Disclaimer: Los personajes no son de mi propiedad, sino de Masashi Kishimoto; yo solo juego con ellos.
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Hilo rojo al arte
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Jira&Kaka
Cuando Sakura Haruno se levantó esa hermosa y soleada mañana del sábado, no imaginó recibir un mensaje de texto de su amiga Ino antes de las 10:00am. Es más, ni siquiera esperaba un mensaje de ella antes de las 15:00pm, hora usual en el que la rubia se levantaba.
"¡Arriba, Frentesota! Estamos en tu puerta; mueve ese gran trasero que tienes y baja."
― ¿Estamos?
No podía imaginar con quién se las había arreglado Ino para ir y arruinarle la mañana, la cual ya estaba estratégicamente programada. Pero decidió obedecerle a su mejor amiga.
― ¿A dónde vas en pijama, Sakura? ―preguntó su madre, Mebuki, en cuanto la vio bajar las escaleras.
Sakura parpadeó reiteradas veces mientras observaba su pijama: Era un lindo conjunto rosa con conejitos blancos saltando por una pradera imaginaria.
Sabía que Ino le reprocharía que siguiese teniendo el mismo pijama desde hace tres años, o peor, las pantuflas de conejo que ella, Shikamaru y Choji le habían regalado el día en que se mudó a Amegakure. Pero no era su culpa; aquellas raídas e infantiles prendas eran muy calentitas.
―Ino está afuera― le respondió como si aquello zanjara el tema.
Mebuki negó con la cabeza, divertida. Recordaba a Ino no solo como la mejor amiga de su única hija, sino como otra integrante de la familia, al igual que al único hijo de Kushina y Minato.
Sakura abrió la puerta de su casa, esperando ver la cara de reproche de Ino en cuanto notara su pijama. Sin embargo, no solo encontró la expresión tan ansiada en ella, sino a un ojo celeste que se debatía entre la diversión y la estupefacción.
― ¡¿Qué haces vestida con esos harapos?! ― explotó Ino.
Sakura afiló la mirada. No eran harapos, era solo un viejo y tierno pijama de conejitos saltando en una pradera imaginaria.
―Tú y los chicos me regalaron estas― se defendió mientras movió de izquierda a derecha sus grandes pantuflas de conejito.
Deidara estalló en carcajadas, pero Sakura no pudo definir si era por su vestimenta o por la cara de perplejidad de Ino.
―Con estas ropas tan adorables no conquistarás a Danna― informó Deidara ya viéndola con ojo crítico.
El color se hizo presente en las mejillas de Sakura. Ahora todo, absolutamente todo tenía sentido. Deidara e Ino, su nuevo amigo y su mejor amiga de toda la vida, habían hecho un complot para que ella conquistara a Sasori.
¿Por qué, de entre todas las personas, tenían que ser ellos dos? ¿Por qué mejor no la ayudaban a conquistar a Sasuke, con quién pensaba tener más posibilidades que con su sensei de Arte? ¿Tan aburridos estaban esos dos rubios de ojos claros?
―Chicos― dijo con toda la amabilidad de la que fue capaz― Desistan. No pienso conquistar a Sasori-sensei. ― Ambos ladearon la cabeza, insistentes. Sakura suspiró, su paciencia se le escapaba de las manos― Mejor vayan a desperdiciar su mañana en otra cosa.
Ino hizo una especie de pataleta al ver el desánimo en su mejor amiga. Deidara, en cambio, se mostró más razonable, para sorpresa de la peli-rosa.
―Danos una oportunidad, Rosadita― pidió con una centellante sonrisa― Conozco al Danna mejor que nadie. Sé lo que debes hacer.
Cuando Sasuke llegó a su casa, lo primero que hizo fue buscar a su hermano mayor. Lo buscó en la cocina, en la biblioteca, en el patio, en su habitación… Pero el azabache mayor no apareció en ningún lugar.
―Madre― saludó en cuanto encontró a su madre viendo un programa de cocina en la sala de estar.
Mikoto le sonrió desde el sofá, meciendo ligeramente su bella cabellera larga y azabache. Sasuke siempre pensó que no podía existir criatura más bella que su madre, aunque, tal vez…
―Llegaste temprano de la casa de tu amigo― comentó su madre con una dulce sonrisa. ―Etto… El hijo del dueño de la reserva de tiburones ¿No?
―Suigetsu― le aclaró su hijo mientras tomaba asiento a su lado― ¿Dónde está Itachi?
―Se fue con tu padre a la policía― respondió mientras le servía té a su hijo. ―Ahora que tu padre es el Jefe de Seguridad en Konoha, los superiores depositan toda la confianza en él.
Sasuke asintió, pensativo.
― ¿La Raíz está causando problemas?
―Los usuales― respondió sin atisbo de preocupación. Sin embargo, su labio inferior tembló ligeramente al cabo de unos segundos― Tu padre está muy preocupado, Sasu-kun― le confesó en susurros.
El joven estudiante aguardó en silencio, esperando a que su madre continuase.
―Los asesinatos en La Raíz son más consistentes, y cada vez son más los hijos de gente céntrica los que salen lastimados― informó. Su mirada estaba concentrada en el té que sostenía sus temblorosas manos. ― ¿Te has enterado de lo que le ocurrió a Yahiko?
Yahiko era un viejo compañero de secundaria de su madre, de Konan-sensei y de Pain. Por lo poco que sabía, él había muerto hace pocos meses.
― ¿La Raíz tuvo algo que ver con su muerte? ―preguntó después de meditarlo por unos segundos.
Su madre miró detenidamente las ventanas, como si alguien ajeno a ellos los pudiera estar observando.
―Ellos lo mataron― confesó después de varios minutos. ―Nunca se supo la verdad. Yahiko era demasiado querido en la comunidad, por lo que la gente céntrica no dudaría en atacar a las personas pertenecientes a La Raíz.
Después de esa confesión, lo único que se escuchaba en la casa era a la conductora hablando sobre las propiedades que poseía la harina de maíz. Sasuke veía esa cara repleta de arrugas como una máscara… Una máscara que ocultaba una verdad siniestra.
―Es por eso que mi padre tuvo reparos al conocer a Sai― comentó al recordar ese peculiar episodio en donde su padre se mostró mucho más hosco de lo usual― Y ni hablar de Sasori y Deidara…
―Esos tres son un show― admitió su madre entre risas― Me parece encantador que Sasori-kun haya rescatado a esos dos niños de esas oscuras y peligrosas calles.
―Aún así, mi padre lo aborrece― gruñó Sasuke. Desvió su mirada de la arrugada Sra., esperando que el odio no se viera plasmada en sus rasgos― Y tiene sus razones.
