¡Hola! Espero que hayan tenido un buen comienzo de año.
¡Gracias por sus reviews!
Yuna-Tidus-Love: en sí era "Cala Crash" pero conozco más el término bahía. Y por las armas, paciencia.
ChrisWolvShy: cuantas veces perdí por eso. Gracias, espero no aburrir.
Espero no tardar tanto para actualizar.
¡Gracias por leer y dejen sus comentarios!
Capítulo 3
Misterio en las Cuevas Misteriosas
Luego de ganar la primera carrera en la playa de la isla N. Sanity, el N Team regresó a su base de operaciones, es decir, al castillo de extraña apariencia, para esperar hacia la próxima carrera. Después de un tiempo, se dio una reunión entre los científicos con la compañía de la máscara maligna Uka Uka, ya que este último lo había ordenado. El lugar de la reunión fue en una de las torres del castillo, y el hecho de que ya era de noche, el ambiente estaba casi a oscuras. Alrededor de una larga mesa, los doctores se fueron acomodando y, por la seriedad que mostraba el oscuro hechicero, las cosas que tenía que él decir no serían agradables. Mientras tanto, alguien quien no estaba preocupado por esto último, a diferencia de sus colegas, era Neo Cortex, quien incluso sonreía y nada parecía ser capaz de quitarle ese ánimo. Como la máscara negra no comenzaba a dar inicio a la junta, el hombre de piel amarillenta tomó la palabra.
—¿Vieron la cara de desilusión que tenía ese roedor? —preguntó a sus compañeros de equipo con una sonrisa siniestra en su rostro. Como ninguno de sus aliados no respondió ni comentó nada de inmediato, sino que tan sólo cruzaron la mirada, él mismo contestó a su pregunta—. Parece que por fin la suerte está de nuestro lado.
—Sí, puede ser… —comentó Nefarious Tropy con cierta indiferencia, con lo que el hombre de barba candado le dirigió una mirada asesina. Ignorando por completo la reacción del médico, él siguió hablando con total tranquilidad—. De no ser por esa bomba de humo, los resultados serían otros.
—¡Es cierto! —exclamó con furia quien poseía unos huesos como adorno, y su aura rojiza se volvió más fuerte—. ¡Tienen que estar mejor preparados para la próxima, imbéciles! ¡Que esos Bandicoot no puedan dar ni una sola vuelta! Espero que ya tengan algo planeado.
—Pues... —comenzó a decir N. Gin con algo de temor, ya que tanto a él como a los demás, el espíritu maligno había conseguido asustarlo—. Fácilmente puedo instalar varios tipos de armamento en los karts que pasarán desapercibidos.
—Bien, pero para que la victoria esté asegurada, parece que tendré que intervenir de alguna forma u otra. No quiero saber de nuevo que esos marsupiales nos vencieron. Los eliminaré si es preciso —decidió el brujo, sonando más tenebroso que de costumbre, y logrando así que sus subordinados permanecieran angustiados, especialmente cierto doctor de frente marcada. Hubo un momento de silencio, hasta que volvió a hablar—. ¿Dónde está Nitrus Brio?
—Me dijo que estaba ocupado con uno de sus encargos —explicó el maestro del tiempo, obteniendo gruñidos furiosos a modo de respuesta—. Regresará ni bien pueda.
