Ya volví, ya estoy aquí, no morí, sobreviví.
Eso sí, puedo escribir poco porque me canso, así que actualizaré lento pero seguro xD

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Greg miró con nostalgia a aquel paraguas colorado, luego suspiro con una media sonrisa cruzando su rostro, estiró su brazo con la intención de tomar otro de aquellos valiosos paraguas pero el mismo se negó a salir de la caja, con curiosidad se incorporó de su asiento y se asomó dentro del contenedor y lo que vio le hizo soltar una sonora carcajada.

Se limpió las pequeñas lágrimas que escaparon de sus ojos y utilizando ambas manos extrajo aquella masa amorfa de cartón y pequeñas varas de bambú…

-3 AÑOS ANTES-

El día estaba extrañamente soleado, perfecto para salir solo con una bermuda, una camisa ligera y calzado deportivo en una tranquila caminata por el parque.

Iba trotando por el pequeño camino empedrado que rodeaba el césped del lugar, tenía puestos sus audífonos para amenizar su ejercicio de media mañana e iba tarareando la melodía mientras movía su cabeza de lado a lado al compás del sonido, los días soleados lo ponían especialmente feliz, estuvo a nada de brincar en el último solo de guitarra pero se contuvo y se limitó a cerrar sus ojos mientras se deleitaba con la música y cuando éste terminó los volvió a abrir.

-Que ridículo eres, Graham.

Giró su cabeza tan rápido hacía atrás que por poco se rompe el cuello, para encontrarse detrás de él a Sherlock que le miraba seriamente.

-¿Qué demon…?- no pudo terminar de formular su pregunta por qué a lo lejos vio una mancha color crema acercarse vigorosamente y en pocos segundos la mancha adoptó la silueta del Dr. Watson.

-Hola… Greg…- dijo entre cortadamente John, mientras intentaba recuperar el aliento, luego se giró hacia el pelinegro –Toma- le dijo mientras le ponía en frente un cono con helado de vainilla –Cómelo pronto, se está derritiendo después de que me hiciste perseguirte por medio parque- le reclamo con el ceño fruncido.

Sherlock tomo el barquillo, encaró al doctor y le dio una larga y casi obscena lamida al helado que dejo estupefacto a Lestrade y rojo a John –Debí de haberte pedido una paleta ¿No crees John?- cuestionó con una seriedad analítica que daba a entender que en verdad no tenía idea del shock que provocó en el cerebro de ambos observadores.

-Y-yo pues si quieres, yo-yo… -John estaba perdido en esa boca y su maravillosa lengua, pero el culpable no se daba por enterado.

-Como sea- le cortó el pelinegro y se volvió hacia Lestrade –Llevo preguntándote desde hace 4 minutos si ya están listos los resultados de la autopsia de la muerta de ayer.

-Por si no lo notaste, tenía puestos los audífonos, obviamente no te iba a escuchar- le contestó molesto el peliblanco.

-Uhm… yo pensé que simplemente te había vuelto más retrasado- le contestó airado y antes de que pudiese contestarle, volvió a hablar- Por la ridícula forma en que estás vestido y la forma tan estúpida en la que estás perdiendo el tiempo, puedo deducir que es tu día libre, así que me voy, correr detrás de ti ha sido una pérdida de tiempo, vamos John, creo que puedes comprarme esa paleta ahora- dijo mientras le daba la espalda al inspector haciendo ondear su estrafalario abrigo (que debía de estarlo asando por el calor que había, pero el muy narcisista no se lo quitaría ni aunque estuviese en el Sahara) y John lo siguió como si en ello se le fuera la vida.

Lestrade los observó irse –Esos dos están raros…- murmuró para sí mismo.

-Y que lo diga- contestaron a su espalda.

Como en un dejá vù, el ID volvió a girar su cabeza, pero esta vez algo tronó en su cuello, haciendo que un pequeño quejido saliera de sus labios.

-¿Estás bien Gregory?

-Sí, sí, no te preocupes- le dijo mientras se sobaba el cuello- Ustedes los Holmes tienen la costumbre de aparecer de la nada.

-Yo no aparecí de la nada- contestó tranquilamente -El día está perfecto para salir a respirar un poco de aire fresco, así que estaba sentado en aquella banca –le señaló un lugar detrás de unos arbustos bajo la sombra de un árbol -Leyendo desde hace un par de horas, es más, le he visto darle 7 vueltas al parque- le informó.

