Declaración: Los personajes de Naruto no me pertenecen, lo único mío aquí es la historia. –

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Genie II

Capítulo 7: El amor.

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– ¿Qué pasó con tu tío luego de despedirlo? – Preguntó cuando la curiosidad la embargó.

Había pasado más de un mes desde que inició la búsqueda de Itachi alrededor del mundo, tiempo en el que Sasuke no comentó nada para no perturbar su concentración. Él se encontraba mirando su notebook hasta ese momento, y sin dejar su temple característico respondió:

– Mientras yo viajé donde se realizaban las búsquedas de mi hermano, Madara fue a rogar por un empleo a Naruto. Ese dobe lo contrató pese a que le advertí del peligro que significaba tenerlo… Finalmente Madara hizo lo suyo otra vez y Naruto ya se encargó con cargos legales.

Sakura asintió.

– ¿Tienes algo nuevo?

La verdosa mirada de Sakura indicaba que la pregunta la tomó por sorpresa. No había dicho nada hasta ahora, porque simplemente no podía encontrarlo. El hermano de Sasuke no estaba ni en el lugar del incidente, ni mucho menos alrededor del mundo. Por más que se concentrara y buscara no estaba.

Era definitivo, Uchiha Itachi había muerto.

Ahora… Mirando los intensos ojos color de piedra ónix que su invocador poseía y que por primera vez parecían tener un brillo de esperanza se le hacía imposible confirmar lo que otros dijeron acerca del final trágico de su hermano. Solo negó mientras suspiraba frustrada. Sasuke hizo una mueca con su boca, demostrando su decepción.

El Uchiha se levantó de repente. Alertándola. Y en silencio se dirigió hasta la puerta, donde colgado estaba su abrigo y sus llaves.

– ¿Sasuke-kun? – Preguntó temerosa del estado anímico nulo que parecía tener su invocador.

– Solo iré a dar una vuelta. Sigue buscándolo. – Pidió mientras abría la puerta de entrada. – Por favor.

La genio se sorprendió en gran medida al escuchar aquella petición. Pues la voz del Uchiha parecía estar algo quebrada y ella no podía hacer más que seguir engañándole con falsas esperanzas.

– Claro… – Susurró bajo, con el sentimiento del fracaso marcado en su ser.

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El Uchiha no había vuelto en más de dos horas y Sakura estaba completamente preocupada. Mordía sus uñas con desesperación mientras recorría el departamento mirando por cada ventana que pudo hacia el exterior esperando encontrarlo. De tantos nervios no le era posible controlar la habilidad que hasta hace dos días utilizó mucho buscando al hermano de Sasuke y cuando tocaron suavemente la puerta supuso que sin lugar a dudas era el moreno Uchiha así que corrió a abrirle la puerta.

– ¡Sasuke-kun! – Gritó con los ojos cerrados sin controlarse, pero en unos segundos unos cálidos y frágiles brazos rodearon su cuerpo en un abrazo cálido. Su mirada de inmediato reconoció a la persona afectuosa y esta era: – ¡Hinata!

– Sakura-chan. – Saludó dulcemente cuando se separó del abrazo. Invitó a la genio de azules cabellos a pasar a la morada, Katsuyu salió de la reliquia y saludó cortésmente a la ojiperla.

– Veo que Sasuke-san pudo invocarte… – Comentó alegre.

– Si… – Aseguró desviando la mirada un tanto sonrojada, pero cuando la vergüenza se fue y se fijó mejor en su amiga preguntó: – ¿Y esas ropas?

Hinata respondió temerosa de la reacción de su amiga. – Yo... Ahora soy humana.

– ¡¿Qué?! – Hinata cerró los ojos arrepentida un poco de la forma en que dijo algo tan importante como eso, sobretodo a una genio como lo era Sakura. – Esto no puede ser… ¡¿Cómo?! – Preguntó la pelirrosa anonadada y sin saber exactamente cómo sentirse. Jamás había escuchado de una genio que pasaba a ser humana. – ¡¿Quién fue?! – Terminó preguntando al final de su histeria no encontrando más lógica solución que algún idiota humano malvado pidió tal maleficio contra la dulce Hinata.

Ella intentó calmarla cuando tomó sus hombros y se apoyó un instante en ellos. Sakura ahora tenía la atención puesta en ella para escucharla decir con un rubor color rosado fuerte: – N-Naruto-kun…

– ¿Naruto? – Preguntó con la sensación de que había escuchado aquel nombre anteriormente.

