Capítulo 17
¡Que comience el juego!
Caminaba de un lado a otro por su habitación, estaba irritada, no, más que irritada, estaba que podía demoler todo lo que se encontrara en su camino, se detuvo y agarró lo más cerca que puedo, era un florero. Éste término hecho mil pedazos al estrellarse en la pared. Él no tenía la culpa.
Maldecía a ese estúpido, no hizo lo suficiente por detenerla y pensar que, en algún momento, ella moría por él, ¡bah! Que ilusa fue, no valía ni un solo suspiro de ella.
Ahora tenía que poner en práctica el plan ¡ya! porque una fase había fracasado. Maldita sea y pensar que todo estaba tomando su lugar, pero el imbécil tenía que hacer lo correcto y dejarla elegir, para que después al verla a los ojos no se sintiera culpable.
Ash, ¡esos malditos ojos! La tenían harta, acabaría con ella de una buena vez y todo por lo que había trabajado estos años, al fin sería suyo.
Sólo necesitaba esperar unos días más y movería a sus peones como se le diera la gana, nadie estaría para reparar que todo el caos que estaba a punto de comenzar era obra de ella y así destruir a la que siempre fue su enemiga. Candy.
Sonrío, con los altibajos que se presentaron, aún así, podía salir victoriosa de este asunto, estaba decidida, en su mirar, se podía ver la venganza tatuada en su alma, ya no había marcha atrás.
Porque si ella quería algo, lo conseguiría. Siempre lo conseguía, así era ella. Así era Eliza Leagan.
*/*/*/*
Esa tarde la mayoría de las personas que vivían en esa casa se encontraban dormidas, anoche fue la boda de una de las chicas del servicio, fue una boda magnifica y las personas celebraron hasta tarde. En la madrugada la joven pareja partió hacia su luna de miel, un descanso de algunos días, claro por sus trabajos no se podían permitir más días, aunque el anhelo así lo quisiera.
En fin, en el gran comedor sólo se encontraba una persona desayunando, una persona que estaba invitada, pero por obvias razones, su orgullo no le permitía asistir a esas fiestas de plebeyos, sólo le atendía su fiel mayordomo, el único sirviente dispuesto a soportarla después de semejante fiesta.
Las únicas dos almas que daban "vida" a la gran mansión.
- ¿Los demás dónde están? – preguntó acabando su desayuno.
- Se encuentran descansando mi señora. – dijo inclinándose un poco hacia ella, para que lo escuchara
- Que falta de educación, son las tres de la tarde y no se pueden asear, ni siquiera para tomar los alimentos, todo por una fiesta insignificante. – dijo con desprecio
- Absolutamente todos se encuentran en sus habitaciones, incluidos el señor y su prometida, ¿desea que los despierte, mi señora? – preguntó sabiendo ya la respuesta.
La tía Abuela se aclaró la garganta y con aire autoritario, aunque en el fondo con un poco de miedo, dijo: - No, que se levanten cuando se les dé la gana, no soy una niñera, ¡oh! pero que horror si la gente se llega a enterar de esto, seremos la burla del pueblo. – dijo con pesar, ya que toda la familia fue a esa boda, incluidos el patriarca de la familia.
El mayordomo sólo atinó a sonreír, sabía que, si mencionaba al señor, ella se calmaría, con él presente, ella tenía muy pocas cartas que mover y así sería de ahora en adelante, bueno, al menos durante algún tiempo.
*/*/*/*
- ¡Ey! Despierta cariño. – le habló alguien y lo sacudió con delicadeza. Él sólo se removió entre las sabanas que lo cubrían, porque era TODO lo que le cubría.
- ¿Mm? – dijo en un intento de pronunciar algo
- Son las tres de la tarde, no piensas que debemos bajar a ¿comer? – esto último lo dijo con un tono de burla.
Sí, el festejo fue tan alegre que las copas no faltaron y por ende, los tragos demás, no recordaba como había llegado a la habitación, sólo recordaba que él no la había dejado ir a la suya y ella como buena chica, se dio por vencida, cuando él la comenzó a besar, una cosa dio lugar a otra y así, hasta que terminaron completamente sudados en la cama, con la respiración agitada y a punto de entrar en el mundo de Morfeo.