La repentina noticia no le cayó bien al practicante de magia negra, quien no quería perder su tiempo repitiendo sus órdenes. Él sostenía que todos deberían ayudar a superar este problema, sin importar nada, y sólo esperaba a que aquella excusa fuera real. Luego, la conversación se trató sobre los tipos de estrategias que utilizarían y se decidió que cada uno de los científicos prepararía un arma en especial. Además, se habló sobre la ubicación de la próxima pista de carreras, así como también de sus posibles peligros. La reunión terminó para dar paso a horas arduas de trabajo, llevando a cabo todas las preparaciones planeadas. Sólo restaba a que llegara el día en que volverían a verse las caras con sus enemigos de costumbre y, en aquella ocasión, estarían mejor preparados para poder ganar con seguridad. Ese momento vino de inmediato y, con las modificaciones ya hechas, el N Team le tenía sorpresas a Crash y compañía…
Mientras tanto, en la isla N. Sanity, dentro de un ambiente de ensueño en las cercanías de la playa, se encontraba el hogar de los héroes. Sin embargo, la calma que brindaba aquel paisaje no ingresó dentro de la cabaña ya que el equipo había empezado la competencia con el "pie izquierdo". Particularmente era Coco quien se veía muy molesta con todo este asunto y ninguno de sus aliados podía cambiarle el humor. Ella estaba sentada a la mesa de la cocina, cruzada de brazos y de piernas, refunfuñando palabras de odio hacia esos científicos tramposos. Frente a ella estaba su laptop color rosa, que la había traído allí para averiguar las novedades de aquella cruel competencia, pero al no encontrar nada, se sintió aún más fastidiada. Por otra parte, Crash y Aku Aku no podían comprender a la chica, quien ya no parecía ser más aquella persona entusiasta y que no se rendía fácilmente. Ellos no sabían por qué ella estaba tan enojada, si a esos enemigos los vencieron en varias ocasiones y tenían la esperanza de volver a lograrlo.
Además de no entender a la rubia, los demás miembros de su grupo le tenían cierto miedo ya que ella parecía una fiera a punto de atacar. Mientras que ellos no sabían bien qué hacer, quien usaba un overol azul recordaba lo sucedido en la carrera, particularmente cómo actuó aquel científico que parecía estar de su lado. Si aquello seguía ocurriendo, ya vería la forma de tomar venganza, o simplemente preguntarle qué fue lo que le sucedió. Ella salió de sus cavilaciones y desvió la vista hacia sus compañeros que la observaban con preocupación. El primero en reaccionar de ellos fue Pura, quien se acercó a la bandicut para mirarla a los ojos y al mismo tiempo ronronear. Con eso, el tigrecito fue capaz de que la adolescente sonriera y volviera a ser la de antes. Los demás se aliviaron y se acercaron poco a poco hacia la mesa.
—Creo que uno de nuestros problemas es que no tenemos tantos integrantes en el equipo, como ciertos tramposos —comentó Coco con seriedad en sus palabras—. Si alguno de nosotros no puede competir por algún motivo, no tenemos a un suplente.
—Tienes razón —respondió el hechicero—. Lástima que no podemos conseguir a alguien.
En ese instante, el chico de guantes de motociclista comenzó a hacer señas, para indicar que se podía recurrir al pequeño tiranosaurio que lo acompañó en sus viajes y que aún rondaba por los alrededores de la playa. Sus colegas se sorprendieron por dicha sugerencia, pero fueron su hermana y su guardián quienes no parecían gustarle la idea. Había muchas razones por la cual el reptil no era bienvenido al bando: en primer lugar, Baby T prefería explorar y no se quedaba mucho tiempo en la cabaña, por lo que quizá no pueda quedarse quieto para unas clases de manejo. Además, el prehistórico parecía un perro: había veces que obedecía indicaciones como otras que no, más bien, sólo seguía sus instintos y casi siempre le decía que todo podía ser comida. Al joven de peinado en punta no le hizo gracia ese comentario, ya que él defendía a sus amigos a muerte, pero aquellos que podían hablar le hicieron recordar algunos de los malos comportamientos del pequeño escamoso.
—Se comió todas nuestras plantas de interior y casi acaba con las plantaciones de wumpas —dijo la muchacha de zapatillas rosadas comenzando con las quejas.
—Además corre el rumor entre los nativos que una bestia verde se lleva a sus jabalíes uno por uno —agregó el ser con plumas de colores; ahora era el turno del marsupial silencioso ponerse de mal humor—. Mientras más tiempo se quede aquí, más problemas ocasionará.
—También soy en parte responsable de todo esto —comentó ella con cierto pesar—. Sé que prometí construir un tele-transportador para regresarlo pero se me está dificultando mucho.
Crash respondió ante todo esto asintiendo con apenas fuerzas y con una mirada seria. Él había entendido aquellos inconvenientes pero no podía despreciar a alguien quien lo había ayudado. Sólo una idea cruzaba por su mente: tenía que por lo menos intentar poner al saurio tras el volante y ver qué pasaba, así que fue hacia afuera a concretar sus planes.
