Nota. Esta historia no es mía y ago la aclaración de que es una adaptación de un libro de yordan penny. No quiero leer comentarios maliciosos y bajo esa condición el que la quiera leer bien venido sea. He leído adaptaciones y me molesta al igual que el que la pública que siempre vengan con los comentarios de que es un plagio y mil cosas más, sino le gusta la adaptación no la lea y ya.

.

.

ERA obvio que la fiesta estaba en su apogeo cuando Hinata empujo la puerta del apartamento de kiba Inuzuka. Llamo en repetidas ocasiones, pero el ruido generado por la reunión no permitió que la escuchase. La sala estaba llena de parejas que bailaban al compás de la sensual música emitida en el aparato de alta fidelidad. Fue hasta después de algunos minutos cuan do la chica encontró al anfitrión, el cual se aproximó y deslizo un brazo alrededor de la cintura de la muchacha, atrayéndola hacia sí.

—iQue bien, miren lo que nos trajo el viento! —comento kiba—. Pensé que no vendrías, un pajarito me informo que planeabas trabajar hasta tarde. Te mantiene ocupada tu jefe, ¿no es cierto?

—Alguien tiene que aprovecharme —contesto Hinata con sequedad.

Era verdad que la chica pensaba permanecer en la oficina varias horas, pues lo había hecho desde hacía algunos días en compañía de Toneri, su jefe. Pero a este lo llamo su esposa y le pidió que llegara a casa más temprano que de costumbre y el de inmediato acepto. Y así, sin nada más que hacer decidió ir a la fiesta, aunque ya en ese momento comenzaba a arrepentirse de ello.

—Ven, te voy a presentar a los invitados —le dijo Hinata interrumpiendo su cadena de pensamientos—. No es muy frecuente que honres nuestros humildes esfuerzos por divertirnos con tu presencia y es una lástima que este fin de semana deba ir a Estados Unidos pues me gustaría pasarlo contigo. Siempre me has fascinado Hinata, me pregunto qué ideas cruzan por tu mente. ¿Tal vez te agradaría quedarte cuando los demás se hayan marchado?

La joven había escuchado con frecuencia la misma pregunta así que ya no se sorprendía ni se molestaba al oírla.

"¿Por qué los hombres suponían que cualquier chica que no estuviese comprometida después de los veintitrés años aceptaría compartir la cama con cualquiera?" meditaba Hinata en silencio.

Tuvo que rechazar con brusquedad a individuos como Kiba durante casi cuatro años, y aun así ellos tenían la arrogancia de deducir que lo único que tenían que hacer para acostarse con una chica era sonreírle y dedicarle uno o dos cumplidos.

Ella se negó a las presentaciones con los demás invitados, pues conocía casi a todos los presentes, en su mayoría compañeros de trabajo que laboraban para la misma compañía de computadoras e implementos electrónicos. Esta obtenía sus principales ingresos de la venta de pequeñas computadoras de empleo fácil en el comercio y la industria. Hinata tenía cuatro años de trabajar allí, casi desde que llego a Londres, y de hecho, disfrutaba de su puesto como asistente del gerente.

Una pequeña mueca de preocupación se dibujó en su rostro al recordar las ultimas noticias que recibiera en el sentido de que una poderosa firma nacional había comprado la mayoría de las acciones de la compañía y eso motivaba temores y dudas pues con seguridad habría cambios. Toneri, su jefe, había estado con un humor terrible a lo largo de la semana, Hinata, se mordió el labio in ferior, ella le estaba muy agradecida a toneri y le gustaba trabajar para él. Constituían un buen equipo y aunque se había propuesto no ser emotiva en el trabajo, sabía muy bien que le sería muy difícil sentirse tranquila, colaborando para otra persona.

Tomo un vaso de la barra, la chica se apoyó en la pared y comenzó a observar a los invitados con cierta ironía. Si ella era buen juez, había allí algunas parejas que no terminaban la fiesta en casa de Kiba, sino que, motivadas por la atmofera festiva, concluirían la velada en algún lugar más íntimo.

Si bien la chica no era consciente de ello, Hinata era la mujer más atractiva de la reunión, su cabello azul largo que caía sus hombros y su perfil parecía una escultura clásica. Algunos segundos después, su instinto le indico que alguien la observaba, no cometió el error de ver quien la estaba mirando, en cambio empezó a recorrer con la vista todo el salón hasta que por fuerza sus ojos llegaron a su destino.