¡Dios! Como fueron tan irresponsables, alguien los pudo haber escuchado. Su cara se tornó de color azul, y si la Tía Abuela los había escuchado. ¡No! Jamás dejaría que se volvieran a ver, bueno faltaba poco para que se formaran como uno solo, pero, aun así, ella en el poco tiempo que queda puede mandarlos a dormir en extremos del país si es necesario, con tal de no "avergonzar a la familia".
No, no, no y no. No podría hacer eso, ¿o sí?
¡Tranquilízate! – se dijo a sí misma y se palmeó las mejillas, sólo estaba dejando volar su imaginación y eso no era bueno.
Escuchó un sonido a su lado y giró la cabeza, él de nuevo estaba dormido, ¡no lo podía creer! Ella en plena crisis existencial y él dormido. Bufó.
Pero sonrió al admirar su hermoso rostro durmiendo, su despreocupación por los problemas era lo que más le gustaba de él, por eso se enamoró de él.
Si él estaba despreocupado, ella también tendría despreocupación. Él era su fuerza y se aferraría a ella con toda su alma, porque él la salvó. Sonrió. Jamás olvidaría eso.
Se acurrucó a él y le dio un beso en su mejilla, cerró los ojos y se dejó llevar por los brazos de morfeo. Ya todo estaría bien.
O eso se creía.
*/*/*/*
Se encontraban charlando y bromeando, habían regresado de su pequeño viaje para la boda de Doroti y ahora, al parecer eran los únicos levantados, a excepción de la Tía Abuela. Estaban en el garaje de Stear, este último como siempre arreglando su pequeño auto, Paty lo acompañaba sentada a unos metros de ella, observándole, se veía tan atractivo con su playera de tirantes que se ajustaba a su bien formado torso, estaba sudoroso y lleno de grasa para auto, pero le sentaba tan bien que…
¡Basta! – movió la cabeza para alejar esos malos pensamientos, se tenía que comportar, no estaban solos, lo tenía que recordar. De repente, escuchó una risa y alzó la mirada.
Delante de ella, a unos cuantos pasos, se encontraba Stear, quitándose la grasa de las manos con una pequeña toalla, pero su sonrisa demostraba que se estaba divirtiendo con la situación.
Ella en un intento de disimular, tomó del té que tenía entre sus manos, tranquilamente, pero él la conocía tan bien, que no le compró la actuación.
¿Qué? – preguntó ya hasta el tope de los nervios
Él soltó una risita y dijo: - Nada, sólo me estaba preguntando en que pensabas.
En nada – dijo ella con un leve sonrojo. Él volvió a reír. – Sabes, nunca has sabido mentir bien.
Ella infló los cachetes enojada, la había insultado. – No estoy mintiendo – dijo dejando la taza en una mesita a su lado y se cruzó de brazos
¡Ah! ¿no? – ella negó con la cabeza – Entonces porque siento que me desvestías con la mirada- dijo de manera picara, acorralándola.
Ella nerviosa, sólo atinó a decir: - ¿Qué? ¿Yo? Estás loco, sólo veía cómo te había quedado la ropa llena de grasa –
Ajá – ella iba a replicar, pero de un solo movimiento sus labios estaban encima de los suyos, dejándose llevar, comenzaron a danzar, hasta que él introdujo su lengua, ella gimió por la repentina intromisión. Esto estaba fabuloso.
Pero demasiado bueno para ser real.
Se escuchó un carraspeo y rápidamente voltearon al origen del ruido, no era nada menos ni nada más que Candy.
Ella soltó una carcajada cuando vio sus rostros, decir que parecían jitomates, era poco.
¿Interrumpo? – dijo con evidente diversión, los dos estaban mudos, ya se encontraban de pie, lado al lado, pero rígidos, no decían nada. Eso sólo lo hacía más divertido.
¿Eh? No, para nada, sólo estábamos reparando el automóvil – dijo con nerviosismo Patty, Stear sólo soltó una risa nerviosa
Claro, claro – dijo restándole importancia con la mano, ya se había divertido bastante con esos dos
-Luego molestaré a Annie y a Archie- pensó con malicia, ¡ja! Este día sería estupendo.
- Bueno, lo están arreglando, se puede saber ¿para qué? – dijo Candy sentándose al lado del lugar de Patty y sirviéndose una taza de té, le sopló y acto seguido le dio un trago, aún Stear no salía del shock, pero Patty rápidamente se sentó a su lado y comenzó a hablar:
- Bu… bueno estábamos pensando que… es que…
- Me ofrecieron un trabajo en una empresa en Nueva York – dijo Stear introduciéndose a la conversación y salvando de esa forma a Patty, aunque no entendía porque con ese tema se ponía tan nerviosa.
