REAPER
Capítulo 1: El nuevo alumno
Hinata Hyuuga observó su reflejo en el espejo de cuerpo entero que tenía en la puerta de su armario ropero. Nada era diferente al día anterior, se dijo, tratando de convencerse a sí misma una vez más. Se levantó el jersey y la camisa de su uniforme escolar y observó la marca de un enorme zarpazo en su costado. No le dolía y sabía que pronto desaparecería.
Sin embargo, suspiró al pensar que, si volvía a toparse con un hombre lobo durante el verano, la operación bikini iba a ser más compleja de lo que habría podido imaginar. Y es que no puedes ir por la playa como si nada cuando tu cuerpo está plagado de cicatrices. ¿Cómo le explicas a la gente lo ocurrido?
"No es nada, ¿recuerdas que hace un par de noches fue luna llena? Pues resulta que me peleé con una manada de hombres lobo que habían perdido por completo el control".
No, no podía decir aquello y quedarse tan tranquila. Incluso Sasuke, su mejor amigo, comenzaría a hiperventilar al escuchar aquella historia, y eso que él ya estaba acostumbrado a verla hecha un asco después de algún encuentro con Entes Sobrenaturales.
-Nee-chan, mamá dice que si no te apuras tendrás que irte sin desayunar –la voz de Hanabi, la hermana pequeña de Hinata, sonó al otro lado de la puerta de la habitación.
La ojiperla mayor dio un respingo y se recolocó la ropa al instante, justo cuando se abría la puerta y la cabeza de Hanabi se asomaba con curiosidad.
-¿Qué haces? –preguntó- Estás guapa, nee-chan, deja de mirarte al espejo… ¡o me comeré tu parte! –y acto seguido se marchó corriendo y riendo.
Hinata suspiró, aunque una sonrisa se esbozaba en sus labios. Adoraba estar viva y tener todavía una vida normal. Medianamente normal, si excluimos el tema de los Entes.
Sasuke Uchiha esperaba de brazos cruzados en la estación de tren, mirando a su alrededor en busca de su amiga de ojos perlados. Llegaba tarde. Y le iba hacer a él llegar tarde también, como no espabilara.
El último tren que no le haría llegar tarde a clase estaba a punto de entrar en la estación. Sasuke chistó entre dientes y soltó un profundo suspiro. Lo último que sabía de su amiga era lo que le había dicho por teléfono la tarde anterior:
-¿Has oído eso?
-¿Oír? ¿El qué?
-Un aullido.
-Será… ¿un perro?
-No, Sasuke. Eso no era un perro. Perdona, tengo que colgar. Hay algo que debo comprobar.
Joder, ¿no había nadie más que pudiera ir a comprobar el aullido?, Sasuke arrugó la nariz y frunció el ceño al rememorar aquella conversación.
El tema de espíritus y monstruos nunca le había interesado, era algo que prefería no tocar. "Si ignoras a las criaturas de las sombras, ellas te ignorarán", le gustaba seguir aquella filosofía y eso había tratado de hacer durante toda su vida.
Hasta que un día encontró a su mejor amiga inmovilizando a una mujer contra un árbol con dos katanas para a continuación clavarle una estaca en el corazón al más puro estilo Buffy Cazavampiros.
Nunca había acabado de entender cuál era su misión como Reaper. Era una especie de exorcista-cazadora de monstruos. No tenía demasiado sentido, pero había decidido darle su apoyo en todo lo que pudiera. Primeramente, porque ella era su mejor amiga y creía que debía estar a su lado, aunque fuera ante las puertas del mismísimo Infierno, y segundo, porque ya no era capaz de ignorar que el mundo era mucho más grande de lo que habría querido y prefería aceptar la aberrante verdad antes que volverse loco por completo.
Tal vez se había vuelto loco al aceptar la verdad. Solía decirse eso de vez en cuando. Y es que nada parecía tener sentido cuando se trataba de la segunda vida de Hinata Hyuuga.
Ah, hablando de la reina de Roma… Sasuke alzó la vista al escuchar a Hinata disculparse a gritos desde lejos.
Entraron juntos en el tren por los pelos. Hinata se dedicó a serenarse durante los primeros cinco minutos. Había corrido tanto que sentía sus gemelos quejarse. Y eso que el día acaba de empezar… se lamentó. Para colmo, todavía sentía parte del cansancio de la misión de la noche anterior.
-¿Cómo fue ayer? –preguntó Sasuke, lamentándose al momento por haber preguntado. Una parte de él lo abofeteó mentalmente a base de bien, por intentar salirsede nuevo de la burbuja de ignorancia respecto al mundo sobrenatural, sin embargo, otra parte le dio unas palmaditas en el hombro, pues era, después de todo, el mejor amigo de Hinata y la única persona que conocía su secreto.
