Los personajes no me pertenecen, sino a Masashi Kishimoto.

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Hilo rojo al arte

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Bienvenida a un mundo de locos

― ¿Esos rumores son ciertos? ―preguntó una jovial joven de cabello rosa. Enredó su dedo índice al cable del teléfono, muy viejo desde su punto de vista. ―Ya sabes, eso de que los profesores están locos.

Se escuchó una suave risa detrás del auricular, seguida del ya conocido ruido de platos quebrándose. Ino, su mejor amiga, solía tener un serio problema a lo que se refería a los objetos frágiles.

―Depende― rió mientras el sonido de la porcelana siendo barrida se escuchaba de fondo. ―Hay algunos, como Tobi-sensei o Hidan-sensei, que es mejor seguirles las corrientes. Después están los profesionales como Itachi-sensei y Kisame-sensei. Pero todos son especiales a su manera, Sakura. ―escuchó una suave voz de fondo, de seguro la Sra. Yamanaka se estaba quejando nuevamente sobre los restos de porcelana en el piso. ―Y muy apuestos.

Ahí estaba, esa palabra; usualmente su definición de "apuesto" difería enormemente de la definición de su mejor amiga, pero Sakura Haruno ya se había adaptado a los comentarios picantes que solía realizar su rubia amiga.

―No puedo creer que vuelvas a Konoha después de tanto tiempo― siguió diciendo Ino con verdadero entusiasmo en su voz. ―Han pasado seis años desde la última vez que nos vimos, Frentesota. Cuando nos enteramos, Naruto gritó a todo pulmón lo feliz que se encontraba; hubiese estado bien de no ser que estábamos en la clase de Konan-sensei, y ella sí que no aguanta la hiperactividad de Naruto.

Sakura sonrió ante ese pequeño fragmento de información. Es cierto que desde que su padre consiguió trabajo en Ame, otra ciudad un poco alejada de su querida Konoha, Naruto había armado todo un alboroto para evitar que se fuera. Habían tenido tan solo 11 años, pero las lágrimas de su mejor amigo le habían hecho parecer mucho mayor.

Al irse, sintió que se llevaba con ella un nuevo peso, un peso que atormentaba su corazón. No solo había dejado a sus mejores amigos, Ino y Naruto, atrás… Sino también a su platónico de toda su corta existencia: Sasuke Uchiha.

El joven Uchiha era su amor imposible desde que tenía uso de razón. Ino siempre se había burlado de su poca predisposición por decirle lo que sentía, pero la joven Haruno sabía perfectamente que Sasuke nunca podría corresponderle. Es más, ni siquiera sabía si la veía como una amiga.

Los sentimientos de Sasuke era todo un misterio.

― ¿Sakura? ¿Estás ahí? ―preguntó Ino con voz preocupada. Sakura despejó su cabeza antes de contestar.

―Sí, aquí estoy― miró el reloj de pared de la cocina: 10:30. Sus padres llegarían pronto para acomodar las cosas en el camión de mudanza y así trasladarse nuevamente a Konoha, su hogar. ―Ino, debo comenzar a empacar. Te veré mañana ¿Si?

― ¡Es una promesa! ―gritó su amiga con entusiasmo― Todo será perfecto; ya verás… ¡No te arrepentirás de haber vuelto!

Cuando colgó el teléfono, sus padres entraron en la casa. Ambos estaban muy felices de poder volver a sus tierras natales, en donde crecieron y se enamoraron; además, ellos sabían mejor que nadie lo que su única hija había sufrido al tener que separarse de todo lo que conocía.

Había sido un muy duro golpe para Sakura, pero con el paso del tiempo se había recompuesto y había logrado enfrentar los cambios con una sonrisa.

― ¿Necesitan ayuda? ―preguntó al verlos entrar con sendas cajas.

―Nada de lo que tu padre no pueda ocuparse― rió Kizashi Haruno. ― ¿Verdad, cariño?

Mebuki Haruno alzó las cejas en gesto puramente irónico.

―Lo que tú digas― dijo mientras le daba un suave beso a su marido en la mejilla. Dio media vuelta y le guiñó un ojo a su hija― Prepara tus cosas, Sakura. Mañana regresamos a Konoha.