- No lo puedo creer, me alegro muchísimo, de seguro estarán fascinados con tu trabajo Stear – dijo Candy emocionada
- Bueno todavía hay algunos pendientes que debemos arreglar, antes de que sea definitivo, pero si todo sale bien, nos mudaremos para allá, calculo que como en uno meses, todo quedará resuelto –
- Sí – dijo Patty
- No importa, me alegro mucho por ustedes dos, ya se merecen un cambio, aunque no les mentiré que los extrañaré, hasta los inventos inservibles de Stear – dijo Candy soltando una carcajada
- ¡Oye! No todos son inservibles, ¿okay? – dijo también soltando una carcajada
Pero sólo una persona no se encontraba riendo, esa era Patty, que apenas y se asomaba una diminuta sonrisa en su rostro, Stear se dio cuenta, pero no quiso incomodarla más, así que no dijo nada, ya después lo averiguaría, pero Candy, como siempre tan despistada, no se dio cuenta, así que continúo hablando:
Bueno, veo que ustedes no les pegó la fiesta de anoche... – inmediatamente los dos se sonrojaron y la miraron con ojos gigantes
… ya que se levantaron temprano – terminó de decir aguantándose las ganas de reír
Sí…sí, es que… estuvo divertida, pero nos retiramos temprano, porque hoy nos levantaríamos temprano para arreglar el automóvil – dijo Patty, ya reincorporándose a la conversación
Ya veo – Candy nuevamente le tomó un sorbo a su taza de té, se retiraron temprano para divertirse, pero ya no dijo nada, ya los avergonzó lo suficiente por hoy
¿Y tú, Candy? ¿Qué haces levantada tan temprano, pensé que aún seguías dormida? – dijo Stear, desde su lugar en el automóvil, seguía trabajando
Bueno, sí, pero de repente se me fue le sueño y ya no quería estar en la cama, así que di un paseo por el jardín y fue cuando escuché ruidos aquí, así que vine a investigar y me los encuentro
Ah… sí... – dijo Patty y rápidamente cambió de tema, para evitar el otro, por tercera vez
Bueno, tal parece que sólo los que quedan en la cama son el Tío Abuelo y Aurora, ellos al parecer sí que están agotados – dijo ocultando su risa de diversión
¿Enserio? – dijo una sorprendida Candy - ¿Sólo ellos?
Así es – asintió Patty en respuesta
¿Pero? ¿Y Annie y Archie? ¿Y Anthony? –
Bueno ellos dos al parecer se fueron al pueblo, no se muy bien, pero los vi salir en el coche esta mañana – al oír esto, Stear alzó la mirada y se le quedó viendo a Patty ¿cómo era posible? Él no había visto nada. Algo se instaló en su pecho, ¿preocupación? ¿curiosidad? No lo sabía, pero ya lo averiguaría.
En cuanto a Anthony, bueno pues… - no sabía si era correcto decirlo o no, dudó - Salió con Eliza a cabalgar supongo…- dijo encogiéndose de hombros
Candy no dijo nada, sólo miraba sus pies, en su mirar se podía apreciar la tristeza que esa noticia le dio, pero también comprendía porque lo haría, ¡ja! Ahora ella es la que se quedaba sola.
Candy… - empezaba a decir Patty, ya que se dio cuenta que estaba decaída
No es nada… me alegro por ellos – dijo tomando un sorbo a su té, pero éste ya estaba vacío.
¿Quieres más? – preguntó Patty tomando la tetera
¿Eh? No gracias Patty, creo que iré a donde el señor Nicolás, dijo que hoy traerían una nueva rosa y me gustaría verla
De acuerdo, ¿pero de eso no se encarga Anthony?
Sí, bueno… pero ahora él está muy ocupado, así que no le veo ningún problema, nos vemos – dijo levantándose rápidamente y saliendo de ahí
Candy, ¡espera! – dijo Patty, pero una mano la detuvo sujetándole el brazo, ésta giro y encontró a Stear sujetándola
¿Qué haces? – dijo intentando zafarse – No ves que nos necesita
No Patty, déjala – ésta le miró incrédula – Necesita pensar – fue todo lo que dijo para que se calmara
Patty puso una mirada triste. Ya nada volvería a ser como antes.
