Summary:

En estricta confidencia es un juego de dos personas. La psicopatía es un trastorno antisocial de la personalidad. El masoquismo es la excitación a través del propio dolor físico.

- Recuerda la regla Sasuke, solo si es consensuado puedes hacerlo, no hagas nada por lo cual deban encerrarte.

- ¿Mi Primer beso? Fue húmedo… y salado. Probablemente por sus lágrimas.

Pairing:

SasuSaku

Genero:

Romance / Escolar / BDSM / Abuso (temporal) /¿?

Advertencia:

Esta historia a pesar de ser un Dark fic se narrará desde la perspectiva del victimario, por lo tanto su perspectiva es distinta, puede ser poco agradable para las personas sensibles.

Contendrá temas de clasificación M, entre ellas un poco de abuso y mucho lemon el cual incluyen los temas del sadomasoquismo, pero al final esta es una historia de romance (uno muy enfermo) y sobre todo un SasuSaku así que si eres fan de esta pareja dale una oportunidad o simplemente omite las escenas fuertes.

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In Strict Confidence

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Capítulo 2: Forbidden fruit

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La brisa se sentía fresca, el silencio acogedor y el cielo estaba totalmente despejado. A pesar del profundo silencio de la habitación yo me encontraba escuchando música aunque solo traía un audífono puesto, quería tener mi otro oído descubierto para estar atento por si alguien tocaba la puerta.

El aula de la clase extracurricular "Literatura Filosófica" era relativamente pequeño, solo poseía un librero bastante grande repleto de libros, una mesa extendida con cuatro sillas, un sillón para tres personas pegado a la pared y una pequeña pizarra. Al ser yo el único estudiante que tomaba la asignatura me daba completa paz, tranquilidad y lo mejor de todo.

Soledad.

Tomé un poco cansino el cigarro de mis labios para exhalar el humo que había retenido por bastante de tiempo. Abrí por completo la única ventana que se encontraba en el lugar, la cual era baste grande que cubría casi toda la pared, para poder sentarme en el respaldo de ésta y subir una de mis piernas, me sentía extrañamente tenso y necesitaba relajarme antes de que algo pasara.

Cerré mis ojos mientras recargaba mi cabeza en el respaldo y regresaba el cigarro a mi boca, por un lado escuchaba el sonido de la naturaleza, mientras por otro lado aquella dulce melodía.

- Dame de tu fruta prohibida… aquel dulce pecado. Mientras más grande sea, más fuerte caeremos…

Comencé a golpear suavemente mi pierna con mi mano izquierda al ritmo de la canción, entonces tomé mi celular para observar la hora.

4:59 pm

Sonreí de lado al ver la imagen que tenía en el fondo.

Una fotografía de Sakura sonriendo, coqueta con una tentadora mirada mientras la sangre se deslizaba por la comisura de sus labios. Oh si… aquel video me había cautivado y por ello había tomado casi cada uno de los segundos como imágenes siendo ésta mi favorita.

Unos minutos más tarde escuché aquello que había estado esperando todo el día, alguien estaba llamando a la puerta. No pude evitar que mi sonrisa se ensanchara, no precisamente por felicidad.

- Adelante.

Por un momento me vi en la necesidad de desechar el cigarro, ya que no estaba permitido fumar dentro del área escolar, pero al darme una idea de quien podría tratarse lo pasé de largo. El saber que fumaba en la preparatoria no iba a ser lo único que se quedaría entre nosotros.

Lentamente ella entró cerrando la puerta tras de sí, una pequeña y delgada niña. Su cabello rosa estaba suelto aunque tenía unos mechones de su cabello amarrados como dos coletas, su mirada baja y notablemente asustada. El uniforme a pesar de cubrirle su cuerpo casi por completo la hacía ver muy tentadora a simple vista, una pequeña lolita colegial.

- Viniste… - no pude evitar decirle mientras me bajaba del respaldo para ponerme de pie frente a la ventana. Sakura se mantuvo estática, con su mochila en la espalda mientras sus pequeños brazos sostenían un par de libros más grandes que ella. Más que abrazarlos parecía que intentaba protegerse con ellos.

De manera lenta y dudosa levantó la vista para mirarme fijamente, sus enormes ojos ya no eran brillantes y emotivos como lo estaban en la mañana, ahora estaban serios con un toque de incomodidad. Nerviosismo.

Miedo.

- Está prohibido que los estudiantes fumen dentro del área escolar…

Una sonrisa un tanto sarcástica escapó de mis labios al escuchar su temblorosa voz, tomé nuevamente el cigarro y lo apagué en el pequeño cenicero sobre la mesa frente a mí, la mesa era lo único que nos separaba.

- Dejamos de ser estudiantes una vez que terminan las clases, Sakura.

- ¿Entonces que somos?

Hizo una mueca al no comprender mis palabras. Suspiré aun sin dejar de sonreír para dar la vuelta, cerrar la ventana y bajar la cortina. La poca luz que podía atravesarla nos permitía apenas vernos pero no quería correr el riesgo de que alguien más pudiera presenciar lo que iba a pasar.

Retrocedió un paso, su pequeño y frágil cuerpo simulaba ser un conejo asustado.

- Creí que no vendrías, en la mañana estabas muy segura de tus palabras al decir que no lo harías.

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Salí de la cafetería por la puerta que daba al jardín trasero para comenzar a buscarla hasta que la enfoqué sentada en una de las pequeñas bancas que se encontraban alrededor del jardín donde encontré el celular, justo bajo el árbol de cerezos.

Para mi fortuna no había muchos niños alrededor. Teníamos un poco de privacidad.

Me acerqué a ella quedando a solo cinco pasos de distancia, su mirada estaba perdida en el árbol observando cómo caían los cerezos de éste. Sus pequeñas manos estaban sobre unos libros que a su vez estaban sobre sus delgados muslos mientras movía las piernas hacia delante y atrás. Una suave pero notoria sonrisa adornaba su tierno rostro y sus ojos parecían un par de joyas por el brillo del sol matutino.

Comenzó a soplar una ligera briza que movió las hebras de su cabello, aquel rosa tan peculiar se movía a la par de las hojas que caían del árbol, de izquierda a derecha. Era largo, justo por debajo de la cintura.

Como una pequeñita muñeca de porcelana, una hermosa e inerte muñeca siendo iluminada por los tenues rayos del sol.

Me preguntaba si era capaz de romper a aquella muñequita de porcelana.

Saqué su celular del bolso de mi pantalón, di un paso más para que se percatara de mi presencia, justo al momento que volteó a verme se lo arrojé sin utilizar mucha fuerza para que lo atrapara. Por la sorpresa apenas lo tomó con ambas manos mientras sus mejillas se coloraron de un rosa pálido, levantó nuevamente la mirada para verme. Sus orbes cristal ahora parecían diamantes.

Color jade.

Tragué saliva.

¿Realmente iba a atreverme a fragmentar a aquella muñeca?

- ¡Hola Sasuke-kun! – dejó sus libros a un lado para ponerse de pie frente a mí y saludarme de manera energética levantando su pequeña mano derecha. Instantáneamente fijé mi vista en su muñeca para intentar encontrar alguna marca que me demostrara la autenticidad de aquellas imágenes pero la manga de su suéter era demasiado larga.

Hice una mueca.

- Jamás imaginé que serias tú quien encontrara mi celular ¿sabes? Realmente me has salvado, no puedo ni pensar que hubiera pasado si nadie lo encontraba. Tengo muchas cosas guardadas en su memoria como para perderlo.

- Si… lo imagino. – pensé aun sin decir una palabra, solo me quedé observándola con la mirada baja, ella era realmente pequeña, más de lo que yo recordaba. Me llegaba justo por debajo de los hombros, o un poco más abajo.

Podría aplastarla con solo recostarme sobre ella, la lastimaría ¿aquello le resultaría agradable?

- Sobre todo en estas fechas, como está a punto de terminar el semestre he tomado varias notas tanto mías como de otros compañeros, además de fotografías de exámenes pasados. Son casi unas treinta páginas las que debo estudiar y como es muy laborioso el tener que sacarles fotocopia o tan siquiera pedir los apuntes recurrimos a la idea de pasarnos las fotos entre todos los chicos de mi clase.

Con una sola mano podría rodear su cuello, no bastaría mucha fuerza para cortar su respirar, también podría sostener sus manos por las muñecas con un mínimo esfuerzo, mientas con la otra podría azotar sus glúteos. Al ser pequeña los imaginaba redondos y regordetes, ¿tendría la suficiente carne para enterrar mis dedos en ella? Hablando de enterrar, creo que con mis dedos sería suficiente para penetrarla, ya que son largos y ella aun era muy pequeña.

En definitiva sería buena idea intentarlo, aunque la idea de meterle la mano entera me tentaba pero para ello tendría que esperar a que ella se acostumbrara a mi penetración o podría rasgarla por dentro ocasionándome problemas, con algo de suerte mi miembro apenas entraría en su pequeña cavidad.

Parecía muy estrecha y debía comprobarlo antes que otra cosa. Puedo lastimarla de muchas maneras pero desafortunadamente tengo un límite, no debo ocasionarle ninguna lesión que involucre llevarla a un hospital. Sería riesgoso. Solo le ocasionaré heridas que pueda tratar yo mismo en el peor de los casos.

- Por cierto Sasuke-kun, quiero decirte que me alegra verte. Ha pasado mucho tiempo desde que no nos vemos, recuerdo que no solías ser muy platicador pero eras un muy buen compañero de trabajo ¿Sigues siendo igual de estudioso? ¿O ya te has relajado un poco? Bueno, es tonto que lo diga pero creo que te sigo viendo igual de tenso hehe.

Era muy habladora, realmente no decía nada relevante pero simplemente me limitaba a escucharla, después de todo solo me quedaba esperar mi compensación, y había tantas cosas que quería pero no sabía por cual empezar.

Quizá algo suave para conocer sus límites, pero antes que nada debía asegurarme de que aquellas fotografías fueran reales, ya que en caso de ser un montaje (aparte de que me llevaría una gran decepción) significaría que ella no era la clase de persona que estaba buscando.