El entusiasmo de Sakura se vio reflejado en sus brillantes ojos jades. Si, mañana volvería a su hogar, aquel pedazo de tierra en el que sembró tantos recuerdos con sus amigos y familiares.

Mañana Konoha la esperaba.


Cuando el sol se comenzó a ocultar por el horizonte, Sakura ya se sentía como en casa. El viaje en auto había sido agotador, pero tal fue su alegría cuando pasó el cartel de "Bienvenidos a Konoha", que no pudo evitar aplacar el sueño.

―Hemos llegado― celebró su padre al pasar los puestos de seguridad de su hermosa ciudad.

No es como si Konoha fuese una ciudad peligrosa, al contrario, gozaba de excelente reputación frente a las demás ciudades vecinas. Eso sí, debías de tener cuidado con las zonas que se frecuentaban. Usualmente los lugares céntricos no eran inconveniente alguno, pero debías de tener cuidado cuando traspasabas los límites de los barrios, ya que ahí frecuentaba la gente que gozaba de los negocios turbios y oscuros.

Pasaron la carretera sin ningún inconveniente debido a que los domingos a la noche ésta no era muy frecuentada. Recorrieron viejas calles y observaron las nuevas modificaciones en los negocios que quedaron impregnados en sus memorias.

Konoha no había cambiado en absoluto, salvo alguna que otra modificación menor por aquí y por allá. Incluso la plaza conservaba la ya antigua escultura de su fundador, Hashirama Senju.

―Esa de ahí es tu nueva secundaria, cariño― informó su padre señalando un nuevo y reluciente edificio de tres plantas.

Sakura se quedó sorprendida al ver tan majestuoso edificio, el cual era mucho más grande que su pequeña secundaria en Ame. Incluso el patio debía de ocupar más que su antigua secundaria.

―Creo que es imposible no perderse en ese lugar― mencionó al notar que la secundaria ocupaba, mínimo, dos manzanas.

―Me han comentado que el nivel académico es muy elevado― mencionó su madre con admiración. ―Claro está, desde que Nagato es el director.

Nagato fue un viejo compañero de su madre cuando ella y su padre eran jóvenes.

― ¿En serio? ―preguntó sorprendida. ―Yo lo único que he escuchado es que los profesores son… raros.

― ¿Raros? ― Su padre viró a la izquierda, dejando ese hermoso edificio atrás. ― ¿A qué te refieres con "raros"?

―Mikoto me ha comentado que su hijo mayor, Itachi, ha comenzado a impartir clases en esa secundaria desde hace cinco años― informó Mebuki con completa admiración. ―Y ya saben las buenas cosas que se dicen de esa familia.

Sakura asintió, recordando los buenos modales y el elegante porte del hermano mayor de Sasuke. Si bien Itachi Uchiha no era una persona muy sociable, se notaba a diestra y siniestra que era un hombre muy inteligente.

Sin embargo, Sakura estaba segura de que los rumores de profesores extraños no se debían a Itachi o a Nagato, sino a los otros profesores cuyos nombres nunca les habían comentado.

El transcurso del corto viaje siguió en silencio. La pequeña familia quedaba fascinada al pasar por lugares ya conocidos, en donde se atesoraban innumerables recuerdos. Incluso Sakura tuvo que contenerse par no saltar del coche e ir a abrazar a Ino cuando pasaron por la florería Yamanaka.

Su madre le había dicho que ya tendría tiempo para ponerse al día con sus amigos y para conocer la ciudad.

―Aquí es― dijo Kizashi al frenar frente a una bonita casa de dos pisos y pintada de un suave tono amarillo. ―A desempacar, mis ángeles. Este es nuestro nuevo hogar.

Sakura recorrió la casa con la mirada. Era muy linda, digna de un cuento de hadas.

―Sakura, ayúdame con la mudanza― le pidió su madre cargando una pesada caja.

Después de mudar sus cosas y arreglar su nuevo dormitorio, Sakura sintió el impulso de llamar a su mejor amiga, pero su reloj marcaba la media noche pasada. Si llegaba a llamar a Ino, esta probablemente la mantendría en vela toda la noche.

―Ya tendrás tiempo de hablar con ella mañana en el colegio― le recordó su madre con una dulce sonrisa.