¡Hey! ¿Qué tienes? – dijo Stear sosteniéndole la barbilla para que lo mirara, su atención, se centró en sus ojos, los cuales comenzaban a ponerse rojos y cristalinos
Nada – dijo limpiándose rápidamente sus ojos, que raro, últimamente estaba muy sentimental por cualquier cosa
Cómo que nada, ¿Por qué lloras amor? – dijo y Patty observó como la preocupación empezaba a asomarse en sus facciones
Soltó una ligera risa, confundiendo más al hombre que tenía frente a ella – No es nada, de seguro sólo estoy llorona, porque… bueno, ya sabes – dijo con una sonrisa
¡Ah! Es-está bien – dijo sonrojándose levemente – Quieres que te prepare un té o algo – dijo aún con preocupación
Patty sabía que clase de hombre era Stear. Un hombre que la amaba con toda su alma, jamás se imaginó que lo amara tanto, no podía sentirse más afortunada.
Ya no podía pedir más ¿o sí?
Terminó por sonreír, de esas sonrisas que volvían loco a Stear y dijo: - Porque no mejor me acompañas y me das un masaje señor Ardley – dijo con picardía y delineando su pecho
Stear nuevamente quedó en shock. Okay, número uno en la lista, averiguar que le está pasando a mi mujer, pensó, después vio los movimientos de Patty y supo que era una invitación no sólo para un masaje…
Dejó la herramienta en una mesa cercana y la cargó estilo nupcial, ella soltó un chillido por la repentina sacudida.
Muy bien señora Ardley, vamos a hacerle su masaje – dijo al tiempo que salía del lugar, rumbo a… bueno, sólo ellos dos sabían.
*/*/*/*
El camino crecía ante ellos, el viento arremetía contra su rostro, se sentía vivo, después de tanto…
El sol se veía imponente, calentándoles en ese día, los cascos de los caballos resonaban por el lugar. Anthony estaba feliz, pero estaría más feliz sino fuera por…
Anthony – y ahí estaba su mayor dolor de cabeza, cabalgando a su lado
Eliza – dijo mirándola.
Ella desde temprano lo buscó le dijo que tenía que ir a un lugar y que, si era tan amable de acompañarla, porque en el camino podría pasarle algo. Él no tenía muchas ganas, puesto que la anterior noche se había desvelado con la boda de sus amigos, pero su caballerosidad no le permitió rechazarla, además de que, si la Tía Abuela se enteraba, lo mataba. Pensar en eso, le dio un escalofrio en la espalda, ahorita no tenía ganas de lidiar con esa mujer.
Anthony, estás muy callado, ¿qué te pasa? – dijo con su típico tono chillón.
Nada Eliza, ¿falta mucho? – preguntó tratando con todas sus fuerzas de ser amable
Eh, supongo que no – dijo encogiéndose de hombros
¿Supones? – preguntó contando hasta diez
Sí, bueno, no sé muy bien donde queda, pero por lo que me dijeron está cerca – dijo comenzando a cabalgar más rápido
Espera Eliza, ¿cómo que no sabes dónde queda? – dijo tratando de alcanzarla
¡Ah! No te preocupes Anthony, ya casi llegamos, sólo sígueme
¡Oye, espera! – de repente apareció frente a ellos, un hermoso pueblo, Anthony jamás lo había visto.
Se detuvieron a la entrada del mismo, todos parecían prepararse para una fiesta, puesto que casi todas las personas se encontraban ocupadas arreglando los senderos, decorando sus hogares o negocios, etc. Eliza se bajó de su caballo y Anthony la imitó, él no tenía ni la más remota idea de qué hacían en ese lugar.
Ven – le dijo y acto seguido amarraron los caballos a un poste. Anthony la miró preocupado
No te preocupes Anthony, no tardaremos nada – le dijo con una sonrisa, él no estaba muy convencido, pero le hizo caso
Comenzaron a caminar por los senderos, Anthony se encontraba un poco desconcertado ya que había mucho ajetreo en las calles, de repente vio la figura de alguien salir de una tienda, era raro, porque tenía puesta una capucha y a cada instante volteaba a los alrededores, como si sintiera que alguien lo estaba siguiendo, pero en un descuido del sujeto, Anthony logró ver quien era.
