Harry Potter pertenece a J.K. Rowling. Moi escribe esto en su tiempo libre. Nada más y nada menos.
Este fic participa en el Festival Top!Draco: AU's 2016 de la páginas de FB: We love Drarry y I Love BottomHarry.
Personajes: Draco Malfoy/Harry Potter.
Género: Romance/Nostalgia.
Advertencias: AU (Universo Alterno)/Slash/Lemon. Esta historia cuenta personajes del Potterverso desarrollándose en un universo completamente distinto al planteado por Jo. También se incluye una relación homosexual y escenas que podrían ofender a alguien. Si no te sientes a gusto, ruego abandones el fic cuanto antes. Dicho está. Sobre advertencia no hay engaño.
Fernweh
por:
PukitChan
Capítulo 1
Fotógrafo
[Del griego φωτός, 'luz'; γράφος, 'escritor'.
«Escribir con luz»]
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«Ya no puedo ver a nadie en el lugar donde nos conocimos.
Cordones plateados enlazan nuestros destinos,
sueños insondables de los que jamás podrás despertar.
El pasado no puede ser reparado.
En otra encarnación te buscaré…
hasta ese entonces, espérame en aquel lugar donde nos conocimos.»
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A cada paso que daba, por cada centímetro que avanzaba, el único sonido que Harry podía escuchar era el de las piedras crujiendo bajo sus pies. No le molestaba; de hecho, podía decir que le gustaba y era mucho más agradable que el horrendo chillido de las aves posadas sobre las enormes rocas, que no dejaban de anunciarle aquel frío amanecer.
Por inercia, cuando Harry alzó la vista hacia el cielo despejado, levantó la mano izquierda para proteger sus ojos de los primeros rayos del sol. Después de casi un mes visitando a diario ese lugar, quizá no debería mostrarse tan sorprendido, pero aun así se sintió abrumado por el esplendoroso sol que hacía brillar a los enormes icebergs que, más abajo y en un apacible lago, flotaban inmunes a ello. Se trataba de un paisaje precioso, iluminado. Era el tipo de paisajes que él adoraba capturar. Harry se alegró de haberse obligado a despertar tan temprano, a pesar de que la noche anterior apenas había dormido a causa de su búsqueda de la toma perfecta sin poder hallarla.
Y eso, en cierta manera, representaba un enorme problema. Su estadía en Jökulsárlón, el más hermoso lago glaciar de Islandia, había sido pagada por una marca irlandesa de whisky que decidió usar aquel etéreo paisaje para la promoción de la nueva marca de su línea de costosas bebidas. El dilema radicaba en que Harry tenía cuatro semanas para escoger el paisaje ideal (el ángulo perfecto, la luz más clara, la vista más bella) para el rodaje del comercial y ya habían pasado tres. Y él, por supuesto, aún no había tomado una decisión. Seguía sintiéndose insatisfecho.
En días pasados, Harry había estado comunicándose mediante e-mails con Hermione, preguntándole su opinión respecto a distintas fotografías que le envió. Ella, como no podía ser de otra manera, dio sus más honestos comentarios. Como amiga, ella admiraba y adoraba su trabajo. Como representante, era seria y estricta, y quizá por eso Harry sabía que todas sus palabras serían importantes, sobre todo porque se sentía intimidado ante la idea de que cientos fotógrafos antes que él, mucho más experimentados y talentosos, ya habían dejado su legado de Jökulsárlón en exposiciones y museos. Pero Hermione, la chica que comprendía los sentimientos puestos en palabras, inclusive cuando estas fueron escritas en un teclado a cientos de kilómetros de distancia, le había dado la respuesta correcta.
«Estoy segura de que allá afuera existe un escenario que está esperando a ser capturado solo por ti.»
Hermione. Sin ella, Harry probablemente nunca habría abandonado su silenciosa y privada cuenta de Instagram, donde sus escasos amigos lo animaban día a día al escribir amables comentarios sobre cuán buenas eran sus fotografías. Si bien al principio él no lo creía, su vida dio un vuelco completo cuando Hermione lo animó (más bien lo obligó) a participar en un modesto concurso de fotografía que, para su absoluta sorpresa y una enorme satisfacción de su amiga, terminó ganando. Poco después, las puertas al mundo de la fotografía profesional se abrieron para Harry mediante clases y modestas participaciones. Y ya fuera por suerte, talento o una eclética mezcla de ambas cosas, Potter consiguió la oportunidad de aportar la imagen principal para el artículo de una revista de moda que insistía en hablar de la protección del medio ambiente y sus criaturas, aun cuando las encuestas revelaban que era el tipo de notas menos leídas por su público de veinticinco a cuarenta y tres años. El resultado de ello fue una donación de cincuenta mil dólares para la conservación de los orangutanes al oeste de Borneo, porque la fotografía de Harry (una orangután intentando salvar a su cría de la tala indiscriminada en su hogar) había conmovido hasta las lágrimas a un famoso actor, que en su cuenta de Twitter escribió: «Una imagen dice más que cien palabras, y en este caso es cierto. El trabajo de este fotógrafo es humano y conmovedor. Lloré.»