– El mejor amigo de Sasuke-san… – Describió con el sonrojo aún en sus mejillas.

De inmediato Sakura tuvo pequeños recuerdos del rubio, aquel chico de rubios cabellos y sobrino de Jiraiya. Aquel idiota que jamás se había detenido a mirar su reliquia ni mucho menos a frotarla; Oh si, aquel mismo que según Sasuke contrató a Madara a pesar del advertimiento de su invocador. Ese idiota era el que había hecho que la tierna Hinata ahora fuera de la raza humana, ¡ya se las pagaría shannaro!

– ¿Cómo es entonces que nos recuerdas? – Preguntó Katsuyu interrumpiendo su grito de guerra interno contra el rubio de tez morena.

– ¡Es cierto! – Comentó cuando comprendió lo que su animal mágico preguntó.

– Porque yo… – Respondió haciendo chocar sus dedos intentando poder explicar bien el momento. – Kurama hizo que volviera mi memoria.

– ¿Y por qué Naruto pidió que fueras humana? – Preguntó no pudiendo aguantar más con la incertidumbre.

La peliazulada se sonrojó de inmediato, incluso más que la vez anterior. – Es que… Estamos e-e-enamorados.

– ¿Enamorados? – Cuestionó con completa inocencia del tema. Extrañada de escuchar una palabra tan extraña.

Hinata asintió. – Si. Es cuando tu corazón late tan fuerte y rápido cuando estás con esa persona, pero eso no es algo alarmante, ya que lejos de sentirte mal te sientes feliz.

Sakura estaba sorprendida. Juntando todas las piezas del puzle logró encontrar la respuesta de una pregunta que hace tiempo buscó:

Estaba enamorada de Uchiha Sasuke.

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Enamorarse.

¿Era algo permitido para un genio?

Hinata lo había hecho, pero ella… ¿Por qué no se enamoró antes?, ¿era algo normal para los genios?, ¿qué tiene Uchiha Sasuke de especial del resto de los mortales que la habían invocado a lo largo de sus doscientos dos años de magia?, ¿acaso estaba destinado?, ¿el invocador de tal número era el "premiado"?, ¿así se suponía que debía ser?. Entonces si Naruto o Jiraiya la hubieran encontrado ¿se habría enamorado de alguno de los dos?

– ¡No! – Chilló al imaginarse enamorada del peliblanco explorador.

Tenía tantas preguntas invadiendo su mente, Sakura tocó sus cabellos cortos como esperanza de que al hacerlo aparecieran las respuestas a todas sus preguntas. Ya que ahora que lo pensaba… En su tiempo de entrenamiento (al nacimiento de un genio) en el universo mágico sólo les enseñaban lo básico; que era "Cada vez que tengas un invocador le deberás 3 deseos, una vez cumplidos se te asignará otro lugar en el mundo".

Ahora que estaba metida en este problema venía a notar todas las respuestas faltantes.

– Sakura-san, hay bastantes genios en el universo mágico, pero si te das cuenta no hay muchos en este mundo. – Comenzó a explicar la babosa sabiendo perfectamente los pensamientos de su ama. Sakura la miró sin comprender su punto realmente. – Es probable que sí tengamos un destino, que nuestra vida como genios sea por un tiempo… Así vendrán las nuevas generaciones de genios, como tú lo hiciste hace doscientos dos años.

Sakura la miró asombrada. Katsuyu tenía razón. O al menos, era bastante convincente su punto de vista.

– ¡Sí! – Aseguró ya más confortada de encontrarle una lógica a su gran problema.

Entonces realmente no había mucho problema con su enamoramiento…

– En realidad sí. – Comentó Katsuyu algo triste. – Si Sasuke-san no siente lo mismo, él pedirá sus deseos y luego tú desaparecerás de su vida.

Oh no, era verdad.

– Entonces ¿qué puedo hacer Katsuyu-sama? – Preguntó afligida por toda la situación.

La babosa pensó unos momentos antes de recomendarle algo que sería muy difícil de hacer para su ama. – Deberás alejarte de él.

– ¿Qué? – Miró incrédula. – Yo no puedo...