¡Neil! – dijo con asombro.
Neil apuró el paso perdiéndose entre la multitud. Anthony también apuró el paso, quería saber que rayos estaba haciendo él en un lugar como ese, no lo malentiendan, es sólo que es increíble ver a un Leagan caminar en un pueblo, sin llevar sirvientes cargando cantidades enormes de bolsas; él estaba solo y encapuchado. ¿Qué raro no?
¿Por qué estará aquí? Pensó, muy en el fondo, no tenía un buen presentimiento, pero cuanto más quería atraparlo, parecía que había más gente que se cruzaba por su camino, dando como resultado que lo perdiera de vista.
Maldita sea.
Tsk
¡Anthony! – escuchó su nombre y se giró para ver quien le hablaba. Se encontró con la cara de desconcierto de Eliza.
Rayos, había olvidado que venía con ella. – Eliza, ¿qué ocurre?
¿Qué? No sé, tú dime. Te dije que me esperaras que no tardaba y cuando salí ya no te encontré
¿Qué? – ni siquiera se había dado cuenta cuando le dijo que la esperara
Después reconocí al hombre más bonito de aquí y supe que eras tú – Anthony se abstuvo de rodar los ojos ante semejante… comentario
Sí, perdona Eliza, me distraje con algo, pero no importa. ¿Ya tienes todo por lo que viniste? – dijo en un intento por cambiar de tema. Quería saber que hacía Neil ahí, pero algo le decía que preguntarle a su hermana no era lo correcto
¡Sí! Ya tengo lo que quiero, podemos irnos ya – dijo emocionada mostrando una enorme caja
Anthony levanto una ceja. ¡Eso era todo! ¡Un vestido! Se masajeo la sien con sus dedos, ¿por eso lo hicieron levantarse temprano después de una horrible desvelada?
La siguió para encontrarse con los caballos.
¡Vamos! – dijo y comenzó a cabalgar de regreso
Anthony se quedó observando fijamente por donde perdió de vista a Neil. Tramaba algo y él averiguaría qué era. Con un ligero movimiento le indicó a su caballo que avanzara.
Emprendía el regreso a casa.
*/*/*/*
Por milésima vez suspiró. Se encontraba aburrida observando el gran lago, desde hace tiempo había terminado de ayudar al señor Nicolás con lo de las rosas, calculo mal el tiempo y ahora disponía de mucho tiempo libre.
Anthony estaba cabalgando con la zo-Eliza, Stear y Patty, de seguro dándose amor, Annie y Archie no se les veía desde la mañana, acercarse a la Tía Abuela, ¡ni loca! Albert, pues, no lo quería molestar, de seguro estaba agotado.
Así que, al parecer, la pasaría sola. El viento sopló y su reflejo en el agua ondeo al compás, todo estaba sumido en un silencio ensordecedor, era una tarde bella, pero nadie con quien compartirla.
El crujir de unas ramas captó su atención y giró la cabeza. Grande fue su sorpresa al ver a la persona que menos esperaría ver.
¿Qué tal Candy? – saludó de manera elegante
¡Neil! ¿Qué haces aquí? – dijo con asombro
¡Oh! Nada, sólo paseaba y te miré. Vine a saludar, ¿qué? ¿es tan malo saludar a alguien familiar?
No, pero no pensé que te gustara este tipo de paisajes
¡Oh! Que mal concepto tienes de mí Candy, no soy tan malo como parezco, sólo que a veces tengo diferentes perspectivas de… afuera
Ya veo – dijo no muy convencida
En ese momento Candy observó que Neil traía un ramo de flores en la mano. Neil dirigió la vista hacia donde Candy observaba, armándose de valor se las extendió a ella.
Candy lo miró desconcertada, ¿Qué? ¿Era enserio?
¿Para mí? – dijo aún sacada de lugar
Por supuesto que sí o hay alguien más aquí estúpida
Candy cambió a una expresión de enojo – No tienes que ser grosero – dijo
Ash, siempre difícil – dijo y miró hacia otro lado – Sólo tómalas, ¿quieres?
No – dijo cruzándose de brazos. Nadie le hablaba así y terminaba saliéndose con la suya ¡Bah!
¡Ay! Escucha sólo tómalas, ya me quitaste mi buen humor y no estoy dispuesto a aceptar una negativa, ¿entiendes? – dijo agotando su paciencia.