Pero la noche se le hacía eterna; no quería esperar a que amaneciera, quería volver a ver a sus amigos ahora. Sentía la enorme necesidad de abrazar a Naruto y a Ino como si la vida se le fuera en ello.

Quería volver a ver a sus otros conocidos como los Hyuga, Akimichi, Nara… ¡A todos! También tenía una enorme curiosidad con respecto a su nuevo colegio y a los profesores. Ino le había comentado que algunos, muy pocos en realidad, estaban como querían, lo cual eso la motivaba aún más.

―Sin embargo, debería descansar un poco. No debe ser recomendable dormirse en tu primer día de clases― murmuró al notar la hora en su reloj de mesita: 02:46am.

Cuando Sakura se hundió finalmente en los brazos de Morfeo, tuvo un sueño muy raro. Había soñado con dos hermosos y cautivantes ojos color miel, los cuales la invitaban a fundirse en ellos.


―No comas tan rápido, cariño. El colegio no se irá a ninguna parte― bromeó su madre al ver a su única hija devorar el cereal en menos de un minuto.

Sakura tragó su porción y sorbió un vaso de leche tibia para acompañarlo.

―Lo sé, pero no quiero llegar tarde el primer día― explicó antes de tomar el resto de la leche en un solo sorbo.

―Apenas son las 7:30am― mencionó su padre con diversión. Sakura pasó a su lado y le dio un beso en la frente a modo de despedida. ― ¿Ya te vas? Pero si entras a las 08:10am…

―Lo sé― le dio otro beso a su madre y se calzó los zapatos. ―Pero quiero encontrarme con mis amigos lo antes posible― abrió la puerta de la casa, permitiendo que el viento ondeara levemente su falda negra con nubes rojas. Un uniforme completamente extraño, en su opinión. ―Nos vemos más tarde.

Al salir, el sol le dio de lleno en su rostro. Se sentía feliz, plena, como en una ensoñación.

―Lástima este extraño uniforme― mencionó mientras intentaba acomodarse la camisa negra, la cual le quedaba un poco chica― Mi madre nunca acierta con mi talla― añadió en un suspiro.

El camino a la secundaria no era muy lejos, es más, en diez minutos ya estaría frente a las puertas de tal majestuoso edificio. Pero ella quería tomarse su tiempo para recorrer aquellas mismas calles que recorría durante su niñez.

Cada paso que daba, era un recuerdo. Por ejemplo, en aquella esquina del Ichiraku, Kushina Uzumaki había golpeado a su único hijo por haber desobedecido la regla sagrada de todos los miércoles: Nada de ramen. Y en aquel parque Hinata les había confesado a ella y a Ino sus sentimientos hacia el rubio hiperactivo del grupo.

Si, eran esos recuerdos que volvían a la mente de Sakura antes de dormir, al levantarse, en su cumpleaños… Cada momento de su vida había deseado volver a su hogar y lograr formar aquellos bellos e inolvidables recuerdos.

― ¡Sakura-chan! ―tan perdida estaba en sus recuerdos que no notó cuando llegó frente a las puertas de su nueva secundaria.

Ahí estaban sus amigos, esperándola con grandes y sinceras sonrisas. Estaban Neji y Hinata Hyuga, Kiba Inuzuka y su perro Akamaru, Rock Lee, Tenten, Shikamaru Nara… ¡Incluso Sasuke estaba presente! Indiferente… Pero presente al fin y al cabo.

Naruto e Ino lideraban el pequeño grupo formado por sus viejos camaradas. Ambos ansiosos y sorprendidos.

Sakura levantó su mano en señal de saludo. Debido a la emoción, las palabras quedaban atascadas en su garganta.

Sintió los brazos de Naruto e Ino rodeándola, así también como las palabras de bienvenida que le dedicaban sus amigos.

― ¿Qué tal es Ame? ¿Hay chicos lindos? ―fue lo primero que le preguntó Ino mientras caminaban por los pasillos.

―No muchos― admitió la joven pelirosa― ¿En dónde está la oficina de Nagato-sensei? Debo informarle que ya llegué― mencionó mientras mirada para todos lados. Ese lugar era mucho más grande de lo que imaginaba.

―Está al final del corredor, por la izquierda― respondió Tenten con una dulce sonrisa. ― ¿Estamos en la misma clase?