La imagen se volvió viral, y entonces el nombre de Harry Potter comenzó a crecer. Y ahora estaba allí, casi seis años después, siendo un famoso fotógrafo especializado en paisajes, cuya participación en la cuenta de National Geographic en Instagram, era de las más queridas… aunque de nada serviría todo aquello si Harry no llegaba a cumplir correctamente su nuevo trabajo.
Repentinamente irritado por sus propios pensamientos, Harry detuvo su caminata para ver a su alrededor. En las orillas de un lago gobernado por icebergs y aves, él no era el único visitante humano: más allá, una pareja se tomaba fotografías junto a un reducido grupo de turistas, cuyo guía era un amable anciano llamado Albus Dumbledore, con quien Harry había conversado en más de una ocasión. No obstante, y a pesar de la edad que parecía tener, los movimientos de Albus eran fuertes y rápidos, casi como si compensaran la suavidad y la tristeza de su mirada azul. Harry sabía que el anciano había dedicado los últimos años de su vida a Jökulsárlón motivado por una nostalgia de la que no hablaba, pero que tenía nombre y apellido: Gellert Grindelwald.
Entonces, al mirar con atención a Albus, Harry lo supo. Supo que hacía varios días había encontrado lo que debía fotografiar, pero hacía falta una soleada mañana como esa, donde la nieve y los glaciares brillaban más que nunca. Un día donde los ojos azules de Albus, llenos de una tristeza que su comprensiva sonrisa no lograba borrar, miraran hacia el lago como el único lugar donde por fin logró encontrar un poco de consuelo para su solitario corazón.
Harry aguardó pacientemente mientras Dumbledore hacía aquel recorrido turístico diario. Se dedicó a ajustar los lentes de su cámara y tomar alguna que otra fotografía hasta que el grupo de turistas se encontró con sus cuarenta minutos libres para caminar por el lugar. Para su sorpresa, al evitar a dos jóvenes mujeres que se tomaban una selfie, Harry perdió a Albus de vista. Caminó durante otros quince minutos por toda la orilla hasta que escuchó un pequeño comentario acerca del guía. De inmediato buscó a aquello de lo que los turistas hablaban y Harry encontró el paisaje más solitario del lugar: Albus, de pie sobre una roca rodeada por el helada agua, miraba hacia los icebergs. El punto donde se encontraba se veía precioso, con sus colores azules y blancos brillando, creando reflejos maravillosos en el agua mientras el anciano hombre formaba parte de aquel nostálgico paisaje. Harry levantó su cámara, convencido de que sin Albus aquello jamás luciría de la misma forma y fotografió, justo en el momento en el que el otro volteó su rostro y sonrió.
Harry lo capturó.
Atrapó una maravillosa escena entre su cámara.
Y por un instante, por un maravilloso momento, Harry sintió que capturó la tristeza en el corazón de Albus Dumbledore.
La fotografía fue un éxito, al igual que el escenario que escogió.
Y Harry, ese solitario Harry, creció una vez más.
•
Él no recordaba que el aeropuerto de Londres fuera tan frío. Ni siquiera Jökulsárlón, con sus temperaturas errantes, le había parecido tan frío como en esa medianoche mientras caminaba por los concurridos pasillos de Heathrow. Vagamente, Harry pensó que después de tantos meses sumergido en un proyecto tan solitario como lo fue Jökulsárlón, le haría bien la compañía que siempre traía consigo su breves estadías en Londres.
Nunca imaginó que aquel pensamiento lo terminaría acosando durante los siguientes meses como una profecía carga de un horrendo humor negro.
—¿Hermione?
—Bienvenido de vuelta, Harry. Esperábamos con ansias tu regreso.
—¿Por qué estás aquí? Es decir…
—Porque te tengo un trabajo.
—¿A estas horas?
Ella sonrió.
—Es sobre la industria de la moda.
A Harry le aburría la moda y ella lo sabía. No entendía por qué había elegido precisamente ese trabajo.
Nunca creyó que eso fuese a cambiar su vida por completo.
Autora al habla:
¡Bueeeeenas noches! Es un inicio breve, pero quería presentar este fic hoy, antes de irme a dormir y a maldecirme a mí misma en unas horas por no haber dormido casi nada. Esta historia será pequeña y nostálgica, cargada de una dosis de nostalgia. Muchas gracias de antemano a cualquier amable y solitario lector que quiera acompañarme en esta breve lectura. :3
Y gracias a I Love Bottom Harry y a We Love Drarry, en face, por la organización de este proyecto. ¡Larga vida al Drarry!
La escritora perdida, PukitChan.
Os quiero.