Candy no hizo ningún movimiento de querer tomarlas, así que Neil se acercó a ella y a la fuerza hizo que las agarrara. Lista su tarea, se dio la media vuelta dispuesto a irse
Eres un maleducado Neil, no se le hace eso a una dama
Neil soltó una risa – Pero eres tú, así que no hay problema – siguió caminando y escuchó el improperio que Candy dijo, eso sólo logró que él volviera a reír. Esa chica…
Candy ya no hizo ademán alguno de querer alcanzarlo, al final terminaría ignorándola como siempre. Miró sus manos y observó el ramo de flores que le había dado (a la fuerza). Entre todas había una dulce Candy, la olfateó, siempre olían tan bien y en sus pensamientos surgió la imagen de aquel chico que le encantó desde la primera vez que lo vio en el portal de las rosas.
Pero sus ojos verdes denotaban tristeza, ¿Por qué tristeza, si pensaba en el chico que le gusta?
Otro suspiro salió de sus labios, ¿es que acaso hoy era un día deprimente para ella? que patético.
Nuevamente el viento le movió los cabellos y ella tenía tantas ganas de llorar, que estaba a punto de hacerlo, pero respiró hondo y se obligó a sonreír. Este era un problema mínimo a comparación con los que ya había vencido. No era nada.
Ella era fuerte, ella podía.
Con esos pensamientos caminó rumbo a casa, el tiempo había pasado relativamente rápido, ya estaba atardeciendo y en cualquier momento servirían la cena y con la Tía Abuela presente, bueno, era mejor no llegar tarde.
*/*/*/*
Llegó por fin a casa, pero le dolía todo el cuerpo, la cabalgada de regreso tardó más de lo previsto y después tuvo que acompañar a Eliza a su casa, porque "ya era tarde". Se encontraba dejando a su caballo blanco en los establos, una vez que lo dejó con bastante alimento se dirigió a la entrada de la mansión, ya era hora de cenar, aunque no tenía mucha hambre.
Pero algo en su camino lo detuvo, observó el jardín lleno de rosas y de entre todas divisó una cabellera dorada que se movía al compás del viento. Ahora o nunca.
Candy
Y la dueña de aquel nombre se giró. Sus ojos se encontraron y pudo notar una sorpresa pequeña en ellos. No esperaba encontrárselo ahí.
¡Oh! Anthony, que alegría verte, no esperaba verte aquí – confirmó sus sospechas
Sí, acabó de regresar, estaba…
Sí lo sé – dijo mirando las flores, un sabor amargo se empezaba a instalar en la garganta de Candy
¿Y tú? – dijo un incómodo Anthony, tratando de cambiar de tema en un intento de no hacer enojar a Candy
¿Yo? Anduve por ahí – dijo en voz baja
Candy, yo…
No Anthony, no quiero escucharte
Pero Candy que te pasa…
Nada, no me pasa nada – dijo dándose la vuelta y comenzando a caminar, pero Anthony la tomó del brazo y no la dejó ir
¿Qué haces? ¡Suéltame! – dijo forcejeando con él
¡No! Hasta que me digas que tienes, ¡Candy! ¿Qué pasa? – dijo igual forcejeando con ella
¡Nada! Ya te lo dije, sólo quiero que me dejes en paz – ésta le comenzó a golpear el pecho – Lo nuestro jamás podrá ser, ¿comprendes? No podrá ser, tu… yo… No- dijo comenzando a llorar, ahora débilmente golpeaba su pecho
Anthony la dejó ser, así que no decía nada cuando Candy lo golpeaba, él sabía que tenía que desahogarse. Le partía el corazón cuando lloraba, no quería verla así nunca más, poco a poco los golpes de Candy se fueron haciendo menos hasta llegar a ser inexistentes, la abrazó como nunca, no quería dejarla. Si por él fuera en esa posición se quedarían por siempre. Pero nada lo es.
Una vez que las aguas se calmaron, Candy lentamente se despegó de él y tratando de calmar la situación dijo con alegría, aparentemente, según ella.
¡Oh! Perdona Anthony, no sé qué me pasó – dijo limpiando los últimos rastros de lágrimas en sus ojos
Él estaba serio – Yo sí sé
¿Eh?