―Sasuke― lo reprochó su madre. Ella le tenía un gran aprecio al pelirrojo― Lo que haya hecho Sasori-kun en el pasado, lo que se vio obligado a hacer, lo ha compensado con creces a la comunidad.
Sasuke bufó mientras se dirigía hacia las escaleras.
―Lo que él hizo, no tiene perdón― sostuvo con terquedad.
―La gente lo perdonó― repitió su madre sin alzar la voz― Lo que él hizo en el pasado, fue por obligación. Él cambió. Ahora es un respetable sensei que se hace cargo de dos chicos abandonados a su suerte.
Los vivaces ojos color jade de Sakura aparecieron en su mente, generando una muy ligera inquietud en el menor de los Uchiha. No quería a su amiga cerca del marionetista ni por casualidad.
A decir verdad, no la quería cerca de ningún Akatsuki.
―Pain es un idiota al contratar gente con esas manchas en su pasado.
Mikoto negó lentamente con la cabeza, viendo que Sasuke seguía teniendo ciertos reparos con respecto a sus senseis.
―Todos cometemos errores, Sasu-kun; somos humanos.
Sasuke subió lentamente las escaleras, frenándose en el ante-último escalón.
―Ellos no son humanos― sentenció― Son asesinos.
― ¿Ya volviste, cariño? ―preguntó Mebuki en cuanto Sakura entró a la cocina con su adorable pijama― ¿Dónde está Ino? Creí que se quedaría a almorzar…
―Tuvo otras cosas que hacer― mintió.
Ciertamente, lo único que hizo fue prometerle a esos dos qué pensaría en el asunto, y seguidamente les cerró la puerta en las narices. No fue su forma más educada de despedirse, pero era muy temprano para pensar en su sensei… Y muy sábado.
―Sakuritaaa― su padre entró a la cocina con un teléfono en mano― Tienes una llamada.
Extrañada, la joven Haruno pasó a la sala de estar para contestar la llamada. Su padre, interpretando su mirada, se fue a la cocina con la excusa de ayudar a su mujer con el almuerzo.
― ¿Diga?
― ¿Sakura-chan? ―contestó una voz muy familiar desde el otro lado. Sonrió.
―Naruto― saludó con una mezcla de alegría y extrañeza― ¿Sucede algo?
― ¿Recuerdas la invitación de Kakashi-sensei? ― Con un débil "Si" por parte de la peli-rosa, Naruto continuó― Es esta noche ¿Irás?
―Ya te dije que no, Naruto― bajó su tono de voz, observando detenidamente si sus padres se encontraban cerca― No está bien. Podríamos tener problemas.
― ¡Vamos, Sakura-chan! Será divertido― prometió con entusiasmo― Además, solo iremos a espiar unos minutos y volveremos ¡Dattebayo!
Sakura enredó su dedo índice en el cable del teléfono, indecisa. Sabía que "Jira&Kaka" era un bar exclusivamente para mayores de 18 años, y su fama lo había convertido en uno de los lugares más "solicitados".
Sin embargo, una parte de ella, la más pequeña y rebelde, le incitaba a romper las reglas y adentrarse en ese famoso bar. Además, Kakashi-sensei y Jiraiya-san, un viejo amigo de sus padres, eran los dueños. Nada les podría pasar, estarían seguros.
― ¿Solo unos minutos?
―Solo unos minutos― aseguró su mejor amigo. Podía detectar fácilmente la victoria en su voz.
Sakura suspiró; sabía que se arrepentiría de esto después.
―Nos vemos en tu casa a las 22pm― indicó. Naruto profirió un estruendoso "Dattebayo" y colgó.
Cuando la joven volvió a la cocina, en donde sus padres terminaban de pelar papas entre divertidas anécdotas, les comentó que esa noche saldría con unos amigos. A ambos no les pareció extraña la idea, por lo que accedieron con gusto.
―Tengo un mal presentimiento…― murmuró Sakura cuando comenzó a subir las escaleras en dirección a su habitación. ―Naruto baka.
―Mándame cuando quieras que te busque, cariño― le dijo su padre cuando ella puso un pie en la acera.
―Sí, lo haré― prometió con su mejor sonrisa. Se sentía muy mal por mentir de esa forma a sus padres, pero solo echarían un vistazo, nada más.
Caminó hacia la puerta de la residencia Uzumaki; cuando tocó tres veces, una bonita mujer de cabellos rojos sangre le abrió.
― ¡Sakura! Qué alegría verte― la recibió con un caluroso abrazo― Pasa, pasa. Naruto está terminando de comer.
Un poco cohibida, Sakura se adentró a la hermosa casa de su mejor amigo. Kushina le tomó el saco, alagando su falda negra y su top rosa claro.
―Más hermosa de lo que te recordaba― le decía mientras la conducía hacia la cocina, en donde padre e hijo comían animadamente. Ambos le sonrieron― ¿Aún no terminas? Rápido, es de mala educación hacer esperar a la visita― le reprochó Kushina al ver que Naruto aún no había terminado de comer.
―Es de mala educación cocinar solo cuando tienes ganas― rebatió su único hijo, ganándose un golpe en la cabeza por parte de su madre.
― ¡¿Qué has dicho, mocoso?!
Mientras ellos dos peleaban, Minato Namikaze, el director de la Primaria Konoha, le sonreía a modo de disculpas. Sakura le devolvió la sonrisa; ese hombre siempre tuvo mucha paz, y más teniendo en cuenta el carácter compartido entre madre e hijo.
―Está loca― afirmó Naruto mientras se prendía su chaqueta de cuero.
―Kushina-san es muy simpática y amable ― la defendió su mejor amiga en cuanto cruzaron la avenida. ―Por cierto… ¿En dónde queda el lugar?
―Pasando Fijo Kai― respondió con entusiasmo.
Sakura frenó en seco, alarmada. Fijo Kai quedaba justo al límite entre la zona céntrica y…
― ¡Pero eso sería tocar los límites de La Raíz! ―gritó, preocupada. Miró detenidamente hacia todos lados, pero no había nadie ― Es muy peligroso…
Naruto le sonrió de forma cálida, protectora.
―Nunca me perdonaría si te pasara algo, Sakura-chan― dijo sosteniéndole la mirada. Sakura notó la sinceridad en sus ojos azules― Eres mi mejor amiga, y te protegeré con mi vida.
La seguridad en sus palabras le hizo sentir segura, confiada en las habilidades de Naruto en caso de que debieran defenderse. Sabía que su amigo nunca soltaría su mano, y ella nunca soltaría la suya, por más que su vida peligraría.
