K- Ni Miraculous Ladybug ni sus personajes me pertenecen. Historia escrita sin ánimo de lucro.

INTENTO FALLIDO

Notaba la mano de su mejor amiga apretando su muñeca con ansia. Se había decidido y no podía echarse atrás. Miró un segundo hacia el chico que tenia delante para después cerrar los ojos con fuerza. Sin pensar en la situación que les rodeaba, soltó lo primero que apareció por su cabeza, sin pensar en las consecuencias.

—¡Adrien, me gustas! ¡Sal conmigo!

Y así fue la declaración de Marinette Dupain-Cheng. Fría y apresurada, sin ni siquiera tartamudear. Pero no fue hasta después de decir esas palabras que Marinette, abriendo los ojos, se dio cuenta de su propia situación. Porque sí, se le había ocurrido declararse al acabar una clase en la que, obviamente, estaban presentes todos sus compañeros. Primero miró a Alya. Su mejor amiga, con la boca muy abierta, la miraba sin ser capaz de mover ni un solo músculo. Después, sonrojada hasta el pelo, dirigió la mirada hacia el chico rubio. Adrien, también sonrojado hasta la médula, tenía los labios sellados, pero los ojos muy abiertos. Todos sus compañeros la miraban como si nunca la hubieran creído capaz de hacer lo que acababa de hacer. Dos segundos más tarde, escuchó como alguien se reía detrás de ella. Reconoció esa risita en seguida. Chloé.

—¡Oh, por dios! ¡Eres tan graciosa, Marinette! —la hija del alcalde se carcajeaba como si le estuvieran haciendo cosquillas. Sabrina se unió disimuladamente a la burla —. ¿De verdad piensas que Adrien Agreste, modelo de fama nacional e hijo del famosísimo Gabriel Agreste, te correspondería? ¿A ti, a la hija del panadero? Además, mírate. Eres un adefesio. Nadie con dos ojos en la cara y buena vista querría tener nada contigo.

Marinette se puso aún más roja de lo que ya estaba, esta vez de rabia. Todos sus compañeros seguían callados, por lo que solo se escuchaba la cruel risa de Chloé resonando en la clase. Alya volvió a apretarle la muñeca, apoyándola en silencio, aún demasiado impactada como para saber qué decir. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Marinette, cuando una voz habló.

—Te estas equivocando, Chloé —. La voz masculina cortó la burla de la rubia, que en seguida dirigió la vista hacia Adrien, al igual que todos los espectadores, incluida Marinette–. Para tu información, mi vista está perfectamente. Y sí, Marinette —clavó la mirada en la de la joven —, estaré encantado de salir contigo cuando quieras.

Suspiros de alivio se escucharon por todo el lugar. Chloé, que aún no asimilaba lo que acababa de oír, salió enrabiada de la clase, arrastrando con ella a Sabrina. Poco a poco, con calma, todos los demás alumnos empezaron a salir también, sonriendo por lo que acababan de presenciar, incluidos Nino y Alya, que dio ánimos a su mejor amiga justo antes de cerrar la puerta para dejarlos solos.

—¿Es… Era en serio?

Adrien no sabía donde meterse. No es que la joven Dupain no le interesara, ni mucho menos, pero la veía solo como una buena amiga. Una buena amiga que tartamudeaba cada vez que lo veía, pero una amiga después de todo. Aunque ahora comprendía qué le pasaba a la joven Dupain cada vez que intentaba mantener una conversación con él. Sin embargo, él estaba enamorado de su Lady, y eso era algo que no podía ignorar. Pero... Al verla tan indefensa, tan a merced de Chloé, al rubio no se le ocurrió otra salida que aceptar la declaración. Él no estaba hecho para pensar rápido.

—Bueno… Veras, yo… —iba a decirle toda la verdad, de verdad que iba a hacerlo, pero esos ojos azules, aún rodeados de sutiles lágrimas, lo obligaron a tragarse sus propias palabras. Parecía tan enamorada que por un momento se vio reflejado, como Chat Noir, en ella. No era como si su amor fuera correspondido, de todos modos... —Podríamos… Podríamos intentarlo.

Pudo jurar que en ese momento, la sonrisa que Marinette, acompañada de ese sonrojo ya permanente, lo cegó de tal manera que no pudo pensar en nada más durante medio minuto. Aún así, no pudo evitar sentirse mal por engañarla así y por engañarse a si mismo y a sus sentimientos hacia Ladybug. Ninguno de ellos se merecía eso.

Marinette, por su parte, no cabía en ella de la alegría. Víctima de la emoción, y haciendo uso del poco valor que le quedaba, se acercó al rubio y, rápidamente, le dio un suave beso en la mejilla. Cuando se apartó, al ver la sorpresa en los ojos de Adrien y un sutil sonrojo decorar sus mejillas, soltó una suave risa. Definitivamente, era uno de los días más felices de su vida.

Continuará...

Notas de la autora: Mi alarma sonará de aquí a tres horas, pero no me arrepiento de nada. ¡Dejad una review, que no muerdo!

K.