La ojiperla le miró y sonrió levemente. Últimamente había tenido muchos problemas con hombres lobo… y la noche anterior no fue una excepción. Por más años que hubieran pasado desde que renaciera como Reaper, se sentía exhausta con tanto "trabajo extra".
-Bueno… no era un perro –respondió en un susurro.
Sasuke hizo una mueca y vaciló antes de preguntar:
-¿Estás bien?
-Luego te lo enseño –respondió ella tras una pausa.
Llegaron a clase dos minutos antes de que lo hiciera el profesor. Suspiraron aliviados al sentarse cada uno en su respectivo pupitre (Hinata se sentaba delante de Sasuke) sin tener que soportar la mirada inquisidora de ningún profesor enfurruñado.
Hinata se volvió al cabo para ver a su amigo, que estaba sacando el libro de la primera clase.
-¿Terminaste los deberes de matemáticas? –preguntó con una pequeña sonrisa en los labios.
-¿Tú no? –respondió el Uchiha, asombrado.
-Sí –rio-. Aunque el tercer ejercicio me dio mucha guerra.
Sasuke, por un instante, creyó que su amiga le estaba hablando en código, explicándole de ese modo su aventura nocturna con el mundo sobrenatural. Entonces recordó el susodicho ejercicio de matemáticas y supo que hablaba literalmente de eso mismo; él también se había quedado atascado un buen rato con aquella operación.
Poco más pudieron hablar, pues la puerta de clase se abrió y el profesor Kakashi entró con el libro y una carpeta llena de papeles. Pidió silencio a la clase y ésta se serenó rápidamente.
-Buenos días –saludó tras aclararse la voz-. Antes de empezar, quiero presentaros al que será vuestro nuevo compañero –se dirigió a la puerta antes de decir-: Ya puedes pasar.
Al momento, la puerta volvió a abrirse y un muchacho de cabello rubio y ojos azules entró con las manos en los bolsillos y su bolsa echada al hombro. Se colocó junto a la mesa del profesor y miró a los alumnos.
-Me llamo Naruto Namikaze, encantado. Espero que nos llevemos bien –se presentó.
Su voz sonaba distraída y en sus ojos se podía ver claramente que no estaba mucho por el tema. Parecía que estuviera buscando a alguien.
-¿Ocurre algo, Namikaze? –preguntó Kakashi al notar esto.
Naruto estaba a punto de responder que no cuando dio con su objetivo. Alzó el brazo y señaló a un muchacho de cabello y mirada oscuros y, como si estuvieran a un campo de fútbol de distancia, exclamó:
-¡Teme, te he encontrado!
Hinata dio bote en su silla del susto y las manos le temblaron levemente. ¿La estaba señalando a ella?
Enseguida descartó aquella idea al oír tras ella a Sasuke resoplar avergonzado.
-Pedazo de Usuratonkachi, ¿no podías gritar un poco más? –protestó sarcásticamente- Creo que en Conserjería no se han enterado de que estás aquí…
Naruto avanzó emocionado hasta el pupitre del Uchiha, haciendo caso omiso de la presencia del profesor y del resto de la clase, que observaban la escena estupefactos.
-¡Menudo ceño tan fruncido! –rio el rubio- Pareces un viejo cascarrabias. ¿Por qué no te alegras de que esté aquí? ¡Han pasado siglos!
Sasuke chistó entre dientes y contuvo su puño, que clamaba por estamparse en el rostro de Namikaze.
-Estamos en clase, Usuratonkachi –le informó con sequedad (Hinata percibió un atisbo de vergüenza en la voz de su amigo)-. Compórtate, por amor de Dios…
Naruto se quedó congelado y observó a su alrededor con una sonrisa nerviosa.
-Bueno, ya que habéis terminado con el reencuentro –comenzó Kakashi-, será cuestión de comenzar ahora con la clase. Si le parece bien, Namikaze.
-S-sí, claro… -asintió el rubio, rojo como un tomate.
El profesor lo envió al pupitre que había libre en la última fila, junto a la ventana y dio por finalizada la presentación del nuevo alumno para pasar a una nada emocionante clase de matemáticas.
Cuando al fin llegó el receso, Naruto se acercó saltando a Sasuke. Podía leerse la emoción de encontrarse con el Uchiha en su rostro.
-No puedes evitar dar la nota, ¿verdad? –fue lo primero que Sasuke dijo nada más tenerlo a su lado.
-¡Sabes que no! –rio Naruto con franqueza.
Sasuke resopló hastiado, pero Hinata se volvió a tiempo para verle esbozar una sonrisa. Decantó el rostro con curiosidad y, aunque no se le daba especialmente bien hablar en presencia de desconocidos, preguntó:
-¿De qué os conocéis?
Ambos clavaron la vista al momento en la ojiperla. Sasuke asombrado de que hubiera hablado en presencia de un desconocido, Naruto por curiosidad.