Esa era la verdadera amistad que compartía con el rubio hiperactivo. Él estaba para ella, y ella siempre estaría para él. Si algo le pasaba a cualquiera de los dos, el mundo se derrumbaría para el otro. Eran un solo complemente, una sola luz.
Con seguridad, asintió una vez antes de retomar el camino.
Cruzaron la avenida, llegando a Fijo Kai después de varios minutos. No era un lugar tan peligroso como La Raíz, pero debían de ser precavidos.
―Es aquí, Dattebayo― indicó Naruto con una gran y ansiosa sonrisa.
Frente a ellos se levantaba un edificio de dos plantas. No era nada fuera de lo normal, y tampoco era muy grande que digamos, pero el cartel luminoso de "Jira&Kaka" y el grandote vigilando la puerta eran muy llamativos.
― ¡Hola! ― saludó el rubio con entusiasmo. El grandote no respondió― Vamos a entrar…
Pero el grandote se movió, bloqueándoles el paso.
― ¡Oye! ¿Qué haces? ― gruñó el rubio. Intentó pasar a la fuerza pero el grandote lo agarró de la campera de cuero, dejándolo colgando como un muñeco― ¡He! ¡¿Qué te crees que haces?! ¡Soy Naruto Uzumaki, próximo alcalde de Konoha!
―Naruto, ya basta― ordenó la joven peli-rosa― Lo mejor será que nos vayamos…
―Kiki, bájalos― ordenó una voz familiar para ellos― Son mis invitados.
Kakashi estaba recostado contra la puerta. "Kiki" bajó a Naruto a regañadientes.
―Adelante, chicos― invitó el ex sensei. Ambos ingresaron al lugar, aunque Naruto primero le sacó la lengua a Kiki, ganándose un golpe por parte de Sakura― Siéntense en donde quieran. Ahora les llevo para beber. La casa invita.
Ambos chicos no notaron cuando Kakashi-sensei se marchó, ya que estaban demasiado ocupados inspeccionando el lugar. Era más parecido a un club que a un bar. De un lado estaba la barra, en donde vieron a Jiraiya, quien los saludó con energía. En la parte del medio había una pista, en donde muchas personas sacaban a relucir sus dotes de bailes.
―Vamos a sentarnos― urgió Sakura, guiando a su amigo hacia la parte izquierda, en donde estaban las mesas, las cuales estaban separadas de la pista por unas barras de metal.
Ambos se sentaron en una de las mesas del rincón, fisgoneando por todos lados.
―Aquí tienen― Kakashi les depositó dos vasos de cerveza― Si necesitan algo más, pídanlo. Digan que son mis invitados y que todo va por la casa.
Ambos le sonrieron a su ex sensei, quien terminó por revolverles el cabello a cada uno antes de desaparecer del lugar.
―Esto es genial― dijo Naruto elevando la voz por sobre la música.
Sakura tomó un trago de su cerveza para evitar dar su opinión. Admitía que era mucho más limpio de lo que esperaba, pero la gente ya le estaba empezando a incomodar.
Desde la pista, varias mujeres que casi no llevaban nada encima la miraban con cierta irritación, como si pensaran que ella no pertenecía ahí.
―Y tienen razón― pensó para sí.
―Oi, Sakura-chan― la llamó Naruto. La joven se dio cuenta de que ya había vaciado su botella― Esos hombres te miran mucho…
Observó hacia donde decía su amigo, encontrándose con cinco miradas lujuriosas de unos hombres desconocidos para ella.
Con rabia, desvió la mirada, ignorando deliberadamente a uno que la invitaba a un lugar más "privado".
―Iré a traer otra cerveza― anunció al ver que Naruto tenía intención de terminar la suya por ella.
El joven asintió con una gran sonrisa, dejando que su amiga fuera hacia la barra.
Cruzó la pista, ganándose varios empujones, pero logró llegar a la barra en una sola pieza. Notó que a un lado de la barra, casi pegado a los baños, había una puerta de donde entraban y salían muchas parejas.
Por su bien, prefirió no saber qué había ahí.
―Estás preciosa, Sakura― la elogió Jiraiya, llamándole la atención. Ella solo sonrió― ¿Qué te sirvo, muñeca?
―Dos cervezas, Jiraiya-san― pidió.
Mientras Jiraiya se ocupaba de su orden, sintió una mirada sobre ella. Sin embargo, varios la miraban, por lo que no podía confiarse. Lo mejor sería volver con su mejor amigo.
Tomó las dos cervezas que le ofrecía Jiraiya y se dispuso a ir, pero una mano la sujetó por el hombro, obligándola a voltear.
Cuando lo hizo, se encontró con dos orbes miel.
― ¿Qué haces aquí, Haruno? ― le increpó Sasori-sensei.―Este lugar es para mayores de edad.
El usual rostro indiferente de su sensei demostraba cierta molestia, pero eso solo logró que la joven lo encontrara más bello. Como un ángel enojado… O un demonio enojado, si debía ser sincera.
―Soy amiga del dueño― respondió después de unos segundos. Por detrás del pelirrojo, pudo ver las miradas incrédulas de Deidara y los senseis de Akatsuki-School.
Sasori le quitó las cervezas de las manos, depositándolas en la barra. Se acercó a ella y le susurró en el oído.
―Este lugar no es seguro― sintió sus mejillas arder… Estaba tan cerca…― Aún eres una niña, Haruno.
¿Una… Niña?
Se alejó deliberadamente de su sensei de Arte, furiosa al escuchar esas palabras.
―No soy una niña, Sasori-sensei― tomó las dos cervezas nuevamente― Le agradezco su preocupación, pero sé cuidarme perfectamente.
Y marchó hacia la mesa en donde Naruto la esperaba, estupefacto.
― ¿Qué le dijiste a Sasori-sensei? ―preguntó en cuanto ella se sentó―Es la primera vez que lo veo así…
Sakura lo ignoró, dedicándose a tomar su cerveza.
A pesar de prometer que solo estarían unos minutos, no pudieron evitar tomarse unas cuantas cervezas más. Ambos tenían buena tolerancia al alcohol, pero a Naruto ya le estaba fallando un poco el habla.
―No imaginé que bailaran― comentó después de bajarse la sexta cerveza― ¿Y tú, Jasura?
Sakura rió mientras negaba con la cabeza, divertida, al ver como Deidara, Tobi-sensei, Hidan-sensei y Zetsu-sensei bailaban de forma muy sensual con varias chicas. Nagato-sama y Konan-sensei estaban sentados unas mesas más atrás de ellos, conversando tranquilamente. Kakuzo-sensei hacía rato que se había marchado con una rubia que gustaba de exponer su tanga roja. Itachi-sensei, Kisame-sensei y Sasori-sensei permanecían en la barra, tomando y charlando.
