DISCLAIMER: Los personajes del Manga INUYASHA, son creación de Rumiko Takahashi.

Fanfic, que fue naciendo desde que vi por primera vez el anime… y que ahora, me atrevo a escribir… espero que les guste, tratare de actualizar, mínimo, una vez por semana…

ADVERTENCIA: Esta historia es rated M, por lo que contendrá, situaciones SEXUALES y de violencia, además de lenguaje vulgar, de manera explícita, y no por eso recomendar cada una de ellas… Se recomienda discreción ;)

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EPILOGO (gracias por todo)

Dos días después del banquete de la celebración por la victoria, Kagome, con el medallón de plata que casi le arrebata la vida, convocó una nueva energía, una que llevaba siglo y más siglos en Rakuen no Ippen, cómo faro de luz que servía a aquellos guerreros que viajaban de epoca en epoca y de dimension en dimension, para regresar a su pueblo, y que había sido desactivada por Himiko no Kimi, para que Kagome pudiera protegerlo.

Había comprendido porque no habían podido regresar Yumeko y ella, cuando pretendieron abrir un nuevo portal y poder rescatar a su padre, al que creían atrapado entre las llamas y el veneno de la poción del traidor de Ikki Koyama.

Pero esa vez era diferente y con el antídoto que también le dejara el Oráculo, viajarian, Raiko, Ryutaro y Yumeko para intentar revivir las tierras y la magia de aquel pueblo, dejando a Kagome en la Casa de la Luna, pues no sabían si encontrarian gases nocivos, no querían exponerla a ella y a su bebé.

Ya regresaria si todo salía bien.

Sesshomaru e Inuyasha, cómo Lords del Oeste estaban encargados de llevar a cabo el protocolo, visitando aldeas e intentando reconstruir aquello que sé había perdido.

Y en los momentos en que se encontraban en el Palacio, Sesshomaru y Kagome recibían a los jefes de cada clan o aldea, que iban a presentar sus respetos y agradecimientos, honrandolos cómo los héroes de guerra que los habían salvado de una desgracia aún mayor.

Los días avanzaban entre deberes, y cuando llego el momento de regresar a Rakuen no Ippen y activar el medallón, Shippo, Rin, Sango, Miroku, Kohaku, Inuyasha y Lady Irasue, acompañaron a la familia Higurashi y a Yumeko y Ryutaro, para darles su apoyo y esperar que hubieran sobrevivido algunos habitantes de aquel pueblo, que yacía vacío e inhóspito, y en el que la vida comenzaba a crecer de vuelta, recuperando la belleza que ostentaba, y donde solo las construcciones, en su mayoria de piedra, habían logrado sobrevivir.

Kagome miró a su padre, que le sonrió comprensivo, alentandola, al mismo tiempo que sentía las manos de su amado Sesshomaru, sujetando su cintura, ella era Miko del Templo del Dios del Tiempo y guardiana de la Jikan Geto Celestial, hasta que un nuevo Oráculo sé volviera a manifestar entre su gente y sus descendientes.

Así que incrusto el medallón en su seno y alzando su energía, un haz de luz la envolvió, subiendo hasta el cielo, y abriendo los ojos, sonrió, pues habia funcionado, asi que dejo el medallón en el lugar que le correspondía en aquel Templo y fueron hasta el Palacio del nuevo Shogun, Raiko Higurashi, donde esperarían a ver si todo había funcionado.

_ Mamá, ¿que pasara ahora?...

Rin, al lado de Kagome, esperaba impaciente a ver que sucedía, al igual que los demás.

_ Pronto volveran aquellos que son de este pueblo y que tuvieron que huir para poner a salvo sus vidas…

Y no había terminado de hablar, cuando Raiko sé adelanto y miro hacía un punto debajo de los escalones de su palacio, pues no solo uno, si no varios portales, habían comenzado a abrirse, dejando pasar a un par de Bushi no yoru en cada uno, y seguidos de ellos, familias enteras que habían logrado sobrevivir a la catástrofe, puestos a salvo en otras épocas o dimensiones, sobreviviendo por su cuenta.

