El joven rubio movía nerviosamente el pie,se encontraba enfrente del local señalado por su amigo. Su gabardina blanca de tela ligera y su ropa formal destacaban en el ambiente fiestero de ese sábado por la noche,pero no le importaba. Su trabajo se basaba en la moda,pero nada le impedía ir de luto en su día a día.
Observó una vez más el rótulo del edificio,cuyo neón dorado tenía la silueta de la torre Eifeel al lado de un nombre:
Paradis.
Era tan malditamente irónico que tuviese un nombre tan celestial,que hiciese una referencia tan religiosa como lo era la existencia del "paraíso",tal vez aludiendo a que dentro estaban hermosos ángeles y no simples chicas aguantando borrachos babosos. Malditamente irónico y mezquino.
El edificio era de color negro con llamativas puertas de color dorado y una curiosa forma cuadrada. No tenía ventanas,pero claro,sólo alguien como él se daría cuenta de ése detalle.
Era bastante grande,y estaba ubicado justo en el centro de la ciudad. Tenía tanta popularidad y renombre que la dueña tenía el descaro de poner su ubicación en una de las calles más concurridas,sin pudor ninguno. Adrien resopló,desganado.
¿Desde cuándo se dejaba convencer para ir a ésos sitios? Le repugnaban,no le veía lo divertido a ver cómo una chica desconocida se sacaba la ropa por dinero,algo en su educación de caballero le decía que era tremendamente incorrecto y él lo creía.
Se acomodó el cabello hacia atrás,dándose una apariencia pulcra y arreglada,mientras movía sus ojos verdes de un lado a otro. Nada. Ningún rostro conocido.
Metió la barbilla en su bufanda azul y puso las manos en los bolsillos,intentando resguardarse del frío. Intento reprimir las ganas de entrar al local y dejar de buscar a Nino,su mejor amigo de toda la vida. Y el culpable de toda esa situación. Él lo había convencido para ir y distraerse,él le había dicho que le esperase fuera...¡Se estaba congelando por mero capricho suyo!
"Espero que no tardes más,estoy adentro." El mensaje de texto fue claro y conciso,le había mandado otros tantos y seguía sin tener contestación. Guardó el teléfono en el bolsillo y dándose media vuelta,atravesó las puertas doradas del local y entró. Caminó por un corto pasillo y al salir,se quedó sin respiración casi al instante de la impresión. En seguida tuvo que llenar sus pulmones del viciado aire que estaba dentro,cargado de distintos olores.
Varios circulos con jaulas y barras de pole-dance estaban distribuidos alrededor de una pasarela,separados para tener hueco para las sillas,que estaban llenas de clientela. Hombres jóvenes,de la edad de Adrien,o bien otros que parecían ser de la edad de su padre,no paraban de alabar a las distintas chicas que bailaban dentro de las jaulas. Las animaban a otro baile,tiraban dinero según lo bien que se movían y por supuesto,gritaban el nombre de sus favoritas. Otras chicas iban moviéndose por los espacios,rellenando copas y retirando vasos,recibiendo alguna que otra nalgada,a las que respondían con un gesto coqueto y despreocupado. Adrien no era tonto,supo enseguida que esas reacciones eran falsas,más que nada porque cierta chica vestida con orejas de conejo,con patines y cabello rosado apretó el vaso de tal manera que lo reventó. Entendía muy bien esa reacción y no podía culparla.
Claro que gracias a esa chica,se dió cuenta de que ella y todas las demás tenían orejas o motivos animales en sus diminutos bikinis y uniformes. Las que ocupaban la jaula tenían incluso maquillaje que recordaba a cierto animal,como la chica panda,que tenía una gruesa capa de negro alrededor de los ojos que hacían destacar el verde del iris con fuerza.
Las que más abundaban eran las conejitas y las chicas con orejas de gato. Varias de éstas últimas se lo quedaban mirando,regocijándose con su físico y él casi podía leerles los pensamientos; chico atractivo y rico,víctima perfecta de sus encantos.