El hombre estaba apoyado en la pared opuesta y levanto su vaso hacia ella en un saludo que era apreciativo y arrogante a la vez.

Con un amargo sabor en la boca y una sensación de ira, se percató de que el esperaba que fuese ella quien se aproximase. Tuvo que reconocer que era un hombre apuesto que cualquier chica correría a su lado. Sin lugar a dudas era el hombre más impactante de la fiesta. Su atuendo distaba mucho de ser formal, portaba unos ajustados pantalones de mezclilla negros y una playera de algodón blanca. El cabello era revuelto, de color rubio en tanto que los ojos de color azul.

"Debe tener más o menos treinta y cinco años", dedujo Hinata.

Consciente de su atractivo y del sensual impacto que causaba entre las mujeres, él se movió, despacio, balanceando su peso de una pierna a la otra y la acción provoco que se tensaran sus poderosos músculos debajo de la mezclilla.

Mientras el observaba a Hinata con los ojos encerrados, una joven rubia del equipo de secretarias paso provocativa.

"Pobre tonta", pensó la peliazul. "Acaso no se da cuenta de que ese hombre nunca se fijaría en ella"

Jamás se le ocurrió a Hinata investigar quien era aquel hombre, pues no sintió ninguna curiosidad por conocer su identidad. Podía con mucha facilidad leer en sus ojos lo que él pensaba, como si fuese un Libro abierto. Si ella le respondía a esa mirada, la habría citado un par de veces con la esperanza de que a la tercera compartieran el lecho, y después, cuando se cansara de ella, la abandonaría sin compasión mientras se daba a la búsqueda de una nueva conquista. Hina miro a la rubia que trataba con desesperación de llamar la atención del arrogante sujeto.

Él sabía lo que la joven pretendía, y si bien el premio sus esfuerzos con una débil y falsa sonrisa, no hizo ningún esfuerzo por ocultar que no le interesaba ningún contacto con ella.

El miro a Hinata una vez más, de inmediato esta detecto que aquel hombre poseía las características que más le disgustaban del sexo opuesto: una absoluta seguridad de que ella estaba alii para que el la tomara, y de súbito la invadió un deseo irrefrenable de demostrarle cuan equivocado estaba. Sonrió provocativa mirando hacia el vaso semivacío, a sabiendas de que el pensaría que la sonrisa se la dirigía a él. Ella se propuso que antes que esa noche terminara, lo humillaría de tal modo que perdería su costumbre de observar a las mujeres de aquella forma.

Hinata le volvió la espalda y camino con indiferencia hacia las ventanas. Una vez allí contemplo la ciudad. Vestía con más simpleza que la mayoría de las asistentes, pues había ido directo de la oficina. No obstante, su blusa negra junto con el chal de seda armonizaban muy bien la falda negro y blanco, y en conjunto resaltaban el bronceado obtenido en sus recientes vacaciones en Ionis.

La joven amaba las islas griegas, pero sobre todo Ionis, debido a que era difícil que alguien Llegara hasta allí, además las playas eran pequeñas y solitarias. Sabía muy bien lo que las otras chicas de la oficina pensaban de su decisión de vacacionar en Ionis que carecía de todo menos de playa, y que la alejaba de los modernos donjuanes.

Miraba con atención las estrellas, cuando sintió una mano sobre su brazo.

—Llenas de peligrosos atractivos, ¿no es verdad? e imposibles de alcanzar. Estimulan sueños en nuestra mente para que después se derrumben por nuestra impotencia.

Ella había visto su reflejo en el cristal del vaso y descubrió la figura que se le aproximaba un par de segundos antes que llegase alli.

—¿Eres astrónomo? —sus ojos no traicionaron lo que pensa ba. Podía apostar que el imaginaba que ella le coqueteaba. ¡Pobre iluso, que poco la conocía!

—Déjame decir que, aunque también a mí me atraen el peligro y lo inalcanzable, prefiero las cosas posibles y no tan arriesgadas.

Al hablar, el hombre miro a Hinata, y ella le sonrió en tanto que en su interior pensaba con cinismo: "¡Lo apuesto!, y apuesto que tampoco te gusta esforzarte mucho para conseguir lo que quieres. En esta ocasión arrogante seductor, mientras tus golosas manos acarician la manzana, tus pies te llevan a arenas movedizas".