―No lo sé― respondió mientras aceleraba el paso. ―Ahora mismo averiguo.

― ¡Te esperaremos aquí, Sakura-chan! ― le aseguró Naruto, pero el timbre le hizo cambiar de opinión. ― ¡Genial! Si llego tarde otra vez, Hidan-sensei me castigará― se quejó haciendo un adorable puchero.

―No te preocupes― le tranquilizó Sakura― Creo poder llegar sola a mi clase; ustedes adelántense.

Así, uno a uno fueron despidiéndose para llegar a sus respectivas clases. Rock Lee y Naruto fueron corriendo a su clase, ya que aseguraban que Hidan-sensei se volvía completamente loco cuando algún alumno llegaba tarde. Sasuke los siguió con aparente calma.

―Hidan-sensei es un osito de felpa comparado con Sasori-sensei― comentó Ino mientras se ajustaba su mochila al hombro. ―Ese tipo puede estar igual de bueno que Itachi-sensei, pero su humor es cien veces peor.

Esos nombres, exceptuando el de Itachi, eran desconocidos para la joven Haruno. Por lo que sabía, esos profesores provenían de ciudades allegadas, y tenían reputaciones completamente diferentes. Sin embargo, eso no sabía si era peor o mejor.

Caminó apresuradamente por los pasillos, intentando localizar lo que sería la oficina de Nagato-sensei. Al final la encontró unas tres puertas más al sur.

―Adelante― invitó una voz varonil cuando ella tocó tres veces.

Sakura avanzó a paso inseguro. La oficina del director Nagato era, por mucho, un lugar escalofriante; las paredes estaban pintadas de un oscuro tono rojo, y la única decoración que se podía divisar eran esos horrendos cuadros de dioses griegos, egipcios, aztecas, etc. No es que no les gustaran esos dioses, pero estaban pintados de tal manera que lo único que podían expresar esos cuadros era dolor.

Detrás de un pulcro escritorio de caoba, el director de Akatsuki School estaba leyendo unos papeles. Y Sakura pudo jurar que nunca había visto una persona con menos pinta de director. Sus cabellos eran anaranjados y estaban peinados en punta, pero lo que le llamó la atención era a cantidad de perforaciones que tenía en la cara.

Ahora entendía el significado de raro; ese tipo, por más que tuviera puesto anteojos de marco oscuro y traje a rayas, tenía más pinta de delincuente que de director de una prestigiosa secundaria de nivel.

―Bu-Buenos días, Director― Sakura hizo una suave reverencia.

Nagato levantó la mirada, intimidando a la joven con sus orbes violáceos. ¿Era imaginación de la joven Haruno o aquellos ojos tenían líneas dentro?

― ¿Qué se le ofrece? ―preguntó sin desviar su mirada de sus orbes verdes.

Sakura sintió como las piernas le flaqueaban. ¡Oh, vamos! Ese tipo era tan serio que, por un breve momento, creyó que había entrado al Salón de Disciplinas o algo así.

―Soy Sakura Haruno― respondió con todo el valor del que fue posible. Nagato comenzó a revisar los papeles que tenía en mano, ignorando a la joven pelirosa. ―Etto… Comienzo el curso este año… Y… Yo…

―Silencio― ordenó. Sakura obedeció al instante― Aquí está…―Nagato sacó uno de los papeles y comenzó a leerlo. ― "Haruno Sakura. 17 años. Transferida de Amegakure por motivos laborales de su tutor y/o familiar allegado. Notas: Excelentes; Comportamiento: Excelente; Quejas al respecto: Ninguna; Premios recibidos:… ¿Primer lugar en Enfrentamiento de lucha corporal?" ― re-leyó varias veces la misma oración, mostrando una ligera perplejidad en sus facciones.

Sakura sonrió con orgullo; estaba más que segura que aquel Director de muerte no se esperaba que ella venciera a todo el equipo masculino con su delgada y frágil figura.

Nagato se aclaró la garganta antes de presionar un botón rojo del aparatito que reposaba sobre su pulcro escritorio.

―Konan― llamó después de dos pitidos. ―Te necesito en mi oficina, ahora. ― dejó de pulsar el botón y se dirigió a Sakura. ―Toma asiento, por favor.