Kagome y Yumeko lloraban emocionadas, pues aunque ellas habían perdidos a sus seres queridos en aquella sangrienta batalla, agradecian que al menos hubieran logrado salvarse numerosas familias, incluyendo a Miwa y Misora, sus dos bellas y serviciales doncellas, a las que había creído perder cuando Naraku atacó el Palacio.

_ Lamento que hayan tenido que perder su hogar durante este tiempo, que hayan perdido a seres queridos en esa batalla que invadió el corazón de nuestro pueblo, pero agradezco que hayan sobrevivido y que esten de nuevo aqui, en este pueblo que nos vio nacer y al que nos debemos… así que, con el corazón dispuesto, reconstruiremos no solamente nuestro hogar, si no también nuestras vidas, y seremos nuevamente aquel pueblo orgulloso y fuerte…

La gente lanzaba vítores, exaltados por las palabras del nuevo Shogun.

Y esa vez las cosas serian distintas, pues Sonomi y Souta, siendo el heredero, estarian viviendo en Rakuen no Ippen, Kagome siempre seria princesa, Onna Senshi no Yoru y Miko del Templo del Dios Tiempo, aunque no estuviera ahí y continuará en la era Sengoku al lado de Sesshomaru y su amigos, que sé habían convertido en familia tambien, y su abuelito Taiga, se dividiría entre sus labores en el Templo de su tiempo y su familia, hasta que su cuerpo lo permitiera y pudiera vivir definitivamente con Sonomi.

CINCO AÑOS DESPUÉS…

Una muy embarazada Kagome, se encontraba en la antesala de aquella habitación, en compañía de Sesshomaru, Inuyasha, Yumeko y un pálido y sudoroso Miroku, que no dejaba de mirar la puerta, expectante a cualquier sonido que proviniera de ella, mientras dos pequeñas gemelas de tres años, dormían a su lado, cansadas de tanto esperar.

Sesshomaru, procuraba que Kagome estuviera cómoda, pues a pesar de su avanzado estado, quería estar presente en cada alumbramiento de sus amigas, cómo ellas estuvieron con ellas con su primer hijo, que había nacido nueve meses después de la guerra contra Naraku y al que habían llamado Eiji Taisho, su hijo primogénito, un hermoso bebé mestizo, mitad youkai, mitad humano, pero muy poderoso, de cabellos color blanco cómo el padre, sin más marcas en el rostro, más que la luna de su frente y de hermosos ojos color azul cómo su madre, que se había convertido en la delicia de sus abuelos en Rakuen no Ippen y de Irasue y Ryutaro, el que sé había convertido en un perfecto y consentidor abuelo.

Tuvieron un segundo hijo, solo dos años después de que naciera Eiji, al que llamaron Koichi, y este, al igual que Inuyasha, había nacido con el poder de cambiar en Luna Nueva, a diferencia de Eiji, que no había mostrado ese tipo de signos.

Normalmente era un tierno niños de ojos dorados y carita traviesa y de cabellos que nacian negros y se iban transformando en color plata conforme iban creciendo dándole un aspecto singular y hermoso, y cada mes, su cuerpo se transformaba en youkai, volviéndose su cuerpo más pálido, luciendo en su rostro, no solo la luna en su frente igual que Eiji, si no también las misma marca que tenía en el rostro Sesshomaru, sus cabellos se volvian completamente blancos, de un blanco luminoso, cómo la luz de la luna, y sus orejitas, se transformaban iguales a las de Inuyasha.

Sus padres lo amaban por igual, cuidandolo esas noches, que aunque transformado en youkai, perdía sus poderes y sus sentidos super desarrollados, se volvían escasos, cómo los de un humano, y entonces Inuyasha en un principio, los ayudó a sobrellevar esa situación, enseñandoles a confortar a un pequeño que no sabía lo que pasaba en esas angustiantes horas, en la que se sentía confundido, pues él había pasado exactamente lo mismo, y en completa soledad cuando su madre murió.

Y en esos momentos, estaba embarazada a término, de su tercer hijo, la que Kagome sabía que sería una niña, eligiendo su nombre desde ese momento y preparando todo para su llegada, todo con tiernos motivos femeninos, muy segura, pues lo mismo había sentido con sus primeros dos hijos.

En la misma antesala, también estaba la única hija de Inuyasha y Yumeko, a la que habían llamado Akiko, que era solo un año menor que Eiji y que para sorpresa de todos, era una pequeña muy especial, pues no era humana, ni tampoco youkai, ni hanyou.