– Esperarás a que él pida sus dos deseos restantes. Si no quieres sufrir después toda la vida mágica que tienes por delante será mejor que no compartas tanto con él. – Explicó.

En ese mismo momento las llaves se sintieron del otro lado de la puerta, abriéndola. Era cerca de la medianoche y Sasuke aparte de verse cansado no parecía haber llorado, ni bebido alcohol. Él simplemente dio una caminata larga ese día.

Sakura lo contempló en silencio mientras su colgaba su abrigo y las llaves. Era un joven adulto alto, de cabellos y ojos de un color negro profundo y de tez angelicalmente blanca, como si fuera un ángel o algún demonio. Era perfecto. Su cuerpo y porte era lo que más destacaba a simple vista, y su historia… Era lo que más intrigaba a Sakura para saber más de él. Un completo misterio.

Cuando Sasuke se dio la vuelta la quedó mirando en silencio unos segundos. Probablemente esperando algo. Su saludo. Pero esa vez el saludo animado no estaba así que por primera vez incómodo con la situación dijo:

– Hola.

La mirada de Sakura reparó en esos pozos azabaches que poseía de ojos y la desvió de inmediato dándole la espalda y dirigiéndose a la reliquia.

– Buenas noches Sasuke-kun. – Susurró bajo dejándolo solo en la entrada de su departamento.

¿Acaso había pasado algo en su ausencia?

Preocupado la siguió y la llamó. – Sakura. – La genio de vestimentas rosadas lo miró sin tener en sus verdosos ojos el brillo alegre de siempre. – ¿Encontraste algo sobre Itachi?

Sakura tragó grueso, pues no esperaba esa pregunta. No tan de repente y el mismo día. Debió suponerlo, en la mañana le había brindado grandes esperanzas.

Todas falsas.

– … – Ella no responde y Sasuke no preguntó más acerca del tema. De alguna manera Sakura pudo percibir que había comprendido lo difícil de la situación. Pero ver en su cara que seguía intentando ser paciente y mantener la esperanza prefirió sincerarse. – Lo siento. – Dijo finalmente con la cabeza gacha. No había podido ayudarle en absoluto.

– Mañana podrás concentrarte de nuevo. – Comentó él malinterpretando su mensaje y dirigiéndose a su habitación tranquilo.

– … No. – Dijo por fin. Con sus manos apretadas en puño dándose ánimos de comunicar la noticia. Sus lágrimas brotan de sus ojos con toda la tristeza que significaba decir todo eso. – Lo siento, lo siento, lo siento, lo- – La interrumpió Sasuke tomándola de los hombros, no comprendiendo totalmente o ignorando el motivo de tal disculpa. – Sasuke-kun lo siento tanto… Tu hermano no sigue con vida.

El Uchiha cierra sus ojos ante la verdad innegable que le daba la vida. La soledad que le iba a perseguir por siempre. Las lágrimas de dolor puro, soledad, angustia, tristeza y rabia salieron de sus ojos dejando ir el último rastro de esperanza que guardó en todo ese tiempo de que había una mínima posibilidad de que Itachi estuviera vivo en algún lado. Los brazos de él y los de ella rodearon el cuerpo del otro y se permitieron liberar todo ese dolor juntos.

– Estoy solo. – Aseguró no importándole la situación ni que jamás decía algo sobre sus sentimientos y pensamientos.

– ¡No lo estás! – Aseguró Sakura separándose un poco y mirándole afligida.

– Demonios, ¡lo estoy! – Gritó enfurecido, soltándose bruscamente del abrazo que antes habían compartido.

Su corazón habló por ella: – ¡Yo estoy contigo!

Sasuke sorprendido por aquellas palabras quiso comprenderla, pero luego con dolor y resentimiento dijo: – Tú te irás como todos…

La genio veía congelada, impactada, cómo él se dirigía hasta su habitación. Era la verdad, la dura verdad. Aunque ella no quisiera eso. Corrió determinada hasta alcanzarlo y lo abrazó por la espalda. Deteniendo su andar. Quedándose así por unos momentos que parecieron ser eternos y que gustosa lo habría hecho por ese periodo de tiempo.

– No te dejaré solo. – Confesó con la cara apegada a la espalda del Uchiha. Y una vez Sasuke se dio vuelta enfrentándola, ella acarició una mejilla blanca y secó el rastro de una lágrima. Entonces, osadamente y como nunca lo esperó hacer lo besó.

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