Sin embargo, Sakura notó que Sasori no le había quitado la mirada en toda la noche… ¡Hasta Naruto se había dado cuenta! Al principio pensó que seguía molesta con ella por ir a ese lugar tan peligroso, pero cambió de idea al notar que su sensei de Arte no dejaba de mirar sus torneadas piernas.
Se sintió avergonzada ante esa idea, pero no podía evitar sentirse un poco orgullosa al saber que, de alguna u otra forma, podía acaparar la atención de Sasori.
En algún momento de la noche, ya cuando Naruto se puso a cantar con los dos hombres de la mesa de al lado, Deidara se acercó a ella y, sin autorización alguna, la arrastró a la pista de baile.
―Vamos, Rosadita― la apremió con una pícara sonrisa― A Danna le gustan las mujeres, y esta es una oportunidad perfecta para demostrarle que no eres ninguna niña hm.
Observó a Sasori, recostado en la barra y sin despegar la mirada de ella. Deidara tenía razón, esa sí que era una buena oportunidad…
¡Al diablo la cordura!
Comenzó a bailar rítmicamente junto con el rubio, ayudada por las ocho cervezas ya ingeridas. No estaba ebria, solo un poco eufórica.
Bailó cuatro piezas junto con su nuevo amigo, sintiendo la mirada de Sasori sobre ella en todo momento. Sin embargo, sintió vergüenza al notar que Itachi-sensei y Kisame-sensei también la miraban atentamente.
―Creo que mejor me voy a casa― le dijo al rubio en cuanto escuchó que Hidan-sensei y Tobi-sensei alagaban sus pasos, aunque el primero lo hacía con cierta lujuria imposible de ignorar. ―Nos vemos, Rubito.
Deidara la saludó con la mano, pero ella ya estaba en la mesa, intentando separar a Naruto de sus nuevos "mejores amigos", los cuales tenían pinta de asesinos seriales.
―Confolmaremos una fanda― decía Naruto en cuanto salieron. Sakura lo cargaba ya que el rubio no podía caminar sin caerse― Y seremos famonsos.
―Menos mal que tenías tolerancia al alcohol― bufó la joven por lo bajo.
Decidió doblar por la izquierda, así de esa forma podría llegar al camino que había tomado a la ida, pero a lo lejos divisó un reducido grupo de hombres caminando hacia ellos.
Intentó mantenerse serena, de nada servía entrar en pánico. A su derecha encontró un callejón que se conectaba con otra calle. No conocía el lugar, y ese callejón no tenía la mejor pinta, pero no tenía opción, no con Naruto así.
Se metió en el oscuro callejón, ansiando sus pasos hacia la luz de las farolas que iluminaban la calle lateral. Naruto, quien estaba recostado sobre su espalda, balbuceaba algo acerca de las diferencias entre el ramen casero y el ramen instantáneo.
―Oigan― escuchó una voz a o lejos, a sus espaldas. Apresuró el paso, intentado calmar los latidos descontrolados de su corazón― Ahí está, por el callejón.
Y eso fue el detonante.
Como alma que lleva al diablo, Sakura hizo acopio de todas sus fuerzas y corrió en dirección a las farolas, con Naruto aún en su espalda. Podía escuchar las risas lujuriosas de los hombres que corrían hacia ella.
Cuando cruzó el callejón, pensó en sus padres, a quienes les daría un ataque al saber que su única hija había terminado un sábado en la noche en La Raíz.
Nunca había visto el lugar, pero los relatos de Sai cuadraban perfecto con ese lugar. Los edificios eran grandes, como un hotel, pero las ventanas estaban enrejadas o tapadas con madera, como si quisieran protegerse. Notaba también las tablas bloqueando puertas, o los grandes perros que protegían las casas más humildes.
Las farolas que ella había visto eran las únicas señales de luz en toda esa calle. Miró hacia su izquierda, encontrándose de cara con un prostíbulo colmado de viejos harapientos que no les sacaban la mirada de encima.
Pensó en pedirles ayuda, pero no estaba segura de qué preferiría: Si esos viejos que inspeccionaban su falda, o los dos o tres hombres que ya la estaban alcanzando.
Cuando miró por sobre su hombro, ignorando a un dormido Naruto, notó que los tres hombres que ya estaban por terminar de cruzar el callejón pertenecían a ese grupo de cinco que la habían estado observando en el club.
Se regañó mentalmente por ser tan estúpida, por haberle dado más importancia a la mirada de Sasori que a las malas intenciones de esos desconocidos.
Y ahora, sin lugar al cual escapar y sin ayuda al alcance, pensó en Naruto. La amistad era cuidarse las espaldas, incluso cuando uno ya no estaba capacitado para hacerlo. Es por eso que dejó a Naruto en el suelo, bien al lado de ella, y levantó los puños para poder defender la amistad que compartía con el rubio.
Después de defenderla durante tanto tiempo, era hora de devolverle el favor.
Los tres hombres llegaron al final del callejón, deteniéndose a unos pasos de distancia de la joven peli-rosa. Los hombres del vestíbulo observaban el espectáculo con sonrisas lascivas.
―Veo que la gatita tiene garras― dijo uno con voz ronca, acercándose un paso―… Me gusta…
Y cayó, siendo noqueado por un golpe en la nuca.
Sakura parpadeó reiteradas veces, sorprendida al ver como Sasori-sensei noqueó al tipo con un golpe limpio.
―Ustedes…― habló Sasori, sorprendiendo a Sakura nuevamente ante la rabia que contenía su voz. Giró lentamente en dirección a los otros dos, quienes estaban temblando―… No tienen perdón.
No fue necesario ningún golpe o comentario extra; los otros dos habían tomado a su amigo y habían salido corriendo del lugar, total y completamente aterrados. Los hombres del prostíbulo, en cambio, se quedaron pasmados en sus lugares.
Sakura notó que estaba caminando cuando ya había pasado por el callejón una vez más, parando frente a un lujoso auto.
―Rosadita― Deidara estaba esperando en el auto.
Al verla, corrió hacia ella y subió a Naruto a su espalda, quien en ningún momento se había enterado de que su vida había pendido de un hilo.
―Sube a la parte trasera― le ordenó Sasori a su alumna. ― Y Deidara, sube también con Uzumaki.
Ambos obedecieron sin chistar, ya que la mirada que tenía Sasori era de rabia pura. Sus facciones angelicales seguían conteniendo aquella indiferencia marcada, pero su mirada… Su mirada daba miedo.
Cuando Sakura subió, siendo Deidara el que estaba sentado en el medio, notó también que el asiento de acompañante estaba siendo ocupado por Itachi-sensei, quien la veía con un dejo de decepción.