- Dime Sasuke-kun ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo te lo puedo agradecer? Si quieres puedo invitarte un café y un pastel, ¡Conozco un lugar en donde los postres son muy deliciosos! ¿O prefieres que te invite algo de la cafetería? ¿Qué se te antoja? Tú solo pídelo y te lo cumpliré.

Comentó de manera divertida llevando ambas manos a sus espaldas para balancearse suavemente adelante y atrás mientras sus mejillas se tornaban levemente rosas. Mierda, era demasiado tentadora y lo peor es que no podía sentir dobles intenciones en sus palabras. O era muy inocente o muy pequeña. O ambas.

¿Cómo podría ser la autora de aquel trabajo tan más placentero?

- Ne,… Sasuke-kun… - giró suavemente su cabeza a un lado, mirándome curiosa.

Suspiré.

- ¿A qué hora terminan tus clases? – le pregunté directamente, ella solo me miró con un poco de duda en los ojos para parpadear un par de veces.

Llevó su pequeño dedo índice a sus labios mientras desviaba la mirada pensando. No podía soportar la idea de lamer esos labios y morderlos hasta hacerlos sangrar, chuparlos hasta volverlos morados. Quería hacerlo ahora mismo, no me importaba que aquellas fotografías no fueran reales, había algo en esta niña, un no sé qué que comenzaba a desatar dentro de mí. Algo que no podía contener.

Estaba perdiendo el control de mis pensamientos.

- Hoy es martes… creo que solo tengo clases hasta la 1, pero debo ir a mis clases extracurriculares. Si mas no me equivoco terminó cerca de las cinco.

Es martes, perfecto. Hoy solo tenía que tomar dos asignaturas.

- Cuando salgas de tus clases quiero que vayas al edificio de los últimos grados. Sube al cuarto piso, donde se llevan a cabo las clases extracurriculares y ve al aula que se encuentra a mano izquierda, justo al fondo. El aula dice "Literatura Filosófica"

Escuchó atentamente mis indicaciones pero tras un breve periodo de silencio solo optó por negar suavemente con su cabeza.

- Lo siento Sasuke-kun pero no puedo ir. Los estudiantes de primer ingreso tenemos prohibido entrar en aquel edificio, si me llegan a encontrar estaría en graves problemas.

- Si eso llegase a pasar simplemente comenta que vendrás conmigo diciendo que soy tu hermano mayor y que yo te pedí que vinieras para esperarme. No deberías tener ningún problema con eso.

Frunció el seño suavemente mientras sus labios formaron una pequeña mueca que me obligó a morder mi labio inferior. Endurecí un poco mi mirada ya que no estaba acostumbrado a que alguien me llevara la contraria o hiciera caso omiso a alguna orden que pedía, eso no era común, siempre acostumbraban a hacer lo que yo quería y ésta no sería la excepción.

- No importa Sasuke-kun, no quiero meterme en problemas. Si gustas podemos vernos fuera del aula, puedo esperarte en la biblioteca o algo por el estilo ¿es que acaso quieres que vayamos a algún lugar en específico?

El decirle que me gustaría llevarla a un lugar solitario y que no tengamos el inconveniente de que nos interrumpieran pasó por mi mente, pero a diferencia de todas las mujeres con las que he tratado ella era un caso totalmente distinto. Me complicaba las cosas, estaba casi seguro que me denunciaría por acoso con la trabajadora social.

Menuda molestia resultaba.

- Te quiero ver en el aula, eso es lo que quiero.

- Pero Sasuke-kun…-

- Lo he dicho,… te veré ahí… - comenzaba a fastidiarme así que solo terminé la conversación y me di la vuelta en dirección a la biblioteca, hasta que la escuché hablarme nuevamente.

- ¿Y si no quiero? – volteé un poco mi mirada para verla de reojo, tenía las mejillas rojas mientras estaban levemente infladas mirándome con una mueca.

- Ya nos veremos…

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- Dijiste que no vendrías pero ahora estas aquí. – repetí nuevamente intentando no sonreír, aquella sensación de obligar a las personas a hacer mi voluntad era tan gratificante.

Pasaron los segundos y ella no volvió a pronunciar palabra alguna, solo había desviado su mirada de la mía, sus mejillas se tornaron rojas de vergüenza al percatarse de que la observaba de manera profunda, podía leerla como si fuese un libro abierto. Sus manos sosteniendo los libros de forma nerviosa, sus piernas temblaban muy suavemente, mordía inconscientemente su labio inferior, sus ojos cristalinos.

- ¿Y bien…?

Pude notar que tomó aire para intentar tranquilizarse y después verme de manera desafiante.

- ¿Es que no sabes respetar la privacidad de las personas? ¿No sabes lo que es el respeto? – me preguntó con clara furia aunque se podía notar el miedo en sus palabras – No pudiste mantenerte alejado de las cosas que no son de tu incumbencia ¿verdad? ¡Tenias que meter tus narices a donde no te llaman!

- Mph… no fui yo el que olvidó el celular…

Desde un principio sabía que Sakura se negaría a mi petición, era una niña demasiado correcta que seguía las reglas al pie de la letra, y a la vez tan desconfiada que el pedirle que me acompañara a un lugar privado levantaría sospechas y seguramente me acusaría, por lo cual opté el método menos gratificante para ella. Me había tomado la libertad de cambiar aquella imagen de ese estúpido gato negro que tenía como fondo de pantalla en su celular para poner una de las fotografías de ella, aquella donde estaba recostada sin ninguna prenda con sus piernas elevadas mostrando como es que se había cortado la carne de sus muslos internos.

Era claro que al ver aquel cambio en su celular sabría que yo tenía una buena razón para querer vernos en el aula.

- ¿Entonces qué? – levantó un poco más la voz a la par que su temblor se incrementó - ¿Intentas chantajearme? Discúlpame pero YO no tengo nada que darte u ofrecerte Sasuke-kun, no sé qué es lo que quieras pero no tengo NADA

- No busco chantajearte ni nada por el estilo, solo quería que vinieras para poder comprobar algo…

Su semblante cambio por completo mientras guardaba silencio.

- … ¿Qué cosa? – se relajó por un momento al ver que no tenia malas intenciones con ella, lo que la hizo creer que podía tranquilizarse un poco. Que equivocada estaba.

- Quítate la ropa.

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- ¿D-Disculpa…? – se quedó atónita, mientras se iba el color de su rostro.

- Lo que quiero es comprobar si aquellas imágenes son reales o un posible montaje, por lo tanto quiero que te quites la ropa.

Nos miramos fijamente por varios segundos hasta que Sakura comprendió el significado de mis palabras, sus ojos se cristalizaron y frunció el seño mientras apretaba fuertemente los libros que sostenía.

- ¡Estás loco Sasuke! ¿Cómo te atreves? ¡Te acusaré con la trabajadora social, pervertido!

Se dio la vuelta para salir del aula, pero yo fui más rápido. Al percatarme de su reacción rápidamente saqué mi celular de la bolsa de mi saco escolar para apretar un botón y reproducir el video que estaba predeterminado.

Sakura logró salir del aula pero al escuchar el sonido que provenía de aquel video se quedó congelada mientras sostenía la puerta, dándome la espalda. Sonreí nuevamente al saber que ella sabía cuál era la información que tenía en mi celular.

- Seria una pena que los directivos dieran con este video ¿no te parece? Las políticas del instituto son muy estrictas ante las reglas morales y conductas que deben tener los estudiantes. ¿Qué cosas pensarían si descubren que un estudiante hace estas cosas en secreto? ¿Qué pensarían todos los estudiantes al dar con este material?

De manera temblorosa volteó la cabeza para observarme y luego dirigir su mirada al celular, estaba reproduciendo el video de ella lamiendo el cuchillo.

- ¿Lo…l-lo tienes? – preguntó con voz quebrada mientras sus ojos se llenaban de horror puro.

- Y no solo eso… tengo todas y cada una de tus curiosas fotografías Sa-ku-ra…

Sin hacerse esperar más sus lágrimas descendieron por sus ahora cristalinos ojos esmeraldas, temblaba mientras su mirada se llenaba de vergüenza y sus mejillas se humedecían a la par que ganaban un tono rojizo que no me ocasionó más que gracia.

- … N-no Sasuke-kun… no las enseñes por favor… - me rogó suplicante mientras comenzaba a llorar a lagrima viva, yo solo entrecerré mi mirada – H-haré lo que quieras p-pero no-no los enseñes… es-taría en problemas…

Guardé el celular nuevamente en la bolsa del saco, metiendo mis manos en cada una de estas respectivamente mientras me recargaba en la ventana.

- Entra y cierra la puerta…

De manera forzada entró nuevamente cerrando la puerta, cerró sus ojos abrazando con mayor fuerza los libros mientras más lágrimas descendían por sus mejillas, estaba claro que solo esperaba mis órdenes.

- Ahora… quítate la ropa.

No quise apresurarla, ya que sabía que de una u otra manera iba a hacerlo. Se acercó solo un poco a la mesa para dejar sus libros y su mochila sobre esta y tomar un momento para limpiar sus mejillas de manera inútil e intentar tranquilizar su respirar. Retrocedió solo un poco, evitando mí vista en todo momento para comenzar.

De manera torpe y demasiado lenta para mi gusto comenzó a desabotonar su suéter para deshacerse de él y dejarlo sobre la mesa. Comenzó entonces a desabotonar la blusa escolar para quitársela y quedarse solo con la camisa negra de cuello alto que tenia debajo.

Su llanto se hizo más fuerte al percatarse que no podía (quería) quitársela por lo cual dirigió sus manos a sus zapatos para desabrocharlos, dejándolos a un lado para meter sus manos bajo la falda y lentamente deslizar su delgado pantalón dejando así descubiertas sus piernas a mi vista.

- …!

No pude evitar sorprenderme al ver sus piernas, sus delicadas y delgadas piernas, de un color cremoso, y notablemente suaves estaban repletas de cicatrices por doquier. Las rodillas raspadas y cortadas, sus muslos y pantorrillas. No todas las heridas eran recientes, algunas cicatrices apenas se notaban pero otras… aun se mantenían rojas.