Desde que había nacido, su tierna belleza había resaltado y a sus cuatro años sé sabía que sería una mujer de increíble belleza en el futuro, además de que sé habían manifestado en ella los poderes del Oráculo, llegando a la conclusión de que la pequeña era similar a Himiko no Kimi, de la misma mítica estirpe y especie y del que cualquier habitante de Rakuen no Ippen podía poseer el gen, tocando en esa ocasión en Yumeko y heredando a su hija.

La pequeña era poderosa, de alma blanca e inocente y la que cargaria un singular don toda su vida, y que sabría soportar cómo lo había hecho su predecesora.

Sus cabellos eran de color oro platinado, casi blancos, y sus ojos, al igual que los de Yumeko, de un bello color verde, solo que en el iris se dejaba ver el tono dorado de los ojos de Inuyasha.

La pequeña se había convertido en la luz de sus ojos, y el carácter dulce, inocente y algo distraido, provocaba que todo mundo la quisiera proteger, convirtiéndose en excelente compañía.

Eiji y Koichi la querían y la trataban cómo si fuera su hermana, y siempre estaban juntos los tres, al cuidado de sus hermanos mayores, Shippo y Rin, a quienes amaban y respetaban cómo tal, siendo Rin la más protectora de aquellos lindos niños que tanto amaba.

Y el grupo se completaba cuando iban de visita la gemelas de Sango y Miroku a las que habían llamado Sakura y Harumi y que eran copias de Sango en miniatura, bellas, traviesas y graciosas.

Y también los hijos de Kouga y Ayame, que también eran gemelos, aunque en este caso niño y niña, y que eran de la misma edad que Eiji, y a los que habían llamado Sayuri y Ren.

El clan Ookami sé había convertido en los nuevos habitantes del Norte, siendo Kouga el nuevo Lord Cardinal del Norte, después de que Lord Yoshio, Lord Subaru y Lord Sesshomaru estuvieran de acuerdo con nombrarlo así.

"Habían pasado muchas cosas en solo cinco años…"

Sesshomaru cavilaba, mientras acariciaba distraido el vientre de su mujer, que luchaba por no quedarse dormida a esas altas horas de la noche…

Un fuerte berrido se dejo escuchar a pesar del grosor de las puertas de madera, anunciando que un nuevo bebé había llegado al mundo.

Salio Kaede, con un pequeño bulto envuelto en sábanas, entre sus brazos, y mientras todos se levantaban para acercarse y ver al bebé, Miroku estaba congelado en su asiento, con la boca abierta, mirando el bebé en los brazos de Kaede.

_ ¡Vamos su Excelencia! venga a saludar a su nuevo hijo, nacio sano y con perfecta salud, y además es un varoncito…

Inuyasha ayudo a Miroku a ponerse de pie, que sostuvo a su pequeño entre sus brazos, emocionado, nombrandolo Renzo y dándole un pequeño beso en su frente, mientras veía a Sango recostada sobre la cama, sudorosa y sonrojada por el esfuerzo, que sonreía de felicidad al ver el rostro estupefacto de Miroku.

AÑOS DESPUÉS

Todos estaban en Rakuen no Ippen esa noche, pues era la fecha en que año con año hacían la fiesta de la presentación de las Doncellas, donde aquellas chicas en edad casadera, habitantes de Rakuen no Ippen, fueran o no de la realeza, tocaban aquel instrumento musical en el que ensayaban desde que eran niñas.

Unos años antes Rin había participado también, aunque de manera honoraria, pues a pesar de que no había nacido ahí, era hija adoptiva de Kagome y Sesshomaru, anunciando esa noche su compromiso con Kohaku, con el que no había obrado la magia musical de su pueblo, pero del que llevaba enamorada desde que era una niña.

Ese año seria la presentacion de Akiko, que al igual que Yumeko y la madre de esta, tocaría el Koto.

Todos los días junto con Miya, la hija de Kagome, viajaban a través del portal que su madre o su tía Kagome abrian hasta Rakuen no Ippen, donde Akiko entrenaba sus poderes cómo Oráculo y aprendía a tocar el Koto, y Miya, aun siendo una niña, entrenaba para ser Onna Senshi no Yoru al igual que su madre y sacerdotisa del Templo del Dios Tiempo, mientras aprendía a tocar el Biwa Satsuma con su abuela Sonomi.