―No podemos llevarlos a sus casas, Sasori― dijo Itachi una vez que Sasori arrancó― No en esas condiciones.
― ¿Y qué sugieres que haga? ¿Qué los deje a su suerte? ― gruñó.
Sus manos estaban sujetadas al volante con tal dureza que sus nudillos habían pasado al blanco extremo.
―Pueden ir a nuestro departamento hm― intervino Deidara, quien estaba ocupado en evitar que Naruto se diera de bruces contra la puerta del auto. ―Hasta que se les pase, claro.
―Llamaré a sus familias y diré que se quedaron a dormir en casa― añadió Itachi en cuanto Sasori tomó la ruta de la avenida.
El peli-rojo asintió débilmente, concentrado aún en la carretera, sin siquiera voltear a ver a sus dos alumnos.
― ¡¿A dónde se fue Pinocho?! ―gritó Hidan en cuanto salieron de Jira&Kaka.
Sus amigos se encogieron de hombros, extrañados.
―Itachi y Deidara tampoco están― añadió Zetsu como si nada.
Mientras el resto discutía el paradero de los otros tres, Pain observaba su billetera: Tan solo le quedaban 2,50ryo.
― ¿Alguno tiene dinero? ―su pregunta silenció al grupo.
Todos comenzaron revisar sus billeteras, bolsillos, zapatos, máscaras… Pero nada. Estaban más secos que el corazón de Kakuzo.
―Solo nos queda caminar― aceptó Konan mientras avanzaba tomada del brazo de Pain. ― ¿A qué esperan? ―preguntó dirigiéndose al grupo detrás de ella― Esas sesenta y ocho cuadras no se caminarán por sí solas.
Entre quejas y berrinches, Akatsuki emprendió su viaje a las 4:30am por Konoha, maldiciendo a Sasori y a su estúpido auto.
―Llamaré ahora mismo a sus padres para decirles que se quedaron dormidos― informó Itachi mientras tomaba el papelito que Sakura le tendía, el cual contenía los números de ambas casas― Traten de descansar. Más tarde los llamaré.
Y entre la oscuridad de la noche, Itachi atravesó el patio de la mansión Uchiha, el cual era sutilmente iluminado por las luces de la casa.
Sasori arrancó nuevamente el auto, tomando la dirección contraria a la casa de Naruto. Sakura se recostó en el asiento del auto, fijando su vista en la limpia alfombra de su sensei de Arte.
Escuchaba muy vagamente las voces de Deidara y Sasori, pero sonaban tan lejanas que le costaba comprender media palabra. Solo sabía que hablaban de ella porque Deidara la miraba en todo momento.
―… En shock― escuchó decir al rubio, haciendo que Sasori le diera la razón.
En cierto momento del viaje, Naruto devolvió la cena, ensuciando parte de la alfombra del auto. Sakura pudo notar que Sasori maldecía a los cuatro vientos, mientras que Deidara se debatía entre el asco y la risa.
¿Y ella? Ella no podía conciliar las acciones con la realidad. Escuchaba sus voces, pero su pensamiento permanecía en blanco. No se sentía real, no se sentía viva.
―Danna… Me está preocupando― dijo Deidara después de que el episodio del vómito quedara atrás.
― ¿Otra vez va a vomitar? ―gruñó Sasori. Su poca paciencia se había esfumado hace tiempo.
Sin embargo, Deidara le dedicó una mirada cargada de tristeza.
―No deja de mirar un punto fijo― dijo haciendo referencia a la joven alumna― ¿No deberíamos llevarla al hospital? Hm.
Sasori suspiró. Por el espejo retrovisor podía ver perfectamente a Sakura, quien permanecía con la mirada perdida en alguna parte del asiento de acompañante. El joven sensei jamás creyó ver tanto vacío en esos ojos usualmente vivaces, o el terror reflejado en ese bello rostro de ángel.
No, esa no era la testaruda alumna que él conocía.
―Si no mejora, la llevaremos― prometió, frenando frente a un complejo de apartamentos.
― ¿Hola? ―contestó una voz desde el otro lado de la línea. Sonaba muy preocupa.
― ¿Sra. Haruno? Habla Uchiha Itachi, sensei de Sakura― la mujer hizo un leve sonido de reconocimiento― Solo quería informarle que ella se ha quedado a dormir en casa. La enviaré a su casa tan pronto despierte.
Escuchó un grito de alivio, seguido de "¡Kizashi! ¡Nuestra niña está bien, está bien!". Podía escuchar también que ambos Sres. Haruno estaban sollozando; sin duda alguna, Sakura les había dado un muy buen susto a ambos.
―Te agradezco tanto las molestias, Itachi-san― dijo la Sra. Haruno con la voz ya quebrada.
Itachi profirió un suave "es un placer" y colgó, tomando el pequeño trozo de papel entre sus dedos.
Una vez marcado el número, espero pacientemente a que le contestaran, pero nada. Marcó nuevamente, y nada. Recién a la cuarta llamada se dignaron a contestar.
― ¿Si…?― era la voz adormilada de su sensei de primaria, Kushina.
―Buenas noches, Kushina-sensei; soy Itachi Uchiha.
Esperó pacientemente la respuesta de su antigua sensei, pero ella solo lanzó un gruñido por lo bajo, dejando en claro que estaba por dormirse.
―Solo le quería informar que Naruto se ha quedado a dormir en casa, así que no es necesario que lo espe…
― ¡¿Qué has dicho?! ―Itachi tuvo que alejarse el auricular de la oreja, por seguridad― ¡Ese maldito mocoso nos tuvo preocupados toda la noche!
¿Preocupados? Itachi casi se ríe al pensar en la ironía, ya que se notaba a diestra y siniestra que Kushina no se pasó la noche en vela como los padres de Sakura.
―Se los enviaré tan pronto despierte― prometió con educación.
― ¡Si, hazlo! ― rugió la joven mujer, demostrando que estaba mucho más despierta que nunca― ¡Y cuando venga le daré la paliza de su vida! ¡Minato! ¡Deja de hacer guardia en la puerta y vete a dormir! ¡El idiota aquel estaba durmiendo en lo de los Uchiha y…!― colgó.
Aún un poco perplejo, Itachi dejó el teléfono en su lugar. Negó suavemente con la cabeza y comenzó a subir las escaleras, lamentando la suerte que le deparaba a su alumno.
Tic-Toc… Tic-Toc… Tic-Toc…
El reloj de pared era lo único que llegaba a sus oídos; Habían llegado al apartamento que compartían Sasori-sensei y Deidara, pero aún sentía aquella inquietud que sintió cuando fue perseguida por aquellos tipos.