Tragué saliva mientras apretaba mis puños dentro de los bolsillos, nuevamente aquella sensación comenzaba a quemarme por dentro, algo vibraba dentro de mí y me hacía sentir raro, provocaba espasmos en todo mi cuerpo pero aquello no era por nerviosismo, tampoco era algo parecido al miedo. No sabía que era así que simplemente opté por seguir disfrutando de aquel inocente espectáculo.

Inocente. Ha ha.

Ya no me miraba, simplemente tenía sus ojos fuertemente cerrados mientras continuaba con su llanto. Puso sus manos en el botón que mantenía cerrada su falda pero estos comenzaron a temblar.

- P-por favor… Sa-suke-kun… no… no quiero… - abrió un poco sus ojos para mirarme con una enorme vergüenza pero casualmente pude percatarme que ya no eran brillantes como hace unos momentos, ahora se veían opacos. Oscurecidos.

Le sonreí suavemente de manera tranquilizadora, lo cual pude notar tuvo un efecto en ella más no aparté la mirada en ningún momento.

- Quítatela. – Repetí.

Bajó nuevamente la mirada logrando que sus mechones cubrieran gran parte de su rostro y desabotonó su falda dejándola caer, quedando simplemente con su ropa interior.

Levanté una ceja por la clara sorpresa, sus bragas eran rayadas, bicolor azul con blanco. No esperaba que tuviera una lencería provocativa ni algo por el estilo pero tampoco algo tan infantil.

Por último llevó sus manos a la parte baja de su camisa negra, sorbió por la nariz un par de veces y terminó por sacársela por la cabeza y soltarla sobre la mesa, quedando solo con su sostén, rodeando su cuerpo con sus delgados brazos.

Saqué las manos de mis bolsillos para dar un par de pasos, rodear la mesa y ponerme frente a ella.

- ¡Aléjate! – me gritó al instante que quedamos separados apenas por unos centímetros, retrocedió por completo hasta que su espalda chocó contra la pared evitándole cualquier escape. Sus ojos me miraban fijamente presas del pánico mientras las lágrimas caían como cascadas. Su diminuto y frágil cuerpo temblaba bajo mi mirada.

De manera inútil intentaba cubrir su pequeño pecho apenas protegido por su sostén que hacía juego con sus bragas, sus mejillas estaban encendidas por la vergüenza que le provocaba el estar semidesnuda frente a mí y yo no podía apartar mi mirada de ella, todo el mundo a mí alrededor había desaparecido, no quedaba nada ni nadie más, solo éramos Sakura y yo. Tomé lentamente aire ya que me sentía a punto de estallar, era una sensación extraña pero no me molestaba en lo más mínimo.

Di otro paso hacia ella hasta tenerla tan cerca que pude sentir su calor, su agitada respiración. Me incliné un poco para poder estar cerca de su altura, recargando mi mano derecha en la pared frente a mí como soporte.

Mis ojos estaban en todos lados de su anatomía, las marcas que tenía en sus brazos, aquellas cicatrices causadas por los alfileres enterrados seguían ahí. Las cicatrices de sus muñecas, de aquella ocasión en las que las abrió con el cutter y las que tenía en el cuello, provocadas por sus propias uñas, cada una de las cosas concordaba, todo estaba ahí.

Mierda, comprendí que era esa sensación que estaba invadiendo mi cuerpo, aquello que me estaba haciendo temblar y perder mi control.

Era la excitación.

Ha pasado tanto tiempo desde no sentía aquella sensación, tan fuerte y asfixiante que no me permitía ni siquiera respirar. Me recuerda a cuando era niño y solía recolectar animales muertos, cortarlos y jugar con sus partes descubriendo su anatomía creando bizarras figuras con ellos. Al principio la sensación fue agradable pero poco a poco terminaba como una droga que era asimilada por mi cuerpo, fue por eso que comencé a cazarlos. El color de su sangre, el sonido de sus alaridos y la expresión de sus ojos… después de todo era solo un niño descubriendo la belleza del mundo por su cuenta. Ahora siendo un adulto tenia nuevamente a un pequeño animal frente a mí para poder volver a sentir aquellas emociones de cuando era niño, mi querida pelirrosa.

Acerqué mi mano izquierda de manera lenta y dudosa a su rostro. Sakura se tensó pero por más que lo intentó no pudo huir, simplemente se quedó ahí estática. Ella era una pequeña presa que intentaba acepar su destino contra el depredador, repitiéndose una y otra vez "termina rápido" "hazlo ya" "que no sea doloroso"

Volví a sonreír, observándola fijamente con mi único ojo descubierto y percatándome del horror que provocó mi mirada en ella, acaricié con mis dedos su mejilla y tomé delicadamente su barbilla haciendo que levantara un poco más su rostro hacia mí, para verla fijamente.

Nos observamos así solo por un par de segundos que parecieron una eternidad, eternidad que me bastó para saber todo de ella. Su miedo, su euforia. Y aquella curiosa oscuridad en los ojos demostrándome lo excitada que comenzaba a sentirse. Oh si… ella estaba perdiendo el control al igual que yo.

- Saca tu lengua… - le susurré apenas logrando sacar aquellas palabras de mi boca intentando sonar lo más tranquilo posible.

Sin dejar de mirarme ella negó suavemente con un movimiento de cabeza, mientras otro par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, mojando mis dedos en el trayecto. Abrió su boca para decir algo pero la callé de inmediato repitiendo aquellas palabras.

Tragó saliva cerrando fuertemente sus ojos, aceptando su destino. Ella había perdido contra el depredador desde aquel momento en el que había olvidado su celular, ahora solo le quedaba someterse, hasta satisfacer mi hambre y dejarla desecharla una vez terminara.

Abrió lentamente su boca para sacar su pequeña e hinchada lengua.

¿Hinchada?

No puede ser,… no podía creerlo.

¡Aun estaba abierta!

Aquella herida causada por el cuchillo, aquella que observé en aquel video, aquella herida continuaba abierta. Su lengua estaba roja por la inflamación y el ardor, apenas se podía ver que estaba sanando.

Mi respiración se agitó ante aquella lujuriosa imagen. Volví a observarla completamente.

Su piel semidesnuda, blanquecina y temblorosa cubierta de heridas por doquier. Las hebras de su rosado cabello sueltas como una cascada dándole un toque virginal a su figura. Sus ojos entrecerrados mostrándome un par de ojos jades obscurecidos por el horror y deseo mientras su húmeda lengua se mostraba expuesta, lista para satisfacer mi apetito.

"Siempre que te encuentres en una situación intima debe ser consensuado."

Maldita sea Kakashi, ya lo sé pero…

"No hagas nada indebido, o las consecuencias podrían ser severas."

Eso intento pero,… pero…

"Debes ser consiente de tus actos, piensa siempre en las consecuencias. Jamás vayas en contra de las normas Sasuke."

Ella me está provocando ¿acaso no la estás viendo? ¡Toda ella me lo está pidiendo!

"No hagas nada por lo cual deban encerrarte."

Lo sé, lo sé… pero ella

"Si la llegas a encontrar… ella te puede permitir hacerle lo que quieras, sin siquiera decir algo al respecto."

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- Te encontré…

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Llegó un poco más temprano que de costumbre, aunque solo un par de minutos. Al observarlo entrar por el consultorio pude notar algo totalmente diferente en él. Se le podía observar sereno. Sasuke no era del tipo de persona que pudieras ver relajado, él siempre estaba tenso, estresado, como si tuviera varias agujas clavadas en la espalda. Pero esta ocasión era diferente.

Entró como de costumbre pero observé que su ropa estaba un tanto suelta, su corbata no estaba debidamente apretada, ni estaba fajado con la rigidez que siempre mostraba, sus pantalones escolares y su camisa de igual manera no estaban perfectamente planchados como otras ocasiones.

Todo él se veía tranquilo. Las facciones de su rostro se relajaron por completo, su fija y penetrante mirada, con la cual parecía querer atravesarte ahora era superficial, como si no viera nada realmente; su boca ya no estaba fruncida en una mueca de disgusto, ni su mandíbula se veía tensa como si apretara los dientes. Estaba relajado.

Al recostarse sobre el sillón frente a mí observé que inclusive sus brazos y piernas se destensaron, como ha a punto de tomar una tranquila siesta. En definitiva algo le había ocurrido. Probablemente en este mes había logrado su objetivo.

- Te ves muy bien Sasuke, ¿Ha pasado algo gratificante estos días?

Silencio.

En ocasiones hablar con Sasuke era sumamente molesto, no podía preguntar o decir nada porque recibía la misma respuesta. Sabía que él me escuchaba pero siempre se limitaba a contestar porque no le interesaba hablar o porque no sabía que contestar. Nunca lo he sabido.

- Comprenderé si no quieres hablar, no es como que este acostumbrado a escucharte, pero permíteme hacer el comentario de quete ves realmente bien. Si algo pasó me gustaría que lo compartieras conmigo.

Nada.

Suspiré y me recargué en el sillón. Sus padres habían gastado una increíble fortuna en psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras, todo para ayudar a Sasuke y de todos ellos he sido el único que le ha tenido la paciencia suficiente. Quizá porque me recordaba a mí de alguna manera, o porque sus demonios internos eran compatibles con los míos.

Me puse a trabajar en unos reportes que tenía pendientes, y al no querer usar la computadora (ya que estaba en una cita con un paciente) me limité a trabajar de manera escrita; pasaron 20 minutos desde que había entrado y seguía sin decir una sola palabra.

- Kakashi…

Levanté una ceja, al final parecía ser que sí hablaría.

Ya tenía planeado que hacer en caso de que no quisiese hablar en esta ocasión, ya que la última sesión que habíamos tenido me dejó totalmente intranquilo, su problema de anorgasmia podía ser severo y teníamos que encontrar una forma de solucionarlo, pero al ver su radical cambio creo que puedo pensar que lo más probable era que lo había solucionado.

La gran incógnita era ¿Cómo? Y ¿con quién?

- Dime Sasuke, te escucho.

- ¿Cómo fue tu primer beso?