Que yo sí sé que te ocurre Candy
¡Ah! ¿Sí? Por favor ilumíname querido Anthony – éste notó el sarcasmo en su voz, pero prefirió ignorarlo
Te mueres de celos…
¡Ja! ¿Disculpa?
Sí, ya me oíste, te mueres de celos porque hoy fui a cabalgar con Eliza
Al escuchar ese nombre, el enojo que estaba dentro de ella, salió a flote - ¡¿Qué?! No me vengas con eso, ¿Yo, celosa? Por favor, sólo eso faltaba – dijo cruzándose de brazos
Sí, estás celosa – Candy ya iba a replicar, pero Anthony la calló rápidamente – Estás celosa porque pase el tiempo con Eliza, porque desearías estar en su lugar, porque fue ella quien me habló, quien me abrazó (él sabía que esto último no era cierto, pero tenía que hacerla sufrir, un poco, nada más) – al escuchar esto último Candy miró hacia otro lado. El corazón haciendo añicos.
Porque cada minuto deseas estar en los brazos de ese alguien, deseas que no mire a nadie más que a ti, que sólo sus labios se unan con los tuyos, nada más.
No, cállate. – dijo retrocediendo.
Pero no siempre se puede huir.
Que cada maldito minuto esa persona, se acerque a ti lentamente y te envuelva en sus brazos para jamás dejarte ir – dijo acercándose peligrosamente a ella
No, no, cállate, eso no es…
Cierto. – dijo mirándola intensamente – Es completamente cierto Candy. Todos los días muero por estar cerca de ti.
Pues no se nota, ya que estás con Eliza. ¡Anda! Ve con ella, ¡ya que siempre la acompañas hasta para ir al jardín!
Ella no me interesa y lo sabes – dijo divirtiéndose con sus berrinches
¡Ja! Si como no – dijo haciendo ademán de irse. Él le obstruyó el paso.
¡Claro que no, maldita sea! ¡Escucha! – Candy abrió desmesuradamente los ojos, jamás lo había escuchado gritar enojado
Siempre fuiste tú, Candy, siempre – dijo con aire derrotado – Siempre has sido tú, desde que te vi por primera vez en el portal de las rosas – el corazón de Candy empezaba a palpitar rápidamente – Luego en el baile… cuando te convertiste en hija adoptiva de nuestra familia y dieron una cena en tu nombre para celebrar, en la cual te veías preciosa, ahí supe que jamás te dejaría ir Candy. No mientras yo viviera – Candy no soporto más y las lágrimas comenzaron a bajar, mojando sus mejillas y cayendo cuando llegaban al final de su mentón.
Siempre te he querido Candy y siempre te querré – Anthony tomó su mano y la llevó hasta su pecho, donde se encontraba su corazón – Con todo mi ser – dijo finalmente poniendo toda su alma en esas palabras
¡Anthony! – dijo llorando ampliamente
Candy – dijo éste en un intento por acercarse a ella, pero ella retrocedió
No Anthony, no podemos – dijo mirándolo fijamente
¿Por qué no? Te amo y tú me amas, no veo porque no – Candy negaba con la cabeza una y otra vez, el nudo en la garganta cada vez se hacía más fuerte
Existen muchos problemas que jamás nos dejarán ser felices, personas que no son felices viéndonos juntos
¿Y? Candy los demás no me interesan, sólo me importan nosotros – dijo desesperadamente
Candy negaba una y otra vez -Anthony nosotros jamás…
¡Basta Candy! ¡Basta! Si ya no me amas, ¡sólo dilo! Pero ya basta. Sólo dilo y regresa con él
¿Qué? ¿De qué estás hablan…
Todo este drama es porque ya no me amas y no sabes cómo decirlo ¿cierto?, ya que está él.
El desconcierto en Candy era cada vez mayor. – No, ¿de qué estás hablando? – Anthony bufó
Estoy hablando de ese inglés, de ese Granchester – dijo con desprecio. ¡wow! Esto era nuevo, Anthony mostrando desprecio hacia a una persona
¿De Terry?
¡Ja! Así que es "Terry". No me interesa, sólo vete Candy – ahora él hacia un movimiento para irse, pero la voz de Candy lo detuvo
Candy sentía que su alma se le iba y que jamás iba a regresar.