Podía recordar la adrenalina del momento, el terror de no volver a ver a sus seres queridos, y la preocupación que sentía con respecto a la seguridad de su mejor amigo. Si algo le llegaba a pasar a Naruto, nunca se lo perdonaría.
Tal vez sonaba imposible, pero lo que a ella le llegara a pasar la tenía sin cuidado. Solo le importaba el bienestar de aquel hiperactivo y risueño muchacho, el cual estaba siendo atendido por Sasori. Tal parece que no se encontraba bien.
―Ha bebido demasiado hm― escuchó la joven Haruno. Deidara se encontraba en su habitación junto con Sasori y Naruto, pero ella podía escucharlos a la perfección debido al corto tramo que separa la habitación del comedor― Hasta me jugaría mi cabello a que ha bebido tanto como Hidan.
¿Hidan-sensei? Era imposible. Naruto había tomado la misma cantidad de alcohol que ella, y estaba por demás asegurado que ocho botellas de cerveza no te podía dejar en un estado tan deplorable. La ciencia médica lo negaba.
―En ese caso, Haruno debería estar en su mismo estado― apuntó Sasori.
Sakura asintió, dándole la razón.
―Llevé a Rosadita a bailar, Danna― le recordó el rubio― Ella no tomó las cuatro copas que le ofrecieron los grandotes de la mesa de al lado hm.
Al escuchar las palabras de Deidara, Sakura sintió que el alma se le caía a los pies; era su culpa. Si ella no hubiese dejado solo a Naruto, el joven más confianzudo en todo el Universo, él no estaría en ese estado.
Era todo culpa suya y de sus disparatadas hormonas que perdían toda cordura posible cuando Sasori-sensei andaba cerca.
¿Qué le estaba pasando? Ella no era así, nunca lo fue. Siempre analizaba a situación antes de actuar, no se dejaba convencer para ir a lugares prohibidos, nunca abandonaba a sus amigos… ¡Y menos para ir a bailarle a un hombre de veinti tantos! Estaba perdiendo su esencia, no estaba siendo ella misma… ¡¿Qué le estaba sucediendo?!
―Eso se llama "revelación" ― dijo una voz en su cabeza.
― ¿Revelación? ―murmuró para sí, contrariada.
― ¡Cha! La pequeña y dulce Sakurita ya quiere crecer― explicó la voz entre risas.
Sakura sacudió la cabeza, preocupada al escuchar esa voz. Lo más seguro era que el alcohol, el estrés, y la falta de sueño estuvieran haciendo mella en ella.
Mientras los dos amigos seguían discutiendo sobre el tema de Naruto, ella decidió inspeccionar el apartamento de su sensei.
El lugar era simplemente exquisito. Las paredes estaban pintadas de un suave color crema, haciendo contraste con los oscuros muebles de caoba y el oscuro piso de pino. El comedor tenía un hermoso ventanal que otorgaba una magnífica vista de la ciudad. Además, era separado de la cocina a través de una barra de tragos, las cuales tenía sobre ella restos de arcilla que, supuso, eran de Deidara.
Entre el comedor y la sala de estar había un muy corto pasillo, en el cual resaltaba una hermosa y antigua mesa.
Casi por inercia, Sakura se acercó lentamente al antiguo mueble, encontrándose con cinco fotos muy peculiares. La primera era de Sasori-sensei, a la edad de 18 años, recibiéndose en lo que debía ser la Secundaria de Sungakure, o eso juzgaba por el paisaje desértico. Estaba siendo acompañado por una anciana mujer de rostro amable pero ojos suspicaces.
La segunda foto era nuevamente de él, pero esta vez estaba rodeado de todos los senseis de Akatsuki-School, y de otro que no supo decir quién era. En esa foto se veía jovial, alegre, rodeado de diversión y buena compañía. O eso pensaba hasta que notó que el lugar en el que se encontraban era, como no, "Jira&Kaka".
La tercera foto también era de él, pero esta vez estaba ejerciendo una pasión: las marionetas. Se encontraba en un taller, enlazando piezas de un brazo de alguna marioneta. Su expresión era de extrema concentración, como si nada ni nadie pudiera perturbarlo.
La cuarta foto mostraba ya una faceta diferente. Sasori estaba frente a Akatsuki-School, luciendo un impactante traje, y una sonrisa de ensueño. Pero eso no fue lo que llamó la atención de Sakura, sino los dos adolescentes que lo miraban como un hombre miraría a su salvador. Sai, en ese entonces, debía de rondar los doce, mientras que Deidara los quince o dieciséis. Ambos se mostraban ansiosos, agradecidos de su nueva vida, y Sasori se mostraba protector con ellos.
Esa foto logró en Sakura la aparición de una dulce sonrisa, acompañada por un rastro de curiosidad.
Y, finalmente, la quinta foto. Esta vez Sasori no estaba presente, pero si dos personas que ella no supo identificar. Eran una pareja; la mujer, de cabellos castaños y sonrisa angelical, era la más hermosa que Sakura había visto en su vida. Y a su lado, de cabellos rojizos y mirada miel, se encontraba un hombre cuyas facciones le eran muy familiares.
Claro. Eran los padres de Sasori.
Tomó la foto entre sus dedos, revisando minuciosamente sus rostros. Nunca había visto una mirada tan expresiva como la de aquella mujer, o unas facciones tan maduras como las de ese hombre.
Se diferenciaban mucho a su sensei cuando estaba parado frente a toda la clase, pero eran muy semejantes a aquel que la defendió en el callejón.
Tan diferentes e iguales.
―Veo que te sientes mejor― comentó una voz muy familiar a sus espaldas.
De la impresión, Sakura casi deja caer la foto al piso, pero Sasori la agarró justo a tiempo, depositándola en su lugar.
―L-Lo siento― se disculpó mientras hacía una suave reverencia. Sasori no dijo nada― ¿Cómo está Naruto?
El sensei miró de soslayo la habitación de su mejor amigo.
―Solo necesita descansar― respondió. ―Mañana tendrá una severa jaqueca.
Sakura asintió ya sin ánimos. Si tan solo no hubiese sido tan hormonal, hubiera evitado que Naruto aceptara tragos de extraños y quisiera conformar una banda musical.
Le había prometido a su mejor amigo que siempre podría contar con ella, pasase lo que pasase… ¿Y ahora? Ahora es cuando sentía que había fallado a sus principios, a su promesa, a su mejor amigo.
―No es tu culpa, Haruno― dijo Sasori, pareciendo leer su mente― Él no es tu responsabilidad…
―Lo sé, Sasori-sensei― le interrumpió la joven con la mirada centrada en el lustroso piso. Sus puños, fuertemente apretados, llamaron la atención del pelirrojo― Es solo que no debí ir a bailar. Naruto no sabe diferenciar las malas intenciones de una mano amiga.