Sakura se sentó en una de las frías sillas de madera, rezando a todos los dioses encuadrados que la tal Konan apareciera cuanto antes. Aquél tétrico lugar le daba escalofríos, y ni hablar del tétrico director.

Mamá me dijo que era muy simpático― pensó para sí misma.

Aquél director estaba lejos de ser simpático, incluso agradable. Lo único que desprendían aquellos fríos y terroríficos ojos era una insana obsesión por el dolor representado en sus terroríficos cuadros.

Después de unos minutos, una mujer de cabellera azul y rostro angelical entró a la oficina. Sakura la encontró hermosa, pero lo hubiese estado más de no ser por la horrible expresión de "Te voy a asesinar lentamente" que le dedicaba al director Nagato.

―No puedes interrumpirme en plena clase, Pain― le gruñó. Sakura frunció el ceño ante ese extraño apodo: Le quedaba como anillo al dedo. ―Espero que sea importante.

Nagato, o Pain, simplemente se dedicó a observar a Sakura. Konan se arregló el flequillo y respiró varias veces para calmarse.

―Mucho gusto― dijo con una sonrisa forzada. Desventajas del trabajo― Mi nombre es Konan, y soy la profesora de Geografía― se presentó― Y tú eres…

― ¡Ah! Mucho gusto, soy Sakura Haruno― se presentó después de hacer una leve inclinación a modo de respeto.

―Aula 5― informó Nagato volviendo a sus papeles― Mándala con el curso 6, se sentirá a gusto― le dedicó una muy breve ojeada a Sakura antes de añadir: ―Bienvenida a Akatsuki School, Srta. Haruno. Puede dirigirse a mí como Nagato-sama o Dios-Pain, como usted prefiera.

Al cerrar la puerta tras de ella, Sakura pensó que aquel tipo era el más raro que había visto en toda su corta vida. Incluso se prometió a sí misma ser la alumna ideal, todo y con tal de no tener que volver a pisar ese lugar.

―Nagato tiene un severo complejo de Dios― mencionó Konan entre risas. Parecía más natural esta vez. ―Pero es un buen tipo, no te preocupes.

Sakura le sonrió a modo de agradecimiento. A decir verdad, Konan-sensei le caía de diez puntos, pero no podía decir lo mismo de aquel director, a pesar de las intenciones de la peli-azul.

― ¿El aula 5…?

―Creo que ahora tienen Economía, con Kakuzo― dijo en respuesta a la pregunta incompleta. ―Te será… Interesante. Aquí es.

Cuando Konan abrió la puerta, lo primero que vio Sakura fue a un tipo con la cara cubierta y los brazos completamente desnudos. Sus ojos verdes, aterradores, se centraron en ellas dos.

―Buenos días, Kakuzo― saludó Konan con cierto desinterés. ―Aquí te traigo a Haruno Sakura. Es nueva, así que no la asustes― gruñó con un dejo de advertencia.

Kakuzo simplemente le señaló un pupitre en el fondo a Sakura, quien pasó en silencio y observando para todos lados. Por suerte reconoció a algunas personas, entre ellas Ino, Tenten y Hinata.

―Como iba diciendo― continuó Kakuzo una vez que Konan se había marchado. Ino le dedicó una brillante sonrisa a su amiga, quien se sintió menos cohibida ante las atentas miradas. ―La economía solo se basa en una cosa: El dinero. ¿Por qué funciona el mundo? Por el dinero. Anoten eso que va a ir en el examen. Y el primer idiota que ponga lo contrario, se las verá conmigo a fin del semestre.

Sakura se sorprendió; aquel tipo era un abusivo de la autoridad… Y un obsesionado por el dinero. Pasó la siguiente hora escuchando todo sobre las ventajas de tener dinero, y las desventajas de no tenerlo.

Al salir de la clase, lo primero que les preguntó a sus amigas era si ese tipo era un integrante de la mafia o un banquero. Lo que viniera.

―No― contestó Ino entre risas. ―Kakuzo-sensei es el tesorero no oficial de Akatsuki School.

― ¿Tesorero no oficial? ―preguntó Sakura, extrañada.

―Nagato-sama no quiere contratarlo oficialmente porque dice que se quedaría con el dinero recaudado para las becas― explicó Ino.