—¿Viniste sola?

El de seguro concluyo que era mejor ir directo al punto, Hinata levanto la vista y sonrió mientras respondía:

—¿ Y si no fue así?

El hombre sonrió, y por primera vez la joven noto que su boca daba una sensación de crueldad, pues los extremos apuntaban hacia abajo. Esa era con seguridad la boca de un individuo que no tenía compasión por los débiles, medito ella.

—Entonces tu compañero es un tonto por dejar sola a una mujer tan linda y su derrota es mi triunfo.

Hinata tuvo que morderse el labio para no contestarle que ella no necesitaba que nadie la cuidase.

"¡Pero claro!" —reflexionaba Hina— era obvio que el pertenecía a esa clase de hombre, y su actitud a ella le resultaba fa miliar. ¿No había aprendido desde muy joven que para todos los hombres una chica bonita significaba una posible conquista que les halagaría el ego? ¿Sería casado?, de alguna forma tuvo la certeza de que no lo era. Sin embargo, tenía que admitir la peligrosidad de su juicio, Io mejor sería averiguarlo ya que no correría ningún peligro.

—Y tú, ¿estás solo? —pregunto con suavidad.

—Solo y disponible —confirmo tomándola del brazo, sus dedos eran fuertes y cálidos, y se amoldaron alrededor del bronceado antebrazo—.¿ Te gustaría bailar?

La chica se iba a negar cuando noto que kiba la buscaba, y alcanzo a observar la expresión de disgusto de este mientras se dirigía a bailar con el desconocido. La muchacha se desconcertó al escuchar su comentario mientras le rodeaba la cintura con Ios brazos.

—¿Un ex admirador?

—Un estorbo, en realidad —la joven estaba segura de que su compañero pensaría que él era el causante de que ella ahora ignorara a kiba. Una vez más confirmo que los hombres se resisten a aceptar el hecho de que una mujer no esté interesada en ellos.

—Relájate.

No se había percatado de lo tensa que estaba hasta que los dedos de su pareja recorrieron despacio y con suavidad su columna vertebral. La acción el tomo desprevenida, y tembló ligeramente.

El pensó que se debía a una onda de placer y la atrajo con más fuerza comprimiéndola contra la delgada playera de algodón. La chica trato de separarse sin conseguirlo, en tanto que sentía el cálido aliento del hombre en su cuello.

—¿Qué te parece si nos presentamos?, mi nombre es Naruto Namikaze, ¿y el tuyo?

—Hinata —respondió esta a su vez.

Odiaba hablar mucho de si misma pues la gente era muy curiosa y siempre quería saber más de la cuenta. Era un trauma de su etapa de colegiala, cuando sus compañeritos se empeñaban en saber por qué carecía de padre. En estos tiempos ya no existían prejuicios con respecto a la ilegitimidad, pero, los viejos temores aun la acosaban.

—¡Hinata!, nombre bello y singular, como su dueña.

—¿Me encuentras singular? –ahora ella estaba otra vez en sus terrenos, la eterna estira y afloja del coqueteo.

—Me parece que no use el adjetivo adecuado, tu eres más que singular y bella. Eres maravillosa —mientras hablaba la atraía más hacia si— y no me gustaría compartirte mucho tiempo con los demás.

—¿Que tienes en mente?

Muchas de las personas allí reunidas fijaban su atención en la pareja desde que empezara a bailar. De hecho, era el centro de atención.

Hinatata alcanzo a ver a kiba quien los miraba con disgusto desde la cocina, ella, en lo personal, tenía algunas dudas con respecto a que era lo que naruto se proponía, tal vez era la misma idea que su padre tuvo cuando conoció a su madre y la de Sasuke cuando. . . ¡No! no iba a acordarse de sasuke en ese momento, lo que tenía que hacer era dejar que su compañero excavara un hoyo para luego enterrarlo en el mismo.

—Tal vez no creas lo que te voy a decir, pero tú eres la mujer más bella que he visto en mi vida.

Los ojos encerrados del hombre despedían un brillo de pasión que hicieron a Hinata agradecer en silencio que no estuvieran solos. Naruto namikaze no era un jovencito inexperto, sino un hombre de fuerza tremenda y lo demostraba.