Sasori se recostó contra la columna, cruzando sus brazos por sobre su pecho, dándole un aire de astucia.
―Sí, no debiste ir a bailar― acordó, logrando que ella se sintiera peor― Si no hubiese bailado de esa forma tan provocativa, esos idiotas no los hubiesen seguido.
¿Seguido?
― ¿Se refiere a los hombres del callejón? ― ignoró deliberadamente la burla de su sensei, centrándose en los tipos del bar.
El joven sensei asintió. Sus facciones eran imperturbables, pero Sakura notó cuanto le afectaba el tema a través de sus puños apretados.
―Tuvieron suerte de que Pain los haya escuchado― informó con voz monocorde― Planearon todo cuando estabas bailando.
― ¿Nagato-sama los escuchó? ―preguntó, estupefacta.
―Así es― afirmó. ―Los tipos esos abandonaron el lugar antes que ustedes. Cuando ustedes se marcharon, Pain vino hacia nosotros y nos contó que esos malditos te querían a ti― se escuchó unas palabrotas por parte de Deidara, pero Sasori las ignoró― Agarré al mocoso y a Itachi para ver qué sucedía. Fue una suerte que llegáramos a tiempo.
Sakura no pudo hacer más que darle la razón. Sabía que si Sasori no hubiese llegado a tiempo, ella no estaría ahí, tan entera y pura como se encontraba.
―Sasori-sensei― el joven la miró, esperando sus palabras. Sakura lo miró directamente a los ojos, sonriendo por primera vez desde aquel episodio― Muchas gracias.
Sasori sonrió de medio lado, aliviado al ver que su alumna había recuperado aquel fuego vivaz en sus ojos.
―Solo trata de no volver a bailar así, Haruno― le picó con un dejo malicioso― Estoy seguro de que los senseis estarán encantados de comentar lo que pasó en "Jira&Kaka" el lunes.
Los colores y el calor sofocante subieron al rostro de Sakura, quien intentó mantener todo la dignidad de la que fue capaz mientras observaba la sonrisa maliciosa de su sensei.
Ah no, Sakura Haruno no era de quedarse callada.
―Estoy segura de que usted también tendrá mucho que comentar al respecto, sensei― dijo con dulzura extremadamente falsa― Después de todo, su mirada no se desviaba de mis piernas.
¡Bingo! Sasori desvió rápidamente la mirada, como un chiquillo al que le recuerdan una travesura que él dejó olvidada. Sakura rió al encontrar esa nueva faceta en él.
― ¿Quién es él? ― preguntó la joven Haruno después de unos segundos de silencio. Sasori volvió a mirarla para saber a qué se refería.
La peli-rosa había tomado una de las cinco fotos.
―Orochimaru― respondió al ver que su alumna señalaba al joven de piel blanca y cabellos azabaches. Ese día habían decidió salir a festejar la apertura de Akatsuki-School en "Jira&Kaka" ―Era el sensei de Química.
― ¿Era? ― repitió, confusa.
Sasori asintió.
―Hubo un… incidente, si así quieres llamarlo, con Itachi― informó.
― ¿Qué clase de incidente? ―preguntó con su ceño fruncido. No podía conciliar una razón por la cual un sensei se fuera de Akatsuki-School, por más que todos fueran muy raros.
Sasori iba a contestar, pero la aparición del joven rubio cortó toda conversación.
― ¡Vomitó en mi cama! ¡Hm! ―se quejó Deidara tan pronto llegó al lado de sus amigos.
―Y a mí me vomitó el tapizado del auto― le recordó Sasori en un gruñido― Espero que Uzumaki recuerde todo lo que dimos en clases, porque no se lo voy a dejar tan fácil en el examen final.
― ¿Naruto se encuentra bien? ―preguntó Sakura a un enfurruñado Deidara.
―Sí, solo necesita descansar― la tranquilizó el rubio. ― ¿Y tú qué? Tienes una cara horrible…
―Sí, gracias― dijo la joven con sarcasmo― Solo necesito un poco de agua y unas horas de sueño para estar bien…
Un extraño sonido cortó las palabras de la joven. Deidara, como alma que lleva al diablo, corrió hacia su habitación, volteando un jarrón en el camino.
―Si será idiota― gruñó Sasori mientras agarraba los trozos de jarrón.
― ¡Mis sábanas nuevas! ―se escuchó la voz aquejumbrada de Deidara.
Sakura sintió cierta compasión por él.
―Se lo tiene merecido― dijo Sasori aún con los restos de jarrón en manos― Lo mejor será que vayas a dormir, Haruno. Usa mi habitación.
―Pe-Pero… ¿Y Deidara y usted?
Sasori envolvió los restos de jarrón en un pañuelo marrón claro, y los dejó cerca del lavado.
―En el sofá― respondió con indiferencia― Además, estoy seguro de que el mocoso no querrá volver a dormir en su cama.
Sakura observó en silencio como su sensei de Arte sacaba un par de colchas de un armario cercano a ellos. Desplegó dos en el suelo― una para hacer de colchón, y la otra para taparse― y una en el pulcro sofá cámel.
―No debería ser así― se quejó la joven peli-rosa― Esta es su casa, y es usted quien debería dormir en su habitación.
Sasori no respondió nada al respecto, simplemente se dedicó a ignorarla mientras tendía bien las sábanas del piso. A pesar de lo poco que llevaba conociendo a su nueva alumna, suponía que lo mejor era ignorarla cuando le quería llevar la contraria.
Sin embargo, Sakura Haruno no era una chica fácil de ignorar.
La joven estudiante caminó hacia el joven sensei, arrebatándole la almohada que sostenía entre sus dedos. Sasori, ni corto ni perezoso, intentó quitarle la almohada de las manos con la fuerza bruta. Pero Sakura no era una chiquilla débil.
Con todas sus fuerzas, intentó jalar la almohada hacia su lado, obligando a Sasori a hacer respectivamente lo mismo. Sin embargo, y en un atisbo de impaciencia, Sasori soltó la almohada, logrando que Sakura cayera sobre el sofá.
Eso sí, ella no iba a caer sola.
Como pudo, y antes de que su espalda tocara el mullido mueble, agarró a Sasori de la solapa de su chaqueta, terminando por hacer que el sensei cayera arriba de ella.
―Eres tan infantil como Deidara― se quejó aún estando arriba de ella.
Sakura le dedicó una sonrisa victoriosa, la cual fue reemplazada por una mueca de sorpresa al ver en las condiciones que se encontraban.
Él, arriba de ella, con una pierna entre sus piernas y los codos apoyados a cada lado de su rostro. Y ella, debajo de él, con la falda ligeramente subida debido a la caída.
