por otro lado, Alya, quien veía de vez en cuando desde que comenzó a estudiar periodismo, creía que su amiga era una vaga realmente. La conocía lo suficiente como para saber que no podía engañar a su novio, pero no podía justificar de otra manera como desparecía y llegaba tarde a todas partes, cuando estaban en la escuela eso molestaba a su amiga constantemente, "¿otra vez te quedaste dormida?", "nunca puedes hacer tu parte de las presentaciones", "tenias una semana para estudiar". Sus padres, no sabía que pensaban de ella, la veían encerrarse por horas en su habitación sin hacer ruidos, como si no estuviera, le preguntaban que hacia ahí tanto tiempo, sin poder confirmarles realmente, tenía que decir que se sentía triste, enferma o cansada. Odiaba tener que mentir tanto en su vida.

De tejado en tejado, Ladybug comenzó a patrullar o eso parecía, más bien, buscaba a su compañero, en realidad no tuvo mucho que buscar, Chat era tan obvio, si no estaba en el puente, estaría en la torre, tan típico de él. Caballerosamente cursi. Ahí estaba, lo sabía, aunque no lo veía del todo claro, habían unas manchas verdes entre la sombra entre unas vigas no tan altas. Intentó ser sigilosa, subir por otro extremo, sorprenderlo.

-Hola, ¿bomberos? Tenemos una emergencia, hay un minino atrapado en las alturas - Sus chistes de gatos, cuando estaba desanimada, eran aun peores que los de él.

-Buenas noches My Lady, veo que no podías dejar de buscarme, parece que esta noche será purrfecta.- le dijo, tratando de sonar entusiasmado.

En realidad la vio venir desde lejos, su traje le otorgaba demasiadas cualidades felinas para su gusto, tan buena visión nocturna y oído hacían que tuviera que disimular las sorpresas. Por otra parte, era placentero verla sin que ella lo supiera. La figura de Ladybug había dejado de ser tan delicada y ahora era más adulta, se había dejado crecer el cabello, solo llevaba una larga trenza negra que en ocasiones golpeaba a propósito o por accidente, como un verdadero látigo, las partes del rostro que podía ver ya no eran tan redondas, estaban más perfiladas y la cintura pareciera ser más estrecha, pero eso era imposible, eran sus caderas y su busto los que se habían convertido lentamente en los de una mujer, el trabajo como heroína había ayudado a todo eso, todo tan firme… esculpido. Seguía cubriéndolo todo hasta el cuello el mismo traje ceñido, que a pesar de no revelar nada, enseñaba todo. Por supuesto él también había cambiado, había terminado de crecer, adquirió cicatrices y ganó un poco más de musculatura, pero por su profesión no podía permitirse tener un cuerpo excesivamente musculoso ni maltratado, se le exigía ser más bien atlético por lo que siempre trataba de estar en equilibrio. Algo que obviamente también cambio fue su rostro, un poco más alargado, ahora tenía vello facial, siempre lo tenía que rasurar, era lo que más le molestaba del día a día. Tampoco tenía más ese cascabel en su traje, al año ya lo encontraba ridículamente infantil y se lo arrancó, cuando su Lady le preguntó que había pasado, él le explicó, ella se lo pidió. Adriane tontamente creyó que era alguna especie de gesto romántico se du parte y se lo entregó. Tonto. Real.

Marinette rió un poco con su clásica broma, más para no hacer incomodas las cosas, sin embargo, Adrien no dejó de notar la ausencia de la felicidad en la mirada.

-Te traje esto- tomó el ramo que estaba en el suelo y se lo entregó, pensó que eran flores muy corrientes, casi parecían silvestres, y esta vez ni siquiera eran rojas. Se preguntó si ella entendería que algo había cambiado.

-son purrfectas- las recibió con más animo… Notó que estaban envueltas en papel de periódico, tal cual como de la florería, eran amarillas y parecían comunes, algo poco usual por parte de su amigo.- muy bonitas, muchas gracias, son las mismas que tengo en mi terra…za- se dio cuenta muy tarde que había dicho eso, por otra parte, ¿cuántas terrazas en Paris tenían esas flores?. No importaba, le gustaban.

Ahora era el turno de ella. Chat Noir pudo verla a lo lejos, pudo oírla subir y pudo notar que algo traía consigo, pero no quiso pensar en que podía ser algo para él. Nunca traía algo para él. La miraba como dejaba las flores a un lado y tomaba el envuelto paquete, tan festivo, con un moño rojo. La mirada clavada en las cintas, jugaba con ella entre sus dedos.

-Te traje esto- dijo un poco nerviosa, aun sentía que un obsequio era casi un engaño. Lo miró a los verdes ojos, no pudo realmente ver alguna emoción. "Gracias". No hubo Ma princesse, My Lady, mi nada. Lo abrió y era lo único que sabía regalarle a un hombre: Una bufanda.

-Me gusta mucho, no tenía una- dijo su amigo, que por dentro tenía un océano de pensamientos peleando- gracias de nuevo.-su cabeza divagaba en sus decisiones.

-Qué bueno que te gustara, porque no podía cambiarla después- rió un poco tonta, al ver que la reacción de su amigo no era la que esperaba, si no, más bien, apagada, intentó hacer conversación.

-¿No?

- Es que la tejí yo, tardé una eternidad para serte franca, escogí una lana demasiado fina creo. Estuve un mes haciéndola. – dijo con un poco de orgullo, quería hacerle saber que se esforzó.

-No debiste- Chat Noir se mordía la lengua por decirlo de una forma tan seca y tan poco efusivo, ella había pasado mucho tiempo fabricando algo así, para él, pensando en él.