—¿Y fue por eso que te acercaste a mí?

El encuentro verbal era un preludio de los verdaderos propósitos de naruto, y la chica sintió un intenso escalofrió cuando miro los ojos de color azul. El deseo reflejado en aquella mirada era demasiado real, y por un segundo, antes de desechar esa idea creyéndola producto de su imaginación, la chica se preguntó si no habría iniciado un incendio que le sería imposible controlar.

Cuando la música termino, el la aparto con pesar y hinata le permitió que la rodeara con uno de sus brazos alrededor de la espalda y que la aproximara más a él.

Hina actuaba de una forma que no era habitual en ella, pero, el no lo sabía. Sin duda estaba acostumbrado a que las mujeres aceptasen cualquiera de sus sugerencias. Lo único que la sorprendía era que el no insistiese en que fueran a su apartamento.

Kiba se acercó a ellos abrazando a la rubia que le había coqueteado a naruto hacia solo unos minutos. Sus ojos estaban irritados y Hina dedujo que el anfitrión habia bebido más de la cuenta.

—¡Qué bien, que bien! —exclamo kiba—. Parece que al fin nuestro tempano de hielo se está derritiendo. Eres un hombre con suerte Naruto, Hinata es una chica muy exigente.

—Has tornado demasiado, kiba —le respondió naruto— ¿Por qué no lo llevas a la cocina y le preparas una taza de café negro bien cargado? —le sugirió a la rubia.

Algunos invitados los observaban con falso disimulo, hina se había preguntado cual sería el golpe mortal que derribaría el ego de naruto namikaze. En ese momento se le ocurrió algo que le pareció magnifico, mientras que naruto le acariciaba la barbilla con pretendida ternura y la miraba con lascivia, ella tomo una decisión.

—¿Lista para irnos? —cuestiono él.

La chica estaba maravillada, del control de naruto. Apenas un perceptible temblor de sus labios delataba la gran dificultad que tenía en reprimir su deseo de estar solo con ella.

—¿Para irnos, tu y yo? —la joven arqueo las cejas y le dedico una fría sonrisa—. Mi querido amigo, has sido un acompañante entretenido, pero, no tanto. Yo espero mucho más de un hombre antes de permitirle Llevarme a alguna parte —acto seguido, le dio, la espalda y le sonrió a kiba—. Se bueno, querido, y consígueme algo de tomar, ¿lo harás? —kiba estaba demasiado ebrio para tratar de erguir algo.

La joven se volvió a mirar a naruto y añadió:

—Si estas solo, ¿por qué no invitas a shion a ir contigo? Tu estarías encantada de que naruto te Llevase a casa, ¿no es verdad? La rubia le dedico una mirada furiosa a hinata, naruto, por su par te, movió la cabeza con desprecio.

—No necesito que me ayuden a conseguir compañía. ¡Gracias!

Hinata dio media vuelta haciendo un ruido exagerado con los tacones al caminar, feliz de que las cosas resultaran mejor que si hubiese escrito el guion.

Nruto la siguió y casi la fulmino con la mirada. .

Hinata lo ignoro y con voz llena de dulzura le pregunto:

—¿Aun aquí? ¿No puedes aceptar sugerencias?

—Aceptar una sugerencia es lo que he hecho desde que tu llegaste. Una sugerencia sin palabras que se reflejaba en tu comportamiento conmigo, me has traído toda la noche atrás de ti como un idiota, y ahora me dejas solo. Quiero saber por qué.

La chica no esperaba esto, supuso que su negativa de acompañarlo lo haría desaparecer.

—¿De verdad quieres saber el motivo? —de alguna forma se mostró calmada—. ¡Oh, querido!, no sabes cómo me molesta herir la susceptibilidad de las personas. Tu eres un hombre muy atractivo naruto — con fingida ternura—, solo que no eres mi tipo. Lo recorrió con la mirada de arriba abajo, se sorprendía de comprobar lo bien que desempeñaba su papel. Era obvio que en cada mujer había algo de actriz y sin embargo, ya sus piernas amenazaban con temblar, el silencio de naruto le indicaba que tal vez hubiese sido preferible no iniciar este jueguito que ahora le parecía una tontería peligrosa. Mas era demasiado tarde para arrepentirse, ya había ido demasiado lejos.