Si, era una escena por demás comprometedora.
Sasori debió de darse cuenta de la situación. Le dedicó una pequeña sonrisa maliciosa que hizo sonrojar a la joven Haruno. Al sensei le gustaba ver a su alumna en esa situación, tan vulnerable y apetecible a la vez.
Notó que su falda negra estaba ligeramente subida, dejando entre ver el inicio de la parte inferior de un conjunto de encaje rojo. Su color favorito.
En esa posición, y ante los labios sugerentes de su alumna, Sasori creyó, después de tanto tiempo, haber perdido la cordura. Su piel suave tan aterciopelada mezclada con el calor y el olor a flores que desprendía… ¿Quién no enloquecería?
No pensó que un hombre como él podría ver de esa forma a una chiquilla tan tozuda e inteligente.
Nunca pensó ver así a Haruno Sakura.
―Oi, su habitación no está tan lejos, Danna― se quejó Deidara, apareciendo mágicamente detrás del sofá.
Con el rostro fuertemente sonrojado, Sakura intentó escaparse de los aprisionantes brazos de su sensei. Sasori, en cambio, se levantó tan tranquilo como si no hubiese estado en una situación tan comprometedora.
―Borra esa sonrisa o te la borraré a golpes― amenazó al rubio, quien quitó de golpe su sonrisa burlona― Como le iba diciendo, Srta. Haruno, utilice mi habitación. Deidara y yo dormiremos en el living.
Sakura no quería comentar nada al respecto ni involucrarse nuevamente en otra pelea, por lo que deseo las buenas noches y corrió hacia la habitación de su sensei, deseando desaparecer por esa noche.
―Nunca pensé que Sasori No Danna, la marioneta andante, como bien dicen, se metiera con una cría hm― se burló Deidara en cuanto Rosadita se metió a la habitación del pelirrojo.
Sasori no comentó nada; simplemente se dedicó a tirarse en el sofá y a arrojarle una almohada al rubio, la cual impactó en su rostro.
Deidara se arrojó al suelo, ganándose un resentimiento por parte de su espalda al sentir la dureza de la madera, y se dedicó a mirar a su mejor amigo, quien estaba con la vista perdida en alguna parte del sofá.
El joven rubio se incorporó levemente, apoyando todo su peso en su codo derecho.
― ¿Sabes, Danna? ―dijo mientras lo miraba fijamente. Sasori ni se inmutó― Creo que Rosadita te ha flechado…
―No digas estupideces, mocoso― gruñó el pelirrojo, regalándole su mejor mirada de homicida― Y ahora duérmete; mañana debemos limpiar el tapizado del auto.
Entre berrinches casi silenciosos, Deidara volvió a recostarse en el piso de madera. No importaba lo que dijera Sasori, el rubio sabía mejor que nadie que el frio sensei comenzaba a interesarse en su alumna.
Después de todo, Sasori jamás ofrecía su habitación.
―48 minutos después―
―Danna… Danna….― Sasori se despertó de sobre-salto, regalándole nuevamente una mirada homicida a su amigo por despertarlo.
― ¿Y ahora qué? ― gruñó mientras se frotaba los ojos.
Pudo notar que su mejor amigo tenía una expresión de pánico.
― ¡Nos olvidamos de ellos! ¡Hm! ― dijo con histeria mientras le sacudía por los hombros.
¿Ellos? Con la clara confusión en él, Sasori comenzó a divagar la mirada por el lugar, intentando recordar. Su mirada miel se posó en la foto que Sakura había tomado con anterioridad.
Eran él con el resto de sus compañeros de… Akatsuki-School…
Mierda.
― ¡Ya casi! ― gritaba Kisame mientras arrastraba a Zetsu y a Tobi.
El sol ya había salido por el horizonte cuando el grupo de sensei de Akatsuki-School llegó al complejo de apartamentos en donde vivían, en las afueras de la ciudad de Konoha.
―Estúpido Pinocho… ¡Jashin-sama lo maldecirá por olvidarse de nosotros! ― gritaba Hidan mientras blandía su puño en dirección al cielo.
Kakuzo lo iba a silenciar de un golpe, pero la caminata lo dejó tan exhausto que no tenía ni aires para dar un paso más.
―El lunes hablaremos con Sasori― dijo Pain. Él no tenía ningún resentimiento con el joven debido a que sabía a dónde había ido, aunque no hubiese estado mal que los esperara― Debemos hablar seriamente sobre la palabra compañerismo.
―A Sasori no le gusta esperar ni hacer esperar― le recordó Konan, quien aún estaba aferrada de su brazo― Sería inútil siquiera intentarlo.
Pain asintió, dándole la razón a su ángel.
Mientras el resto comenzaba a buscar sus respectivas llaves en los bolsillos de sus pantalones, Tobi se dio cuenta de un minucioso detalle.
― ¡Oi! ¡Tobi encontró 500ryo! ¡Ahora podemos llamar a un taxi! ―festejó mientras exhibía el billete encontrado.
Un aura asesina rodeó a todos, haciendo que el hombre de la máscara temiese por su vida.
― ¡Tobi!
―T-Tobi es un bu-buen chico…
.
.
.
¡Hola a todo el mundo!
¿Fic retrasado? Si, si, lo sé. Si debo serles sincera, me retrasé todo este tiempo porque no encontraba un final que encajara con lo que esperaba. No sé si me entienden… Como que quería escribir algo, pero no sabía cómo.
Así que estuve todo este tiempo muy acomplejada, escribiendo y borrando centenares de veces, llorando en un rincón (?)
Pero, en muestra de arrepentimiento, se los hice un poquito más largo de lo acostumbrado.
Agradezco la paciencia que me tuvieron en esta ausencia. El siguiente capítulo ya lo tengo hecho, así que con total seguridad puedo afirmarles que será subido el 11/07/16.
Además…. ¡Estoy de vacaciones! ¡Chau Facultad por todo un mes!
Quiero agradecerles a Dixie. beat, Olivx, AngelCaido13 (En contestación a tu pregunta: Si, soy Argentina ^_^), Golden-maknae97, Mearine, prics17, y a Guest… ¡En verdad, muchas gracias por sus reviews! (Pido disculpas si alguno no aparecer, pero a veces no aparece el nombre)
Y también agradecerles a aquellas personas que siguen las actualizaciones o les dan en Favoritos… ¡Muchas gracias!
¡Nos leemos en la fecha prometida! (¡Esta vez en serio!)
Muchos saludos…
―Liriciel―
Pd: Y recuerden: Por cada review, será un golpe menos para Tobi-Soy-Un-Buen-Chico ^_^.