Fruncí el ceño ya que esperaba todo menos eso, Sasuke sabía sorprenderme con sus preguntas. Hablar sobre besos podría sonar superficial y nada fuera de lo ordinario, pero proviniendo de Sasuke, el hablar de besos parecía como sí un ateo hablara de religión de manera entusiasta.

- Pues… fue hace bástate tiempo, yo estaba en la secundaria así que no lo recuerdo muy bien.

- Lo que recuerdes… cómo fue… cuál fue su sabor.

- ¿Sabor? Mmmh…. en la secundaria solía ser un niño muy enfermizo, por lo cual siempre traía puesto un cubre bocas, pero había una niña que me perseguía todos los días, me esperaba fuera del aula para ir juntos a la parada de autobús.

- Ve al grano Kakashi.

- De acuerdo, de acuerdo… como dije, en la parada un día ella dijo algo como "me gustas" o no lo sé, no recuerdo. Se acercó a mí y juntó sus labios con los míos pero al traer el cubre bocas no pude sentir un "sabor" fue meramente superficial. Pero lo recuerdo… suave, pese a que la delgada tela nos separaba pude sentir un tenue aroma a fresas de sus labios, y la calidez de ellos.

- Entonces fue suave con sabor a fresas.

- Podría decirse.

Mis mejillas se tornaron levemente rojas al recordar aquello, por alguna razón lo había bloqueado de mi mente hacía mucho tiempo, no era muy relevante pero algo como el primer beso no es algo que se olvide fácilmente. Recordarlo me trajo una divertida sensación a la boca de mi estomago, pero entonces recordé quién me hizo la pregunta y ahora esa divertida sensación dejó un espacio frio y vacío.

- ¿Tú has tenido tu primer beso Sasuke? Sin embargo creo recordar que una ocasión me habías comentado que jamás ibas a besar a alguien, que encontrabas repugnante el… saborear la boca de una mujer.

- Así es… son repugnantes, por lo tanto aunque tuviera sexo con alguna de ellas no iba a dejar que me besaran.

- Ya veo… bien dicen que el primer beso nunca se olvida, sería una pena que lo recordaras desagradable.

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- … Creo que tienes razón…

- ¿Sobre qué?

- Sobre eso,… han pasado dos semanas…. Y aun no puedo olvidarlo.

Me quedé congelado, ¿Es que acaso Uchiha Sasuke había tenido su primer beso? ¿Hace dos semanas? Se secó mi garganta mientras aun lo observaba recostado sin ninguna expresión en el rostro mirando el techo como de costumbre. Tomé el vaso de agua que se encontraba a mi lado para beberlo e intentar aclarar mis ideas. Esto era sin duda un gran avance. Uno demasiado grande.

- ¿Cómo fue, Sasuke?

Un minuto, cinco. Diez.

- Húmedo,… y salado. Probablemente por sus lágrimas.

Tuve muchas dudas sobre aquello, pero como no quería incomodarlo con interrogatorios acusatorios preferí dejarlas para después y mejor investigar su (ahora nueva) personalidad luego de aquella experiencia.

- ¿Te gustó o fue desagradable?

Me miró con clara duda, con una ceja inclinada y una mueca.

- No lo sé, no creo haberlo sentido desagradable pero ¿Cómo se supone que sabría si me gustó si nunca lo había hecho antes?

- Eso es muy fácil, si te agradó la sensación que provocó aquella acción entonces la repetirías varias veces. Significa que te gustó.

Regresó su mirada al techo, mientras llevaba una de sus manos a su cabeza para comenzar a alborotar su cabello, pero no de manera desesperada como en otras ocasiones, si no de una manera suave, como si su mente estuviera en otro lugar, en otra época.

Probablemente recordando el momento.

- En ese caso si me gustó.

De acuerdo, ahora estaba en knock out.

- ¿Cuántas veces se besaron?

- No estoy seguro… muchas.

- Dame un número Sasuke, conoces las reglas del juego.

- No lo sé. Varios en la tarde… muchos más en la noche…, y a la mañana siguiente.

- Ok… - llevé mi mano a mi cuello para comenzar a generar un poco de presión e intentar destensarme, Sasuke me estaba dando demasiada información y a la vez nada.

Entonces sonó la alarma, la sesión había terminado. Se reincorporó un tanto perezoso para quedarse sentado solo un momento mientras tomaba aire, inclusive lo podía notar cansado pero no físicamente, si no emocionalmente.

Tomó su mochila para ponerse de pie y dirigirse a la puerta pero se detuvo frente a ésta al tomar el picaporte.

- Me hiciste tres preguntas Kakashi, aún me debes responder tú una.

- Adelante, pregunta.

- ¿Volvieron a hacerlo? Es decir,… ¿Se besaron otra vez?

Giré mis ojos en un intento de recordar aquel escenario tan más lejano. Recargué mi cuerpo en el asiento mientras divagaron mis pensamientos, un par de dedos acariciaron mi mentón ante lo recuerdos, los cuales me provocaron una sonrisa divertida.

- Tuvieron que pasar varios días para que mi resfriado terminara, había salido mucho antes que yo de la escuela así que tuve que darme prisa para subirme con ella en el autobús. – Observé como Sasuke solo levantó una ceja interrogante sin dejar de mirarme – El autobús iba vacio así que… besarnos no era lo único que hacíamos cada vez que salíamos, después de todo ella me había provocado.

Imitó mi sonrisa ante aquella confesión, aquel era un oscuro secreto mío que nunca me había visto obligado a compartir pero ahora que lo he dicho siento una cierta tranquilidad relajar mi cuerpo. Sasuke sin decir más salió del consultorio. Poco después me levanté para dirigirme a mi estante donde guardo mis bebidas y servirme un poco de whisky ya que aquel vago recuerdo me emocionó más de la cuenta, pero ¿Qué se le iba a hacer? Yo tenía 12 años cuando me veía obligado a besar a Kurenai en los labios para evitar que se escucharan sus gemidos siempre que metía mi mano entre sus piernas, de lo contrario nos iban a descubrir. Era un niño después de todo.

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.

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No sé qué fue lo que me impulsó a realizar aquel movimiento, para ser sincero jamás lo había hecho antes aunque sabia claramente que era lo que significaba, pero por alguna razón quería probarla, quería saber que se sentía. Pude atrapar fácilmente su lengua con mis labios ya que estaba desprotegida, seguido de esto pegué mis labios lo más que pude a los de ella entremezclando nuestras respiraciones como consecuencia.

Pude sentirla tensa un momento, incluso dudosa sin dejar de mirarme. Sus ojos denotaban extrañeza, los míos incertidumbre. ¿Qué se supone que seguía? Solo me acerqué mas hasta que nuestros labios se restregaron uno contra otro y sin pedir permiso metí mi lengua dentro de su pequeña y húmeda cavidad, recibiendo un curioso sabor. Aquel extraño y viscoso líquido que sentí sin dudarlo era su saliva, estaba saboreando su saliva, lo cual en otra situación me hubiera resultado asqueroso casualmente ahora lo encontraba agradable.

Cerré mis ojos para poder concentrarme en aquellas sensaciones, inconscientemente llevé mi mano libre a su cintura, tenía la necesidad de sentirla cerca. Mi lengua se movía torpe, no sabía que se suponía debía hacer pero al entrar en contacto con la textura de su lengua lo sentí. Una extraña corriente recorrió mi columna de abajo a arriba, haciéndome temblar y provocándome un gemido que pareció más bien un gruñido ahogado entre nuestros labios.

Se sentía bien. Me acerqué lo suficiente hasta que su cuerpo quedo aprisionado entre la frialdad de la pared y el ardor de mi cuerpo, porque eso era lo que estaba pasando, mi sangre comenzaba a hervir quemándome desde adentro, era parecido a cuando me sentía furioso pero esta ocasión no quería golpear nada, no sentía repulsión ni odio, pero el ardor, el calor era tan similar y a la vez tan diferente.

Desafortunadamente no me sentía en la posición más cómoda ya que ella al ser tan pequeña me forzaba a inclinarme demasiado pero lo valía, no podía detener el movimiento de mi lengua. Teniendo una mano alrededor de su cintura opté por llevar la otra a su cuello el cual pude rodear con mucha facilidad como lo había previsto antes aunque no la apreté con tanta fuerza, simplemente la subí lentamente para hacer que ella levantara su rostro lo mayor posible y así entrar por completo. Su lengua se movía torpemente pero no podía quejarme, ya que yo tampoco sabía que ritmo debía llevar.

Arriba, abajo, izquierda, derecha. Comencé a frotarla contra la de ella, era escurridiza y huía de mí pero no me importaba porque no podía escapar. Su saliva era tan viscosa pero encontraba algo delicioso en ella, hasta que un sabor comenzó a inundar mis sentidos. Salado. Eso me extrañó hasta que comprendí el significado de ello. Eran sus lágrimas.

Su pequeño cuerpo era tan frágil, podía sentirlo temblar y cada uno de sus movimientos al igual que su respirar, siendo su calor lo único que me mantenía consiente de la situación. Tuve que tensar solo un poco la mano que sostenía su rostro para mantenerla quieta pero como lo había pensado antes no me costaba más que ejercer un poco de fuerza. Yo simplemente quería seguir moviendo mi lengua, quería seguir disfrutando de su saliva, de la textura de su lengua…

Oh si… su lengua. Me estaba poniendo cada vez mas eufórico.

Con la punta de la mía la acaricié por arriba sintiendo la marca de la cortada, lamiéndola una y otra vez hasta que otro sabor comenzó a hacerse presente, un sabor que conocía a la perfección. Cuando estaba en el hospital acostumbraba mucho a morder mis labios hasta hacerlos sangrar, el efecto de los neurolépticos que me administraban me provocaba alucinaciones que terminaban por subir mi libido hasta que me obligaban a lastimarme a mí mismo en búsqueda de liberación más nunca pude alcanzarla.

Hice el agarre de mis manos un poco más fuerte, el sabor de su sangre era exquisita, no podía dejar de saborearla, sentirla. Agitaba mi respiración, nublaba mis pensamientos y estaba seguro que si continuaba así terminaría por convertirme en un esclavo de mis más bajos deseos.