—¿Y en qué momento te diste cuenta de que no era tu tipo?, ¿cuándo no acompañe mi oferta de llevarte a casa con algo más tangible, como el dinero, si pasabas la noche conmigo?

Fue gracias a un esfuerzo supremo de autocontrol que ella se abstuvo de abofetearlo. La cínica sonrisa de naruto causo que las mejillas se tornasen rojas al agolparse la sangre en ellas, y de alguna forma logro responder con calma:

—No hay dinero en el mundo capaz de recompensarme por tener que soportar tu repulsiva presencia en mi cama.

—¿No? —la voz varonil se tornó ronca como consecuencia de la ira—. Pues que mala memoria tienes, tu casi me invitabas a hacerte el amor con tus miradas y después, mientras bailábamos. . . . ¡Maldita sea!, si a eso lo llamas repulsión tienes una forma muy peculiar de exteriorizarla.

La muchacha no respondio y eso dio lugar a la suspicacia de naruto, la tomo con firmeza de las muñecas y añadió:

—Actuaste con premeditación, ¿no es verdad?, lo hiciste deliberadamente para después humillarme. ¡Maldita ramera! ¡Dios mío, tú debes estar enferma!

Los observadores habían perdido interés en ellos y se marchaban a sus respectivas casas poco a poco. Sin duda creían que naruto aun trataba de convencer a Hinata para que se fuese con el. La chica comenzó a frotar su adolorida muñeca, en tanto que hinata daba media vuelta y se marchaba sin decir nada.

—Te arriesgaste mucho —comento Tenten, la secretaria de kiba, diez minutos después que naruto se había ido.

A hinata Ie simpatizaba tenten, y le respondió encogiendo los hombros y arrugando la nariz:

—Le di lo que merecía, él no puede esperar que todas las mujeres caigan a sus pies solo porque se digna a sonreírles.

—Sin embargo, no puedo afirmar que trataras de desalentarlo —apunto tenten—. De hecho, le coqueteaste y no me parece que sea un individuo que se quede tranquilo después que alguien lo humilla como tú lo hiciste, yo considero que te propasaste.

—¿Que pretendes? ¿Despertar mi conciencia? Te repito que na da más le di lo que merecía.

—Vamos, él era el invitado más apuesto y me hubiese fascinado que me mirara de la forma que te contemplaba a ti. Casi me convencí cuando los vi bailando juntos, supuse que al fin había encontrado a alguien que de verdad te agradaba. Tuviste mucha suerte de que no se comportara con mayor atrevimiento, dado que le estabas dando luz verde.

—Deja de compadecerlo —protesto hina encogiendo los hombros—, todo lo que hice fue disminuir un poco su ego. No puedes ser tan ingenua para pensar que el realmente se interesaba en mi, ¡me acababa de conocer!, además lo único que quería era llevarme a la cama.

—No estés tan segura, ¿nunca oíste hablar del amor a primera vista?

—Con frecuencia, pero, hasta ahora no he conocido a alguien que lo haya experimentado. Creo que ya es hora de marcharme a casa. No se por qué vine a la fiesta.

—Umm —musito tenten— puedes ser una ermitaña y pretender que eres feliz, pero, sé que hay algunos momentos en que sientes. . .

—¿Necesidad de un hogar y una familia? —la interrumpió hinata— ¡Nunca! los hogares felices son un mito y no quiero hablar más sobre eso. Despídeme de kiba, por favor. Yo me marcho.

—¿Y vas a caminar tu solita a estas horas de la noche por las calles de Londres? Debes estar loca.

—Mi apartamento está muy cerca, y no es peligroso. No exageres, después de todo, estoy más segura sola, que si hubiese aceptado que naruto me llevara.

—A mi si me habría gustado arriesgarme —agrego tenten bromeando.

Mientras hinata se marchaba, tenten reflexiono en naruto. Había algo en la mirada de el cuándo se marchó, que la inquietaba.

.

.

Hinata sin notar la preocupación de su amiga, tomo su chaqueta del armario donde la colgaran, esquivando con habilidad a los jóvenes, que siempre estaban prestos a iniciar una aventura amorosa. Al salir sintió el aire frio de la noche, las calles estaban desiertas, por un momento pensó que tal vez fuese mejor regresar y llamar un taxi. La seguridad de que pasaría mucho tiempo antes que el coche de alquiler arribase, la hizo desistir de su idea. Además solo le tomarían quince minutos caminar a casa. Como nunca había tenido ninguna mala experiencia anterior, corrigió que era tonto ponerse nerviosa solo por lo que Tenten comentase.