Greg se sonrojó un poco, tan ensimismado estaba en su música que no noto la presencia de su amigo en ninguna de las siete ocasiones que paso por enfrente del mismo –Yo, lo siento Mycroft, pero es que…

-No hay de que avergonzarse Gregory, no puede estar alerta toda la vida, además no has sido el único que no me notó –Greg levantó una ceja mientras le miraba- Sherlock tampoco lo hizo, de lo contrario no habría hecho esa demostración tan vulgar, sabría que yo notaría su falsa ignorancia sobre sus actos, sus intenciones con John cada día son más descaradas y el pobre doctor cree que lo está alucinando- finalizó con una pequeña risa nasal –Como sea, eso no me incumbe, pasando a otro tema, tome- le dijo mientras le alcanzaba una botella con bloqueador –Si va a estar en la calle es mejor que se cuide del sol, sé que quiere disfrutarlo pero no se exceda.

-Oh vaya, gracias ¿Y tú?- le preguntó.

-Ya me he puesto, además llevó esto- le dijo mientras se acercaba a la banca y tomaba el objeto que sobre ella reposaba.

-Ah, cierto, tu siempre llevas tu paraguas encima- comentó con una sonrisita.

-Este no es un paraguas- le informo repentinamente serio, como si acabase de decir la peor blasfemia del mundo –Es una sombrilla.

-Bueno, es lo mismo- contesto Greg con una sonrisilla nerviosa intentando aligerar el ambiente, sin embargo lo empeoró.

-No, no lo es- le corrigió el gobierno británico.

-Sirve para taparse ¿no? Técnicamente tienen la misma función- le dijo un poco molesto también "¿en serio estaban teniendo una discusión por algo así de estúpido?" pensó Lestrade.

-No es estúpido para mí- le contestó Mycroft, como si acabase de leerle la mente, lo cual a estas alturas ya no le sorprendía.

La discusión se prolongó un par de horas, tiempo suficiente para que el cielo se nublara y poco a poco anunciara la llegada de una nueva lluvia.

Cuando cayó la primera gota, Mycroft se apresuró en llamar a su chofer y en cuestión de segundos su auto estaba a la orilla de la cera esperándolo, el pelirrojo se acercó al carro seguido por Lestrade quién siempre recibía un "aventón" a su casa, pero ésta ocasión fue diferente, el pelirrojo se subió al auto y cerró la puerta detrás de él, luego bajo la ventanilla y ante un estupefacto Lestrade sonrió con un deje de burla y le tendió lo que él denominaba sombrilla, Gregory lo recibió con un claro signo de duda surcando su cara y entonces el pelirrojo habló –Úsalo y verás que una sombrilla no es lo mismo que un paraguas- después subió el cristal y el carro desapareció en medio de la avenida principal.

Greg se quedó atónito ante lo que acababa de pasar, sin embargo cuando sintió las gotas de lluvia golpear su cabeza, decidió usar el artefacto que tenía entre las manos.
Cuando abrió lo que él denominaba paraguas, la lluvia sobre su cabeza se detuvo, comenzó a andar rumbo a su casa pero no dio más de diez pasos cuando el agua comenzó a filtrarse y pronto descubrió que el material era muy distinto al de un paraguas, pues éste no era impermeable, la tela no era tela, era una especie de cartoncillo obscuro y la estructura no era de metal era de delgadas tiras de bambú.

En cuestión de minutos el "paraguas" estaba completamente deshecho y él estaba totalmente empapado.

_TIEMPO ACTUAL_

Greg tomó la bola de cartón que en algún momento había sido una hermosa y cara sombrilla y con pesar decidió que ya debía de terminar en la basura, sin embargo tomó el delicado mango y lo separo del resto del material para guardarlo como recuerdo de aquella semana en que terminó tan mojado que se enfermó y Mycroft como disculpa fue a cuidarle durante 4 días. Aún recuerda la cara de arrepentimiento que tenía el pelirrojo cuando le abrió la puerta de su casa y lo vio con los ojos llorosos y una tos horrible, la culpa lo orilló a prepararle deliciosas sopas caseras para que se repusiera más rápido, dio la orden de que le pagaran la incapacidad en su trabajo, le llevó las mejores medicinas que había y aún recuerda con satisfacción las veces que echó a Sherlock a la calle cuando iba a molestarlo por no darle casos.

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Y Mycroft tenía razón, un paraguas no era lo mismo que una sombrilla ¿Cómo pudo dudar de un experto en el tema?...