Desgraciablemente el aire comenzó a faltarme, tener nuestras bocas juntas me impedía respirar con libertad, no quería separarme de ella pero teníamos la necesidad de hacerlo.

- ¡AAAAAAAAHHH¡… ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH! – su grito había sido tan agudo que terminó aturdiéndome y ponerme en alerta, inmediatamente volví a pegar mis labios a los de ella callándola en el trayecto, ahora era consciente de que es lo que pasaba y que estaba haciendo.

Agitaba su cuerpo, moviendo sus manos por todo mi cuerpo ejerciendo presión para separarse, movía sus caderas, sus piernas y su rostro intentando separarse del mío. Teniendo mis ojos abiertos pude verla llorar mientras forcejeaba, moviendo su rostro de un lado a otro, intentando cerrar su boca alejándose del tacto de mi lengua.

En algún momento debíamos separarnos pero sabía que al hacerlo ella volvería a gritar y estaba seguro que sería escuchada por todo el edificio provocándome problemas. Con sus manos comenzó a golpear mi pecho, luego mi rostro con todas sus fuerzas, gruñí ante el dolor que comenzó a provocarme. Solté el agarre de mis manos para sostener sus muñecas con ambas y usar un poco mas de fuerza, ella gimió en mi boca probablemente de dolor.

Llevé sus manos a su espalda para sostenerlas solo con una de mis manos, la cual era más que suficiente para sostener sus delgadas muñecas ¿Cómo era posible que fuera tan delicada? Podía someterla tan fácil sin tener que esforzarme tanto. Ahora con una de mis manos libres saqué un pañuelo de mi saco.

Me separé de ella solo por un segundo.

- ¡AAAh…. aaghmm! – rápidamente metí el pañuelo en su boca, aunque solo una parte. Al observar que logré evitar su grito proseguí por meter el resto del pañuelo dentro de su cavidad hasta que entró por completo, ella no podía emitir sonido alguno y tampoco podía cerrar la boca, el pañuelo apenas había entrado en ella pero no puede meterlo más en su garganta porque podría terminar ahogándola.

Aunque aquello era tentador.

Siguió agitándose, intentando soltarse de mi agarre pero fue imposible. Tenía solo una mano libre y lo que tenía pensado hacer me obligaba a necesitar ambas.

Me di la vuelta hacia la mesa aun sin soltarla, y quité todas las cosas que estaban sobre ésta en un rápido movimiento, tirando sus pertenencias. La empujé hasta que su torso quedó recostado sobre la madera, mi mano aun continuaba con su agarre en sus muñecas dándome una agradable vista a su trasero que como lo había previsto era pequeño pero muy carnoso. Mi mano libre se dirigió a mi corbata para des hacer el nudo y librarme de ella, esto me sería de gran ayuda.

Mierda, tenía que admitirlo, no podía dejar de sonreír en ningún momento, aquellas emociones nunca antes las había sentido con tal intensidad, sentía que por primera vez en mi vida disfrutaba del poder respirar. Habiendo librado mi cuello de la corbata la cual utilicé para amarar sus muñecas detrás de su espalda, pero al bajar un momento la guardia sentí un punzante dolor por mi ingle. Ella en su forcejeo me propinó una patada para intentar librarse.

Niña tonta.

Gruñí de dolor pero me reincorporé de inmediato y le propiné un certero golpe en su costado izquierdo por debajo de sus costillas. Un gemido de dolor quedó en su garganta y cerró por completo los ojos ante el dolor dejando de moverse. Sabía que el tener sus piernas libres me dificultaría mi objetivo así que pensé por un momento. Sus coletas llamaron mi atención, estaban sujetas por listones rojos.

Perfecto.

Deshice el nudo de estas para quedarme con ambos listones, me incliné entre sus piernas y amarré cada uno de sus tobillos a las respectivas patas de la mesa. Me levanté dando un paso hacia atrás para admirar mi trabajo.

El sol comenzaba a ocultarse, la luz que entraba por la ventana ya no era suficiente pero no importaba porque aún podía distinguir a la perfección su silueta. Inclinada hacia la mesa, con sus piernas abiertas y su trasero elevado invitándome a disfrutar de mis deseos mas bajos. Muñecas atadas contra la espalda, boca amordazada, rostro bañado en lágrimas, gemidos ahogados y saliva desliándose por las comisuras de su boca. Saqué mi celular y comencé a tomar un par de fotografías.

Hacerlo contra su voluntad era simplemente alucinante.

Un recuerdo vino a mi mente, esto era igual que uno de aquellos videos pornográficos y ante ese recuerdo una risa para nada tranquilizadora salió de mis labios tensando a la pequeña pelirrosa que no dejaba de mirarme de reojo con su rostro volteado hacia mí.

- Sabes Sakura, cuando era niño mis padres decían que debía portarme bien, seguir las reglas y obedecer a los adultos, ya que cuando a un infante se le consiente mucho o se le permite hacer lo que quiera sea bueno o malo terminará por convertirse en un niño malcriado. Cada vez que hacía algo mal mi padre me castigaba, debía educarme para ser un hombre correcto.

Lentamente llevé mi mano a la hebilla de mi cinturón para poco a poco librarme de éste, en ningún momento Sakura dejó de observarme con sus ojos aterrorizados, presas del pánico y aquello hacia fluir mi sangre cada vez más rápido, el calor aumentaba y para mi desgracia aquel característico calor comenzó a concentrarse en una zona especifica obligándome a desabotonar el botón de mi pantalón en busca de comodidad.

- Las reglas del instituto son estrictas Sakura, todos sin excepción deben obedecerlas al pie de la letra pero,… creo que hiciste caso omiso de algunas. Has sido una chica muy mala. – tomé el cinturón con mi mano derecha sosteniendo cada uno de los extremos, lentamente comencé a acariciar su nalga derecha con este. – Y creo que para evitar que ocurra otra vez debemos recurrir a un castigo ¿no te parece?

Comenzó a agitarse, el dolor del golpe en su costado debió pasar a un segundo plano. Intentó agitar sus piernas pero el agarre era preciso, quiso mover sus manos pero el nudo en sus muñecas le impedía cualquier movimiento tosco entonces agitó su cabeza de un lado a otro negando. Trató gritar pero el pañuelo le permitía apenas gemir, pude notar la desesperación apoderarse de ella.

- Mmmh… mmpp.. mmaa-ke….mmph… -

- ¿Ah? ¿Qué dices Sakura?

- Mmmpp… aahm…

- ¿Prometes ser una buena chica? ¿No volverás a romper las reglas?

Sin dejar de llorar, sin dejar de moverse asintió con la cabeza queriendo terminar con todo esto. Que divertido, todo esto era igual que aquella película. Ella lloraba, suplicaba y gritaba pidiendo clemencia, minutos más tarde continuaba suplicando, gritando pero pidiendo que los azotes fueran cada vez más fuertes.

- Lo siento mucho Sakura, pero evitar el castigo malcría a los niños…

De un rápido movimiento levanté mi mano que sujetaba el cinturón para azotarla fuertemente en su regordete trasero provocando que al instante ella arqueara su espalda ahogando un gemido de dolor. Mi corazón palpitó con tanta intensidad al observar la zona afectada quedando una tenue marca roja, aquello me obligó a tragar saliva. Repetí la misma acción un par de veces más hasta que la pálida piel de sus glúteos comenzaba a oscurecerse, las marcas de los azotes ya eran visibles pese a la escasa luz que iluminaba el aula.

No conté la cantidad de veces que la azoté, pero con cada una de ellas su pequeño cuerpo se retorcía, arqueando su espalda haciendo la cabeza hacia atrás. Pudo ser mi imaginación, puede que la excitación del momento me haga ver cosas, pero podía jurar que con cada golpe su rostro se deformaba en una muy pervertida sonrisa de satisfacción, desorbitando sus ojos por el éxtasis mientras estos continuaban derramando lágrimas provocadas por el placer al igual que la saliva se corría por sus labios.

Me detuve después de un par de azotes más.

Mi respiración estaba más que agitada, en un principio creí que fue por la cantidad de fuerza que ocupé en cada azote pero no era realmente por eso, me estaba excitando cada vez más, ésta era la primera vez que hacia algo como aquello. Lleve mi mano libre justo a mi pantalón, en la zona de la entrepierna para corroborar un enorme bulto bajo éste. Ya estaba completamente duro y el pantalón comenzaba a asfixiarme.

Recordé una ocasión en la que la profesora Uzumaki Karin me permitió azotarla, estaban tan ebria y excitada que no le importaba el dolor, aunque solo me permitió hacerlo un par de veces antes de detenerme y pedirme que la penetrara. Pero esta ocasión era totalmente diferente, ella no me estaba deteniendo y podía hacerlo con toda la fuerza que quería.

Sakura era totalmente diferente a todas las zorras con las que me he involucrado, sin quejas, sin paradas. Simplemente perfecta. Ideal.

Levanté mi mano para mover los mechones de mi cabello hacia atrás, una fina capa de sudor estaba cubriendo mi frente y estos se pegaban evitándome ver claramente. Respiré profundo y me acerqué a ella para inclinarme sobre su delgado cuerpo, dirigiendo mi mano izquierda a sus glúteos para acariciarlos suavemente.

Hundí mi rostro en el hueco entre sus hombros y su cuello para aspirar su aroma, una delicada combinación de pánico y deseo. Ambos causados por mí.

La piel de sus trasero estaba caliente, seguramente era por el escozor causado por los azotes, los cuales me hubiese alargado mas pero estaba seguro de que si continuaba su delicada piel se abriría y des graciablemente no era el momento ideal para comenzar a hacerla sangrar, solo íbamos a jugar un poco. Después habrá tiempo para más cosas.

- ¿Te duele, Sakura? – le susurré con voz ronca ya que no pude controlarla, mi excitación se había apoderado de mi cuerpo y estaba claro que aquella notoria y para nada pequeña erección sobre sus glúteos me delataba - ¿Te duele? – le repetí suavemente al momento de sostener su glúteo izquierdo con mi mano fuertemente enterrando mis uñas en este, lo que provocó otro gemido ahogado por parte de ella, arqueando su espalda contra mí, frotando su parte inferior contra mi ingle.