"Pobre tenten", medito ella, "quedo impresionadísima con naruto, quien merecía la lección que le di". Caminaba en silencio recordando la cercanía excesiva de este mientras bailaban y se preguntó por qué no lo había evitado. Dio vuelta a la derecha en la solitaria calle y se alejaba con pasos firmes del apartamento de kiba, mientras pensaba en los recientes cambios en la compañía. No necesitaba trabajar, pero le agradaba su empleo y no deseaba perderlo.

Camino algunos metros antes de escuchar el ruido producido por el motor de un coche que venía detras de ella. Al principio no se preocupó, pues esas viejas casonas habían sido remodeladas y las habían convertido en apartamentos. Debido a lo cual vivía más gente allí y no era motivo de alarma el escuchar el ruido de un auto, solo que este no se detenía sino que avanzaba con lentitud detras de ella. Intento mantener la calma y ajusto su gorra para ver de reojo a su perseguidor, lo que no consiguió. De forma automática camino más aprisa, la boca se le seco y sintió un ligero malestar estomacal. EI corazón le latía de prisa y las piernas le temblaban mientras imploraba al Todopoderoso que apareciera un policía que alejara al intruso. La chica había escuchado relatos de otras muchachas que fueron perseguidas por hombres en coche, pero nunca le había ocurrido a ella. Cuando al fin reunió la fuerza necesaria para ver al conductor, abrió desmesuradamente los ojos al reconocer el apuesto perfil del sujeto.

"¡Naruto Namikaze! De seguro me estaba esperando cerca del apartamento de kiba".

En lugar de sentirse aliviada, se incrementó su pánico, pues no tenía la menor duda de que la cólera del individuo no había disminuido. Aunque ella consideraba que su actitud había sido justificada, ya comenzaba a preguntarse hasta qué grado había subestimado a naruto. EI la seguía para castigarla por su comportamiento en la reunión y con el terror que experimentaba, lo más probable era que sufriese una aparatosa caída al tratar de caminar a toda prisa. Más adelante apareció un callejón y con una sensación de alivio Hina recordó que terminaba en una placita desde donde era fácil Llegar a su apartamento. Ese callejón era una senda para peatones y a naruto le resultaría imposible seguirla a lo largo de él. La chica comenzó a correr, agradeciendo que la oscuridad dificultara la visibilidad y se convirtiera en su cómplice y salvadora.

Al principio la chica no le dio importancia al tenue sonido depasos que se escuchaban detrás de ella y fue su sexto sentido el quela hizo presentir peligro. Examino el camino sin vislumbrar nada,la oscuridad que antes fuese su aliada ahora era su enemiga. No pudo detectar ningún movimiento y pensó que había sido su imagi nación. Comenzaba a tranquilizarse cuando unos fuertes dedos se cerraron alrededor de su cuello.

—Así que pensaste que me habías eludido —se escuchó la voz burlona de naruto—. Y en lugar de eso has caído en una trampa. Pe ro no te preocupes que no te lastimare, aunque no sabes cómo me gustaría aumentar la presión de mis dedos hasta que empezaras a pedir piedad. ¿Acaso creíste que te iba a dejar tranquila después de humillarme como lo hiciste?

Las manos en su cuello evitaron que hina replicase. El terror se había trocado en ira, y trataba de apartar aquel brazo que le rodeaba la cintura.

—Cuando entré en el apartamento esta noche y te vi, pensé que soñaba. Después al encontrarse nuestras miradas sentimos atracción mutua. Al menos eso fue lo que supuse, mas estaba equivocado. Todo lo que tu viste fue un hombre más a quien despreciar, ya había oído hablar de chicas como tú.

—¿Atracción mutua? —demando ella con sorna— vamos, ¿no esperaras que crea eso? No nací ayer naruto y sé muy bien lo que los hombres buscan cuando miran a una mujer con la que quieren pasar la noche, para agregarla en la ya larga lista. Tú me miraste calculando cuanto tiempo pasaría antes que lograras meterme en tu cama. Tu vanidad es tan enorme que nunca te cruzo por la cabeza que tal vez yo no quería estar allí. Me deseabas y eso era suficiente, por eso merecías la lección que te di, así que no esperes que me arrepienta. Después de todo, yo no hice nada que desconozcas, imagino que tú lo has hecho con infinidad de mujeres.