La profundidad de los ojos azulísimos de Naruto hizo que Hinata desviara la vista al momento, con un leve sonrojo en las mejillas. Son como ventanas al cielo infinito, pensó, y al instante el rubor aumentó.
-De niños éramos vecinos y nos hicimos amigos –explicó Sasuke-, luego yo me mudé y perdimos el contacto. Lo que me recuerda… -se volvió hacia Naruto con las cejas alzadas- ¿Cómo me has encontrado, maldito acosador?
Naruto volvió a reír. Hinata sonrió sin proponérselo al oír la risa.
-Te juro que ha sido pura casualidad –respondió el rubio con sinceridad.
-Hmp, ya, claro…
-¡Lo digo en serio!
Hinata rio ante la escena, divertida. Ambos muchachos la miraron y al notarlo, la joven Reaper volvió a sonrojarse.
-Eh… parecéis tan unidos… -se excusó con timidez, su voz casi inaudible.
Naruto sonrió de nuevo y Sasuke se rascó la nuca, un poco avergonzado por la exagerada energía que demostraba su viejo amigo.
-Soy Naruto –dijo de pronto el rubio, saludando oficialmente a Hinata. La ojiperla sintió sus labios temblar al sentir los ojos azules del muchacho clavados en los suyos-. ¿Eres la novia de Sasuke?
La palidez regresó rápidamente al rostro de Hinata, a continuación volvió a sonrojarse de sobremanera y le costó horrores articular una respuesta.
-No digas tonterías –resopló Sasuke-, sólo somos amigos.
Naruto parecía un poco decepcionado.
-¿En serio? –miró a Hinata.
La Hyuuga asintió un centenar de veces, su cara roja como un tomate.
-Ah, sí… -de pronto, el Uchiha recordó algo y miró con fijeza a Hinata- ¿Qué hay de lo que me has dicho antes en el tren?
-Bueno… si estás ocupado, podemos dejarlo para otro momento. No es nada del otro mundo.
Sasuke alzó una ceja, preguntándose si aquello último era alguna clase de chiste con doble sentido.
-Oh, ¿de veras?
Hinata asintió y se levantó de su silla.
-Voy a la azotea a llamar a Sakura –informó-. Es raro que no haya venido.
Sasuke asintió.
-Tal vez esté resfriada. O puede que le haya dado un ataque de alergia. La primavera es tan traicionera para Sakura…
Hinata hizo una mueca, preocupada, y salió de clase con su móvil en la mano.
-Oye, ¿quién es Sakura? –escuchó Hinata a Naruto decir.
Sakura Haruno era amiga de Hinata y Sasuke desde el primer año de secundaria. Inicialmente, se había llevado a matar con Hinata debido a la cercanía de la ojiperla con el Uchiha, y es que Sakura estaba enamoradísima de Sasuke y sentía unos celos impresionantes por la Hyuuga.
Sin embargo, pronto comprendió que Hinata sólo veía a Sasuke como un amigo y que incluso podía ayudarla a conquistar al Uchiha. La gran amistad que actualmente las unía fue formándose tiempo después.
-…Llamada perdida al…
Hinata suspiró. Era la doceava vez que le saltaba el contestador. ¿Tan mal se encontraba Sakura que no podía ni atender al teléfono?
-Después de clase iré a visitarla –decidió, separándose de la valla que había en los extremos de la azotea y regresando al interior del instituto.
Ahogó una exclamación de sorpresa al toparse nuevamente con los ojos azules de Naruto nada más abrir la puerta. Dios varios pasos hacia atrás, avergonzada.
-Vaya, ¿tan mal está la chica? –preguntó Naruto, malinterpretando por completo la reacción de Hinata.
-¿Qué? ¿Qué tiene Sakura? –preguntó Sasuke, su rostro preocupado apareció junto a Naruto al momento.
De haber podido aclarar algo con Sakura, Hinata habría sonreído conmovida por la reacción de su amigo. No obstante, en aquella ocasión no pudo hacer otra cosa más que suspirar.
-No contesta al móvil. Esta tarde iré a visitarla.
-Te acompaño –asintió Sasuke.
-Eh… Entonces lo de salir por ahí mejor lo dejamos para otro día, ¿no? –preguntó Naruto, sintiéndose fuera de lugar.
Sasuke asintió.
-Lo siento.
Naruto se encogió de hombros y sonrió de lado.
-Qué le vamos a hacer. Lo primero es lo primero.
Llegado a aquel punto, ambos muchachos dieron un bote, sorprendidos, al escuchar a Hinata ahogar una exclamación. Al volverse para mirarla, la vieron con los ojos muy abiertos, clavados en el pecho del rubio. Su cuerpo temblaba y su cabeza no sabía qué pensar.
¿Dónde…? ¿Dónde está su Reloj Vital? Hinata no podía dejar de gritar aquello en su interior. Y es que, a sus ojos de Reaper, Naruto Namikaze no poseía vida alguna.