Esta niña…

- ¿Qué pasa… te gusta? – susurré sin separarme de ella, para ahora llevar poco a poco mi mano a su entrepierna, grata fue mi sorpresa al percatarme que sus pequeñas bragas estaban completamente mojadas, tanto que sus fluidos vaginales ya se estaban escurriendo por sus muslos ¿Cómo no me había dado cuenta?

Conocía el cuerpo de las mujeres, sabia donde tocarlas hasta hacerlas perder la cordura y Sakura no era la excepción.

Me reincorporé solo un poco, soltando el cinturón para llevar mi mano derecha a uno de sus senos y comenzar a estrujarlo sobre la tela sintiendo un pequeño botoncito erecto frotarse contra mi palma. En ningún momento me separé de ella, seguía teniendo mi cuerpo pegado al suyo ya que no quería dejar de sentir su aroma, me enloquecía con cada segundo que pasaba. Por otro lado mi mano izquierda había hecho a un lado la molesta tela de sus bragas para comenzar a tocarla directamente en sus labios vaginales y así descubrir que carecían de cualquier tipo de vello, lo cual resultó divertido. Con la punta de mi nariz comencé a acariciar su cuello mientras mis labios rosaban su piel lentamente, a la par que mis dedos la acariciaban como si se tratase de un instrumento musical.

Su entradita estaba empapada y aquel montículo de carne en la parte de abajo estaba hinchado, lo acaricié un par de veces solo para sentirla temblar. Sin dudarlo introduje dos de mis dedos lo que causó un estremecimiento en su cuerpo, la sentí tensarse y agitarse por un momento.

- MMMmmppp… aaammmmmaa….

Quería escucharla gemir y gritar, tenía tanta curiosidad de saber qué cosas saldrían por sus labios pero desafortunadamente no podía desamordazarla, al menos no dentro del instituto, solo me quedaba reconfortarme con sus gemidos, los cuales estaban dirigidos hacia mí.

Entonces su pequeño cuerpo cayó nuevamente inmóvil sobre la mesa, mientras su respiración agitada intentaba controlarse. Ya veo. Lo que le había ocurrido fue un orgasmo.

Volví a reincorporarme para observarla con la poca iluminación del cuarto, agitada, excitada y muy ansiosa.

- En verdad que eres una niña muy sucia Sakura, estoy seguro que te corriste más de una vez en todo este trayecto y peor aún siendo éste un castigo. – ahora llevé ambas manos al inicio de mi pantalón para comenzar a bajar el cierre y deslizarlo al igual que mis bóxers lo cuales estaban estrujándome, liberando así mi éxtasis.

Poco a poco ella abrió sus ojos para encontrarse con mi "pequeño" amigo, el cual la asustó más de lo que pensé que haría, intentó soltarse nuevamente de los amarres pero solo consiguió herirse la piel de sus muñecas y tobillos. De manera desesperada agitó su cabeza de un lado a otro, negando la realidad, intentaba hablar pero el paño ahora húmedo por su saliva se lo continuaba impidiendo.

Con una de mis manos hice a un lado la ropa de sus bragas mientras con la otra sostuve mi miembro dirigiéndolo a su entradita, la sensación que me provocaron sus labios húmedos con la punta de éste terminó por abandonar la escasa cordura que me quedaba.

Esta niña iba a ser mía, solo mía a partir de ahora.

Y mataría a cualquiera que intente alejarla de mi lado.

- Aahh….. mmhaake… - levanté la mirada para observarla, ella no apartaba su mirada de la mía, sus ojos ya estaban rojos por tanto llanto – pphhoor….ahhvor… aaahhhra.

"Una chica masoquista te puede permitir hacer lo que quieras más no significa que debas hacerlo"

¿Ah? ¿Acaso… ella no quiere que lo haga?

No, por supuesto que no. Es obvio que ella no quiere que me detenga, solo debe de sentirse un poco nerviosa ya que mi miembro alcanza los veinte centímetros.

- Tranquila, Sakura… - me incliné un poco hacia ella para depositar un tranquilo beso sobre su cabeza - Lo hare suave, lo prometo.

Y de un solo movimiento me introduje en su pequeño cuerpo, rompiendo cualquier barrera que me impidiera llegar al fondo. La sensación fue indescriptible, ambas manos fueron a sus caderas para sostenerlas, clavando mis uñas en estas mientras mi espalda se arqueaba llevando mi cabeza hacia atrás. Demonios el pequeño cuerpo de Sakura era tan caliente, tan húmedo y jodidamente apretado, me estaba exprimiendo tanto que dolía, dolía deliciosamente bien.

Mi respiración estaba entrecortada, lo único que quería era moverme desenfrenadamene, quería dejar huella en su cuerpo y mente, pero se lo había prometido así que debía esperar hasta que su pequeña vagina se acostumbrara a mí.

Mi vista viajó un poco por su anatomía y pude notar algo que heló mi sangre por un momento, por sus muslos había otro liquido cayendo, un obscuro liquido que no debería estar ahí. Salí lentamente de ella para observar que este provenía de su vagina, y percatarme de que mi miembro estaba cubierto por ello. Con una de mis manos corroboré que aquello era sangre.

¿La había desgarrado? Era una probabilidad pero entonces recordé algo, Sakura era una estudiante de primer ingreso lo que significaba tenia no más de 15 años, o 14 como mínimo. No debería sorprenderme, ella era virgen.

Sonreí. Y ahora es completamente mía.

Me arrodillé un momento para soltar las ataduras de sus tobillos, al dejarla libre sus piernas quedaron colgando de la mesa, ella había perdido toda fuerza de querer moverse. Me levanté para girarla poco a poco hasta que quedó completamente boca arriba. Abrí sus piernas para colocarme entre ellas mientras las sostenía por las rodillas y me introduje nuevamente en su cálido interior pero más lento que la primera vez, aquello la hizo despertar de su trance arqueando su espalda, ahogándose con su propia saliva.

- Shh… tranquila pequeña, todo estará bien. Papi lo hará suave… - repetí las mismas palabras que decía aquel sujeto del video, y de la misma forma comencé un lento vaivén moviendo solo mis caderas deleitándome con la vista.

Abrí lo mas que pude sus piernas para observar como mi potente erección se perdía entre los labios de su entradita, cada movimiento provocaba un curioso ruido como de algo frotándose o siendo apretado, era un sonido tan morboso que solo aumentaba el palpitar de mi corazón. Continué con el vaivén fascinado con el obscuro color de su sangre el cual comenzaba a salpicarse por mi camisa blanca sin que me importase, manchando por completo sus bragas, sus muslos internos y parte de su vientre.

Más rápido, más rápido.

Era como si la estuviese matando, como si la estuviera penetrando con algún cuchillo por su vagina una y otra vez partiéndola por la mitad, sentía su calor, su sangre correr por chorros. Su vida palpitar entre mis manos. Saqué nuevamente el celular de mi saco para comenzar a grabarla un poco, la mire a través de la pantalla, su cuerpo cabía perfectamente en la imagen del celular, se podía ver el pequeño rebote que hacían sus senos con el vaivén, aunque mi interés estaba en la zona baja. Levanté la mirada para observar su rostro y relamer mis labios. Sus ojos estaban completamente abiertos mirando a la nada, completamente oscuros y mojados al igual que sus rojizas mejillas. Sonreí con malicia al ver la mueca de sus labios, la comisura de estos estaban hacia arriba. Guardé el celular nuevamente.

Aumente la velocidad, golpeándola con mis caderas sintiendo sus paredes abrazar con más firmeza mi miembro el cual comenzó aquel ritmo que tanto conocía pero que esta ocasión iba a poder a poder culminar.

- ¿Te gusta que papi te dé duro, verdad Sakura? Eres una golosa. – cerró los ojos al escuchar mis palabras y giró su cabeza a un lado para evitar mi mirada pero aquello solo provocó una risa de mi parte, estábamos haciendo un escándalo, la mesa golpeándose fuerte contra la pared con cada estocada, mis roncos gemidos que no me molestaba en callar y sus fuertes gemidos ahogados junto con los morbosos sonidos que provocaba su vagina al apretarme.

Solté sus rodillas para ahora inclinarme hacia ella recargando mis manos a sus costados para poder verla fijamente, ella seguía con los ojos cerrados.

- Mírame chiquita… - dije con una retorcida sonrisa sin dejarla de penetrar, al no hacer caso de mi orden tomé su mentón con una de mis manos para obligarla a hacerlo – Mírame si no quieres que enseñé lo que estamos haciendo Sakura… - le dije amenazante y enseguida abrió un poco sus ojos.

Continúe con la velocidad de las envestidas sin despegar la mirada de ella, ambos nos estábamos observando, veía el dolor en sus ojos y mucha tristeza pero estaba seguro que no era por el momento, no era por lo que yo le estaba haciendo, de hecho creo que su vista oscurecida era causada por la pasión natural de nuestros cuerpos unidos, pero ella estaba en otro lado, recordando otras cosas. No estaba conmigo.

- ¡Maldita sea! – Enfurecí, la quería solo para mí, ella no tenía derecho a pensar en algo mas ni a ignorarme, tenía que estar completamente atenta a mí, toda su atención debía estar dirigida a mi persona – Maldita tonta ¡Maldita molesta, mírame! – Llevé rápidamente ambas manos a su cuello, apretando su tráquea con mis pulgares - ¡Mírame Sakura! ¡Mírame!

Abrió por completo sus ojos a mi repentina intromisión, aumente las envestidas a un grado que sabia la lastimaría, mis testículos golpeaban fuertemente su trasero, ella se agitaba desesperada. Estiró el cuello lo más que pudo e intentó tensarlo pero eso no disminuyó la fuerza con la que lo sostuve, al contrario, aumenté la fuerza de mi agarre.