Mientras que el bandicut sonriente estuvo ausente, los demás integrantes de su equipo practicaron en la pista de carreras ya recorrida. Durante la práctica, ellos idearon una manera para defenderse, pero que sólo podía ser utilizada bajo determinadas ocasiones. Ahora, con un poco más de confianza, ellos mejoraron bastante aunque extrañaron al chico que faltaba. Ninguno sabía dónde él estaba ni lo que estaba haciendo. En el momento en que Coco quiso ir a buscarlo, Aku Aku la detuvo diciéndole que no presentía peligro alguno y que pronto él volvería. Luego de largas horas en que Crash no volvía a su casa, él llegó viéndose cansado y frustrado. Se supo entonces que Baby T no era capaz de conducir, ya sea por su falta de atención y porque simplemente no podía aferrarse bien al volante por sus brazos cortos. El tiempo invertido en el aprendizaje no fue de utilidad y sólo consiguió que el joven se entristeciera y se agotara.
Al día siguiente, el grupo se presentó en donde sería el punto de encuentro de la próxima carrera. Luego de acercarse hacia la notoria cascada de la Isla N. Sanity e ingresar por una de sus tantas cuevas con sus karts, ellos observaron el rotundo cambio que sufrió el interior de la montaña. Los bordes de los riscos tenían una protección a modo de guardarraíl, el camino por seguir era bastante amplio, y por supuesto que estaba la gran bandera a cuadros que señalaba el comienzo y, a su vez, el fin del circuito. Allí cerca estaban las cuatro chicas junto a sus banderas a cuadros, esperando a los competidores. Ellas sonrieron cuando notaron la presencia del equipo Bandicoot, pero no había aún señales del N Team. Los cuatro vehículos se fueron acomodando provisoriamente por donde estaban las marcas pintadas en el suelo y los conductores bajaron de los mismos para acompañar a las promotoras en la espera.
—¿Cómo están, chicos? —preguntó Isabella luego de que ella y sus compañeras saludaran.
—Bien —respondieron quienes podían hablar junto con una sonrisa un tanto forzada.
—Parece que no tan bien —comentó Ami algo preocupada—. Quizá esta vez les vaya mejor.
—Sí, tienen que hacer su mejor esfuerzo —dijo Liz mientras sonreía, y más para Polar y Pura.
En ese momento, se oyeron unos ruidos de motor que estaban aproximándose, los cuales ellos supieron después que provenían de los cuatro rodados propiedad de Neo Cortex y de sus secuaces. Una expresión de confianza tenía el científico de piel amarillenta en su rostro, algo que no agradó a los marsupiales ya que tenían la sospecha de que seguiría con su plan de hacer trampas. Mientras tanto, la máscara que portaba plumas de colores vigilaba con detenimiento a su hermano gemelo, preparándose para cualquier artimaña que aquel podría realizar. En lugar de saludar, el hombre casi calvo tan sólo cuestionó de mala manera el porqué de la apropiación de los lugares por parte de los animales, sin recurrir al azar, y fue allí donde las organizadoras cumplieron ese pedido. Los resultados del sorteo dictaminaron que serían los aliados del hechicero benévolo quienes ocuparían los primeros cuatro lugares, hecho que disgustó ferozmente al tigre de Tasmania y al dingo-cocodrilo.
—¿Quieren dejar de protestar? —preguntó ya algo furioso el doctor de barba candado a sus secuaces agresivos—. Déjenlo así, para que las cosas se pongan más interesantes.
El mutante silencioso y su pandilla se colocaron en posición con cierta desconfianza al oír esas palabras, y cada uno de ellos encendió sus respectivos motores. Las cuatro jóvenes prepararon sus banderas a cuadros, esperando el momento justo para indicar la partida. Las miradas de los concursantes se fijaban en el camino por seguir, el cual se veía que a cierta distancia tendrían que girar hacia la derecha, a menos que quisieran chocar con la dura pared de piedra. El momento llegó y comenzó la carrera y, una vez más, Crash aceleró inesperadamente y se colocó en ese instante a la cabeza. Los que vivían cerca de la playa hacían lo posible por mantenerse alejados de sus enemigos, pero su plan no pudo continuar por mucho tiempo ya que había en la ruta una zona inundada, la cual retrasaba la marcha.