Le parecía todo demasiado grotesco. Aunque intentase buscar algo que le gustara,no lo encontraba. Incluso lo de los animales le parecía dantesco. Las luces que apenas iluminaban algo que no fuera las jaulas o la pasarela eran tan brillantes que Adrien se preguntaba cómo es que las chicas no terminaban con migraña. La música era estridente,sin sentido,penetraba dentro de su cabeza y retumbaban sus oídos,mareándolo.
Se sentía fuera de lugar. Ése no era su sitio,él debía estar en su casa,leyendo un libro,o haciendo lo que fuese. Prefería eso a la realidad que lo esperaba.
Sin embargo,ya era demasiado tarde para volver sobre sus pasos. Tarde o temprano Nino lo obligaría a ir. Era así de cabezota.
Suspiró,y se dirigió a la barra,sentándose en uno de las sillas altas que había. Haciéndole una señal al camarero,pidió un vaso de whiskey con hielo,que fue servido casi al instante.
-Una noche fría,la que hace ahí fuera.-El camarero hacía una mezcla alcohólica para luego depositarla en un decorado vaso rosado. Su rostro lucía inexpresivo y serio,pero su tono de voz era agradable y amistoso. Tenía una estatura de gigante y un cuerpo bastante robusto,además de un vistoso cabello negro con destacables mechones rubios. Llevaba el uniforme típico de barman; un smocking negro,que lo hacía lucir más como un matón a sueldo que como alguien que se ganase la vida sirviendo alcohol.
-Así es.-Adrien no sabía mantener charlas triviales,aunque agradecía que alguien le hablase en ese horrible sitio.
Sin esperarlo,empezó a hablar animadamente con Iván,que era como se llamaba el trabajador. Aunque fuese bastante serio,sonreía de vez en cuando,especialmente al hablar de su novia Myréne. Él empezó a trabajar allí por ella,para que nadie molestase a la dulce chica y vigilar también que ningún borracho se sobrepasase con las copas. El rubio,que lo escuchaba atentamente,olvidó por un momento que estaba allí,en un club de striptease,rodeado de testosterona.
Pero la voz del presentador retumbó por los altavoces devolviéndole a la realidad y regalándole un bonito dolor de cabeza.
- ¡Señores,el momento que todos esperaban!-Aquello provocó el interés de Adrien,que volteó su silla hacia la dirección de la pasarela.-Nuestra pequeña gran heroína de la noche,la preciosidad de la casa...-Todos los hombres del local estaban gritando eufóricos,como si ése fuera el momento que más anhelaban.-La niña bonita del Paradis...¡Ladybug!
Las luces se apagaron,al igual que la música. Los gritos masculinos cesaron,el joven modelo notaba cómo incluso él estaba expectante.
La pasarela se iluminó y enfocó a una joven de largas piernas,con unos shorts diminutos que mostraban un tanga rojo en las caderas y un top con lunares negros,que apenas cubría su perfecto pecho. Tenía el rostro ligeramente inclinado,tapando su rostro con su flequillo negro azulado. Su cabello estaba recogido en dos pequeñas coletas,que le hacían lucir aniñada.
Adrien se quedó sin respiración,notando como sus ojos se perdían en el estómago plano y ligeramente marcado de la chica,observando también su cintura de avispa. Abrió la boca,tragando saliva y notando como su garganta estaba excesivamente seca.
Su pulso se disparó cuando ella levantó la mirada y mostró el mismísimo cielo en ellos,de un celeste inmaculado. Definitivamente,el nombre del local no mentía. Allí había ángeles y esa chica era el mejor de todos ellos.
"Nadie con esa mirada tan inocente puede trabajar en este antro."
El de ojos verdes pudo notar durante un segundo cómo su mirada conectaba con la de ella y sólo por ese momento,no escuchó nada más,ni supo de la existencia de nadie más que ellos dos. Sin embargo,los chillidos de los hombres que pedían a gritos a la joven rompió la atmósfera tan íntima que tenían.
La música empezó a sonar y con ello,Ladybug empezó a usar la barra de pole-dance con movimientos eróticos y fluidos.
Mientras la veía,el joven rubio se hizo una promesa; Ese ángel sería suyo.