- ¡Mírame! - volví a gritarle casi escupiendo en su rostro, sus ojos desorbitados ahora sí me estaban observando y entonces sonreí, la luz de sus ojos brillaba con tanta intensidad pero lentamente comenzaron a opacarse. Estaba cerca, podía sentirlo, algo estaba comenzando a quemarme lentamente desde la zona de mi ingle y se esparcía por el resto de mi cuerpo hasta que un fuerte ardor comenzó a quemarme.

¡Mierda esto estaba matándome!

¡Dame más! ¡Sakura dame más!

- ¡MMmmpp…. Aaammmmppp!

Un par de envestidas mas y su cuerpo se arqueó con tanta fuerza llevando hacia atrás su cabeza, al mismo tiempo me vi obligado a soltar su cuello y llevar las manos a sus caderas para pegarla por completo a mí, deteniéndome bruscamente. Inconscientemente mi espalda se arqueó contra ella llevando hacia atrás mi cabeza mientras un gemido gutural escapaba de mis labios.

Por un segundo mi respirar se detuvo, mi mente se desconectó y todo fue negro. Una sensación de vértigo inundó mi cuerpo, tensándolo a un grado doloroso. Cerré con fuerza mis ojos ante aquellas nuevas sensaciones que causaron una suave convulsión por todo mi ser. Entonces poco a poco comenzó a disminuir, era como si llegase a la sima de algo y lentamente me dejaba caer. Caer a un profundo abismo.

Poco a poco recobré la conciencia recordando que era lo que pasaba a mi alrededor, solo abrí un poco mis ojos para cerrarlos nuevamente ante una fuerte punzada de dolor que sentí en mi miembro, aun estaba dentro de Sakura. Me separé lentamente de ella y observé que ahora mi erecto y potente miembro se encontraba flácido, volviendo a su tamaño ordinario. Un sonoro ruido comenzó a invadir la habitación, un fuerte respirar. Me costó un poco comprobar que aquel respirar era el mío.

Apenas di un paso hacia atrás y sentí como el equilibrio abandonó mi cuerpo pero la pared detrás de mi evitó mi caída. Me sentía muy agitado, nunca me había faltado el aire a tal extremo, estaba seguro que no podía siquiera hablar, volví a observar mi cuerpo. Mis piernas temblaban ligeramente al contrario de mis manos las cuales estaban un tanto más descontroladas. Una gota de agua se coló por la comisura de uno de mis ojos obligándome a cerrarlo, ¿en qué momento comencé a sudar? Estaba completamente húmedo, varias gotas de sudor se había deslizado por mi rostro sin siquiera percatarme de ello.

Cerré nuevamente mis ojos mientras intentaba controlar mi respirar, extrañamente las ganas de dormir un poco me invadieron y estaba casi a punto de ceder y dejarme caer en el sofá a mi lado para descansar pero la recordé.

Nuevamente desperté mi mente adormilada para enfocarme en la pequeña niña sobre la mesa. Sus piernas estaban completamente abiertas, una un tanto flexionada al grado que su pie estaba sobre la mesa. Observé cómo de su pequeña entrada estaba escurriendo la sangre y un liquido completamente blanco. Ahora bajé la mirada para observar como de la punta de mi miembro ahora flácido estaba goteando el mismo líquido blanco y viscoso.

Me había corrido dentro de ella.

Llevé una mano a mi rostro para cubrir mis ojos mientras comenzaba a reír, ¿Conque así se sentía, eh? Ha ha lo admito, me gustó mucho. Demasiado.

Me acerqué a ella tranquilamente, volví a inclinarme en su dirección recargando mis manos en sus costados dirigiendo mi mirada a su cuello, las marcas rojas de mis manos eran notorias lo que me hizo preocupar. Me recosté sobre su pecho y cerré los ojos.

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Diástole*

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Sístole*

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Suspiré sintiéndome más tranquilo, ella aun continuaba respirando. Sabía que no la había estrangulado a un grado tan extremo para matarla pero no supe si pude controlarme en el momento del éxtasis. Ahora que lo analizaba, al momento del orgasmo no fui consciente de mi mismo, pude haberla matado por asfixia o le pude haber roto el cuello. Aquello fue una sensación nueva, así que debo ser más cuidadoso la próxima vez.

Espera un momento. ¿Próxima vez?

Claro, la idea de repetirlo no suena nada mal pero…

Pero ella…

¿Qué fue lo que ocurrió? Tuvimos sexo, es claro pero… ¿en qué momento me lo pidió?

Las chicas siempre me piden hacerlo pero no recuerdo en qué momento ella lo hizo. ¿O no lo hizo?

Una mano cubrió mi boca ante aquella revelación. No, no había sido consensuado.

La había violado en todo sentido de la palabra.

Entonces… ¿Por qué su rostro tenia la expresión de satisfacción sexual más sexy que alguna vez haya visto?

.

.

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Abrí cansinamente los ojos al escuchar aquel campaneo. Una suave pero refrescante brisa nocturna me recibió para espabilarme un momento. Levanté mi mano para masajear un poco mis parpados e intentar no dormirme pero me estaba costando no hacerlo. El sonido de mi estomago por quinta vez se hizo presente.

Poco después dirigí mi mirada fuera de la ventana, el sol se había ocultado dejando solo a la luna llena alumbrar la oscuridad de la noche, la luz del alumbrado público iluminaba las calles lejanas y los edificios podían apreciarse sin mucha dificultad.

Nuevamente el sonido de las campanas captó mi atención, si mas no me equivocaba habían sonado un total de nueve campanadas lo que anunciaba el inicio de la última clase del horario nocturno. Ya eran pocos los estudiantes que debían quedarse hasta tarde, así que solo me dejaba un poco más de una hora para salir del instituto. Necesitaba comer algo y descansar con urgencia.

Suspiré desanimado y volví a observarla. Me vi obligado a limpiar todo el desastre que había provocado. La sangre que cayó al suelo y que también había manchado la mesa no fue fácil de quitar pero afortunadamente ya contaba con experiencia suficiente para encargarme de ello, de igual forma me vi en la necesidad de volver a vestir a Sakura aventajándome de que estaba inconsciente, aunque sus bragas las terminé ocultando dentro de una bolsa de plástico que me iba a tomar la libertad que conservar para mí.

Ella ahora estaba tranquilamente recostada sobre el sillón, con mi saco cubriéndola. Cualquiera que la viera en este estado pensaría que solo estaba tomando una relajante siesta sin imaginar que fue lo que ocurrió hace un par de horas.

Volví a recargarme en el marco de la ventana para observar fuera de ésta mientras intentaba aclarar mis ideas.

- Debo ser responsable de mis actos, y responder por ellos.

Hablé en voz alta para intentar convencerme. Había cometido un delito con Sakura, había violado a una menor de edad y claramente la responsabilidad que debía tomar de ello era una denuncia, y lo más seguro es que pueda terminar encerrado nuevamente, aunque esta ocasión en lugar de tratarse de un psiquiátrico seria una prisión.

Hice una mueca. Cometí un grave error, se suponía que solo iba a comprobar que Sakura fuera la autora de aquel trabajo pero no supe en qué momento las cosas terminaron… como terminaron. Intenté darle varias vueltas al asunto, buscando alguna señal de ella, alguna provocación que me sirviera para saber que ella también estaba de acuerdo, pensar que fue ella la que me provocó y así tener una buena razón que explicara mis acciones, pero por más que lo analicé en ningún momento ocurrió eso, a menos que gritar, llorar y forcejear sea una forma de apareamiento, lo cual dudo mucho.

- Responsable de mis actos.

Repetí nuevamente intentando convencerme de la decisión que había tomado. Sakura estaba en todo su derecho de denunciarme y yo no podía poner objeción alguna, así que debía prepararme mentalmente para todo el papeleo legal que tendré que enfrentar y si bien me iba al menos podría vivir un par de años fuera de prisión antes de morir. Menuda forma tan fatalista de pensar pero no encontraba otra solución.

- Sin mencionar el melodrama que me hará Kakashi una vez se entere de esto…

Pero en fin, tomaré la responsabilidad de mis actos, y accederé a que se me procese de la manera correcta ante lo que había hecho, aunque…

Viviría tras las rejas tanto tiempo, con la necesidad de volver a hacerlo.

Volver a sentir su calor, su aroma… su desesperación.

¿Acaso podre vivir sin aquello?

¿Podre soportar la vida sin volver a tener a Sakura bajo mi dominio? Bajo mi cuerpo… su frágil y pequeño cuerpo, sus dulces labios y dolorosos gemidos… ¿lejos de mi?

- S-Sa…suke…-kun….

No.

No podría.

Ella era mía, y nadie tenía derecho quitármela.

- ¡Sasuke-kun!

Despertó asustada e intentó ponerse de pie pero al reincorporarse solo se limitó a soltar un gemido de dolor y volver a dejarse caer en el sofá, llevando sus manos a su vientre mientras una mueca de dolor contraía su rostro.

Imaginé que podría despertar alterada por lo cual me vi obligado a cerrar la puerta con llave para evitar su escape, pero al parecer nuestro pequeño acto la terminó inmovilizando lo cual era ventajoso para mí.

Solo un poco después sus facciones se normalizaron mientras tomaba aire y su cuerpo reaccionaba de manera nerviosa, temblando otra vez observando a todos lados para terminar mirándome con miedo, mas no sé movió de su lugar.

Comenzó a dominar un silencio bastante incomodo, pesado. Simplemente desvié mi mirada de ella esperando alguna reacción de su parte pero solo pasaron los minutos y ella ni siquiera hacia el intento de moverse.

Hice una mueca y mordí con un poco de frustración mi labio inferior. ¿Qué pasaba por su cabeza? ¿Acaso no pensaba decir algo? ¿No debería ponerse histérica, llorar o gritar? Cuando menos levantarse e irse pero no, simplemente estaba ahí sentada temblando mirándome como si fuera su verdugo. Quizá sí lo era…

Suspiré nuevamente, comenzaba a desesperarme y solo encontraba una solución a esto, pero estaba seguro que una vez comenzara no iba a haber vuelta atrás, iba a arrepentirme de esto pero era la única forma de saber que ocurriría, que estaba pensando y… que pasara con nosotros.