¡No! ¡No es cierto! – Anthony giró para verla – No lo amo, creí que lo amaba, por todo lo que pasamos – al escuchar esto los ojos de Anthony se ensombrecieron – Pero al único al que amo, es a ti, Anthony – él alzó la mirada y la encontró nuevamente derramando lágrimas – Siempre te he amado, desde el portal de las rosas. ¡Y sí! Estaba celosa y triste porque estabas con Eliza y no conmigo, desde tu regreso estás más con ella que conmigo.
Sé que tengo la mayor parte de culpa por dudar de mí y de ti y hacerte sentir mal, pero en ese momento ni yo misma sabía lo que estaba haciendo; pero al final me di cuenta, que haga lo que haga, nunca podré dejar de amarte, porque siempre fuiste tú – Candy bajo la mirada, Anthony no podía creer lo que estaba escuchando
Siempre fuiste y serás todo en mi vida Anthony. Porque te amo. – esto último lo dijo levantado la mirada para hacer frente, por fin, lo que por mucho tiempo se había callado.
Pero no tuvo tiempo de procesar todo, porque en ese momento sintió unos cálidos labios sobre los suyos.
Anthony la estaba besando. Por tanto tiempo había soñado con eso, que se sentía como otro más. Él la abrazo con más fuerza, como temiendo que en cualquier segundo se desvaneciera, ella, colocó sus manos cobre su cuello, profundizando el beso. Un beso que ambos habían deseado en secreto.
Ambos eran primerizos, pero no les importó. Fueron algunos segundos, pero para ellos era una eternidad. Al fin se separaron juntando sus frentes, las respiraciones eran agitadas, ¡cielos! Y todo eso en unos segundos.
Permanecieron en esa posición unos instantes más, hasta que Anthony habló:
Jamás vuelvas a dudar de mí, ¿entiendes? – tomó la cara de Candy entre sus manos – Te amo y no quiero que ningún otro hombre se te acerque en lo que me queda de vida ¿oíste?
Candy soltó una ligera risa - ¿Qué? ¿Estás celoso? – dijo con picardía
No tienes ni idea, cada vez que te veía con ese inglés, quería agarrarlo a golpes – dijo tratando de disipar el odio que se estaba formando en su interior
Nuevamente soltó una risa – No puedo creer que el gran Anthony Ardley, quiera golpear a alguien, que poco apropiado – dijo fingiendo inocencia
Ahora era su turno de soltar una risa – Pero mira quién habla, la que se pone celosa sólo con un saludo de ella – dijo acentuando más su risa al ver la cara de Candy
Si vuelves a acompañarla a algún otro lugar, verás como que me llamo Candy, ¿oíste? – dijo mostrando enojo, pero sólo logró que él se riera más
De acuerdo mi pequeña – le dio un beso en la frente – Ni tú, ni yo, ¿hecho?
Ella sonrío – Hecho – se acercaron para darse otro beso, pero algo los detuvo, un sonido bastante fuerte, voltearon hacia el cielo, porque de ahí vino el sonido, acto seguido se empezaron a mojar, porque para su mala suerte, empezó a llover.
Se miraron y rieron como nunca en sus vidas. Les importó poco que ya estuvieran empapados, ellos se besaron nuevamente.
Después se preocuparían por las consecuencias, sólo existía el ahora y ellos ya habían esperado mucho por esto.
Porque después de mucha tragedia, ¿qué es un poco de felicidad?
¡Hola! ¡Bienvenidos de nuevo!
Después de siglos, la esperada continuación, gracias por seguir la historia después de tanto, son lo mejores seguidores que he tenido, aprecio mucho sus comentarios. Perdonen que no los responda, pero los leo y eso me motiva a seguir escribiendo ¡Gracias! No podía dejar de escribir, de verdad disfruté mucho escribiendo este capítulo, ya era justo que los recompensará con algo digno y aquí está el resultado.
Espero lo hayan disfrutando muchísimo. Cualquier duda me lo pueden hacer saber por PM o en los comentarios. ¡Ah! Una duda, ¿quieren que haya escenas bien preciosas, como los adultos que son? Jajaja ¿o seguir con la inocencia demostrada antes de este capítulo?
También les hago una pequeña invitación para que lean mis otras historias, Padre, Recuerdo, Sola, Te encontré; no son de Candy Candy, pero pues considero que no están tan mal, son historias cortas, pero bien bonitas, jajaja, se los dejó a su criterio.
¡Hasta la próxima!
Atte:
A. S.