—Esto es como pago por la ofensa publica que me hiciste pasar esta noche, y es una lástima que no haya testigos, pues, hasta que no me desgravéis en público, no me sentire satisfecho.

Lo que siguió fue algo que le pareció una pesadilla. Los labios de naruto al comienzo fueron gentiles y aumentaron la presion poco a poco en los de ella. El la obligo a apoyar la cabeza en su hombro, colocando a la chica a merced de él. Situación de la cual naruto tomo ventaja al deslizar su mano libre por el cuerpo femenino, deteniéndose al llegar a la curva de los senos. El corazón de la joven latía acelerado pues había transcurrido mucho tiempo desde que permitió que un hombre la tocase de esa forma tan íntima.

Sasuke fue el único que lo había hecho, aunque de forma un tanto brusca, que no se comparaba en lo más mínimo con las caricias suaves y hábiles de este hombre. naruto parecía saber cuándo debilitaba el control que ella trataba de mantener y le prodigaba caricias más excitantes. En cuanto la chica trataba de separar sus labios de los de él, este ponía de manifiesto la superioridad de su fuerza al estrecharla con más firmeza. La continua presión de los labios masculinos lastimaba los de la muchacha y el dolor aumentaba cuando él los mordía. Sin embargo, también sentía el sensual contacto de la mano de naruto sobre sus senos y esto a la vez que la excitaba, la ponía colérica.

Desde su idilio con sasuke, ningún hombre la toco de ese modo, e incluso a él, que lo amaba, nunca le permitió ir mas allá de los límites que marcaban su pudor. De pronto se aparecía este despreciable extraño y le enseñaba que ella era capaz de experimentar un placer que hasta ahora no imaginaba que pudiera existir. Aunque la horrorizara y aborreciera reconocerlo, físicamente ella había correspondido a sus caricias y los dos lo sabían.

Cuando al fin la soltó, la satisfacción brillaba en sus ojos que eran de un color azul acero y hinata en una actitud infantil cubría con una de sus manos los labios como intentando borrar lo sucedido. Sentía que su seno palpitaba en el lugar donde el la tocase. Meditaba desprevenida en cual pudo ser el motivo por el que aflorara aquel instinto primitivo que ella no sabía que poseía.

—¿Mi apartamento o el tuyo? —la cruda pregunta la volvió a la realidad.

—Ninguna de las dos —contesto con frialdad—. Te reitero lo de antes naruto, no voy a acostarme contigo.

—Yo si te deseo —afirmo con suavidad—. Me parece que has olvidado que esta vez no estas con tus amigos. Nos encontramos so los aquí y nadie me impedirá que te obligue a subir a mi coche para llevarte a mi apartamento y lo hare si me fuerzas a ello.

—¿Serias capaz de hacerlo solo para satisfacer tu orgullo herido?

El hombre pareció dudar un momento pues tuvo un leve parpadeo, pero en seguida su mirada se endureció.

—¿Por qué no?, sería una gran experiencia.

—Con eso quieres decir que por lo regular no tienes necesidad de usar la fuerza —en el fondo la chica estaba aterrada, sin embargo, no se lo demostraría jamás.

—En efecto —acepto tranquilo—. Pero te repito que sería una gran experiencia. No obstante, tengo dudas con respecto a si tú lo disfrutarías, pues por lo normal ni a las más experimentadas muje res les causa placer ser violadas.

—¿Violada? —pregunto angustiada—. Te levantaría un acta en la delegación policiaca, la violación es un delito, y te metería en prisión.

—De ningún modo —contesto con crueldad, negando con la cabeza—. ¿Piensas acaso que después de tu comportamiento en la fiesta, algún magistrado creería que no deseabas acostarte conmigo? De cualquier forma, yo me aseguraría de que se enteraran de todo, tú me estabas provocando. ¿Cuántos años tienes, veinticinco?, edad suficiente para que hayas tenido varios amantes; esas acusaciones nunca las creen en la corte.