― ¿Se los dijo frente a él? ―preguntó sorprendida. Vaya, aquel director tenía mucha más valentía de la que se veía.

―Bueno…― habló, esta vez, Hinata. Sus mejillas estaban adornadas de un suave tono carmesí. ―Etto… Lo dijo en la ceremonia de comienzo de clases.

Sakura frenó en seco… ¡¿Nagato-sama había avergonzado a uno de sus profesores?! Tenía un serio complejo de Dios, eso es seguro.

― ¿Y Kakuzo-sensei no se molestó? ―preguntó, atónita.

El timbre sonó, dando a entender que el corto receso de cinco minutos había terminado. Se dirigieron al segundo piso, en donde se impartía Lengua y Literatura.

―No, ya está acostumbrado― respondió Ino. Por sus ansias de ir a clase, Sakura supo que el sensei debía de ser interesante.

―Nagato-sama suele reprender a los senseis por sus comportamientos― explicó Tenten. ―A decir verdad, muchos son infantiles.

¿Infantiles? Por lo poco que pudo ver Sakura, los senseis le parecían una manga de psicóticos, obsesionados y tenebrosos. Infantiles, jamás.

―I-Itachi-sensei aún no ha llegado― informó Hinata al ver a los estudiantes fuera del aula.

El pequeño grupo ingresó al aula, tomando los cuatro asientos al lado de la ventana. Tenten comentaba que era divertido ver a sus compañeras babosearse por el sensei de Lengua y Literatura.

―Cuando me fui, Itachi-san apenas había comenzado la facultad― recordaba Sakura― Era muy apuesto.

― ¿Apuesto? ¡Es el sex-symbol del colegio! ― le gritó Ino. Sin embargo, quedó en silencio durante unos segundos― Aunque Hidan-sensei y Sasori-sensei no se quedan atrás…

― ¿Quiénes? ― preguntó Sakura, pero su pregunta se vio opacada por el suspiro colectivo.

Itachi Uchiha había entrado al aula, y Sakura juró que nunca había visto una persona que le sentara tan bien el rol del sensei.

―Buenos días― saludó con voz pacífica. Los dos primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados― Me han informado de una nueva inclusión… ¿Haruno Sakura?

Sakura levantó la mano, captando todas las miradas nuevamente. Itachi le sonrió, logrando ser la envidia por dos o tres segundos.

―Sé que me conoces pero una presentación nunca viene mal― sus facciones eran similares a la de Sasuke, pero más maduras― Mi nombre es Uchiha Itachi, y soy el profesor de Lengua y Literatura. ―Se dirigió a la clase en general―Hoy vamos a hablar sobre los cantares del Mío Cid…

Y así, Sakura se pasó la siguiente hora prestando suma atención al profesor de Lengua y Literatura. Tenten tenía razón: Era divertido ver las expresiones de sus compañeras cada vez que Itachi-sensei sonreía o se acercaba un poco más.

Al salir de clases, Ino estaba en una ensoñación.

―Y va a seguir así― comentó Tenten entre risas. ―Después del almuerzo tenemos clases de Arte con Sasori-sensei y su ayudante, Deidara.

Al oír aquellas palabras, la cara de Ino se iluminó aún más.

―Ahora recuerdo porqué adoro los lunes― dijo en cuanto entraron a la cafetería.

Tan pronto entraron, Naruto les hiso señas para que se acercaran a la mesa que compartía con Sasuke, Kiba y Shikamaru. También había otro joven sentando, del cual Sakura desconocía.

―Él es Sai― lo presentó Naruto. Sai asintió en muestra de saludo― Es de la Raíz; Sai, ella es Sakura.

― ¿De la Raíz? ¿Hablas de esa zona que se encuentra en los límites de Konoha? ―preguntó cuando Tenten y Hinata llegaron con sus bandejas de comida.

Sai asintió, luciendo una sonrisa falsa que contrastaba con su rostro pálido.

― ¿No es una zona peligrosa? ―preguntó Ino. Neji y Lee se sentaron en la misma mesa.

―Si― respondió sin atisbo de duda. ―Principalmente en las noches. A muchos les gusta apuñalar extranjeros.

El tenedor con puré de calabaza quedó a medio camino de la boca de Sakura al oír esa información. No sabía qué le perturbaba más: Si la situación en Konoha o la tranquilidad con la que Sai lo decía.