Akiko no sé consagraria cómo Oráculo virgen al igual que Himiko no Kimi, que había sido elegida por el Dios Tiempo cómo su compañera, por lo que podría casarse con aquel que escuchara su música.

Así que esa noche, enfrente de todos, tocaba aquel instrumento de bella manera, rogando muchos jóvenes ser ellos a quienes su música tocara su corazón.

Pero ella en cada nota, solo pensaba en ese alguien en quien había posado sus ojos, y rezaba muy en el interior de su corazón, por consejo de su tía Kagome, que conocía su secreto, para que él pudiera amarla, aunque fuera casi diez años mayor que ella, heredando de su madre ese gusto por los hombre mayores a ella.

Literalmente brillaba en medio del escenario, pues sus kimonos de color perla, habían sido bordados de oro y plata, y que su tío Sesshomaru había regalado, mandandolos hacer especialmente para ella, mientras sus singulares cabellos, estaban sueltos, sujetos por un par de peinetas, reflejando la luz.

La hija de Kagome y Sesshomaru, que aun era un adolescente, suspiraba, emocionada por su prima, deseando pronto estar ella también ahí, esperando lucir igual de hermosa que ella.

Y Miya lo era, con su cabello largo de color negro cómo el de su madre y ojos azules con el centro en color oro, luciendo hermosos, casi de tres colores, pues en ocasiones parecían verdes.

Tan parecida a su madre y a su abuela Sonomi, Sesshomaru era débil ante ella y sus hermanos la cuidaban cómo un tesoro.

Eiji, cinco años mayor que ella, se había comprometido con Sayuri la hija de Kouga y Ayame, y ambos gobernarian el Oeste, llegado el momento, mientras que Ren, que sería el heredero del Norte, se uniria a una de las hijas de Sango, Sakura, de la que se había enamorado aun siendo niños.

La música del Koto seguía fluyendo mágicamente, logrando una exaltación en el corazón de aquel a quien Akiko quería enamorar, provocando un sonrojo en su rostro, admitiendo aquella admiración que había crecido día con día, desde que siendo apenas una adolescente, ella había estado visitando el palacio para entrenar día con día, sintiéndose mal consigo mismo por siquiera mirarla, pues era diez años menor que él e hija de aquel a quien siempre consideró su "hermano orejas de perro"... Souta, heredero de Rakuen no Ippen estaba enamorado de Akiko, el Oráculo de su pueblo y princesa Beta del Oeste, y esa noche, mientras la escuchaba tocar el Koto, se daba cuenta de que era aquella que había sido destinada para él pues, jamás había sentido esa exaltación en su corazón con la musica de nadie más, y sé puso de pie, casi de un brinco, provocando que todos voltearan a verlo, unos sonriendo complices, otros, cómo Inuyasha, sorprendidos de que fuera él el elegido para Akiko, quedando comprometido esa noche con ella y uniéndose después de algún tiempo, a pesar de que Inuyasha aun estuviera algo renuente, admitiendo solo internamente, que se alegraba de que fuera él y no un extraño el esposo de su hija, pues la sangre noble de aquella familia era la mejor.

Y después de Rin, Shippo sé había unido a una de las Hijas de Lord Yoshio, Soren, con la que se había dedicado a viajar por el mundo, pues ambos eran similares en muchos sentidos.

Más adelante, Koichi, el segundo hijo de Kagome y Sesshomaru se uniria a la otra hija de Sango y Miroku, Harumi, mientras que Miya sé había unido al heredero del Sur, Haruhiko, hijo de Lord Subaru.

TIEMPO PRESENTE

La gran familia Taisho había crecido hasta el punto de que Kagome y Sesshomaru ya disfrutaban a sus nietos, amandolos y viéndolos crecer en aquella época en que había nacido Kagome, y para no interferir con la linea del tiempo, Sesshomaru le había propuesto que se mudaran de Japón, pues no iba a soportar algunos detalles de su historia, temiendo intervenir en caso de Yako poseyera su mente en un momento de furia… asi que sé habían mudado a una hermosa finca en la campiña Italiana, a donde sus hijos los visitaban varios días a la semana, con sus respectivas familias.