Era una pesadilla para Hinata, quien aún se resistía a creer que aquello estuviese sucediéndole. Sin embargo, no era un sueño y si se negaba a ir con naruto, estaba segura de que el la violaría. ¡Violada! aquella terrible palabra la atemorizaba solo de pensarla. Varios amantes había dicho naruto, la chica giro su rostro mientras sonreía histérica, ella nunca habida tenido alguno. Respiro profundo en tanto su mente trabajaba veloz tratando de encontrar una vía de escape. A pesar de que podría correr, el pronto le daría alcance. Esa no era la solución, mas no lograba hallar otra, aunque. . .

—¿Y bien?

—Iré contigo —contesto con falsa tranquilidad—. O mejor dicho, vendrás conmigo, pues prefiero mi apartamento.

Ella pudo percibir que el la examinaba con detenimiento, y contuvo la respiración, con la esperanza de que el no pudiese sospechar lo que había planeado.

—Muy bien. Dame la llave de tu casa como señal de tus buenas intenciones. No quiero que esta vez me cierres la puerta en la nariz, ni en metáfora, ni en realidad.

Con manos temblorosas abrió el bolso, y le extendió la llave. El la tomo en silencio y la guio del brazo hasta su coche. Era un lujoso Masserati, lo que comprobaba que naruto tenía dinero, meditaba hinata mientras se acomodaba en el vehículo y naruto cerraba la puerta.

—No pierdas el tiempo tratando de abrirla, la cerré con llave —agrego con soma mientras daba la vuelta.

El confinamiento en el auto, aumento su sensación de alarma.

Por dentro era de un color crema subido y un fragante aroma de la loción de naruto inundaba el ambiente. "Un auto idóneo para un hombre tan varonil", pensó Genista mientras el cambiaba de velocidades con lentitud.

-¿A dónde vives? La chica le dio la dirección de inmediato, si dudaba, la llevaría al apartamento de él, y no quiso imaginar las consecuencias. Al llegar, ella espero tranquila a que abriese la puerta. —¿Vives aquí?

—Si —había adquirido ese apartamento recién llegada a Londres, y en cierta forma había sido un error pues todos sus vecinos eran matrimonios de edad avanzada.

Bajaron del coche y en ese momento apareció el portero y dijo: —Buenas noches señorita Hinata —la chica de inmediato experimento alivio. Naruto reconoció que había perdido y sonrió observándola mientras entraba.

—Gracias por esta noche maravillosa —dijo ella con falsa alegría—. Ahora me despido, buenas noches.

—Buenas noches hinata, no me gustaría que pensaras que esto es un final. Por el contrario, es solo un principio —Hinata podía jurar que el portero imaginaba ser testigo de una tierna historia de amor, cuando en realidad naruto le prevenidle que buscaría la revancha.

Una vez que el lujoso vehículo se alejó ella comento: —Sai, me parece que perdí las llaves. ¿Serias tan amable de abrirme?, mañana tendré que cambiar la chapa, en estos días ya no se puede uno confiar.

—Si usted gusta lo hare yo por la mañana; solo déjeme cerrar la puerta principal y le acompañare para que entre en su apartamento -el hombre siempre fue muy especial con la chica y eso la hacía sentirse protegida.

Sin imaginar que era el principal tema de conversación en el apartamento del conserje pues la habían visto llegar en aquel lujoso coche, hinata se preparó para ir a la cama.

Al examinarse en el espejo, descubrió que tenía algunas magulladuras en el cuello y las palpo con mucho cuidado, sin embargo, no pudo evitar un estremecimiento. tenten la había prevenido de que naruto podía ser peligroso y ella se había reído. Ahora agradecía el hecho de que resultaba poco probable que se encontrase con Naruto Namikaze de nuevo.

Como algo prioritario antes de salir a la oficina le recordaría a Sai que cambiara la chapa. Cuando su ira se desvaneció, pensó que era imposible que Namikaze llevara las cosas más lejos, más le seria difícil dormir esa noche sabiendo que naruto tenía las llaves de su apartamento.

Su antebrazo todavía le causaba un poco de molestias debido a la fuerza con que él lo había asido. Se estremeció al recordar las caricias en el seno y la emoción que había sentido. En su mente apareció el rosto de Sasuke, Naruto, su padre; los tres eran idénticos: Todos los hombres eran iguales, volvió su rostro hacia la almohada y permitió que se le escapasen algunas lágrimas al recordar como la besara naruto.