Quiso arreglar lo dicho, "la voy a guardar para que no se arruine" y la metió en el empaque de donde la sacó. Era cierto, había mucha tierra en las vigas, pero Marianette que estaba acostumbrada a un Chat Noir más vivaz pensó en que si estaba perdiendo a su entorno cotidiano, era normal estar perdiendo a su amigo por lo que entendió con eso un "muchas gracias, pero no, gracias".

La noche lejos de ser ideal, fue un agobio para los dos: ahora él quería estar lejos, había hecho una elección y ella quería recuperar un poco de lo perdido, sin embargo no sabía cómo. Ambos hubiesen preferido que la torre este en llamas que estar ahí, en el incomodo silencio después de 6 años.

Adrien quien estaba convencido de que esta sería la última noche con Ladybug, rompió el hielo.

-Hey... –no sabía cómo referirse a ella sin las palabras habituales- hay algo que quiero decirte. – Ella no respondió, solo bajó la cabeza y miró a otra parte- oye…-insistió.

-Dime- su voz tampoco era la más animada. Sabía que algo malo se aproximaba.

-Deberíamos trabajar solos. – lo dijo, lo soltó. – No sé cómo lo voy a hacer, pero no puedo seguir enredado en esto- señalando a ambos con sus manos. – ya me pediste espacio, supongo que ahora quiero el mío. –le dolió decir esas palabras, porque ciertamente no quería eso, pero es lo que le haría bien. – Es lo correcto- dijo más para él, que para ella.

-Yo, lo siento, yo... no estoy llevando las cosas bien en ningún plano en este momento, se que no es excusa, pero las cosas se me vienen encima.- se le hizo un nudo en la garganta, se hizo del coraje suficiente para continuar sin alterarse más.- ¿Qué es, esto?¿a qué te refieres?.- señalándose de la misma forma en que él lo hizo.

-Tú sabes bien de lo que hablo, Ladybug- esperó una respuesta y no la obtuvo. La miró con rabia- de que siempre estoy para ti y nunca estas para mi, de que no valoras las cosas que hago por ti, de que conoces a la perfección todo lo que te quise- enumeraba con los dedos y alzaba un poco la voz- y digo quise, porque ahora, a ti y a tu vida con "tu chico real" ya no puedo verlos más.

Adrien no quería decir las cosas así, planeó la noche de otra forma, mucho más amena, amable, un bonito recuerdo. Sin embargo, ¿Cómo era posible de ella se desentendiera?. Real. Tonto. Rabia.

Tomó el regalo pausadamente, como dándole tiempo para que responda algo, "enójate, grítame" le vio tomar las flores y en sincronía, ambos pensaron que era mejor marcharse. Y lo que aun no se había roto del todo, termino partido en dos.

Marinette, reprimiendo las lagrimas, volvió a casa como una persona corriente, caminando, si iba muy rápido las flores se maltratarían con el viento. Tan entrada la noche, no pensó que alguien la reconocería, error, la hermana menor de Nathanael, que estaba sentada con unas amigas en las mesas de la calle de un bar la reconoció y la saludó. Cuando se alejaba la vio tomarle una foto con el teléfono… corrió a casa esperanzada de que la chica no hubiese enviado la foto al hermano, iba tan rápido como podía, idiotamente se dio cuenta que necesitaba transformarse de todas formas para poder entrar a casa como había salido, dejó el ramo escondido entre las masetas de la terraza, se lamentó por lo feas que se pusieron de todas maneras. Ya en su habitación encendió el teléfono. Tenía unas 15 llamadas de su novio y una foto, ella con las flores.

Sabía de que se trataría la conversación y esta vez sí que no tenia excusas, tampoco las quería inventar, prefirió hacerle creer que si se estaba viendo con alguien. Si hoy la había dejado uno de sus compañeros, porque no también el otro, así iba a sufrir una etapa en lugar de dos. Tomó el teléfono, y llamó, era de madrugada, pero contestaron de todas formas.

-¿Con quién estabas?-Escuchó la voz enojada de Nath.-¿Quién te regala flores?

-No puedo decirte, yo estoy..no, tenías razón.-no escuchaba que contestaran algo- Nathanael, no quiero mentir más. Estoy… Estoy saliendo con alguien. – en parte era verdad, en parte no.

-¿Perdón?, ¿Qué?... ¿Quién?, ¿Quién es, Marinette?, ¿lo conozco?, yo confié lo más que puede en ti… ¿se acostaron?, dime, ¡exijo una respuesta!.- se escuchaba alterado, en la oscuridad de la habitación podía imaginar su rostro colérico y temperamental, tenía miedo de él, Ladybug, tenía de miedo de alguien común y corriente. No respondía-¿hola? ¿Te quedas callada?... ¡entonces lo hicieron, cómo no!, estaba seguro de que tantas excusas para no contestar el teléfono eran una forma de tapar tu secretito y ahora que te viste acorralada lo soltaste- le decía con asco al hablar- te haces la niña buena de casa y cuando nadie te mira era una putita cualquiera, ¿o me equivoco?...- y así continuó, fue doloroso escuchar todo eso, no creía posible que él pudiese decir esas cosas, ni siquiera haberlas pensado. Le permitió hablarle en el peor tono de todos, de alguna equivocada manera sentía que se lo debía.

Cuando el sol estaba en lo alto del cielo ya, por fin, Marinette y Ladybug estaban solas y solteras, después de años de compañía masculina, era hora de conocerse realmente.

Continuará.