- Juguemos algo, Sakura. –le dije sin siquiera mirarla, pero me aseguré de que me escuchara.

-¿J-Jugar? – me preguntó con incredulidad, lo cual era respetable, le habían desgarrado su virginidad de una manera para nada delicada como para ahora querer jugar, pero este no era cualquier juego. Tragué saliva. Volteé la mirada para ahora observarla fijamente.

Debo ser responsable de mis actos y responder por ellos.

- Juguemos "En estricto confidencial" – detestaba el juego, y odié a Kakashi por obligarme a jugarlo con él pero al menos con el tiempo comprendí que también tenía ciertas ventajas. Era una espada de doble filo.

Me tomé el tiempo suficiente para explicarle de que consistían las reglas, las cuales escuchó con atención, pude notarla confusa pero el juego era sencillo en sí, el único problema era los resultados que se obtenían de éste.

Una vez quedaron claras las reglas del juego le dije que empezara ella, ya que no soportaba la ansiedad de saber que estaba pensando, aunque también me estaba preparando para lo que avecinaba, fuera lo que fuera, su pregunta iba a terminar por desarmarme.

- ¿Por qué me violaste, Sasuke-kun?

¡¿Es enserio?! ¿ENSERIO? De todas las cosas que pudo preguntar, ¿Tuvo que preguntar eso y de esa manera? Menuda molesta…

Aparté mi mirada de ella sintiendo un leve ardor en mis mejillas, sabía que iba a arrepentirme de meterla en esto y ahora no tenía escapatoria pero ¿Cómo le explicas a una niña que la violaste simplemente porque no soportarse la idea de querer hacerlo? Decirle sencillamente "Por que quise" no era nada ético.

-Tengo un problema… se le conoce como "Anorgasmia situacional" – la miré por un momento rogando pudiera entender que era ello, pero su expresión me hizo ver que no sabía lo que significaban esas palabras, lo cual me obligaba a ser mas grafico. Mierda… - Quiere decir que no importa cuántas veces,… intente brindarme placer, por mucho que quiera no puedo tener un orgasmo. No puedo alcanzar el clímax a menos que sea de una manera en específica. Al encontrar tu celular y ver tus… fotografías, me di cuenta que tu eras la indicada para poder cumplir mis fantasías, no pude evitarlo y,… por eso ocurrió.

Silencio. Esperaba que aquello fuera suficiente para responder su pregunta.

Bajó la mirada con clara incertidumbre en su rostro y algo que pude percibir como desagrado, pero para mí fortuna simplemente terminó afirmando con la cabeza, lo que significaba que era suficiente para ella. Bien.

Mi turno.

- ¿Vas a denunciarme?

Aquella pregunta era la que me estaba provocando dolores de cabeza, aunque la respuesta era más que clara aunque rogaba por no escucharla, la idea de alejarme de ella me desagradaba, no podía imaginar que sería de mí si no la tenía a mi alcance ya que era la única que podía liberarme de mis frustraciones, y mucho peor si había alguien más con ella. No. definitivamente no iba a permitirlo, aunque me viera obligado a recurrir a cualquier método para evitarlo. Detesto que la gente toque mis cosas…

Comenzó a morder su labio nerviosa, mientras sus mejillas se coloraban con ese peculiar rosa pálido ¿Qué estaba pensando para avergonzarse?

- No… no lo sé…

¿Ah?

¿Qué mierda de respuesta era esa?

- Esa no es una respuesta Sakura. – la observé con el seño fruncido, ella me miró nerviosa.

- Yo… ¡No lo sé! Me estuviste grabando ¿No es así? Y tienes mis fotografías… si yo… si te denunciara,… mostrarías todo ¿verdad?

Abrí mis ojos completamente, no tenía que verme en la necesidad de amenazar ni mentir después de todo. Por supuesto que no mostraría nada que fuera mío, Sakura era de mi pertenencia y nadie iba a conocer aquello que solo me corresponde a mí pero, eso no significaba que ella lo tuviera que saber.

- Quizá…

Le dije con una picara sonrisa, lo cual la hizo entristecer a la par que se humedecían sus ojos. Bajó la cabeza y pude ver como un par de lágrimas descendieron de sus ojos mientras sorbía por su nariz.

Tragué saliva nuevamente, ¿Acaso planeaba hacerme perder el control nuevamente? Las ganas de querer lamer esas lágrimas que recorrieron sin ningún pudor sus mejillas y ahora descendían por su cuello eran inaguantables.

- No… no Sasuke-k-kun… no te denunciaré… pero no muestres nada de eso…

Me acerqué un poco hasta quedar frente a ella, me recargué en la mesa para mirarla desde arriba sin dejar de sonreír. Metí mis manos en los bolsillos del pantalón apretando fuertemente los puños, soportando la euforia que me provocaba verla tan vulnerable frente a mí.

- Sera nuestro pequeño secreto entonces, Sakura… - bajó la mirada nuevamente mientras sostuvo sus manos con fuerza e intentaba controlar su temblar, limpió sus lagrimas un poco después - ¿Quieres preguntarme algo más?

La sentí tensarse nuevamente. Sostuvo mi saco que había dejado a un lado para comenzar a apretarlo al momento que más lágrimas cayeron mojando sus mejillas. Levantó la mirada pero no fue miedo lo que vi en ésta ocasión, ni desesperación. Sus ojos estaban brillantes y podía ver algo en ellos.

Anhelo y desesperación.

- ¿Vas a volver a violarme?

Ahora yo me tensé, abriendo por completo mis ojos sin apartar la vista de ella.

.

..

Traté de hablar claro, pero la garganta se me había secado. Debía admitirlo, por primera vez en mi vida no sabía que decir.

- ¿Q-quieres que lo haga?

.

..

Las campanas comenzaron a sonar nuevamente, rompiendo el silencio que estaba seguro en cualquier momento iba a asfixiarnos a ambos. Cerré nuevamente los ojos y suspiré cansado, el sonido de mi estomago volvió a molestarme de nuevo. Necesitaba dormir y comer.

- Debemos irnos, dentro de unos minutos cerraran el instituto. –volví a mirarla, relajando mi expresión como si nada hubiese pasado.

- ¿Cerrarlo? ¿Por qué? ¿Qué hora es? – su expresión cambio de igual manera, ahora simplemente se encontraba sorprendida.

- Ya son las 10 pm, tenemos quince minutos para salir. – me di la vuelta para recoger mi mochila escolar del suelo, acercarme a la puerta y quitar el seguro de esta.

- ¡¿Qué?! Pero… ¿tan tarde? – un tanto torpe pudo levantarse intentando ignorar el dolor que no pasó desapercibido para mí – Rayos, es muy tarde. Tengo que darme prisa o no alcanzare el tren – acomodó sus ropas y comenzó a atarse las agujetas de sus zapatos una vez limpió el resto de lagrimas que habían mojado sus mejillas. Se acercó a su mochila y se la colocó con rapidez gimiendo de dolor en el proceso mientras continuaba hablando consigo misma – Debo darme prisa, las calles estarán solas si tardo más tiempo, oouch, quizá deba irme por el parque para acortar tiempo pero puede estar solo ¡ay, ay!... o será mejor que vaya por la calle principal aunque tarde más tiempo ¿pero si pierdo el tren? No tengo dinero para un taxi, ¡aauuuh!

Levanté una ceja claramente sorprendido, ¿acaso no habíamos tenido una plática sobre una dichosa violación y un sucio secreto que debíamos mantener o simplemente fue mi imaginación?

- ¡Listo, Sasuke-kun! Vámonos antes de que se haga más tarde ¡ay, ay, ay! – pasó por mi lado intentando caminar rápidamente pero simplemente logro cojear con dificultad fuera del aula, levanté un brazo para tomarla por su mochila y hacerla detenerse, ella volteó para verme desesperada.

- El dolor pasara, es normal que sientas aquellas molestias pero tampoco deberías es forzante tanto. – la acerqué a mí para hacer que soltara un momento sus libros y así quitarle su mochila, colgué una de las correas de ésta sobre mi hombro, ella no dejó de mirarme en todo momento – Te acompañaré a tu casa, así que no debería haber ningún problema, relájate.

- Pero es muy tarde, mi casa está un poco lejos del instituto Sasuke-kun, no deberías…

- Por mi culpa estás tan tarde en el instituto ¿Cierto? Entonces déjame tomar la responsabilidad de ello. Si algo te ocurre, será mi culpa.

Sus ojos no se despegaron de mí, no sabía si era consciente de lo que estaba ocurriendo ya que solo la luz de la luna nos iluminaba en el oscuro pasillo pero podía jurar sus orbes esmeraldas se habían vuelo de un color plateado, tan cautivantes como hipnotizartes. Me miraban con algo que podía traducir como fascinación, mientras aquel característico sonrojo coloreaba sus pálidas mejillas.

Entonces una enorme sonrisa iluminó su rostro.

- Esta bien ¡Muchas gracias Sasuke-kun! – se dio la vuelta y continuó su caminar aunque más tranquilo por el pasillo con dirección a las escaleras.

Yo me quedé un momento estático mirándola irse lentamente, voltee un momento mi mirada al aula contemplándola un momento, la cual ya se encontraba totalmente a oscuras. Dirigí nuevamente mi mirada a Sakura, la cual iba caminando dando unos pequeños brinquitos como una niña contenta de haber hecho una travesura sin ser descubierta.

¿Pero qué carajos estaba ocurriendo aquí?

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Próximo capítulo: Irgendwo Im Nirgendwo.

El aroma era exquisito, tanto que mi boca comenzó a salivar a tal grado que podía casi sentir que babeaba mientras el hambre aumentaba, pero no era por la comida que se estaba calentando. No.

Si no porque al verla mover el cuchillo de aquella manera tan provocadora, tan sensual, tan sádicamente tentadora me había hecho perder nuevamente la compostura.

- Muéstrame cómo lo haces Sakura, y yo te mostrare las estrellas…

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.*Diástole es el periodo en el que el corazón se relaja después de una contracción, llamado período de sístole, en preparación para el llenado de sangre con sangre circulatoria.