El almuerzo pasó sin contratiempos, salvo cuando Naruto quiso hacerse el chistoso y terminó mojando a Neji con su gaseosa. Resultado: Un Naruto con un ojo moretoneado.

Mientras estos dos reñían, Sakura no pudo evitar notar lo apuesto y bien portado que era Sasuke. A diferencia de los demás, Sasuke parecía todo un hombre, y eso era algo que le encantaba a la joven Haruno.

Cuando el timbre sonó, Ino prácticamente la arrastró junto con Hinata y Naruto hacia el aula 7, lugar en donde se impartía Arte.

― ¿Y Tenten? ―preguntó al notar que la castaña se iba junto con Neji. ― Espera un segundo… ¡¿Son pareja?!

El shock causado fue tal que tuvieron que frenar en medio del pasillo. Hinata miraba el final del pasillo con aire dubitativo, ya que conocía la faceta del sensei cuando algún alumno llegaba tarde. Pero, por alguna extraña razón, eso no pareció preocuparles a sus amigos.

―Desde hace poco más de dos meses― dijo Ino con una brillante sonrisa. ―Fue toda una sorpresa cuando nos enteramos, ¡Imagínate! El genio Hyuga y la mejor chica en Deportes… ¡Fueron el chisme por dos semanas!

Mientras Ino parloteaba alegremente sobre la pareja, Hinata se debatía entre avisar que el profesor debía de estar llegando al aula, o esperar a que Ino terminara de relatar. Incluso Naruto estaba aportando comentarios al tema.

―Yo le dije a Neji que diera el paso adelante, Dattebayo― decía con una gran sonrisa zorruna.

Los minutos pasaban y Hinata seguía debatiéndose. Cuando pudo aclarar su garganta, dijo:

―Etto… Chicos…

― ¡Oi! ¿Qué están haciendo en los pasillos? ―un hombre con máscara anaranjada, camisa naranja y pantalones rosa chillón apareció en el pasillo.

―Tobi-sensei― saludaron los alumnos en una cordial reverencia. ―Es el sensei de música y el encargado del Bienestar Estudiantil― le susurró Ino a Sakura.

―Estábamos informando a Sakura sobre el colegio, Dattebayo― respondió Naruto mientras cruzaba los brazos detrás de su cabeza.

Tobi-sensei ladeó su cabeza en dirección a Sakura, cual niño curioso.

―Que cabello tan bonito― comentó con entusiasmo mientras señalaba la mota rosa que poseía. ―A Sasori-sempai le va a gustar este extraño color…

― ¿Sa-Sasori-sempai? ―tartamudeó Ino. Naruto tragó saliva al recordar con quién tendría clases. ― ¡Vamos tarde!

―Sí, hace 5 minutos con 43 segundos… 44… 45…―contaba Tobi mirando su reloj. Cuando levantó la vista, los alumnos ya habían desaparecido.― ¿He? ¿Qué...? Bueno... 53... 54... 55...


Los cuatro estaban estáticos en el marco de la puerta, siendo observados estrictamente por el profesor de Arte. Sin embargo, y a pesar de la dureza de su mirada, Sakura jamás creyó ver a un sensei tan… apuesto.

Su cabello rojo enmarcaba perfectamente su rostro angelical y sus ojos miel, a la vez que combinaba perfectamente con su camisa un tono más oscuro. Sus pantalones eran blancos lustrosos. Era un sensei joven, de la edad de Itachi, tal vez.

―G-Gomen nee, Sasori-sensei― se disculparon Ino, Naruto y Hinata mientras hacían una reverencia. Sakura los imitó a los pocos segundos.

― ¿Y tú de dónde has salido? ―le preguntó a Sakura. Podía jurar que nunca había visto ese peculiar cabello rosa.

―Soy nueva― respondió sin mostrarse intimidada por él. ―Haruno Sakura.

Sasori la siguió inspeccionando con la mirada, logrando finalmente que Sakura se sintiera intimidada ante esa dura mirada miel.

―Oi, la estás asustando, Danna― se quejó un joven rubio sentado en la ventana. Su peinado se asemejaba mucho al de Ino, sus ojos eran azules y su camisa blanca iba a juego con sus pantalones mostaza. ―No deberías hacerle eso a la pobre rosadita en su primer día.