Los mutantes secuaces, Tiny y Dingodile, aprovecharon esa oportunidad para golpear y salpicar los karts de Polar y Pura, para luego poder rebasarlos. El resto del N Team no intentó atacar de alguna manera, y sólo se oía que Cortex se quejaba por el hecho de que se estaba mojando. Una curva apareció en el camino y, en uno de sus costados había un sector de grandes estalagmitas, con lo que era imposible de transitar por allí. La ruta tenía notables desniveles, así como las paredes y techos de la caverna, sin embargo, algo que llamaba aún más la atención fue el calor que se sentía. De nuevo apareció otro gran charco de agua y, luego de este y de un acceso descendente, se observó una vía bifurcada que rodeaba a un gran tótem hecho de piedra. Al salir de esta, los participantes descubrieron el motivo por el cual hacía calor: a un costado había una cascada de lava.
—Descuiden, chicos —dijo Aku Aku, quien recién había llegado al lado de sus compañeros. Por su parte, ellos sonrieron al ver a su guardián—. El volcán se encuentra estable. Yo me preocuparía más por esas rampas. Pero traten de no caer al vacío.
Todos los integrantes del equipo Bandicoot se fijaron en esas rampas tan anchas como la ruta, y además observaron que Uka Uka parecía que también estaba dando la misma noticia que su hermano a sus aliados. Sin perder más tiempo, todos pisaron sus respectivos aceleradores y llegaron a salvo hacia el otro lado, saltando por una gran grieta por donde corría un rio de magma. Debían tener esto en consideración para las próximas vueltas, aunque las máscaras mágicas prometieron que les protegerían si caían al foso. Más adelante, había otra rampa y, también como en el anterior, se sintió un golpe de calor al atravesar la excavación. Dejando atrás el peligroso tramo de la pista, los conductores se adentraron por una cueva de techo bajo y, nuevamente se encontraron con un sector anegado, hecho que calmó las altas temperaturas pero no ayudaba a mantener una buena velocidad. Ambos equipos se encontraban parejos y debían cambiar esa situación.
—Apártense del camino, si saben lo que les conviene —exclamó Dingodile en voz alta y luego tomó la delantera de repente, después de que su vehículo diera un fuerte impulso.
Crash y su equipo estaban sorprendidos ante esa velocidad porque, conociendo bien a esos automóviles, ese movimiento no estaba dentro de las características normales. Quizá, el mutante híbrido había utilizado algún componente especial, es decir, había hecho trampa. Coco fue tras él, con decisión y apretando con fuerza el volante, a pesar de que su objetivo estaba algo lejos y que los demás podrían atacarla. Después de dejar atrás a N. Gin, ella fue en busca de superar a Tiny, pero cuando ambos estaban uno al lado del otro, un resplandor verdoso surgió de la nada y la golpeó. El tigre con hombreras carcajeaba mientras que el kart rosa perdía el control y se alejaba del centro de la pista. Fue un alivio que existieran esos guardarraíles o, en caso contrario, la chica rubia caería al abismo. Su hermano intentó acercarse y así asegurarse de que estuviera bien, sin embargo, con tal sólo una mirada, él entendió que no debía retrasarse.
Al retomar la carrera, quien usaba un overol color azul observó que sus compañeros también estaban siendo víctimas de extraños sucesos. Su mejor amigo, el tigre de Bengala, comenzó a dar vueltas sobre sí mismo luego de que algo explotara muy cerca de él. Mientras tanto, el oso polar y el marsupial de guantes de motociclista fueron alcanzados por unas chispas azuladas, que también provocó que se descontrolaran sus respectivos transportes. Todos los integrantes del N Team habían tomado la delantera, dejando muy atrás a nuestros héroes. La chica no sabía qué elementos estaban utilizando en su contra el enemigo, pero sabía bien que ellos estaban haciendo trampa y que las cosas se estaban complicando, aún más que antes. Ella y su equipo debían hacer algo pronto.