Hetalia, etc., bueno, lo del disclaimer ya lo saben y no ganamos nada fingiendo lo contrario.
Tenía mucho tiempo sin escribir, debido a múltiples circunstancias (estrés, enfermedad, un poquito de acoso, entre otras) y he vuelto, pero no con el mismo ritmo. Sin embargo, espero sacar adelante los pendientes, no están olvidados, y si este oneshot les ofende, sólo les puedo pedir disculpas, fuera de eso, espero que lo disfruten.
La ventana rota.
No se escuchan más esas perturbadoras risas que sólo alteraban la paz de un bello día, no se le ve provocando a los demás para que pierdan la compostura y olviden lo que estaban haciendo.
Él ya no es lo que solía ser, todos lo sabemos, él mejor que nadie, pero se comporta como si nada hubiera cambiado.
Pero las cosas han cambiado, lo sé sin la necesidad de tenerlo frente a mí. Ya no es el mismo, sus fuerzas lo han dejado, ha perdido presencia, y jamás volverá a ser lo que era antes.
Nunca hizo falta, en realidad.
Sin embargo, ha dejado un hueco demasiado grande, lleno de una asfixiante angustia que dificulta el simple acto de respirar cuando está cerca. Verlo a los ojos, tratando de sostener su absurda fachada de "asombroso", sólo provoca un vuelco amargo en las entrañas, y lo detesto.
Detesto que ahora posee una especie de libertad, que no está atado de la misma forma en que lo está el resto. Me repugna la idea de que no debe rendir cuentas a nadie, ni preocuparse más por su relación con los demás.
Y esa horrible sensación en mi pecho se vuelve más insoportable con la idea de que un día, sencillamente desaparecerá, como muchos otros antes que él.
Sé que está cerca, ya no invade el espacio personal como en años pasados, ni se molesta en interrumpir, pues la música se resiste a ser interpretada apenas empiezo a pensar en él, y lo maldigo por eso, por no hacer nada.
Lo peor que ha hecho es retirarse en silencio, como quien se despide con dignidad de este mundo, ya no se esfuerza en molestar, en irritarnos con sus absurdos delirios de grandeza.
-¡Di algo, maldita sea!
Mi reacción inmediata es contemplar todo como si ocurriera en cámara lenta. La taza aún tibia con té que Elizabeta me trajera unos minutos atrás, la ventana rompiéndose, cediendo por la fuerza de ese arrebato, y él esquivando con dificultad la fina porcelana, o lo que quedó de ella.
-¡Tranquilo, señorito! -Colocó su mano en su frente, tomando una de sus absurdas poses, pero en sus ojos y en el ligero temblor de su voz, percibí como ese inapropiado gesto le había afectado.- ¡Sé que detestas no ser tan increíble como el Asombroso Yo, pero no te rebajes tanto, ke, se, se, se, se, se!
-No estoy alterado, y no me preocupa ese infantil título, me has arruinado la tarde.
-Pues no esperes que pague por la ventana, no es mi culpa que no puedas con tanta genialidad.
Quise rebatir ese argumento, no quedarme en silencio ni darle la razón, pero él tampoco hizo nada para prolongar la discusión, ni siquiera se molesto en acercarse, quizá por los vidrios rotos, o por que Elizabeta acudió casi en el acto a la sala de música.
Se retiró, hablando consigo mismo de cosas que me fueron imposible comprender, y a través de la ventana rota, lo vi partir, quizá, para siempre.
FIN