Sesshomaru, desde mucho tiempo atrás, había desaparecido sus marcas de nacimiento por medio de youki, además de cortar su melena, para tristeza de Kagome y las mujeres de la familia, logrando parecer un sexy modelo de revista, que al igual que Kagome, no aparentaban, ni por asomo, que eran abuelos, pues aunque más maduros, sus rostros y cuerpos seguían siendo fuertes y bellos.

Ryutaro había muerto años atrás debido a un triste accidente aéreo, dejando a Irasue sola, que después de un tiempo sé apago, decidiendo acompañarlo en el más allá pues no soportaba su ausencia.

Sesshomaru había derramado lagrimas de sangre por su Madre y aquel que sé había ganado su respeto cómo esposo de ella, y en su hogar el duelo permaneció por varios meses.

El Abuelo Taiga también ya los había dejado, feliz, pues había vivido más años de los que había esperado, y en sus últimos minutos daba gracias por haber podido conocer a sus Tataranietos.

Y Kagome, cuando sentía que lo extrañaba demasiado, viajaba en algún punto del pasado para volverlo a ver, disfrutando esos pequeños recuerdos una vez más.

Habían sabido sobrevivir a lo largo de todos esos años y la vida había sido buena a pesar de los obstáculos que habían tenido que sortear, cómo Guerras, exterminio de muchos youkais que no habían sabido adaptarse al cambio y el avance de los humanos, y algunos otros sinsabores.

La familia había crecido cómo dueños de varias empresas alrededor del Mundo, y sus amigos al resguardo del poder del Oeste, habían hecho lo mismo.

Kagome había entrado a su habitación por un par de lentes oscuros, pues el sol lastimaba sus ojos, y viendo a través de la ventana cómo sus hijos y los hijos de sus amigos, se divertían en aquel florido y soleado jardín, mientras sus nietos corrían riendo y gritando, sé sentía satisfecha y sonreía feliz y nostálgica.

Ya no pensaba en el pasado, era demasiado y a veces terminaba doliendole la cabeza… pero en ese instante no pudo evitar pensar en aquellos días en que aun era una chiquilla que no sabía que le deparaba el destino y Sesshomaru creía aborrecerla solo por la impresión tan profunda, que había provocado en él…

Y sonrió cuando sintió cómo sé abrazaba a su cuerpo por detrás.

_ ¿Que tanto piensas, Miko?...

_ Solo en lo afortunada que soy de que me hayas notado…

Sesshomaru le dio vuelta y la beso profundamente, enredándose en su lengua y bebiendo de sus labios… separándose lentamente, dando pequeños beso en la fina línea de su mandíbula, llegó a su oido y susurro:

_ Te equivocas Kagome… el afortunado yo soy porque te enamoraste de mí… te amo Miko...

Kagome lo beso dulcemente, después de todo su youkai si había aprendido a amar aunque él creyera no saber de eso, y sonriendo con ternura, recargo su rostro en el fuerte pecho de él mientras la abrazaba, y juntos miraban hacía el jardín, sonriendo, agradecidos por los frutos de su amor…

FIN

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Al fin hemos llegado al final… espero que les haya gustado esta pequeña crónica de los descendientes de Kagome y Sesshomaru, al igual que de Inuyasha, Yumeko y el resto de las parejas…

Fue un placer haber escrito esta historia, que nació hace tiempo, desde la primera vez que vi la serie de Inuyasha y que apenas me atrevi a mirar de vuelta y tratar de mejorar… hay guiños de mis fanfics favoritos, y ninguno fue hecho con la intención de plagiar, si no más bien honrar a mis escritoras fanfickers favoritas, a las que les debo muchas horas de placer y entretenimiento…

Y los que me han leído hasta este momento, anónimos o no, gracias por su paciencia, por tomarse el tiempo de leerme y seguir hasta este punto, además de los hermosos comentarios de aquellos que salieron del anonimato y se dieron a conocer con sus hermosas palabras… GRACIAS:3

Les mando el último abrazo SUPERCALIFRAGILISTICOESPIALIDOSO

de esta historia y los invito a continuarme leyendo en las siguientes…

YOI MINO :3