¿Rosadita? ―una vena iba creciendo en la sien de Sakura al repetir esa mísera palabra en su mente.

―Mi nombre es Sakura Haruno, no "Rosadita" ―objetó con acritud.

Deidara sonrió de medio lado a la vez que Sasori suspiraba.

―Mocoso, compórtate― le reprendió a Deidara, quien se enfurruñó. ―Y ustedes, a sus lugares. Saben que no tolero que me hagan esperar.

Como alma que lleva al diablo, los cuatro se situaron cual angelitos. Sasori recorrió el salón con la mirada antes de agarrar su libro y comenzar a hablar sobre la eternidad del arte.

Sakura se dio cuenta que, a pesar del comportamiento huraño del profesor, sentía una gran pasión por su trabajo, la cual se contagiaba inmediatamente. Además, parecía tenerle un especial cariño a su ayudante, quien le cortaba entre frase y frase para dar su punto de vista sobre el arte efímero.

―Son como hermanos― mencionó Ino cuando Sasori se cansó y le aventó un borrador a Deidara, el cual le dio justo en la frente. ―Cuando Sasori-sensei comenzó a trabajar, siempre lo hizo con Deidara a su lado. He hablado un par de veces con él y admite que Sasori suele ser muy gruñón y arrogante a veces, pero que tiene muy buen corazón…

― ¿A caso no entiende algo, Srta. Yamanaka? ―preguntó Sasori al verlas secretear.

Ino negó con la cabeza reiteradas veces, asegurando que solo le explicaba a Sakura el rol de Deidara en el aula.

―El mocoso es mi ayudante― informó Sasori al cerrar su libro. Sakura se dio cuenta de que carecía de expresiones, ya que siempre se le veía indiferente, incluso cuando las regañó― Su única función es alcanzarme los materiales, pero últimamente parece que sacarme de mis casillas también está en sus funciones.

Deidara sonrió como cual niño inocente, mientras Sasori rodaba los ojos y volvía a retomar la clase.


― ¿Y qué te ha parecido la secundaria? ―le preguntó Hinata en cuanto salieron del colegio. El sol se estaba ocultando.

―Es… Diferente― admitió.

― ¡Vamos a la casa del Teme a celebrar tu llegada, Sakura-chan! ―gritó Naruto mientras abrazaba a Sasuke por los hombros. Se veía de lejos que el Uchiha se estaba conteniendo para no darle un puñetazo.

Mientras el grupo salía del colegio comentando las clases, Sakura notó algo extraño al otro lado del pavimento. Deidara parecía estar ahorcando a Tobi-sensei, mientras Sasori-sensei veía todo con indiferencia.

― ¿Eso es normal? ―preguntó una preocupada Sakura en cuanto Tobi logró zafarse y salir corriendo en dirección al colegio; Deidara lo seguía, gritando "Te mataré, idiota" a todo pulmón.

―Sí, casi siempre― respondió Ino con tranquilidad. ―A veces Tobi-sensei es un tanto… Idiota― intentó explicar.

Sakura asintió mientras observaba a Tobi-sensei esconderse detrás de Nagato-sama, quien estaba acompañado por Konan-sensei y otro hombre de cabellos platinados. Deidara, en cambio, era sostenido por Kakuzo.

―Si le rompes algo, el colegio deberá compensarlo por "Incidente laboral" ―oyó decir a Kakuzo cuando pasaron cerca de ellos.

―No es un colegio muy normal que digamos― comentó Sasuke en cuanto doblaron en la esquina.

―Lo sé…― susurró Sakura.

Desde el otro lado de la calle, Sasori la observaba detenidamente. Sakura levantó ligeramente la mano en gesto de despedida, de forma inconsciente. Y, para su alivio, Sasori le otorgó un corto y cordial asentamiento de cabeza.

A decir verdad, aquello era un mundo de locos.

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Hola a todo el mundo.

Bien, este ha sido el comienzo del fic "Hilo rojo al arte". Espero que les haya gustado y me digan si les gustó o no.

Si me dejan un review, ganan una beca completa para cursar durante un año en el Akatsuki School (?)

Nos leemos dentro de una semana y media o dos, depende mis parciales en la facultad.

-Liriciel-